Índice de La tercera campaña de Morelos y la Constitución de Apatzingan de Lucas AlamánCapítulo quintoCapítulo séptimoBiblioteca Virtual Antorcha

La tercera campaña de Morelos
y
El Congreso de Chilpancingo

Lucas Alamán

CAPÍTULO SEXTO

Sucesos militares de las provincias del Norte y Oriente hasta la mitad del año de 1813.- Regreso de los convoyes de Veracruz y salida de otro para Guanajuato.- lncremento de las rivalidades entre los individuos de la junta de gobierno de los insurgentes.- Derrota Iturbide a D. R. Rayón en el puente de Salvatierra.- Toma Castillo Bustamante a Tlalpujahua.- Fuga de Rayón y sus expediciones sucesivas.- Toma Monsalve a Huichapan, y es fusilado Chito Villagrán.- Ocupa el mismo Monsalve a Zimapan.- Prisión y muerte de D. Julián Villagran.- lndulto del cura Correa.- Es rechazado Osorno en Zacapuaxtla.- Expedición de Castro Terreño a Zacatlán.- Muerte del brigadier insurgente Montaño y del capitán realista Salceda.- Invasión de Texas por Gutierrez de Lara.- Miras del gobierno de los Estados Unidos.- Acción del Rosillo.- Toma de S. Antonio de Bejar y muerte de los gobernadores Herrera y Salcedo.- Llega a Texas Alvarez de Toledo.- Marcha contra él Arredondo y lo derrota en el rio de Medina.- Sigue el alcance Elizondo y es asesinado por un loco.- Estado de las provincias internas de Oriente después de estos sucesos.


Las acciones de guerra de este año fueron menos numerosas, pero mucho más importantes y decisivas que en el anterior, pudiéndose decir que en él y en el principio del siguiente, quedó fijada la suerte de la revolución. En los primeros tres meses nada ocurrió digno de atención; el convoy que conducia Olazabal de Veracruz, fue atacado en Ocotepec por Arroyo, más este fue puesto en fuga con una ligera escaramuza, y el convoy entró en México (9 de Abril) con porción de efectos del comercio.

El otro convoy en que marchaba el Virrey Venegas a Veracruz por el camino de las villas, escoltado por el coronel del batallón 1° Americano Monduy, fue también atacado bajando las cumbres de Aculcingo, igualmente sin pérdida alguna, y a su regreso condujo a México, en donde entró el 30 de Abril, 5.600 cargas, entre ellas 3.000 de tabaco y 200 balones de papel para la fábrica de cigarros (1).

Era grande el empeño de Calleja para activar el giro mercantil y restablecer el laborio de las minas, de donde habian de proceder los recursos para las atenciones del gobierno. Con este fin dispuso la salida de un gran convoy para Guanajuato, conduciendo por cuenta de la real hacienda azogue, tabaco y dinero, y por la de los particulares multitud de efectos, debiendo también partir en él todos los empleados y militares de las provincias del interior, que residian en la capital a causa de la revolución.

La salida de este convoy, fijada para el 30 de Marzo, hubo de detenerse algunos dias por falta de mulas para cargar el azogue, no habiendo querido los particulares ceder las suyas, por lo que Calleja las mandó tomar por embargo, manifestando su desagrado (2) por la falta de cooperación a sus benéficas medidas. El coronel Ordoñez, comandante de la sección establecida en Tula, debia conducir este convoy hasta Querétaro, habiéndose prevenido con anticipacion a Negrete, que tenia el mando de la provincia de Guanajuato unida entonces a la Nueva Galicia, que fuese a recibirlo a aquel punto o despachase con el mismo objeto al teniente coronel Iturbide, que se hallaba a la cabeza de la división que era del brigadier García Conde, el cual habia sido nombrado para suceder a Trujillo en Valladolid (3). Recibió Iturbide en Zamora la orden de dirigirse a Guanajuato, para conducir las barras de plata que allí habia y entregarlas a Ordoñez en Querétaro, recibiendo de este el convoy que conducia; pero a su tránsito por Penjamillo, tuvo aviso dé que Liceaga estaba reuniendo en el Valle de Santiago todas las partidas que de él dependian, y que Rayón se hallaba en Acámbaro con una fuerza considerable salida de Tlalpujahua, con lo que mudando de dirección, previno al intendente de Guanajuato, que reuniese las barras de plata y las mulas necesarias para conducirlas, miéntras él mismo marchaba contra aquellos jefes para asegurar el paso del convoy, evitando lo atacasen, o para impedir cualquiera otro golpe que proyectasen.

Muy diversos eran sin embargo los intentos de estos. La división que se habia introducido entre los individuos de la junta gubernativa, habia tomado de dia en dia mayor incremento. El Dr. Cos, según en otro lugar se ha dicho, trató de restablecer la armonía entre los vocales, y con este fin propuso un acomodamiento, al que Verdusco y Liceaga le aseguraron que estaban bien dispuestos y aun a renunciar sus plazas, si se creia necesario. Animado con esta esperanza, dirigió en 10 de Abril una nueva exposición a Rayon (4), haciéndole presentes los males que se seguian del estado de desunión en que los miembros de la junta se hallaban, siendo motivo de escarnio y de desprecio para sus enemigos, e inspirando la desconfianza y el desaliento entre sus mismos parciales; todo lo cual creia que podria remediarse teniendo una conferencia, y publicando cada uno una proclama dirigida a los soldados que de ellos dependian, exhortándolos a la fraternidad e inspirándoles la confianza que debian tener en la armonía de los individuos de la suprema junta, que habian acordado ya sus preliminares de recíproca union, hablando en ella mútuamente unos de otros con el mayor respeto, a fin de desterrar de entre las tropas el espíritu de rivalidad y de partido, que solo serviria para la ruina de todos.

Hallándose las cosas en tal estado, D. Ramon Rayón propuso a su hermano D. Ignacio, ir a hablar con Liceaga, a quien esperaba reducir por la amistad que entre ambos habia; de antemano le escribió para persuadirlo de la sinceridad de sus procedimientos, pues se inculpaba a los Rayones que estaban de acuerdo con el Virrey, fundando esta sospecha en la conferencia que debia haberse tenido en Tultenango (5). En estas cartas, que fueron cogidas más adelante en el equipaje de Liceaga (6), D. Ramón manifestaba muy juiciosas ideas, pero habiendo salido de Tlalpujahua en busca de Liceaga con cuatrocientos infantes, alguna caballería, un obus y algunas otras piezas de artillería, Liceaga creyó por este aparato hostil que se intentaba atacarlo o prenderlo, y reuniendo sus partidas trató de disponerse a la defensa. Cos, para evitar un rompimiento, se ofreció a concurrir con Rayón como encargado de Liceaga, pero llegó tarde su propuesta y los frailes domínicos Saavedras, adictos a Liceaga, con quienes habló Rayón en Urireo encargándoles llevasen la última carta que a aquel escribió, aunque prometieron interponer sus buenos oficios para un acomodamiento, se entendió haber hecho lo contrario. Rayón, no recibiendo contestación alguna, se dirigió a Salvatierra, en donde se situó el miércoles santo (14 de Abril) habiéndosele reunido algunas otras partidas en su tránsito (7).

Está construida la ciudad de Salvatierra en la ribera derecha del río grande, en una altura que domina las márgenes del río que son escarpadas; un puente de cinco varas de ancho comunica con la orilla izquierda, y en aquella estación del año, hay varíos vados practicables, aunque escabrosos por los peñascos que forman el cauce del río. Rayón habia fortificado el puente con un parapeto y artillería, y lo mismo habia hecho en los vados mas inmediatos, abriendo troneras en las paredes y cercas de las casas próximas al rio. Al acercarse Iturbide a practicar un reconocimiento, fue atacado por los insurgentes que estaban situados en el puente, y habiéndose retirado, creyeron estos haber obtenido una ventaja sobre él y siguieron el alcance. Esto pasaba el viérnes santo 16 de Abril, y aunque Iturbide tenia dispuesto el ataque para el dia siguiente, creyendo no obstante que el mejor medio de santificar el dia, era aprovechar la oportunidad que el enemigo le proporcionaba (8), cargó vigorosamente por el puente, haciéndolo al mismo tiempo por el vado que está cerca de San Francisco, el destacamento que encargó de esta operación; él mismo se puso a la cabeza de la columna que debia acometer por el puente, y llegando a este con los que habian salido a seguir el alcance y que huían en dispersión, sin dar lugar ni aun a que disparasen la artillería, se hizo dueño de ella y ocupó la ciudad, en la que al mismo tiempo entró la columna que habia forzado el vado. Rayón se retiró al puerto de Ferrer con alguna gente que pudo reunir, abandonando toda su artillería y municiones. Si se ha de creer lo que dice Iturbide en su pedantesco y pomposo parte, la pérdida de los insurgentes ascendió a trescientos cincuenta miserables excomulgados que descendieron a los profundos abismos, y veinticinco prisioneros que fueron fusilados; hay motivo para creer que el número de muertos es muy exagerado (9). La de los realistas se redujo a un cabo muerto y algunos soldados heridos. Iturbide obtuvo por premio el empleo de coronel del regimiento de infantería de Celaya, que se mandó restablecer, y la comandancia general de la provincia de Guanajuato, que Calleja separó de la dependencia del general Cruz, con no poco resentimiento de este. A la tropa que concurrió a esta acción, que Iturbide consideró siempre como una de las más brillantes de su carrera militar, se le concedió un escudo con el lema, Venció en el puente de Salvatierra: la división se componia de un destacamento de la Corona y el batallón Mixto de infantería; el cuerpo de Frontera, un escuadron de S. Carlos, el de lanceros de Orrantia y un piquete de S. Luis de caballería, con una sección de artillería.

Liceaga se mantuvo en una hacienda inmediata oyendo el fuego, sin auxiliar en nada a Rayón como pudo hacerlo, presentándose por la retaguardia de Iturbide (10), y antes bien aplaudió la derrota de aquel, lo que hizo correr la voz, y así se aseguró en las primeras noticias de esta acción que en México se publicaron, que Verdusco y Liceaga se habian indultado y habian auxiliado a Iturbide para batir a Rayón. Este, después de su derrota, circuló en toda la provincia de Guanajuato los bandos y proclamas que su hermano D. Ignacio le habia dado, en los cuales, después de pintar con negros colores la conducta de sus colegas, dice como presidente de la junta a los habitantes del reino, o para usar del lenguaje de estos documentos, á los de la América, pues la infatuación que se tenia sobre la grandeza y poder de México, hacia considerar lo uno como igual a lo otro: Ya estais exentos de toda obligación respecto de ellos (de los dos miembros de la junta Verdusco y Liceaga) quienes suspensos, no deben ejercer ya el alto ministerio.

Esta declaración acabó de destruir toda idea de consideración a la junta, aun entre aquellos que alguna le conservaban, ejerciendo desde entonces Rayón un poder absoluto, respecto de los que le obedecian.

Calleja entre tanto habia ido conduciendo a ejecución sus planes. Por el rumbo del Sur habia establecido en Cuernavaca un cuerpo de observación a las órdenes del brigadier Moreno Daoiz (e), que se extendió hasta las orillas del Mescala; la seccion de Toluca, mandada por Castillo Bustamante fue considerablemente reforzada, y la de Tula se organizó bajo el mando del coronel Ordoñez (e), continuándose el camino militar hasta Querétaro con el cuerpo de tropas que se situó en S. Juan del Rio, que tenia por jefe al teniente coronel D. Antonio Linares, con el objeto de expeditar el paso de los convoyes y correos, siendo los primeros más frecuentes, y habiéndose fijado el dia de la salida periódica de los segundos, aunque no pudo seguir su curso con regularidad.

