Índice de Historia de los indios de la Nueva España de Fray Toribio de BenaventeTratado Tercero - Capítulo IXTratado Tercero - Capítulo XIBiblioteca Virtual Antorcha

TRATADO TERCERO



CAPITULO X


364 De la abundancia de ríos y aguas que hay en estos montes, (en) especial de dos muy notables fuentes; y de otras particularidades y calidades de estos montes; y de cómo los tigres y leones han muerto mucha gente.

365 La mayor necesidad que la tierra tiene y lo que la hace ser buena, es tener abundancia de agua, de la cual hay mucha en estos montes, así de la que llueve del cielo, de la cual muy a menudo es regada, como de fuentes y manantiales, que de todo es abundantísima, digo a la parte del norte y mediodía; que son tantos los arroyos y ríos que por todas partes corren de estos montes, que en la verdad me acontenci6 en espacio de dos leguas contar veinte y cinco ríos y arroyos, y esto no es en la tierra adonde más agua había, sino así acaso yendo de camino se me antojó de contar los ríos y arroyos que podría haber en dos leguas, para dar testimonio de la verdad, y hallé estos veinte y cinco ríos y arroyos que digo, y por otras muchas partes de estos montes se hallará esto que digo y mucho más, porque es la tierra muy doblada.

366 Hay en toda esta Nueva España muy grandes y muy hermosas fuentes, y algunas de ellas tan grandes, que luego como nacen de una fuente se hacen un río, y esto he yo visto en muchas Partes, entre las cuales dos me parecen ser dignas de memoria, y para dar gloria y alabar a el Señor que las crió, porque todos los españoles que las han visto les ha sido mucha materia de alabar y bendecir a Dios que tal crió, y todos dicen y confiesan no haber visto semejante cosa en todas las partidas que han andado. Ambas nacen al pie de estos montes y son de muy gentil y clara agua. La una llaman los españoles la fuente de Aulizapa (1), porque nace en un pueblo que se llama de aquel nombre, que en nuestra lengua quiere decir agua blanca, y así lo es muy clara, y sale con mucho ímpetu. La otra fuente está en un pueblo que se llama Aticpac. Esta es una fuente redonda, tan grande, que una persona tendrá que hacer con un arco echar un bodoque de la una parte a la otra; es en el medio muy honda, por las orillas tiene siete u ocho estados de agua, y está en toda ella la agua tan clara, que en todas partes se ve el suelo o por mejor decir las piedras, porque nace de entre unas grandes piedras y peñas, y vése todo tan claro como si fuese a medio estado; luego desde la fuente sale tanta agua, que se hace un grande río ancho y lleno de pescado, y en el mismo nacimiento hay muchos peces y buenos. Esta fuente que digo nace a el pie de dos sierras, y tiene encima de sí un muy notable y hermosísimo peñón de muy graciosa arboleda, que ni pintado ni como dicen hecho de cera no podría ser más lindo, ni más entallado ni mejor proporcionado; es por debajo muy redondo, y va subiendo y ensangostándose igualmente por todas partes; tendrá de altura más de cien estados, y así en el peñón como en la fuente había antiguamente grandes sacrificios, como en lugares notables. Es cierto cosa muy de mirar y de grande admiración ver algo desviado unos montes tan altos y tan grandes que parece cosa imposible que por allí pueda pasar río, y allá en lo profundo da Dios a los ríos sus canales y cursos, ya anchas, ya llanas, angostas, y apretadas; en partes corren con gran mansedumbre, y por otras partes corren con tanta furia, que ponen temor y espanto a los que los miran de verlos ir por entre altas y grandes rocas de peña tajada, y ver entrar un gran río por muy eStrecha canal; otras veces hace caer los ríos de tan grande altura, que apenas se ve lo profundo, ni hay quien se ose acercar a lo mirar, y si algún monte se le pone delante, con su furia lo mina y barrena, Y hace paso por donde pueda colar y pasar su furia a la otra parte, dejando encima hecha puente firme y segura del mismo monte, por donde sin peligro se pueda pasar. En lo alto de estos montes y en lo bajo todo es tierra poblada, y también en (las) riberas de los ríos, y por las laderas hay poblaciones vistosas de lejos, que adornan y hermosean en gran manera toda aquella comarca.

