Índice de La tercera campaña de Morelos y la Constitución de Apatzingan de Lucas AlamánCapítulo cuartoCapítulo sextoBiblioteca Virtual Antorcha

La tercera campaña de Morelos
y
El Congreso de Chilpancingo

Lucas Alamán

CAPÍTULO QUINTO

Establecimiento del sistema constitucional.- Pasos que lo precedieron.- Elección del ayuntamiento de México.- Choques de este con el gobierno.- Peste en la capital.- Fuga de Doña Leona Vicario.- Arreglo de tribunales.- Extinción de la Inquisición.- Varias providencias de las Cortes en favor de los indios.- Elección de los diputados a Cortes y de la junta provincial.- Sucesos de D. Carlos Bustamante desde su fuga de México hasta su llegada a Oaxaca.- Elecciones en las otras provincias, especialmente en Querétaro.- Visita del arcediano Beristain a aquella ciudad.- Denuncia y prisión de la mujer del corregidor Dominguez.- Incompleto establecimiento del sistema e informe de la audiencia sobre la imposibilidad de su observancia.- Representación en sentido contrario del ayuntamiento de Veracruz.- Sucesos notables.


Había contraido Calleja por su proclama, el solemne compromiso de poner a los mexicanos en entera posesión de los bienes que encerraba la constitución, y de ser el primero en observar celosamente sus preceptos. Antes de dar a luz aquella, habia hecho publicar por bando (8 de Marzo) el decreto de las Cortes desterrando al obispo de Orense, por haber puesto algunas restricciones al jurar la constitución y declarando extensiva la misma pena a todos los que no la jurasen llanamente (1), y aunque esta publicación hubiera debido bastar para persuadir que iba a darse puntual cumplimiento a aquel código, pues debia mirarse como mayor crímen no cumplir lo jurado que rehusar jurarlo, no se habria tenido por extraña esta contradicción, viendo que después de suspensas la libertad de la imprenta y las elecciones, habian seguido prestando el juramento las corporaciones que no lo habian hecho. Consideróse, sin embargo, como un indicio positivo más, del cambio de sistema y como un paso preparatorio que a él conducia, el haber admitido Calleja que se le dedicase por la academia teórico-práctica de jurisprudencia, el ejercicio trimestre que establecen sus estatutos (2), en el que en una oración castellana se dieron gracias a las Cortes, llamándolas congreso soberano, por el establecimiento de la constitución política de la monarquía, y defendiendo por conclusión que la felicidad y el bien nacional, dependian del exacto cumplimiento de la misma constitución. El Virrey asistió con gran pompa a esta función literaria, celebrada para cumplimentarlo por su elevación al mando supremo; presidióla el oidor Bodega, y el concurso fue numeroso y lucido. Sustentó el acto el Lic. D. Benito Guerra y arguyeron el fiscal del crímen Osés, y los licenciados Azcárate y D. Juan Gomez Navarrete. En el mismo día (15 de Marzo), se publicó por bando el decreto de las Cortes, para que ni en los instrumentos de oficio ni en los papeles públicos, se usase del título real, substituyendo la palabra nacional (3).

Para arreglar el modo de proceder en la organización de los tribunales y juzgados en la forma prevenida por la constitución y ley relativa, se tuvo un acuerdo pleno el 17 del mismo Marzo, y aunque varios oidores sostuvieron que debian dejarse las cosas como estaban, sin hacer en ellas variación alguna, la mayoría decidió que se procediese a dar cumplimiento a todo lo mandado. El Virrey estableció con este fin una junta consultiva extraordinaria, compuesta del oidor Bodega, Alcacer que habia regresado de las Cortes y habia sido nombrado provisor del arzobispado, el fiscal Osés y el asesor del Virreinato. El arzobispo Bergosa, que por su larga peregrinación no habia prestado todavia juramento a la constitución, lo hizo en manos del Virrey el 27 de Marzo.

Uno de los primeros pasos para el establecimiento del órden constitucional debia ser la elección del ayuntamiento suspendida por Venegas, quien además habia hecho salir para España al alcalde de corte Villaurrutia, y perseguido a algunos otros electores como en su lugar se dijo (4); habiéndose instruido expediente en la audiencia sobre declarar la nulidad de las elecciones primarias, presentándose como parte a promover el punto el abogado español D. Juan Martin de Juan Martiñena, y aunque los motivos de nulidad eran muchos y notorios, los fiscales por huir el inconveniente de repetirlas, pidieron que se sobreseyese dando por bueno todo lo hecho. Calleja, empeñado en que se verificase la renovación del ayuntamiento, dió permiso para que regresase a la capital Villaurrutia, que a pretexto de enfermedad se habia detenido en Puebla, e hizo poner en libertad a otro de los electores, preso por graves indicios de estar en correspondencia con Villagran. Para salvar el punto de mayor escándalo y dificultad, que era la exclusión de los españoles, según habia acontecido en las elecciones primarias, el Virrey no sólo interpuso su mediación con los electores, sino que siendo muchos de estos eclesiásticos, hizo que el arzobispo emplease su influjo para hacerlos ceder (5); pero todo fue en vano, y en la elección que se efectuó el 4 de Abril, fueron enteramente excluidos los europeos, recayendo aquella por la mayor parte en individuos, que aunque pertenecian a la clase más distinguida de la sociedad, eran tenidos por adictos a la independencia, conforme a la lista que se habia circulado cuatro meses antes cuando se hicieron las elecciones primarias (6).

Como era fácil de preveer, presto comenzaron los choques entre un ayuntamiento compuesto de tales elementos y el gobierno. Húbolos sobre la autoridad de los alcaldes, pretendiendo el ayuntamiento que suprimidos los antiguos juzgados y aún los alcaldes de barrio, sólo aquellos se encargasen de la administración de la justicia y de la conservación del orden público, en una ciudad tan populosa y entonces expuesta a frecuentes conmociones (7); húbolos tambien sobre la administración del colegio de S. Gregorio (8) y sobre la junta de policía, sobre todo lo cual se empeñaron fuertes contestaciones y se pasaron por una y otra parte muy agrias comunicaciones.

Sobrevino luego una materia de grave ocupación para el ayuntamiento y muy propia de su instituto; tal fue el tomar medidas para el auxilio de los enfermos atacados de la epidemia que comenzó a manifestarse desde fines de Abril, y tomó mayor incremento en el curso del mes de Mayo.

El ayuntamiento distribuyó los cuarteles o barrios en que la ciudad está dividida, entre los regidores que debian cuidar de que se suministrasen los medicamentos y demás socorros necesarios a los pobres que carecian de ellos, nombrando en el mismo orden médicos encargados de su asistencia y comisionados para cada cuartel, en los que se formaron lazaretos para procurar mayor economía en la distribución de los auxilios.

