INSTALACIÓN Recopilación, selección y notas de Diego Arenas Guzmán PRESENTACIÓN
DE LA
XXVI LEGISLATURA
En mayo de 1911, con la firma de los Tratados de Ciudad Juárez, el movimiento encabezado por el señor Francisco I. Madero aparentemente alcanza su objetivo de desplazar del poder al anciano dictador, el general Porfirio Díaz. Puntualizamos aparentemente porque, si nos atenemos al posterior desarrollo de los acontecimientos, lo único que ocurrió es que con la firma de los susodichos tratados, el nuevo régimen entró en un callejón sin salida. Pues, la estructura política porfirista quedaba íntegra, aunque acéfala por el forzado retiro del dictador. El pactado interinato de Francisco León de la Barra, y la conformación del pactado gabinetazo, en cuanto hipotético elemento de transición de un regimen dictatorial a otro que se presuponía habría de ser la entrada a la democratización de la República, tan sólo dejaba entrever un futuro de fricciones y enfrentamientos en todos los niveles. El proceso electoral para definir los puestos de presidente y vice-presidente de la República, se convirtio en un escenario donde las diversas fuerzas políticas, cavando sus respectivas trincheras y estableciendo pactos y uniones de caracter transitorio, dispusiéronse a representar fiel y exactamente a determinados intereses y sectores, con sus propios planes de mediano y largo alcance. La sorpresiva conformación del Partido Constitucional Progresista, por el señor Francisco I. Madero, desplazando con ello al Partido Antirreeleccionista, daría base al primer gran cisma interno del maderismo, puesto que la que se consideraba casi segura fórmula electoral de Madero-Vázquez Gómez, quedaría desecha por la Convención del Partido Constitucional Progresista, que, a finales del mes de agosto y principios de septiembre, postularía la fórmula Madero-Pino Suárez para contender por la presidencia y vicepresidencia de la República. Así las cosas, el triunfo electoral de la fórmula Madero-Pino Suárez, en las elecciones celebradas en las fechas pactadas, los días 1° y 15 de octubre de 1911 bajo el sistema de voto indirecto, a nadie sorprendería. La más clara demostración de que los pasos dados por el movimiento que pretendía la democratización del país, habían errado el camino, se manifestará en aquel mismo mes de octubre de 1911, cuando Emilio Salgado hace un pronunciamiento en Ixmiquilpan, Michoacán, para reunir tropas armadas. A ello seguiría una fortísima crisis ministerial en el seno del pactado gabinetazo, con la renuncia de los secretarios de Gobernación, Instrucción Pública y Guerra, señores Alberto García Granados, Francisco Vázquez Gómez y José González Sálas. Al tomar posesión de sus cargos, el 6 de noviembre de 1911, los señores Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, sentíase que el asunto no caminaba por los rumbos correctos, percepción que se verificó con el pronunciamiento zapatista de finales de aquel mismo mes de noviembre, cuando mediante la expedición del Plan de Ayala, desconocíase al señor Francisco I. Madero como presidente de la República. A pesar de todo, el plan maderista trazado en los Tratados de Ciudad Juárez, continúa su desarrollo, primero con reformas al marco jurídico con miras a eliminar la figura de la Vicepresidencia, finiquitar la posibilidad de reelección presidencial y establecer el voto directo en lugar del viejo mecanismo de la votación indirecta. Sin embargo, y no obstante el fiel cumplimiento de lo antaño acordado, la fracción maderista encabezada por el señor Francisco I. Madero, que accede al gobierno, habrá de enfrentar una situación de inestabilidad que le obliga a implantar, en varios Estados de la República, los desafortunados decretos de suspensión de garantías debido al estado de guerra que en éstos había. Primero serían los Estados de Morelos, Guerrero, Puebla y Estado de México los afectados; y luego, en el mes de marzo de 1912, a raíz del levantamiento armado encabezado por el general Pascual Orozco, uniríanse Chihuahua, Coahuila y Zacatecas. Finalmente, sería bajo aquel marco de incertidumbre e inestabilidad cuando en mayo de 1912 se expediría la convocatoria para celebrar elecciones federales de diputados y senadores bajo el principio de voto directo. Éstas tendrían lugar el 30 de junio de 1912. La selección de los debates del Congreso realizada por Diego Arenas Guzmán, constituye un excelente, meritorio y sumamente interesante trabajo cuya lectura resulta ineludible para todo aquel interesado en el macro proceso social, político, jurídico y económico conocido con el genérico nombre de Revolución Mexicana. En efecto, Diego Arenas Guzmán, pacientemente conduce al lector por el laberíntico sendero del mapa político de aquellos agitados años, en los que las fuerzas políticas más representativas -Partido Constitucional Progresista, Partido Liberal, Partido Católico y la corriente llamada de los independientes-, ora estableciendo efímeras alianzas, ora pactando, ora guerreando, ora discutiendo, buscan su respectivo posicionamiento de cara al futuro, en las luchas por venir, en los objetivos por lograr. Los descarnados comentarios de los más preclaros representantes de las corrientes políticas presentes en aquel Congreso, expresan el sentir no tanto de individuos, sino de organismos e intereses que, proyectándose al futuro, bregan por hacer prevalecer sus opiniones combatiendo a todo lo que se les oponga. Es de esperar que la presente edición cibernética sea de utilidad para todos aquellos interesados en profundizar sobre la Revolución Mexicana, durante la simbólica celebración de su primer centenario. Chantal López y Omar Cortés