Tomadas, pues, estas disposiciones y habiendo sido destruidas en Salvatierra las mejores tropas de los Rayones, Calleja creyó que era llegado el momento de hacer mover simultáneamente la división de Toluca contra los Rayones en Tlalpujahua, y la de Tula contra los Villagranes en Huichapan y Zimapan, para impedir que estos pudiesen recibir socorros de Tlalpujahua, ni dados tampoco a aquel punto amenazado por las tropas reales, pues aunque los Villagranes no obedecian a Rayón, el peligro podia hacer que intentasen mútuamente auxiliarse.

Púsose en marcha Castillo Bustamante sobre Tlalpujahua, saliendo de Toluca el 27 de Abril con una división de poco más de mil hombres de todas armas, y después de ocho dias de marcha molesta por las continuas lluvias, acampó el 4 de Mayo en el cerro de San Lorenzo a la vista del Gallo, que era el punto fortificado por los insurgentes. D. Ignacio Rayón, viendo aproximarse el peligro, hizo llamar a su hermano D. Ramón, quien desde la derrota de Salvatierra habia permanecido en la provincia de Guanajuato y se hallaba a la sazón en Tarandacuau, de donde se trasladó a Tlalpujahua a marchas forzadas; entonces D. Ignacio puso en salvo la imprenta y otras cosas de importancia, y él mismo resolvió retirarse a punto más seguro (11).

Hízolo así saliendo por el camino de Irimbo, más notando Castillo Bustamante el movimiento, lo hizo seguir por una guerrilla que desbarató la partida que lo acompañaba, tomándole a duras penas su equipaje, y escapando el mismo D. Ignacio por la ligereza de su caballo. Este reencuentro, muy poco importante por sí mismo, es notable por el papel que después han representado todos los oficiales empleados en aquella ocasión, pues mandaba la guerrilla D. Vicente Filisola, teniente entonces de cazadores del regimiento fijo de México; el piquete de caballería de 25 dragones de fieles del Potosí D. Juan Amador; y 80 caballos de este cuerpo y de S. Carlos que fueron de refuerzo, D. Miguel Barragán, que murió siendo presidente interino de la República (12).

El cerro del Gallo podia considerarse como inexpugnable, y por tal lo tenían los independientes, porque dominaba por su situación a todos los circunvecinos, haciendo muy difícil su acceso una barranca que lo rodea. En su cima se extiende una llanura de setecientas varas de largo de Norte a Sur y doscientas de Oriente a Poniente. Hallábase fortificado con siete baluartes, comunicados entre sí por un parapeto de tres varas de grueso con troneras para artillería y fusilería, defendido por un foso de tres y media a cuatro varas de profundidad.

Castillo Bustamante trasladó su campo el 6 de Mayo, al cerro de los Remedios, inmediato al del Gallo, para colocar en él una batería de seis piezas, y aunque intentó diversos ataques en los dias siguientes, todos fueron sin resultado, lo que le hizo creer que no era posible apoderarse del cerro que sitiaba con la poca gente de su division y así lo avisó al Virrey; pero habiendo encontrado el capitán del fijo de México D. García de Revilla, un punto a propósito para situar una batería por el lado del Sur, que no sólo facilitaba la aproximación al fuerte, sino que impedia a los sitiados tomar agua del arroyo, reduciéndolos a beber la de una mina derrumbada en que habian sido arrojados cadáveres, pasó a él la mitad de su division a las órdenes del mayor del mismo cuerpo D. Pío María Ruiz.

Estaba muy adelantada la construcción de esta batería y se habian tomado por Castillo Bustamante las providencias convenientes para romper con ella el fuego y verificar el ataque, que debia dar con escalas el teniente coronel D. José María Calderon, con un piquete de Puebla, cuando en la noche del 12 de Mayo D. Ramón Rayón abandonó el fuerte, volando antes el parque y dirigiéndose a Zitácuaro. Castillo Bustamante lo hizo perseguir pór la caballería que mandaba D. Matías de Aguirre, destinando a Filisola y á Pesquera para que hiciesen lo mismo, el primero, con los que hubiesen tomado la dirección de Huichapan, y el segundo, por el camino de Maravatío. Aguirre, no habiendo logrado alcanzar a Rayón, al volver a Tlalpujahua se encontró con el coronel insurgente Valdespino, el cual fue muerto con toda la partida que mandaba.

Filisola, no hallando enemigos en el rumbo que se le encargó recorrer, se dirigió al cerro de Nadó, que habia sido abandonado por el coronel Rafael Polo que mandaba en él; con lo que tomó o destruyó la artillería y municiones que allí habia, arrasando y quemando las obras de fortificación, fábricas de armas y depósitos de víveres, despues de permitir a los soldados que cogiesen todo cuanto pudiesen cargar (13).

De mucha importancia fue para la causa real la toma de Tlalpujahua, en donde entró Castillo Bustamante sin resistencia, después de abandonado por los insurgentes el cerro del Gallo, porque esta población era considerada como la capital de la insurrección, siendo además punto de grandes recursos, por los que Rayón sacaba del mineral de Angangueo y de las haciendas inmediatas de Solis, Chamuco y los Laureles. Los realistas encontraron en la fortaleza del Gallo porción de cañones, obuses, máquinas para hacer fusiles, útiles de artillería, municiones y metales para fabricarlas, que los Rayones habian acopiado en el largo tiempo que ocuparon aquel lugar.

Castillo Bustamante, arrasadas las fortificaciones del cerro, marchó a Zitácuaro que encontró abandonado, no habiendo tratado de sostener aquel punto D. Ramón Rayón, quien se retiró al aproximarse Bustamante, el cual destacó a Aguirre y a Filisola para que persiguiesen a los fugitivos; el primero hizo prisionero en el pueblo de Xoconusco al inspector Izaguirre, que habia sido antes escribano en Zitácuaro, al mariscal Saucedo y a otros dos de menor graduacion, que todos fueron pasados por las armas (14). Pasó en seguida Castillo a situarse con su división en Maravatío, desde cuya posición cubria el camino a Valladolid y podia auxiliar a aquella ciudad, habiendo quedado el mando de Toluca a cargo del coronel D. Lorenzo de Angula y Guardamino, coronel del regimiento de infantería de Tlaxcala, que aunque personalmente no era a propósito para la campaña, dirigia con acierto frecuentes expediciones a las inmediaciones, y mucho más cuando tuvo á sus órdenes al capitán D. Manuel de la Concha, tan atroz como activo en la persecución de los insurgentes, de lo que habia dado muchas pruebas miéntras estuvo en Valladolid a las órdenes de Trujillo (15).

D. Ignacio Rayón, habiendo escapado del riesgo en que estuvo de ser cogido a su salida de Tlalpujahua, aunque con pérdida de su equipaje, se mantuvo en las alturas inmediatas a aquel punto, viendo con anteojo el progreso de las operaciones del ataque, y dando órdenes para el socorro de la plaza, que todas fueron sin efecto (16). Perdida esta, se retiró al pueblo de Tuxpan, cercano a Zitácuaro, donde se le reunió su hermano D. Ramón, y de allí pasó a la hacienda de los Laureles, a la que habia despachado con anticipación su familia, la imprenta y las cosas más importantes que en Tlalpujahua tenia. Recibió en ella aviso que una partida del brigadier insurgente Cajigas habia aprehendido sin resistencia a Liceaga, y dió órden para que lo entregase a Muñiz, quien lo condujo a la hacienda de Puruaran; antes habia sido tambien cogido el P. Delgado. En los Laureles nombró comandante del bajío de Guanajuato, con el título de comandante del Norte, a su hermano D. Ramón, confirmando en el mando de aquella parte de la misma provincia que está al Norte de la Sierra, al Dr. Cos, y habiéndole contestado Morelos que no podia mandarle la división auxiliar que desde antes le habia pedido, no creyéndose seguro en aquella hacienda por acercarse a Zitácuaro los realistas, salió de ella (7 de Junio) para internarse más en la tierra caliente, y desde el pueblo de Papacindan envió su familia a Huetamo, y él mismo dando una larga vuelta se dirigió a Puruaran, a donde llegó el 22 de Junio en compañía de Muñiz, que se titulaba comandante del Sur y fue a encontrarlo a Turicato.

Estaba preso en Puruaran Liceaga, quien por algunos dias rehusó ver a Rayón, más habiéndose decidido a presentarse, hubo una especie de reconciliación, y aunque continuó en arresto, algun tiempo después obtuvo permiso para ir a su hacienda de la Laja cerca de Leon, pero sin mando alguno.

Amenazado Rayón en Puruaran por la partida que destinó a perseguirlo el comandante general de Michoacan García Conde, emprendió nueva peregrinación por diversos pueblos y haciendas hasta Puruándiro, a donde llegó el 9 de Agosto, y allí mandó fusilar a Vicente Arias, que aunque tenia el grado de coronel, no era más que un bandido (17), y lo mismo habia hecho antes con otros de igual clase.

Pasó luego a Pázcuaro, y sabiendo que se aproximaban los realistas a aquella ciudad, salió precipitadamente de ella; volvió hácia el Sur, dirigiendo sus pasos segun se veia amenazado por las partidas destinadas por García Conde a su persecución, y corrió gran riesgo de ser cogido en el puerto de la alberca de Zipimeo, cuando con su hermano D. Ramón fue derrotado en Zacapo por Landázuri, como luego se dirá, teniendo que hacer fuego él mismo para detener a los dragones que muy de cerca lo seguian (18), despues de lo cual se retiró casi sólo a Tancítaro. Cuando este último suceso se verificó, habia ya dejado el mando de la provincia de Michoacán el brigadier García Conde, habiéndole sucedido el de igual grado D. Manuel de la Sotarriba, que salió de México con este objeto el 29 de Julio con un batallón del regimiento de la Corona, de que era coronel. García Conde pasó a tomar el de Jalapa.

Más afortunado habia andado D. Ramón, quien en la hacienda de Chaparaco, en el camino de Zacapo a Zamora, derrotó a la tropa que en ella estaba situada y a la que habia salido de aquella villa con el objeto de atacarlo en Zacapo. En esta accion fue herido Lobato, por lo que se le ascendió a brigadier y se distinguió D. Eligio Roelas, que después de hecha la independencia murió con honor sosteniendo al gobierno en la batalla de Tolome en 1832. D. Ramón condujo a Zacapo ocho prisioneros gue hizo en Chaparaco, de los que fueron fusilados seis (7 de Septiembre) por orden de D. Ignacio. Reunidas en aquel punto las fuerzas de ambos hermanos, y teniendo más de cien enfermos de la epidemia que se habia extendido hasta aquellos lugares, los indios de los pueblos inmediatos se resistieron a trasladarlos a otros parajes, y esta demora dió lugar a la sorpresa que Landázuri les dió en aquel punto (19 de Septiembre) (19), en que como hemos visto arriba, corrió D. Ignacio riesgo muy inminente de ser cogido. D. Ramón, habiendo reunido la mayor parte de los dispersos, siguió haciendo correrías en los confines de la tierra caliente de Michoacán y Jalisco.

El teniente coronel D. Vicente Bustamante, del nuevo regimiento que se habia levantado con el nombre de Moncada, en honor del conde de S. Mateo, marques del Jaral, que era coronel, salió por orden de este a fines de Abril a perseguir al Dr. Cos, a quien obligó a retirarse a la sierra de Guanajuato, habiéndolo seguido hasta el rincon de León.

Regresó de allí Bustamante a S. Felipe, con el fin de fortificar aquella villa, para contener desde ella a las partidas de insurgentes que se abrigaban en la sierra, y volviendo en una de sus expediciones (28 de Junio) con porción de ganado que les habia quitado, fue atacado por Matías Ortiz, uno de los que eran conocidos con el nombre de los Pachones, quedando muerto en la refriega Bustamante con seis oficiales y muchos soldados de su cuerpo, que casi siempre fue desgraciado, y quizá por esto no obtuvo nunca el crédito de bizarro (20).

