Índice de Desde el ataque de Valladolid y batalla de Puruaran hasta la mitad del año 1815 de Lucas AlamánPresentacion de Chantal López y Omar CortésCapítulo segundoBiblioteca Virtual Antorcha

Desde el ataque de Valladolid
y
la batalla de Puruaran
hasta la mitad del año 1815

Lucas Alamán

CAPÍTULO PRIMERO

Ataca Morelos a Valladolid.- Ocupan Galiana y Bravo la garita del Zapote.- Llegada de Llano y de Iturbide.- Rechazan a los insurgentes.- Acción de las lomas de Santa María.- Fuga de Morelos.- Batalla de Puruaran.- Derrota de los insurgentes y prisión de Matamoros.- Su proceso y ejecucion. Disposiciones del Virrey.- Circular a todos los comandantes.- Hace marchar tropas a México.- Invasión de los realistas en el Sur.- Pasa Armijo el Mescala.- Derrota a D. Víctor Bravo.- Disposiciones del congreso de Chilpancingo.- Trasládase a Tlacotepec.- Crespo y Bustamante se separan del congreso y se van a Oaxaca.- Varias deliberaciones.- Nombra Morelos por su segundo a Rosains y lo hace teniente general.- Llegada de Morelos a Tlacotepec.- Acuerda con el congreso la muerte de los prisioneros españoles. Hace dimision del poder ejecutivo.- Acción de Chichihualco.- Derrota y alcance de Tlacotepec o de las Animas.- Retírase Morelos hácia Acapulco. Botin y prisioneros cogidos en Tlacotepec por Armijo.- Marcha Rosains a la provincia de Puebla.- Aumento de diputados del congreso.- Retírase este a Uruapan.


Morelos desde las lomas de Santa María que con todas sus fuerzas ocupaba, dió principio al ataque de la ciudad de Valladolid el 23 de Diciembre de 1813, destacando a las nueve de la mañana, las dos divisiones que mandaban D. Hermenegildo Galiana y D. Nicolás Bravo, que entrambas hacian tres mil hombres de la gente más florida de su ejército, para apoderarse de la garita del Zapote, pues aunque era esta la más distante de su campo, debian llegar por ella al socorro de la plaza Llano e Iturbide, que sabia estaban en marcha con las tropas de Toluca y del bajío, que como hemos dicho, formaban el ejército llamado del Nórte, mandado por Llano en jefe e Iturbide como su segundo, y con otra parte de las suyas, hizo un ataque falso por el llano de Santa Catarina, para encubrir el objeto verdadero de su movimiento (1). El comandante de la plaza D. Domingo Landázuri (2), distribuyó en las garitas los cuerpos de la guarnición, que eran el primer batallón de la Corona, el lijero de México y los dragones de Tulancingo con varios destacamentos de otros; las cortaduras de las calles fueron custodiadas por el paisanaje armado de la ciudad, al mando de los vecinos más distinguidos de ella, y dejó un cuerpo de reserva en la plaza con cuatro cañones, para acudir al punto por donde más apretase el enemigo, dando aviso a Iturbide, cuya unión con Llano ignoraba. Galiana y Bravo atacaron réciamente y tomaron el fortín construido a corta distancia de la garita del Zapote para defensa de esta, conforme a las órdenes que tenian, quedando el primero sosteniendo aquel punto, y el segundo se adelantó al camino por donde debian llegar Llano e Iturbide, entre tanto que Landázuri, visto que el ataque verdadero era al Zapote, cargó allá todas las fuerzas de su reserva y las que pudo retirar de otros puntos, con lo que recobró el fortin perdido, de que volvieron a hacerse dueños Galiana y Bravo reunidos, restableciéndose en sus posiciones; pero en este momento se presentó Iturbide, que habiendo atravesado la cerca de Penguato, oculto por la loma que forma la subida al cerro de este nombre, amenazaba envolverlos por la izquierda con la caballería que mandaba, al mismo tiempo que Llano con el 2° batallón de la Corona, dos piezas ligeras y setenta caballos, los atacaba de frente en las cercas en que estaban parapetados, y habiendo en esta sazon vuelto a la carga la guarnición, Galiana tuvo que abandonar en dispersión la posición que ocupaba en la garita, y la división de Bravo atacada por todos lados, intentó retirarse en buen órden, pero siendo muy largo el espacio que tenia que atravesar hasta volver a las lomas de Santa María, sin que Morelos hiciese movimiento alguno para socorrerla, perdió casi toda su infantería, dejando en poder de los realistas tres piezas de a 3, banderas, parque y doscientos treinta y tres prisioneros, la mayor parte desertores de las tropas del gobierno y entre ellos muchos de los regimientos europeos, que todos fueron fusilados a la orilla de las zanjas en que habian de ser enterrados sus cadáveres.

En la mañana del 24 entraron en Valladolid las divisiones de Llano e Iturbide con toda su fuerza, y los insurgentes se mantuvieron tranquilos en su campo, hasta la tarde, en la que Matamoros, a quien Morelos habia encargado la dirección de las operaciones militares, hizo pasar lista y presentó delante de la plaza toda su infantería en la llanura que media entre esta y las lomas de Santa María, haciendo ostentación de sus músicas y formando una débil línea a dos de fondo, miéntras que la caballería quedó sobre las lomas en la misma disposición. Llano, dudando si aquel movimiento era con objeto de atacar la plaza en la noche, o para hacer en esta su retirada, dispuso que el coronel Iturbide saliese a practicar un reconocimiento con ciento setenta infantes de la Corona, fijo de México y compañía de Marina y ciento noventa caballos de fieles del Potosí, dragones de S. Luis y S. Carlos y lanceros de Orrantia (3).

La reunion de las dos divisiones de Llano e turbide habia excitado una rivalidad honrosa de valor entre ambas: dícese que son valientes esos Fieles del Potosí, dijo Iturbide al salir de la plaza, a D. Matías de Aguirre que los mandaba: ahora lo veremos, mi coronel, contestó Aguirre con laconismo vascongado.

Iturbide se adelantó hácia el enemigo, llevando los infantes a la grupa de los caballos, y en vez de hacer un reconocimiento, empeñó la acción, rompiendo fácilmente la débil línea de la infantería de los insurgentes, y aunque bajó en apoyo de esta un cuerpo numeroso de caballería, emprendió atacar a Morelos en su mismo campamento, defendido por veintisiete cañones, teniendo que trepar por una subida estrecha y difícil, dominada por todas partes por los fuegos de los contrarios.

La obscuridad de la noche que sobrevino, aumentó la confusión y desórden causado por el ataque de Iturbide en el campo insurgente (4); el mismo Morelos corrió riesgo de ser cojido, habiendo estado algún tiempo entre algunos Fieles del Potosí, que no conociéndolo porque casualmente montaba en silla militar, cosa que no acostumbraba, hirieron gravemente a su confesor el P. brigadier D. Miguel Gomez, cura de Petatlan: los que acompañaban a Morelos dieron muerte a tres de aquellos y lo libraron (5).

El desórden crecia y los insurgentes sin conocerse, creyendo que los realistas estaban entre ellos, siguieron haciéndose fuego unos a otros durante mucha parte de la noche, miéntras que Iturbide volvió a la ciudad a las ocho, llevando por trofeo de su victoria cuatro cañones y dos banderas tomadas en el campamento enemigo. Llano habia mandado para reforzarlo, a su ayudante D. Alejandro Arana con tres compañías del fijo de México, a las órdenes del capitan D. Vicente Filisola y ciento cincuenta caballos, que no llegaron a tomar parte en el combate. No parece que tuviese nunca efecto la órden de Morelos, para que en su ejército se pintasen de negro todos, de capitan abajo, la cara y manos, y también las piernas los que las tuviesen descubiertas, pues no se hace mención de esta circunstancia (6) en ninguna de estas acciones.

