Índice de Desde el ataque de Valladolid y batalla de Puruaran hasta la mitad del año 1815 de Lucas AlamánCapítulo segundoCapítulo cuartoBiblioteca Virtual Antorcha

Desde el ataque de Valladolid
y
la batalla de Puruaran
hasta la mitad del año 1815

Lucas Alamán

CAPÍTULO TERCERO

Sucesos de las provincias de Oaxaca, Veracruz, Puebla y Norte de México.- Marcha Hevia en seguimiento de Rayón.- Fuga de este a Zongolica.- Retirase Rayón a Omealca.- Entra Hevia en Huatusco.- Derrota a Rayón en Omealca.- Retirase este a Zacatlán.- Diversos jefes en la provincia de Veracruz.- Asaltos de José Antonio Martinez a los convoyes.- Persigue Rosains a Aguilar y a Martinez.- Muerte de este.- Disposiciones de Rosains.- Prohibe el Virrey la conducción de efectos fuera de convoy.- Ataca Osorno a Tulancingo y es rechazado.- Llegada del general Humbert a Nautla.- Sube Rosains a San Andrés y es sorprendido por Hevia en San Hipólito.- Retirase al cerro Colorado.- Situación y ventajas de este.- Viaje de D. J. P. Anaya a los Estados Unidos con Humbert.- Choque entre Rosains y Arroyo.- Hostilidades entre Rosains y Rayón.- Disposiciones del congreso respecto a Rosains.- Sucesos de la Mixteca.- Ataque del cerro Encantado.- Sitio de Silacayoapan.- Sucesos de las provincias del interior.- Manifiesto del congreso.- Ventajas obtenidas por D. Ramón Rayón.- Persecución activa de Iturbide a los insurgentes.- Camino de Querétaro.


La división que mandaba Hevia, que como antes hemos visto, se separó de la de Alvarez en Huajuapan cuando este último marchaba sobre Oaxaca (1), estaba destinada a seguir a Rayón, que al aproximarse estas fuerzas se retiró a Tehuacán y de allí a Teotitlan del Camino, y a proteger el paso del convoy de tabacos que conducia de Orizaba el teniente coronel Zarzosa, que debia reunirse con el de Veracruz detenido en Puebla, para llegar ambos a México (2).

Hevia, no esperando alcanzar a Rayón, se dirigió a Tehuacan con el intento de volver a Puebla (3) con el convoy, pero habiéndosele presentado en aquella ciudad D. Simón Chavez, que habia sido lego belemita y hacia de cirujano de Rayón, y un cadete de lanceros de Veracruz llamado Alvarez, que estaba prisionero y logró fugarse, el primero a solicitar el indulto y el segundo a incorporarse en las tropas reales, supo por ambos que Rayón permanecia en Teotitlán y que tenia número considerable de zurrones de grana y otros efectos valiosos traidos de Oaxaca. Salió pues en su busca el 1° de Abril, y en Coscatlan, a nueve leguas de Tehuacán, encontró una partida de grana que conducia el capitán Buenbrazo, para introducir y vender en Puebla, de la que se apoderó sin resistencia. El siguiente dia continuó su marcha con toda diligencia, con el fin de alcanzar a Rayón en Teotitlán, pero este había salido desde las ocho de la mañana, abandonando un obus de a 7 y dos cureñas con porción de efectos. Hevia sin detenerse, hizo salir en su alcance parte de su fuerza a las órdenes del mayor de su batallon D. José Santa Marina, (e) quien encontró guarnecidos los pasos difíciles del tránsito con la gente escojida de Rayón, mandada por un capitán francés llamado Roca, que se sostuvo con bizarría; pero viéndose atacado por fuerzas superiores, se replegó sobre otro punto fortificado que defendía D. Juan Pablo Anaya, y aunque este contuvo por algun tiempo a los asaltantes, tuvo que retirarse perdiendo el resto de las cargas de grana y algunas de municiones. Los realistas hicieron quince prisioneros, y es inútil agregar que fueron fusilados el dia siguiente. Desde entonces, todo fue dispersión: el regimiento de Orizaba que mandaba Rocha, desapareció como el humo; lo mismo sucedió con la fuerza que Terán habia comenzado a organizar en Tehuacán; el capitán francés abandonó a Rayón y se echó a robar por los pueblos, y el mismo Rayón no pensó mas que en ponerse en salvo en Zongolica por áspero y difícil camino, con los pocos que lo acompañaban.

Eran estos el Lic. Bustamante, los dos hermanos D. Manuel y D. Juan Terán, Portas y otros pocos más, pues cada uno de estos jefes insurgentes que se habian hecho independientes unos de otros y que no reconocian, o por lo menos no obedecian ninguna autoridad superior, tenian su escolta y sus partidarios que les formaban una especie de corte.

En Zongolica se unió a Rayón el presbítero Crespo, que huyó de Oaxaca cuando entró Alvarez en aquella ciudad y tuvo la fortuna de escapar de la mala suerte que cupo a sus compañeros, que como se ha visto, fueron cojidos y fusilados por Murillo en Chiquihuitlán.

Hevia regresó a Puebla después de esta corta y provechosa expedición, pero volvió a salir inmediatamente para situarse en Orizaba, dándosele a su división el título de segunda del ejército del Sur.

Desde aquella posición amenazaba igualmente a Rosains que se hallaba en Huatusco, y a Rayón, que como hemos dicho, habia llegado a Zongolica en donde volvió a reunir alguna gente. El peligro comun parece que deberia haber decidido a ambos rivales a unir sus fuerzas y auxiliarse mútuamente, pero ni aún este motivo poderoso pudo superar el odio que se tenian; Rayón, más cercano al riesgo de ser atacado por Hevia, abandonó a Zongolica, lugar poco distante de Orizaba, y se retiró a otro punto a dos leguas del primero; más habiendo salido en su busca Hevia con dos divisiones por dos distintos caminos, con el objeto de cojerlo entre ambas, no pudiendo seguir hácia la costa como lo intentaba por tener Rosains ocupado el paso en Huatusco (4), fue a situarse en la hacienda de Omealca (5), en las márgenes del rio Blanco, que nace en las cumbres de Aculcingo, pasa por Orizaba y ya caudaloso y regando en su tránsito varias fincas de campo, tiene en Omealca una caida y sigue luego a unirse con el de Alvarado, para desembocar en la mar.

Rosains pretende en su Relación histórica, que no obstante sus resentimientos con Rayón, le mandó sesenta hombres con Machorra, ofreciéndole marchar él mismo en su auxilio, pero que cuando Machorra llegó a Zongolica, no lo encontró ya allí, habiéndose retirado a Omealca; Bustamante, enemigo de Rosains y partidario de Rayón, no hace mención alguna de este incidente.

Rosains en Huatusco trató de conciliar a Rincón con Aguilar (6), y creyendo que el medio más eficaz para conseguirlo seria separarlos, dió al primero el mando de la costa de Barlovento o del Norte de Veracruz, que admitió con gusto, y al segundo el de la de Sotavento, con que no se manifestó satisfecho. Rosains encargó además a Aguilar que proveyese de víveres y municiones a la gente que dejó en Jamapa, trabajando con empeño en fortificar el paso difícil de la barranca (7).

Para impedir la ejecucion de estos trabajos, Hevia marchó a Huatusco, más en vez de seguir el camino de la barranca, tomó el del Pedernal y se presentó de improviso sobre el pueblo, con cuya sorpresa los que defendian la barranca, abandonaron el punto huyendo en desórden (8), y Rosains no pudiendo conservar reunidas todas las personas que lo habian seguido por la escasez de recursos de los lugares en que tenia que residir, destinó a D. Martín Andrade y a Arroyo al valle de S. Andrés, al P. Sanchez a Tehuacán y a D. Ramón Sesma a la Mixteca, para tratar de volver a encender en ella el fuego de la revolución. Con él permanecieron Rincón y alguna de su gente disciplinada por D. Anastasio Torrens, D. Juan Pablo Anaya, Victoria y el cura Correa, que como en otro lugar vimos (9), escapándose de la profesa de México en donde habia tomado ejercicios, se presentó a Morelos en Chilpancingo, obtuvo de él el grado de mariscal de campo, lo acompañó a la expedición de Valladolid, y después de los desastres de esta y de las acciones de Chichihualco y Tlacotepec, se retiró hácia la costa del Norte uniéndose a Rosains en la provincia de Veracruz.

Antes de su salida de Huatusco, mandó Hevia destruir las fortificaciones comenzadas en Jamapa y desbarrancar las dos piezas de artillería de a 6 que allí habia, y habiendo Rosains vuelto a situarse en aquel pueblo, hizo Hevia que el mayor Santa Marina lo entregase a las llamas por haberlo encontrado desierto (10).

Dirigió entonces Hevia su atención a perseguir a Rayón en Omealca, donde este trataba de fortificarse para pasar ailí la estación de aguas, haciendo requisición de víveres en las haciendas inmediatas (11), y al efecto hizo marchar el 8 de Mayo a D. Miguel Menendez, mayor de la Columna de granaderos, que estaba de guarnición en Orizaba, con una sección fuerte para que atacase por el vado del Coyol, pero encontró bien fortificado aquel punto defendido por D. Juan Terán, y habiendo sido rechazado, salió el mismo Hevia el dia 10 con el resto de la división; hizo echar un puente en la hacienda de Guadalupe; pasó el rio sin oposición; tomó la retaguardia del punto del Peñón, cortado entre el despeñadero del rio y un monte impenetrable, y después de un recio combate puso en fuga a los insurgentes, apoderándose de su artillería, armas y municiones. Volvió entonces triunfante a Orizaba el 16, en donde fue recibido con los mayores aplausos, saliéndole al encuentro las señoras con guirnaldas de flores, y pasando por bajo de arcos adornados con estas; el siguiente dia, miéntras se celebraba el Te Deum y misa de gracias, mandó fusilar a los prisioneros que no lo habian sido en la acción misma, dejando expuestos a la vista de la poblacion los cadáveres de doce de ellos al pié del cerro de Tlachichilco, sin permitir se les diese sepultura hasta ]a noche. Permaneció desde entonces Hevia en aquella villa, saliendo a atacar las reuniones que de nuevo se formaban, y expedicionando en los contornos, a veces con la gente disfrazada, para sorprender a los que con descuido se detenian en los pueblos y haciendas inmediatas, que todos eran irremisiblemente fusilados (12).