Otros golpes felices dados en aquellas inmediaciones, dieron nombradía de valientes á los Pachones. Los realistas sufrieron algunas pérdidas de poca importancia, en los cuerpos formados para la defensa de los pueblos y de algunas haciendas, como en la de Galindo, inmediata a San Juan del Rio, cuya guarnición fue destruida por D. Francisco Rayón (8 de Septiembre) no obstante haberse defendido valientemente, quedando muerto D. Antonio del Valle, que la mandaba (21).

Al mismo tiempo que Castillo Bustamante se hacia dueño de Tlalpujahua, la división de Tula se hallaba empleada en la conducción del convoy de Guanajuato y en el ataque de Huichapan, al que siguió el de Zimapan. La primera de estas operaciones estuvo a cargo del coronel Ordoñez, quien no encontrando en Querétaro, como el Virrey habia dispuesto, a Iturbide, por haber este marchado al ataque de Salvatierra, continuó con el convoy hasta Guanajuato a donde llegó sin incidentes, pues aunque fue atacado en Baltierrilla a la entrada de Salamanca, rechazó sin gran dificultad a los insurgentes (22), pero temiendo serlo otra vez a su regreso por mayores fuerzas en el mismo punto, se hizo acompañar por Iturbide, quien en efecto batió a los que lo esperaban en aquel sitio y el convoy entró felizmente en México el 10 de Mayo, conduciendo 1751 barras de plata, de las cuales 600 eran del Rey (23) y gran cantidad de Semillas, sebo y otra multitud de efectos con que la agricultura de las provincias del interior provee a la capital.

El ataque de Huichapan se verificó bajo la dirección del teniente coronel D. Pedro Monsalve. Al batallón de Lobera que este mandaba, se reunieron las fuerzas que ocupaban a S. Juan del Rio con la caballería de S. Luis, bajo las órdenes del capitán de aquel cuerpo D. Anastasio Bustamante, la sección de Ixmiquilpan a las de Casasola, y los patriotas de Tlahuelilpan, de Tula, y de otros pueblos y haciendas circunvecinas, habiéndose situado de antemano D. Manuel Fernando Bocanegra con los de Toliman en los puntos adecuados para impedir la comunicación con la Sierra (24).

El 3 de Mayo se presentó Monsalve delante de la población, defendida con trincheras formadas en las bocacalles y con un fortin artillado construido al Sudoeste, e intimó la rendición ofreciendo el indulto, pero no siendo admitido, la infantería, a cuya cabeza iba el capitán de granaderos de Lobera D. José Barradas, atacó la población y entró en ella horadando los gastadores indios de S. Juan del Rio las paredes para penetrar de casa en casa, después de desalojar con un fuego vivo a los que defendian las azoteas; Bustamante con sus dragones desmontados contribuyó eficazmente a esta operación, y habiendo llegado en esta sazón Casasola con la sección de Ixmiquilpan, los insurgentes fueron desalojados de todos los puntos y obligados a defenderse en las torres de la parroquia, en las que se sostuvieron hasta la mañana siguiente que se hubieron de rendir. El fortin fue tomado por D. Vicente Fernandez con los patriotas de Tlahuelilpan y los de Tula, que mandaba Argumosa. Chito Villagran, trató de salvarse por la velocidad de su caballo, tomando el camino del Calvario, y se dice que para detener á los soldados que lo perseguian, arrojaba puñados de onzas de oro, no obstante lo cual fue alcanzado y hecho prisionero por el comandante de patriotas de la hacienda del Siervo D. Miguel Truchuelo, quien cogió también al que hacia de mayor de plaza llamado Villanueva. El pueblo fue saqueado por la tropa y los prisioneros diezmados.

Tratóse de aprovechar la prisión de Chito Villagran, para reducir a su padre D. Julián, y al efecto le escribió aquel, manifestándole que si se presentase con las armas y gente que tenia, entregando el pueblo de Zimapan, serian ambos indultados, pero habiendo contestado rehusándolo, fue Chito fusilado en Huichapan el 14 de Mayo. En aquel pueblo quedó una guarnición a las órdenes del mayor de Nueva España D. Domingo Claverino, y se organizaron patriotas o realistas en todos los inmediatos, para su defensa.

Con la toma de Huichapan y muerte de Chito Villagran, Ordoñez, habiendo conducido a México el rico convoy de Guanajuato, pudo dirigir su atencion y las tropas de su mando contra D. Julian Villagran, a quien para distinguirlo de su hijo, se le conocia con el nombre del viejo Villagran.

Estaba este establecido en el real de minas de Zimapan y lugares cercanos, y no habiendo sido atacado por las tropas reales en mucho tiempo, habia extendido su dominación por el reverso de la sierra hasta la Huasteca, haciendo fortificar algunos puntos inaccesibles, fundiendo muchos cañones y pertrechándose con abundancia de municiones. En Zimapan hacia acuñar moneda y se habia hecho dueño de todas las propiedades del distrito, con lo que tenia gran cantidad de ganado y provisiones. Su autoridad era la más absoluta que puede imaginarse, no reconociendo otra alguna superior, y disponiendo de la vida y de los bienes de todos cuantos estaban bajo su dominio, hacia pesar su poder especialmente sobre los vecinos de Zimapan, que muy adictos a la causa real, habian defendido aquel real con heróica constancia, dirigidos por el cura de Jacala D. Celedonio Salgado, no rindiéndose hasta la última extremidad.

Ordoñez salió de Huichapan con su división el 30 de Mayo, y se dirigió a la cima que forma la profunda barranca del rio de los Aljibes, cuya ventajosa posición tenia fortificada Villagran. Hízola atacar Ordoñez por Monsalve con las dos compañías de granaderos de Nueva España y Lobera, la de cazadores de Tresvillas, algunos dragones de S. Luis y Querétaro y un cañón de a 4; pero los insurgentes sin tirar más que algunos cañonazos, echaron a rodar los cañones a la barranca, volaron sus municiones y se pusieron en fuga; siguió Monsalve el alcance hasta la hacienda de Sigais, y habiéndole avisado los vecinos de Zimapan que Villagran habia abandonado el pueblo, entró en él, siguiéndole Ordoñez con el resto de la division (25) y fueron recibidos por los habitantes con el mayor aplauso, viendo en las tropas reales a sus libertadores, pues según la junta de vecinos dijo al Virrey en una representación que le dirigió, Villagran habia dado órden de quemar el pueblo y pasar a cuchillo a sus habitantes, lo que sólo se evitó por la pronta llegada de la vanguardia que mandaba Monsalve. Este, el dia siguiente 31, siguió con trescientos infantes y sesenta caballos en demanda de Villagran al campamento de S. Juan, donde tenia reunida la artillería que retiró de Zimapan, ocupando las cumbres de los cerros, desde las cuales rompieron los insurgentes un vivo fuego de cañón y fusil, descargando una nube de piedras sobre las dos columnas con que Monsalve los atacó por sus dos flancos, más luego que estas llegaron a aposesionarse de las alturas, huyeron aquellos abandonando treinta cañones de diversos calibres, pocos fusiles, gran cantidad de víveres y municiones. Tomáronseles también los vasos sagrados y alhajas de plata que sacaron de la parroquia de Zimapan.

Las ventajas obtenidas por la causa real con estas victorias fueron tanto mayores, cuanto que aseguraron la posesión estable y permanente de aquel territorio, a diferencia de las que en otros puntos se conseguian, las cuales eran tan poco duraderas, que apénas se habia retirado la tropa realista, cuando los insurgentes volvian a ocupar los puntos de que habian sido desposeidos.

Los jefes que servian a las órdenes de Villagran, no sólo admitieron el indulto que se les concedió, sino que se comprometieron a servir contra sus antiguos compañeros; hízolo así José Antonio Trejo, capitán al servicio de Villagran, quien se presentó con toda su partida, que ascendia a cuatrocientos hombres, y entregó veintisiete mil cabezas de ganado menor, por cuyos servicios Ordoñez le conservó el mando de su gente, declarándolo capitán de toda ella, aunque poniéndolo a las órdenes de José Andauro, a quien el mismo Ordoñez califica del nunca bien ponderado, benemérito, apreciable y fiel indio, por el valor y lealtad que manifestó en el sitio riguroso que aquella población sufrió; por la constancia con que se mantuvo adicto a la causa real, habiendo formado con sus parciales varias conspiraciones contra Villagran, por las que fue condenado por este a perder la vida, que pudo librar por casualidad; por todo lo cual fue nombrado por Ordoñez capitán y comandante de todos los indios de la demarcación.

Indultóse también Casimiro Gomez, indio que tenia el empleo de coronel y comandante general de aquellos cantones, y habia sido en ellos uno de los más crueles perseguidores de los españoles (26). Iba a atacarlo Casasola en el cerro de las Minas, cuando solicitó el indulto y obtenido presentó toda su gente, que ascendia a más de dos mil indios, entregandó seis cañones, algunos fusiles y escopetas, ocho mil trescientas granadas de mano, con las que pretendia suplir la escasez de fusiles, cuarenta y cinco banderas y otros útiles de guerra. Indultáronse otros muchos indios y entre ellos coroneles, capitanes y oficiales de todas graduaciones.

Villagran, con muy pocos que lo acompañaban, se habia retirado a la hacienda de S. Juan Amajaque, en la que estaba por todas partes cercado, tanto por las tropas de Casasola y de Monsalve, como por las partidas de indios indultados destinados a su persecución. Uno de los que aun permanecian con él, José Felipe Maya, que tenia el título de coronel a su servicio, queriendo contraer mérito para obtener el indulto, dió aviso a Casasola del lugar en que aquel estaba, quien lo aprehendió en la madrugada del 13 de Junio, con treinta y seis personas que se hallaron en su compañía, entre ellas tres coroneles, cogiendo también con él diez y siete cargas de equipaje.

Casasola pidió instrucciones a Calleja sobre lo que debia hacer con los prisioneros y se le dió órden de fusilarlos, como lo hizo el 21 en la hacienda de Gilitla, con Villagran y otros veintidos de los suyos.

Así acabó D. Julian Villagran, uno de los que tomaron parte en la revolución desde su principio, señalándose en sus primeros pasos por hechos atroces, como la muerte de Sanchez, a quien pasó con la lanza por su mano; Rayón en nombre de la junta para ganarlo a su obediencia, lo nombró teniente general y comandante general del Norte, dando el empleo de mariscal de campo a su hijo Chito, pero ni uno ni otro reconocieron nunca autoridad alguna, procediendo sólo por sí y según sus intereses privados, aunque ocupando mucho la atención del gobierno y obligándolo a emplear en su persecución considerable número de tropas, por lo que Morelos decia que eran útiles por el ruido que hacian.

Cuanto más opresor habia sido el dominio de Villagran, tanto más violenta fue la reacción en favor de la causa realista en los paises que le estuvieron sujetos. En Zimapan, habian sido quemadas durante el sitio las casas y haciendas de beneficio de metales, y no habia quedado más que el recinto de la plaza; los habitantes robados y sumergidos en la miseria, estaban reducidos a comer los más groseros alimentos. Durante la larga dominación de Villagran, habia cesado toda administración de justicia y de sacramentos, y entre la multitud de indios que se presentaban al indulto, se veian muchos niños crecidos que no habian sido bautizados. Así fue que al entrar las tropas reales en el pueblo, los habitantes se presentaban a recibirlas transportados de gozo, con los ojos enrasados en llanto, dando gracias a Dios porque habia puesto un término a sus padecimientos. José Andauro, el indio que tan fiel habia sido a la causa real, se presentó con todos los vecinos del pueblo de los Remedios ofreciendo sus servicios, y los avisos que dió acerca de los puntos que ocupaba Villagran, fueron muy útiles para desalojar a este del puerto de S. Juan, por lo que además del título de capitán se le dieron otros premios (27). Los demas indios que se indultaron entregaron a Ordoñez los ganados de Villagran, denunciaron cuales eran sus labores de maiz y donde tenia sus atajos de mulas. Con tales elementos, no le fue difícil a Ordoñez organizar la defensa del territorio para que no fuese invadido de nuevo por los insurgentes, y para animar aun más contra ellos el espíritu público, fue nombrado algún tiempo después cura de Huichapan el P. Toral, director de las misiones de Querétaro. Los indultados fueron sobre todo de grande utilidad para perseguir a sus antiguos compañeros, y entre ellos se distinguió el capitan D. Manuel Velazquez, quien prestó grandes servicios a Ordoñez cuando este situó su cuartel general en Jilotepec, para atender desde él al camino de Querétaro y sus inmediaciones.