367 Cuando los frailes salen de sus monasterios y van a predicar y a bautizar por los pueblos que están en estos montes, que están desviados de los monasterios, luego como por la tierra se sabe, salen a el camino los señores de los pueblos, o envían a ellos sus mensajeros de treinta y cuarenta leguas, a rogarles que vayan a sus pueblos a bautizar a mucha gente que los están esperando, para que les enseñen la palabra de Dios; los unos pueblos están en lo alto de los montes, otros están en lo profundo de los valles, y por esto los frailes es menester que suban a las nubes, que por ser tan altos los montes, están siempre llenos de nubes, y otras veces tienen de abajar a los abismos, y como la tierra es muy doblada, y con la humedad por muchas partes llena de lodo y resbaladeros aparejados para caer, no pueden los pobres frailes hacer estos caminos sin padecer en ellos grandísimos trabajos y fatigas. Yo soy cierto que los que esta tierra anduvieron, que se les acuerde bien de lo que digo, y confiesen y digan ser todo esto verdad. Con todo esto los frailes los van a buscar, y a administrar los sacramentos y predicarles la palabra y Evangelio de Jesucristo, porque viendo la fe y necesidad con que lo demandan, ¿a qué trabajo no se pondrán por Dios y por las ánimas que Él crió a su imagen y semejanza, (y) redimió con su preciosa sangre, por los cuales Él mismo dice haber pasado días de dolor y de mucho trabajo?

368 Los pueblos que están más abajo de la costa, en sabiendo que los frailes andan visitando, luego van a los recibir y a llevar en acales o barcas, en que vengan a sus pueblos, que la tierra hacia la costa en muchas partes se manda por los ríos, por estar perdidos los caminos, por la falta de la gente, porque está muy despoblada según lo que solía ser bien poblada y abundante de gente, qUe por una parte los grandes tributos y servicios, y casas que hacían a los españoles lejos de sus pueblos, y esclavos que sacaron y los hicieron sin lo ser, y en otras partes guerras y entradas que los españoles hicieron han quedado pocos indios; y por otra parte los tigres y leones han comido mucha gente, lo cual no solían hacer antes que los españoles viniesen; la causa de esto se cree que es, que cuando la gente era mucha, los tigres y leones no osaban salir ni bajar de las montañas altas a lo bajo, y después encarnizáronse en los indios que morían por los caminos, o fue por permisión de Dios, porque cuando todos los otros pueblos de la tierra recibían la fe y el bautismo, entonces también fuera razón que ellos despertaran y buscaran a el verdadero Dios, y no hicieron. Acontecióles a éstos como a los gentiles advenedizos que poblaron a Samaría, que porque no temieron a Dios ni lo adoraron, mandó Dios a los leones que descendiesen de las montañas y los matasen y comiesen, de esta manera acá en este tiempo que digo los leones y tigres salían a los pueblos de las costas y mataron y comieron muchos indios, y algunos españoles a vueltas, tanto, que casi se despoblaron muchos pueblos, y a los indios les fue forzado a des emparar la tierra, y los que quedaron en ella morar juntos, y hacer cercados y palenques, y aún con todo esto si de noche no se velaban no estaban seguros.

369 Otros pueblos vi yo mismo que los moradores de ellos cada noche se acogían a dormir en alto, que ellos tienen sus casillas de paja armadas sobre cuatro pilares de palo, y en aquella concavidad que cubre la paja, se hace un desván o barbacoa cerrado por todas partes, y cada noche se suben allí a dormir, y allí meten consigo sus gallinas y perrillos y gatos, y si algo se les olvida de encerrar, son tan ciertos los tigres y leones que comen todo cuanto abajo se olvida; pero están ya tan diestros los perros y gatos y aves, que venida la tarde todos se ponen en cobro, sin que sea menester tañer la queda, porque todos tienen cuidado de ponerse en cobro con tiempo, so pena de la vida y de ser comido de los leones y tigres. Después que se han bautizado y se confiesan y han hecho iglesias, ha cesado mucho la crueldad de aquellas animalias.