Rayón retirándose por Mazateopan llegó a Tehuacán, pero viendo disminuir diariamente su gente y temiendo un motin de la que le quedaba, que lo pusiese en manos de su enemigo Rosains, resolvió pasar a Zacatlán a donde lo llamaba Osorno, aunque el tránsito estuviese expuesto a no pequeño riesgo por las tropas realistas que en el intermedio habia. Emprendió sin embargo la marcha, y en Tecamachalco notó con sentimiento, que lo habian abandonado los dos hermanos Teranes con otros oficiales, que se dirigieron a la Mixteca (13); reducida con esto su comitiva al Lic. Bustamante, el presbítero Crespo y el platero Alconedo, de quien hemos hablado en otros lugares (14), porque son siempre pocos los que siguen al desgraciado, llegó a Zacatlán, en donde aunque bien recibido por Osorno, que lo habia invitado a ir a aquel punto, comenzó desde luego a notar el desden con que lo miraban Serrano, Espinosa y los demás que formaban la pequeña corte de Osorno, en especial D. Diego Manilla, que dirigia todas las operaciones de este, desde que habia caido de su gracia Beristain (15).

Rayón sin embargo se dedicó a aumentar sus fuerzas con reclutas de Huauchinango, y se hizo reconocer por algunos de los jefes de la Huasteca, especialmente por Serafin Olarte, indio que dominaba en la serranía de Cuyusquihui; también se ocupó de procurarse armas, estableciendo una maestranza bajo la dirección de Alconedo, en la que fundió dos culebrinas y un cañón, poco útiles sin duda en su posición, pues no pudiendo reunir arriba de seiscientos hombres, con esta fuerza que podia considerarse como una partida volante, no necesitaba más que armas de fácil trasporte.

Dueño Rosains sin oposición de la provincia de Veracruz por la retirada de Rayón, necesitaba hacerse obedecer por todos los jefes insurgentes esparcidos en ella, pues además de Aguilar y Rincón que se disputaban el mando, habia otros muchos que eran independientes entre sí, ayudados por la facilidad que presentaba la naturaleza y disposición del terreno. La aspereza de este, los bosques que lo cubren y los rios y barrancas que en diversas direcciones lo cortan, proporcionan la defensa contra un enemigo superior y mucha oportunidad para atacarlo con ventaja. A más de estas causas naturales, otras habian contribuido a fomentar y sostener la revolución en aquella provincia, siendo una de estas, la prontitud con que corrieron a tomar parte en el movimiento los esclavos de las haciendas de caña de las inmediaciones de Orizaba y de Córdoba.

La inclinación de los habitantes en general a la insurrección era decidida, por lo que Hevia en sus comunicaciones al Virrey, se quejaba de no encontrar quien le diese noticia alguna, y hablando del incendio de Huatusco, dice que no temió causar con él daño alguno a los buenos, teniendo por tales a los adictos a la causa real, porque estos eran bien pocos (16).

La revolución se extendió rápidamente hasta las inmediaciones de la capital por todo el terreno que allí llaman la Orilla, y en el dia 2 de Mayo de 1811, se notó repentinamente que no entraba a la ciudad (17) ni uno solo de los que ocurrian diariamente con víveres para surtir el mercado, y comenzaron a presentarse partidas de hombres del campo armados, conocidos con el nombre de jarochos de tras de los médanos a la vista de las murallas, mandados por varios capataces de Medellin, Jamapa y Cotasta, por lo que el gobernador D. Carlos de Urrutia mandó un destacamento grueso de tropa de la guarnicion, bajo las órdenes del teniente coronel D. José Antonio Peña para alejarlas, pero atacado por ellas en los estrechos callejones de espesura de bosque que están á la salida de la plaza, perdió mucha gente y tuvo que volver mal herido el mismo Peña, de cuyas resultas murió sin haber conseguido su objeto.

La plaza continuó desde entonces bloqueada por los insurgentes como hemos dicho en otro lugar (18) y en comunicación con ellos los de dentro, quienes no obstante la preponderancia de los europeos y haber una fuerte guarnición, formaron algunos planes de revolución cuyos intentos estuvieron alguna vez a punto de ejecutarse.

Desde Diciembre de 1811, el padre D. Gregario Cornide, fue acusado de tener inteligencias con los insurgentes, por lo que fue llevado preso al castillo de S. Juan de Ulúa, en el que perdió el juicio con la continuación de la prision (19).

Hallábase preso en aquella fortaleza D. José Mariano de Michelena, que como hemos visto fue el promovedor de la primera conspiración para la independencia tramada en Valladolid (20); habíasele puesto en un calabozo no sólo subterráneo sino submarino, pues escavado en la roca en que está construido el castillo, el agua del mar pasaba sobre él, sin más lecho que una tarima, lo que lo redujo bien presto a un estado de enfermedad tal, que el gobernador del castillo solicitó del de la plaza permitiese sacarlo de tan cruel prisión, alojándolo en la habitación del ayudante y bajo la responsabilidad de este. Proporcionósele así entrar en comunicación con los oficiales de la guarnición, y venian a verlo varios de la plaza a quienes de antemano conocia, por haber estado comisionado para la organización del tercer batallón del regimiento fijo (21); visitábalo tambien D. Cayetano Pérez, jóven lleno de entusiasmo por la independencia, empleado en la contaduría de real hacienda. Animados todos de los mismos deseos, que eran dar a la revolución otro rumbo muy diverso del que por desgracia seguia, haciendo cesar las atrocidades y desórdenes que la manchaban, pronto combinaron los medios de ejecución, reducidos a apoderarse del castillo, para lo que contaban con el comandante de artillería D. Pedro Nolasco Valdés, y obligar a rendirse a los buques de guerra anclados bajo los fuegos de aquella fortaleza, mientras que Pérez con otros de los conjurados, se hacia dueño del muelle y de los baluartes de la plaza.

La conspiración dirigida con torpeza, como que todos eran nuevos en este género de manejos que tan comunes se han hecho después, fue descubierta y Pérez preso el 18 de Marzo de 1812; la causa se instruyó con el mayor empeño, pues lo tenian en que se hiciese un escarmiento los comerciantes europeos, algunos de los cuales siendo capitanes del batallón de patriotas, concurrieron a formar el consejo ó comisión extraordinaria de guerra establecida para juzgar a los reos de infidencia, presidida por el brigadier Moreno Dáoiz recientemente llegado de España, por la que fueron condenados a la pena capital Pérez y cinco de sus compañeros.

Contra Michelena no hubo más que sospechas, pues aunque el jóven Molina por salvar su vida multiplicó acusaciones contra él y otros varios, no las pudo probar, porque el único que tenia conocimiento de todos los pormenores de la conspiración era Pérez, el cual nada quiso declarar, salvando de una muerte cierta con su heróico silencio a Michelena, que fue despachado a España, con Merino y algunos otros.

Por aquellos dias llegó un buque de Cádiz, y en los papeles públicos que condujo, constaba el decreto de las Cortes concediendo una amnistía con motivo de la proclamación de la constitución, y aunque no se hubiese publicado en Veracruz por no haberlo mandado el Virrey, la madre de Pérez se presentó al gobernador pidiendo se suspendiese la ejecución mediante aquel decreto, para cuyo cumplimiento no faltaba más que la solemnidad de la publicación, estando próximo a llegar el general D. Ciriaco de Llano con el convoy que conducia, que habia de regresar pronto a México, con el que se podria remitir al Virrey la sentencia y la solicitud de la amnistía, para que resolviese conforme a las leyes, en cuya demora no habia inconveniente, continuando los reos con las mismas precauciones con que se les había tenido desde Marzo, aherrojados con fuertes barras de grillos; más el gobernador, que lo era el coronel D. Juan María Soto, por haber pasado a Santo Domingo el mariscal de campo Urrutia nombrado capitán general de aquella isla, lleno de temor a los comerciantes europeos que a todo trance querian un castigo ejemplar, dijo llorando al hermano de Pérez, que nada podia hacer y la ejecución se verificó en la tarde del 29 de Julio, el mismo dia en que llegó Llano con el convoy a Santa Fe, lugar poco distante de la ciudad.

Después de la independencia, una inscripción que se ha colocado en la sala de cabildo del ayuntamiento de Veracruz, por decreto del congreso del Estado, recuerda la memoria de este suceso (22).

Tantas oportunidades naturales y una disposición tan decidida en los habitantes, debieran haber hecho triunfar muy en breve la causa de la revolución en la provincia de Veracruz; pero las rivalidades de los capataces que se arrogaron el mando, hicieron inútiles todas estas ventajas.

Desde que D. Nicolás Bravo después del sitio de Coscomatepec, marchó con la gente disciplinada que tenia para el ataque de Valladolid, no quedó jefe ninguno reconocido, disputándose todos la autoridad, y lo que era más importante para ellos, los despojos de los convoyes y las contribuciones que tenian establecidas en los pasos precisos de los rios, para e! tránsito de los efectos. El que más fama habia adquirido de todos estos jefes, que no eran más que unos capitanes de bandidos, fue José Antonio Martinez, sirviente de la hacienda de Paso de Ovejas perteneciente a D. Francisco de Arrillaga, comerciante vizcaino de Veracruz, considerando como e! principal del partido liberal en aquella plaza y que tenia también rclaciones con los insurgentes (23).

Martinez y otros que de él dependian, ocupaban con sus partidas todo el camino desde Veracruz a Jalapa, cortando las comunicaciones y no dejando pasar carga alguna, sino pagando la contribución que tenian impuesta. Para alejar estas cuadrillas de las inmediaciones de Veracruz, dispuso el brigadier D. José de Quevedo, gobernador de aquella plaza, en principios de Diciembre del año anterior, que el teniente de navío D. Gonzalo de Ulloa saliese con una división de 150 infantes y otros tantos caballos (24), con la que se puso en marcha el 7 del mismo mes, con el intento de atacar a José Antonio, con cuyo nombre era conocido comunmente Martinez, en su campamento del Paso del Moral; pero antes quiso sorprender a Juan García, que se titulaba comandante de la Orilla, el cual se hallaba situado en los ranchos de San Francisco.

