Índice de Las Cortes de Cádiz y la tercera campaña de Morelos de Lucas AlamánAcción del Virrey en el sitio de CuautlaSucesos en las provincias de Puebla y VeracruzBiblioteca Virtual Antorcha

LAS CORTES DE CADIZ

Y

LA TERCERA CAMPAÑA DE MORELOS

Lucas Alamán

CAPÍTULO QUINTO

Operaciones en diversas provincias.- Marcha García Conde a Marabatío.- Auxilia a Valladolid.- Su campaña en el bajío de Guanajuato.- Sucesos de Nueva Galicia.- Prision, proceso y ejecucion de Torres.- Operaciones combinadas con las tropas de Nueva Galicia contra Albino.- Sorprende lturbide a Albino en el valle de Santiago.- Su ejecucion en Celaya.- Vuelve García Conde al bajío y pierde parte del convoy que conducia.- Operaciones de Iturbide contra Liceaga y Cos en el bajío.- Sucesos de S. Luis Potosí.- Fortifica Rayon el cerro del Gallo en Tlalpujahua.- Excursiones de D. Ramon Rayon.- Derrota y prision de Ferrer en Jerécuaro.- Mandalo fusilar Rayon.- Prision. sentencia y ejecucion del P. Salto en Valladolid.- Decreto del Virrey contra los eclesiasticos aprehendidos haciendo armas.- Contestaciones a que este decreto dió motivo y su resultado.- Manifiesto del obispo de Puebla.


Según en su lugar se dijo (1), luego que Calleja se hubo apoderado de Zitacuaro, destacó del ejército del centro a las órdenes del coronel D. Diego García Conde, que en la promocion general obtuvo el grado de brigadier, una division compuesta del segundo batallón de la Corona bajo el mando del teniente coronel D. Joaquin Villalva; un batallón mixto formado de piquetes de diversos cuerpos, que mandaba el capitan D. Agustin de Iturbide; el regimiento de caballería de Puebla; dos escuadrones del cuerpo de frontera y algunas piezas de artillería: con el fin de perseguir a las partidas de insurgentes que inundaban el bajío de la provincia de Guanajuato, especialmente a Albino García, que cada dia se hacia mas temible; cubrir todas aquellas poblaciones acudiendo adonde la necesidad lo requiriese, y custodiar los convoyes, procurando franquear la comunicacion con la capital.

Situóse García Conde en Marabatío, punto central entre Valladolid, Guanajuato y Querétaro (2), y miéntras se ocupaba en levantar compañías de realistas y en fortificar aquel lugar importante para la comunicacion de las provincias del interior con la capital, mandó a Villalva con parte de la fuerza a la sierra de Santa María Tismadé para atacar a los Cañas y a D. Ramon Rayon, y aunque estos no lo esperaron, consiguió el intento de destruir la fundicion de cañones y quemar el nuevo pueblo que habian comenzado a formar en aquel sitio, con casas de madera. Siguió luego Garcia Conde con toda su fuerza reunida a Acambaro (3 de Febrero), y sabiendo allí que Valladolid se hallaba atacada, hizo avanzar hasta Indaparapeo una seccion mandada por el teniente coronel Oroz y por Iturbide, por si aquella ciudad tuviese necesidad de ser socorrida, y continuó con el resto de la division hacia Celaya, para dejar en aquella ciudad los enfermos que conducia del ejército del centro y porcion de provisiones tomadas en Zitacuaro, pero tuvo que retroceder desde Tarimoro, a donde habia hecho la primer jornada por haber recibido aviso de Trujillo, manifestándole lo importante que era que no se apartase de Acambaro, miéntras Valladolid se encontrase rodeada por fuerzas muy considerables.

En efecto, Albino Garcia, a quien en sus rapidas expediciones de pillage hemos visto atacar a Celaya (3); talar las inmediaciones de Pénjamo, haciendo retirar de ellas a los realistas (4); pasar de allí a Lagos (5), y echarse sobre Guanajuato (6); habia atacado despues a Irapuato (11 y 12 de Enero) (7) y aumentado su fuerza, quitando las armas y desbaratando otras partidas de insurgentes, cuyos jefes rehusaban obedecerle como Rubí y el P. Saavedra.

La junta de Zitacuaro le exigió que reconociese su supremacia, y para obligarlo despachó contra él a Cajigas con tropa y artillería; pero Albino, que no respetaba mas al gobierno de Zitacuaro que al de México y que pretendia ser independiente de todos, y sin plan ni objeto ninguno político, no intentando mas que robar y dar rienda suelta a sus apetitos, atrayéndose secuaces con permitirles igual licencia, como partidas de beduinos; atacó a Cajigas, y quitandole la artillería y las armas, lo dejó volver solo a dar cuenta a la junta de lo poco que con él podia tanto su autoridad como sus fuerzas.

Ahora en combinacion con Muñiz y Navarrete, se habia movido sobre Valladolid, cuya ciudad debia atacar él por la parte del Norte, al mismo tiempo que lo hacia por el Poniente el P. Navarrete y por el Sur Muñiz, con la gente que habia reunido en Tacambaro y Piedra con cuatrocientos hombres de su hacienda de Canario. Trujillo, para desbaratar esta combinacion que debia realizarse el 3 de Febrero, hizo salir el 2 al capitan D. Antonio Linares con cien infantes, doscientos caballos y tres piezas ligeras en busca de Albino a quien encontró situado en las alturas del pueblo de Tarímbaro, con una multitud de gente casi toda a caballo, que Linares hace subir a cuatro mil hombres con seis cañones.

Albino al descubrir a Linares se echó sobre él con su gran masa de caballería, pero puesta en desorden facilmente esta por el fuego a metralla. de la artillería de Linares, se dispersó abandonando sus cañones y sufriendo gran pérdida en el alcance. Linares volvió a Valladolid en el mismo dia, llevando en triunfo la artillería de Albino y mas de seiscientos caballos y mulas, la mayor parte ensillados, que con otros despojos le quitó. Muñiz, ignorando el desastre de su compañero, se presentó delante de Valladolid el dia convenido, y segun su tactica invariable en los repetidos ataques que dió a aquella plaza, ocupó las alturas de la loma de Santa María, coronandolas con diez cañones. Trujillo, unido con Linares, lo atacó en ellas; lo puso en fuga quitandole su artillería, y habiéndolo perseguido Linares hasta Tacambaro, tomó y quemó aquel pueblo, cogió nueve cañones que allí habia, y destruyó la fabrica de armas que de nuevo habia formado el mismo Muñiz.

Navarrete, avisado a tiempo de la derrota de Albino, no se presentó y se volvió a su posicion de Jaujilla. Así Trujillo por sus acertadas medidas, con un puñado de gente desbarató sin perder un solo hombre, una combinacion de ocho a diez mil, y se hizo dueño en tres dias de veinticinco cañones. No por esto varió el estado de cosas en Michoacan; Muñiz volvió a fundir cañones y reunir gente; las partidas, aunque no hubiese ninguna de consideracion, inundaban los caminos e interceptaban las comunicaciones, en términos, que se pasaron ocho meses en Valladolid sin tener noticias de México (8), y el parte de Trujillo de 8 de Febrero refiriendo estos sucesos, no llegó a manos del Virrey hasta principios de Junio (9).

Piedra pasó a auxiliar a Morelos sitiado en Cuautla, en cuya salida fue hecho prisionero en S. Gabriel segun se ha dicho con D. Leonardo Bravo, y conducidos ambos a México (10), y el P. D. Luciano Navarrete, se volvió al fuerte que habia construido en Jaujilla, del que Linares recibió órden de Trujillo para hacer un reconocimiento, y aunque por estar situado en medio de una laguna o terreno anegadizo, fue menester para practicarlo que la tropa entrase con el agua a la cintura, sufriendo un fuego vivo de metralla y fusilería que causó la pérdida de mas de cuarenta hombres, entre ellos dos capitanes y un subalterno, aquel jefe cumplió con puntualidad su comision, llevando un informe completo del estado de las fortificaciones, que sirvió despues de norma para las operaciones ulteriores (11).

Albino Garcia, que de cada derrota parecia sacar nuevas fuerzas, reunió prontamente su gente dispersa y volvió al Valle de Santiago, que venia a ser su cuartel general; juntaronsele las partidas de Escandon, los Gonzalez, Salmeron, Cleto Camacho, los pescadores y del negro Valero, todos los cuales, así como él, no tenian mas objeto que el pillaje, ni reconocian autoridad alguna; pero aunque independientes entre sí, se unian cuando habia que dar un buen golpe o que defenderse de un peligro comun, y su reunion formaba un número de gente muy considerable.

Garcia Conde (12), no siendo ya necesario su auxilio en Valladolid, dispuso atacar a Albino en el Valle, y con este objeto dió orden a la seccion de Oroz, que tenia avanzada en Indaparapeo, para que se situase en Yurira, dirigiéndose de allí al Valle, a cuyo punto marchó el mismo García Conde desde Celaya para coger a Albino entre dos fuegos; pero fuese que la órden fue interceptada o mal entendida, Oroz en vez de ejecutar el movimiento prevenido se dirigió al pueblo de los Amoles, y en el camino encontró y dispersó una de las partidas que Albino habia convocado, haciéndole algunos muertos y cogiendo al coronel Pulido y otros tres prisioneros, que segun costumbre fueron inmediatamente fusilados.

Desconcertada por este incidente la combinacion de García Conde, se encontró este solo con su seccion, teniendo que luchar con todas las fuerzas reunidas de Albino que formaban dos largos cordones, a derecha e izquierda del camino de Paranguco al Valle, y aunque Garcia Conde los hizo cargar vigorosamente por dos escuadrones de Puebla, se fueron retirando en buen orden hasta las mismas calles del pueblo que defendieron con teson.

Garcia Conde logró penetrar hasta la plaza, (13 de Febrero) pero hallandose sin víveres, resolvió volver a salir en la mañana siguiente, teniendo siempre a Albino con su caballería a la vista en las alturas inmediatas, hasta que se reunió la division de Oroz al cuerpo de aquel.

Juntas todas sus fuerzas, salió nuevamente García Conde, (15 de Febrero) en busca de Albino, quien no lo esperó y lo dejó entrar sin resistencia en el Valle, no pudiendo por entonces García Conde emprender seguirlo mas léjos por haberle pedido auxilio el comandante de Irapuato Esquivel, temeroso de que Pedro García, que con su partida habia atacado a León y derrotado y dado muerte al comandante D. Manuel de la Concha, cayese sobre Irapuato, con lo que Garcia Conde retrocedió a Salamanca, desde donde se volvió a Celaya.

No lo dejaron descansar mucho en aquel punto las nuevas atenciones que lo rodearon (13).

Habíanse juntado en S. Miguel el Grande el teniente general Reyes, con los mariscales padre Pedrosa, negro habanero y otros, cuyas fuerzas ascendian a tres o cuatro mil hombres, con seis cañones y porcion de armas de fuego, teniendo número considerable de tropas disciplinadas compuestas de desertores de los realistas. Para desbaratar esta reunion, combinaron un movimiento el comandante de la brigada de Querétaro García Rebollo y García Conde; el primero hizo marchar a D. Ildefonso de la Torre con una division; el segundo al anciano, pero infatigable capitan Guizarnótegui, con dos escuadrones de caballería, regulando sus movimientos para estar ambas fuerzas el 26 de Febrero al amanecer sGbre el enemigo.