Entre las personas que por aquel tiempo fueron indultadas, llamó mucho la atención el ver al cura de Nopala D. José Manual Correa, brigadier que era entre los insurgentes.

Segun él mismo refiere (28), hallándose oculto en los montes de Chapa de Mota, a consecuencia de la persecución que los Villagranes le declararon, y habiendo sufrido una grave enfermedad, el cura de uno de aquellos pueblos, que habia tenido grande empeño en separarlo de las banderas de la revolución, aunque se hubiese rehusado a sus anteriores insinuaciones, obtuvo sin su conocimiento el indulto para él, y habiéndolo atraido cautelosamente a su casa, dió aviso a D. Nicolás Gutierrez, corregidor de Toluca, quien mandó una partida de tropa a las órdenes de Revilla, la que habiéndose presentado de sorpresa a prenderlo, el cura dijo que Correa ya estaba indultado.

Aunque esta relación se publicase después de hecha la independencia, cuando todos los indultados pretendieron pasar por héroes, disculpando su conducta para obtener premios; le da bastante verosimilitud la conducta que después observó, como veremos. Correa fue conducido a México y consignado al arzobispo electo Bergosa, quien lo mandó a la Profesa para que hiciese unos ejercicios, bajo la dirección del Dr. Tirado, que era de la congregación de S. Felipe Neri, y al mismo tiempo inquisidor. El mismo prelado formó una junta de cuatro doctores teólogos y cuatro canonistas de los de mejor concepto (29) para consultar si podia habilitarlo de las irregularidades en que habia incurrido y restituirlo a su curato, los cuales habiendo conferenciado sobre ambos puntos, resolvieron unánimemente que, conforme a los cánones, no habia facultades en el arzobispo para la habilitación que se pretendia. ¡Singular escrúpulo, cuando en las tropas reales habia tantos eclesiásticos que hacian la guerra y fueron premiados con prebendas; cuando los curas de muchos pueblos eran al mismo tiempo capitanes o comandantes de realistas, y cuando el propio arzobispo que hacia la consulta, habia hecho armar a su clero en su obispado de Oaxaca! Correa habia firmado ante dos curas una protesta solemne en el pueblo de Jocotitlan el 13 de Junio, que se publicó en la Gaceta del gobierno de 27 de Julio, con un artículo recomendando la conducta y arrepentimiento de este eclesiástico, el cual ante una imágen de Jesucristo crucificado y bajo juramento, prometió la mayor fidelidad, lealtad y obediencia al Rey su señor, a todos los legítimos representantes de su gobierno y a su prelado, obligándose bajo el mismo juramento, a no ingerirse en asuntos de infidencia, detestar sus máximas, y mantenerse como ministro de un Dios de amor y reconciliacion.

Repitió estos juramentos a los inquisidores Tirado y Monteagudo concluidos los ejercicios, y sin embargo el 6 de Octubre se evadió de la Profesa, dejando cartas para el Virrey, el arzobispo y los eclesiásticos de aquella casa, y se fue al Sur a presentarse a Morelos, a quien en lo sucesivo acompañó, habiendo llegado a ser mariscal de campo (30).

Con las operaciones dirigidas con tan buen éxito contra los Villagranes, habia logrado el Virrey apoderarse de los puntos más importantes que los insurgentes ocupaban en el Mezquital, y en aquella parte de la Sierra gorda que mira por el Sur hácia la provincia de México, cuyos derrames caen en el rio de Moctezuma o de Tampico, habiéndose hecho en el lado opuesto otros movimientos por las tropas de las provincias respectivas.

En fines de Enero, el capitán Elosúa, dependiente de la división del brigadier Arredondo, que se hallaba en el Valle del Maiz, saliendo de este punto se dirigió al pueblo de Jalpan, que habia sido nuevamente invadido y presos los realistas que allí se habian armado; a su aproximación, los insurgentes abandonaron la población y se situaron ventajosamente en unas alturas inmediatas, en las que se defendieron con tanta decisión, que aunque atacados con vigor por Elosúa, lo hicieron retirarse con pérdida, más cuando este volvió con refuerzo, no lo esperaron y entró sin resistencia en el pueblo. Los insurgentes, mandados por Casimiro Gomez, quien como hemos visto, se indultó despues en Zimapan, pasaron al otro lado del rio de Moctezuma, para volver a sus acantonamientos (31).

El teniente Montes, con una sección de tropas de la comandancia de Rioverde, atacó y derrotó a Camacho en Montenuevo a fines de Enero, haciendo prisionero a su secretario, armero, y otros, todos los cuales fueron pasados por las armas (32). El ayudante Bocanegra (a) con los patriotas de Toliman, derrotó en Tierrablanca al coronel Peralta y penetró hasta el pueblo de Sichú (7 de Abril), a cuyo derredor estaban colgados los cadáveres de treinta y un realistas, que Bocanegra hizo enterrar; Peralta y un capitán Gallardo fueron cogidos y fusilados (33).

Otro jefe de independientes de aquel rumbo llamado Valenzuela, hizo quitar la vida a lanzadas a diez indios que huian a Peñamiller, a buscar la protección del comandante Carbajal a quien aquel se dirigia a atacar, más no lo verificó retirándose al aproximarse Carbajal (34).

El mismo Bocanegra, habiendo sido destacado, como se ha dicho, a auxiliar el ataque de Huichapan, continuó persiguiendo con empeño a todas las partidas que quedaban por aquella parte de la Sierra, miéntras que el capitán Güitian desde Huejutla hacia lo mismo en aquel rumbo, hasta las inmediaciones de Tampico.

Los pueblos, fatigados del desorden y atrocidades de los insurgentes, auxiliaban de buena voluntad a las tropas reales y pedian el castigo de aquellos, como sucedió en Tlalchinol, en donde al entrar el capitán Valle conduciendo presos a Ignacio Valdivía y Pedro Melo, salieron a recibirlo el cura y multitud de indias, presentando estas bañadas en lágrimas a sus hijos huérfanos, por haber hecho Valdivía quitar la vida a sus maridos la noche del sábado víspera de Ramos (35).

Valdivía y Melo fueron fusilados, como lo habia sido también Landaverde por orden de Arredondo, y aunque no obstante quedaban todavía partidas que infestaban el pais, encontraban resistencia en los pueblos, muchos de los cuales se habian indultado y organizado medios de defensa.

Siguiendo el mismo territorio de la Huasteca hasta la costa, el comandante del cantón de Tuxpan, teniente de fragata D. Bartolomé Argüelles (36), en una serie de operaciones ejecutadas subiendo el rio y por el lago de Tamiagua, habia logrado reducir todos aquellos pueblos hasta la sierra y camino de Huauchinango, poniéndose en contacto con Güitian y con Llorente que operaba en aquella dirección, de suerte que cuando en Noviembre del año anterior, no quedaban en la costa del Norte bajo la obediencia del gobierno otros lugares que Tuxpan y Tampico, ahora toda ella habia sido sometida, contribuyendo a este fin con sus auxilios los vecinos del pueblo de Tamiagua, que rodeado de enemigos, sin más medios de defensa que alguna pólvora que les franqueó el comandante de Tampico, haciendo balas de los plomos de las redes de pescar, única industria de que subsistian, levantaron trincheras y se presentaron a defenderlas hasta las mujeres y los niños, bastando estas disposiciones para que no se atreviesen a atacarlos los inurgentes (37).

Tomado Tlalpujahua por las tropas reales y destruidos los Villagranes, no quedaba mas que Zacatlán de los tres puntos que se consideraban como el apoyo principal de la revolución, fuera del territorio en que mandaba Morelos.

Desde Diciembre del año anterior, habia propuesto Llano a Venegas mandar a aquel punto una expedición a las órdenes del comandante del batallón de Asturias D. Juan Cándano, pues según las noticias que le habia dado el cura de uno de los pueblos inmediatos, no tenia Osorno más de quinientos a seiscientos hombres; lo que era así, porque Osorno no conservaba junta su gente, sino distribuida en partidas o retirada en sus rancherías, convocándola cuando la ocasión lo pedia (38).

Aprobado por Venegas el proyecto de Llano, se puso en marcha el capitán D. Diego Rubin de Celis para Zacatlán; pero instruido Osorno del movimiento, por una carta del comandante de Tlaxcala Campillo a Rubin de Celis, que interceptó Serrano el 4 de Enero, no sólo no se dejó sorprender, sino que unido con el mismo Serrano y con las fuerzas que de pronto pudo recoger, salió al encuentro del enemigo que se hallaba en la hacienda de Mimiahuapan. Los realistas, con la temeraria confianza que les habia inspirado la facilidad con que desbarataban a los insurgentes, se empeñaron con su caballería en una escaramuza con la de estos, luego que se presentaron en las alturas inmediatas a la hacienda, en terreno desventajoso, y atraidos por una falsa retirada que hizo Osorno, cargó este sobre ellos y los derrotó completamente. Rubin de Celis con este mal suceso, y viendo que las fuerzas de Osorno engrosaban por momentos, salió en la noche como pudo de la hacienda y Osorno sin empeñarse en seguirlo, regresó a Zacatlán el 9 de Enero, donde le esperaban mil caballos, que hizo volver a sus casas.

Ensoberbecido Osorno con este triunfo, intentó atacar a Tulancingo, pero mudando de idea, se volvió de la mitad del camino y resolvió dirigirse a Zacapuaxtla (39). Los indios de ese pueblo, constantes en su fidelidad al Rey, estaban tambien orgullosos con las ventajas que habian obtenido, y se jactaban de que, aun cuando todo el reino fuese dominado por los insurgentes, de aquellas montañas saldria como de las de Asturias otro Pelayo, que restableciese el dominio español en estos paises. Como sucede siempre entre lugares inmediatos, habia frecuentes agravios y provocaciones, y en la expedición que Osorno dispuso contra aquel pueblo, más bien se dejó guiar por motivos de resentimiento y de venganza, que por ningún otro principio.

Púsose pues en marcha con sus mejores tropas, y luego se le unieron Arroyo, Calderón, Carmona y otros, haciendo un número considerable, que el comandante de los realistas D. José Ignacio del Valle, hace subir a cuatro o cinco mil hombres. El 27 de Abril se presentaron los insurgentes sobre las alturas que circundan el pueblo, y aquel dia se pasó en reconocimientos y fuego perdido, pero en el siguiente se empezó el ataque con empeño, hasta que habiendo sido muerto el comandante de la escolta de Osorno, Epitacio García, que tenia el grado de teniente coronel, los asaltantes se amedrentaron y comenzaron a retirarse, habiendo hecho poco daño a los que defendian el lugar, siendo estos ataques de Osorno muy semejantes a los que hemos descrito de Albino García a los pueblos de la provincia de Guanajuato. Algunas otras poblaciones inmediatas fueron atacadas por los insurgentes en los mismos dias, y todas con igual resultado (40).