Para lograrlo se adelantó Ulloa al anochecer con setenta caballos, dejando la división a cargo del teniente Mosquera con órden de seguirlo, por el camino por el que lo condujese un guía que para esto tomó. Ulloa llegó sin ser sentido a las tres y media de la mañana al paraje donde estaba García el cual fue muerto, así como su segundo José Quirio, y tomado el armamento que tenian, haciendo algunos prisioneros; más el dia siguiente, viendo Ulloa que el resto de la división que habia quedado en marcha no llegaba, resolvió salir en su busca, dejando quemados los ranchos en que se alojaba García.

Apénas habia adelantado corto trecho por una senda angosta que no permitia caminar mas que a la deshilada, se le presentó por la vanguardia un pelotón de insurgentes, por el que fue desbaratada su guerrilla y él mismo tuvo que retroceder y tomar posición en la altura de donde habia salido; pero viéndose cortado y envuelto por todos lados, no le quedó otro partido que tomar sino retroceder a Santa Fe Y hasta las inmediaciones de Veracruz, y no teniendo noticia alguna de la división que se consideraba perdida, volvió a salir en su busca con nuevo refuerzo que le llevó el teniente D. Nemesio Iberri. En Vergara encontró a la división por cuyo comandante supo, que extraviada en el camino no habia podido reunírsele, y aunque oyó el fuego cuando fue atacado, no le fue posible llegar a auxiliarlo. Reunida toda la gente siguió a Paso Moral, de donde José Antonio se habia retirado, pero se presentó a atacar vivamente la retaguardia de Ulloa en el Manantial, a donde este se habia dirigido en espera del correo que debia bajar de Jalapa, el que no llegó, y Ulloa volvió a Veracruz habiendo sacado poco fruto de su expedición y sufrido alguna pérdida en su ofícialidad y tropa.

En su parte recomendó entre otros a D. Ciriaco Vazquez, subteniente entonces del fijo de Veracruz que después ha hecho un papel distinguido como general de la República y muerto en 1847 en la acción de Cerro Gordo, dada contra el ejército de los Estados Unidos.

Pocos dias despues (5 de Enero de 1814) salió de Veracruz el mayor del regimiento fijo D. Antonio Fajardo, con doscientos infantes de su cuerpo, sesenta caballos y un cañón, conduciendo a Jalapa correspondencia pública, y a su vuelta debia llevar la que allí estaba detenida (25).

El dia siguiente a su salida, en las lomas de Tolome, fue atacada su retaguardia cubierta por su caballería, la que huyó y cayendo sobre la infantería la puso en desórden.

Fajardo logró remediar este y llegó al Paso de Ovejas siempre perseguido por los insurgentes. En el puente del Rey se le presentaron nuevas dificultades, pues encontró ocupadas y fortificadas las alturas que lo dominaban y cortado el paso con un parapeto con espinos; intentó tomarlo a la bayoneta, pero rechazada su tropa con mucha pérdida, dispuso pasar el rio por el lado que le pareció más practicable, y habiéndolo conseguido, los insurgentes temiendo ser tomados por la espalda, abandonaron sus posiciones y Fajardo pudo llegar a Jalapa, habiendo perdido según su parte nueve muertos y veintiséis heridos, entre ellos varios oficiales.

Todos estos sucesos hicieron crecer la fama de José Antonio, y más que todo el haber tomado, como antes hemos dicho (26), el equipaje del ministro Bodega y del fiscal Borbon en el convoy que bajó a Veracruz en el mes de Marzo, así como también alguna parte de la carga que el mismo convoy conducia a su regreso, Como sólo él tenia dinero, reunia mayor número de soldados que los demás, y ponia en movimiento a la gente de la costa cuando le convenia. Unido con Aguilar (27), obraban ambos en nombre de Rayón y tenian escondido en una cueva lo que José Antonio habia cojido en el convoy; a la misma llevó Aguilar diez y ocho tercios de grana y diez cajones de pólvora que le tomó a Rosains, cuando lo abandonó en Huatusco al acercarse Hevia a aquel pueblo.

No era Rosains hombre que hubiese de soportar pacientemente este insulto, y además la necesidad le obligaba a recobrar aquellos artículos que eran su único recurso. Guiado por Bibiano, uno de los primeros promovedores de la revolución en la costa, dió con el lugar en que Aguilar y José Antonio tenian oculto su tesoro (15 de Mayo), y aunque se encontró también con estos, no les causó daño alguno, contentándose con tomar lo que llamaba suyo, y citar a Aguilar para hablar con él en Acasónica el dia siguiente.

Aguilar faltó a la cita y circuló por todos los pueblos órdenes para que no fuese obedecido Rosains, en las que dió por seguro que este no intentaba otra cosa, que quitarles las armas y entregarlos a los realistas.

Tampoco José Antonio se manifestó más obediente, y habiendo rehusado presentarse en Acasónica, Rosains resolvió ir a buscarlo a su campamento de Paso del Moral. Salió aquel a encontrarlo con su gente prevenida para el combate, mas estando a corta distancia, dijo que queria hablar con Rosains, el cual no creyó deberse negar a la conferencia que tuvieron, apartándose cada uno algún tanto de su gente; José Antonio se mostró dispuesto a reconocer a Rosains, pero ponía por condición necesaria, que Rincón quedase colgado de un árbol del camino, a lo que Rosains manifestó que no habia motivo para ello, y para seguir tratando con mayor espacio de las cuestiones que eran causa de su enemistad, Rosains propuso que fuesen al campamento de José Antonio, en lo que convino este, con tal que no los acompañase Rincón; Rosains accedió, pero previno a Rincón que se quedase atrás, emboscando su gente en la inmediación del campamento mismo.

En el curso de la conferencia, Rosains pretendió que José Antonio reconociese por jefe a D. Juan Pablo Anaya, nombrado por él comandante de la provincia, a lo que se resistió, pero hubo de ceder amenazado por Rosains con la espada en la mano; más como su condescendencia fue efecto de este amago, apénas Rosains habia vuelto a Acasónica, cuando comenzó a recibir de José Antonio comunicaciones descomedidas, puestas por un español que le servia de secretario, que habia sido enviado de Veracruz para ofrecerle seis mil pesos por la devolución de los papeles de Bodega, Rosains vió entonces que no quedaba otro recurso que la fuerza, y habiendo hecho marchar a Anaya para atacar a José Antonio en paso del Moral, lo siguió él mismo y decidió la acción, empeñada ya con Anaya, durante la cual José Antonio pasado por los riñones con una lanzada, se habia retirado a una altura y proponia nuevos términos de avenencia. Rosains entonces cargó sobre él vivamente, lo puso en fuga y habiendo dado en una emboscada formada por Rincón, cayó atravesado de once balazos. Este suceso se verificó en fines de Mayo (28).

Con la muerte de José Antonio, todos los capataces de la costa de Sotavento se sometieron a Rosains; Rincón fue a tomar el mando de la de Barlovento, Aguilar huyó a unirse con Rayón en Zacatlán, quedando reconocido por comandante de la provincia Anaya y por su segundo D. Guadalupe Victoria, a quien R05ains ascendió a coronel, sirviéndole de padrino para ponerse las insignias de este grado el cura Correa. Rosains hizo que Victoria, en quien quedó el mando por ausencia de Anaya, recorriese todos los puntos en que habia destacamentos, y este pronto se hizo amigo de los jarochos, que le llamaban D. Guadalupe. Estando como ellos siempre a caballo, durmiendo en el campo raso o en alguna mala choza de cañas, sin más provisiones que alguna carne seca atada a las ancas del caballo, Victoria tenia todas las calidades necesarias para la vida errante de los insurgentes de aquella provincia, y sus primeros sucesos en el mando de que acababa de encargarse le dieron mucha reputación.

El mayor de la Columna de granaderos D. Miguel Menendez, salió de Jalapa el 19 de Junio escoltando el correo, pasajeros y algunas cargas; el 22 al llegar a los Manantiales, intentó desalojar a los insurgentes de una altura que ocupaban estorbando el paso, y fue muerto, llegando el convoy con dificultad á Santa Fé, con el enemigo siempre a la espalda (29).

Hizo Victoria algunas presas con que atrajo gente, y el comercio no encontrando protección en los convoyes, se siguió haciendo por medio de los insurgentes.

Con este fin Rosains dirigió al consulado de Veracruz una comunicación, ofreciendo toda seguridad a los españoles y a sus efectos que caminasen fuera de convoy, mediante el pago de la pensión que estableció, y aunque no tuvo contestación de aquel cuerpo, comenzó a salir carga de la plaza.

Esta medida tan útil a los insurgentes, a quienes iba a proporcionar abundantes recursos, no pudo tener efecto por el desórden en que aquellos se hallaban y por el cual, la carga que habia pasado con seguridad por entre los destacamentos que obedecian a Rosains, estaba sujeta a nuevos gravámenes, o era robada en otros puntos (30).

El Virrey además renovó con la mayor severidad, las órdenes que ya habia dado contra este tráfico, mandando que se decomisase todo efecto que no caminase en convoy, con otras penas a los contraventores (31), lo que dió motivo a muchas contestaciones con aquel consulado.

Aunque Rosains conociese que las cosas quedaban todavía mal aseguradas en la provincia de Veracruz, y que esta ofrecía grandes ventajas para sostenerse en ella, se resolvió a pasar a S. Andrés, en donde Rayón le propuso concurrir con él el dos de Julio, y con este objeto se puso en marcha para aquel punto, aunque en el camino tuvo motivos para desconfiar de la buena fé de aquel. Pero antes de ocuparnos de la continuación de las desavenencias de estos dos jefes, es menester ver lo que había ocurrido con Osorno hasta este periodo.

El 25 de Febrero se dió aviso al comandante de Tulancingo coronel D. Francisco de las Piedras, de que una partida de insurgentes estaba recogiendo ganado a corta distancia de aquel pueblo, y para perseguirla mandó salir al teniente de granaderos del fijo de Veracruz D. José Toro, con treinta y dos granaderos de su compañía y veintitrés caballos. Aunque al llegar Toro a la hacienda de S. Nicolás se echó de ver que los enemigos eran en número considerable, empeñó indiscretamente el combate, en el que fue envuelto por un trozo de caballería que le tomó la retaguardia, quedando muerto el mismo Toro, algunos de sus soldados y prisioneros los demas, pues sólo escaparon algunos dragones.