Llegó sin embargo primero la division de Querétaro que habia comenzado el ataque cuando se dejó ver la de Guizarnótegui, y entre ambas desalojaron a los insurgentes del cerro de la Cruz que domina a la poblacion, haciéndoles muchos muertos, entre ellos un religioso agustino que era de los principales jefes, les tomaron la artillería y se apoderaron de la villa, quedando expedito el camino para que pasase el convoy destinado a S. Luis Potosí, que estaba detenido en Querétaro.

Vuelto Guizarnótegui de esta expedicion, fue destinado con otra a Salvatierra (3 de Marzo,) donde se estaba fortificando Escandon. Aquella ciudad fue entrada sin resistencia: Guizarnótegui hizo perseguir en su fuga a los insurgentes, y publicó un bando intimando a los vecinos so pena de la vida, que entregasen las armas, y desbaratasen en un tiempo prefijado las fortificaciones construidas con enormes peñascos, que formaban en las calles trincheras de grande altura y espesor (14).

García Conde entre tanto se movió sobre lrapuato (15), amenazado por Albino, quien instruido de su llegada no se atrevió a intentar el ataque; marchó luego a Silao (7 de Marzo), e hizo que las dos compañias de patriotas de aquella poblacion, saliesen a atacar a la partida del Aguador, situada en la Laja, la que dispersaron haciendo algunos prisioneros, que fueron pasados por las armas.

Dirigiéndose en seguida a Leon, supo que Pedro García tenia sitiado en S. Pedro Piedra Gorda, al capitan D. Angel Linares (16), que mandaba una seccion de tropas de la nueva Galicia, y llegó tan oportunamente que Linares, cuyos correos dando aviso a Negrete de su situacion y pidiéndole auxilios habian sido interceptados, estaba escaso de municiones y reducido a defenderse en la plaza, en un recinto de tablas que habia formado, bastante para resistir el primer ímpetu de los insurgentes, cuya fuerza principal consistia siempre en estas provincias del interior en caballeria, pero no para sostenerse mucho tiempo, y se hubiera visto en la necesidad de perecer o rendirse. Unido entonces con Linares, fueron ambos al pueblo del Rincon de Leon, para castigar a aquellos vecinos constantemente adictos a la revolucion, pero hallando que se habian fugado, quemaron algunas casas, y volvieron a Leon donde se quedó Linares, a quien municionó García Conde en cuanto alcanzó la prOvision que el mismo tenia, y regresó a Silao (17 de Marzo).

La escasez de numerario habia reducido a Guanajuato al último extremo: la plata pasta se vendia a bajo precio, y el laborío de las minas padecia grave atraso por esta causa. Una diputacion del ayuntamiento salió hasta Silao, con un oficio del intendente, instando a García Conde para que llevase a Querétaro las barras de plata de los particulares, ya que los oficiales reales no se creian autorizados a poner en camino las de la real hacienda sin órden expresa del Virrey, y volviese trayendo el numerario y efectos que estaban detenidos en aquella ciudad. Hízolo así García Conde, y habiendo llegado sin tropiezo a Querétaro, volvió a salir el 8 de Abril conduciendo para Guanajuato los reales destinados a aquel mineral y gran cantidad de efectos mercantiles que habian de distribuirse en todas las provincias del interior.

Caminó García Conde con el convoy sin dificultad hasta Salamanca, pero apenas hubo entrado en aquel pueblo (11 de Abril,) se encontró rodeado por todas partes; Albino habia reunido en momentos toda su gente, y sus compañeros, excitados por el atractivo de tan rica presa, habian acudido sin tardanza en número de cuatro a cinco mil hombres. García Conde tuvo que reforzar sus avanzadas (17), para impedir que los insurgentes penetrasen en la poblacion, y aunque pensó salirlos a atacar con dos secciones, dejando otra para resguardo de los reales y cargas, creyó que se aventuraba mucho quedando estas con corta defensa en una poblacion que toda ella le era hostil, por lo que resolvió a todo trance emprender la salida con el convoy y continuar su marcha.

La noche se pasó por una y otra parte con las armas en la mano y al amanecer, comenzó a salir el convoy, llevando la vanguardia el mismo García Conde con dos cañones, los granaderos y guardia de prevencion de la Corona y cuarenta dragones, custodiando de preferencia el parque, los caudales, los tabacos y otros efectos del rey. Seguia la carga de los particulares protegida por el teniente coronel Villalva, con infantería de la Corona, y la retaguardia la cubria el teniente coronel Mora con el resto de la division.

Los insurgentes rompieron el fuego no solo fuera de la poblacion, sino desde las bocas calles y azoteas de esta, tomando parte en la accion hasta las mujeres, pues una de ellas mató con un tiro de fusil desde una torre a un músico de la Corona.

Los arrieros despavoridos huyeron dejando las mulas solas; estas caian muertas o corrian espantadas por las calles, aumentando el desorden, y los soldados teniendo que recogerlas y que levantar las cargas caidas por el suelo, no podian atender a la defensa.

Habia avanzado no obstante García Conde, a mas de un cuarto de legua del pueblo, cuando se le avisó que el cardan que formaban las cargas de los particulares, habia sido cortado por los insurgentes, los cuales se habian apoderado de muchas de ellas, y que Villalva para poderse sostener habia tenido que replegarse a la plaza del pueblo. Con tal noticia mandó inmediatamente al capitan D. Agustin de Iturbide con treinta dragones, a restablecer el orden de marcha del convoy y viendo que tardaba, fue el mismo García Conde con un cañon y quince granaderos en su auxilio, cuyo momento aprovecharon los insurgentes para atacar vivamente por todas partes, a la corta fuerza que bajo las órdenes del teniente coronel Cayre, habia quedado cubriendo en la vanguardia el dinero y carga del rey.

Corrió en el pueblo la voz de que García Conde habia sido muerto y destruida la vanguardia, y en esta se esparcieron rumores igualmente funestos respecto a la tropa que quedaba atras; Villalva, sobrecogido con la noticia de la muerte del comandante y de la pérdida de la vanguardia, confiesa ingenuamente en su parte que llegó a tener entorpecida la facultad de discurrir, pero volviendo sobre sí, tomó providencias acertadas para contener los avances del enemigo por la retaguardia y el lado del rio; Iturbide, con la serenidad que acostumbraba en los momentos de mayor peligro, restableció la marcha de la carga, y García Conde pudo volver a sostener a Cayre que a todo esfuerzo se defendia. Así se logró que acabase de salir el convoy, cubriendo con infantería las bocas calles por donde tenia que pasar y sosteniendo su marcha con caballería, y con pérdida de una carga de reales del rey y de porcion de efectos de particulares, llegó en aquel dia a Irapuato, donde dió García Conde tres de descanso a la tropa, y no queriendo exponerse a nuevos riesgos con un cargamento tan considerable, que era tan dificil defender en la larga extension de una legua larga que ocupaban mas de mil mulas que lo conducian, dejó en aquel lugar lo perteneciente a los particulares y llegó a Guanajuato el 17 con la carga del rey.

Salió en seguida el coronel D. José Castro con los efectos que quedaron en Irapuato, y situando en Silao los que debian continuar a Guadalajara y Zacatecas, se incorporó con los demas en Guanajuato el 21 a la division de García Conde.

Debia este, segun las órdenes que del Virrey tenia, salir de Guanajuato conduciendo las platas existentes en aquel mineral y llevarlas a México, juntas con las que habia dejado en Querétaro (18); lo que sabido en todos los pueblos del bajío que se habian puesto en estado de defensa, le dirijieron repetidas representaciones exponiendo el peligro en que quedaban, y el general Cruz, que veia el riesgo continuo a que estaba expuesta la provincia de su mando, de volver a encenderse en ella el fuego de la revolucion, miéntras no se extinguiese en las inmediatas, le manifestó tambien la necesidad que habia de no emprender su marcha con el convoy, hasta destruir enteramente a Albino, engrosado y ensoberbecido con la derrota de los otros jefes insurgentes, Escandon, Rubí y Gonzalez, a quienes habia quitado las armas, como lo hizo tambien segun lo hemos dicho, con Cajigas, enviado contra él por la junta de gobierno.

Por tales motivos suspendió García Conde su salida con el convoy, y para combinar un plan de operaciones con las tropas de Jalisco, dispuso que el capitan Iturbide fuese a conferenciar con Cruz y con Negrete.

Marchó Iturbide con sesenta realistas de Silao; con esta corta escolta atravesó por entre las partidas de los insurgentes; desempeñó completa y satisfactoriamente su comision, y con la viveza y actividad 'que le eran geniales, a los seis dias estaba de vuelta en Silao en el campo de García Conde. Marcha ciertamente prodigiosa, si se consideran los riesgos a que Iturbide se expuso, y el corto tiempo en que desempeñó su comision, apenas bastante para el viaje de un correo en tiempos pacíficos y tranquilos.

Las divisiones de las tropas de Nueva Galicia habian continuado con empeño desde principio de este año (1812) la persecucion de las diversas partidas de insurgentes que quedaban en los confines de las provincias de Michoacan y Guanajuato, y si alguna se arrojaba a penetrar hacia el interior de aquella, era prontamente destruida (19).

En los varios reencuentros que aquellas tropas habian tenido, habian perecido los mas de los jefes de la insurreccion que quedaban, muertos los unos en el campo de batalla, los otros cogidos y fusilados en seguida. Tal fue la suerte del coronel Vargas, de Francisco Piña, llamado el Seguidilla, Maldonado, Tomas Rodriguez y otros. Señalabase entre todos los comandantes realistas de aquella provincia por su actividad y no menos por su severidad D. Pedro Celestina Negrete; altivo e inflexible por caracter, trataba a los insurgentes con el mayor desprecio; nunca hablaba de ellos en sus partes sin agregar los mas denigrantes epítetos; monstruos, infames rebeldes, cobardes asesinos, vil canalla, son siempre las calificaciones que de ellos hace, y correspondiendo las palabras a las obras, ejercia sobre ellos los mas severos castigos; ninguno caia en sus manos que no perdiese la vida. Por el contrario, habia sabido exaltar el entusiasmo de las tropas que mandaba, tratandolas con la mayor consideracion; un soldado muerto y tres heridos que tuvo en la acdon de Tlasasalca contra Torres, valian a sus ojos mas cada uno de ellos que toda la canalla junta y los pueblos que la sufrian. (20).

Si el comandante de Irapuato Esquivel decia a Calleja en uno de sus partes (21), que en una correría hecha en las haciendas inmediatas a aquel pueblo, habian sido recobrados dos soldados que los insurgentes tenian prisioneros pertenecientes a la division de Negrete, este lo desmentia y reclamaba públicamente el agravio que se hacia a los valientes que mandaba, en suponer que jamas se humillarian hasta dejarse hacer prisioneros por la vil chusma, estando antes resueltos a perder la vida, y si Cruz se condolia con él por las fatigas del soldado obligado a hacer tantas y tan penosas marchas en seguimiento de un enemigo que huia siempre de su presencia (22), Negrete contestaba que sus soldados, valientes e infatigables; cuando lograban limpiar la tierra de algunos de los muchos monstruos que la asolaban, ya estaban descansados.