La de las lomas de Santa María, mas que una función de guerra, se asemeja a las ficciones de los libros de caballería, en que un paladin embestia y desbarataba a una numerosa hueste: en esta, Iturbide con trescientos sesenta valientes, acomete en su propio campo a un ejército de veinte mil hombres acostumbrado a vencer, con gran número de cañones, y vuelve triunfante entre los suyos, dejando al enemigo en tal confusión, que realizándose la fábula en que la fecunda imaginación del Ariosto, finje que la discordia conducida por el arcángel S. Miguel por órden de Dios se introduce al campo de los moros y hace que estos se destruyan peleando entre sí, los insurgentes combaten unos con otros, y llenos de terror se ponen todos en fuga, el primero Morelos, con su escolta llamada de los cincuenta pares, abandonando artillería, municiones y todo el acopio de pertrechos hecho a tanta costa y en tanto tiempo, para venir a ponerlo en poder del enemigo. En vano Matamoros, Galiana, Bravo, Sesma y algunos otros, trataron de contener a los que huian; casi todos los abandonaron, no pudiendo reunir doscientos hombres de tan gran multitud, y tuvieron que ceder al impulso general. Acción tan extraordinaria, exige que se haga mención de los principales oficiales que en ella se hallaron: mandaba a los Fieles del Potosí como ya hemos dicho, el teniente coronel D. Matías Martin de Aguirre, navarro, avecindado desde jóven en las minas de Catorce, en cuyas inmediaciones vive todavía, cuando esto escribo (7), y entre los oficiales de aquel cuerpo se contaba el capitan D. Miguel Barragán, que ha muerto siendo presidente interino de la República; el piquete de la Corona iba a las órdenes del capitan D. Vicente Endérica; la compañía de cazadores del fijo de México a las del teniente D. Rafael Senderos, y la compañía de Marina a las del teniente de navío D. Dionisio Guiral: a Iturbide lo acompañaban como ayudantes D. Ramón Ponce de León y D. Antonio Gaona, todos americanos, a excepción de Aguirre, Guiral, algunos oficiales y los marinos. Pero lo que excede toda credibilidad y a que apenas podrá dar crédito ningún hombre sensato, cuando acaben de calmarse las pasiones excitadas por las preocupaciones e intereses del momento es, que cuando después de la independencia, se han variado los nombres de muchas poblaciones, causando grave confusión en la historia y en la geografía, se haya dado a Valladolid el nombre de Morelos, que huyó vergonzosamente a la vista de aquella ciudad, la que hubiera tenido la suerte funesta de Oaxaca si hubiera caido en sus manos, y no el de Iturbide nacido en ella, que la libró de una ruina cierta por una acción tan bizarra que raya en lo fabuloso, no habiéndose erigido ningún monumento público a su memoria, ni aun puesto una simple inscripción para designar la casa en que vió la luz primera. ¡Tal ha sido el trastorno que ha producido en las ideas, el absurdo principio que ofendiendo a la verdad y al buen sentido, se ha querido establecer, de despojar de la gloria de haber hecho la independencia a los que verdaderamente la verificaron, para atribuirla a los que no hicieron más que mancharla y retardarla!

Dispuso Llano el 25, que todas las tropas del ejército del Norte unidas con las de la guarnición, lo que componia una fuerza de tres mil hombres, avanzasen en dos columnas sobre el campo de Morelos, creyendo que este se mantenia en él; todo habia sido abandonado y los pocos insurgentes que aun habian quedado, se pusieron precipitadamente en huida; solo se encontró al desgraciado P. Gomez, que estando gravemente herido, fue conducido a Valladolid para ser fusilado en una de las plazas de aquella ciudad. Llano hizo que Iturbide con toda la caballería siguiese el alcance, y habiendo perseguido a los que huian hasta el pueblo de Atécuaro a cuatro leguas de distancia, tomó porción de municiones. Morelos llegó a la hacienda de Chupio, en donde se detuvo para reunir los dispersos, y de allí se retiró a la de Pumaran, distante veintidos leguas al S. O. de Valladolid, con el designio de pasar al pueblo de Uruapan, pero se quedó en Pumaran, habiéndosele reunido en aquel punto D. Ramon Rayón con la gente que sacó de Zitácuaro, que eran unos setecientos hombres, con los cuales y los fugitivos de Valladolid que continuaron presentándose, volvió a juntar una fuerza de cosa de tres mil hombres, de los que dos mil doscientos eran de infanteria, con veintitres cañones.

Llano, resuelto a seguir a Morelos hasta donde se hubiese retirado, salió de Valladolid con su ejército el 30 de Diciembre dirigiéndose a Tacámbaro; mas varió tomando el rumbo de Pázcuaro, por habérsele informado que aquel se hallaba en esta ciudad (8).

El 3 de Enero llegó a los ranchos de Zatzio, en donde supo con certeza que Morelos, unido con Matamoros, Galiana, Bravo, Muñiz, D. Ramón y D. Rafael Rayón, se habia detenido en Puruaran, en donde construía parapetos y otras obras de defensa. Temeridad era sin duda aventurar nueva acción con las tropas que pocos dias antes habian sido derrotadas, y debian estar poseidas de un terror pánico, contra aquellas mismas que las habian desbaratado y que marchaban en su seguimiento con el orgullo del triunfo. Los escritores de táctica militar y más que todo la sana razón, aconsejan en tal caso retirarse y tratar de restablecer el ánimo del soldado, antes de presentarlo otra vez al enemigo, y esto mismo manifestaron a Morelos todos los jefes de su ejército, pero contra la opinión de todos resolvió esperar allí a Llano, porque como dice su secretario Rosains en su Relación histórica, en toda esta expedición a Valladolid, se cometieron tantos errores, cuantos Calleja disfrazado no pudiera inventar. Morelos sin embargo, no quiso exponer su persona al riesgo de un funesto resultado, y dejando el mando a Matamoros, se retiró con su escolta a la hacienda de Santa Lucía, distante algunas leguas de Puruaran.

Acampó Llano en la noche del 4 de Enero de 1814 en los ranchos de los Hacheros, dando la órden de marcha para las tres de la mañana del dia siguiente miércoles 5, con el intento de estar sobre Puruaran, distante solo legua y media de aquel punto, al amanecer, pero lo difícil del camino, en el que fue menester que los soldados llevasen a mano la artillería, hizo que el ejército no pudiese llegar hasta las once de la mañana, a situarse a un cuarto de legua de los insurgentes. Por los informes que Llano tenia por sus espías, destacó al mayor del regimiento de Nueva España D. Domingo Claverino con un batallón de su cuerpo, para que atravesando unas barrancas a la izquierda, sorprendiese a los que se decia estar emboscados en aquella dirección, y él mismo ocupó una altura que dominaba la hacienda y los puntos en que se habian fortificado los insurgentes, y en ella colocó un obus y dos cañones.

Protegido por el fuego de estos, se acercó a hacer un reconocimiento el teniente coronel D. Francisco Orrantia con el 2° batallon de la Corona, el tercero del fijo de México, doscientos cincuenta caballos de diversos cuerpos y un cañón. Los insurgentes ocupaban las fortificaciones que habian formado alrededor de los edificios de la hacienda, las que consistian en cercas de piedra suelta, y al otro lado del río, sobre el cual había un estrecho puente, estaba la gente que habia venido de Zitácuaro con D. Ramón Rayón, que por la posición que tenia, no podía prestar mucho auxilio al grueso del ejército. Al aproximarse Orrantia a los parapetos, los insurgentes rompieron el fuego, y contestado por los realistas, no pudieron aquellos sostenerse en las cercas de piedra que defendían, porque dando en ellas las balas de artillería, causaban grandísimo estrago con las piedras que hacian saltar y que producian el efecto de la metralla sobre los que estaban guarecidos tras de ellas, lo que observado por Orrantia, mandó que cargasen por dos puntos los batallones de la Corona y México, y con corta resistencia se apoderó de los parapetos.