Aunque la reputación de Osorno hubiese menguado mucho con el éxito desgraciado de la expedición contra Zacapuaxtla, el conde de Castro Terreño, aleccionado por el revés que sufrió Rubin de Celis, creyó que el ataque de Zacatlán no podia intentarse sino con fuerzas respetables, y determinó marchar él mismo a la cabeza de casi todas las que tenia a sus órdenes en Puebla. Los preparativos para la salida fueron ocasión de desagradables contestaciones con el ayuntamiento de aquella ciudad, al que Castro Terreño acusaba de negligente y aun de infiel, porque no aprestaba inmediatamente cuatrocientas mulas que aquel general pedia para bagajes; contestaciones que poco tiempo después se encendieron mucho más, por haber rehusado presentarse al llamado de Castro Terreño, el alcalde primero marques de Monserrat, alegando su título y representación, pues aunque era militar, estaba retirado; no obstante lo cual Castro Terreño le impuso arresto en su propia casa, y habiendo ocurrido ambos al Virrey, este declaró que el marqués debia haber obedecido, presentándose al general, que se consideraba como en campaña, pero mandó se le alzase el arresto (41).

Estando todo prevenido, salió de Puebla la expedición el 15 de Mayo, y pasando por Tlaxcala llegó a Zacatlán el 19. Osorno abandonó el punto, dejando oculta su artillería en el pueblo de Tomatlan.

Castro Terreño la hizo recoger y mandó al teniente coronel Samaniego con su batallón de Guanajuato a destruir las fortificaciones, fundición de artillería, maestranza y máquinas de amonedar, construidas bajo la dirección de Beristain en el pueblo inmediato de S. Miguel. Con estos objetos permaneció Castro Terreño en Zacatlan hasta el 22, y a su regreso a Puebla mandó al coronel Aguila, que cayendo de improviso sobre Huamantla, desalojase a los insurgentes que habian continuado ocupando aquel punto, y que los persiguiese hasta la hacienda de Alzayanga, que Arroyo tenia por suya, la que se encontró desierta, no habiendo quedado mas que los enfermos de la epidemia, que no pudieron huir (42).

En toda esta expedición que Castro Terreño llama con razon paseo militar, no encontró resistencia más que en el cura de S. Andrés Lahuitlalpan, Ortega Muro, quien al pasar la división el 18 de Mayo por la hacienda de Atemajac, se atrevió a atacarla con una corta partida de diez y siete hombres y cayó prisionero con otros cinco, con varias heridas y separada una mano de la muñeca. Castro Terreño mandó fusilar a uno de los prisioneros, por ser desertor de las tropas reales, y reservó al cura para hacerle juzgar conforme a las leyes, pero murió antes que esto tuviese efecto de resultas de las heridas que recibió (43).

Antes de la salida de Puebla de Castro Terreño, ocurrió un incidente a que se dió grande importancia por los insurgentes. Habíase indultado un coronel de estos llamado Juan de Dios Ramirez, que habia sido perseguido por Osorno por sus rapiñas y excesos de toda especie, el cual habia ofrecido a Castro Terreño facilitar el éxito de la expedición por los conocimientos prácticos que tenia del terreno; pero al mismo tiempo solicitaba volver a ganar el favor de Osorno pretendiendo persuadir a este, que Castro Terreño era favorable a la independencia, y que estaba en comunicación con Morelos. Osorno, fuese por cerciorarse de la verdad del hecho, o por poner en descubierto el manejo doble de Ramirez, escribió a Castro Terreño en 8 de Mayo, acompañándole la carta que de este habia recibido, en que daba por ciertas tales especies, pidiendo al conde que sobre ellas se entendiese directamente con él. Castro Terreño entonces mandó que Ramirez fuese juzgado por un consejo de guerra, que lo condenó a la pena capital, la que se ejecutó a principios de Junio. Los insurgentes atribuyeron este proceder a perfidia del conde, por ocultar al Virrey sus relaciones con ellos, que acaso no tuvieron más fundamento que la benignidad con que hasta entonces los habia tratado (44).

Apenas Castro Terreño habia salido de Zacatlán para regresar a Puebla, cuando Osorno volvió a situarse en aquel punto, continuando las partidas que de él dependian extendiéndose por los llanos de Apan.

Uno de los jefes destinados por el Virrey para perseguirlas, fue el capitan D. Francisco de Salceda (e), de los lanceros de S. Luis, de los cuales se habia formado un bizarro regimiento con el nombre de fieles del Potosí. Andando Salceda en seguimiento de Gomez y de Serrano, se encontró el 21 de Julio, cerca del pueblo de Capulalpan, con Montaño y Manilla, a quienes puso en fuga después de un reñido combate, y aunque el primero montaba un caballo de su confianza, este se resistió a saltar un pequeño arroyo, en donde lo alcanzaron los dragones de Salceda y le dieron muerte, conduciendo su cadáver sobre una mula para colocar su cabeza en Otumba, lugar de su residencia, y el brazo derecho en S. Juan Teotihuacán, por cuyas inmediaciones habia hecho frecuentes correrías (45).

No dejó Osorno largo tiempo sin venganza la muerte de Montaño, pues habiendo comisionado con tal objeto a D. Miguel Inclan con una fuerza considerable, se encontró este el 6 de Agosto con Salceda, quien con temerario arrojo y sin atender a las prevenciones prudentes que el Virrey le habia hecho, se adelantó con sólo setenta hombres hasta la hacienda de Malpais, y aunque retrocedió el dia 7 combatiendo con denuedo hasta la de Tepetates, escaseando las municiones fue envuelto y pereció con toda la partida que mandaba, de la que sólo se salvaron algunos soldados y el P. franciscano Azcárate, que iba en clase de capellán. Los insurgentes pusieron la cabeza de Salceda en Zacatlán; su muerte fue muy sentida por Calleja y por los españoles, pues era oficial de mérito (46). Para reparar esta pérdida, mandó el Virrey que Llorente avanzase sobre Zacatlán, aumentando su división con destacamentos de los batallones expedicionarios de Asturias, Fernando VII y Zamora, y no obstante la fuerza de las lluvias en lo más recio de la estación de ellas, llegó a la vista de aquel pueblo el 23 de Agosto. Habia dispuesto que el mayor D. Eugenio Villasana con doscientos infantes atacase el fortin de S. Miguel, pero lo ocupó sin oposición habiéndose retirado Beristain.

Destruidas las fortificaciones y artillería (47) y quitada la cabeza de Salceda del lugar en que la habia hecho poner Osorno, siguió Llorente a este, que se habia retirado a la hacienda de Atlamajac, y hallándolo situado en unas alturas llamadas las Mesas, lo atacó en ellas a pesar de la ventaja de la posición. En consecuencia se trabó una larga y empeñada refriega, retirándose Llorente al pueblo de Tlasco, en el que entró a las diez de la noche, y contestando, la Vírgen de Guadalupe, a la voz de quién vive, que le dieron los insurgentes que ocupaban el lugar, fueron estos sorprendidos y tuvieron mucha pérdida en muertos y heridos, y Llorente regresó al mismo pueblo de Apan, de donde habia salido (48).

El plan de Calleja habia tenido pues su plena ejecución en el curso del mes de Mayo, en la parte relativa a la ocupación de todos aquellos puntos que servian de apoyo a la revolución, para concentrar la atención y fuerzas del gobierno, principalmente en Morelos; más entre tanto nuevos cuidados se habian ofrecido en las provincias internas de Oriente, cuya comandancia habia sido segregada de las de Occidente. D. Bernardo Gutierrez de Lara, que como en otro lugar hemos visto (49) se retiró con su familia a los Estados Unidos, cuando fueron ocupadas por las tropas de Arredondo las villas de la provincia de Nuevo Santander (Tamaulipas) en la orilla del rio Bravo, solicitó auxilios y protección de aquel gobierno, el cual, teniendo ya concebido el plan de incorporar en aquella República el territorio de la Nueva España, aprovechando para ejecutarlo la revolución que en ella habia comenzado, se los hizo esperar con la condición de que en ella se adoptase una forma de gobierno igual a la de aquellos Estados, que sirviese de medio para la pretendida incorporación o anexación, como últimamente se le ha llamado (50).

Lara, indignado de tal proposición, se retiró sin querer prestar oidos a ella, más no por eso desistió de sus intentos aquel gobierno, siempre constante en este designio, y teniendo desde entonces prevenido el tratado que tantos años después se ha celebrado en Guadalupe, y aun demarcados en una carta delineada expresamente con este objeto por su órden (51), los límites que habian de fijarse cuando se segregase de México la primera porción de su territorio, trató de enviar agentes secretos que preparasen el camino para la ejecución de estos intentos; pero el Virrey Venegas, instruido menudamente de todo por el ministro de España D. Luis de Onis, que residia en Washington, dictó las medidas convenientes para su aprehension (52), que no llegó a tener efecto, siguiendo desde entonces poniéndose por obra todos los medios que Onis indicaba que se emplearian, aprovechando para ello las muchas indiscreciones cometidas por los gobiernos independientes de México, y la falsa confianza que estos concibieron acerca de las intenciones del de aquellos Estados, al que miraban como el aliado natural de estos paises, el cual ha visto al cabo de algunos años, completamente logrado el fruto de estos manejos.

Sin esperanza pues por este lado, Lara hubo de solicitar el auxilio de una porción de aventureros, con los cuales, en número de unos cuatrocientos y cincuenta, ocupó a principios de Agosto de 1812, la villa de Nacodoches que encontró abandonada, ejecutando lo mismo en el presidio de la Trinidad, y después se hizo dueño por sorpresa de la bahía del Espíritu Santo, con todas las municiones de boca y guerra que allí habia (53).

La noticia de esta invasión fue recibida con el mayor aplauso por los insurgentes del interior, que la exageraron extremadamente: Las provincias unidas, se dice en el Correo del Sur, publicado en Oaxaca (54), para eterno monumento de nuestra confederación, han enviado en nuestro auxilio veinte mil hombres armados; y aguerridos; ese formidable ejército ha pasado ya de Nacastoche (55), y a pesar de la fatiga y estropeo, consiguiente a tan larga caminata, se dirige con varias de nuestras divisiones al gran zanjón (56) que circuye la capital del reino, abierto con la sangre de los americanos, para dar así la última mano a nuestra gloriosa empresa.

El intendente de aquella provincia mandó publicar solemnemente estas noticias, que se celebraron con salvas de artillería, repiques de campanas y Te Deum en la iglesia de la Soledad, con asistencia de las autoridades, a que siguieron paseos, iluminaciones y otros regocijos públicos, terminando el 17 de Marzo con misa de gracias y sermon en la catedral (57). En el mismo periódico se insertó una proclama del gobernador de Texas Salcedo, supuesta o alterada, como solia hacerse frecuentemente en aquel papel semanario, y en una de las notas con que el editor la comentó (58), con motivo de invitar Salcedo a los habitantes de la provincia invadida a defender esta contra las asechanzas de la ambición extranjera, se dice: Cuando el generoso anglo americano, amante y protector de la independencia, no viniese a auxiliar de buena fé nuestros heróicos esfuerzos, sino que con desprecio de su constitución fundamental, y atropellando otros derechos aun más inviolables, tuviese las miras tan pérfidas como vanas de sojuzgarnos, celebrariamos sin embargo nuestra suerte, una vez que nos cantásemos libres de la crueldad inaudita del despotismo español. ¡A tal extremo habia llegado el odio de los partidos!

Gobernaba la provincia de Texas el teniente coronel D. Manuel Salcedo, y se hallaba en ella mandando un cuerpo de observación el coronel D. Simón de Herrera, gobernador que fue de Nuevo Leon, el cual aunque habia sido nombrado por Calleja comandante general de las provincias internas de Oriente, ignoraba que se le hubiese conferido este empleo.