Este mismo espíritu prevalecia en todos los oficiales que militaban a sus órdenes y que han sido despues de los jefes mas distinguidos de la República, como Quintanar, Mozo y otros generales y coroneles, y los soldados lo respetaban y amaban como padre, especialmente los del regimiento de Toluca que él miraba como su cuerpo de predileccion, y de que fue nombrado despues coronel.

Por efecto de esta tenaz persecucion, se habian ido hundiendo sucesivamente en el sepulcro los nombres obscuros de multitud de jefes de partidas que habian infestado la provincia y solo quedaba de nombradía D. José Antonio Torres, a quien llamaban el viejo Torres, que abrigandose en la inmediata de Michoacan, salia de ella con las fuerzas que allí reunia, para invadir las riberas del río Grande. Negrete desde la Piedad y Zamora observaba sus movimientos, y extendiendo sus excursiones hasta Jiquilpan en principios del año, hizo perseguir a las partidas de Rio y Macias, que se retiraron a su aproximacion hacia los Reyes y la hacienda de Guaracha, pero alcanzadas por Quintanar en la estancia del Platanar, que era justamente el sitio en que Rio habia dado muerte a un tal Jaso, les hizo considerable número de muertos y heridos (23).

En el mes siguiente, Torres que en Uruapan habia hecho fundir doce cañones, atacó a Negrete acampado en una loma inmediata al pueblo de Tlasasalca, y habiendo sido rechazado, se retiró a formar en batalla en la falda de un cerro y barranca, en donde fue atacado a su vez y desbaratado, quedando en poder de Negrete sus doce cañones y municiones y huyendo casi solo el mismo Torres.

Esta facilidad de los insurgentes en proveerse de artilleria que perdian tan pronto como la fabricaban, procede de que siendo solamente fundida como las campanas, no empleaban maquinas de barrenar, y donde encontraban material abundante y la persecucion de las tropas reales les daba algun tiempo para construir un horno y formar moldes, allí quedaba una fabrica planteada, abundando estas mas que en otras partes en Michoacan, por los ricos minerales de cobre que hay en aquella provincia.

Despues de esta derrota fue Torres vivamente perseguido por el comandante Arango, que le cogió su equipage en Paracho, y finalmente fue sorprendido el mismo el 4 de Abril en Palo Alto (24), cerca de Tupataro, por D. Antonio Lopez Merino, comandante de una guerrilla de la division de Negrete. De la gente que acompañaba a Torres, que segun el parte de Merino, ascendia a cuatrocientos hombres, los unos murierQn al filo de la espada, y los restantes quemados, por haber mandado Merino pegar fuego a unas trojes en que se metieron. Solo se salvó Torres, por haber dado el comandante órden a la tropa de no matarlo para presentarlo vivo a Negrete, quien lo reservó tambien para mandarlo a Cruz a Guadalajara.

Hízose entrar a Torres prisionero públicamente en aquella ciudad, en que antes habia entrado como vencedor: para que todos lo viesen, se le quiso poner al cuello una argolla o tentemozo, pero él ofreció que sin este aparato llevaria erguida la cabeza y lo cumplió. Púsosele en juicio, y le tomó confesion con cargos el Dr. D. Francisco Antonio de Velasco, presidente de la junta de seguridad y padre del canónigo Velasco, que habia tomado a la sazon parte en la revolucion. Sentenciósele el 12 de Mayo a ser ahorcado y descuartizado, poniéndose su cabeza en un palo alto en la plaza de Guadalajara, y distribuyendo los cuartos de su cuerpo el uno en Zacoalco, donde derrotó las tropas de Guadalajara mandadas contra él, a las órdenes de Villaseñor, en cuya accion pereció la flor de la juventud de aquella capital; otro en la garita de Mexicalcingo, por donde entró cuando capituló la ciudad, y los dos restantes en las del Carmen y barrio de S. Pedro, quemandose despues de cuarenta dias de exposicion.

Su casa en S. Pedro Piedra Gorda, debia ser arrasada y su superficie sembrada de sal.

Para la ejecucion de esta sentencia, que se verificó el 23 de Mayo, toda la guarnicion se puso sobre las armas formando en la plaza llamada de Venegas, por el nombre del Virrey, alrededor de una horca de dos cuerpos, que se construyó expresamente para que levantando el cadaver al segundo, pudiese ser visto por toda la poblacion (25).

Libre Cruz del cuidado que Torres podia darle, y expedita con su prision la division de Negrete para ser destinada a otros objetos, quedó acordado por medio de Iturbide, que Negrete, a quien llevó el mismo Iturbide al efecto las órdenes de Cruz, marcharia contra Albino García (26), atacandolo el 15 de Mayo a las diez de la mañana, cubriendo los caminos que de Paranqueo y Yurira conducen al Valle de Santiago, y que García Conde haría lo mismo, a la misma hora, por el lado de Celaya, para que no pudiese escapar por ningun rumbo.

Para dar tiempo a que se ejecutasen por Negrete los movimientos consiguientes a esta combinacion, y disimular el intento que en ella se llevaba, permaneció García Conde en Silao donde se hallaba, cuando el 1° de Mayo antes de amanecer recibió aviso del comandante de Irapuato, de estar cercado aquel pueblo desde la noche anterior por las numerosas partidas de Albino. García Conde hizo marchar sin demora a Villalva con su batallón de la Corona, cien dragones y dos cañones; al aproximarse estas fuerzas, Albino, que durante todo el dia habia estado batiendo a Irapuato con cuatro mil hombres todos a caballo, muchos fusiles y siete cañones, se retiró a la hacienda de las Animas distante una legua, manteniéndose siempre a la vista y escaramuceando con la tropa de Villalba dos de sus capitanes, Salmeron y Carrizal, con setecientos caballos cada uno (27), los cuales le dieron mucho que hacer con la irregularidad y variedad de los ataques, como los arabes del desierto, hasta que por el vivo fuego que se les hizo, tuvieron que reunirse al cuerpo principal de Albino. Este, segun su tactica, desapareció en la noche, y Villalva que se disponia a atacarlo el dia siguiente, se limitó a hacer un reconocimiento con partidas de caballería en las inmediaciones, sin poder descubrir el rumbo a donde aquel se dirigia.

Al cabo de seis dias, sabiendo que Salmeron y Vazquez estaban con tres cañones en el rancho de S. Jacinto, salió en su busca, pero no lo esperaron, y asegurado por el comandante Esquivel que los habitantes todos de aquel rancho, así como los de dos leguas a la redonda, sin distincion de edad ni de sexo eran adictos a la insurreccion, quedandose Villalva fuera sobre una altura con la division, dió orden al subteniente Gutierrez, para que con treinta hombres entrase a degüello, la que por consideraciones de humanidad modificó, exceptuando de la matanza a los niños y a las mujeres, aunque persuadido que ellas eran aun mas criminales que los hombres, pero habiendo huido estos a tiempo, solo se encontró uno en quien ejecutar aquella sangrienta disposicion.

Recogióse el ganado, que se devolvió a los vecinos de Irapuato que probaron ser sus dueños, y el producto de la venta del resto se distribuyó a la tropa, y esto mismo se hizo en todas las rancherías de la comarca.

Albino entre tanto habia marchado contra Celaya, que atacó con gran empeño el 5 del mismo mes de Mayo, en donde tambien fue rechazado por la guarnicion, compuesta de dos compañías de infantería y otras tantas de caballería, todas de realistas (28).

La resistencia que los vecinos de Irapuato, de Celaya y de otros puntos hicieron en los diversos ataques que Albino García intentó contra aquellas poblaciones, demuestra a un tiempo, el efecto que produjo el barbaro sistema de Hidalgo y de los primeros promovedores de la revolucion, excitando al pueblo a tomar parte en ella con el estímulo del saqueo, y la idea falsa que de ella dan los escritores parciales, como D. Carlos Bustamante, cuando para presentarla como un esfuerzo de un pueblo generoso peleando por conquistar su independencia y libertad, contrariado por una fuerza opresora y extranjera, denominan a los insurgentes exclusivamente americanos, y llaman españoles a los que los combatian.

Albino García, reduciendo su plan a solo el saqueo, sin mira ninguna política y sin distincion de nacimiento de los dueños de las propiedades que invadia, obligó a defenderse a todos los que tenian que perder.

El Lic. D. José María Esquivel y Salvago, comandante de Irapuato, que despues de la independencia ha sido muchas veces diputado en el congreso del Estado de Guanajuato, vice-gobernador del mismo, y que por último murió ejerciendo el empleo de ministro del tribunal superior del propio Estado, me ha asegurado que su opinion habia estado siempre por la independencia; que sus esfuerzos no eran dirigidos a defender los derechos de Fernando VII, los que le eran enteramente indiferentes, sino solo a conservar su propiedad en una guerra de bandidos, y que habria estado dispuesto a hacer lo mismo, si el caso se repitiese.

Para esto creyó autorizado el uso de los medios mas severos; leyendo sus partes a Calleja, insertos en las Gacetas del gobierno de México del mes de Julio de 1812, se ve que mandaba fusilar o ahorcar sin distincion a todos los insurgentes que cogia con las armas en la mano, y únicamente formaba sumarias a los que no eran aprehendidos con ellas; que solo se detuvo para no hacer ahorcar a un mozo de la hacienda de las Arandas, que le trajo una intimacion de Albino para que se rindiese, porque supo que este lo habia obligado por fuerza a cumplir aquel encargo, y que castigaba con severidad aun a los arrieros que se encontraban comprando granos en las haciendas ocupadas por los insurgentes.

El mismo Esquivel, para obligar a declarar a los delincuentes, usaba del terrible apremio de hacerlos encerrar en un cuarto de su casa en que acostumbraba guardar cal viva, y la órden que daba de al cuarto de la cal era poco menos que una órden de muerte. Esquivel era americano; lo era el cura de Irapuato D. Victorino de las Fuentes, que despues fue capitan de realistas del mismo pueblo y diputado en las cortes de España (29), cuyo celo alaba en sus partes, y lo eran tambien, con alguna muy rara excepcion, todos los que defendieron a Irapuato.

Esto mismo se verificaba en León, Silao, Celaya y todas las demas poblaciones del bajío y de otras provincias que se habian puesto en estado de defensa, y desgraciada de la que, como S. Miguel y Salvatierra, no lo habia hecho, pues invadidas frecuentemente por uno y otro partido, castigando cada uno de estos a su vez a los vecinos que tenia por contrarios, acababan por quedar asoladas y destruidas, de cuyos males Salvatierra apénas ha podido recobrarse todavía, al cabo de tantos años.

García Conde sacó de Guanajuato las platas que habia de llevar a México, como si su objeto fuese marchar con ellas en derechura a aquella capital, y las condujo hasta Irapuato. Dejandolas allí y reunido a la sección que mandaba Villalva que habia permanecido en aquel punto, se puso en marcha sin que nadie supiese su intento, el 15 de Mayo a las dos de la mañana (30), para estar a las diez sobre el Valle de Santiago en los puntos señalados en el plan combinado con Negrete; pero el sagaz Albino, aunque era hombre sin letras ni intruccion alguna, pero que poseia aquel tacto militar que solo da la naturaleza, habia comprendido perfectamente el objeto de aquellos movimientos y habia sabido desconcertarlos con un tino que honraria a un consumado general.