La accion quedó decidida en menos de media hora: los insurgentes, no teniendo otro punto por donde huir que el estrecho puente que habia sobre el río, se agolparon á él, y habiendo sido muy pronto ocupado por Iturbide, a quien Llano mandó a seguir el alcance con toda la caballería, solo Galiana y Bravo lograron forzar el paso; pero Matamoros fue cojido buscando vado para pasar el río, por un dragon del cuerpo de Frontera, llamado José Eusebio Rodríguez, el cual sin detenerse a quitarle el reloj y otras alhajas apreciables para un soldado, sino solo el sable, lo entregó a un granadero de la Corona, y se dirigió prontamente a protejer a un compañero suyo que lidiaba a corta distancia con dos insurgentes. Iturbide, a cuya escolta pertenecia Rodriguez, habiendole pedido este por todo premio dos meses de licencia para ir a su casa, recomendó tan heroica accion al Virrey, quien mandó se le diesen de gratificación doscientos pesos del fondo de bienes de insurgentes, y que se procediese a comprobar el hecho, según se prevenia en la órden de creación de la cruz de S. Fernando, establecida por las cortes a imitación de la legión de honor de Francia, para premiar con ella tan bizarro comportamiento (9).

Tambien fueron cojidos diez y ocho, entre coroneles, tenientes coroneles y otros jefes de plana mayor, que todos fueron pasados por las armas, reservando solo a Matamoros para que se le juzgase en Valladolid.

Tanto en la accion como en el alcance que Iturbide siguió hasta dos leguas de distancia, fueron muertos unos seiscientos hombres y se hicieron setecientos prisioneros; entre los primeros se contaron dos o tres eclesiásticos, de los cuales solo fue conocido el P. D. Juan Zavala. Rayón con su gente se pudo poner en salvo, hallándose al otro lado del rio. La pérdida de los realistas se redujo a un oficial y cuatro soldados muertos y algunos heridos. Los insurgentes perdieron toda su artillería, que consistia en veintitres cañones de corto calibre, mil fusiles o escopetas, ciento sesenta y tres cajones y noventa y dos tercios de parque, con cantidad de otros pertrechos.

En esta accion, en el ataque de la garita del Zapote, y en las lomas de Santa María, la pérdida de cañones sufrida por los insurgentes, fue de mas de cincuenta piezas. Toda la infantería del ejército real que se halló en la acción de Puruaran, pertenecia a los regimientos de línea de las tropas de Nueva España, sin más excepción que la compañía de marinos. El Virrey premió a los cuerpos que concurrieron a estas acciones, y a la guarnición de Valladolid, con un escudo de distinción, y a Llano que era brigadier, se le declararon las letras de servicio (10).

Iturbide no tuvo premio ninguno particular, quizá porque en aquel tiempo, ascender en tres años de teniente de una compañía de milicias a coronel de un cuerpo, era una cosa tan extraordinaria, que aunque cada grado hubiese sido ganado, como en él se habia verificado, con una accion brillante y lo fuesen tanto las últimas, todavía el Virrey no creyó deber darle un nuevo ascenso sobre los ya obtenidos.

Morelos con solo ciento cincuenta hombres de su escolta se retiró por Coyuca y Juchitlan a Tlacotepec, habiendo reunido en su tránsito hasta mil, de los dispersos de Valladolid y Puruaran con pocas armas. Su gloria militar se eclipsó para no volver a brillar más, habiendo dado pruebas en todos los acontecimientos de esta expedicion de la más completa incapacidad, desmintiendo además la reputación de valor que habia ganado, con su fuga vergonzosa de las lomas de Santa María, y con no haberse encontrado en la acción de Puruaran que imprudente y temerariamente comprometió contra la opinión de todos sus oficiales. Por el contrario, la fama de Iturbide creció cuanto era correspondiente a las acciones con que se habia ilustrado, y en las que un hombre de profundos pensamientos, comenzó a entrever un nuevo peligro para la dominación española en estos paises.

El obispo Abad y Queipo, dando noticia al Virrey Calleja de todo lo ocurrido en el ataque de la garita del Zapote y lomas de Santa María, atribuia como era justo, todo el mérito a Iturbide; pero le decia que aquel jóven estaba lleno de ambición y no seria extraño que andando el tiempo, él mismo fuese el que hubiese de efectuar la independencia de su patria.

Esta carta, con el primer parte de Llano, la conducia oculta un religioso dieguino, que fue detenido por las partidas de Rayón, cuando este marchaba a unirse con Morelos en Puruaran, y aunque Rayón estuvo inclinado a remitirla a Iturbide, para que viese como pensaban de él los mismos a quienes con tanto ardor servia, no llegó a verificarlo (11).

Desde Coyuca propuso Morelos al Virrey, por medio de un europeo a quien dió libertad e hizo conducir a Toluca el cange de Matamoros por doscientos prisioneros del batallón de Asturias y de otros cuerpos expedicionarios que tenia en diversos pueblos de la costa. Esta propuesta que el Virrey recibió tarde (el 5 de Febrero) y de que probablemente no habria hecho tampoco aprecio, aun cuando la hubiese recibido con oportunidad, no pudo impedir que Matamoros fuese condenado a muerte y ejecutado en la plaza de Valladolid en la mañana del 3 de Febrero (12).

En la declaracion que se publicó en su nombre, hecha ante el provisor, Lic. D. Francisco de la Concha, reconoció sus errores y pidió perdón a las autoridades política y eclesiástica, dirigiendo al general Llano una proclama, en la que exhortaba a sus compañeros en la insurrección a apartarse de aquel partido y volver a la obediencia al gobierno.

Mucho se ha dudado de la autenticidad de estos documentos, de que no he podido cerciorarme (13); más parece cierto que si no fueron escritos por el mismo Matamoros, fueron sí firmados por él, lo que no es de extrañar teniendo a la vista la muerte y ocupándose de sus disposiciones cristianas para la eternidad.

Matamoros fue el auxiliar más útil que Morelos tuvo y el jefe más activo y feliz que habia habido en la revolucion; ninguno de los que en ella tomaron parte ganó acciones tales como la de Tonalá contra las fuerzas de Guatemala y la del Palmar, en que fue derrotado y hecho prisionero el batallón de Asturias; en el sitio de Cuautla lo hemos visto salir a viva fuerza de aquel pueblo para procurar introducir víveres en él, y en la toma de Oaxaca tuvo una parte muy principal, habiendo sido constantes sus esfuerzos para organizar tropas y establecer el órden y la disciplina militar entre los insurgentes, por todo lo cual Morelos lo creyó digno de rápidos ascensos, los que sin embargo excitaron no poca rivalidad entre sus compañeros. La pérdida de Matamoros fue por todos estos motivos muy sentida, considerándola irreparable en el estado en que habia quedado la revolucion despues de tantos reveses.

Ella habia recibido el gran golpe que Calleja esperaba darle, y a que se habian dirigido todas sus miras desde que entró a gobernar. Morelos, habiendo intentado salir de aquel espacio fortificado por la naturaleza y defendido por el clima en que se tenia por inexpugnable, habia perdido todas sus fuerzas; su prestigio habia caído; su reputación habia desaparecido, y todo su poder, adquirido en tanto tiempo y por tantos sucesos felices, habia venido a tierra, casi solo con presentarse en otro terreno y delante de otras tropas y otros jefes, que dquellos con que habia combatido hasta entonces.