Todo el vecindario del lugar estaba sobre las azoteas viendo la acción, y notando que esta se empeñaba, mandó Piedras a los suyos un refuerzo de sesenta hombres a las órdenes del teniente Vasconcelos, y se disponia a salir él mismo con toda la guarnición. Todo fue tarde, pues los insurgentes se habian retirado a Singuilucan llevándose a los prisioneros, a los que amenazaron dar muerte si eran perseguidos (32).

El siguiente dia 26 se presentó de improviso Osorno con todas sus fuerzas, que consistian en quinientos hombres de tropa regularizada y unos dos mil de chusma (33), sin que Piedras hubiese tenido noticia alguna de su marcha, con lo que se previno a la defensa, situando su gente parte en las cortaduras de las calles defendidas con parapetos y artillería, y el resto en lo alto de la iglesia y su cementerio. Osorno dió vuelta alrededor del pueblo sin empeñar la acción, haSta que ocupando el cerro que domina a la población, puso en él una bandera blanca, y dirigió a Piedras a las once de la mañana una pomposa intimación, cosa que era muy del gusto de los insurgentes, a la que este contestó en términos no menos pedantescos y ofensivos (34).

Osorno hizo entonces poner en el mismo paraje una bandera encarnada, y en el acto de cambiar esta por la blanca, cayó muerto atravesado de un balazo que le tiraron los realistas que ocupaban la parroquia, el que ejecutaba esta operación. Comenzó entonces el asalto, en el que fue muerto un sobrino de Osorno, quien desistió del ataque al cabo de tres horas volviendo a la posicion del cerro, desde cuya cumbre continuó tirando algunos tiros, hasta que se retiró a las cinco de la tarde. Piedras no intentó seguirlo con la corta fuerza que tenia, estando íntegra la de Osorno que se volvió a su cuartel de Zacatlán.

Después de esta acción, Osorno continuó dominando en los llanos de Apan, pues aunque hubo varios reencuentros y se enviaron fuerzas considerables en su persecución a las órdenes de Barradas (e), Conti (e) y Llorente (e), él supo burlar las combinaciones de estos jefes y fue menester destinar mayor número de tropas a las órdenes del coronel del batallón de Lobera, Márquez Donallo (e), que tomó el mando de todas las que operaban en aquel distrito, y este era el estado de las cosas cuando llegó Rayón a Zacatlán.

En la situación casi desesperada en que se hallaban los insurgentes, un suceso inopinado vino a reanimarlos con ilusiones que presto se disiparon.

El P. franciscano Fr. José Antonio Pedrosa, dió aviso a Rayón con fecha 22 de Junio, de Nautla, de haber desembarcado en aquella barra el 20 del mismo mes el general Humbert, que decia ser enviado por el gobierno de los Estados Unidos, cuyos papeles aseguraba el padre haber visto, y que venia con el objeto de tratar sobre los medios de coadyuvar a la independencia mexicana (35).

Igual aviso dió Serafin Olarte, que fue por este tiempo a Zacatlán a pedir municiones de que Rayón lo proveyó.

Con tan agradable noticia, Rayón mandó al intendente Pérez, uno de sus más adictos parciales, a recibir al supuesto enviado, pero Rosains se habia adelantado y lo habia hecho dirigirse a él por medio de Anaya.

El congreso, que en sus frecuentes variaciones de residencia según el riesgo que corria, estaba entonces en Tiripitío, cerca de los Laureles en la provincia de Michoacán, informado por Rayón de todo lo ocurrido, con la más estraña credulidad dió fé a cuanto se le decia y mandó solemnizar con regocijos públicos la llegada del enviado, a quien según los informes del P. Pedrosa, debian seguir varios buques cuyos nombres dió y el de los capitanes que los mandaban, conduciendo armas y municiones, al mismo tiempo que se verificaria un desembarco de seis mil hombres en Tampico (36). El pretendido enviado, que no tenia encargo ninguno del gobierno de los Estados Unidos, ni era más que uno de los piratas que infestaban entónces el mar de las Antillas, desde los islotes de Bahama, con la bandera de Cartagena y de otros de los gobiernos de la América del Sur (37) estaba en camino para S. Andrés acompañado por Anaya, esperándolo en aquel pueblo Rosains, que habia venido a la cita dada por Rayón que no concurrió a ella, cuando Hevia, que con la mayor actividad seguia los movimientos de Rosains, entró en el mismo lugar con su división.

Rosains, sabiendo la proximidad de Hevia, salió precipitadamente de aquel pueblo y se retiró a S. Hipólito, distante siete leguas de él, en donde no pensaba permanecer más de veinticuatro horas, pero habiendo de llegar el dia siguiente a S. Andrés Humbert con Anaya, se detuvo para despachar correos por todos los caminos, previniéndoles no pasasen las cumbres del volcan y se dirigiesen a Quimistlan, a donde envió dinero para su obsequio. Aprovechando esta demora Hevia, que tuvo aviso del lugar a donde Rosains se habia retirado, hizo salir en su alcance en la noche del 1° de Julio al mayor Santa Marina, guiado por caminos extraviados por el mismo que habia dado el aviso, y aunque impedido por un fuerte aguacero no pudo llegar hasta el amanecer del dia 2, pero habiéndose dormido la avanzada de Rosains, fue este sorprendido; su caballería huyó a pretexto de ir a buscar a Arroyo, y aunque quiso hacer frente con la infantería, esta entró en desórden sin poder contener a los soldados, ni aun poniéndoles las pistolas a los pechos; el mismo Rosains tuvo dificultad en ponerse en salvo, habiendo cojido los realistas su tienda de campaña y en ella su catre y ropa de uso (38). Tomaron ademas unos ciento cincuenta fusiles y carabinas, que aunque muchos estaban descompuestos, era una presa de grande importancia en la escasez de armas que tenían los insurgentes; hicieron tambien cuarenta y nueve prisioneros (39), que habian sido cojidos de leva por fuerza el dia ántes en S. Andrés de los vecinos y artesimas del pueblo, a quienes Rosains en su fuga precipitada dejó encerrados en una cochera, no obstante lo cual, y sin que valiesen los ruegos del cura y vecindario de San Andrés, Hevia los mandó fusilar en el mismo sitio en que Matamoros hizo ejecutar al comandante del batallón de Asturias, Cándano.

Después de esta derrota, Rosains se retiró a Tehuacán en cuyas inmediaciones está el Cerro Colorado, y habiendo reconocido el cura Correa su ventajosa posición, se aprovechó de ella Rosains para fortificarse, de suerte que a pesar de las cortas fuerzas con que contaba, no se atrevió a atacarlo Hevia que llegó a aquellas inmediaciones pocos dias después.

Desde entonces el Cerro Colorado vino a ser el cuartel general de Rosains; según los indicios de ruinas que en aquel punto se encontraron, habia sido una fortaleza en los tiempos anteriores a la conquista; accesible por una sola entrada, su defensa contra fuerzas muy superiores es muy fácil, aunque por esta misma razón, no puede ser socorrido en un riguroso asedio, una vez dominado el único camino por el que puede recibir auxilios (40).

Habia citado Rosains a Humbert para Tehuacán, pero este quiso volverse luego a Nautla, a pretexto del riesgo que su goleta corria en la costa, pero más probablemente por el temor que debió inspirarle lo que acababa de suceder casi a su vista en S. Hipólito. Lo acompañó Anaya, con permiso de Rosains, con el objeto de formar relaciones en los Estados Unidos (41), y también el P. Pedrosa; más este luego que llegó a Nueva Orleans, se presentó al vicecónsul español D. Diego Morphy, protestando su arrepentimiento, en prueba del cual le instruyó de todos los intentos de Anaya (42).

Este hizo admitir el pabellón mexicano que él inventó, entre los que usaban los piratas, y el almirantazgo que estos tenian establecido en la isla Barataria, no escaso en este género de concesiones, hizo expedir más de doscientas patentes de corso que se remitieron a Rosains, el cual no hizo uso más que de siete (43), y puso las demás en poder del congreso; mas parece que ni aún las siete que destinó Rosains llegaron a emplearse, salvándose de esta ignominia el nombre mexicano. Anaya de acuerdo con los mismos piratas y con el apoyo de los aventureros que abundan en Nueva Orleans, proyectó una expedición para desembarcar en Tampico, para la cual convidó con rotulones Alvarez de Toledo, la que se desbarató por un papel que contra ella publicó bajo su firma en tres idiomas el P. Pedrosa, y preparándose otra de igual naturaleza para las provincias internas, el presidente Madisson prohibió por una proclama alistarse en ella y proveerla de armas y municiones (44).

Para sacar mayor provecho de la comisión de Anaya, manifestó Toledo que seria conveniente autorizar a aquel con más amplitud y habiéndolo propuesto Rosains al congreso, este expidió a Anaya el nombramiento de ministro plenipotenciario, previniéndole en las instrucciones que le dió, pidiese al gobierno de aquella República un préstamo de seis millones de pesos; más Rosains reputando por extemporáneo el nombramiento y por absurdas las instrucciones, retuvo una y otra cosa (45), y quedó Anaya como agente privado.

Durante su permanencia en Nueva Orleans, contribuyó a la defensa de aquella ciudad atacada por los ingleses, lo que le ganó la benevolencia del general Jackson que le ofreció auxilios, y con esto hizo esperar a Rosains que volveria trayéndole armas que serian pagadas en la costa, lo que no llegó a tener efecto (46). El P. Pedrosa, al regresar a México falleció, estando embarcado en el Misisipí en cuyas riberas fue sepultado (47).

A consecuencia de la sorpresa de S. Hipólito, Rosains y Arroyo se habian desavenido; Calzada, a quien Rosains califica de infernal, que era segundo de Arroyo y otros, de quienes el mismo dice que eran ladrones sueltos a titulo de insurgentes, cometian frecuentes robos en las inmediaciones de Tecamachalco; fuese para reprimirlos o porque alguna de sus partidas se acercó a Tehuacán más de lo ordinario, Rosains mandó contra ella otra inferior en fuerza, que fue inmediatamente batida y muerto un sobrino del mismo Rosains que la mandaba, llamado Benitez. Rosains ardiendo en cólera, resolvió satisfacerla en la persona de un desgraciado en cuya casa encontraron los suyos unos caballos que dijeron ser de Arroyo, por lo que lo llevaron preso y se lo presentaron, y aunque logró evadirse y tomar asilo en la parroquia de Tehuacán, lo hizo extraer de ella y fusilarlo, siendo después el cadáver arrastrado por una mula en las calles de la ciudad (48).

