Índice de Desde el ataque de Valladolid y batalla de Puruaran hasta la mitad del año 1815 de Lucas Alamán | Capítulo quinto | Capítulo séptimo | Biblioteca Virtual Antorcha |
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Desde el ataque de Valladolid
y
la batalla de Puruaran
hasta la mitad del año 1815
Lucas Alamán
CAPÍTULO SEXTO
Sucesos de Rosains en la Mixteca.- Derrota Guerrero a Peña y se apodera de sus armas.- Discordia entre Rosains y Guerrero.- Disposiciones del primero para atacar a este.- Su reconciliación.- Vuelve Rosains a Tehuacán.- Personas que alli encontró.- Preséntase a Rosains Arroyave.- Es conducido Bustamante preso a la presencia de Rosains.- Prisión de Arroyave y de Pérez.- Nuevas disensiones en la provincia de Veracruz.- Muerte de Rincón.- Marcha Llano contra Rayón.- Acción de los Mogotes.- Hecho notable de valor de D. José Estéban Moctezuma.- Derrota de los realistas en sierra de Pinos.- Muerte de varios jefes de los insurgentes.- Toma de Nautla.- Conspiración en Chihuahua.- Providencias del Virrey.- Renovación del indulto.- Individuos notables indultados.- Secuestro de los bienes de los insurgentes.- Sistema de Calleja.- Providencias sobre hacienda.- Moneda de cobre.- Resistencia a recibirla.- Contribución directa.- Subvención de guerra.- Contribución sobre fincas urbanas.- Préstamo forzoso.- Contribuciones exigidas por los insurgentes.- Sucesos notables de la capital.- Nevada.- Personas distinguidas que fallecieron.- Premio a Calleja.- Salida de un gran convoy para Veracruz.
Removido el temor de ser atacado por Hevia en el cerro Colorado (1) y sin ninguno por parte de Rayón, que retirado entonces en Zacatlán, no podia usar contra su adversario de otras armas que la pluma (2); se puso en marcha Rosains para la Mixteca, acompañándolo el canónigo Velasco, quien como hemos dicho, burlándose de la buena fe de Zarzosa, se evadió de Jalapa robando a aquel jefe y se unió a Rosains en Tehuacán. El objeto de esta excursión era reconciliar a Guerrero con Sesma, cuyas desavenencias, habian llegado a tal grado, que las partidas que del uno y del otro dependian, se batian cuando se encontraban, y persuadir al primero que hiciese un movimiento combinado con el mismo Rosains para apoderarse de Huajuapan (3), en donde se hallaba el comandante del batallón de Guanajuato Samaniego con escasa fuerza, reducida a defenderse en sus atrincheramientos, por haberle quitado los caballos de su caballería las partidas de insurgentes que se acercaban hasta las inmediaciones de la población. Dejamos a Guerrero en Papalotla (4), huyendo de caer bajo el dominio de Rosains, por las cartas que a este habia escrito Sesma y de que era portador el mismo Guerrero. Armijo, comandante general del Sur, habia dividido las fuerzas que mandaba en varias partidas pequeñas con que guarnecia los pueblos que habian estado sujetos a los insurgentes, para impedir que estos volviesen a ocuparlos y que se organizasen nuevos cuerpos de ellos; una de estas se hallaba situada en Chilapa a las órdenes de D. José de la Peña, capitán de granaderos del batallón expedicionario americano, quien con unos ciento cincuenta a doscientos hombres de su cuerpo y de los realistas de los lugares circunvecinos, se dirigió a atacar a Guerrero (5) que estaba en el lugar referido con poca gente y casi ningunas armas, mediando entre ambos campos el rio Tecachi. Esta circunstancia, y el demasiado desprecio con que los realistas solian ver a los insurgentes, hizo que Peña descuidase tomar las medidas de vigilancia necesarias estando al frente del enemigo, sea este cual fuere, y Guerrero aprovechando la ocasión, hizo pasar el rio a los suyos a nado en la noche, y armados con garrotes, sorprendió a Peña en su campo, se apoderó de las armas y municiones e hizo prisioneros a todos los que no pudieron escapar con la fuga (6). Provisto de esta manera con las armas quitadas al enemigo, como Morelos con las de