Era pues llegado el momento de sacar las ventajas que ofrecian tan favorables circunstancias, y de poner en ejecución las medidas combinadas de antemano para recobrar todo lo perdido y para atacar a Morelos en el centro mismo del pais que dominaba. La atención del Virrey se dirigió desde luego a impedir que los dispersos en las acciones de Valladolid y Puruaran se rehiciesen, y para evitarlo circuló en 22 de Enero una órden a todos los comandantes militares, recordando el cumplimiento de la de 18 de Junio del año anterior, por la que se les habia mandado, que luego que tuviesen conocimiento de estarse formando en el territorio de su mando alguna reunión de insurgentes, la atacasen y dispersasen, sin dar tiempo a que engrosase y tomase cuerpo, poniéndose en combinacion si fuese menester, con los comandantes de los distritos inmediatos, y ahora, reiterando más estrechamente estas prevenciones, agregó la de que cuantos fuesen aprehendidos con armas o sin ellas, constando que habian hecho parte de las fuerzas de Morelos, fuesen desde luego fusilados sin forma de proceso, en cualquier número que fuesen, publicando por bando en todos los lugares del distrito respectivo, que todas las personas que tuviesen noticia de hallarse en él, individuos regresados del ejército de Morelos que no hubiesen pedido indulto, el cual solo se concederia pur órden del Virrey, los denunciasen y entregasen a la jurisdicción militar, so pena de ser tenidos y castigados como sospechosos de infidencia si los encubriesen, abrigasen o no los delatasen inmediatamente (14).

Esta órden que después se explicó en términos que no se impidiese la presentacion al indulto, tuvo todo su cumplimiento, y la persecución en todos los distritos militares fue más activa que nunca; por efecto de ella, Arroyo que huía con otros de Valladolid por caminos extraviados y se dirigia a la provincia de Puebla pasando por entre los volcanes, estuvo en riesgo de ser cojido por D. Diego Paez de Mendoza, indio noble y decidido por la causa real, que mandaba los patriotas de Ameca, quien lo derrotó tomándole su equipaje y en él su uniforme de mariscal de campo (15).

Calleja para reforzar la guarnicion de la capital, de la que se habian sacado algunos de los cuerpos que se destinaron a formar el ejército del Norte, hizo marchar a ella bajo el mando del coronel Aguila, los batallones de Castilla y América y los escuadrones de dragones de España que estaban en Puebla (16), en cuya provincia no habia cuidado por entonces, habiendo llamado Morelos a Bravo y a Matamoros para que lo acompañasen a Valladolid. De esta manera tenia también una reserva en México para atender a donde conviniese, sin retirar fuerzas ningunas del Sur, que era donde habian de ejecutarse las operaciones principales de su plan. Para dar principio a ellas, luego que supo el resultado de las acciones de Valladolid y de Puruaran, dió órden al teniente coronel Armijo, en quien recayó el mando de la sección del Sur, habiéndose retirado a México, como en su lugar dijimos, el brigadier Moreno Daoiz, para que pasase el Mescala y marchase a Chilpancingo. Armijo (17), amenazando al pueblo de Mescala con una corta fuerza al mando de D. Cristóbal Huber, (e) como si intentase pasar por allí el rio, cuya defensa estaba encargada a D. Víctor Bravo, se dirijió a los vados de Oapan, seis leguas más abajo, con una división de quinientos infantes de los batallones de Santo Domingo, Fernando VII de línea, Sur y Mixto, y cien caballos del segundo escuadrón de Fieles del Potosí y de el Sur, y al amanecer del 21 se presentó de improviso en la ribera del rio, cuyo paso intentaron defender los insurgentes que tenian tres cañones en la orilla opuesta. Annijo mandó que lo atravesase parte de la caballería a nado y alguna infantería en las balsas que pudo disponer de pronto; Encarnación Mesa, cabo de los Fieles del Potosí, cuyo cuerpo parece estaba destinado en esta guerra a obtener en todas partes la primacía del valor, fue el primero en echarse al agua; hízolo tambien Huber con su guerrilla, que en la noche se habia reunido a la división después de desempeñar su comisión en Mescala, y los siguió el subteniente de la Corona Argumosa con los infantes embarcados en las balsas, uniéndoseles luego el capital Miota con su compañía de Fieles.

Los insurgentes, se sostuvieron por algún tiempo, pero por fin abandonaron los tres cañones pequeños que tenian y se pusieron en fuga, habiendo sufrido bastante pérdida. Armijo acabó de trasladar su division a la orilla izquierda, y mandó que el teniente coronel D. Francisco Gonzalez, se dirigiese al pueblo de Mescala para destruir las fortificaciones que creía abandonadas y que habian sido construidas por D. Víctor Bravo; pero a poco andar se encontró con este, que salia a recibirlo con quinientos a seiscientos hombres; empeñada la acción, Armijo, oyendo el fuego de cañón, marchó con el resto de la división en auxilio de Gonzalez, más llegó cuando este habia ya derrotado enteramente a Bravo, quien huyó abandonando dos cañones que tenia. Su gente se desbandó y parte se arrojó al rio, dejando noventa y cinco prisioneros en poder de los realistas (18).

Quedaba con esto abierto el paso a Chilpancingo, lugar de la residencía del congreso. En este, luego que se tuvo conocimiento del desastre de Puruaran, se renovaron todas las rivalidades que el poder y respeto de Morelos habia comprimido, y Rayón manifestó su resolución de separarse para recobrar su antigua autoridad, por lo que el congreso, con el fin de evitar otros males, lo comisionó para que fuese a encargarse de la defensa de la provincia de Oaxaca y sus limítrofes de Veracruz, Puebla y norte de México; providencia desacertada, pues en ellas no tenia Rayón ni relaciones ni influencia, y que Morelos tuvo muy a mal cuando la supo estando en Coyuca (19).

Rayón se puso en camino para Oaxaca el 18 de Enero, llevando en su compañía al canónigo S. Martin, nombrado vicario general del ejército y a algunos individuos más con una pequeña escolta, y atravesando por la Mixteca, llegó el 29 á Huajuapan, en donde lo recibió D. Manuel Terán que estaba situado en aquel punto de órden de Morelos, para observar los movimientos de los realistas de Puebla, con cuyo objeto se le hizo retroceder desde Chilpancingo, estando en marcha para la expedición de Valladolid, y aunque el nombramiento de Rayón careciese del requisito de haber sido comunicado por Morelos, como se previno debian serlo todas las órdenes superiores cuando aquel fue nombrado generalísimo, Terán, que dependia del comandante general de Oaxaca Rocha, recibió órden de este para reconocerlo, y de Rayón para organizar un cuerpo de infantería para cubrir aquelia frontera de la provincia (20).

La autoridad del congreso no habia sido nunca determinada ni definida, y por esto se habia dudado qué nombre habia de tomar aquella corporacion (21); considerada como una ampliación de la junta primitiva de Zitácuaro, ejercia como aquella todos los poderes; pero conferido por ella misma el ejecutivo a Morelos, no debia ejercer facultades gubernativas. Sin embargo, nunca estas distinciones, imposibles en la práctica, habian sido bien entendidas por los individuos que componian aquel cuerpo, y en esta vez, ausente Morelos y aun ignorándose su paradero, las circunstancias lo obligaban a dictar las medidas gubernativas indispensables para la defensa.

Desde principios de Enero habia comisionado a D. Francisco Arroyabe, el mismo que habia sido en México elector para nombrar el primer ayuntamiento popular y que habia extraido del colegio de Belen a Doña Leona Vicario (22), para que con D. Vazquez Aldana, que como él habia servido en el ejército real, en el que Arroyabe habia obtenido el grado de teniente coronel de dragones, hiciesen un reconocimiento del castillo de Acapulco y de sus medios de defensa. El informe que dieron fue muy poco satisfactorio, pues de él resultaba que no existian ni víveres ni municiones, habiendo sido consumidos los primeros y llevádose Morelps las segundas y alguna de su artillería para la expedición de Valladolid; que la corta guarnicion que habia se hallaba descontenta, porque el escaso sueldo que recibia era en cobre, y el intendente Ayala que hacia el tráfico de proveedor nada vendia a los soldados sino a plata, y que las fortificaciones se hallaban en tal estado de abandono, que no se veian hasta estar dentro de ellas, pues estaban cubiertas de arbustos y maleza, como si fuesen un bosque, en vista de lo cual el congreso acordó que Liceaga fuese a aquella plaza a disponer lo que conviniese.