En vez de esperar en el Valle el ataque simultaneo de García Conde y de Negrete, los previno adelantandose a encontrar a este último a distancia de doce leguas, atacandolo en la hacienda de Parangueo a dos leguas del Valle, y cargando sobre él con todas sus fuerzas, lo puso en mucho aprieto.

García Conde, habiendo llegado a las inmediaciones del Valle a la hora convenida, no solo no encontró a Negrete en las posiciones que debia ocupar, sino que oyendo el vivo cañoneo que se sostenia en Parangueo, infirió que habia sido atacado en aquel punto y corrió a su socorro. A la llegada de García Conde, Albino se retiró y perseguido por la caballería, perdió alguna gente, quedando entre los muertos Clemente Vidal, que era uno de sus subalternos de mayor confianza.

Puestos en comunicacion García Conde y Negrete, resolvieron marchar al Valle, en tres cuerpos, mandados dos por cada uno de estos jefes, y el tercero por Iturbide, tomando tres direcciones para no dejar salida ninguna a Albino, en caso que hubiese vuelto a aquel pueblo; pero no solo no lo encontraron, sino que habiéndose fugado del lugar todos los hombres, no quedaron mas que los eclesiasticos, mujeres y muchachos.

García Conde trataba de combinar nuevos movimientos con Negrete, pero este le manifestó que tenia que volver a ocupar sus posiciones, para cubrir las entradas de la Nueva Galicia e impedir que Albino aprovechase su ausencia para invadirla; acordaron no obstante, que tomando Negrete el camino de Pénjamo, García Conde se dirigiese por el de Yurira a estrechar entre ambos a Albino y tomarlo a dos fuegos; pero este con sus beduinos, eludió todos estos intentos, y en los diez y siete dias que García Conde e Iturbide lo persiguieron con el mayor empeño hasta el fin del mes, aunque se hallaba enfermo de gota y obligado por esto a caminar en coche o en camilla, estando a punto de ser alcanzado, montaba con ligereza a caballo, tomaba caminos excusados, ocultaba sus cañones, de los que solo se le tomaron y quemaron las cureñas, y fatigaba a la tropa que lo seguia y la retardaba en su marcha, cortando los puentes de madera que daban paso sobre las zanjas y acequias de riego del camino (31).

García Conde, cansado de perseguir a un enemigo que siempre se le desaparecia, como los fantasmas de los ensueños, cuando creia que iba a alcanzarlo tuvo que desistir de un intento que juzgó ser impracticable y volvió al Valle de Santiago, cuya poblacion, asilo constante del enemigo, quiso quemar; pero viendo que no habia en ella mas que mujeres sin un solo hombre que las protegiera, y eclesiasticos que se lamentaban de los insultos que tenian que sufrir y desacatos que se cometian en los templos, hizo recoger, tanto en el Valle como en Yurira, los vasos y paramentos sagrados, y con todos los eclesiasticos de ambos pueblos los llevó a Irapuato, a donde volvió para tomar las platas que habia dejado allí y seguir con ellas su marcha a México, como se le habia mandado por el Virrey, con mucho sentimiento de todos aquellos pueblos, que conocian el peligro en que quedaban retirandose aquellas fuerzas, pues sabian bien que aunque pareciesen disueltas las de Albino, por efecto de la persecucion que se le habia hecho, las volveria muy pronto a reunir, teniendo ocultas todas sus armas (32).

Me he detenido describiendo estas operaciones mas de lo que acostumbro hablando de movimientos militares, porque ningunos se hicieron en toda esta guerra que tuvieran un aspecto tan estratégico como esta campaña de García Conde, y porque ellos dan una idea exacta del género de guerra que se hacia en el bajío; de los enemigos que el gobierno tenia que combatir; del hombre que era Albino García, el guerrillero mas activo y temible que produjo la insurreccion; y de la clase de tropas que el gobierno habia formado en el curso de la campaña.

Grandes masas de gente del campo a caballo de la clase de mestizos y mulatos, armados los unos con lanzas y los otros con fusiles y espadas, prontos para atacar y mas prontos para huir, era lo que constituia la fuerza principal de Albino; auxiliaban a esta a veces, cuando se trataba de atacar un pueblo o una hacienda, multitud de indios honderos, reunidos en los ranchos y campos vecinos, con algunas piezas de artilleria, mal hechas y peor servidas (33).

Con este género de tropas, el ataque de los pueblos se reducia a cercados con la caballería, la que era perfectamente inútil para asaltar puntos fortificados; desde lejos gritar los mayores insultos, que como entre los héroes de Homero, eran el preludio del combate y comenzar un fuego vivo de cañon y fusil casi sin objeto, pues los realistas y alguna tropa que habia en el pueblo, cubiertos con sus atrincheramientos y haciendo fuego desde ellos o desde las torres de las iglesias, no se exponian a ser ofendidos.

El cansancio de un largo e inútil ataque, la pérdida de algunos muertos y heridos, o la llegada del auxilio de algun lugar inmediato, cuyos realistas se habian puesto en marcha para socorrer al que habia sido atacado, hacia retirar a los asaltantes, los cuales, saqueando los suburbios y las haciendas que hallaban a su paso y dispersandose en diversas direcciones, iban a reunirse a donde les convenia para sus ulteriores designios, miéntras en el pueblo, que se veia con esto libre del riesgo de ser robado y destruido, se atribuia a milagro su salvacion y el no haber sufrido pérdida alguna los vecinos armados para la defensa, sino alguno que se lastimó cayendo del caballo por casualidad despues de muchas horas de combate, durante el cual los insurgentes habian tirado seis o setecientos cañonazos, cantandose el Te Deum y haciendo funcion a la imagen especialmente venerada en el lugar, que habia sido declarada y jurada generala de las tropas. Si se habian hecho algunos prisioneros eran luego fusilados, y los insurgentes por su parte hacian lo mismo con los soldados dispersos o con alguna pequeña partida que caia en sus manos, como lo hicieron con algunos dragones de Puebla que sorprendieron en las inmediaciones de Irapuato y a quienes dieron muerte en Rancho nuevo (34).

En el campo los insurgentes presentaban su artilleria sobre alguna altura, su infantería tras de ella, y las grandes masas de caballería en las alas; esta se echaba sobre los realistas luego que los percibia y facilmente rechazada con algunos tiros a metralla, huia poniendo en desorden la mala y desarmada infantería que custodiaba la artillería, la que era tomada sin haber hecho mas que la primera descarga, y por esto Albino se quejaba de que encontraba mas dispuestos a los suyos para el pillage que para el combate. Pero este género de guerra era sumamente fatigoso para la tropa del gobierno que se hallaba empeñada en ella. Cualquiera cosa que en su elogio diga, dice GarcÍa Conde al Virrey, ha de ser nada para lo que merece (35); los excesivos calores, las incesantes marchas de dia y de noche, los anhelos por llegar a las manos con la canalla, la conformidad en los trabajos, ya faltos de alimentos por el ningun recurso que se encuentra, ya faltos de los auxilios menores de que carecen enteramente, son unas pruehas muy repetidas de su lealtad, y que piden la mayor recompensa tanto en el soldado como en el oficial.

Pero estos soldados no solo eran dignos de admiracion por su constancia y sufrimiento en los trabajos; éranlo tambien por su valor de que dieron señaladas pruebas, y guiados por oficiales de honor y bizarría, el concepto que los unos tenian de los otros les hacia estimarse mútuamente.

Muchas veces he oido decir al general Negrete, que al frente de sus tolucos, así llamaba a los soldados de su regimiento de Toluca, no habria temido atacar a las mejores tropas del mundo.

¡Tristes recuerdos de una época de sangre y de desolacion, es verdad, pero de honor y gloria militar, que hacen mas acerba la vergüenza e infamia de los sucesos recientes! (36).

García Conde, desistiendo como hemos dicho de perseguir a Albino, salió con el convoy de Irapuato el 4 de Junio y llegó en el mismo dia a Salamanca (37). Supo allí que Francisco García, hermano de Albino, estaba con otros capitanes de partidas, reuniendo gente en el Valle de Santiago, y que Albino temeroso de una sorpresa, no hacia noche en un punto fijo.

Ocurriósele entonces, que era de esperar que suponiéndolo únicamente ocupado en la custodia del convoy, estuviesen aquellos descuidados sin recelo de que pudiesen ser atacados, con lo que obrando con actividad y cautela, podría conseguir sorprenderlos hallandolos a todos desprevenidos, y aun acaso coger al mismo Albino.

Para realizar esta idea dispuso, que el capitan D. Agustin de Iturbide, que fue quien la concibió y el que dirigía cuanto se hacia en la division, a pretexto de una expedicion al pueblo inmediato de los Amoles, saliese despues de anochecer con cincuenta dragones de Puebla, setenta y cuatro de Frontera, diez y siete granaderos de la Corona y veinte soldados del Mixto, todos montados y con orden de medir el paso para llegar al Valle al salir la luna, y que si encontraba alguna partida, matase a todos los que la compusiesen, o les diese alcance para evitar que Albino tuviese aviso anticipado de su aproximacion.

Todo lo ejecutó Iturbide con la mayor exactitud, y habiendo llegado al Valle a las dos de la mañana del 5 de Junio, sorprendió la avanzada que estaba a la entrada del pueblo, fingiendo ser Pedro García, que se venia a unir con Albino que lo habia llamado, y haciéndose por este medio del santo y la seña, ocupó sin ser sentido las calles y las puertas de las casas en que los insurgentes dormian tranquilamente. Estos despertaron al gran ruido que por orden de Iturbide hicieron los soldados, llamando por una parte a los granaderos de la Corona, por otra al batallon Mixto; mandando que aquí se situase un escuadron de Frontera, alla otro de Puebla, y que en las calles se colocasen cañones cargados a metralla. Sobrecogidos con estas voces creyeron que toda la division de García Conde estaba sobre ellos, no obstante lo cual intentaron defenderse en los cuarteles, que fueron tomados a viva fuerza. Algunos soldados se hicieron dueños de la azotea de la casa en que estaba Albino, y este fue preso por el granadero de la Corona Miguel Sardineta y el dragon de España José Uribe. Fueron tambien cogidos su hermano Francisco a quien llamaban el brigadier D. Pachito; Pineda, (38), tambor que habia desertado del regimiento de Puebla, y habia ascendido a un alto grado, y el secretario de Albino, ahora coronel D. José María Rubio, quien al presentarse dijo que lo tenian por fuerza, no habiendo corrido igual suerte Cleto Camacho, porque a la sazon estaba ausente.

Fueron muertos cosa de ciento cincuenta hombres, entre ellos varios jefes principales y muchos de aquellos valentones del bajío a quienes Albino llamaba sus compadres, y que formaban una especie de guardia de su persona.

Hiciéronse otros tantos prisioneros, que Iturbide, debiendo volver prontamente con su presa a incorporarse en Celaya al convoy, pasando por entre cuadrillas de insurgentes, no teniendo tropa con que custodiarlos, ni eclesiasticos ni tiempo para darles los auxilios cristianos, los hizo fusilar sin ellos.