los soldados de Paris, cuando sorprendió a este en su campamento al principio de su campaña del Sur en 1811, se retiró al rancho de Olomatlán para organizar allí su gente, muy disminuida por la peste de fiebre y viruelas de que fue atacada en aquel punto, y habiendo obtenido algunas ventajas contra la Madrid en diversos lugares y sorprendido Robles en Tlalistaquilla al comandante de Tlapa, que habia salido a buscarlo con alguna tropa, cogiendo al teniente de Lobera Crombé, que fue fusilado con los demás prisioneros, como era entonces el uso por una y otra parte, se situó en Tlamajalcingo del Monte, fortificando una altura inmediata al pueblo. Llegó en esta sazón Rosains a Silacayoapan, invitando desde allí a Guerrero para atacar a Samaniego en Huajuapan, a cuyo fin habia llegado la gente que el mismo hizo salir de Tehuacán hasta Petlalzingo; pero Guerrero desconfiando de Rosains, no accedió a su propuesta. Este entonces, frustrado su primer objeto, no quiso desistir del otro que se habia propuesto en este viaje, que era la reconciliación de Guerrero con Sesma, y para inspirar confianza al primero, se adelantó con solos seis hombres y en estado de tener que ser llevado en hombros por hallarse enfermo, hasta el mismo pueblo de Tlamajalcingo; más Guerrero no quiso prestarse a conferencia alguna, no obstante haber subido el canónigo Velasco a invitarlo al cerro que ocupaba y habia fortificado, y antes bien a deshora de la noche, vino a decir a uno de los soldados de Rosains el coronel Chepito Herrera (7), que si no se retiraban inmediatamente este y los suyos, corrian grave riesgo. Rosains se sometió a la necesidad, pero resuelto a hacer un castigo ejemplar por tal insulto y a dejar bien sentada su autoridad en la Mixteca, fue a unirse a la división que mandaba Sesma, con la cual y algunos dragones que lo habian acompañado de Tehuacán volvió a Tlamajalcingo, y no habiendo cedido Guerrero a cuatro intimaciones que le hizo por medio del cura del pueblo, se apercibió para atacarlo, tomando las posiciones convenientes en el cerro y cortando la agua, más cuando iba a romperse el fuego, Guerrero pidió a Rosains que se acercase como lo hizo con sólo dos individuos; el mismo Guerrero salió de su atrincheramiento, y reclamándole Rosains porque se presentaba con la espada desnuda, la arrojó, y reconociéndolo por jefe, admitió en su campo a toda la gente de Rosains. Este le dió el empleo de coronel, le designó distrito para sus operaciones, y dejándolo reconciliado con Sesma se volvió a Tehuacán. Sesma mandó a Terán con tropa y remonta de auxilio para Rosains, para quien fue muy oportuna la llegada de este refuerzo, pues se hallaba en Coyotepec en la situación más angustiada, porque Arroyo se habia interpuesto en el camino y le tenia cortado el paso, de cuya dificultad lo sacó Terán (8). A su llegada a Tehuacán encontró Rosains en aquella ciudad dos personas que habian sido enviadas por el congreso: la una, un correo de gabinete que llevaba el título de ministro plenipotenciario en los Estados Unidos para D. Juan Pablo Anaya y las instrucciones para el desempeño de este encargo, y la otra un empleado con título de contador, al que se habian asignado dos mil pesos de sueldo. A este le manifestó que no habia cuentas que formar ni posibilidad de pagarle el sueldo, y en cuanto al título e instrucciones para Anaya, no les dió curso por las razones que en otro lugar se han expuesto, con lo que el correo y el contador se volvieron muy desazonados al congreso que los habia enviado. Durante su ausencia se habia evadido de Tehuacán el P. Sanchez con su gente, para continuar como salteador en los caminos, y tres dias después de su llegada se presentó el brigadier Arroyave, que por orden del congreso iba a recibir el mando de las tropas de Rosains, miéntras este era juzgado por las acusaciones promovidas por Rayón, por los jueces comisionados Crespo y Bustamante (9). Si se ha de dar