Hiciéronse públicas rogaciones y procesiones, y se abrió una suscripción para recoger fondos con que proveer a los gastos que exigia el cuidado de los enfermos. Vióse entonces cuanto influyen las guerras intestinas aun sobre la caridad cristiana; cuando en otras epidemias anteriores las limosnas habian sido copiosísimas, en esta vez sólo se colectaron trece mil pesos, incluyendo en esta suma cuatro"mil que dió el cabildo eclesiástico, otra igual cantidad el consulado y algunas menores los conventos y cofradías; de suerte que fueron muy pocos los particulares que subscribieron, casi todos españoles y por cortas cantidades, en términos que el ayuntamiento manifestó al Virrey que temia verse en la necesidad de suspender por falta de fondos, los socorros que estaba ministrando. Atribuyóse esta poca disposición a concurrir al alivio de los desgraciados enfermos, a que siendo en lo general los europeos los que en estos casos se distinguian por su liberalidad; ofendidos ahora por el resultado de las elecciones, vieron con indiferencia si no con gusto, la destrucción de un pueblo que tan hostil se habia manifestado hácia ellos (9).

La enfermedad, que consistia en fiebres malignas, atacó principalmente casi solo a la gente pobre; fue en aumento en la estación de aguas, y aunque comenzó a declinar al principio del invierno, habia arrebatado ya más de catorce mil individuos, quedando desde entonces desierto el barrio de Santiago. Túvose por seguro que esta epidemia se originó en el sitio de Cuautla; que de allí se comunicó a Puebla, en donde hizo grande estrago y siguió a México, cundiendo luego en toda la tierra adentro.

En medio de estos graves acontecimientos, uno de poca importancia en sí mismo, llamó mucho la atención de la capital y dió pábulo a la curiosidad, por las circunstancias de la persona en quien recayó. La señorita Doña Leona Vicario, de una de las más distinguidas familias de la capital, pues su hermana mayor habia estado casada en primeras nupcias con el marques de Vivanco, y en segundas con el coronel D. Juan Noriega, mayor de la plaza, estaba al lado de su tutor el Lic. S. Salvador, acérrimo partidario del gobierno. La jóven pupila se habia manifestado inclinada a la revolución y esta inclinación se habia aumentado con la que tenia a D. Andrés Quintana Roo, nativo de Yucatán, jóven que practicaba leyes con su tutor y que habia ganado su corazón. Quintana salió de la capital y se fue a Tlalpujahua, con lo que era frecuente la correspondencia de Doña Leona con aquel punto no sólo con su amante, sino con Rayón a quien mandó algunos oficiales de armería para hacer fusiles y encontró modo de proporcionar otros recursos, siendo señora de caudal aunque por no tener edad no lo manejaba ella misma. El gobierno que sospechaba estas comunicaciones, pudo sorprender a un indio que conducia las cartas, con cuya ocurrencia Doña Leona, viéndose descubierta, logró salir de la ciudad con unas criadas y ocultarse en un pueblo inmediato, entre tanto se le mandaban los medios de continuar su viaje que habia pedido a Tlalpujahua; más sus parientes tomaron el mayor empeño en solicitarla y persuadirle que se volviese a su casa, ofreciéndole componerlo todo, de manera que no le resultase perjuicio. Hízolo así, pero el dia siguiente de su vuelta, el Virrey la hizo llevar en calidad de depósito al colegio de Belen, llamado comunmente de las Mochas, donde se la puso al cuidado de la rectora, con encargo de que no se le permitiese hablar ni aun con las colegialas. Empezóse a instruir proceso contra ella, y en las declaraciones que se le tomaron no sólo no confesó nada, sino que se explicó a las claras en favor de la revolución, con lo que ya se trataba de ponerla en una prisión, no obstante los respetos de su familia. En tal estado de cosas, el 23 de Mayo al anochecer se arrojaron tres hombres armados a la portería del colegio, el principal de los cuales según después se supo fue el teniente coronel Arroyave, uno de los electores del ayuntamiento; quedaron dos en guarda de la puerta, y Arroyave entró al patio primero donde estaba la habitación de Doña Leona; la sacó de ella, y saliendo a la calle con los otros dos hombres que habian quedado en la portería, la hizo poner en un caballo que llevaban a prevención, y montando ellos en los suyos, la escoltaron sacándola de la ciudad, o la llevaron a una casa en la que permaneció oculta, hasta que pudo salir de aquella. Doña Leona pasó a Tlalpujahua donde casó con su amante, y el gobierno hizo confiscar sus bienes, declarándola traidora (10).

Cumplida la constitución en cuanto a la elección del ayuntamiento, era menester cumplirla igualmente en cuanto al arreglo de los tribunales, según lo prevenido en el decreto de las Cortes de 9 de Octubre del año anterior. En la visita de cárceles que se hizo el 10 de Abril con motivo de la Semana santa, algunos presos reclamaron la observancia de lo prevenido por la misma constitución y por aquel decreto, relativamente a trámites y formalidades judiciales; pero no se hizo variación respecto a haber acordado la audiencia con el Virrey, que se continuase procediendo conforme al órden antiguo, por no haberse publicado todavía las disposiciones que lo variaban. El establecimiento del nuevo se anunció solamente por bando publicado el 4 de Mayo, después de las honras que en aquel dia se celebraban por los que fueron muertos en Madrid por los franceses el 2 del mismo mes el año de 1808; en tal virtud la audiencia quedó reducida a sólo las funciones judiciales, suprimiéndose o trasladándose a otras corporaciones o personas aquellas comisiones lucrativas, que antes desempeñaban los oidores y que no se consideraron compatibles con aquel carácter; suprimiéronse todos los juzgados especiales, excepto los de hacienda pública, minería y consulado, quedando extinguido el de la Acordada, tan útil para la persecución y pronto castigo de los ladrones; los de varios establecimientos y obras públicas; los de algunos mayorazgos; y por último las Repúblicas de indios, o administración particular de justicia en los pueblos de estos, por medio de sus gobernadores y fiscales. Suprimióse tambien el de policía establecido por el Virrey Venegas, del que tanto bien se habia esperado y en el que se invirtieron considerables sumas reunidas por suscripción, sin que hubiese resultado otra cosa de él, que la molestia de tener que caminar con pasaportes, para cuya expedición se dejaron subsistentes los diez y seis tenientes, entre los cuales estaba distribuida la ciudad (11). Para la administración de justicia en primera instancia, se nombraron en la capital seis jueces de letras, pues aunque en la constitución no se hablase más que de uno, pareció imposible que este solo, con los dos alcaldes, pudiese bastar para una ciudad de ciento y setenta mil habitantes, por lo que con consulta de la audiencia y con presencia de lo que se habia hecho en Madrid, se estableció aquel número. Las elecciones que a propuesta de la audiencia se hicieron, recayeron en letrados de buena reputación (12), y más adelante se nombraron también jueces para algunas otras poblaciones, habiendo quedado suprimidas las subdelegaciones y corregimientos.

Otra novedad de grande importancia ocurrió por este mismo tiempo. El 8 de Junio, tercer dia de pascua de Pentecostés (13), se publicaron tres bandos: el primero contenia el decreto de las cortes de 22 de Febrero de aquel año, extinguiendo el tribunal de la inquisición; por el segundo se prevenia la incorporación de los bienes y rentas del mismo tribunal a la hacienda pública; y por el tercero se mandaban quitar las tablillas que estaban colgadas en los cruceros de la catedral, con los retratos y nombres de los que habian sido penitenciados.