Ambos jefes, luego que supieron la entrada de Gutierrez de Lara en Nacodoches, que se verificó el 11 de Agosto, y posteriormente, que se habia apoderado de la bahía del Espíritu Santo, reunieron todas las fuerzas que pudieron y fueron a sitiarlo en este último punto. Defendióse Lara con los aventureros que le acompañaban valientemente, habiendo rechazado a los realistas en los repetidos asaltos que estos dieron a la plaza, y teniéndolos como sitiados en su propio campo por las numerosas partidas que hizo salir, compuestas de hombres acostumbrados al ejercicio de la caza, que con la certería de sus tiros les mataban mucha gente, y con el auxilio también de los indios de las tribus bárbaras que se le unieron, los obligó por fin a levantar el sitio el 1° de Febrero y retirarse hácia Béjar. Marchó en su seguimiento Lara, y habiéndole presentado Herrera batalla en el lugar llamado el Rosillo, fue este completamente derrotado, con pérdida de toda su artillería, municiones y bagages, escapando con pocos a Béjar, en donde tuvo que capitular el 1° de Abril, quedando prisioneros el mismo Herrera, Salcedo, y demás jefes y oficiales, con la condición de que se les conservarian las vidas (59).

Ocupada aquella capital, estableció en ella Lara una junta de gobierno, compuesta de individuos elegidos popularmente, la que a manera de consejo de guerra, habia de juzgar a los prisioneros. Algunos extranjeros que habian sido admitidos como vecinos por el gobierno español, se declararon por la revolución y vinieron a ser sus más ardientes sectarios (60).

Luego que se estableció la junta, varios de los más turbulentos del pueblo, comenzaron a pedir que se les entregasen las personas de Herrera y Salcedo y demás prisioneros, para tomar en ellos venganza de la parte que tuvieron en la aprehensión y muerte de Hidalgo y sus compañeros, y aunque Lara lo resistió queriendo cumplir la capitulación, e hizo que se conservasen en segura custodia los presos hasta que la junta resolviese sobre su suerte, la mayoría de esta dió una orden, para que el comandante de la guardia los entregase a una cuadrilla de amotinados que se presentó a recibirlos. Un Pedro Prado que la capitaneaba se apoderó de ellos, sacándolos el 5 de Abril por el camino de la bahía, y los mandó degollar a corta distancia de Béjar, sin darles ni aun los auxilios de la religión (61). Lara, informado de lo que se trataba de hacer, lo que no tenia poder para evitar, mandó a un eclesiástico que fuese al socorro de los prisioneros, pero los asesinos no sólo no le permitieron que se acercase a estos, sino que lo insultaron a él y al que lo enviaba, obligándolo a volverse a toda prisa para ponerse en salvo.

A las primeras noticias de la invasión y progresos que Lara iba haciendo, el coronel Arredondo que desde su cuartel general del valle del Maíz, dirigía las operaciones contra los insurgentes de la Sierra gorda y Huasteca, dispuso marchar con su división a donde lo llamaba la más urgente necesidad. Habia recibido orden de Venegas para situarse en Huauchinango, pero con diversos pretextos no la habia obedecido, siendo siempre muy inclinado a obrar por sí, sin dependencia de otra autoridad. Hechas sus disposiciones para la larga marcha que iba a emprender, salió del valle del Maiz el 20 de Marzo, y se detuvo algunos dias en Aguayo (ahora ciudad Victoria) para remontar su caballería y acabar de reunir todas sus tropas, con todas las cuales y un tren respetable de artillería, continuó a la villa de Laredo, última de las de la colonia de Nuevo Santander.

Calleja, que estaba ya en posesión del Virreinato, no sólo aprobó la resolución de Arredondo, sino que sabedor de la muerte de D. Simón de Herrera, que le fue muy sensible siendo su amigo particular, le confirió el empleo de comandante general de las provincias internas de Oriente, y habiendo llegado de España por aquellos dias a Veracruz los dos regimientos de Extremadura y Saboya, que habian subido a Jalapa con destino de franquear y asegurar el camino de Veracruz a México, dispuso que el primero volviese inmediatamente al puerto (62), para que con un tren de artillería se embarcase para Tampico, y por Altamira se adelantase al punto de la provincia que conviniese para asegurar en ella la tranquilidad, que podia correr nuevos riesgos de alterarse, así como la de la inmediata de S. Luis, marchando al Norte Arredondo con todas las fuerzas que la guarneclan.

Este, con la nueva autoridad de que se hallaba revestido, y cuyo nombramiento recibió hallándose en el pueblo de Gualeguas, dió las órdenes convenientes para que el coronel D. Ignacio Elizondo (63), recogiese los dispersos de Béjar y organizase nuevas fuerzas para obrar en combinación con el mismo Arredondo; pero aquel confiando demasiado en la numerosa y vistosa división que habia reunido, se adelantó sin esperar a Arredondo y el 18 de Junio acampó a la vista de Béjar en el paraje llamado el Alazan.

Gutierrez de Lara salió a su encuentro el 20, y se trabó la acción que se sostuvo con empeño por una y otra parte, siendo por fin derrotado Elizondo, que tuvo que huir hasta el presidio de Rio grande, habiendo sufrido una pérdida considerable de gente. Lara tuvo veintidos muertos y cuarenta y dos heridos. Dispuso también Arredondo, que varias partidas persiguiesen a las de los insurgentes que inquietaban las poblaciones de las riberas del rio Bravo y aun amenazaban a Monterrey, cuyo gobernador, el teniente coronel D. Ramon Diez de Bustamante, temiendo que no fuesen bastantes para cubrir la provincia las tropas de su mando, habia pedido auxilios sobre todo de infantería, a Arredondo.

Emprendió este su movimiento sobre Béjar saliendo de Laredo el 26 de Julio, habiéndosele reunido en el punto llamado Cañada de caballos Elizondo, con la gente que habia podido recoger de la dispersion del Alazan, la cual ascendia a cuatrocientos hombres, la mitad de ellos desmontados. Incorporolos Arredondo en su tropa, que con esto ascendia a setecientos treinta y cinco infantes, en su mayor parte del fijo de Veracruz, y mil ciento noventa y cinco caballos con doce piezas de artillería, y atravesando el extenso despoblado que mediaba entre las riberas del rio Grande o Bravo y Béjar, con todas las penalidades consiguientes a la falta de víveres y pasturas, aumentadas con las peculiares de la estación, llegó el 17 de Agosto a las inmediaciones del punto llamado las Rancherías, habiendo aprovechado la lentitud forzosa de la marcha y los dias de descanso que dió a la tropa, para que la gente de Elizondo adquiriese la instrucción de que carecia de las evoluciones en masa en un dia de acción, pues como todas las tropas de provincias internas, sólo estaba ejercitada en la guerra de partidas, que era la que tenian que hacer a los indios salvajes (64). Desde aquel punto mandó una descubierta de un cabo y cuatro soldados, a tomar noticia de los movimientos del enemigo, de que se hallaba enteramente ignorante.

Entre tanto en Béjar habian ocurrido alteraciones de la mayor importancia. Sabido el buen éxito de la invasión de Gutierrez de Lara, se presentó en la frontera de Texas D. José Alvarez de Toledo, oficial de la marina española, natural de la ciudad de Santo Domingo en la isla de este nombre, por la que habia sido diputado en las Cortes de Cádiz. Habiéndose evadido de aquella ciudad, vino a dar a los Estados Unidos, en donde publicó un manifiesto contra las Cortes y formó el proyecto no sólo de unirse a la expedición de Gutierrez de Lara, sino de apoderarse del mando de ella. Con este intento se dirigió a Nacodoches, desde donde comunicó su llegada a Lara ofreciéndole sus servicios en calidad de su segundo, pero este recelando sus ardides, de que ya tenia alguna sospecha, rehusó admitirlo, y aun también le mandó que se retirase. No se retrajo por esto Alvarez de Toledo de llevar adelante sus miras, y con una imprenta volante que consigo traia, publicó una proclama desacreditando a Lara y haciendo magníficas promesas, si se le confiaba la dirección de la empresa; los aventureros que en ella habian entrado se declararon por Toledo, y la junta de Béjar dió orden a Lara para que, entregase a aquel el mando y todos los útiles y pertrechos de la expedición. Hízolo Lara, y lleno de despecho, viendo frustradas sus esperanzas en el momento que creia tenerlas aseguradas, se retiró a los Estados Unidos. Se han querido atribuir estos manejos de Toledo, a inteligencia en que estaba con el ministro español en Washington, más bien por el resultado que las cosas tuvieron, que por ninguna razón fundada, pues antes por el contrario todo concurre a persuadir que Toledo procedia con resolución y buena fé.

La descubierta que Arredondo habia despachado a tomar noticia del enemigo, volvió pronto dando aviso que se notaba movimiento de mucha gente. En efecto, Toledo advertido de la marcha de Arredondo, habia salido de Béjar a encontrarlo. Hizo entonces este que una partida de ciento ochenta caballos se adelantase a las órdenes de Elizondo, con orden de no empeñar la acción, sino retirarse si era cargada por el enemigo, dándole aviso para marchar a sostenerlo con el grueso de la división.

Elizondo encontró a los insurgentes el 18 de Agosto al amanecer, en el paraje llamado Atascoso, y habiendo emprendido retirarse, se vió tan apretado por ellos que dió aviso a Arredondo, quien mandó en su auxilio con ciento cincuenta caballos y dos cañones al teniente coronel subdiácono D. José Manuel Zambrano, el mismo a quien hemos visto haciendo en Béjar la contrarrevolución en 1811, más no bastando tal refuerzo para sostenerse, Elizondo, perdidos los dos cañones, se puso en fuga precipitada, echándose sobre la división que estaba en marcha para pasar el rio de Medina.

Los insurgentes, que dando por segura la victoria avanzaban con intrepidez persiguiendo a los fugitivos, se detuvieron para formar su batalla en un encinar que cubre las orillas de este rio, y Arredondo hizo lo mismo, colocando su infantería, mandada por el capitán del fijo de Veracruz D. Antonio Elosúa en el centro, la artillería en los dos costados, sostenidos estos por la caballería a las órdenes en el de la derecha del coronel D. Cayetano Quintero, y la de la izquierda de Elizondo.

La acción se empeñó y sostuvo con encarnizamiento por más de dos horas; Toledo intentó flanquear por ambas alas a los realistas, que se defendieron formando martillo en los dos extremos, y notando Arredondo que los insurgentes flaqueaban, habiendo perecido muchos de los aventureros norteamericanos que constituian lo más granado de su gente, hizo tocar la música en señal de victoria, con lo que alentados los suyos se echaron sobre la artillería enemiga de que se hicieron dueños, por lo que los de Toledo acabaron de desconcertarse y huyeron, abandonando sus pertrechos y bagajes.

Arredondo los hizo seguir por Elizondo con doscientos caballos, el cual ocupó a Béjar sin resistencia, en cuya villa entró aquel con su división triunfante el 24 de Agosto. Hiciéronse en la acción ciento doce prisioneros, que en el mismo dia y en el siguiente fueron pasados por las armas, y lo mismo se ejecutó con muchos de los doscientos quince que fueron cogidos en Béjar, especialmente con los norteamericanos, de los que no quedó vivo ninguno.

Arredondo hace subir el número de los insurgentes a tres mil doscientos bien armados, y con una disciplina muy superior a la que habia observado en los que habia tenido que combatir en aquella revolución; el de los muertos, a mil, todo lo cual es ciertamente muy exagerado. Su pérdida la reduce a cincuenta y cinco muertos, ciento sétenta y ocho heridos, y ciento sesenta y cinco contusos, sin comprender en los heridos al coronel Quintero, el subdiácono Zambrano, y varios oficiales que también lo fueron.

