Índice de 1914: La intervención americana en México de Ricardo Flores MagónEscrito anteriorSiguiente escritoBiblioteca Virtual Antorcha

WILSON DORA LA PÍLDORA AL PUEBLO MEXICANO

Ahora más que nunca debemos estar en guardia los revolucionarios contra los actos de Woodrow Wilson en lo que concierne a los asuntos de México. Ningún gobierno, ningún hombre de influencia y de dinero, ningún poderoso, ningún político se digna dirigir una mirada compasiva al pueblo, sino cuando cree sacar algún provecho de ello. Puede el pobre reventar de miseria en mitad del arroyo; pueden sucumbir por millones los niños en las pocilgas, por falta de alimentación y de cuidados que sólo a los niños de los ricos se les procuran; pueden desplomarse las minas sobre centenares o millares de trabajadores porque los gastos para hacer seguro el trabajo en el interior de ellas son monedas que dejan de entrar en los bolsillos de los capitalistas, mientras que la vida humana resulta más barata, pues si cien mineros mueren aplastados, mil se presentarán a la boca de la mina ofreciéndose a la explotación; pueden desfilar a la vista de los magnates del dinero y de la política las carnes doloridas de los pobres camino del hospital y de la muerte; pueden prostituirse a la vista de todos, niñas y mujeres por falta de pan; pueden suicidarse miles y miles de seres humanos anualmente para librarse de la miseria a que los condena un sistema social injusto; pueden los grandes señores de la Tierra presentir sus miserias, palpar todas las llagas, ser testigos de todos los llantos y de todos los dolores; pero se pasarán de largo, indiferentes y crueles, si no tienen necesidad de hacer el papel de compasivos para atraerse la simpatía de los demás.


WILSON COMPASIVO

Pues bien, Wilson, el letrado presidente de los Estados Unidos de América se fija ahora en las miserias que aquejan al pueblo mexicano, ve las causas de la revolución, causas económicas, políticas y sociales nacidas en cuatro siglos de despojos, de atropellos, de injusticias. Hace todavía una o dos semanas, Wilson no veía en México más que un movimiento político que tuvo por origen el destronamiento y asesinato de Francisco I. Madero por Huerta, movimiento político encabezado por los restos del maderismo que reconocen como jefe a Venustiano Carranza, y que tiene por objeto, según los propagandistas del movimiento, derribar a Huerta para restablecer el orden constitucional. En todas sus proclamas, en todas sus declaraciones a la prensa, en sus notas a los poderes de Europa, en sus mensajes al Congreso, en sus conversaciones, en sus negociaciones con Huerta por medio de John Lind, nunca hizo Wilson la más ligera alusión al verdadero propósito de la revolución: la adquisición de la tierra por el pueblo insurreccionado.


CON LO QUE SE CONFORMABA

El ansia de Wilson era que Huerta convocase a elecciones para presidente, senadores y magistrados de la Suprema Corte de Justicia, seguro como estaba de que con el dinero de los capitalistas americanos, Carranza tendría que salir electo presidente, y bajo el amparo de éste, todos los burgueses de todas las razas tendrían manga ancha para apoderarse de las riquezas naturales del país y podrían explotar a su favor a los trabajadores mexicanos. A Huerta no lo quería, porque el dictador prefiere a los ingleses, en contra de los americanos.


EL INCIDENTE DE LA BANDERA

Huerta no cedió a las demandas hechas por John Lind, el representante de Wilson, y los carrancistas se tardaban demasiado en llegar a la capital de la República. Para ayudar a su protegido, Wilson derogó la prohibición de internar armas y municiones a México; pero poco progreso hacían, de todos modos, los carrancistas y entonces, para apresurar el triunfo del carrancismo recurrió Wilson a la invasión a México con el pretexto de vengar cierto agravio cometido a la bandera americana por las autoridades militares de Tampico, pero con el propósito de hacer que Huerta distrayera sus fuerzas para echarlas sobre el invasor, mientras Carranza y Villa podían llegar con facilidad a la ciudad de México, y si ni con esa ayuda llegaban, entonces tomarían los americanos la ciudad y sentarían a Carranza en el sillón presidencial.


LE SALE EL TIRO POR LA CULATA

A ese efecto, Wilson mandó que desembarcasen marinos en Veracruz, y el puerto quedó en poder de los americanos; pero una intensa agitación se produjo en todo México. El sueño querido, acariciado por los desheredados durante cuatro siglos de sufrimiento, de hacerse dueño de la tierra para trabajarla por su cuenta, sin amos que los explotasen y los tiranizasen, quedaría irrealizado si se permitía que las fuerzas del capitalismo americano invadieran México y los trabajadores se aprestaron a la defensa de la tierra que quieren para ellos.