El dolor de la muerte del granadero Aviles, dice en su parte a García Conde, a pesar de que fue la única desgracia (no obstante la poca luz que prestaba la luna, y la atencion de tantos puntos) y la precision de hacer morir sin auxilios cristianos a tantos miserables, lo que solo puede mandarse en casos igualmente estrechos, han contristado terriblemente mi espíritu, sin embargo de la satisfaccion de un golpe tan afortunado por la utilidad pública y particularmente por la del bajío (39).

Al señalar Iturbide los puntos a que debia destinarse cada oficial, estos a porfia pretendian que se les encargase la aprehension de Albino como el punto de honor, y los soldados asegura el mismo que desentendidos de coger el dinero y alhajas que tenian a la vista, solo se ocupaban en matar o prender insurgentes. Estos oficiales, estos soldados eran todos mexicanos, con cuyo motivo dice Iturbide a García Conde:

Para hacer algo de mi parte con objeto de quitar la impresion que en algunos estúpidos y sin educacion existe, de que nuestra guerra es de europeos a americanos y de estos a los otros, digo: que en esta ocasion ha dado puntualmente la casualidad de que todos cuantos concurrieron a ella, han sido americanos sin excepcion de persona, y tengo en ello cierta complacencia, porque apreciaria ver lavada por las mismas manos la mancha negra que algunos echaron a este pais español, y convencer de que nuestra guerra es de buenos a malos, de fieles a insurgentes, y de cristianos a libertinos.

Iturbide llevó a Albino a Celaya, a donde García Conde habia llegado con el convoy, dispersando facilmente alguna partida que en el camino se presentó.

García Conde se condujo de una manera muy poco noble con su prisionero; para hacer mofa de él, lo hizo recibir con el aparato de la entrada de un capitan general, formada la tropa en la carrera, haciéndole los honores correspondientes a aquel empleo, con repique de campanas y salva de artillería (40).

Colocados Albino y su hermano en la plaza, frente al baleon del meson en que estaba García Conde, este lo insultó de palabra y en seguida dirigió un discurso harto insulso al pueblo (41), que se agolpaba a ver en el abatimiento al hombre que un mes antes habia puesto en tan gran conflicto a aquella misma ciudad, y los soldados contemplaban con admiracion al activo guerrillero que tantas fatigas les habia costado, y cuya aprehension era debida a la decision y bizarría de aquel jóven oficial que desde entonces, a fuerza de hechos señalados, iba ganando la aficion y aprecio del ejército (42).

Albino y sus tres compañeros fueron fusilados tres dias despues; dispúsose cristianamente para morir y escribió a sus padres que eran adictos al partido real y habian sido útiles a García Conde en sus expediciones, pidiéndoles perdón por no haber querido escuchar sus buenos consejos, y dió orden a los administradores que tenia en las haciendas que se había tomado, para que restituyesen a sus dueños todos los efectos que les pertenecian; su cabeza fue puesta en Celaya en la cortadura de la calle de S. Juan de Dios, por la que mas esforzó su último ataque a aquella ciudad; la mano que tenia estropeada y que le hacia llamar el manco, fue llevada a Guanajuato y la otra a Irapuato.

Algunos años despues, cuando por la independencia se quitaron todas estas horribles señales de la guerra, el arquitecto D. Francisco Tresguerras hizo colocar el craneo ya descarnado, sobre una base de columna en un nicho del osario de la parroquia, escribiendo en el pedestal un mal soneto con frios lugares comunes de moral; yo lo ví allí muchas veces; despues fue sepultado y desapareció tambien el soneto, quedando solo el nicho y el trozo de columna.

Siguió García Conde su marcha a México con el convoy, y en el punto de Capulalpan lo esperaban los insurgentes de HUlchapan con dos cañones, lo que dió nueva ocasion a Iturbide de señalar su bizarría, atacandolos con una partida de noventa caballos de Puebla y Frontera, quitandoles los cañones y una bandera, matandoles ochenta hombres y haciendo ocho prisioneros (43).

La noticia de la prision de Albino García se publicó en una Gaceta extraordinaria al mismo tiempo que la de Torres, considerando ambos sucesoS como de la mayor importancia para la pacificacion del pais.

García Conde entró en México con el convoy el 20 de Junio, conduciendo 605 barras de plata del rey y 900 de particulares. Los últimos sucesos dieron a la entrada de esta division el aire de un triunfo, pero en toda ella los ojos del público buscaban con ansia a Iturbide, al que con razon se atribuia todo el mérito de la prision de Albino, y a quien el Virrey premió con el grado de teniente coronel.

Volvió a marchar García Conde, reforzado por doscientos caballos a las órdenes de Monzalve, conduciendo otro convoy que empezó a salir el 21 y concluyó el 28, reuniéndose en Tanepantla, donde se organizó el órden en que debia caminar, y se componia de 5.430 tercios de efectos de la real hacienda; 6.276 de particulares; 79 coches con pasajeros, llevando 632 mulas de remuda y con equipages; 130 asnos cargados, y 5.920 personas entre tropa, arrieros y pasajeros, lo que prueba la esperanza que se habia concebido, de que por las ventajas obtenidas por las armas reales en Tierra adentro, la paz se restableceria en aquellas provincias, y esto hacia volver a sus casas tantas familias como llenaban tan gran número de coches.

García Conde se linsonjeó tambien de que no encontraria obstaculos en el camino; persuadido por el informe de Iturbide de que todas las principales partidas estaban reunidas en el Valle de Santiago cuando sorprendió allí a Albino, creía que desbaratadas aquellas, no quedaban otras que las del Canelero y Secundino, a quienes Albino escribió estando prisionero para que se presentasen a los comandantes de las demarcaciones respectivas (44), y García Conde aprovechando aquella ocasion, hizo publicar el indulto general concedido por las cortes de Cadiz en 8 de Noviembre de 1811 que el Virrey habia mandado circular en 1° de Abril de aquel año, pero pronto se desengañó muy a su costa de lo infundado de esta esperanza.

A Albino habia sucedido Cleto Camacho, Salmeron y otros, que aunque sin llegar a tener la fama de aquel caudillo, tenían cortadas todas las comunicaciones. Habia llegado tambien por aquel tiempo al bajío de Guanajuato, Liceaga, individuo de la junta soberana, encargado por esta del gobierno de las provincias del Norte, acompañandolo el Dr. Cos y Yarza, secretario que habia sido de la misma junta.

García Conde entró en Querétaro con el convoy, habiendo tenido mucha dificultad en el paso del punto de Capulalpan por la estacion de aguas, lo que le obligó a detenerse en Arroyozarco, y hubiera sufrido mucha pérdida, si los insurgentes hubieran aprovechado esta ocasion para atacarlo; el convoy se distribuyó en Querétaro, quedando parte en aquella ciudad y destinandose a Valladolid y S. Luis los cargamentos respectivos.

García Conde, antes de continuar su marcha con el resto, hizo que se adelantase Iturbide con una fuerte division, a batir a los insurgentes que habian vuelto a reunirse en gran número en Yurira y en el Valle; desbaratólos aquel jefe y entró en el último de estos lugares el 24 de Julio, habiéndose fugado Liceaga y el Dr. Cos, al último de los cuales Iturbide en su pomposo parte (45), llama el Talleyrand del primero.

Con esta derrota aseguraba Iturbide que una partida de cien soldados podia transitar por todo aquel pais sin encontrar tropiezo, aunque el restablecimiento completo de la tranquilidad exigia todavia otras medidas.

Por aquellos mismos dias un destacamento que Guizarnótegui, comandante de Celaya destinó a perseguir al Pescador, logró alcanzarlo y darle muerte (46).

Despejado así el camino, siguió García Conde su marcha, pero a la entrada de Salamanca, en Baltierrilla, fue vivamente atacado (47), (7 de Agosto) y ocupando el convoy una extension de cuatro leguas, sin la escolta suficiente para cubrir tan largo espacio, fueron cogidas o inutilizadas unas seiscientas mulas de carga, y aunque muchas fueron recobradas, la pérdida no bajó de cuatrocientas, siendo tambien considerable la de muertos y heridos de la tropa.

Continuó luego Garcia Conde hasta Lagos, y habiendo entregado a los comandantes de Zacatecas y Guadalajara la parte de cargamento correspondiente a aquellas provincias, regresó a Irapuato donde asentó su cuartel general, y con poco crédito propio, pues no tenia reputacion ni de entendido ni de valiente, siguió sus operaciones de las que era el todo Iturbide. Este, en el curso del mes de Septiembre, tuvo varios reencuentros, quedando muertos en el de Cuerambaro los brigadieres Baltierra y García, el primero de los cuales dió muerte en el acto de recibirla, al dragon de Frontera José Comelio cayendo ambos a un tiempo; fue fusilado el coronel Rafael Ruiz y otros, y perseguidos vivamente Liceaga y Cos, tuvieron que retirarse hacia Dolores, distinguiéndose en todas estas acciones el padre sacristan de Silao D. Francisco Barros, a quien Iturbide califica de muy valiente, y D. Gaspar Lopez, cuyo nombre empezó a ser conocido entonces, siendo ambos capitanes de los realistas de aquel pueblo (48).

En el lado opuesto de la sierra de Guanajuato que separa por la parte del Norte el bajío de las llanuras de Dolores y provincia de S. Luis, la conduccion de convoyes con ganados de este último punto a Querétaro, y su regreso con efectos de México, daba ocasion a frecuentes combates. En uno de los mas empeñados en el Santuario de Atotonilco, cerca de S. Miguel el Grande, el comandante de las tropas de Querétaro D. Ildefonso de la Torre, que se adelantó hasta aquel punto a recibir quinientas barras de plata que venian de Zacatecas, vió en el acto de la accion (4 de Febrero) una palma refulgente que se presentó en el cielo, fenómeno que se habia puesto en moda con la pretendida aparicion de otra ígual, que como antes se dijo, habia visto Calleja en Zitacuaro (49).

La conduccion de otro de estos convoyes fue auxiliada por el cura D. Diego Bear, con doscientos cincuenta hombres, quien habiendo encontrado cerca de S. Felipe una avanzada de treinta insurgentes, (Marzo 22) mató catorce y puso en dispersion a los demas (50).

Por aquel mismo lado de la sierra, atacaron los insurgentes la hacienda de Villela (7 de Abril) con tres cañones que se les cogieron, habiendo sido rechazados; el comandante de S. Luis coronel Tovar, mandó pasar por las armas al coronel Gutierrez que cayó prisionero, habiendo sido muertos en la accion el coronel Nuñez y el mayor Molleda (51). Fué tambien cogido el P. D. Fernando Zimarripa, que antes lo habia sido en Aculco y habia sido indultado, al que mantuvo Tovar con dos pares de grillos, por no tener órdenes del Virrey sobre lo que debia hacer con los eclesiasticos en tales casos. La derrota que por este tiempo sufrió en la plazuela, a tres leguas de Río verde, el comandante de los realistas de aquel punto D. Manuel Bengoa, (16 de Febrero) quedando herido él mismo, dispersa su tropa, y perdidos dos cañones que llevaba, dejó a merced de los insurgentes aquella poblacion, en la que entraron saqueando varias casas, y en el rancho del Jabalí, dejaron casi desnuda a la famili"a del capitan D. Miguel Ormaechea, que con su escuadron de Frontera se hallaba en la division de García Conde, lo que obligó a Tovar a mandar con una seccion al capitan Sanz (52), que recobró a Rio verde (23 de Febrero) y aunque no pudo alcanzar a los insurgentes, estos fueron desbaratados y recobrados los cañones que habian cogido, por la tropa que mandó Arredondo (53), avisado por Tovar del suceso, la que persiguió tan vivamente al coronel Felipe Landaverde, que se titulaba gobernador de la Sierra Gorda, que para ponerse en salvo tuvo que arrojarse en un precipicio, abandonando sus armas y caballo.