Multiplicábanse los agentes del gobierno, particularmente eclesiásticos, que con diversos pretextos se introducian mas allá del Mescala, y al uno de ellos, Fr. Mariano Ramirez, agustino, natural del Perú, que iba de cura interino a Acapulco, nombrado por el arzobispo Bergosa, se le cogió una carta que el Virrey Calleja escribia a Galiana, ofreciéndole el empleo de coronel si se indultaba (23).

El peligro pues crecia por momentos, y en tales circunstancias el congreso resolvió el 22 de Enero trasladarse al pueblo de Tlacotepec, mas distante del enemigo, en el que volvió a abrir sus sesiones el 29 del mismo mes (24), reducido a solos cinco individuos que eran el Dr. Verdusco, Liceaga, Quintana, Herrera y el Dr. Cos, el primero y los dos últimos eclesiásticos, porque los dos diputados Crespo y D. Carlos Bustamante, en medio de la precipitación y desórden con que la traslación se hizo, se separaron con dirección a Oaxaca, el primero para volver a su pais y el segundo para seguir a Rayón, con quien se reunió en Huajuapan.

No por haber mudado de lugar mejoró mucho la posición del congreso; no contaba para su defensa más que con cuatrocientos hombres que tenia a sus órdenes el teniente coronel D. Vicente Guerrero, y sus recursos se reducian a diez mil y pico de pesos en moneda de cobre, que el tesorero Berazaluce sacó de Chilpancingo y tuvo que dejar en el camino por falta de mulas en que conducirlos; treinta y seis resmas de papel y el maiz del diezmo que estaba en Chilpancingo, que aunque se mandó hacer con él totopo (25), no habia gente para ello, pues toda habia huido a los montes. El congreso mandó volviesen a su seno los diputados Crespo y Bustamante que se habian ausentado de resultas de la impresion que ocasionaron en sus ánimos los motivos que obligaron a aquel augusto cuerpo a decretar su reunión en aquel pueblo (26); negó a Verdusco el permiso que pedia para retirarse a vivir privadamente en su provincia de Michoacan, aunque ofrecia seguir haciendo sus esfuerzos en favor de la causa que defendia y se creía que con su presencia en aquella provincia y la de Cos en Guanajuato, se remediarian los males que ambas sufrian, habiendo manifestado Liceaga en un largo discurso en la sesion de 14 de Febrero: que ambas se hallaban expuestas a perderse, y contrayéndose a hechos particulares, delineó con los coloridos más negros y feos, un cuadro odioso y abominable de los comandantes y mandarines de aquel distrito, proponiendo como el único remedio para reprimir sus concusiones, y para hacer producir a la hacienda nacional de aquellos paises, las cuantiosas sumas con que padia contribuir al socorro de las necesidades del Estado, que aquellos diputados fuesen comisionados a ellas con amplias y omnímodas facultades (27), habiéndose ya resuelto con respecto a D. Tomás Valtierra Salmeron, que se titulaba brigadier y tenia asolado el bajio de Guanajuato, teniendo presente la mala fama del susodicho, por las maldades inauditas y atroces con que tiene llena de terror aquella comarca en donde tiene desacreditada la causa que defendemos, porque se ha hecho aun mas terrible y odioso que los mismos gachupines (28), que le formase causa el comandante más inmediato que lo era D. Fernando Rosas y diese cuenta con ella; más como aun permaneciendo en el congreso Verdusco y Cos, posponiendo al objeto de mantener este reunido cualquiera otra consideración, bastaba alguna indisposición pasajera de salud de alguno de los miembros para que no pudiese haber sesión, se declaró que estas se tuviesen con los diputados que pudiesen concurrir, aunque no llegasen a los cinco que el reglamento prescribia (29).

Para ponerse en estado de defensa y rechazar a Armijo al otro lado del Mescala, dispuso el congreso que los dispersos de la gente de D. Víctor Bravo, se reuniesen a la que Guerrero tenia y a la que se decia marchaba con D. Nicolás Bravo. Guerrero se puso en camino para unirse con estas tropas, pero todo fue en vano, pues él mismo dió parte de que Armijo habia ocupado ya a Tixtla, Chilapa y Chilpancingo (30) y que avanzaba hácia Acapulco, exagerando mucho las fuerzas que traía, y D. Víctor Bravo añadió que el mismo Armijo llegaría hasta donde quisiese, pues no habia medio alguno de impedírselo. No quedaba pues otra esperanza que la venida de Morelos, quien dando parte de su marcha, habia asegurado al congreso desde Ajuchitlan, que dejaba cubierto con más de dos mil hombres el lado de Carácuaro, por donde se temia se acercasen los realistas, y que con igual número se encaminaba a proteger a aquel cuerpo por el rumbo de Chilpancingo (31).

Al mismo tiempo avisó, que con motivo de haber sido hecho prisionero Matamoros en la batalla de Puruaran, y siendo muy probable que se le quitase la vida, no obstante el canje que habia propuesto al Virrey, a quien llama el primer jefe de los tiranos, habia nombrado por su segundo al Lic. D. Juan Nepomuceno Rosains, dándole el empleo de teniente genera1 (32).

El congreso recibió mal esta medida, la cual causó mucho descontento entre los que se llamaban militares, que veian ascendido momentáneamente sobre todos ellos a un hombre, cuya profesion no habian sido nunca las armas (33). El mismo Rosains temiendo esta rivalidad, resistió segun dice, por algunos dias aceptar el empleo, que admitió por fin en Ajuchitlan, y Morelos lo dió a reconocer a la poca gente que lo seguia.

Llegado este a Tlacotepec y sabida la ejecución de Matamoros, acordó con el congreso que se diese muerte a los doscientos y tres prisioneros españoles que tenia distribuidos en diversos lugares de las cercanías de Acapulco y otros puntos de la costa (34). Rayón dando aviso al congreso desde Huajuapan, (4 de Febrero) de haber mandado fusilar al teniente Ablanedo y a otros tres individuos que hizo prisioneros (35) Rocha en un reencuentro en Iztapa (36), aconsejó se hiciese lo mismo con todos los prisioneros españoles confinados en la costa, mediante haber visto en las Gacetas del gobierno de México, que Llano habia mandado fusilar a todos los que cojió en Valladolid. Los prisioneros realistas no debian a la verdad prometerse otra suerte después de tales ejecuciones, pues los insurgentes usando de represalias, no podian admitir el principio que Calleja queria establecer en sus proclamas y Gacetas, de que sólo el gobierno tenia el derecho de castigarlos, no considerándolos como enemigos, sino como rebeldes contra su rey; pero todavía semejantes hechos parecen menos atroces, cuando son efecto de una órden de un jefe militar en el campo de batalla en el calor de una acción, que cuando proceden de la fria deliberación de un congreso de cinco individuos, de los cuales tres eran eclesiásticos.

Morelos sin embargo, no llevó a efecto por entonces esta cruel resolución, que tuvo su cumplimiento algunos dias después, como en su lugar veremos.

El congreso poco satisfecho de Morelos, queria que dejase el poder ejecutivo, y aun se aseguraba que Rayón habia dicho que era menester mandarlo a decir misas a su parroquia de Carácuaro, pero ninguno se atrevia a decírselo directamente; al llegar a Tlacotepec, el diputado Herrera salió a recibirlo a media legua de distancia, y se insinuó sobre este particular con Rosains, para que sondease sus disposiciones. Morelos no manifestó repugnancia alguna y antes bien contestó, que si no se le creia útil como general, serviria de buena voluntad como soldado.

El congreso tomó a su cargo ejercer el poder ejecutivo, reservando a Morelos el mando militar, aunque solo quedó bajo sus órdenes su escolta, compuesta de ciento cincuenta hombres, porque el mismo congreso distribuyó la gente que habia, de una manera que Morelos tuvo por desacertada, y este fue el principio de sus desavenencias con aquel cuerpo (37).

