HISTORIA DE UNA INFAMIA

Documentos referentes a la Junta de Notables de 1863

PRESENTACIÓN

La tristemente célebre Junta de Notables representó la sui géneris forma mediante la cual las fuerzas francesas de ocupación intentaron cubrir con apariencias de legalidad lo que a todas luces era una indiscutible ofensa a la joven República mexicana, cuando las intenciones de un puñado de deshonestos mexicanos lograron empatarse con la ambición del mandatario galo, Napoleón III, y el nefasto gang que le rodeaba, lidereado por el ministro plenipotenciario Alphonse de Saligny, auténtico cerebro de la incongruente intervención francesa en territorio mexicano (1), induciéndole a apoderarse de una supuesta riquísima veta de plata ubicada en territorio sonorense.

Así, la unión de objetivos y ambiciones de dos grupos sin escrúpulos, conllevaron a que México enfrentase uno de los momentos más difíciles y temerarios de su historia, la intervención francesa con el encumbramiento de un desubicado político ungido Emperador. Los pormenores de toda esta costosa aventura los podrá descubrir el interesado al ir leyendo los documentos que aquí ponemos a su alcance.

Las dos fuerzas opuestas, generadoras de la independencia de México, volvieron a chocar, una vez más, de manera estrepitosa cuando, uno de los sectores que tuvo como directriz lo especificado en los Tratados de Córdoba (2), consideró llegado el momento de alcanzar su soñado paraiso de instaurar su anhelada monarquía con todo y su príncipe de alcurnia europea.

Toda la tragedia que representó para el sector de la sociedad mexicana proclive a una organización monárquica, el hecho de que la independencia de México, no haya conllevado al establecimiento de una monarquía, logró un momentáneo periodo de tranquilidad con el espectáculo escenificado por la Junta de Notables. Y así, las exigencias de ese minoritario, numéricamente hablando, pero poderosísimo en el plano económico, círculo de personas extraviadas mental y sentimentalmente, parecía que iban a ser alcanzadas, pues supusieron que, ¡por fin!, sus anhelados objetivos iban a implantarse de manera permanente, logrando con ello la paz y tranquilidad que desde antaño deseaban.

Sin embargo, y no obstante todo el malestar que podamos sentir ante tan indignante espectáculo, mal haríamos en no considerar las razones que llevaron a ese minúsculo grupo de mexicanos a hacer lo que hicieron, siendo la causa principal de su acción la horfandad que experimentó a raiz de la independencia de México.

Ciertamente los núcleos hispanistas aceptaron la independencia tal y cual la concibió el señor Don Agustín de Iturbide en sus Tratados de Córdoba (2), pero, igualmente debe de entenderse que junto a la corriente iturbidista siempre estuvo presente otra con poder similar pero cuyos objetivos eran muy distintos. Nos referimos, por supuesto, a la corriente republicana, misma que terminó imponiéndose a los iturbidistas anulando, incluso, tanto en el Plan de Iguala, como en los Tratados de Córdoba, todo lo referente a la forma de gobierno que en ellos se asentaba debería seguir el recién independizado país. Así, una vez desbaratado todo el menjurge iturbidista, proclamada la República y promulgada la Constitución federal de los Estados Unidos Mexicanos el 4 de octubre de 1824, la situación, para esos pequeños nucleos, cambió enteramente dando lugar a una lucha frontal que iniciando el siglo XXI, sigue vigente.

La lucha entre estas dos diferentes concepciones del país ha adquirido, en el curso de su desarrollo, diferentes nombres; se le ha visto como el enfrentamiento entre federalistas y centralistas; igualmente se le ha ubicado en el choque entre conservadores y liberales; o bien de manera mas general entre progresistas y reaccionarios; o entre oscurantistas y revolucionarios. En fin, son muchas las etiquetas utilizadas en el devenir histórico de esta sempiterna lucha, de la que emergió el México contemporáneo y que, admítase o no, constituye el meollo de la tragedia que como país cotidianamente enfrentamos: un pais en lucha consigo mismo.

Así, el intentar entender esta tragedia proporciona herramientas que nos facilita comprender nuestro presente y avisorar nuestro futuro no de manera idílica, sino en el entorno de tan dramática contradicción, buscando, por supuesto la sintesis que la supere.

En esta selección que hemos titulado Historia de una infamia, el interesado encontrará elementos de interés que, además de enriquecer su acerbo cultural, le proporcionarán algunas de las herramientas de que ya hemos hecho mención.

Antes de terminar, deseamos precisar que los documentos que conforman la presente edición virtual, los hemos extraido de la obra La Junta de Notables de 1863 de Rafael Tafolla Pérez, publicada por la Editorial Jus en el número 117 de su colección México heróico, en el año de 1977.

Chantal López y Omar Cortés