Aunque estas disposiciones causaron bastante impresión, no fue sin embargo la que algunos años antes habrian producido, pues los ánimos estaban ya preparados para recibirlas, con la lectura de lo que en Cádiz se habia escrito y sobre todo, por la larga discusión que sobre este punto habia habido en las Cortes, que se dispuso por estas se imprimiese en un tomo separado de la colección de su Diario, para que más fácilmente circulase. Las Cortes mandaron que el primero de estos decretos se leyese por tres domingos consecutivos en la misa mayor en las catedrales y parroquias, lo que fue motivo de grandes cuestiones en Cádiz con el nuncio del Papa y con el cabildo de aquella catedral; en México, el arzobispo Bergosa, con el fin de evitar el escándalo que esta lectura pudiera causar, la hizo preceder por la de un edicto suyo que preparase a ella.

En consecuencia de estos decretos, el intendente de México D. Ramon Gutierrez del Mazo, fue comisionado para recibir los caudales y bienes del extinguido tribunal, en cuyas arcas habia existentes y se trasladaron a la casa de moneda, sesenta y cuatro mil y pico de pesos en plata y ocho mil en oro. Los bienes consistian en fincas y escrituras de capitales impuestos ascendiendo todo a un millón y doscientos mil ps., sin comprender las rentas que disfrutaba de la canongía suprimida en cada catedral y aplicada a su dotación. Desde entonces estos bienes se fueron hipotecando en todos los préstamos forzosos y voluntarios que se hicieron antes y después de la independencia, y al fin se enajenaron sin haber pagado ningún crédito de los que con esta seguridad se contrajeron (14). Hízose notable la buena fé e integridad con que los inquisidores, que a la sazón eran, entregaron todos estos bienes, sin haberse aprovechado ni aun de algunos a que hubieran podido alegar derecho. La administración de la obra pía de Vergara, destinada a alimentar los pocos presos de la cárcel de Corte, cuyo patronato tenia aquel tribunal (15) quedó a cargo del intendente y después la reclamó el ayuntamiento, habiendo sido motivo de fuertes disputas entre este y el gobierno. El archivo y causas pendientes pasaron al arzobispado, y en cuanto a reos, no habia ningunos, pues los pocos que estaban en las cárceles secretas, más bien por asuntos políticos que por delitos de fe, habian sido puestos en conventos pocos dias antes, penitenciados con reclusiones de poca duración.

Publicáronse también varios decretos de las Cortes en favor de los indios, mandando se les diesen tierras baldías y se les repartiesen las de sus pueblos, habilitándolos para su cultivo con fondos de las cajas de comunidad, y si en ellas no los hubiese, tomándolos de las de las jurisdicciones inmediatas, a las que serian reintegrados a los dos años (16), todo lo cual no tuvo efecto por el estado de inquietud y desorden en que todo estaba. Mandóse tambien (17) que en los pueblos, no se les exigiese servicio alguno personal por los justicias ni los curas, habiendo sido hasta entonces ellos los que hacian todo el de las iglesias, mudándose por turnos.

Aunque Calleja manifestaba tanto empeño por poner en ejecución todos los decretos de las Cortes, no juzgó prudente aventurarse a restablecer la libertad de imprenta. Este fue el único artículo de la constitución, dice en su manifiesto, que la salud de la patria le obligó a mantener suspenso, lo que atribuye á los malos que supieron poner el estado en combustión por medio de la imprenta libre, en vez de hacerla servir a la concordia y fraternidad, exigiendo el bien público el sacrificio por parte de los buenos, de carecer de aquella libertad, para no sacrificarlo todo a las maquinaciones de los malos.

El éxito que tuvieron las elecciones populares para electores de ayuntamiento en la capital, retrajo al Virrey Venegas de exponerse a un nuevo peligro en las que debian haberse hecho de compromisarios, para seguir luego el órden complicado de elecciones sucesivas, que debian terminar en la de diputados, segun la constitución. Calleja se decidió a hacer que se verificasen, para plantear también en esta parte el régimen constitucional. Señalóse el 4 de Julio para que se comenzasen, debiendo hacerse en tres dias consecutivos las de todas las parroquias de la capital. Los europeos, previendo el resultado que habian de tener y no queriendo exponerse a un nuevo desaire, se abstuvieron de votar. Aunque sin el tumulto que en las del ayuntamiento, se procedió con el mismo desórden, sin calificación alguna de los votos y recibiendo en cada uno de los diversos puntos señalados para el acto, cuantas papeletas se presentaron con los nombres de los compromisarios. Tanto estos, como los ciento cincuenta y ocho electores de parroquia nombrados por ellos, fueron todos americanos, y en la elección que se celebró el dia 11, previa la misa del Espíritu Santo en la catedral, y la exhortación que después de ella hizo el arcediano Beristain, fueron nombrados electores de partido el canónigo Alcalá con 150 votos y el regidor D. Francisco Manuel Sanchez de Tagle con 154.

De los cuarenta y un partidos en que estaba dividida la provincia de México, habian procedido a nombrar electores veintidos, y en los otros diez y nueve no se habia podido hacer elección, estando muchos de ellos ocupados por los insurgentes; más no obstante la falta de representación de casi la mitad de los partidos, se declaró instalada la junta electoral el 16 de Julio la cual aprobó todas las actas de elección, a pesar de las irregularidades que en algunas habia, por no disminuir el número de concurrentes e imposibilitar la celebración de la junta; práctica viciosa que después de la independencia se ha seguido en los congresos. Los electores que se reunieron, fueron en número de 29, de los cuales 18 eran eclesiásticos, pues en muchos pueblos la elección recayó en los curas; habia tambien cinco europeos, que fueron la mofa de sus compañeros en la junta.

Hízose la elección de diputados el 18, y de los 14 que se nombraron, fueron 9 abogados y 5 eclesiásticos: de los 4 suplentes, hubo uno solo de la clase propietaria, dos abogados y uno eclesiástico (18). No hubo entre los nombrados no sólo ningún europeo, más ni tampoco indio, quedando así excluidas de la representación nacional la clase más laboriosa y productiva en los primeros, y en los segundos aquella por la cual tanto se habia declamado en las Cortes, y que se habia asegurado por los diputados americanos que podia representarse a sí misma. Desde esta elección, el clero y los abogados quedaron en posesión de ocupar casi exclusivamente los congresos, en los que siempre han tenido demasiada poca parte las clases productivas. En las posteriores se cuidó de nombrar algun cura indio, pero siempre se verificó lo que habia anunciado el diputado Quintana y que confirmó en su exposición el consulado, que la mayoría de los electores seria de los curas de los pueblos los cuales nombrarian diputados a los españoles americanos, con exclüsión de los europeos y de los indios, cuyos intereses tanto se afectaba patrocinar, pero que no estaban en estado de tener parte en la representación nacional.

En las circunstancias apuradas de la hacienda pública, era imposible aprontar la suma considerable que se necesitaba para habilitar de viáticos y dietas a tantos diputados, y habiéndoselos comunicado así el intendente de orden del Virrey, para que emprendiesen el viaje a sus propias expensas, todos contestaron que marcharian, si se les daba la habilitación prevenida; con lo que la elección quedó enteramente frustrada, pues sólo se trasladaron a España el canónigo Alcalá y el Lic. Cortazar, a quienes al fin del año hizo ir por fuerza el Virrey, considerando perjudicial su permanencia en México, y así fueron más bien en calidad de expulsos que de diputados. También fue voluntariamente (19) alguno de los nombrados en otras provincias, y se echó de ver desde la primera elección cuan impracticable era esta parte de la constitución.