WILSON DETIENE SUS COSACOS

Ante la actitud resuelta del pueblo mexicano de impedir que los soldados americanos fueran a detener la expropiación de la tierra, que con tan buen éxito ha sido realizada en varias regiones mexicanas por las poblaciones sublevadas, Wilson tiró del freno a sus soldados, los detuvo en Veracruz y se puso a pensar.


ATOLE CON EL DEDO

Vió que la invasión era enteramente antipática a los desheredados de México, porque esos dignos proletarios ya no creen que por el solo hecho de firmar una boleta electoral, les caerá pan de las alturas; ya no creen que por el mero hecho de destronar a un tirano para poner otro en su lugar, desaparecerán la miseria y la injusticia, y entonces Wilson, político hábil en verdad, y por lo tanto peligroso, pensó que lo mejor sería dar al pueblo mexicano atole con el dedo y fingiendo interesarse en su situación y estar dispuesto a apoyar la demanda universal del proletariado de México, demanda que puede condensarse en esta ya vieja fórmula: la tierra para el que la cultiva.


SUEÑOS COLOR DE ROSA

Asi es que, para hacer simpática la intervención al pueblo mexicano, nada mejor para Wilson que fingir estar resuelto a libertarlo del yugo de los señores feudales interesándose por la cuestión agraria. De esa manera piensa Wilson atraerse la buena voluntad de los proletarios mexicanos para que no se opongan a la intervención, y una vez sentado Carranza, Villa o cualquier otro bandido en la silla presidencial, declarar lo que declaró Madero cuando el pueblo le exigía que entregara la tierra a los trabajadores: Mi gobierno no puede realizar las promesas de la revolución.


LA CONFABULACIÓN EN WASHINGTON

He aquí párrafos del telegrama que apareció en el periódico The Los Angeles Tribune en su edición del 18 de este mes:

Washington, mayo 17.- El programa que tienen en la mente los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, para conseguir un arreglo permanente de la situación mexicana, comprende no solamente la eliminación de Huerta de la presidencia provisional si que también una reorganización radical del presente sistema de propiedad de la tierra.


LA TIERRA PARA LOS TRABAJADORES

Sigue diciendo el telegrama: El presidente y sus consejeros están convencidos de que la terminación del presente sistema semifeudal de la tenencia de la tierra, y la entrega en pertenencia de estas vastas propiedades a los peones, son necesarísimas para obtener una compleja y permanente restauración de la paz en México. Los hombres del gobierno piensan que cualquier arreglo que se tenga sobre la cuestión mexicana, será un fracaso si no se derriba el presente sistema de propiedad de la tierra que beneficia solo a un reducido número de privilegiados. Si no se derriba ese sistema se repetirán las escenas de los últimos dos años con nuevos hombres en el gobierno y nuevas tropas tal vez; pero el espíritu de descontento y de rebeldía será tan fuerte, como lo es al presente.


LAS CONFERENCIAS DE PAZ

El mismo telegrama dice además que los enviados americanos a las Conferencias de Paz en la población de Niágara están instruídos por Wilson de asegurar no solamente la caída de Huerta si que también la caída del sistema de propiedad de la tierra por unos cuantos individuos. ¿No se ve claramente el deseo de Wilson de hacerse simpático a las masas proletarias para que la inervención no tropiese con una formidable resistencia para la cual no están preparados los Estados Unidos?


EL PROBLEMA MEXICANO ES UN PROBLEMA UNIVERSAL

No es posible creer que Wilson es sincero en lo que respecta al problema agrario de México, pues si lo fuera, ya habría comenzado por dar fin en los Estados Unidos al sistema que él condena para México. Aquí, en los Estados Unidos, la tierra es la propiedad de un reducido número de personas, mientras que millones y millones de seres humanos no tienen un terrón en donde reclinar la cabeza; aquí, en los Estados Unidos, hay vastas extensiones territoriales que solamente esperan los brazos robustos del trabajador para convertirse en vergeles, y que permanecen incultas porque el dueño de la tierra espera venderlas algún día a un precio criminal. El problema de la tierra existe aquí como en México, en Argentina como en Brasil, en Chile como en Inglaterra. El problema de la tierra es universal.


EL PROBLEMA DE LA TIERRA TIENE QUE SER RESUELTO POR LOS TRABAJADORES

Los trabajadores mexicanos deben comprender de una vez por todas, que los problemas que le afectan directamente tienen que ser resueltos por ellos mismos, so pena de ser defraudadas sus más caras esperanzas. El gobierno, cualquiera que sea su forma, esto es, ya sea republicano o monárquico, no tiene más que una función: la de proteger los intereses de los ricos, y como en el caso de las tierras el interés del rico es que ellas sigan siendo el patrimonio de unos cuantos para poder tener en continua dependencia a los pobres, resulta que si se deja la solución del problema de la tierra a un gobierno ya sea mexicano o yanki, nunca se conseguirá. Son los trabajadores los que sin esperar a que un hombre providencial los emancipe deben tomar por su cuenta todo lo que se refiera a su emancipación como lo hacen sus hermanos del Yaqui y de Durango, de Guanajuato y de Michoacán, de Guerrero y de Morelos, de Puebla y de Oaxaca, que sin esperar a que un gobierno los beneficie, toman posesión de la tierra y la cultivan, poniendo así en práctica el viejo axioma de la Internacional: La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos.