Mientras esto pasaba en Tlacotepec, Armijo marchaba sobre aquel pueblo, dirigiéndose desde Tixtla por Zumpango del Rio a Chichihualco (38), que como varias veces se ha dicho, es una hacienda perteneciente a los Bravos. Habíanse reunido en este punto las fuerzas de Galiana, y de los dos Bravos, D. Víctor y D. Nicolás, con las que mandaba Guerrero, lo que hacia un total de unos mil seiscientos hombres, aunque con pocas armas útiles: el mando superior lo tenia Rosains, que iba a hacer en esta vez el primer ensavo de su capacidad como militar. Para defender el paso que dominaban unas cumbres en que era fácil sostenerse, se situó en ellas Guerrero con su gente, la que huyó sin disparar un tiro dejando sus ranchos en el fuego, al aproximarse en la tarde del 18 la vanguardia de los realistas, mandada por el mayor del batallón de Fernando VII de línea D. Francisco Avila.

Armijo acampó aquella noche a la vista de la hacienda, y Rosains, en una junta de jefes que celebró, creyendo imposible sostenerse, propuso retirarse a la loma del Limón; todos fueron de la misma opinion, excepto Galiana, que más resentido que los otros por el nombramiento de Rosains, dijo que no retrocederian sin pelear, y que allí mismo habia ganado una acción con sus soldados desnudos, por estarse bañando (39).

Rosains ofendido por estas pálabras, ne quiso se le tuviese por cobarde y tomó sus disposiciones para el combate. Armijo en la mañana del 19, destacó al mayor Avila con cuatrocientos infantes y cincuenta caballos, para que apoderándose de las alturas de su izquierda, flanquease la derecha de los insurgentes y amenazase su retaguardia, dirigiéndose él mismo por la derecha con el resto de su división. Los insurgentes se pusieron en fuga a los primeros tiros de la artillería de Armijo; Galiana no correspondió con sus hechos a su jactancia, y Rosains con Victoria que lo acompañaba y algunos pocos, pudo apenas ponerse en salvo, perseguido por una partida de caballería de los realistas.

No se detuvo Armijo en Chichihualco más de lo preciso para disponer su salida de improviso con trescientos infantes y ciento cincuenta caballos, disfrazando a su gente para que a su vista pudiesen engañarse los insurgentes teniéndola por suya; con este ardid y verificando su salida a las ocho de la noche del 21, esperaba sorprender a Morelos y al congreso, que con increible temeridad permanecian todavía en Tlacotepec (40); pero aunque marchó durante tres noches y dos dias, sin más interrupción que las horas de preciso descanso, al llegar a aquel punto en la mañana del 24 supo que avisados por sus espías, se habian retirado los individuos del congreso desde la tarde anterior al rancho de las Animas, a distancia de dos leguas, habiéndolo verificado tambien Morelos en aquella mañana con sesenta hombres de su escolta y otros trescientos desarmados (41).

Armijo sin detenerse un momento, mandó en su alcance dos partidas de caballería, la una de Fieles del Potosí a las órdenes del subteniente D. Pablo Martinez, y otra del escuadron del Sur a las del ayudante D. Cristóbal Huber. La posición del rancho hizo que fuesen descubiertas desde léjos, con lo que todos se pusieron en fuga, abandonando el archivo y sello del congreso, correspondencia de Morelos, equipajes y municiones, siendo perseguidos tan de cerca, que Morelos habria sido sin duda cojido sin la heroicidad del coronel Ramirez, que haciéndose fuerte con algunos de su escolta en un paraje ventajoso, se sostuvo a costa de su vida, dándole tiempo para mudar caballo y ganar una ventaja tal, que fuese ya imposible alcanzarlo, habiendo tomado tambien la precaución de arrojar el vestido por el que podia ser conocido. Sin embargo, fue perseguido vivamente hasta el pueblo de Huehuetlan, desde donde se desistió de seguirlo, sabiendo que se habia internado en la sierra, y pasando por Coronilla siguió hasta Acapulco, a donde llegó a principios de Marzo.

Entre los varios artículos de que los realistas se hicieron dueños en las Animas, se cuenta el retrato de Morelos, pintado al óleo, del que se ha sacado el que se ha puesto en el tomo 3° de esta obra; el pectoral del obispo de Puebla; el uniforme de capitán general con dos bandas, la una encarnada correspondiente a aquel grado, y otra azul de generalísimo; otro de teniente general con botones de oro macizo; la espalda, bastón y sombrero armado con galones y plumas, todo lo cual se remitió al Virrey, quien mandó a España, con fé de embarque de escribano, el uniforme de capitán general y distintivos anexos que se han colocado en el museo de artillería de Madrid. Las demás alhajas y otros efectos, que no eran útiles para uso de la guerra, se repartieron entre la oficialidad y tropa, segun lo prevenido en un reglamento que formó el conde de Castro Terreño en 24 de Abril del año anterior, y fue aprobado por el Virrey en 29 de Diciembre del mismo; su valor se reguló en 12.481 pesos 2 reales (42).

Cojiéronse ademas dos juegos de vasos sagrados, el uno de oro y el otro de plata de la capilla de campaña de Morelos, los cuales dice Armijo en su parte, que iba a enviar a la catedral de Puebla, por tener noticia de ser pertenecientes a aquella diócesis. El archivo y de más papeles, fueron remitidos a la secretaría del virreinato, y conservándose ahora en su mayor parte en el archivo general, han sido los materiales más importantes que he consultado para escribir esta obra. Las armas que se recojieron se distribuyeron a los patriotas realistas, que se establecieron por el capitan D. Francisco Berdejo en los pueblos de Yoyotla, la Laguna y otros, cuyos vecinos ayudaron a perseguir a los fugitivos, de los cuales mataron a algunos y presentaron a otros, obligándose a continuar defendiendo con ellas aquellos distritos.

Hiciéronse treinta y ocho prisioneros, que fueron juzgados en consejo de guerra de oficiales y condenados por este a la pena capital que se ejecutó inmediatamente. Entre ellos se hallaba D. Salvador Rejón, venido de Campeche, que hacia de comandante de artillería entre los insurgentes, a los que se habia pasado, siendo oficial del batallón de Castilla, y D. José Carlos Enriquez del Castillo, secretario del congreso, cuya ejecución mandó suspender Armijo, enviándolo al Virrey, por si podian sacarse de él algunas noticias importantes, mas sea que no lo fuesen o que no quiso declarar ningunas (43), antes de llegar a México fué fusilado en San Agustin de las Cuevas. Rosains se separó de Morelos y se dirigió a Ajuchitlan a dónde se habian retirado los individuos del congreso, y llegó tan falto de ropa, que fue menester que Herrera lo habilitase con alguna de la de su uso (44). Allí se le confirmó el despacho de comandante general de Puebla, Veracruz. Oaxaca y Norte de México, y se expidieron por el secretario del congreso Ortiz de Zárate las órdenes, para que en todas partes fuese reconocido. Marchó luego a Sultepec, acompañándole Victoria y algunos otros, y atravesando entre mil riesgos y privaciones por las montañas que rodean los valles de Toluca y México, llegó a las inmediaciones de S. Agustin de las Cuevas, y de aquí pasó cerca de Ameca en donde se entraron a indultar seis de sus soldados, con lo que tuvo que acelerar el paso hasta llegar a Huamantla, en donde ya se consideró seguro.

Poco tiempo después de la instalación del congreso, se habia acordado aumentar el número de sus vocales, y por considerar que el hacerlo era propio del poder ejecutivo, se declaró que este nombramiento pertenecía al generalísimo Morelos, que ejercia aquel poder, lo que prueba qué escasa idea tenian los diputados de aquel congreso, de la división y naturaleza de los poderes o brazos principales de la administración (45).