Rayón, que en la dispersion de la junta determinó fijarse en Tlalpujahua, extendiendo su mando a los distritos circunvecinos de la provincia de México y a las demas hacia el Oriente, fortificó el cerro del Gallo a corta distancia de aquel pueblo, estableciendo su hermano D. Ramon en el mismo cerro una maestranza y una maquina para taladrar fusiles, que no tuvo gran resultado. Mandó tambien fortificar el cerro de Nadó en las inmediaciones de Aculco, punto que se tenia por inexpugnable, y allí tambien se formó una fabrica de armas.

Desde Tlalpujahua seguia Rayón en comunicacion con los Guadalupes de México, que le mandaban noticias, impresos y otros auxilios; estaba en correspondéncia con Morelos y con otros varios de los jefes de la revolucion, y tambien con sus compañeros de la junta, y se ocupaba con empeño en organizar y disciplinar nuevas fuerzas, en lo que le ayudaban su hermano D. Rafael, que fue a tomar el mando de S. Miguel el Grande y sus cercanías, D. José María, a quien comisionó para la formacion de un regimiento de caballería de Provinciales de Tlalpujahua, y D. Francisco. Para inspeccionar los diversos puntos que estaban bajo su mando, y tambien para asegurarse de la obediencia muy incierta de los Villagranes, dispuso Rayón hacer una visita a Huichapan, pasando por las haciendas de Solis y otras que se administraban bajo sus órdenes, como confiscadas a sus dueños que eran europeos. Salió con este fin de Tlalpujahua el 26 de Agosto, llevando consigo la imprenta; visitó a su paso la fortaleza del cerro de Nadó y entró en Huichapan el 13 de Septiembre.

En todos estos puntos se le recibió como soberano: en Huichapan, dice su secretario en el diario que llevó desde Agosto de este año, concurrió a su entrada un gentío numeroso y tanto la tropa como el vecindario de aquella poblacion benemérita, demostraron las virtudes que caracterizan a un pueblo amante hasta el extremo, de sus legítimas autoridades y altamente poseido del amor mas respetuoso hacia la digna persona de S. E., quien recibió con sumo interés estas pruebas realzadas de subordinacion y fidelidad.

En Huichapan se celebró el segundo aniversario del 16 de Septiembre.

Rayón, con su escolta y oficialidad asistió a la misa de gracias, en la que predicó el Dr. brigadier D. Francisco Guerrero, habiendo habido iluminacion, serenatas y repiques. Con esta ocasion se publicó mas adelante un manifiesto (54), que le fue remitido a Rayón de México, en que se presentan todos los sucesos ocurridos hasta entonces de una manera tan contraria a la verdad, que parece haber sido el preludio de lo que se ha escrito despues.

Lleva la fecha en el Palacio nacional de América, y aunque se le puso 16 de Septiembre, no se imprimió hasta la vuelta de Rayón a Tlalpujahua (55).

El 29 del mismo mes se repitió igual solemnidad, por ser el santo del nombre de Hidalgo, y en la misa de gracias predicó otro doctor brigadier, D. Francisco Lorenzo de Velasco.

Rayón visitó las fortificaciones de aquel lugar y pasó revista a la tropa que lo guarnecia, acompañado por D. José María Villagran, llamado Chito, a quien desde Tlalpujahua habia expedido el despacho de mariscal de campo, así como el de teniente general a su padre D. Julian, quien permanecia en Zimapan y sus inmediaciones (56).

Aunque D. Ramon Rayón fuese comandante del cantón de Tlalpujahua y estuviese ocupado en dirigir las fortificaciones y maestranzas del cerro del Gallo, salia a hacer frecuentes excursiones, ya al camino de Querétaro a México, en el que al paso de los convoyes hacia presas de importancia, especialmente de los numerosos rebaños de carneros que se conducian para el abasto de la capital, y ya en el camino de Querétaro a Valladolid con resultado igualmente feliz.

En una de estas atacó el pueblo de Jerécuaro e hizo prisionero al comandante D. José Mariano Ferrer. Era este hermano del Lic. D. Antonio, que segun se ha dicho, murió en un patíbulo en México por haber tenido parte en una conspiracion formada contra el Virrey Venegas (57, pero una de aquellas discordancias frecuentes en las guerras civiles, D. Mariano se habia declarado acérrimo defensor de la causa real. Segun tambien hemos visto (58), cogido en Dolores por los insurgentes que iban a fusilarlo, debió la vida a la generosidad de la viuda de Abasolo, que dió dos mil pesos para librarlo.

Entre las diversas expediciones que hizo por las cercanías de Jerécuaro, se extendió en una de ellas a Marabatío (27 de Mayo) en donde sorprendió al amanecer el cuartel en que estaban los insurgentes, y habiéndolo tomado, batió en seguida a los que se presentaron fuera de la poblacion, haciendo en uno y otro encuentro varios prisioneros, de los que fusiló a algunos (59).

D. Ramon Rayón lo derrotó e hizo prisionero herido en el paraje llamado el Salitre, y habiendo marchado en seguida a Jerécuaro, tomó por asalto el cementerio de la iglesia, tenazmente defendido (2 de Septiembre) y obligó a capitular a la guarnicion que se retiró dentro de la misma iglesia. Ferrer, que habia sido por su severidad y sangrientos castigos el terror de aquella comarca (60), fue conducido a la hacienda de Tepustepec, en la que se hallaba Rayón en camino para Huichapan, con los demas prisioneros que eran noventa, entre ellos dos españoles, los cuales fueron fusilados con el mismo Ferrer, (4 de Septiembre) y cinco soldados; los restantes fueron incorporados en la tropa de Rayón, pero habiéndose desertado algunos, fueron reaprehendidos y fusilados. Cogió tambien D. Ramon en esta accion dos cañones y porcion de armas y municiones.

En Michoacan habian continuado los insurgentes hostilizando hasta las puertas mismas de Valladolid, de donde salian partidas a perseguirlos. Una de estas, mandada por D. Manuel de la Concha, capitan entonces de los realistas de Valladolid, entró en Cucupao, (27 de Abril) hizo prisionero al mariscal de campo P. D. Vicente Ochoa, a quien condujo a Valladolid a su regreso; cogió al coronel Caballero a quien con otros quince fusiló en el mismo dia, y de allí pasó a Zinzunza y Pazcuaro, en donde hizo fusilar al sargento mayor Vicente Sanchez, con dos capitanes y otros dos mas (61).

Otra al mando del capitan D. Juan Pesquera, compuesta de su escuadrón de lanceros, se acercó a los lindes de la provincia de Guanajuato, para cooperar a la persecucion de Albino García y fue despues destinada a buscar y aprehender en el lugar en que se guarecia, al presbítero D. José Guadalupe Salto, (7 de Mayo).

Habia sido este eclesiastico hombre de ejemplar virtud antes de la revolucion, pero habiendo tomado parte muy activa en esta, fue procesado y se hallaba preso en Valladolid en Julio de 1811; puesto en libertad e indultado por Trujillo, en celebridad de haber sido derrotados maravillosamente los insUrgentes que atacaron aquella ciudad el 22 de aquel mes, volvió a mezclarse en la guerra, no solo excitando a los vecinos del pueblo de Teremendo, de donde era vicario, sino como coronel, cuyo despacho le expidió Navarrete en 1° de Abril de 1812, y habiéndose detenido a hacer noche en la hacienda de Tecacho una partida de tropas realistas, que conducia a Valladolid cuarenta heridos que tuvo Linares en el reconocimiento que hizo del fuerte de Jaujilla, como en su lugar dijimos (62) conmovió a los indios de las cercanías y los hizo asesinar a todos, sin perdonar a los heridos (63).

Ocultabase en una cueva, situada en una abra o voladero de la alberca de Teremendo, cuya entrada estaba formada por dos planchas de vigas.

Guiado Pesquera por un correo que Negrete enviaba a Trujillo desde la Piedad, y que cogido por la partida que capitaneaba el P. Salto, habia logrado escapar de ella, rodeó con su tropa la alberca o crater apagado del antiguo volcan, y subiendo por una senda escabrosa, vió tres hombres inmediatos a una especie de capilla que empezaban a fabricar; (8 de Mayo) pusiéronse estos en fuga al acercarse Pesquera, y el uno de ellos se metió por el abra, hasta la que fue seguido. Al entrar en ella los soldados, alzó la voz diciendo: no me maten, que soy ministro de Jesucristo, y al mismo tiempo dió una lanzada al soldado Manuel de la Cruz, que estaba mas inmediato, con la que le dejó mal herido. Dió Pesquera orden para que no se le ofendiese, intimandole al mismo tiempo que se rindiese, a lo que contestó, que no saldria de aquella cueva, a menos que no fuese su prelado, y preguntando quien era quien lo buscaba, y contestadole que las tropas del rey, replicó que de qué rey, pues las que allí habia eran de Napoleon.

¡Tan hondas raices habia echado la especie vulgar, de que los españoles residentes en México, intentaban entregar el país a los franceses!

Empezó al mismo tiempo a defenderse, rodando piedras desde la boca de la cueva, lo que decidió a Pesquera a mandar a sus soldados que hiciesen fuego, lo que apénas podian verificar, teniendo que mantenerse agarrados a los arbustos suspendidos sobre un voladero de cincuenta varas de profundidad, en el que se habrían precipitado si se desgajase alguna de las ramas que los sostenian. Dirigieron no obstante la puntería a un tejadillo que cubria la entrada de la cueva, y a poco vieron caido en esta un hombre, con lo que suspendiendo el tirar entraron en ella y hallaron al P. Salto atravesado de un balazo, con dos mujeres que tenia allí presas para mandarlas al P. Navarrete, las que fueron puestas en libertad. Condujo Pesquera en un tapextle (64), al P. Salto a Valladolid, y llevó tambien a otros prisioneros que hizo en la expedicion. Trujillo a su llegada dispuso que aquel eclesiastico fuese fusilado el dia siguiente a las diez de la mañana, y avisó al obispo electo Abad y Queipo por si habia algunas formalidades que llenar, pero al mismo tiempo le intimó, que por nada suspenderia la ejecucion que debia verificarse a la hora señalada, antes que muriese de su herida el preso, a quien habia hecho alimentar y curar para conservarlo. El obispo declaró que la enormidad de los crímenes del reo y su obstinacion en ellos, no obstante habérsele concedido por segunda vez el indulto por intervencion del mismo prelado, hacian innecesaria la degradacion, habiendo perdido el fuero y privilegio del canon.

Fue pues sacado al patíbulo en una camilla, y un eclesiastico español que iba a su lado, hacia creer al pueblo que daba pruebas de su arrepentimiento, pero para entonces el P. Salto no existia (65) y se le encontró muerto al llegar al cadalso en el que fue expuesto, publicandose una proclama que el doctor Zenon compuso con este motivo.