Rosains pretende que este era soldado de Arroyo, y que fue el primero que hizo fuego sobre Benitez, habiendo mandado arrastrar su cadáver, porque estas exterioridades se hacian necesarias, para medio contener a aquellos hombres bestiales.

Desde entonces la enemistad entre él y Arroyo se hizo irreconciliable, aunque este último trató de satisfacerlo por una carta prometiendo servirle de soldado; pero nunca pudo perdonarle que le hubiese tomado sus caballos, la mayor ofensa para un hombre del campo, y entre ellos uno de particular estimación (49).

Los últimos sucesos habian hecho llegar a su colmo las rivalidades entre Rayón y Rosains. Después de la derrota de S. Hipólito, el intendente Pérez hizo fijar rotulones en S. Andrés, tratando a Rosains de ladrón y de intruso; circuló órdenes a los puntos por donde se suponia que habia de pasar retirándose a la Mixteca, y las dió a Arroyo previniéndole lo matase, y condujese presos con grillos a los oficiales que lo acompañasen (50), y por último Rayón pasó por cordillera una orden contra Rosains, que este calificó de libelo infamatorio en el papel que publicó en 17 de Julio en Tehuacán con el título de Justa repulsa, en el que pintó a Rayón con los más negros colores, acusándolo de haber asesinado a Iriarte (51) y a Ortiz (52), de haber usurpado a López la gloria de la defensa de Zitácuaro (53), de haberse apoderado de la presidencia de la junta y de haber resistido la reunion del congreso.

Rayón dirigió a este en 6 de Agosto una vindicación, con el título de Informe contra el papel circulado por Rosains, del que he tenido motivo de hacer mencion en otra parte, hablando de las causas de la ocupación de Oaxaca por los realistas (54). No economizando ni uno ni otro las injurias en estos papeles, nada dejaban que hacer a los realistas, confirmando ellos mismos lo que estos echaban en cara a los insurgentes, y desacreditando así más y más la causa que defendian.

El congreso instruido de estas diferencias resolvió comisionar a los diputados Bustamante y Crespo para que oyesen en juicio a Rosains y a Rayón, encargándose entretanto del mando que ambos se disputaban el brigadier D. Francisco Arroyave, que condujo las órdenes al efecto.

Los jueces comisionados citaron a Rosains a comparecer en Zacatlán, pero como allí estaba Rayón con gente armada, rehusó presentarse pretendiendo que el juicio fuese en Tehuacán y tampoco se manifestó dispuesto a entregar el mando a Arroyave, el cual hubo de persuadirse que en el caso en que se hallaba, las órdenes del congreso nada valian, no habiéndole dado fuerzas con que hacerlas ejecutar.

Todas estas providencias en vez de remediar el mal no hicieron más que aumentarlo, pues aunque Rosains pretende que el congreso, en consecuencia de lo que el mismo le informó las mandó derogar, previniendo a Rayón y a Bustamante que fuesen a ocupar sus asientos en aquel cuerpo, a Pérez que obedeciese a Rosains y que Arroyave quedase bajo sus órdenes para que lo emplease en lo que lo juzgase útil, o se volviese a la inmediación del congreso, sus enemigos niegan que así fuese, lo que prueba que estas órdenes contrarias no fueron conocidas así como no fueron observadas. Rosains no obstante se esforzaba en afirmar y extender su poder, estableciendo contribuciones sobre las fincas rústica5, lo que le proporcionaba recursos para pagar su gente, lo que jamás se habia hecho en aquella provincia, en donde los insurgentes nunca habian contado con otra cosa que con el pillaje.

Aunque las tropas reales habian sido recibidas en la provincia de Oaxaca con las demostraciones más extremadas de adhesión, saliendo a encontrarlas con mil aplausos por donde pasó el coronel Alvarez y su división, adornando con flores las calles, llenándolas de bendiciones a porfia los indios y demás clases de habitantes (55), y proveyéndolos de víveres sin querer recibir el precio de estos (56), no habia sucedido lo mismo en la parte de aquella provincia que confina con la de Puebla, formando los distritos contiguos de una y otra el territorio que se llama la Mixteca, reunion de valles poblados, fértiles y ricos entonces con el trato de la ganadería, cuyas vertientes forman diversos rios que todos caen en el Mixteco, el cual va a engrosar el de Mescala.

Alvarez destinó a aquel rumbo al teniente coronel D. Manuel Obeso, a quien habia dado el mando del batallón de Saboya, con algunas compañías de este cuerpo y de dragones de S. Carlos, con las que marchó á Tlajiaco en busca del coronel Chepito (57) Herrera, que con alguna gente se hallaba en aquel punto. Hallólo Obeso abandonado el 24 de Abril, habiéndose retirado Herrera al cerro del Coyote, en el que fue fácilmente desbaratado por las tropas que Obeso mandó en su seguimiento; este jefe recomienda en su parte al religioso domínico Fr. Bernardo Fernandez, quien con el machete en la mano cargó sobre el enemigo al frente de la tropa y presenta su conducta para que sirva de estímulo a los demás de su clase (58).

Obeso dió demasiado pronto por concluida su expedición, pues los dispersos se reunieron en otro cerro al oriente de Tlajiaco, que aunque no muy elevado era de difícil y áspera subida; Obeso aumentadas sus fuerzas con alguna tropa del batallón de Lobera y de los patriotas de Teposcolula, dispuso el ataque por cuatro columnas formadas de distintos cuerpos, para que sirviese de estímulo la rivalidad de estos, quedando la caballería tendida en la llanura, para impedir que los insurgentes en su fuga, de que no dudaba, tomasen el camino del pueblo de la Magdalena; pero estos aguardaron con serenidad que las columnas de ataque empezasen a subir por las faldas de la altura, y entonces, aunque haciendo poco fuego, pues no tenian armas, comenzaron a rodar piedras grandes, como en tiempo de la conquista despeñaron los mexicanos en los peñoles inmediatos a la capital las galgas que tanto amedrentaron a los soldados de Cortés, según refiere Bernal Diaz.

Los de Obeso, habiendo sufrido mucha pérdida, tuvieron que desistir del intento y se retiraron harto maltratados a Teposcolula. Esta acción se verifiGó el 29 del mismo Abril, y se llamó del Cerro Encantado, nombre que acaso se le dió en esta ocasión, por el inesperado quebranto que los realistas sufrieron en él (59).

Llegó en esta sazón a la Mixteca D. Ramón Sesma, enviado por Rosains después de la dispersión de la barranca de Jamapa o de Huatusco, como en su lugar vimos, para dar impulso a la revolución en aquel distrito. Herrera habia sido nombrado por Rayón, y habia formado en el cerro de Silacayoapan un atrincheramiento, previendo que los realistas después del suceso del Cerro Encantado, vendrian en su busca con mayores fuerzas. Sesma hizo prender a Herrera que apenas tenia noticia de las disensiones entre Rosains y Rayón y lo remitió al primero de estos, cuando por su buena suerte se encontró en el camino con Terán (60), que habiéndose separado de Rayón se dirigia a la Mixteca; Terán lo hizo poner en libertad, haciendo ver a los que lo conducian, el riesgo a que se exponian teniendo que caminar por un pais ocupado por partidas numerosas de los realistas, y ambos volvieron a Silacayoapan, donde Herrera se reconcilió con Sesma y todos trabajaron en prevenirse para el ataque que esperaban, haciendo fundir los cañones de plomo del órgano de la iglesia, para proveerse de balas.

No tardaron en efecto los realistas en presentarse con fuerzas considerables y seis cañones, viniendo a su cabeza el mismo Alvarez, y el 27 de Julio se situaron en una loma paralela a la que tenian fortificada los insurgentes. Alvarez tomó sus disposiciones para el ataque e hizo que el mayor de Saboya Travesí, asaltase una de las baterías de los sitiados, avanzando contra ella las dos piezas más pequeñas de su artillería; pero no sólo fue rechazado, sino que en una salida que hizo Terán en la noche siguiente con sesenta hombres decididos, se apoderó de las dos piezas que custodiaba el capitán Pérez de Lobera, con cien hombres de su cuerpo y del batallón de Guanajuato. Alvarez no queria dar crédito a tal suceso, de que le dió aviso uno de los soldados que habian huido en dispersión y mandó para cerciorarse a su ayudante Garcia, con órden de fusilar al soldado si no era cierto lo que decia: pero hubo de convencerse, no sólo por el informe del ayudante, sino también porque el dia siguiente comenzaron a usar los insurgentes contra los realistas, las dos piezas tomadas que habian subido a sus trincheras.

Rosains por esta acción brillante propuso a Terán para coronel, dándole un escudo de distinción al mismo y a los sesenta hombres que lo acompañaron, y todo fue aprobado por Morelos como generalísimo (61). Entonces Alvarez levantó el sitio con no poco desaire y situó parte de sus tropas en Teposcolula, haciendo construir fortificaciones, para protejer el paso de los convoyes que salian de Izúcar, en el mismo Teposcolula, Tlajiaco y Yanhuitlán, en donde se fortificó el cementerio de la iglesia, lo que sirvió de pretexto para sacar grandes sumas del erario, cuando se hacia trabajar de balde a los indios de los pueblos por tareas forzosas.

Algún tiempo después se presentó en Silacayoapan D. Vicente Guerrero, a quien Morelos despachó desde Coaguayutla, con el mismo encargo que Rosains habia dado a Sesma de promover la revolución en la Mixteca, pero detenido por una enfermedad, no habia podido llegar ántes. Sesma recibió mal al nuevo compañero, y aún temió que este hiciese que lo abandonase su gente, por lo que resolvió alejarlo y al efecto le mandó que se presentase a Rosains en Tehuacán, dándole para que lo acompañasen cincuenta hombres montados pero desarmados, asegurándole que Rosains lo proveeria de armas. Hizo le precediese un D. Francisco Leal, llevando cartas para Rosains, pero en el rio de Tecachi alcanzó Guerrero a Leal, y hablando sobre las circunstancias extrañas de la comisión de ambos, se resolvieron a abrir las cartas que Leal conducia y las que Sesma habia dado al mismo Guerrero; en ellas recomendaba a Rosains que no diese a este mando alguno, y que para tenerlo a la vista, lo nombrase comandante de su escolta. Con conocimiento de tales recomendaciones, Guerrero resolvió no continuar su viaje a Tehuacán, y siguiendo las orillas del Tecachi, fue a acampar al cerro de Papalotla, sin reconocer ya ni a Rosains ni a Sesma (62).