Para completar todos los actos electorales, faltaba solo el nombramiento de los individuos que habian de componer la junta provincial. En la gran confusión que se habia introducido acerca de lo que debia entenderse por provincia, cada intendencia se habia considerado tal para la elección de diputados a Cortes, más aunque conforme a la constitución era claro que lo mismo debía entenderse para la formación de las juntas provinciales, no se hizo así, sino que varias intendencias debian concurrir nombrando cada una un sólo diputado a la formación de la junta provincial, que habia de residir en México y ser presidida por el Virrey, como jefe político superior. Una de estas intendencias era la de Oaxaca, que estando entonces ocupada por Morelos, no podia hacer elección; por lo que se dispuso que la junta electoral de México nombrase dos individuos en vez de uno, para representar a la una y la otra provincia. Los nombrados fueron el provisor Alcocer y D. José María Fagoaga, que aunque nacido en España y de ilustre familia, era tenido por afecto a la independencia (20), y se le tachaba de muy poca liberalidad en cuanto a los auxilios que todas las clases del estado habian franqueado tan generosamente para la guerra de España, pues invitado a hacerlo por el Virrey, no habia ni aun contestado los oficios que con este fin se le pasaron.

El único de los electores nombrados por las parroquias de México para la elección del ayuntamiento que no asistió a ella, fue el Lic. D. Carlos María Bustamante, que lo habia sido por la de S. Miguel. Perseguido, según hemos visto, o temeroso de serlo (21), como autor del periódico titulado El Juguetillo, que publicó en los pocos dias que duró la libertad de imprenta, se ocultó en Tacubaya en casa del cura Ortiz, que administraba el curato por ausencia en las Cortes del Dr. Alcocer, y de allí se fue á Zacatlán, en donde lo recibió Osorno con salva de artillería. Estaba entonces este en el mayor grado de poder a que llegó durante la revolución, pues podia reunir hasta tres mil caballos, y era obedecido en una gran parte de los llanos de Apan y hasta Papantla en la costa de Veracruz; pero como sucedia siempre entre los insurgentes, todo lo que de él dependia estaba en desorden, y no sabia aprovechar los grandes elementos que tenia a su disposición.

Bustamante, en unión de D. Nicolás Berazaluce, que estaba también con él en Zacatlán, se ocupó de formarle una secretaría, e influyó para que se fundiese artillería y se organizasen algunos cuerpos de caballería e infanteria, lo que le atrajo no pocos enemigos, y entre ellos principalmente Beristain, que temia perder la influencia que ejercia sobre Osorno. Procuró también Bustamante que se tratase con humanidad a los prisioneros españoles, e hizo poner en libertad y socorrió a un religioso franciscano de aquella nación, que Osorno tenia preso. El Virrey Venegas con estos informes, procuró que Bustamante volviese a México; a este efecto le hizo ofrecer el indulto por medio del obispo de Puebla, y acaso con el fin de obligarlo a tomar esta resolución, se dió la orden de prisión contra su esposa Da. Manuela García Villaseñor, más avisada esta en tiempo, se evadió y logró llegar a unirse con su marido en Zacatlán. Desde aquel pueblo dirigió Bustamante una exposición al ayuntamiento de México, para que por su medio llegase al Virrey, interponiendo su respeto a fin de que la guerra no se hiciese a muerte, sino conforme al derecho de gentes, lo que no tuvo efecto.

No habia sido el intento de Bustamante al ir a Zacatlán detenerse en aquel punto, sino solo pasar por él de tránsito para Oaxaca; desde allí comunicó su llegada y todos los sucesos de México a Morelos, quien mandó guardar su carta en el archivo del ayuntamiento de aquella ciudad, como documento honroso a un individuo nacido en ella, y le expidió el despacho de brigadier, porque entre los insurgentes la carrera militar se comenzaba siempre por general, nombrándolo inspector de la caballería del Sur. Al mismo tiempo Rayón le instaba para que permaneciese en Zacatlán con el empleo de auditor de guerra, para reducir por su medio a Osorno a que le obedeciese. Trasladado a Oaxaca, a donde llegó el 24 de Mayo, Bustamante, aunque muy poco a propósito para la carrera militar, lleno de buenos deseos y entre gentes que sabian todavía menos que él, se dedicó á desempeñar sus funciones de inspector de caballería y logró organizar el regimiento de los Valles con doce compañías, arreglándolo a la ordenanza. Ocupóse también al mismo tiempo en redactar el periódico titulado, El Correo del Sur, y en otros objetos en que volveremos a encontrarlo a su tiempo, habiéndome extendido ahora en dar estas noticias, que hubieran parecido redundantes tratándose de otra persona, pero que no lo son respecto a quien ha ocupado un lugar tan señalado en la revolución, y que tanto ha escrito de los sucesos de este pais.

Las elecciones habian seguido en todas partes un curso semejante al que tuvieron en México, excepto en Guadalajara, en donde el influjo y respeto de Cruz era tal, que hizo recayesen a su arbitrio en los sujetos que él mismo designó. Calleja dió el encargo de evitar que en Querétaro (22) no se hiciese la exclusión ofensiva de los europeos, en las que se habian de celebrar en Diciembre de 1813, para la renovación del ayuntamiento, al arcediano Beristain, que se hallaba en aquella ciudad, comisionado por el arzobispo para hacer la visita de las parroquias, a consecuencia de las denuncias que el P. Toral habia hecho al gobierno con motivo de las misiones, acerca de la opinión favorable a la revolución que era general en aquella población, y de que participaban los curas y el clero. Debia Beristain observar el estado de las cosas e influir en las elecciones por medio de los curas y de los prelados de las religiones, a quienes se dirigió de oficio y privadamente, sin obtener más que ofrecimientos vagos o fingidas excusas.

Pronto conoció Beristain que allí habia otro influjo de mayor trascendencia, e informando reservadamente al Virrey sobre los objetos de su comisión, en oficio de 14 de Diciembre, le decia: que habia en Querétaro un agente efectivo, descarado, audaz e incorregible, que no perdia ocasión ni momento de inspirar odio al Rey, a la España, a la causa y determinaciones y providencias justas del gobierno legítimo de este reino, y que este era la mujer del corregidor; calificóla de verdadera Ana Bolena, que habia tenido valor para intentar seducir al mismo Beristain, aunque ingeniosa y cautelosamente, y en otro oficio de 23 de Diciembre, informando que el cura Gil no quiso coadyuvar para que en las elecciones resultasen nombrados algunos europeos, reproduce el mismo concepto, diciendo: Señor Exmo., repito a V. E., que la corregidora es una Ana Bolena, y añado, que Gil es su Wolseo.