No habiéndose verificado el nombramiento por Morelos, y destituido este del poder ejecutivo, resolvió el congreso, antes de salir de Tlacotepec, proceder a hacerlo por sí mismo, aunque por este hecho los nombrados careciesen de investidura de las provincias de que se decian representantes.

Quedó pues compuesto este cuerpo de la manera siguiente, comprendiendo a los ausentes que continuaron considerados como miembros de él:

D. José María Liceaga, diputado por Guanajuato, presidente, cuyo empleo se sorteaba cada tres meses:
Lic. D. Carlos María de Bustamante, diputado por México, vice-presidente;
Lic. D. Ignacio Lopez Rayón, por Nueva Galicia;
Dr. D. José Sixto Verdusco, por Michoacán;
D. José María Morelos, por el Nuevo reino de León;
Dr. D. José María Cos, por Zacatecas;
Lic. D. Manuel Sabina Crespo, por Oaxaca;
Lic. D. José Manuel Herrera, por Tecpam;
Lic. D. Manuel Alderete y Soria, por Querétaro;
Lic. D. Andrés Quintana, por Yucatán;
D. Camelia Ortiz de Zárate, por Tlaxcala;
Lic. D. José Sotero Castañeda, por Durango;
D. José María Ponce de León, por Sonora;
Dr. D. Francisco Argandar, por S. Luis Potosí;
Canónigo D. José de S. Martin, no se dice por qué provincia, y;
D. Antonio de Sesma, por Puebla.

Nombró también el congreso intendentes para diversas provincias; comandantes generales a Rayón para Técpam y Oaxaca; a Rosains para Puebla y Veracruz (46), y a Cos para Michoacán y Guanajuato.

Aunque el congreso se habia propuesto detenerse en Tlalchapa para ocuparse en hacer una Constitución provisional, no creyéndose seguro en aquel punto, se internó por la tierra caliente del Sur hasta fijarse en Uruápan, en donde tendremos que ocuparnos de sus nuevas vicisitudes.


Notas

(1) Para el ataque de Valladolid y acción de las lomas de Santa María, he seguido las declaraciones de Morelos en su causa; la Relación histórica de Rosains, impresa en Puebla en Enero de 1823, varias veces citada en esta obra; las noticias particulares que me han dado varios jefes que se hallaron en estas acciones, y los partes de Llano e Iturbide, insertos en el tomo 5° de Gacetas del gobierno, fol. 9 y 181, y el de Landázuri, fol. 79.

(2) Aunque en el tomo 3° fol. 316 se dió a Landázuri por español europeo, y por tal lo tuvo Morelos al dirigirle la intimación inserta en e1 apéndice al mismo tomo, fol. 620, era americano nativo de Lima, según la Gaceta de 22 de Enero de 1814, tomo 5°, núm. 515, fol. 87.

(3) Los lanceros de Orrantia se incorporaron después en los Fieles del Potosí formando el 5° o 6° escuadrón de aquel cuerpo, pero no hacian parte de él todavia.

(4) Dice Rosains, que la gente de Morelos, teniendo por enemiga a la del P. Navarrete que llegó en esta sazón, rompió el fuego sobre ella y que esta fue la causa del desórden: Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 418, copia á Rosains, pero no he creido suficientes estas autoridades para referir en el texto este hecho.

(5) Rosains dice, que Morelos estaba sin más compañía que D. Juan N. Almonte y el P. Gomez, a quien con equivocación da el nombre de Gutierrez, cuando este fue herido, atravesándole los riñones con un tiro uno de los tres Fieles del Potosí que lo seguian sin que Morelos los conociese, y que entonces Rosains mató a dos con sus pistolas, y al tercero, el Lic. Argüelles, que se habia unido a Morelos poco rato antes. Se puede desconfiar un poco de esta y otras noticias de Rosains, que otros contradicen, y en las que sin duda hay muchos errores o equivocaciones.

(6) Véase t. 3° fol. 365. Antes de dar Morelos esta orden por escrito la habia dado de palabra a Matamoros, lo que prueba la importancia que atribuia a esta pueril estratagema, pues en otra de 20 de Diciembre, fecha en Llano grande y publicada en la Gaceta de 5 de Mayo de 1814, tomo 5°, núm. 562, fol. 468, dice a Matamoros: Mandará V. E. recoger el carbón de pino que se haga esta noche con las lumbres, para que llevándolo en costales se pueda moler en Acuitzio mañana, para la tiznada que tenemos dicho, regulando un costal para cada regimiento. D. Cárlos Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 417, atribuye el desórden que se introdujo en el campo de Morelos, a que habiendo cojido aquella orden los realistas, la tropa que salió con Iturbide llevaba la cara tiznada y no fue conocida. ¡Podrá darse tal credulidad!

(7) Después de tal acción, tenia sin duda este bizarro jefe el derecho de preguntar, como lo hizo, lleno de noble indignacion a un amigo suyo, en carta escrita después de la toma de México por el ejército norteamericano. en Septiembre de 1847, en que la caballería mexicana hizo tan triste papel: ¿Qué? ¿Ya no hay caballeria mexicana? ¿Ya no hay hombres como los Fieles del Potosí?

(8) Me apoyo en los mismos datos citados al principio de este capitulo para la relación de esta batalla. El primer parte de Llano dado en el mismo Puruaran el 7, se publicó en la Gaceta núm. 515 de 22 de Enero, fol. 77: el 2° su fecha en Valladolid el 20 de Enero, se insertó en la Gaceta extraordinaria de 30 del mismo, núm. 519, fol. 118: aunque en él se hace referencia a un plano que debió acompañarlo, en el oficio de remisión se dice que se reservaba el enviarlo por ocasión mas segura. Habiéndolo buscado en el archivo general no se ha encontrado, por lo que parece que no llegó a remitirse o que se extravió.

(9) Oficio de Iturbide de 1° de Mayo en San Felipe, dirigido al Virrey y decreto de este de 19 de Junio, insertos ambos en la Gaceta de 30 de Junio, núm. 592, fol. 706.

(10) Gaceta núm. 227 de 15 de Febrero, fol. 188. El grado de brigadier era una cosa honorífica, pero que no daba el carácter de general, que se obtenia teniendo las letras. Los primeros llevaban en la bocamanga un bordado de plata con los tres galones de coronel: en los brigadieres con letras, el bordado era de oro y lo llevaban tambien en el cuello.

(11) Me lo han asegurado así el general Tornel, que se hallaba entonces con Rayón, como más adelante veremos.

(12) El oficial que mandaba la escolta que condujo a Matamoros al cadalso e hizo la ejecución, fue D. Antonio Esnaurrizar, que era entonces teniente de la Corona, y después ha sido ministro de la tesorería general, y ha muerto poco tiempo ha. En la misma mañana de la ejecución, los adictos a la revolución en Valladolid, hicieron celebrar con otro pretexto un servicios fúnebre por Matamoros, en la tercera órden de S. Francisco de aquella ciudad, y un vecino de la misma conservó el pañuelo empapado en la sangre de aquel, con que le fueron vendados los ojos para el acto de fusilarlo, que ahora está en poder del general Tornel.

(13) Llano, en el oficio de 3 de Febrero, dia de la ejecucion, con que remitió al Virrey el manifiesto de Matamoros, publicado en la Gaceta de 12 del mismo mes, número 526, con todo lo demás relativo, dice que lo manda original, lo que no habria hecho si fuese supuesto; sin embargo, habiéndolo buscado en el archivo general, no se ha encontrado. Por el estilo pedante de este documento, parece cosa que escribió algun otro y la firmó Matamoros, porque no escribe así quien va a morir dentro de media hora. Véanse por el contrario en el apéndice al tomo 2°, documentos núms. 14 y 15, las manifestaciones de Hidalgo y de D. Juan Aldama, que tienen por el contrario, todo el carácter de originales y propias de la circunstancia.