Aunque en las provincias del interior fueron frecuentes las acciones entre las multiplicadas partidas de insurgentes que las ocupaban, con excepción de los pueblos fortificados, y las tropas reales destinadas a perseguirlas, no hubo en el periodo de que vamos hablando suceso ninguno importante; la fortuna algunas veces favoreció a los insurgentes, compensando aunque débilmente, las pérdidas que habian experimentado.

En todas partes se peleaba y en todas se cumplia exactamente la órden del Virrey para fusilar a los que fuesen cogidos con las armas en la mano, haciendo lo mismo los insurgentes con los realistas que caian en su puder; la escena de desolación era la misma en toda la extensión del reino, y en las Gacetas de aquel tiempo no se encuentra otra cosa que partes de conandantes de pueblos y de partidas de tropa, que siempre terminan con haber fusilado a los prisioneros, distinguiéndose entre todos el coronel Ordoñez, D. Manuel de la Concha y otros de los jefes que dependian de la comandancia de Toluca, en cuyos diarios de operaciones, apenas se halla algun dia en que no hubiese habido ejecución, y muchos en que esta fue de varios individuos (63).

En la Nueva Galicia, las operaciones más activas eran en los contornos de la laguna de Chapala, en los cuales y en el ataque de la isla de Mescala, las armas reales habian sufrido algunos reveses (64).

Desde el campamento establecido en Tlachichilco al norte de la laguna, las fuerzas marítimas reunidas allí hostilizaban a los de la isla, que con sus canoas armadas salian a la ribera a proveerse de víveres y leña, miéntras que las tropas de tierra les estorbaban sus desembarcos. Al sur de la laguna operaba con estos objetos la sección del teniente coronel D. Manuel Arango, con quien se juntó la que mandaba Cuellar en el pueblo de Teocuicatlán, y el 1° de Mayo salieron a atacar a la reunión de insurgentes que capitaneaba D. José Trinidad Salgado, situándose en la estancia de los Corrales. Salgado fingiendo retirarse, ocultó su principal fuerza en el monte y sólo dejó a la vista una partida, en cuya persecución se empeñó Arango; más encontrándose rodeado, quiso retirarse y cargando entonces Salgado con todas sus fuerzas, huyeron los realistas perdiendo cuatro cañones, mucha parte de su armamento y número considerable de muertos y prisioneros, entre los cuales se contaron Arango, Cuellar y el P. capellan.

Llegó a la sazón el Dr. Cos, que se habia separado del congreso por habérsele nombrado comandante de las provincias de Guanajuato y Michoacán, a la última de las cuales pertenecian las tropas que habian obtenido esta ventaja, el cual mandó fusilar a Arango, y dirigió una proclama á los soldados por su buen comportamiento. Hizo lo mismo Morelos el 9 de aquel mes desde el cuartel de los cincuenta pares, que era el cerro de Atijo, concediéndoles por premio una palma en el brazo izquierdo arriba del codo (65).

Situado el cuartel general del ejército llamado del Norte en Acámbaro o Maravatío, Llano que mandaba aquellas tropas, destinó dos divisiones de ellas al S. O. y N. E. de Valladolid. El coronel D. José Antonio Andrade, que habia marchado a México con el convoy desgraciado en que fue destruido en el Palmar el batallón de Asturias (66), para ser juzgado por la sorpresa que los insurgentes hicieron a la garita de Orizaba cuando era comandante de aquella villa, llevándose gran número de mulas (67), habiendo sido absuelto, se hallaba a la cabeza de su regimiento de dragones de Tulancingo que hacia parte de aquel ejército, y Llano le dió el mando de la primera de estas divisiones; dirigióse desde luego con una fuerza de seiscientos hombres (Abril) hácia Zitácuaro y Tajimaroa, en persecución de D. Benedicto Lopez, que no teniendo más que cortas reuniones de indios desarmados, huyo sin hacer frente en ninguna parte (68), pasó después hácia Pázcuaro y se extendió hasta la Piedad, poniéndose en comunicación con las tropas de Nueva Galicia que mandaba el brigadier Negrete (69), y destacando dos secciones de las suyas, la una bajo el mando de Antoneli y la otra del capitán del regimiento de S. Carlos D. Miguel Beístegui, estas batieron a los insurgentes en todas direcciones, y en la entrada que el último hizo en Pázcuaro el 8 de Julio, fue muerto Felipe Arias, uno de los jefes más distinguidos de aquel rumbo.

Andrade combinados sus movimientos con Negrete, de quien recibió setenta mil pesos para pago de sus tropas, siguió sus excursiones por los Reyes, Periban, Uruapan, Ario y Zacapo, precediéndole siempre el activo Beístegui con la partida que mandaba (70). Al aproximarse Andrade a las poblaciones, huian despavoridos todos los hombres, arredrados por las amenazas de los insurgentes o llenos de terror por las ejecuciones de Andrade, lo que hizo que este publicase un bando en Zacapo el 7 de Julio, imponiendo por castigo la prisión de las familias e incendio de las casas de los que huyesen, y que a su vuelta, si no encontraba enmienda, arrasaria el pueblo, y en el de Erongarícuaro, con el mismo motivo amenazó que quintaria las casas del pueblo en bienes y familias, en ejecución de lo cual a su regreso a Zacapo, mandó conducir a Valladolid las familias que allí encontró de varios de los jefes (71).

El congreso tenia que variar de residencia, según se veia obligado a abandonar los lugares amenazados por Negrete y Andrade; de Uruapan, en donde permaneció cosa de tres meses desde su llegada de Tlacotepec, pasó a la hacienda de Santa Efigenia; de esta a la de Púturo, y por último, estuvo algún tiempo en la de Tiripitio, inmediata a la de los Laureles, de donde se trasladó a Apatzingan.

Aunque estas frecuentes traslaciones no fuesen difíciles por el escaso número de individuos que componían aquel cuerpo, estos se hallaban expuestos a continuos riesgos y sujetos a las mayores privaciones; rara vez recibian algún prorateo en reales, que nunca excedia de cinco o seis pesos; dábaseles ración de víveres, lo mismo que a los soldados de su escolta, que eran ochenta hombres desnudos y desarmados, pues no tenian más que cinco fusiles que servian para dar la guardia, pasando de unos a otros cuando esta se mudaba, y estas raciones se reducian a los alimentos más groseros, consistiendo en arroz y carne, algunas veces sin sal, haciendo vida común, alojándose en las chozas que encontraban, y por no tener estas capacidad bastante, las sesiones se tenian bajo los árboles (72), pues siempre en medio de tales penalidades, continuaban en el desempeño de sus funciones. En Santa Efigenia se le unió Morelos, conduciendo toda la fuerza que habia organizádo en Atijo, que eran unos trescientos hombres; quedóse con ellos en la hacienda cercana de Pedro Pablo, a donde fue a cumplimentarlo una comisión del congreso. Este, para desmentir las especies que corrian de sus diferencias con aquel jefe, publicó un manifiesto en Tiripitio en 15 de Junio, en que intentó persuadir ser falsas las noticias divulgadas por el gobierno de México acerca de la discordia y anarquía que predominaba entre los insurgentes, y de la imposibilidad de tratar con ellos por falta absoluta de concierto entre ellos mismos, asegurando por el contrario que jamas se habian visto las voluntades mas felizmente ligadas, y que procediendo todos de acuerdo, trabajaban con incesante afan en organizar sus ejércitos y perfeccionar sus instituciones políticas, con cuyo motivo se anunció la próxima publicacion del proyecto de la constitucion interina, que habia de subsistir hasta que en tiempos más felices, se dictase la permanente con que los mexicanos quisiesen ser regidos (73).

Remitido este manifiesto a Morelos, contestó en el mismo dia desde su campo de la Agua Dulce, en estos términos, sin olvidar sus citas o referencias escriturarias:

Señor: nada tengo que añadir a la maniíestación que V. M. ha dado al pueblo en cuanto a la anarquía mal supuesta; lo primero, porque V. M. lo ha dicho todo; y lo segundo, porque cuando el Señor habla, el siervo debe callar; así me lo enseñaron mis padres y maestros. Sólo a V. M. deberia dar satisfaccion de mi buena disposición, especialmente con respecto al servicio de la patria. Es notorio que saliendo de la costa, varié tres veces mi marcha en busca del congreso para Huayameo, Huetamo y Canario, a tratar sobre la salvación del estado con el acuerdo conveniente, suspendiendo mi marcha hasta que las enfermedades contraidas en el servicio de la patria, me obligaron a la privación de ver a V. M. Digan cuanto quieran los malvados; muevan todos los resortes de la malignidad; yo jamas variaré del sistema que justamente he jurado, ni entraré en una discordia de que tantas veces he huido. Las obras acreditarán estas verdades, y no tardará mucho tiempo en descubrirse los impostores, pues nada hay escondido que no se halle, ni oculto que no se sepa, con lo que el pueblo quedará plenamente satisfecho.

Aunque por estos documentos pareciese en el público que el congreso y Morelos estaban en perfecta armonía, en prueba de lo cual al presentarse este en aquella corporación, se le hicieron los honores militares correspondientes a su empleo de generalísimo, no se le dejó autoridad ninguna y continuó únicamente como diputado, ejerciendo el congreso todos los poderes, para lo cual distinguia sus sesiones en legislativas, gubernativas y judiciales.

Tampoco faltaban enemistades y competencias entre los jefes de esta parte del pais, aunque no tan escandalosas como las que hemos visto entre los de las provincias de Veracruz y Puebla, y como después lo fueron en estas mismas del interior.

Muñiz, resentido de que se le hubiese dado el mando de Michoacán a Cos, andaba desabrido con este y no lo obedecia; la gente que habia capitaneado Arias, y que era la más arreglada de aquellos contornos, después de la muerte de su jefe, no quiso reconocer a Huerta, nombrado para tomar el mando de ella y se fue a unir con el P. Navarrete, quedando bajo las órdenes de Paez, como segundo de este.