Entre los subalternos que recomienda por su bizarro comportamiento, se encuentran Santa Anna, Lemus, Castrejon y Morales, que todos servían en el fijo de Veracruz. Tanto en la acción, que por el sitio en que se dió se llamó del Encinar del rio de Medina, como en Béjar, se tomaron por los realistas veintidos cañones de diversos calibres y cantidad de municiones y útiles de maestranza. Los aventureros que habian quedado en la bahía del Espíritu Santo, sabido el éxito de la batalla se fugaron, pero los habitantes, entre los cuales habia muchos realistas, lograron aprehender a algunos de los morosos, de los que fueron muertos once.

Elizondo fue encargado de seguir el alcance con quinientos caballos hasta Nacodoches, y habiéndose situado cerca del pueblo de Trinidad, en el punto en que se junta el camino de la bahía, logró coger a muchos de los dispersos, de los cuales habia fusilado setenta y uno hasta el 12 de Septiembre, fecha del parte que dió a Arredondo desde el campamento del Ojo de agua de los Brazos (65).

Este jefe hizo publicar un bando en 10 de Octubre, concediendo el indulto a todos los vasallos del Rey que se presentasen a pedirlo, exceptuando a Gutierrez de Lara, Toledo, Prado (66) y otros culpables de la muerte de los gobernadores Herrera y Salceda y demás oficiales que fueron asesinados en Béjar, quedando también excluidos de esta gracia los extranjeros, que desagradecidos a la consideración que se les habia tenido por el gobierno, admitiéndolos como vecinos, habian abrazado el partido de la revolución.

En el mismo bando se declaró, que todo ciudadano no sólo podia quitar la vida libremente a los proscritos, sino que seria premiado el que lo hiciese, y en cuanto a Gutierrez de Lara y Toledo, se ofreció un premio a quien los entregase vivos o muertos, y si fuese extranjero, ademas dé la remuneración pecuniaria, se le prometió un terreno en propiedad como pudiera poseerlo un español. Sin embargo, Toledo se puso en salvo; permaneció en los Estados Unidos siguiendo con los insurgentes las relaciones que en su lugar veremos y más tarde, por influjo de una señora viuda de alto rango, con quien después casó en Madrid, volvió a España, obtuvo una pensión sobre la imprenta real, y fue embajador de Fernando VII en la Corte de Nápoles, en cuyo reino la señora su esposa tenia títulos y grandes posesiones.

Concluida la persecución de los fugitivos, estaba Elizondo en su campamento del Ojo de agua de los Brazos, cuando a mediados de Septiembre, una mañana, D. Miguel Serrano (e), teniente de la compañía presidial de Laredo, que habia comenzado a perder el juicio, con la manía originada en las muchas ejecuciones que habia presenciado, de que Elizondo trataba de fusilarlo a él también, entró con la espada desenvainada en la tienda en que dormia el capitán D. Isidro de la Garza, primo y ayudante de Elizondo; lo envasó y se dirigió a Elizondo, que apenas tuvo lugar de levantarse a las voces que le daba Garza en su agonía, y lo envasó tambien infiriéndole otras heridas. Garza murió en el acto, y Elizondo espiró en las orillas del rio de S. Márcos, en donde fue sepultado (67).

Serrano fue preso y conducido a Béjar, de donde se le mandó a la casa de locos de S. Hipólito de México, en la que murió algunos años después. Tal fue el fin del aprehensor de Hidalgo y sus compañeros, en lo que los insurgentes vieron un castigo patente del cielo, por la perfidia con que con aquellos procedió (68).

Los movimientos que se temian en las riberas del Bravo y provincia de Nuevo León tuvieron efecto, aun antes de la salida de Arredondo de Laredo, el cual no por esto detuvo su marcha, encargando a D. Felipe de la Garza, ascendido ya a teniente coronel, la persecución de la partida levantada por Herrera, a quien se habian unido los indios de las inmediaciones (69).

Herrera llegó a penetrar en Monterrey, en donde el comandante, capitan D. José María Sada, tuvo que atrincherarse en sólo la plaza de la ciudad, que le ayudaron a defender D. José Felix Trespalacios y D. Juan Pablo Caballero, llegados casualmente de Chihuahua, abandonando el resto de la población, de la que se retiró Herrera, con la noticia de la aproximación de las tropas venidas de Veracruz que mandaba D. Benito Armiñan, coronel del regimiento de Extremadura, el cual fue nombrado interinamente gobernador de Nuevo Santander. Este jefe, Garza, Perea y D. Facundo Melgares con las tropas de la comandancia general de Occidente, derrotaron en diversos puntos al mismo Herrera, a Marcelino Garcia y a otros, que habian puesto en movimiento las villas del Refugio, Revilla, Camargo y Reinosa, y sometieron a los indios que siguieron haciendo correrías y depredaciones en los campos, hasta las inmediaciones de Hoyos y S. Carlos; Herrera fue cogido algún tiempo después y fusilado en S. Luis. Arredondo hizo perseguir a los indios lipanes en la direccion de Nacodoches por el coronel Quintero, quien los atacó en sus rancherías que tomó con poca resistencia, y habiendo nombrado gobernador de Texas al teniente coronel D. Cristóbal Dominguez, regresó a Monterrey donde estableció su cuartel general, quedando la revolución terminada en las provincias de su mando, sin que volviese a haber otras inquietudes, hasta que nuevas y más poderosas causas vinieron a producirlas algunos años después.

Notas

(1) Gaceta de 21 de Abril, n. 393, fol. 434. El parte de Monduy a Castro Terreño, con el diario de todas las operaciones de la marcha, se publicó en la Gaceta de 13 de Mayo, núm. 400, fol. 483.

(2) Id. de 20 de id, n. 389, f. 401, en que hay un artículo oficial sobre esto.

(3) Las primeras noticias de la acción del puente de Salvatierra y movimientos que la precedieron y causaron, se publicaron en la Gaceta extraordinaria de 21 de Abril, núm. 390, fol. 407, comunicadas de Querétaro; el parte por menor dirigido por Iturbide á Cruz está en la de 29 de Abril, núm. 394, f. 439, pero debe verse desde el principio de dicha Gaceta.

(4) Puede verse con otras contestaciones relativas, en Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 322 y siguientes.

(5) Véanse en este mismo tomo cap. 3° fol. 223 lo dicho sobre esto.

(6) Fue interceptado por las tropas reales en Riofrio, el 16 de Febrero de 1816, cuando Liceaga se retiraba del congreso de Tehuacán, disuelto por Teran, como en su lugar veremos.

7) El secretario de Rayón no atribuye a motivos tan amistosos el viaje de D. Ramón, y con relación a estos sucesos, en el articulo correspondiente al dia 5 de Abril, dice: Con el fin de publicar los bandos y proclamas referidos (declarando destituidos del empleo de vocales de la junta a Verdusco y Liceaga), y plantear el buen órden en el bajío, salió el Sr. comandante de esta plaza (D. R. Rayón), con la mayor parte de la infantería, y especifica la tropa que llevaba consigo; en el dia 10 expresa que se recibió parte del Sr. comandante de la expedición, en que dice llegó a Acámbaro sin novedad, y que por evitar toda efusión de sangre, escribió familiarmente al Sr. Liceaga, persuadiéndolo a que se retrajera de sus yerros y cumpliese con sus deberes, de lo cual no recibió otra respuesta, que una arrogante y emponzoñada contestación, en que se remite a las propuestas hechas por el Dr. Cos. El día 14: Se recibió noticia de haber salido ya la expedición de Acámbaro con dirección a Salvatierra, y que llegó a esta ciudad ayer, habiendo precedido un mímico parlamento, que a nombre de Liceaga, interpuso el criminal religioso Saavedra, para dar lugar a que aquel escapara de Salvatierra, con la tropa que allí tenia.

(8) Matamoros en estos mismos dias llegó a Tehuantepec, para atacar a los guatemaltecos mandados por Dambrini, y quiso dejar que pasasen los dias de juéves y viérnes santo, que creyó no deber emplear en derramar sangre, y no se puso en movimiento hasta el sábado santo, aunque supo desde el mártes que los enemigos habian levantado el campo y se retiraban. No tuvo sin embargo tanta consideración al domingo de pascua, que fue el dia en que los alcanzó y derrotó. Correo del Sur, número 17.

(9) Según los informes que me ha comunicado persona muy verídica y que trató con intimidad a Iturbide, este parte, que ha dado ocasión a tantas declamaciones contra su autor, tuvo el orígen siguiente: Iturbide padecia frecuentemente fuertes jaquecas que lo obligaban a ponerse en cama, impidiéndole todo género de trabajo, y el dia de la acción de Salvatierra tuvo un violento acceso de este mal; se mantuvo a caballo miéntras la acción duró, pero luego que esta se terminó tuvo que acostarse, y encargó que formase el parte al capellán que lo acompañaba D. José Joaquin Gallegos, firmándolo sin leerlo. Cuando se publicó y echó de ver las expresiones chocantes de su contenido, no pudo ya variar lo que habia firmado.

(10) No es sin embargo cierto lo que dice Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 279, que Liceaga durante la acción, hubiera podido apoderarse del rico convoy de barras de plata que Iturbide habia sacado de Guanajuato, y habia dejado con una pequeña escolta. Iturbide no habia sacado el convoy, y no necesitaba Bustamante para no cometer este error, más que ver el parte del mismo Iturbide; más Bustamante era amigo de Rayón y enemigo de Liceaga, y por lo mismo quiso acriminar a este, y además quiere todavia que Rayón hubiese batido a Iturbide con poca gente, quizá por el resultado del reconocimiento que hemos referido.

(11) En el diario del secretario de Rayón se refiere la salida de este de Tlalpujahua, y el riesgo que tuvo de ser cogido de la manera siguiente.

Dia 4.- Los oficiales y tropa representaron a S. E. con rendimiento pero con energía, que en atención a ser sobremanera preciosa su conservación para la felicidad de la patria, tuviese la bondad de salir del campo, y no exponerla en las contradicciones y alternativas de la guerra, a lo que se vió precisado a acceder, ofreciendo salir mañana del campo.

Dia 5.- Salió S. E. del campo con treinta dragones provinciales y unos cuantos de su acompañamiento a las cinco y media de la mañana, haciendo alto con algunas cargas en las lomas boscosas de Tarirnangacho, distante del campo media legua. A poco de haber hecho alto en ellas, se desprendió del campo enemigo una partida de doscientos y tantos hombres de caballería e infantería, que no observada de los nuestros, por lo oculto y poblado del camino que trajeron, se vió S. E. en el mayor riesgo; se dispersó la caballeria de Hernandez que estaba por ese viento y se extraviaron las cargas, entre las cuales la de más importancia fue la petaca del dinero que llevaba cinco mil pesos en oro y plata, los sellos y algunos papeles de importancia. Pasó S. E. la noche en los cerros de S. Miguel el Alto.

(12) Véase el parte detallado de Castillo Bustamante en la Gaceta de 8 de Junio, núm. 411, fol. 579, y el primero que dió, en la de 18 de Mayo, núm. 402, fol. 504.

(13) Parte de Filisola, Gaceta de 10 de Junio, núm. 412, fol. 588.

(14) Gaceta de 24 de Junio, núm. 418, fol. 640.

(15) Cuando la insurrección comenzó era Concha subdelegado de Zacualpan, de donde huyó y se retiró a México. El Virrey lo hizo capitán y fue a Valladolid con Trujillo. De alli pasó a Toluca, y con el P. Campuzano hizo varias correrias por la sierra de Sultepec. Fue después nombrado teniente coronel del escuadrón que se levantó en Toluca y siguió expedicionando en todo el valle de Toluca, Ixtlahuaca y sierra de Monte alto.

(16) Todo lo contenido de este párrafo, está tomado del Diario del secretario de Rayón, desde Mayo en adelante.

(17) Los excesos, latrocinios y reincidencias de D. Vicente Arias, que indebidamente obtenia el título de coronel de los ejércitos nacionales, lo condujeron por fin al patíbulo. Hoy (12 de Agosto) ha sido pasado por las armas en este pueblo de Puruándiro, previas no sólo la sumaria, de sus delitos, sino también las disposiciones de cristiano, para que sirva de escarmiento a los que osen cometer iguales atentados. Diario del secretario de Rayón.

