Índice de 1914: La intervención americana en México de Ricardo Flores MagónEscrito anteriorSiguiente escritoBiblioteca Virtual Antorcha

LAS FUERZAS AMERICANAS INVADEN MÉXICO

La guerra entre México y los Estados Unidos ha comenzado. Los primeros combates de esta magna lucha están teniendo lugar en Veracruz, el puerto histórico cuyas calles, cuyas plazas, cuyos parques han sido teatro otras veces de tremendos conflictos armados en que se ha disputado ya una razón, ya una injusticia, ya un derecho, ya una tiranía. Por mil motivos, la sangre humana ha regado el suelo de esa ciudad y hoy vuelve a regarlo en beneficio de los grandes señores del dinero que ven que México se escapa a su voracidad, que el trabajador mexicano no quiere ser más un explotado, que el proletariado de México quiere la tierra libre como base de su total emancipación económica, política y social.

El asunto del saludo a la bandera americana, ha sido el pretexto para que fuerzas de los Estados Unidos desembarcasen en Veracruz el 21 de este mes. Como se sabe, Huerta se negó a saludar la bandera americana sin que la bandera mexicana fuera correspondida por un saludo igual y simultáneo por parte de los Estados Unidos. Wilson sometió el caso al Congreso de los Estados Unidos, y el Congreso lo facultó para que usase la fuerza armada de los Estados Unidos para obligar a Huerta a saludar la bandera.

Como resultado de todo eso, el Contraalmirante Fletcher pidió la rendición de Veracruz, por medio del Cónsul Americano en Canadá. El Cónsul pidió la rendición por teléfono, de las fuerzas federales al mando del General Maas, Comandante militar de Veracruz, diciéndole que fuerzas de los Estados Unidos iban a ocupar la ciudad e intimidándole a rendirse. Maas respondió que lo que se le pedía era imposible, y entonces, el Contraalmirante Fletcher que a bordo del buque insignia Florida estaba en comunicación con el Contraalmirante Badger, Comandante en jefe de la flota del Atlántico que se dirigía hacia Veracruz con cinco buques de guerra, inició la acción hostil contra México despachando gran cantidad de marinos del buque Prairie, poco después de las once de la mañana, los que desembarcaron en la aduana y en el muelle número cuatro. Los marinos tomaron posiciones, numerando, según la prensa americana, ciento cincuenta del Florida, trescientos noventa del Prairie y sesenta y cinco más de otro buque. Poco después esta fuerza fue aumentada por un destacamento del Utah. Los marinos marcharon a través de las calles que parten de la playa y a lo largo de los patios de las estaciones de ferrocarril. Otros marcharon hacia el Consulado Americano, mientras otros fueron desplegados en las inmediaciones de la plaza central, en la cual el General Maas había concentrado sus fuerzas. Las fuerzas mexicanas hicieron entonces su primera descarga. Los marinos replicaron inmediatamente, habiendo después una tregua de diez minutos, para reanudarse el fuego por las posición mexicana de la calle Montesinos. A las doce y media del día, el fuego se hizo general y a la una de la tarde los cañones del Prairie comenzaron a accionar. La vieja torre de un faro abandonado, desde donde excelentes tiradores mexicanos dirigían sus certeros tiros sobre los invasores, fue derribada a cañonazos por los americanos. La Oficina de Correos, la del Cable y Telégrafos fueron ocupadas por las fuerzas americanas. No contando las fuerzas mexicanas con cañones para silenciar las bocas de fuego del Prairie, se retiraron de la plaza, y entonces los soldados americanos se encontraron con otra oposición: la del pueblo. De las azoteas de las casas, de las rendijas de las puertas, desde las ventanas, de todas partes, los paisanos dispararon armas contra las fuerzas invasoras y los que no contaban con armas de fuego, lanzaron piedras, ladrillos, cuanto a la mano encontraron, ofreciendo una resistencia heróica al avance de las fuerzas americanas.

El combate se prolongó por varias horas. Las fuerzas mexicanas se replegaron hacia los Médanos, donde se encuentran ahora hostilizando desde ahí a las fuerzas americanas que ocupan la ciudad. Los Médanos se encuentran en las orillas de la ciudad de Veracruz.

La prensa americana dice que murieron cuatro marinos y veinte resultaron heridos. De parte de los mexicanos no se sabe el número de muertos y heridos que haya resultado.

Hasta aqui las operaciones militares. Ahora, veamos sus probables consecuencias. Wilson contaba con Carranza para dominar a Huerta por medio de un bloqueo de los puertos, de manera de quitar a Huerta todo auxilio exterior de armas y municiones de guerra. Carranza y los más conspicuos jefes carrancistas habían manifestado que en caso de conflicto armado entre Huerta y los Estados Unidos, el carrancismo permanecería a la expectativa, sin intervenir entre las fuerzas contendientes. Wilson y el Congreso americano, al declarar que la guerra era contra Huerta, creían que podía ser fácil cosa hacer que los mexicanos no tomasen como un acto hostil contra todos la agresión contra una parte de ellos. Carranza mismo pensaba poder hacer creer a las masas populares que los Estados Unidos eran amigos de México. Pero tan pronto como se supo que las fuerzas americanas habían tomado Veracruz, un sacudimiento terrible se produjo en todo el pueblo mexicano, y Carranza temeroso de ser ajusticiado por sus mismos partidarios se ha apresurado en manifestar a Washington que no está de acuerdo con la toma de Veracruz por las fuerzas de los Estados Unidos.

Esta nueva fase de la cuestión ha producido una gran confusión en el gobierno de la Casa Blanca. Todos los planes que se habían hecho para la movilización de fuerzas no sirven ya. El gobierno americano contaba con la pasividad del carrancismo para quitar a Huerta del poder. Carranza y los jefes carrancistas estaban de acuerdo con los Estados Unidos, pero el pueblo se indigna, y Carranza tiene que conformar al pueblo protestando contra la invasión.

¿Qué seguirá a todo esto? Probablemente seguirá una guerra terrible a la que ha comprometido Wilson a su país, por su falta de talento para apreciar los hechos. Wilson creyó que era posible seguir la comedia de la guerra contra Huerta, sin que el pueblo mexicano la tomase como una guerra contra todos. Eso fue su error, error que el pueblo norteamericano no ha comprendido tampoco, embriagado como está de un sentimiento patriótico que atiza con fruición la burguesía de este país.

La guerra ha comenzado. Tengamos fe en que triunfará a pesar de todo el principio de Tierra y Libertad. Que los mexicanos defiendan México, pero no para dejarlo otra vez en las manos de los burgueses, sino para que después de esta guerra, quede en las manos de los proletarios, de los que son los legítimos dueños de esa tierra que, reconózcase o no se reconozca, es el origen de la tragedia que derribó a Díaz, que arrancó la vida a Madero, que mantiene en pie al movimiento revolucionario, y que ha precipitado la agresión de los americanos sobre el país de los aztecas.

Los mexicanos van a dar su sangre en esta guerra. Que la den en buena hora, pero para que sus hijos sean dueños efectivos de la tierra que ha sido teatro de sus sacrificios. Que den su sangre los mexicanos, pero para hacer de todos la tierra, la maquinaria, los medios de transportación. Que no peleen para que después de esta guerra suban nuevos presidentes, se encaramen nuevos caciques y quede en pie el principio de propiedad individual.

De Regeneración, N° 186 del 25 de abril de 1914

Ricardo Flores Magón

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