La ínsurreccion comenzada por un eclesiastico, tuvo desde su principio muchos individuos del clero secular y regular entre sus principales jefes, y en el periodo a que hemos llegado, casi solo se sostenia por ellos; pues sí se hace abstraccion de los de esta clase, y de algunos pocos hombres de suposicion que en el Sur se habian alistado bajo sus banderas, no quedarían figurando en ella mas que hombres sacados de las mas despreciables clases de la sociedad, y muchos de ellos conocidos por sus crímenes.

Entre los mismos eclesiasticos, los mas de los que tomaron partido en aquella causa, eran hombres corrompidos de costumbres, y entre los regulares los mas malos de cada convento; los nombres mismos con que muchos de ellos eran señalados, tales como el P. Chinguirito, el P. Caballo flaco, el P. Chocolate, indican el desprecio con que eran vistos, y con pesar es menester decir, que los hombres mas atroces y sanguinarios que se conocieron en la revolucion, eran de aquella profesion; pero la veneracion que el pueblo tenia a ella, hacia que no obstante lo poco respetable de las personas, influyesen mucho en sostener la guerra, y el número de los que en ella tomaron parte fue, tal que casi no hay accion ó combate de mas o menos importancia, en que no se vean eclesiasticos haciendo de jefes entre los insurgentes.

Sin embargo, el Virrey Venegas se habia abstenido de dictar públicamente providencia sobre ellos, aunque habia circulado a los jefes principales órdenes para que fuesen fusilados, no obstante las cuales solo lo habia sido el cura Hidalgo y los eclesiasticos aprehendidos con él, mas aquel habia sido ejecutado por sentencia, observando todas las ritualídades del fuero eclesiastico.

Los comandantes, exasperados con encontrarse en todas partes con eclesiasticos, no habian sido tan circunspectos, y ya hemos visto que Calvillo hizo fusilar en Tenango al P. Tirado, y acabamos de ver lo que Trujillo ejecutó mas recientemente en Valladolid con el P. Salto. Esto, y las consultas de otros jefes como Tovar en S. Luis respecto al P. Zimarripa, pusieron al Virrey en la necesidad de tomar algun partido, y habiendo consultado al real acuerdo, por parecer unanime de catorce de los quince ministros que a él concurrieron, a pedimento de los fiscales y con dictamen de los auditores, publicó en 25 de Junio un bando, declarando reos de la jurisdiccion militar a todos los que hubiesen hecho o hiciesen resistencia a las tropas del rey, de cualquier clase, estado o condicion que fuesen (66).

En consecuencia, mandó que se les juzgase por los consejos de guerra ordinarios de oficiales de la division o destacamento que los aprehendiese, dando cuenta al Virrey con la causa para su resolucion; y aunque esto habria evitado muchas de las arbitrariedades que se cometian, esta restriccion se hizo ilusoria por la libertad que se dejó a los comandantes para hacer ejecutar las sentencias sin dar cuenta al Virrey, cuando no lo permitiese la interceptacion de los caminos, o que las circunstancias exigiesen un pronto escarmiento. Se impuso la pena de ser pasados por las armas, sin darles mas tiempo que el preciso para disponerse cristianamente, a todos los jefes o cabecillas, en cualquier número que fuesen, calificando de tales a los que notoriamente lo fuesen; a todos los oficiales de subteniente arriba; a todos los que reuniesen gente para servir en la revolucion; a todos los eclesiasticos del estado secular o regular que hubiesen tomado parte en la revolucion o servido en ella con cualquiera título o destino, aunque fuese solo con el de capellanes, y a los autores de gacetas u otros impresos incendiarios.

Los que sin ser cabecillas hubiesen hecho armas contra las tropas reales, sin tener excusa que alegar suficiente a eximirlos de la pena capital, debian ser diezmados, y los que por la suerte quedasen libres de la muerte y todos los que no debiesen sufrirla segun las disposiciones del bando, debian ser remitidos al Virrey, si las circunstancias lo permitian; pero si habia para ello algun embarazo, quedaba a discrecion del comandante tomar con ellos el partido que le pareciese, sin sujecion a reglas que no se podian prescribir para todos los casos.

Los eclesiasticos que fuesen aprehendidos haciendo armas contra las tropas reales, debian ser juzgados y ejecutados lo mismo que los legos, sin previa degradacion.

Fundabanse estas disposiciones en el principio asentado en el mismo bando, de que con respecto a los cabecillas, no se corria riesgo alguno de castigar a inocentes, ni de excederse en el castigo, por ser todos verdaderos bandidos, anatematizados por la iglesia y proscritos por el gobierno, a quienes por lo mismo podia quitar la vida cualquiera impunemente (67), y en cuanto a los que debian diezmarse, se dijo que esto era lo prevenido en la ordenanza militar y lo que aconsejaba la sana razon cuando era grande el número de los delincuentes, por lo que se mandaba observar inviolablemente todo lo prevenido.

Como esto era lo que generalmente se practicaba con el comun de los insurgentes que se aprehendian, no llamó por esta parte la atencion este bando de sangre, sino solo por la extension que a estas disposiciones se daba respecto a los eclesiasticos, en los cuales hizo grande impresion y fue un nuevo motivo de declamacion contra el gobierno en los periódicos y otros impresos de los insurgentes (68). Estos sin embargo no habian considerado mucho a aquella clase; el dia mismo que la revolucion comenzó en Dolores, el P. sacristan Bustamante fue maltratado y conducido por ellos a la carcel; otros muchos fueron muertos, heridos o maltratados en diversos puntos (69), y mas especialmente en Santa Ana Chautempan, cerca de Tlaxcala, el cura de aquel pueblo, Estavillo, anciano octogenario que se habia refugiado a la torre de su parroquia, lo hicieron bajar de ella y lo mataron a puñaladas, y en S. Juan de los Lagos, sacaron de la cama en la que estaba enfermo al P. Flores, dueño de la célebre mina de Catorce, que lleva su nombre, y despues de obligarlo a exhibir el dinero que le pidieron, lo ahorcaron y dejaron suspendido de un arbol, del que algun tiempo despues fueron colgados los que le dieron muerte.

Pero aunque estos casos habian sido repetidos, se les consideraba como efectos del desórden y no como una violacion sistematica del fuero eclesiastico, como se pretendia serlo la providencia del Virrey contenida en el bando referido.

Los que hacian comparacion de las cosas presentes con las pasadas, recordaban que con la misma fecha, en el mismo dia juéves y a la misma hora, se habia publicado en México el año de 1767 el bando de la expulsion de los jesuitas.

El cabildo eclesiastico que gobernaba la mitra en sede vacante, tuvo un cabildo pleno (Junio 30) en que se discutió si deberia darse algun paso en defensa de las inmunidades eclesiasticas; pero prevaleciendo en aquella corporacion el número de españoles europeos o siendo preponderante su influjo, se decidió que en las circunstancias no convenia hacer cosa alguna.

Sabida esta resolucion, muchos individuos del clero secular en número de ciento diez (70), presentaron al mismo cabildo una representacion reclamando su proteccion en favor de la inmunidad, (7 de Julio) y entre los de que la subscribieron se contaban casi todos los curas de la capital, muchos de fuera, varios doctores y otros eclesiasticos de consideracion; la redactó el Lic. D. Bernardo Gonzalez Angulo, asesor que era de la artillería, y que por este papel y por la persecucion que él le atrajo, ganó la reputacion que le ha hecho llegar despues de la independencia a los primeros empleos de la República.

El cabildo mandó pasar esta representacion al promotor fiscal Dr. Sanchez, que la calificó de asonada, aunque él mismo habia sostenido con calor la inmunidad, en la causa formada en Septiembre del año anterior a los tres agustinos complicados en la conspiracion contra el Virrey. Este, habiendo tenido conocimiento de la representacion, con consulta del acuerdo que la pidió al cabildo, se la remitió con el parecer del promotor, con lo que intimidados varios de los firmantes, retractaron su firma quince de ellos. Pasada al acuerdo, y por él a los fiscales, pidieron estos la prision del autor de la representacion y que se llamase a ratificar sus firmas a los que la habian suscrito, con cuyo objeto se mandó el expediente a la junta de seguridad.

Daba motivo a estos procedimientos la circunstancia de haberse publicado en los periódicos de los insurgentes en Tlalpujahua la representación, lo que daba a esta el aspecto de un acto de sedicion en connivencia con aquellos. En consecuencia fue puesto en prision el Lic. Villalpando, que habia tenido parte en todo este asunto, y se ocultó el Lic. Gonzalez Angulo.

Los firmantes, aunque sostuvieron la justicia de su reclamacion en la junta de seguridad a la que fueron citados, protestaron la sana intencion con que lo habian hecho, con lo que se le encargó por la junta al Dr. Medrano, cura de S. Miguel, que hiciese una nueva representacion, explicando en ese sentido la primera, que firmarian todos los que habian suscrito aquella; pero habiendo agregado el oidor Bataller presidente de la junta, la clausula de juramento de odio a Morelos y a los principios de la revolucion, rehusaron firmarla como cosa inconexa con el objeto de la representacion.

En tal estado quedaron las cosas acerca de un negocio que comenzó con tanto ardor, en que tanto se escribió por una y otra parte (71), y que acabó, como sucede casi siempre en casos semejantes, con caer en el olvido. Sin embargo, el Virrey no hizo ejecutar en la capital el bando, motivo de tantos altercados, quiza por no irritar mas los animos, y México no vió subir al cadalso dentro de su recinto a ningun eclesiastico, hasta despues de hecha la independencia siendo ministro de justicia un canónigo, que tomó gran empeño en que esta ciudad presenciase este espectaculo sangriento.

Todo esto contribuia a agitar mas y mas el espíritu público en la capital, en la que la revolucion tenia numerosos partidarios, que se manifestaban por hechos muy decisivos. Un hombre resuelto se arrojó a la casa del oidor Bataller, presidente de la junta de seguridad (30 de Marzo), a las once de la mañana, con el objeto de asesinarlo (72), lo que por casualidad no tuvo efecto; el agresor fue preso pero no se sabe que resultado tuviese. Otro suceso popular hizo ver cuan odiada estaba la junta de seguridad, que era considerada como ilegal en su origen; al anunciarse en el teatro la comedia que se habia de representar el 5 de Julio (73), se avisó al público que volvian a su ejercicio dos actores, que habian estado por algun tiempo presos y procesados por aquel tribunal, por palabras sediciosas dichas en un café, de cuyo delito fueron absueltos, por la excepcion de estar ébrios cuando las produjeron.

El aplauso general repetido hasta por seis veces, puso de manifiesto la exaltacion de los espíritus, pues no se podia atribuir a otra causa, siendo muy mediocre el mérito de aquellos actores.

El dia 1° de Agosto se publicaron en un grueso cuaderno las contestaciones habidas entre el obispo de Puebla Campillo, y los jefes de los independientes Morelos y Rayón (74), tratando aquel por medio de los curas Palafox y Llave, de hacerlos desistir de su intento con los argumentos que expuso y sosteniendo estos su partido; acompañabalas un Manifiesto del obispo para desengaño de incautos, que era el título de la obra; pero los animos estaban demasiado irritados para que el raciocinio pudiese tener lugar; cada uno encontraba fundadas las razones del que sostenia el partido a que él mismo pertenecia, y débiles las del contrario, y así fue que el objeto de la publicacion quedó enteramente frustrado, y el manifiesto a nadie desengañó.