Habia continuado en el ejercicio de su empleo de corregidor de letras de aquella ciudad el Lic. D. Miguel Dominguez, desde que, como vimos en su lugar, fue repuesto en él por el oidor Collado (23), y como tambien dijimos (24), la conducta de su esposa habia dado ya motivo a una seria reprimenda y conminación de ser tratada con mayor severidad por el gobierno. A consecuencia de los informes referidos del arcediano, Calleja (25) dispuso nombrar un juez de letras en Querétaro, pues conforme a la constitución no debia haber corregidores y habia cesado por esto Dominguez en aquel empleo; la elección recayó en el Dr. D. Agustin Lopetedi, al que se le dió el encargo especial de instruir sumaria contra la mujer del corregidor, a cuyo fin se le comunicaron todas las constancias que ministraban los expedientes y denuncias que habia en la secretaría del Virreinato. Al mismo tiempo se libró orden al coronel D. Cristóbal Ordoñez (e), que conducia un convoy de S. Luis Potosí, para que a su tránsito por Querétaro aprestase un coche de camino, y en el acto de salir el convoy de aquella ciudad, abriese un pliego que se le incluyó; en este se le prevenia extrajese de su casa a la esposa del corregidor, y sin más compañía que una criada que la sirviese o una de sus hijas, la condujese a México, sin permitirle comunicación alguna durante el viaje.

Hízose así, y a la llegada a la capital fue puesta en el convento de Santa Teresa la antigua, en donde permaneció algún tiempo, hasta que por su estado de gravidez se le permitió salir a una casa particular.

Dominguez siguió a su esposa para prestarle sus auxilios en su defensa, y al cura Gil se le hizo tambien ir a México, en donde murió algún tiempo despues.

Otros eclesiásticos que estaban presos en el convento de la Cruz, y que promovian la revolución por los modos indirectos que podian, fueron remitidos a España, conduciéndolos a S. Luis para embarcarlos en Tampico (26).

Lopetedi instruyó la sumaria de la corregidora, tomando declaración a multitud de personas (27), que la acusaron de que recibia y circulaba los impresos de los insurgentes; que estaba en comunicación con Rayón y le daba aviso de los movimientos que se intentaban, con otras especies de que ya se habia dado noticia al Virrey (28), en que resultaba comprendido Dominguez.

Los autos se pasaron por el Virrey al auditor de guerra D. Melchor de Foncerrada, quien en el dictámen que presentó en 20 de Mayo de 1814, manifestó no encontrar motivo fundado para proceder contra el corregidor, pero no así con respecto a su mujer, la que se inclinaba a creer que padecia alguna enajenación mental, según la extravagancia de sus procederes, y que propondria por pena la reclusión, ni no se le hubiese permitido ya por el Virrey que saliese del convento, en consideración a su estado, por lo que juzgaba debia seguir disfrutando de aquel permiso. Hízose así, y la causa permaneció sin curso hasta algun tiempo despues, que como veremos, volvió a promoverse.

La parte de la constitución que se habia puesto en vigor por el Virrey, era sólo la relativa al arreglo de tribunales y elecciones, quedando sin efecto las de diputados, por falta de fondos con que habilitarlos para emprender su marcha a las Cortes, pero todo lo que tocaba a su autoridad permaneció sin variación, y así continuó levantando tropas, imponiendo contribuciones y disponiendo a su arbitrio de los fondos públicos, y a la verdad ni podia ser de otra manera, si no se queria detener de un golpe toda la marcha del gobierno y paralizar enteramente su acción.

Gran defecto era en la nueva constitución, la necesidad indispensable de quebrantarla para que el gobierno pudiese existir, y sin embargo de conocerlo el Virrey y de estar haciéndolo así, mandó publicar por bando en 27 de Abril de este año el decreto de las Cortes, por el que se prevenia que los expedientes relativos a infracciones de constitución, se viesen de preferencia por los tribunales a que correspondiesen.

Calleja en el mismo manifiesto en que pretende haber cumplido su oferta, siendo la libertad de imprenta el único artículo de la constitución que la salud de la patria le habia precisado a mantener suspenso, confiesa que bajo el peso de una escasez absoluta, en las circunstancias más estrechas e importantes; la necesidad le habia obligado, de acuerdo con las corporaciones e individuos más respetables, a recurrir a los préstamos, contribuciones y arbitrios que le habian parecido indispensables; lo cual era sin embargo facultad que la contitución reservaba a las Cortes, pero que si se le hubiese dado cumplimiento en esta parte, habria sido imposible hacer frente a los gastos precisos del gobierno, cuando por el estado en que el pais se hallaba y por la ruina general que habia sido la consecuencia precisa de él, los ingresos del tesoro público estaban muy léjos de bastar a cubrir ni aun una corta parte de sus indispensables cargas.

Varias fueron las medidas que para suplir este deficiente se dictaron en el curso de este año: se mandó continuase la contribución de cinco por ciento sobre los arrendamientos de fincas urbanas (29); recargáronse los derechos sobre todos los artículos de consumo; impúsose uno por ciento sobre la circulación de la moneda (30); aumentóse cincuenta por ciento el precio del tabaco, tanto en rama como labrado (31); más como la baja en las ventas del estanco fuese muy considerable, por el aumento que tuvo el contrabando, no obstante las severas medidas que para reprimirlo se dictaron (32), fue preciso revocar esta disposición y restablecer el precio antiguo (33); y por último se estableció una contribución directa de tanto por ciento sobre todas las rentas y propiedades (34).

Para decretar esta se tuvo en 15 de Noviembre en el palacio del Virrey una junta, compuesta de todas las autoridades y diputaciones de todos los cuerpos, tanto eclesiásticos como seculares, en la que se presentó el plan, que quedó aprobado y dispuesto su cumplimiento; más esta contribución, como todas las directas, dictada sin datos estadísticos suficientes y en circunstancias de guerra y revolución en que es imposible recogerlos, vino a ser impracticable y sólo fue un medio de nuevas exacciones arbitrarias.

Todos estos recursos no eran sin embargo del momento y tales como el Virrey los necesitaba, por lo que citó a varios individuos del comercio (35), para que proporcionasen un préstamo voluntario de dos millones de pesos. Tanto en esta como en otras juntas que con el mismo objeto se celebraron, se echó de ver el menoscabo que las fortunas de los particulares habian sufrido con la continuación de la revolución, y el cansancio que en todos habia producido este género de demandas, sin poderse cumplir nunca las promesas de pago y quedando sin efecto todas las hipotecas que se señalaban. Apenas entre todos los concurrentes pudo reunirse una suma de cien mil pesos, insuficiente para las necesidades actuales del gobierno, y sumamente mezquina si se compara, no ya con las muy cuantiosas dadas por via de préstamo o de donativo al comenzar la guerra de España, sino aún con la que reunió facilmente el mismo Calleja al principio de su gobierno.

Viendo, pues, que por este medio no llenaba su objeto, hubo de ocurrir a medidas de rigor, tales como las que se sabia que empleaban en España los generales franceses, para exigir las contribuciones o repartos que hacian en las provincias que ocupaban. Uno de los citados a la junta fue D. Baltasar Casanueva, comerciante español anciano y acaudalado, y en ella expuso que no podia hacer nuevos desembolsos por los atrasos que en su caudal habia sufrido, y por haber suplido en los préstamos anteriores más de treinta mil pesos, que no se le habian pagado.