Aunque D. Ramón Rayón se retiró de Puruarán con su gente intacta, no habiendo tomado parte en la acción, el funesto resultado de esta hizo que se le desbandase, abandonando las armas, de cuya oportunidad se aprovechó Muñoz recogiéndolas para apoderarse de ellas. Rayón logró sin embargo que le devolviese algunas, y con ellas y la poca tropa que le quedaba, se entró por la serranía de Zitácuaro, porque siéndole pais muy conocido, encontraba en él mayores recursos para hacerse de hombres y de medios para sostenerlos. Carecia de municiones y para proporcionarse salitre, quiso penetrar en el interior de una cueva cuya boca habia descubierto al pié de un árbol en la barranca de Jungapeo, pero lo detuvo un gran ruido que se oia dentro de ella; vuelto al intento con los preparativos necesarios de instrumentos y luces, salió de ella de golpe una prodigiosa cantidad de murciélagos, inmemoriales habitantes de aquel subterráneo, que era de una extensión tal que podian alojarse en él cómodamente mas de dos mil hombres (74), sosteniendo su techo las cristalizadas estaláctitas, que la destilacion de las aguas habia hecho concretarse en forma de columnas, y cubierto su suelo por un depósito de más de media vara de estiércol de los murciélagos acopiado en siglos, que era para Rayón un material el más oportuno para fabricar abundancia de salitre.

De plomo se proveyó destechando una capilla o sala del convento de dieguinos de Sultepec, cubierta con aquel metal, en lugar del cual puso tejamanil, y con estos auxilios trabajaba con su acostumbrado empeño en fundir artillería y elaborar municiones, cuando fue obligado a abandonar aquel ventajoso punto, por la llegada del teniente coronel D. Matías de Aguirre, destinado por Llano con una división de cuatrocientos hombres a perseguir, como hemos dicho, a los insurgentes al N. E. de Valladolid. Aguirre halló en la caverna establecidas ocho fraguas y todo el aparato de una maestranza para fábrica de fusiles; habiéndose detenido a destruirlo (75), siguió recorriendo toda aquella serranía desde 21 a 28 de Marzo, entrando en Zitácuaro en donde no encontró mas que veinticinco mujeres por haberse puesto en salvo todos los habitantes, y volvió al cuartel general de Maravatio, sin haber tenido encuentro alguno de importancia (76). Rayón obligado a huir se retiró hácia el cerro de Cóporo, y entonces fue cuando tuvo ocasión de reconocer la ventajosa posición de aquel punto y resolvió fortificarse en él; pero antes quiso dar un golpe de mano en la hacienda de la Barranca, en la jurisdicción de Querétaro, en donde habia sido fusilado su escribiente Bringas, y al efecto se dirigió a aquel punto con secreto y presteza, y aunque tuvo que suspender su marcha para ir a Tajimaroa donde acababa de morir su esposa, logró sin embargo su intento, habiéndosele reunido las partidas de Atilano y de Epitacio Sanchez.

La fuerza que habia en la Barranca quedó destruida; sucedió lo mismo en la hacienda de la Sabanilla, y la tropa que salió de Querétaro en auxilio de aquel punto fue derrotada, con lo que Rayón aumentó su armamento y su crédito y logró todavía otra ventaja, pues habiendo quedado con poca gente el punto de Huehuetoca, por haber recogido Ordoñez todas sus fuerzas a Jilotepec creyendo ser atacado, de donde salió en busca de Rayón, este burló su vigilancia haciendo que Atilano y Epitacio sorprendiesen a Huehuetoca, en donde cogieron algún parque y armamento, volviéndose Rayón a Cóporo que comenzó a fortificar con el mayor empeño el dia de S. Pedro, por lo que la fortaleza se llamó S. Pedro de Cóporo.

Las tropas de la provincia de Guanajuato hacian parte del ejército del Norte, según la distribución de fuerzas que se habia hecho por el Virrey, pero estaban bajo el mando inmediato del comandante general de la provincia coronel D. Agustín Iturbide, quien tenia su cuartel general en Irapuato. En poco tiempo habia organizado la defensa de varios pueblos de la provincia, tales como S. Miguel, Chamacuero y S. Juan de la Vega, construyendo fortificaciones, levantando patriotas y estableciendo contribuciones para pagarlos; puso en fuga y dispersó las partidas de D. Rafael Rayón, Tovar y el P. Torres; vigilante y activo, condujo convoyes, e hizo perseguir por Orrantia al Pachon y otros jefes hasta los confines de la provincia de S. Luis, pero inexorable para con los prisioneros casi todos eran fusilados, sin que el sexo débil lo eximiese de esta pena, y antes bien el buen parecer fue alguna vez motivo para imponerla. En el parte que dió al Virrey desde la hacienda de Villela algunos meses despues, entre la multitud de personas que avisa haber sido fusiladas en diversos puntos de la provincia, agrega haberlo sido también María Tomasa Estevez, comisionada para seducir la tropa, y habria sacado mucho fruto por su bella figura, a no ser tan acendrado el patriotismo de estos soldados (77).

Aunque el camino de Querétaro a México estuviese custodiado por la sección que mandaba Ordoñez estacionada en Jilotepec, eran siempre precisas fuertes escoltas para el paso de los convoyes, y en las inmediaciones de Huichapan habian vuelto a levantar gente dos parientes de los Villagran es, D. Rafael y D. José Antonio, persistiendo en la revolución no obstante el ofrecimiento del indulto que les hizo el comandante Casasola.

La inmoralidad que la continuación de la guerra habia ido produciendo se hacia notar mas en este distrito (78), y en todos continuaba el pillaje, la desolación y la muerte. Se ha calculado que en este periodo, no bajaba de veinticinco el número de personas fusiladas diariamente en todo el pais; número que no sólo no considero exagerado, sino acaso muy diminuto, según lo que puede inferirse por los partes de todos los comandantes, insertos en las Gacetas del gobierno, sin comprender lo que no aparecia en ellas y lo que los insurgentes hacian con los realistas que caian en sus manos y entre sí mismos en sus diversas enemistades y bandos, pudiéndose tener este periodo como el más sangriento de la revolución.

Esta pues subsistia en toda su extensión, a pesar de las grandes ventajas obtenidas por las armas reales y no obstante el cambio favorable que las cosas habian tenido en España de que vamos a dar razón.


Notas

(1) Véase fol. 42 de este tomo.

(2) Idem, fol. 35, id.

(3) Parte de Hevia. Gaceta de 16 de Abril, núm. 555, fol. 408.

(4) Terán en su primera manifestación lo asienta así.

(5) Partes de Hevia de 29 de Abril y 5 de Mayo, insertos en las Gacetas de 5 de Mayo, núm. 563, fol. 469, y de 19 de Mayo, núm. 570, fol. 539. Para conocimiento de todos estos lugares de las inmediaciones de Orizaba y Córdoba, conviene consultar la excelente estadística de aquel departamento, publicada por su jefe D. Vicente Segura en 1826, impresa en Jalapa en 1831 en la imprenta del gobierno.

(6) Véase fol. 40 de este tomo.

(7) Idem, 41, id.

(8) Parte citado de Hevia de 29 de Abril.

(9) ) Véase tomo 3°, fol. 295, y el manifiesto del mismo Correa, publicado por Bustamante en su Cuadro histórico.

(10) Parte citado de Hevia de 5 de Mayo.

(11) Partes de Hevia de 16 de Mayo; Gaceta de 24 del mismo, n. 573, fol. 553.

(12) D. Carlos Bustamante publicó en 1843 con el título pomposo de Fastos militares de Orizaba y Córdoba, un diario que llevó un vecino de Orizaba de los sucesos de áquella villa y algunos de la de Córdoba, desde Marzo de 1812 hasta Mayo de 1821, y de él resulta que de 284 personas que fueron fusiladas en Orizaba en este periodo, 246 corresponden al tiempo en que fue comandante de las villas el coronel Hevia, es decir, desde 20 de Marzo de 1814.

(13) Terán en su segunda manifestación confiesa que hubo falta en haber abandonado así a Rayón en su mala suerte, pero la cree demasiado resarcida con haber tenido que estar por este motivo largo tiempo bajo la dependencia de Rosains.

(14) Véase tomo 1°, fol. 190 y 30., fol. 13.

(15) Ignoro cual fue el motivo de las desavenencias de Osorno con Beristain, ni en qué paró este, que entiendo fue en indultarse. El Dr. Velasco en su manifiesto publicado en Oaxaca, copia una carta que dice haber sido escrita por Rayón a Bustamante en 9 de Marzo en Huajuapan, en que le dice: Por acá se asegura que Osorno ha decapitado al coronel Beristain; léjos de parecerme mal, aquel jefe ha obrado consecuente a mis ideas; ¡amigo mio! estos que hablan mucho de matemáticas y ordenanzas y aun han viajado, son estorbos para nuestros pensamientos: hablan francés e inglés, y mañana si tuvieran partido, lo primero que harian seria sacrificarnos; espero que vd. apoye mi modo de pensar. Esta carta, prueba que la desazón con Beristain fue por aquel tiempo. Rayón pudo decir en esta ocasión como el Dante en sus desgracias, que aunque muy obsequiado por Can de lla Scala, aprendió a conocer cuan salado sabe el pan ajeno.

Comme sa di sale
Il pane altrui
.

(16) Parte de Hevia de 5 de Mayo. Gaceta de 19 de id.

(17) Bustamante, Cuadro histórico, t. 1°, Col. 409.

(18) Tomo 3° Col. 148.

(19) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, Col. 411.

(20) Véase el tomo 1° Col. 202. Debia haberse dado noticia de esta conspiración en el tomo 3° Col. 157 pero no tenia entonces el autor mpas noticia de ella que la mención que se hace muy de paso en la comunicación del conde de Castro Terreño al Virrey, publicada por Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, Col. 145. La que ahora se publica ha sido comunicada por D. Manuel M. Perez administrador de la aduana marítima de Veracruz, hermano de uno de los desgraciados jóvenes que fueron fusilados.

(21) Véase la carta del general Michelena, en el Apéndice, documento núm. 2.

(22) Véase en el Apéndice, documento número 2.

(23) Véase tomo 3° fol. 277.

(24) Parte de Ulloa de 13 de Diciembre de 1913. Gaceta, de 12 de Marzo de 1814, núm. 538, fol. 271, de donde tomó Bustamante lo que dice, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 27.