370 Los españoles para defender y conservar a sus indios, buscaron buenos perros que trajeron de Castilla, con los cuales han muerto muchos tigres y leones. En un pueblo que se dice Chocamán, se han muerto por cuenta ciento y diez tigres y leones, Y en otro pueblo que se dice Amatlán, el indio señor de este pueblo hubo dos perros de los de España, el uno de ellos era muy bueno, con los cuales ha muerto ciento y veinte leones y tigres; yo vi muchos de los pellejos. Cuando los matan es menester ayudar a los perros, porque en estas partes los tigres y los leones en viéndose acosados, luego se encaraman por los árboles; y para echarlos abajo es menester flecharlos; porque muchas veces no alcanzan con una larga lanza adonde ellos se encaraman, porque suben por un árbol como un gato. Cuando algunos caminan en compañía por estas tierras y duermen en el campo, hacen a la redonda de sí muchos fuegos, porque los leones y tigres tienen mucho temor a el fuego y huyen de él; por estas causas dichas lo más del trato y camino de los indios en aquella tierra es por acales o barcas por el agua. Acale en esta lengua quiere decir casa hecha sobre el agua; con éstas navegan por los grandes ríos, como son los de la costa, y para sus pesquerías y contrataciones; y con éstas salen a la mar; y con las grandes de estas acales navegan de una isla (a otra) y se atreven a atravesar algún golfo pequeño. Estas acales o barcas cada una es de una sola pieza, de un árbol tan grande y tan grueso como lo demanda la longitud, y conforme a el ancho que le pueden dar, que es de lo grueso del árbol de que se hacen, y para esto hay sus maestros como en Vizcaya los hay (de) los navíos; y como los ríos se van haciendo mayores cuanto más se allegan a la costa, son mayores estos acales o barcas. En todos los ríos grandes de la costa, y muchas leguas la tierra adentro, hay tiburones y lagartos que son bestias marinas; algunos quieren decir que estos largatos sean de los cocodrilos. Son algunos de tres brazas en largo, y aun me dicen que en algunas partes los hay mayores y son casi el grueso y cuerpo de un caballo; otros hay harto menores. Adonde éstos o los tiburones andan encarnizados nadie osa sacar la mano fuera de la barca, porque estas bestias son muy prestas en el agua, y cuando alcanzan tanto cortan, y llévanse Un hombre atravesado en la boca. También éstos han muerto muchos indios y algunos pocos españoles. Los lagartos salen fuera del agua, y están muy armados de su mismo cuero, el cual es tan duro, que no es más dar en él con una lanza o con una saeta que dar en una peña. Las noches que los indios duermen en el agua en aquellos acales, no se tienen que descuidar por temor de las bestias marinas; y por temor de los tigres y leones no osan salir a tierra. También hacen los ríos antes que entren en la mar muy grandes esteras y lagunas muy anchas, tanto, que de la una parte a la otra y a la redonda casi se pierde la tierra de vista; con temporal recio hace en estas lagunas grandes olas como en la mar con tanta furia, que si se toma dentro algunos indios que van a pescar en aquellos acales, los pone temor y hace peligrar algunos; de manera que, como dice San Pablo, todo este mundo está lleno de barrancos y peligros, y lazos y asechanzas, de lo cual todo libra Dios a los que entienden y se ocupan en su servicio como hace a los que entienden en la conversión de estos indios, porque hasta hoy se sabe que a ningún fraile haya muerto bestias bravas, aunque algunos se han visto entre ellas, ni ha muerto ningún fraile en ninguna nao de las que han venido de España, ni se ha perdido nao en que viniesen frailes, porque Dios los guarda maravillosamente.




Notas

(1) Ahuilizapan, actualmente ciudad de Orizaba, en el estado de Veracruz. (Cf. fray Diego Durán, Historia de las Indias de la Nueva España e islas de la Tierra firme, tomo II, México, Ed. Porrúa, 1967, pág. 177.

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