SEIS TRANSPORTES

El gobierno americano tiene listos seis transportes en los muelles de Galveston, Texas, para llevar a México tropas, caballos y provisiones. Además el gobierno ha contratado el barco mercante Kansan. Como las tropas americanas tienen que hacer su camino hacia la ciudad de México por las montañas donde las noches son muy frías, se va a enviar a Veracruz un gran cargamento de capotes.


LES PASA LA MANO POR EL LOMO

Como una prueba más de la amistad que hay entre Carranza y Villa con los capitalistas americanos, está el hecho de que Wilson ha dicho que permitirá que les lleguen armas y municiones de guerra a los constitucionalistas por el puerto de Tampico. Se recordará que hace apenas dos semanas, Wilson no permitió que desembarcasen en Puerto México armas y municiones para Huerta. Es que Wilson les pasa a sus bueyes la mano por el lomo.


ACTIVIDAD PARA LA RESISTENCIA

Alarmada se encuentra la guarnición americana de Veracruz por la actividad que se observa entre las fuerzas mexicanas que están acampadas a unas quince millas de las líneas americanas. Se asegura que el General Navarrete se acerca a reforzar el campamento mexicano con tres mil jinetes.


LOS OBREROS SE ORGANIZAN

Los refugiados que han llegado a Veracruz de puntos del interior de México, aseguran que en Pueblo, Tlaxcala y León, los obreros de las fábricas se organizan para repeler la agresión de las fuerzas americanas en caso de que éstas lleguen a internarse en el país.


FUNSTON NO DEJA DE PREPARARSE

Mientras Wilson hace creer que está enteramente ocupado en las negociaciones de paz, Funston en Veracruz no pierde tiempo y se prepara. Funston cree que la ocupación de México por los americanos va a durar de cuatro a seis años y según el Times él y sus oficiales se ríen de las famosas Conferencias de Paz como si supieran que son una farsa para dar tiempo a preparar la invasión.


MANSEDUMBRE CRISTIANA

Según el mismo Times los capellanes de los regimientos americanos en Veracruz predican la guerra. Dice que uno de esos sacerdotes en sus sermones a la carne de cañon americana llama machos sebosos a los mexicanos y hembras sebosas a las mexicanas. En un sermón que dijo hace pocos días grito el frailecito: Nosotros debemos ir a la ciudad de México y cada bala que vosotros disparéis durante la marcha será un paso más hacia la educación de México. ¡Y pensar que a semejantes brutos les besan las manos personas sencillas y de buena fe! Y sin embargo, este es el papel del sacerdote: estar siempre del lado de los opresores de la humanidad: el Capital y la autoridad. La mansedumbre cristiana que ellos predican sirve para que las personas que sufren no se rebelen contra sus verdugos; pero son monstruos feroces que no se tientan el corazón para lanzar hombres bestializados por el servicio militar contra un pueblo: el mexicano, que no ha cometido otro delito para merecer ese ultraje que habitar una tierra riquísima codiciada por todos los aventureros del mundo.


PORTORRIQUEÑOS

Se dice en los círculos militares americanos de Veracruz que para hacer el servicio de avanzadas va a ser llevado un batallón de portorriqueños, pues se necesitan soldados que hablen español para el mejor éxito de este servicio. ¿Habrá proletarios portorriqueños que se presten a impedir que sus hermanos, los proletarios mexicanos, luchen por Tierra y Libertad?


SE ABREN LAS CONFERENCIAS

Por fin, aunque anunciada la apertura de las Conferencias de Paz en Niágara para el 18 de este mes, no dieron comienzo sino hasta el 20. Nada importante tuvo lugar el primer día de conferencias. Todo se redujo a cambio de saludos, presentación de credenciales y ... comilonas. Las conferencias tienen lugar en un departamento del cuarto piso del gran hotel llamado Cliffton House, con vista a las magníficas cataratas. Algunos dicen que esas conferencias van a durar más de un mes, y los delegados se muestran optimistas sobre el resultado de ellas. Nosotros desde hoy decimos que un ruidoso fraso será el resultado de ese inútil trabajo emprendido para acabar con la revolución mexicana. La revolución mexicana terminará cuando todos y cada uno de los habitantes de México tengan Pan, Tierra y Libertad.

(De Regeneración, N° 190 del 23 de mayo de 1914)

Ricardo Flores Magón

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