Calleja, para amedrentar a los demás y remover toda resistencia haciendo un ejemplar, dió órden a Casanueva para que en el término de veinticuatro horas entregase diez mil pesos, y si no lo verificaba, mantuviese en su casa a sus expensas una compañía de granaderos, hasta que hiciese la exhibición de la cantidad que se le exigia. Casa nueva, haciendo valer los resortes de su familia, pues estaba bien relacionado, consiguió que la suma se redujese a 4.500 ps. que exhibió, pero no libró tan bien D. Benito Mendez (e), jugador de profesión, a quien llamaban D. Benito el feo, que habiendo resistido entregar la suma que se le asignó, se le puso preso en su casa con doce granaderos y un sargento a sus expensas, y se le hizo entregar no sólo la suma señalada, sino el triple, en castigo de la demora, habiéndose mandado rematar sus bienes en pregón.

Encargados por la constitución los alcaldes, auxiliados por los ayuntamientos, de todo lo perteneciente a la seguridad de las personas y bienes de los vecinos y de la conservación del orden público, pronto se echó de ver que era imposible que estos dos sólos funcionarios desempeñasen lo que antes hacian los jefes de ocho cuarteles mayores y un superintendente de policía con treinta y dos tenientes, el juez de la Acordada y sus ministros, y treinta y dos alcaldes de barrio con sus rondas de vecinos honrados, teniendo además los alcaldes que entender en los juicios de conciliación, en los civiles y criminales hasta cierto grado, y en todo lo gubernativo y económico de la municipalidad.

La consecuencia fue la falta completa de seguridad, multiplicándose los robos más escandalosos en las calles más principales de la capital, a las primeras horas de la noche, y aun de dia, y para contener este mal y otros de igual naturaleza, el Virrey tuvo que establecer patrullas de tropa, con lo que destruido el órden antiguo y hallándose insuficiente e! nuevo, se substituyó a uno y otro la policía militar, que es lo que ha sucedido en casi todo el órden de la administración de las naciones que han adoptado las teorias llamadas liberales, las cuales comenzando por destruir todo lo que constituia el respeto debido a las autoridades, no han dejado a estas otro medio que la fuerza para hacerse obedecer.

Autorizóse también a los jueces de letras para que atendiesen a los ramos que eran de la inspección de los alcaldes, lo que no fue de ninguna utilidad.

Si todo esto entorpecia el curso de la justicia en los delitos comunes, en los de conspiracion e infidencia, la observancia de las formalidades que la constitución establecia para la prisión de los delincuentes y substanciación de las causas, impedia completamente su efecto. Mientras se formaba la información sumaria que debia preceder a la prisión y se libraba el mandamiento por escrito para ejecutarla, entregando al alcaide de la cárcel copia del auto motivado para el arresto, la conspiración se ejecutaba, el espia huia o el acusado se ponia en salvo, pasándose a alguna partida inmediata de insurgentes para indultarse despues; y aunque la misma constitución prevenia que cuando la necesidad lo exigiese, se podian suspender estas formalidades, sólo podia declararse tal suspensión por las Cortes, que estaban demasiado lejos para ocurrir a ellas en casos urgentes.

De aquí resultó, que si bien en la capital se tenia consideración a tales formalidades, para nada se observaban en lo demás del reino, y los comandantes militares continuaron fusilando a todos los que les parecía, sin forma alguna de proceso, siguiendo para la calificación del crímen la instrucción dada por el Virrey Venegas en una circular, según la cual debian ser tenidos por insurgentes, los que hablaban mal del gobierno, los que elogiaban a los independientes, que atribuian la revolución a opresión e injusticia de los Virreyes y magistrados, aun cuando no manifestasen estos sentimientos con palabras, sino con otras señales exteriores y aun con el silencio inoportuno (36).

En esta confusión que en todo causaba la variación política que tan repentina e inoportunamente se habia hecho, la audiencia de México, persuadida de que, aunque por el nuevo orden de cosas, se le hubiese quitado el conocimiento en los asuntos gubernativos y económicos, reduciendo sus funciones a juzgar y a hacer que se ejecutase lo juzgado, no por esto se le prohibia instruir directamente a las Cortes sobre los objetos interesantes al bien público, formó una extensa exposición con fecha de 18 de Noviembre (37), en la que dando una idea muy exacta del orígen, crecimiento y estado presente de la revolución, explicaba con grande conocimiento del pais y de todas sus circunstancias, las razones por las cuales no podia cumplirse la nueva constitución, y aunque se descubre a las claras que aquellos hombres prácticos y muy versados en los negocios del gobierno y del foro, conocian perfectamente que aquel cúmulo de teorías absurdas era impracticable en todo tiempo, hubieron de limitarse no obstante a atribuir el mal tan solamente a la inoportunidad de las circunstancias, y penetrando mas allá de lo presente, anunciaron con tanta certidumbre lo que se ha verificado después de hecha la independencia, que pudiera tenerse aquella representación no sólo como una pintura fidelísima de lo que actualmente pasaba, sino como una profecía del porvenir.

Así es como, cual si hubiesen presenciado sus autores el curso que las cosas han ido tomando, por sola la tendencia que desde entonces manifestaban asientan, que es verosímil que si los insurgentes se apoderasen de toda la Nueva España, haya tantas Cortes como pueblos y poco menor número de gobernadores que de gobernados (38).

Con no ménos previsión anunciaron la insubsistencia de cualquier sistema de gobierno que se estableciese por falta de elementos en que asentarlo, diciendo que enemigos (los insurgentes) de todas las instituciones políticas, la que ellos mismos hubiesen creado, seria bien pronto trastornada por sus propias manos (39). concluyendo con que un pueblo que conocia tan mal unos derechos apreciabilísimos pero tan mal entendidos, para que supiese estimar la verdadera felicidad y la tranquilidad, preciso seria que se instruyese en la escuela de la desgracia, que llegase a experimentar los desastres de la desorganización más completa, o que sufriese un despotismo militar que la evitase en el último apuro, que no deberia estar muy distante, mientras los movimientos revolucionarios fuesen habituales (40); previsión verdaderamente extraordinaria, sobre todo en un tiempo en que todos en España y en América, estaban soñando en las felicidades que se prometian de las nuevas teorias.

La audiencia, habiendo examinado con suma profundidad cada una de las partes de la constitución que se habia puesto a la prueba de la experiencia, y presentado con el mayor acierto el estado del pais, concluye con que siendo imposible plantear la constitución en medio de una conspiración permanente que socava los cimientos del Estado, le parecia absolutamente necesario suspenderla, miéntras durasen circunstancias tan revolucionarias y turbulentas (41), y propuso se revistiese al Virrey de las facultades necesarias (42) y se observase la ley de Indias que lo autorizaba para extrañar de estos dominios a los que conviniese al servicio de Dios, paz y quietud pública, suspendiendo al mismo tiempo todas las medidas benéficas que se habian dictado, y adoptando el sistema de rigor, único que para casos semejantes enseña la historia de todas las naciones.