(25) Parte de Fajardo de 11 de Enero. Gaceta de 17 de Marzo, nÚm. 540, fol. 287, y Bustamante en el tomo citado, fol. 29.

(26) Véase fol. 35 de este tomo.

(27) Todo lo que sigue es tomado de la Relación histórica de Rosains, fol. 7.

(28) He referido el suceso tal como lo cuenta Rosains; Terán dice que fue una traición que se le hizo a José Antonio, y que Rosains para satisfacer su venganza pasó a caballo varias veces, hollando el cadáver ensangrentado de su enemigo. Lo de las propuestas hechas por José Antonio y la emboscada formada por Rincón, dá mucha verosimilitud a lo que Terán dice.

(29) En la Gaceta de 1° de Septiembre, núm. 622, fol. 977, se publicó el parte de D. Teodoro Chicheri, que sucedió en el mando a Menendez, cuyo retardo manifiesta que el camino estaba enteramente cortado. El comercio de Veracruz hizo a Menendez un suntuoso funeral y exequias.

(30) Copiaré aquí las palabras del mismo Rosains, en su estilo tosco y grosero: a los que se daba pasaporte en Veracruz, dice, les cobraban otra pensión en Santa Gertrudis, los pelaban en el Pinar o Piedras negras, y los desollaban en adelante. Tuve el bochorno de que en Veracruz me dijesen que no se cumplia, y de confesar que no habla orden entre nosotros; por lo que continuaron los convoyes. Relación histórica, fol. 8.

(31) Bando de 8 de julio, inserto en la Gaceta del 9, núm. 596, fol. 737.

(32) Parte de Piedras. Gaceta de 1° de Marzo, núm. 537, fol. 261, y Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 25, con referencia a noticias que le dió un testigo presencial.

(33) Así lo dice Piedras en su parte: Bustamante dice que eran como 800.

(34) Véanse ambas en la Gaceta citada fol. 265 y 66. La de piedras tiene esta dirección: al rebelde José Osorno, general de la farza.

(35) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 55, habla muy de paso de todo este incidente, que se halla por menor entre los documentos de la causa de Rayón, en la que está la copia de la carta del P. Pedrosa a Rayón, y todo lo que se dijo en Michoacán en el congreso, remitido al Virrey por el comandante Landázuri, a quien dieron todas estas noticias los confidentes que tenia en los lugares ocupados por los insurgentes. El nombre del padre se pone en estas comunicaciones José, pero era José Antonio, como aquí se dice.

(36) Véase en el apéndice, documento núm. 3, la proclama publicada por Rayón con este motivo.

(37) Véase en el apéndice, documento núm. 8, lo que acerca de Humbert dijo Rosains en su informe al Virrey.

(38) Parte de Hevia, Gaceta de 7 de Julio, núm. 595, fol. 734. y Relacion histórica de Rosains, fol. 8.

(39) Treinta y ocho, dice Rosains; Hevia en su parte asienta que fueron cuarenta y nueve. En cuanto á las circunstancias de la ejecución, sigo lo que dice Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 36, quien dice se informó bien en San Andrés y estuvo sobre el sepulcro de estos infelices, que fue una zanja cerca de la iglesia de San Juan Nepomuceno, extramuros de San Andrés.

(40) Véase sobre esto el segundo manifiesto de Terán, de que se hablará en su lugar, que es uno pe los papeles más instructivos publicados sohre estas materias.

(41) D. Carlos Bustamante dijo a Morelos en carta de 12 de Septiembre, fecha en Zacatlán: El Sr. Humhert, se ha embarcado en Nautla con el mariscal Anaya ilevándose todo el pertrecho y armas que habia desembarcado, con más, el dinero que Anaya pudo pillar. Y en otra de 19 del mismo mes: Este (habla de Rosains) en virtud de órdenes de V. A., ha procurado impedir que el Sr. Humbert penetrase hasta donde nosotros estamos, el cual se ha marchado llevándose crecida suma de dinero, juntamente con el que se dice mariscal Anaya, o canaya. Es sabido que en América se confunde el uso de la y con el de la ll. Gaceta de 10 de Octubre, de 1815, núm. 808, fol. 1106.

(42) Certificación dada por Morphy al P. Pedrusa, inserta en la Gaceta de 2 de Enero de 1816, tomo VII. núm. 84-3, fol. 2.

(43) Relacion histórica de Rosains, fol. 11.

(44) Gaceta citada, fol. 3.

(45) Relación histórica de Rosains, f. 13. En el informe al Virrey, apéndice n. 6, dice, que habia más disparates que renglones en estas instrucciones.

(46) Idem, fol. 12.

(47) Certificación del capitán general de Yucatán, en la Gaceta citada.

(48) Terán, primera manifestacion, fol. 11. Bustamante, Cuadro histórico, fol. 53, dice que este hombre estaba preso por una falta ligera, y que Rosains lo habia mandado poner en libertad, cuando se supo la muerte de su sobrino.

(49) Llamábale el colchon, sin duda por la suavidad de su paso.

(50) Rosains, Relacion histórica.

(51) Véase Tom. 2° fol. 160.

(52) Id. fol. 287.

(53) Id. Id. 230.

(54) Todos estos documentos han sido publicados por Juan Martiñena, en su Verdadero origen de la revolucion de Nueva España.

(55) Porte de Alvarez de 13 de Abril inserto en la Gaceta de 3 de Mayo. núm. 562, fol. 561.

(56) Carta de D. Martin Jose Uranga, de 1° de Abril, en Oaxaca a D. Miguel Alducin de Puebla, publicada en la Gaceta de 16 de Abril, núm. 555, fol. 407, y proclama de Alvarez en la misma Gaceta.

(57) Chepito se usa en México como diminutivo de José, pero en sentido burlesco o de desprecio.

(58) Parte de Ortega de Puebla, 2 de Mayo, Gaceta del 5 del mismo, núm. 523, fol. 407. Parte de Obeso de 24 de Abril, Gaceta de 19 de Mayo, núm. 570, fol. 537.

(59) Nada de esta acción se halla en las Gacetas del gobierno, en las que siempre se omitian los sucesos adversos. La he tomado de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 288.

(60) Terán, Primera manifestación, fol. 8.

(61) Nada de esto se publicó por el gobierno: habla de esto Bustamante, tomo 3°, fol. 289, y Terán, Primera manifestación, fol. citado.

(62) He tomado de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3° fol. 264, estos hechos, de que no habla Rosains en su Relación histórica y de esta se tomarán otros relativos a sus diferencias con Guerrero.

(63) En el diario de una excursión que hizo eJ comandante de Toluca, coronel D. Lorenzo de Angula Guardamino con sus subalternos Concha y Amador, insertó en la Gaceta de 5 de Marzo de 1814, núm. 534, fol. 238, que duró diez y siete dias desde el 28 de Enero a 13 de Febrero, se dice en el resúmen, que fueron fusilados un brigadier, un coronel, cinco capitanes y doce soldados: total diez y nueve. El brigadier se llamaba Francisco Herrera, y fue cegido en la hacienda de Angangueo el 13 de Febrero por D. Juan Amador, ahora general y entonces teniente de Fieles del Potosi, quien lo mandó fusilar allí mismo. Desde la hacienda de la Gavia, destacó Guardilmino el dia 10 de Febrero a Concha con cuarenta patriotas, para que en el pueblo de Tejaquique, sorprendiese al hijo del cabecilla Montesdeoca, que habia sido casado por el cura insurgente de Malacatepec, Miranda, y celebraba su boda en aquel pueblo. Concha cogió al novio, a un hermano de este y a otros dos insurgentes y todo lo correspondiente al festejo; el novio y los otros dos fueron fusilados a la entrada de Toluca en la mañana del viérnes 11 de Febrero, y la novia tan pronto viuda, quedó encargada al cuidado de la madrina. El hermano de Montesdeoca no sufrió pena alguna, por estar indultado y no haber vuelto a tomar las armas, habiendo sólo concurrido a la boda.

(64) Véase tomo 3° de esta obra folios 312 a 314.

(65) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 86, ha publicado el parte que dió Salgado a Cos, en el que supone que los realistas eran quinientos, número que creo exagerado, pues no habia secciones tan considerables en Nueva Galicia y es de creer no pasasen de trescientos hombres así como que los insurgentes serian más de los quinientos que Salgado dice. Dudo también que Arango tuviese cañones, pues no los solian llevar las divisiones volantes. En esto exageraba uno y otro partido para hacer parecer mayores sus ventajas.

(66) Tomo 3° fol. 339.

(67) Id. fol. 338.

(68) Gaceta de 10 de Mayo, núm, 565, fol. 485.

(69) Parte de Andrade de la Piedad, de 10 de Junio. Gaceta de 10 de Julio, núm. 601, fol. 796.

(70) Véanse los diversos partes de Andrade, con los que acompaña de Beístegui, en las Gacetas de Septiembre de este año.

(71) Véase todo esto en las Gacetas citadas del mes de Septiembre.

(72) Así refiere Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 148, haberse verificado en la hacienda de la Zanja, jurisdicción de Urecho, al pasar para Apatzingan, en donde se tuvieron las sesiones bajo unos naranjos, y en el llano de los Atunes, pasado el río del Marqués, pasaron los diputados la noche a campo raso.

(73) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 144, ha publicado este manifiesto y la contestación de Morelos, que se copia en seguida.

(74) Véase la descripción que hace Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 114, y el parte de Llano de 14 de Marzo en Maravatío, inserto en la Gaceta del 24 del mismo, núm. 544, fol. 319.

(75) Parte de Aguirre a Llano de 15 de Marzo en Maravatío, Gaceta citada.

(76) Véase el diario de su marcha en la Gaceta de 9 de Abril, núm. 351, fol. 378.

(77) Parte de Iturbide fecho en Villela en 17 de Septiembre, Gaceta de 1° de Octubre, núm. 635, tomo 5°, fol. 1084.

(78) En la Gaceta de 14 de Junio, núm. 584, fol. 647, se inserta el parte dado al Virrey por el comandante de S. Juan del Rio D. José de Torres y del Campo, en que refiriendo que en Aculco, Velazquez habia sacado de su casa por fuerza a una jóven para el serrallo de Cañas, contestó a los eclesiásticos que quisieron impedírselo que para ver la cara de Dios era preciso morir y lo mismo para ver la del diablo. Hay otros ejemplos de excesos de esta naturaleza en aquel distrito.
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