Hemos recorrido en este capítulo, los sucesos principales de las provincias del interior; haremos lo mismo en el siguiente con respecto a las del Oriente de la capital, hasta el fin del periodo que este libro comprende.

La importancia de los acontecimientos ha obligado a tratarlos con alguna extension, para dar a conocer el estado en que el pais se hallaba, y el aspecto que la revolucion iba tomando en las diversas provincias.



Notas

(1) Véase el cap. 7° del lib. 3° tomo 2° fol. 294.

(2) Parte de Garcia Conde de 17 de Febrero en Salamanca, inserto en la Gaceta de 27 de Febrero, núm. 190. fol. 218.

(3) Tomo 2°, fol. 162 y 163.

(4) Idem, fol. 190.

(5) Idem, fol. 190.

(6) Idem, fol. 254.

(7) Parte dado a Calleja por Esquivel, comandante de Irapuato, inserto en la Gaceta de 23 de Julio, núm. 263, fol. 765. Este parte tiene fecha 13 de Mayo pero debe ser evidentemente 13 de Enero. Acaso el duplicado se puso en Mayo por extravio del principal.

(8) Así lo escribió el obispo Abad y Queipo a un amigo suyo en México, cuya carta vió el Dr. Arechederreta y la cita en sus Apuntes históricos.

(9) Se insertó en la Gaceta de 6 de Junio, núm. 240, fol. 589; el de Linares esta en la misma Gaceta, fol. 593. Ambos son copias duplicadas de las primeras comunicaciones remitidas é interceptadas. Linares, hombre de mucha veracidad, repite en la exposicion de sus méritos dirigida al Virrey, que tengo manuscrita, que Albino Garcla tenia en esta accion mas de cuatro mil hombres.

(10) Véase tomo segundo folio 344.

(11) Exposicion citada de Linares.

(12) Vuelvo a tomar desde aquí el parte de García Conde citado de 17 de Febrero.

(13) Partes de Garcia Conde y de Garcia Rcbollo con los de Torre y Guizarnótegui, en la Gaceta de 17 de Marzo, núm. 198, fol. 281 a 286.

(14) Parte de Guizarnótegui, Gaceta de 11 de Julio, núm. 258, fol. 730.

(15) Id. de García Conde, id. id. id., fol. 727.

(16) Parte de Linares a Cruz, Gaceta de 18 de Abril, núm. 213, fol. 403.

(17) Véase el pormenor de todo este ataque en los partes de García Conde y de Villalva, Gaceta de 16 de Julio, núm. 260, fol. 741.

(18) Parte de García Conde de 18 de Mayo, inserto en la Gaceta de 14 de Julio, núm. 259, fol. 733.

(19) Véase en las Gacetas de Julio la serie de partes de principios del año, relativos a varias acciones de las divisiones de Nueva Galicia, que no se publicaron hasta entonces, por la interceptacion de las comunicaciones.

(20) Gaceta de 18 de Abril, núm. 213, Col. 401.

(21) Idem de 23 de Julio, número 263, Col. 790, parte de 3 de Junio.

(22) Parte de la accion del Platanar, dada por Quintanar, Gaceta de 2 de Julio, núm. 254, Col. 697.

(23) Parte de Negrete en Guaracha, 11 de Enero, inserto en la Gaceta de 2 de Julio, núm. 254, fol. 697.

(24) Parte de Negrete fecho en las Pilas de Arechipa, 4 de Abril. Gaceta extraordinaria de México de 18 de Junio, núm. 247, fol. 639.

(25) Todos estos pormenores que da Bustamante en el Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 145, me han sido confirmados por otros conductos.

(26) Parte de García Conde, en la Gaceta de 14 de Julio, n. 259, fol. 733.

(27) Véanse los partes de García Conde, Villalva y Esquivel, en las Gacetas de 14 y 23 de Julio, números 259, fol. 733 y 736, y núm. 263, fol. 705. Este último debe tenerse a la vista, para lo que se dira en el fol. siguiente.

(28) Apuntes comunicados por el señor Linares.

(29) Me es muy grato recordar la memoria de este virtuoso eclesiastico, a quien mi madre me confió para que me llevase a España en 1814, lo que fue el principio de mis viajes. Murió siendo canónigo de México en 1819.

(30) Parte citado de García Conde, inserto en la Gaceta de 14 de Julio, núm. 259, fol. 733.

(31) Véanse sobre todos estos movimientos los partes de García Conde y de Iturbide, insertos en la Gaceta de 18 de Julio, núm. 261, fol. 749 a 755.

(32) Véase la representacion que sobre esto hizo Esquivel a Calleja, en la Gaceta de 25 de Julio, núm. 264, fol. 773.

(33) Puede verse verificado todo cuanto aquí se dice de los ataques de los pueblos, en los partes citados de Esquivel, relativos a los dos que dió a Irapuato Albino García, en 11 y 12 de Enero y en 1° de Mayo de 1812.

(34) Parte de Esquivel a Calleja de 4 de Junio, Gaceta de 25 de Julio, núm. 264, fol. 773.

(35) Parte de 31 de Mayo fecho en Irapuato, Gaceta de 18 de Julio, núm. 261, fol. 751.

(36) Escribia esto cuando se terminó la guerra con los Estados Unidos, Junio 13 de 1848.

(37) Véanse sus partes y el de Iturbide insertos en la Gaceta extraordinaria de 18 de Junio, núm. 247, fol. 640 y siguientés.

(38) En la relacion que de todos estos sucesos me ha dado el Sr. D. Manuel Gomez Linares, actualmente senador, gobernador que ha sido del Estado de Guanajuato, se le llama a este tambor Pradela; he puesto sin embargo el nombre que Iturbide le da en su parte.

(39) La muerte sin auxilios religiosos de estos prisioneros, ha sido para los enemigos de Iturbide, aun para aquellos mismos que no fueron muy piadosos, materia de continua y acre declamacion. Sin embargo, atendidas todas las circunstancias, que eran las que con la sinceridad que profeso, he representado, no es facil decir que otro partido le quedase que tomar. Segun el Sr. Rubio me ha dicho, el número de trescientos muertos entre los que lo fueron en la accion y los prisioneros fusilados es muy exagerado, habiéndolo abultado Iturbide para hacer mas importante el suceso.

(40) Así lo refiere el mismo García Conde en su parte, sintiendo no haber podido hacer esta burla con mas solemnidad.

(41) Noticias que me ha dado el Sr. D. Manuel Gomez Linares, testigo presencial. Este balcon parece que estaba destinado para tribuna oratoria en esta guerra, pues es el mismo desde el que Hidalgo habló al pueblo, cuando fue nombrado general en aquella ciudad. Véase tomo 1°, fol. 248.

(42) Véase en el apéndice n. 4.

(43) Parte de García Conde inserto en la Gaceta extraordinaria de 18 de Junio, núm. 247, fol. 645. García Conde se admira en este parte, de que los insurgentes heridos rehusasen confesarse con el capellan de su regimiento.

(44) Parte de García Conde de Querétaro 10 de Junio, Gaceta extraordinaria de 18 de Junio, núm. 247, fol. 644.

(45) Parte de Iturbide de la hacienda de S. Nicolas, Julio 27, Gaceta de 26 de Septiembre, n. 293, fol. 1.014.

(46) Parte de Guizam6tegui. Celaya, 29 de Julio, en la misma Gaceta.

(47) Parte de García Conde y los anexos, Gaceta de 17 de Octubre, número 303, fol. 1.095.

(48) Partes de Iturbide, Gaceta de 20 de octubre núm. 304, folios 1.105 a 1.110.

(49) Parte de Torre, Gaceta de 10 de Marzo, núm. 195, fol. 257.

(50) Parte de Tobar, Gaceta de 16 de Junio, número 245, folio 626.

(51) Idem, Gaceta de 25 de Junio, núm. 251, fol. 669.

(52) Parte de Tovar y anexos, Gaceta de 13 de Junio, n. 244, fol. 1915.

(53) Parte de Arredondo, Gaceta de 22 de Octubre, núm. 305, fol. 1111.

(54) Lo ha insertado Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 307.

(55) El secretario de Rayon no habla de tal manifiesto.

(56) Todas estas noticias estan tomadas del diario del secretario de Rayon; pródigo en adjetivos, nunca habla de este sin llamarle héroe, libertador, insigne príncipe, así como a Iturbide infame criollo, monstruo horrible, y lo mismo al Virrey Venegas y a todos los que seguian el partido español, sin perjuicio de aplicar las mismas calificaciones a los insurgentes que se declaraban contra Rayon, como tendremos mucha ocasion de ver.

(57) Véase tomo 2°, lib. 3°, cap. 4°, fol. 235 y lo relativo a Ferrer, fols. 237 y siguientes.

(58) Idem, cap. 6°, fol. 257.

(59) Gacetas de 25 y 27 de Junio, números 251 y 252.

(60) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, f. 159.

(61) Parte de Concha, Gaceta de 9 de Junio, núm. 242, fol. 604.

(62) Véase el fol. 114 de este tomo y capítulo.

(63) Areched., Apuntes históricos. Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 152, oculta todos estos hechos y altera de tal manera la verdad del suceso, que hace aparecer al P. Salto, como un santo martir, sacrificado inocente por la ferocidad de los tiranos.

(64) Tapextle se llama en mexicano una cama portatil. Todos los pormenores que dan cierto aspecto romancesco a este suceso y los concernientes a la ejecucion, constan en la Gaceta de 11 de Junio, núm. 243, fol. 607.

(65) Asi consta en los apuntes que sobre los principales sucesos de Michoacan, me ha dado el P. D. Mucio Valdovinos, sujeto muy instruido y veraz.

(66) Gaceta de 30 Junio, núm. 253, fol. 685.

(67) Estas son las palabras del bando.

(68) D. Carlos Bustamante en su Cuadro histórico, intitula Persecucion al clero mexicano, el artículo en que habla de este bando.

(69) Pueden verse los nombres de todos en la impugnacion del P. Bringas al manifiesto del Dr. Cos, folio 47.

(70) Todas las noticias concernientes a este asunto del clero, estan sacadas de los Apuntes del Dr. Arechederreta, quien tomó este asunto con el mayor ardor y se manifiesta decidido en favor del cuerpo a que él mismo pertenecia, aunque no firmó la representación.

(71) Entre los muchos impresos sobre este asunto se distinguen las Notas sobre la representacion del clero, por el P. franciscano español Fr. José Joaquin de Oyarzabal, en que pone en ridiculo dicha representacion. El clero se ofendió mucho de esto y contestó en su nombre el Dr. D. José Julio García Torres, en un cuaderno titulado Vindicacion del clero mexicano vulnerado. Escribió tambien el oidor Puente un tomo en cuarto titulado Observaciones sobre el bando de 25 de Junio.

(72) Arechederreta, Apuntes históricos manuscritos.

(73) Arechederreta, Apuntes históricos manuscritos, muy interesantes y veridicos en todo lo concerniente a sucesos de la capital.

(74) Se imprimió en México en casa de Arizpe, dedicado al Virrey Venegas. Tiene 166 paginas.

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