Firmaron esta representación todos los oidores y alcaldes de Corte, tanto europeos como americanos, exceptuando de los últimos a D. José Isidro Yañez, que aunque habia concurrido a todas las demás medidas de rigor, dijo que en este documento estaba consignada la ignominia de su patria, y sólo se le exigió que guardase secreto. Tampoco la firmó el oidor Bodega, porque habiendo sido nombrado ministro de la gubernación de ultramar, por muerte del regente Calderon que no llegó a ir a servir el ministerio, aunque estaba todavia en México, ya no asistia a la audiencia. Algun escritor (43) ha atribuido la redacción de este informe al oidor europeo D. Pedro de la Puente, pero no tenia ciertamente los conocimientos del pais que eran necesarios para formarlo, haciendo poco tiempo que residia en él; quien lo escribió fue el relator D. José María Torres Cataño, a quien la audiencia encomendaba todos los trabajos de importancia, que tenia ciertamente toda la capacidad necesaria para desempeñarlos, y aunque mexicano, merecia la confianza de los oidores, por su constante oposición a la revolución que conservó hasta su muerte, acaecida muchos años después de hecha la independencia.

El ayuntamiento de Veracruz, en el que a diferencia de los demás y por las circunstancias peculiares de aquella plaza, dominaban los comerciantes europeos, siendo los que a la sazón lo componian adictos al partido liberal de España, querian que la constitución se observase, pero sin que por esto se hiciese la independencia; y así como la audiencia estaba persuadida que la una favorecia a la otra, en términos, que con insistir en poner en práctica la primera, no se hacia más que dar medios eficaces para efectuar la segunda; el ayuntamiento de Veracruz pretendia, que el cumplimiento de la constitución bastaria para calmar la revolución, satisfaciendo los deseos de los americanos.

Tenia gran preponderancia en aquella corporacion D. Francisco de Arrillaga, vizcaino, hombre de algunos conocimientos y que desde entonces era tenido por inclinado a la independencia, sospechándose que aun estaba en comunicación con los insurgentes (44), y era también regidor D. Ignacio Esteva, nativo de aquella ciudad, a quien más tarde veremos haciendo un papel muy importante y distinguido. Con ocasión de haber llegado a aquel puerto en Marzo de 1814 D. Manuel de la Bodega, que pasaba a España a desempeñar el ministerio de la gobernación de ultramar, el ayuntamiento le encargó que presentase a la regencia una exposición redactada por D. Florencio Perez Comoto, doctor en medicina, que habia sido favorecido por el Virrey Venegas, durante cuyo gobierno escribió un periódico que se titulaba, El Amigo de la patria.

Esta exposición era una virulenta acusación contra Calleja, en la que se le atribuia ser la causa del estado apurado en que el reino se hallaba, acriminándolo sobre todo por la inobservancia de la constitución, que no era en Nueva España, dice el ayuntamiento, más que un ente de razón, o una obra de ostentación y gusto, que enriquecia las bibliotecas de los literatos. Aunque esta exposición se hizo con la mayor reserva, tuvo conocimiento de ella el gobernador de la plaza, que lo era a la sazón el brigadier de marina D. José de Quevedo, el cual dió aviso de todo al Virrey, más por entonces no tuvo otro resultado, ni más adelante por las variaciones que ocurrieron (45).

Antes de referir los sucesos militares de este año, y para no embarazar el curso de ellos con otros incidentes, será oportuno concluir este capítulo, dando razón de algunos acontecimientos memorables que en el mismo ocurrieron.

Se concluyó y estrenó en 19 de Mayo en México la capilla del Señor de Santa Teresa, habiéndose hecho una procesión la víspera para colocarlo en ella, a que asistieron todas las cofradías y órdenes religiosas, el ayuntamiento, Virrey y arzobispo electo, con el cabildo eclesiástico. La obra duró quince años, y costó más de cuatrocientos mil pesos, habiendo contribuido a ella con grandes sumas el inquisidor D. Manuel de Flores, que gastó en este piadoso objeto todo lo que le produjo el pingüe empleo de secretario del arzobispo Haro, que desempeñó por muchos años. Empleáronse en la construcción los más preciosos mármoles que entonces se conocian; pintó la cúpula y cuadros de los altares D. Rafael Jimeno, director de pintura de la academia de San Carlos, y la obra material y su ornato de arquitectura, estuvo a cargo del director de arquitectura de la misma academia D. Antonio Velazquez. La cúpula que era muy atrevida, sostenida por columnas al aire, cayó en el terrible temblor de tierra de 7 de Abril de 1846, y se está ahora reedificando bajo la dirección del arquitecto D. Lorenzo Hidalga, con las limosnas que con este objeto se colectan.

El 7 de Septiembre murió de un ataque de pulmonia D. Gabriel de Yermo, que hizo un papel tan principal al principio de la revolución, en la prisión del Virrey Iturrigaray. Continuó prestando los mayores servicios al gobierno, como hemos visto en diversas partes de esta obra, con dinero y con los sirvientes de sus haciendas, hasta dejar en mal estado su caudal que era muy florido, menoscabado también por lo que sus fincas sufrieron a consecuencia de la revolución. Esta parte que en la revolución tuvo, lo hizo aborrecible a los americanos, así como los europeos lo miraban con veneración (46).

Murió tambien en 11 de Junio, a la edad de 91 años, el P. D. Manuel Bolea, prepósito del oratorio de S. Felipe Neri de México, a quien pudiera llamarse el hombre de la beneficencia. Sumamente respetado por todas las personas principales de la ciudad, era el canal por el que se derramaban las liberalidades de los ricos, en el seno de las familias afligidas y menesterosas. Deseando apartar de la seducción a las jóvenes que por su buen parecer estaban más expuestas a ella, pensó en establecer una casa de educación gratuita, con el nombre de Colegio de las bonitas, en donde estuviesen recogidas y se instruyesen en la religión y en las ocupaciones de su sexo, hasta que pudiesen colocarse, y con este fin se comenzó el gran edificio que hoy ocupan las hermanas de la caridad, y está en la esquina de la plazuela de la Concepción, cuyo primer piso y magnífica escalera dejó levantada; siendo de notar que para el muy considerable costo que erogó, pues todo se hizo con solidez y grandiosidad, no contó nunca con otra cosa que con los recursos que le proporcionaban sus respetos y relaciones, avisando cada semana a algún hombre rico que en ella no tenia con que pagar los gastos, para que aquel los satisfaciese, lo que todos hacian con generosidad y gusto, persuadidos de la buena inversión del dinero que se les pedia.

Era el P. Bolea natural de Guanajuato, de una de las familias más distinguidas de aquel mineral, pero habia residido en México casi toda su vida; su muerte fue considerada como una calamidad pública, y su entierro, que hicieron con mucha solemnidad las comunidades de S. Agustin y S. Francisco, fue notable por el gran concurso de personas distinguidas de las primeras clases de la sociedad, y todavía más por las lágrimas de todos los desgraciados que habian recibido socorros de su mano caritativa, esmerándose todos en pagar un tributo de respeto, al hombre que habia consagrado toda su vida al bien de sus semejantes (47).

Notas

(1) Arechederreta, Apuntes históricos diarios manuscritos.

(2) Arechederreta, Apuntes históricos diarios manuscritos.

(3) El Dr. Arechederreta, haciendo mención de este bando en su diario manuscrito, dice: se acabó ya el Rey y todo lo realista; síguese la anarquía y nuestra ruina; ¡ojalá y yo me equivoque, pero los síntomas son malísimos!

