NOTA EDITORIAL
Encontramos los antecedentes de la Primera Guerra Mundial iniciada en el mes de julio de 1914, en la guerra franco-prusiana de 1870. Es efectivamente a partir de esta guerra que se formarán los bloques hegemónicos que posteriormente deberían enfrentarse estrepitosamente. A la formación, de la Triple Alianza entre Alemania, Austria-Hungría e Italia, Francia responderá, primero, consolidando en 1891 la Doble Alianza con Rusia, después realizando, en 1904, un tratado con Inglaterra denominado Entente Cordial, para finalmente, junto con Inglaterra y Rusia consolidar la Triple Entente.
De esta manera las potencias europeas se agrupaban en dos bloques, estableciendo cada uno de ellos diversas alianzas con otros países europeos y asiáticos.
Al concluir la primera década del siglo XX, las condiciones estaban maduras como para prever un enfrentamiento, augurando un trágico desenlace los continuos roces entre Austria-Hungría y Rusia en relación a los Balcanes.
El asesinato del archiduque Francisco Fernando en la población de Sarajevo (Yugoeslavia), realizado el 28 de junio de 1914 por Gabril Princip -miembro de una sociedad secreta perteneciente a la corriente nacionalista servía que luchaba por concretar la autonomía e independencia servia frente a Austria-Hungría-, se constituyó en el detonador de la conflagración bélica que en realidad era ya inevitable. A partir de este momento, las declaraciones de guerra entre los diversos países se desencadenarían una tras otra.
La Primera Guerra Mundial había principiado, y no concluiría hasta el 11 de noviembre de 1918, día en que se firmó el armisticio.
Estados Unidos declara la guerra a Alemania en 1917, o sea cuando los estados europeos inmersos en la contienda ya se habían desangrado tanto en el aspecto económico como en el social. Situación que no desaprovechó el Tío Sam. En efecto, señalemos que al comienzo de la conflagración, Estados Unidos debía a diversos países europeos la cantidad de cuatro mil millones de dólares y, al finalizar la conflagración, los papeles se habían invertido, ya que eran diversos países europeos quienes debían a Estados Unidos la cantidad de diez mil millones de dólares. Así, Estados Unidos se había convertido en el absoluto vencedor, y Europa dejaba de ser el almacén que surtía al mundo al necesitar cuantiosos créditos para su reconstrucción; créditos que, obviamente, concedió el benevolente país del Tío Sam.
Como anécdota, precisemos que fue en enero de 1917 cuando el Secretario alemán de Relaciones Exteriores, A. Zimmermann, envió un telegrama a su embajada en México, en donde proponía a Venustiano Carranza devolver a México los territorios de Texas, Nuevo México y Arizona, si México luchaba al lado de Alemania contra los Estados Unidos ... El telegrama fue interceptado por los ingleses y remitido a Washington.
Los resultados que al campo revolucionario trajo la Primera Guerra Mundial, no fueron sino la concatenación de lo que ya se había experimentado a raíz de la guerra franco-prusiana de 1870. Tal guerra, como se sabe, fue perdida por Francia, y precisamente fue en aquel país en donde germinó la primera tentativa de revolución social conocida como la Comuna de París. Aunque este intento fue ahogado en sangre, se convertiría en el antecedente directo de los movimientos revolucionarios que estallarían al final de la Primera Guerra Mundial.
Se puede llegar a establecer como común denominador, que es en los territorios de los países militarmente derrotados, donde se producirían los estallidos revolucionarios. El movimiento revolucionario ruso, aprovecha las condiciones creadas a raíz del fracaso de la estrategia militar del zar Nicolás II. Otros intentos revolucionarios se sucedieron en la República de los consejos en Alemania y en el movimiento encabezado por Bela Kun en Hungría durante 1919. Podemos también referirnos al motín de los soldados dirigido por Daskalvo en Bulgaria, así como a la revolución turca cuyo máximo líder fue Mustafa Kemal Ataturk.
Pasemos ahora a las opiniones de Ricardo Flores Magón en relación a esta conflagración.
Como anarquista, desecha cualquier postura utópica, siendo su análisis realista al poner énfasis en los mecanismos superestructurales de control que mediatizaban en aquel entonces la posibilidad revolucionaria. Subraya la mezquindad y pequeñez de la masa que él llama rebaño humano. Ni el menor asomo de sentimentalismo ante los horrores de la guerra.
Su postura es radical: aquellos que aceptan ir al escenario bélico enlistándose en el ejército para pelear por intereses que definitivamente no son los suyos, no merecen la menor compasión; si mueren, que mueran; si resultan mutilados, que lo sean. Ricardo Flores Magón los coloca entre sus enemigos, y en consecuencia no ve ninguna razón en preocuparse por su destino. Esta claridad en su análisis, ese realismo escalofriante, es producto de una larga experiencia adquirida durante años de actividad revolucionaria. Ni pizca de ingenuidad, ni asomo de ilusiones: el rebaño aprende a golpes, ¡que así sea!
Convencido de que la conflagración llevaría inevitablemente a un movimiento revolucionario en alguno de los territorios de los países involucrados, Ricardo Flores Magón analiza los comienzos de la revolución rusa. En sus artículos, advertía desde un principio que la revolución rusa se estaba gestando en un marco socialista autoritario pero, en su opinión, esto no era un problema de voluntad sino de condiciones determinantes. La posibilidad del desarrollo de un socialismo anarquista, la ubicaba en la internacionalización de la revolución. La cita que de Lenin realiza en su artículo La revolución rusa, no puede ser más elocuente: Las naciones deben ser organizadas ya sobre una base capitalista o bien, sobre una base proletaria anticapitalista. Los dos sistemas no pueden coexistir. Es imposible para Rusia existir sin bancos capitalistas e industriales, si ella tiene que tratar con países que todavía los tienen.
En la presente compilación incluimos un artículo aparecido en la revista CROM intitulado Salvajismo inconcebible, ya que proporciona datos poco conocidos acerca de la muerte de Ricardo Flores Magón. Igualmente insertamos el Manifiesto del 6 de marzo de 1918 a causa del cual Ricardo Flores Magón fue condenado a purgar veinte años de prisión, condena que no cumple al ser asesinado en la prisión de Leavenworth. Librado Rivera, quien también firmó este manifiesto, fue condenado a quince años de prisión, pena que fue interrumpida cuando en 1923 es deportado a México.
Chantal López y Omar Cortés