(18) Aunque Rayón anduviese de pueblo en pueblo huyendo de los realistas, no dejaba por esto de representar en todo su esplendor el papel de presidente de la junta. Pasando por Nucupétaro, curato de Morelos, al retirarse de los Laureles a Puruaran, el 17 de Junio dia de Corpus, según refiere su secretario, asistió a la solemnidad del Corpus, acompañado de la oficialidad y marchando a compañía de granaderos. En Puruándiro, (14 de Agosto) se recibió la noticia del feliz alumbramiento de la Exma. Sra. ministra (Rayón conservaba siempre el título de ministro de Hidalgo) Da. Mariana Martinez, que ha celebrado el vecindario con iluminacion, salvas y otras demostraciones de regocijo, y el dia siguiente, dieron a S. E. los parabienes por la noticia de ayer, los oficiales de todos los cuerpos, a quienes correspondió con el agrado, dulzura y benevolencia que forman el carácter de este príncipe, tan generalmente reconocido. En la noche se celebró baile, a que asistió S. E.. accediendo a la súplica de los oficiales. El inmediato dia 16 se celebró misa de gracias, a que asistió el Sr. comandante general del Norte, con el cuerpo de oficialidad. Por esta y otras incidencias de igual naturaleza, de que está lleno el Diario de que he extractado estas noticias, se echa de ver cuanto se equivocan los que pretenden persuadir, que la revolución de 1810 se formó y desarrolIó con elementos republicanos.

(19) Véase el parte de Landázuri, en la Gaceta de 11 de Noviembre, número 481 folio 1.167. Bustamante presenta como una victoria de Rayón esta derrota.

(20) Bustamante, Cuadro histórico, tom. 2°, fol. 297. El P. franciscano Gotor que acompañaba a Bustamante, fue hecho prisionero en esta accion.

(21) Diario del secretario de Rayón, en el dia 14 de Septiembre.

(22) Gaceta de 8 de Mayo, n. 467, fol. 472.

(23) Arechederreta, Apuntes manuscritos.

(24) Pueden verse todos los partes relativos a los sucesos de Huichapan, en las Gacetas de mayo de este año, especialmente en las de 8 y 15 de aquel mes, núms. 398 y 401, en las que se hallan los partes de Monsalve, fols. 469 y 492, y todos los relativos.

(25) Véanse en las Gacetas del mes de Junio de 1813, todos los partes relativos a estos sucesos.

(26) Habia en México un español acaudalado, llamado D. Pedro Márcos Gutierrez, que tenia su casa de comercio en la esquina del Empedradillo y Alcaicería en la casa que hace ahora parte del Montepio, y hacia un giro muy extenso en plomo y gretas de Zimapan, y en costales y sogas de Ixmiquilpan, por lo que le llamaban D. Márcos Mecate. Cayóle en gracia un chiquillo indio, que traian consigo los arrieros, en un viaje en que conducian aquellos efectos, y quiso quedarse con él para criarlo en su familia. Este fue Casimiro Gomez, que ya grande y comenzada la revolución, volvió a su pueblo a tornar parte en ella. En los cantones que estaban a su cargo, especie de campamentos en donde se reunian los indios que de él dependian, que visitó el Dr. Velasco por orden de Rayón en Octubre del año anterior, encontrándolos en un excelente órden, cuando disponia sacar a quitar la vida a los españoles que tenia presos, decia que los sacaba al campo para que se distrajesen.

(27) Diósele un vestido a su estilo, y se le señalaron dos raciones de campaña.

(28) Véase su manifiesto publicado por Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 107.

(29) Arechederreta, Apuntes históricos manuscritos.

(30) Manifiesto de Correa citado, y Arechederreta, Apuntes manuscritos.

(31) Gaceta de 22 de Mayo, núm. 404, fol. 520.

(32) Idem de 29 de id., núm. 407, fol. 547.

(a) A partir de aquí, Alamán interrumpe las apostillas marginales. Las substituímos con los títulos del índice. (Nota de los editores d ela edición de papel de esta obra. Precisión de Chantal López y Omar Cortés.

(33) Idem de 3 de Junio, núm. 409, fol. 563.

(34) Idem.

(35) Parte de Valle a Güitian, Gaceta de 12 de Junio, núm. 413, fol. 597.

(36) Véanse sus partes al gobernador de Veracruz en las Gacetas de principios de Julio de este año.

(37) Véase su exposicion al Virrey, fecha 25 de Mayo, inserta en la Gaceta de 8 de Julio, núm. 424, fol. 689.

(38) Todo lo relativo a la expedición de Rubin de Celis, está tomado de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 258. El autor estaba entonces en Zacatlán con Osorno, y supo todo originalmente. Las Gacetas del gobierno no hacen mención alguna de este suceso. El Dr. Arechederreta sólo dice en sus Apuntes el resultado.

(39) Bustamante estuvo presente en el ataque de Zacapuaxtla que refiere, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 287. Véase tambien la Gaceta de 1° de Junio, núm. 408, fol. 551.

(40) Pueden verse en la Gaceta citada los partes de los ataques de Tlatlauquitepec y Chignauta. Los realistas del primero de estos lugares, fueron auxiliados por los de Tesiutlan que llegaron muy oportunamente para acabar de dispersar a los insurgentes.

(41) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 287 a 289.

(42) Véase para todo lo relativo a esta expedición a Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 284, aunque en este tiempo no estaba ya con Osorno, habiendo pasado a Oaxaca inmediatamente después del ataque de Zacapuaxtla; y las Gacetas de 27 de Mayo, núm. 406, fol. 537, y 5 de Junio, núm. 410, fol. 571, en la que está el parte de Castro Terreño fecho en Puebla el 31 de Mayo, con los relativos de Samaniego sobre la destrucción de las fortificaciones de S. Miguel, y de Moran sobre la entrada en Huamantla.

(43) Bustamante pretende que Castro Terreño lo mandó envenenar por no dar en Puebla el escándalo de la ejecución de un eclesiástico. Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 285.

(44) Tal es el concepto aun de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 285. En el Correo del Sur, que se publicaba en Oaxaca, en el núm. 19 de 1° de Julio, se insertó la carta de Osorno a Castro Terreño, y la que Ramirez escribió al primero, con un impreso de Puebla de 11 de Junio, en que se daba razón de todo el suceso, el que se hizo recoger, según allí se dice.

(45) Gaceta de 24 de Julio, número 431, fol. 744. En el cadáver de Montaño, se encontró una bolsita con una cabeza y cola de víbora y medio real, que parece llevaba como especie de amuleto.

(46) Idem de 17 de Agosto, núm. 441, fol. 854. Este P. Azcárate era hermano del Lic. D. Francisco Azcárate, de quien se ha hablado varias veces en esta obra.

(47) Parte de Llorente, en la Gaceta de 2 de Septiembre, núm. 449, f. 909.

(48) Parte de Llorente, Gaceta de 4 de Sept., n. 451, fol. 927: Véase tambien Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 365.

(49) Véase tomo segundo fol. 182.

(50) Véase en el apéndice núm. 7, el documento núm. 1.

(51) Idem núm. 2, idem.

(52) Idem núm. 3, idem.

(53) Todas las noticias de los sucesos de Texas, están sacadas de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fols. 329 a 350, y tomo 2°, fol. 366; del manifiesto de Calleja, de 22 de Junio de 1814; de las Gacetas del gobierno y de documentos originales. Bustamante en el primero de los lugares citados, se refiere al manifiesto que publicó en Monterey en 1827 Gutierrez de Lara, que no he logrado ver.

(54) En el núm. 4° de 18 de Marzo de 1813.

(55) En el núm. 9 de 22 de Abril, se corrigió este nombre, explicando ser Nacodoches.

(56) La zanja cuadrada abierta al rededor de México por órden del Virrey Venegas, haciendo trabajar en ella a los prisioneros insurgentes que estaban en el presidio del colegio de franciscanos de Santiago.

(57) Correo del Sur, núm. 9 del 22 de Abril. Publicábase los juéves de cada semana, un pliego del tamaño pequeño español, de letra gruesa, doblado en cuarto.

(58) A cada paso se hallan en este periódico cartas fingidas de Venegas y de otros jefes, que se supone interceptadas, cuya falsedad se demuestra por lo grosero del estilo y absurdo del contenido. En este tiempo no lo redactaba todavía D. Carlos Bustamante, que no llegó a Oaxaca, hasta Mayo de este año.

(59) Bustamante dice, que Herrera y Salcedo se presentaron a Lara, y se postraron de rodillas ante él, implorando su clemencia, y pidiéndole la vida que les concedió. Cuadro histórico, t. 2°, f. 331.

(60) Arredondo en su bando de 1° de Octubre, de que se hablará en su lugar, especifica a los nombrados Samuel, Davinport, Bernardo Dortolan y Pedro Girad.

(61) Véase el bando citado en el fol. anterior, inserto en la Gaceta de 4 de Diciembre, núm. 491, fol. 1247. Los individuos asesinados fueron el coronel D. Simón de Herrera, su hermano D. Gerónimo, el teniente coronel D. Manuel Salcedo, el capitán de provinciales o milicianos D. Miguel Arcos, propietario rico en la villa de Santa Bárbara, y sus dos hijos, todos tres mexicanos, y diez oficiales mas.

(62) Manifiesto de Calleja.

(63) Elizondo era teniente coronel efectivo, graduado de coronel, por lo que en los partes de Arredondo se le califica de teniente coronel.

(64) Véanse los partes de Arredondo de 18 de Agosto, insertos en la Gaceta de 4 de Septiembre, núm. 451, fol. 925, en que dió la primera noticia de la batalla del rio de Medina, y el detalle de esta acción en el de 13 de Septiembre, que se publicó en la Gaceta de 5 de Noviembre, núm. 478, fol. 1139, y en la siguiente. Véase también Bustamante, Cuadro histórico, t. 1°, fol. 348.

(65) Partes de Elizondo de 2 de Septiembre en el punto de la Trinidad, y de 12 del mismo en los Brazos, insertos en la Gaceta de 9 de Noviembre, núm. 480, fol. 1159.

(66) Con relación a Prado, dice Arredondo en el referido bando, que a más del atroz delito que cometió, conduciendo al degüello a los Sres. coronel D. Simón de Herrera, y teniente coronel D. Manuel de Salcedo y demás víctimas sacrificadas por los monstruos inhumanos que las ejecutaron y cuyo castigo presidió, aumentó sus crímenes después, cuando fugaba para el terreno neutro, con otro nuevo delito, en que no menos se resiente la naturaleza, por haberle quitado la vida a un hijo suyo, que parió a su vista en el camino su propia mujer, sin darle la agua del bautismo, dejándola abandonada en un monte, desangrándose con otras víctimas, hijos tambien de este hombre infernal y desnaturalizado.

(67) Está tomada esta relación del Cuadro histórico de Bustamante, tomo 1°, fol. 349, y todos sus pormenores me han sido confirmados por D. Juan Pablo Caballero, que se hallaba entonces empleado en las oficinas de la comandancia general de Occidente en Chihuahua.

(68) Su hermosa viuda, casó en segundas nupcias con uno de los insurgentes aprehendidos en Bajan, llamado Echais.

(69) Véanse para todos estos sucesos los partes de Garza en Vallecillo, de 7 de Agosto, inserto en la Gaceta de 14 de Septiembre, núm. 454, fol. 954; de Armiñan de 27 de Agosto, Gaceta núm. 457, fol. 980, y de 30 del mismo, Gaceta núm. 459 de 23 de Septiembre, fol. 991, y los de Perea y Melgares, en las Gacetas de fin de aquel año y de Enero del siguiente.

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