(4) Véase el Capítulo I.

(5) Representación de la audiencia, párrafo 171 y siguiente. Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 95.

(6) Véase la lista de los nombrados en el apéndice núm. 5.

(7) Representación de la audiencia, párrafo 173.

(8) Arechederreta, Apuntes manuscritos.

(9) Véase la lista de estas mezquinas suscripciones en la Gaceta de 12 de Junio de 1813, núm. 413, Col. 598, tomo 4°.

(10) He tomado del diario manuscrito del Dr. Arechederreta todo lo relativo á la evasión de Doña Leona, porque por sus relaciones en la sociedad, debia estar bien impuesto de ello, no habiendo podido examinar la voluminosa causa que se formó. El Dr. Velasco en su manifiesto impreso en Oaxaca en Abril de 1814, hablando de la triste suerte que corrian los que salian a unirse con los insurgentes dice con relacion a este suceso: La desgraciada joven Doña Leona Vicario, después de sus riesgos y sacrificios, fue hospedada en una casa que habia servido de caballeriza, y su miseria habria continuado, si su antiguo amante Quintana, no le hubiera proporcionado subsistir.

(11) Véase en la Gaceta de 3 de Junio, núm. 409, fol. 565 y siguiente la lista de comisiones extinguidas o trasladadas y de juzgados suprimidos, y en la de 6 de Mayo, núm. 397, fol. 461, todo lo relativo al arreglo de los tribunales y juzgados de letras.

(12) El sueldo que se asignó a los jueces de letras de México, fue 1.500 ps. y los derechos que cobrasen. Uno de los nombrados para este empleo, fue el Dr. D. Agustin Fernandez de S. Salvador, tutor de Da. Leona Vicario, y el mismo que al principio de la revolución escribió para combatirla en el pueblo bajo, unos diálogos llenos de inépcias. Otro fue D. Juan José Flores Alatorre, que después de la independencia ha sido ministro de la Corte suprema de justicia, distinguiéndose en todos los puestos que ha ocupado por su integridad e instrucción.

(13) Era entonces dia de fiesta.

(14) El edificio mismo de la inquisición, después de haber sido destinado a muchos y diversos usos, se vendió al arzobispo Posadas para establecer en él el seminario tridentino.

(15) El fundador de esta obra pía fue un Lic. Vergara, natural de Santa Fé de Bogotá, defensor de pobres en la audiencia de México, quien viendo la miseria que sufrian en las cárceles los presos, que carecían hasta de los precisos alimentos, y creyéndose especialmente inspirado por un texto que leyó en la Biblia, que al efecto se propuso abrir casualmente, se consagró a vivir con la mayor economía para reunir un capital bastante para esta fundación. Habiendo vacilado sobre a quien dejaria el patronato de ella para asegurar su perpetuidad, tuvo por incierta la subsistencia de los jesuitas, de cuya extinción se comenzaba a hablar, y con más motivo la de otras órdenes religiosas, y se decidió por la inquisición, que creyó seria lo que no se acabase nunca, según lo dice en su testamento, que he visto. En remuneración de este trabajo que imponia a los inquisidores, les rogó que aceptasen cada año, el dia de S. Pedro mártir, un tintero de plata cada uno, tomado de los fondos de la obra pía, y para eximirlos del conocimiento de cualquiera otra autoridad declaró que siempre que alguna intentase intervenir en la obra pía, nombraba por sus herederos a los inquisidores que a la sazón fuesen, los que deberian repartirse entre sí los bienes de la fundación, y esto daba cierto derecho de hacerlo así con la extinción del tribunal a los inquisidores de aquel tiempo, que lo eran D. Bernardo de Prado y Ovejero, D. Isidoro Sainz de Alfaro, y D. Manuel Antonio Flores. Con los productos de esta obra pía construyeron los inquisidores miéntras la administraron, la carcel o recogidas de mujeres, en la Escobillería, cerca de la plazuela de S. Lúcas. Casi nada queda de los bienes de esta fundación.

(16) Bando publicado en 30 de Abril.

(17) Idem en 2 de Junio.

(18) Apuntes históricos manuscritos del Dr. Arechedcrreta, y Diarios de México de aquel tiempo.

(19) Creo que el único que así lo hizo fue el Dr. D. Victorino de las Fuentes, cura de Irapuato en la provincia de Guanajuato, por la que fue nombrado y acérrimo enemigo de los insurgentes. En su compañía pasé yo a España en enero de 1814, y fue el principio de mis viajes en Europa.

(20) En el informe de la audiencia se dice maliciosamente hablando de Fagoaga, que estaba manchado en el concepto público &c. Con esto se quiso designar el nombre con que comunmente se le conocia que era, el del manchado, por una mancha o lamparon encarnado que tenia junto a la nariz.

(21) Todas estas noticias están tomadas del cuaderno que publicó el mismo Bustamante con su biografia en 1883, con el título Hay tiempos de hablar y tiempos de callar, y del opúsculo citado en el capítulo primero de este tomo.

(22) Todo lo que sigue relativo a Querétaro, es sacado de la causa de la Sra. Dominguez.

(23) Véase tomo 1°, fol. 258.

(24) Idem 2° fol. 261.

(25) En 29 de Diciembre.

(26) Entre ellos fue el Dr. D. José María Castañeta, que habia sido cogido en la batalla de Aculco. Véase en el apéndice núm. 6, la Salve en verso que compuso, para que la cantasen los presos de la cárcel de Querétaro, y la reforma que el padre Bringas propuso se hiciese en ella.

(27) Del expediente formado con este motivo, he sacado las noticias de que he hecho uso en esta obra, relativas al principio, progresos y descubrimiento de la conspiración, que fue orígen de la revolución.

(28) Véase tomo 2°, fol. 261.

(29) Bando de 16 de Marzo.

(30) Idem de 13 de Julio.

(31) Idem de 4 de idem.

(32) Bando de 15 de Noviembre.

(33) Idem de 11 de Diciembre.

(34) Idem de 16 de idem.

(35) Diciembre 18. Arechederreta, Apuntes históricos. Todo esto está tomado en diversos días, de estos apuntes, que son muy extensos en esta parte.

(36) Bustamante ha extractado esta instrucción de que publica un solo trozo en el tomo 2°, fol. 289 del Cuadro Histórico.

(37) Como se ha dicho en el folio 267, la publicó Bustamante en el tomo 4° del Cuadro histórico, folios 27 a 136.

(38) Párrafo 52.

(39) Idem. 55.

(40) Idem 191.

(41) Idem 254.

(42) Idem 258 y 268.

(43) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 4°, fol. 143.

(44) El gobernador Quevedo dijo al Virrey en carta reservada, que un negro de Arrillaga llevaba correspondencia de Veracruz a los insurgentes.

(45) Bustamante publicó esta exposición en el Cuadro histórico, t. 4°, fol. 8.

(46) Está enterrado en la capilla de Aranzazu en S. Francisco.

(47) Está enterrado en la capilla del beato Sebastian Balfré, en la iglesia de los felipenses, que era la antigua casa Profesa de los jesuitas de México, por cuyo nombre se le conoce.

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