(14) Gaceta núm. 518 de 29 de Enero, fol. 110.

(15) En la misma Gaceta, fol. 109.

(16) Entraron en México en la noche del 31 de Diciembre. Diario manuscrito de Arechederreta.

(17) Véanse los partes de Armijo en el suplemento a la Gaceta de 29 de Enero, y en la extraordinaria de 30 del mismo, núm. 519, fol. 115.

(18) El parte de Gonzalez con el pormenor de esta acción, se insertó en la Gaceta de 5 de Febrero, núm. 523, fol. 147.

(19) Rosains en su Justa repulsa refiere el suceso de este modo: Apenas supo (Rayón) de la derrota de Valladolid y que el enemigo se aproximaba á Chilpancingo, cuando se presentó de botas, mandó liar sus equipajes y protestó que ninguna fuerza humana lo contendria para volver a su mando. En tal conflicto el congreso resolvió, como medio más prudente, destinarlo a Oaxaca, donde sin conexiones ni aduladores, pudiese dar ménos vuelo a sus miras ambiciosas. Solo el Sr. Morelos dijo en Coyuca, Valia más que volviese donde lo conocen, que a donde vaya a seducir a los soldados que yo he creado y perder en un dia el fruto de mis fatigas. El secretario de Rayón en su diario dice en el art. del 17 de Enero. Por las funestas noticias recibidas en los dias anteriores, acerca del destrozo que en Valladolid y sus contornos sufrió el ejército del Sr. Morelos, tuvo el congreso sesión extraordinaria, en la que con presencia de las resultas peligrosas que seguirian a tal acaecimiento, se acordó nombrar a S. E. para que, ejerciendo la autoridad con que unánimemente lo han revestido los pueblos, y de lo que sólo las intrigas y supercherías de una negra ambición pudieron despojarlo, acudiese a la defensa y resguardo de la provincia de Oaxaca y sus limítrofes, promoviendo cuantos medios creyere ordenados a la consecución de este fin interesante. A consecuencia, se hicieron los aprestos para marchar mañana.

(20) Primera manifestacion de Terán, fol. 5. Este era entonces teniente coronel y no coronel, como por equivocación se ha dicho en los dos tomos anteriores.

(21) En la acta de la sesión de 22 de Octubre de 1813 se dice: dijo el Sr. Quintana que ya tenia concluido el manifiesto, pero que deseaba oir a los demás vocales sobre varias proposiciones, especialmente sobre si se llamaria la junta (el congreso) gubernativa. Hubo sobre esto varios debates, pero quedó resuelto que esta denominación se le aplicase, supuesto que lo gubernativo, le conviene por su naturaleza; y en la del 23 se acordó que el encabezamiento que debe usarse para anunciar las leyes es con esta fórmula: El supremo congreso gubernativo de la América septentrional, etc., y para los decretos y nombramientos particulares la siguiente: El supremo congreso nacional americano. Gaceta de 19 de Octubre de 1815, núm. 808, fol. 1105, con referencia a las actas originales existentes en la secretaría del vireinato.

(22) Véase tomo 3°, fol 184, con referencia al Apéndice documento número 6 y fol. 262 del mismo volúmen.

(23) Así lo dice Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3, fol. 9, asegurando haber visto la carta. Me lo hará dudar el que dice ser toda de letra de Calleja, y en ella nota errores groseros de ortografía, siendo Calleja hombre de instrucción y que escribia y hablaba correctamente.

(24) Tengo a la vista las actas aunque incompletas, porque siendo dos los secretarios Ortiz de Zárate y Enriquez del Castillo, cada uno llevaba en cuaderno separado las que extendia. Yo tengo el de Castillo, que me ha franqueado el Sr. D. Manuel Bonilla.

(25) Se llama totopo, el maiz hecho tortilla y secada esta al fuego: dura mucho y se usa como la galleta para provisión de marchas en la tierra caliente. Viene de la palabra mexicana Totopochitle, cosa muy tostada. Diccionario de Molina.

(26) Así se dice en la acta de la sesion de 14 de Febrero.

(27) Acta de la sesion de aquel dia.

(28) Id. de la de 30 de Enero en la noche. No parece que exageraban mucho los realistas cuando llamaban a todos estos jefes del bajío ladrones y asesinos; y así eran los de otras partes, con poquísimas excepciones.

(29) Acta de la sesion de 14 de Febrero.

(30) Su parte de Chichihualco fecha 8 de Febrero, unido a la acta de la sesion del congreso de 1° de Febrero.

(31) Oficio de Morelos al congreso de 1° de Febrero, unido a la acta de la sesion de 3 de Febrero.

(32) Diverso oficio de la misma fecha, unido a la misma acta.

(33) Rosains se califica a sí mismo de diplomático. Relacion histórica.

(34) Declaración de Morelos en su causa.

(35) Diario de Rayón en el 4 de Febrero. Procesólos D. Manuel Teran. Este diario que tan útil me ha sido, acaba el 6 del mismo mes.

(36) Entiendo que fue el tiroteo con D. Melchor Alvarez, de que habla la Gaceta de 10 de Febrero, núm. 525, fol. 167.

(37) Declaracion de Morelos en su causa.

(38) Para la acción de Chichihualco y fuga de Tlacotepec, sigo lo que dice Rosains en su Relación histórica, y los partes de Armijo insertos en las Gacetas del gobierno de 3 de Marzo, núm. 534, fol. 237, 12 del mismo, núm. 536, fol. 269 y 2 de Abril, núm. 548, fol. 349, además de otras noticias particulares fidedignas y las declaraciones de Morelos en su causa. Véase además en el apéndice documento número 1, una relación de esta acción dada por uno de los principales jefes de los insurgentes que se halló en ella.

(39) Véase tomo 2° de esta obra, fol. 215.

(40) Parte de Armijo en la Gaceta de 2 de Abril, núm. 548, fol. 356, y declaraciones de Morelos. Rosains en su Relacion histórica, sólo dice con relacion á este suceso: Contra cuanto sugiere la prudencia, nos detuvimos en Tlacotepec, y perdimos en las Animas hasta las esperanzas de recuperarnos.

(41) Así lo dice Morelos en sus declaraciones; Armijo en su parte asienta que todos se retiraron desde la tarde anterior.

(42) Se dijo desde entonces que el botin fue mayor, y que el más aprovechado en él habia sido el mismo Armijo, siendo este el principio de la riqueza que después tuvo, pues compró en la provincia de San Luis las haciendas de la mujer de Calleja, cuando éste se retiró a España.

(43) Así lo dice Bustamante, quien por este motivo le dedicó el núm. 1° de su periódico La Abispa de Chilpancingo.

(44) Todo esto está tomado de su Relacion histórica.

(45) Acta de la sesion del 8 de Octubre. Se promovió el aumento de vocales, y se discutió quien debia nombrar los suplentes, si el congreso o el generalísimo, y quedó indecisa la cuestión. Dia 9. Continuó la discusion de ayer y después de algunos debates quedó resuelto que era ejecutivo el nombramiento de vocales, y que pertenecía al Sr. generalísimo. Actas del congreso, Gaceta de 19 de Octubre de 1815, núm. 808, fol. 1105.

(46) Todo se ha tomado de Bustamante, tomo 3°, fol. 70, con referencia a apunte de D. José Sotero Castañeda, más parece que hay alguna equivocación, pues Rosains en su Relación dice que fue nombrado tambien para Oaxaca, y si se hubiera hecho esta distinción en los mandos conferidos a Rayón y Rosains, no hubiera habido motivo para las disensiones que entre ellos se suscitaron, y que tanta materia darán para los siguientes capítulos.
Índice de Desde el ataque de Valladolid y batalla de Puruaran hasta la mitad del año 1815 de Lucas AlamánPresentacion de Chantal López y Omar CortésCapítulo segundoBiblioteca Virtual Antorcha