crédito a lo que Rosains dice en su defensa, Arroyave habia tratado de despojarlo del mando, solicitando seducir a algunos de sus oficiales, y cuando llegó la órden del congreso para que se suspendiese la formación del proceso mandando volver a desempeñar su cargo de diputados a Rayón y Bustamante (10), Rosains le ofreció el mando de la caballería de su departamento, cuya fuerza principal era la de Arroyo que no le obedecia, esperando por este medio reducir a aquel al orden. Arroyave no admitió diciendo que se volveria al congreso, deteniéndose sólo a arreglar algunos asuntos de familia en las inmediaciones de México. Apénas terminada esta conversación, volvió Arroyave demudado a dar noticia a Rosains de la derrota que Rayón acababa de sufrir en Zacatlán. Rosains pretende haberse encargado que escribiese tanto a Rayón como a Bustamante, ofreciéndoles un asilo en Tehuacán, poniendo en olvido las anteriores disensiones; Bustamante no dice cosa alguna acerca de esto, y antes bien estuvo persuadido que Rosains iba a mandarlo fusilar, cuando conducido preso por su orden desde las inmediaciones de Orizaba, según antes hemos dicho (11), llegó a Tehuacán, y le fue presentado en el Cerro Colorado el 26 de Noviembre, aunque niega que lo hiciese con el ademan despavorido que refiere Rosains, quien lo dejó en libertad en Tehuacán dándole algunos medios para su subsistencia (12). Arroyave en vez de volverse a donde estaba el congreso, permaneció en Ixtapa, en donde tenia Rosains una partida de caballería al mando de Luna; seguia en correspondencia con el intendente Pérez, y trataba, volviendo a apelar al testimonio de Rosains, de seducir contra este al mismo Luna, contando con el P. Sanchez, a quien, habiendo vuelto a Tehuacán, quitó Rosains la gente que tenia y lo mandó a la hacienda de Buenavista que le dió en arrendamiento. Fuesen estos recelos o hechos averiguados, Rosains dió orden a Luna de prender a Arroyave, y en seguida fue también cogido Pérez, a quien sorprendió Machorro en el monte de la hacienda de la Concepción, y ambos fueron llevados a Tehuacán. Arroyave fue fusilado en el cerro Colorado el 21 de Diciembre por orden de Rosains, quien dice haber encontrado entre los papeles de Pérez una carta de aquel, que probaba claramente sus intentos hostiles contra él. Su ejecución se hizo bajo la palma del terror, nombre que se le habia dado, porque en aquel funesto sitio hacia Rosains quitar la vida a los desgraciados a quienes condenaba a perderla. Cuando después de verificada la independencia, este hecho se presentó por la imprenta con el negro colorido que merecia, Rosains para disculparlo alegó como una fuerte razón que Arroyave era español (13), lo que tampoco es cierto, pues parece que era nativo de Guatemala. D.
Carlos Bustamante habiéndose atrevido a lamentar la muerte de su amigo, y a mandar decir misas por su alma, fue puesto nuevamente en prisión, de la que logró escapar el 2 de Febrero (14), y para librarse de ser cogido, pues Rosains circuló requisitorias con este objeto, se retiró otra vez a Zacatlán, donde fue bien recibido por Osorno, habiendo llegado tan destituido de recursos, que no tenia más ropa exterior con que cubrirse que una manga de jerga. El congreso desaprobó todos estos procedimientos de Rosains y mandó que este pagase a Bustamante mil pesos, por via de indemnización, lo que nunca se verificó. Pero miéntras Rosains trataba de afirmar por tan severos medios su autoridad en la provincia de Puebla, ella caia por tierra en la de Veracruz, en la cual Serafin Olarte, en la costa de barlovento, mandó asesinar traidoramente a D. Mariano Rincon, comandante nombrado por Rosains, y a su esposa, abandonando a la lubricidad de su propio hijo, a la hija de Rincón, niña de diez años, herida de un balazo en el cuello, y Victoria, aunque criatura de Rosains, se habia hecho independiente de este no reconociéndolo para nada, todo lo cual reclamaba su presencia, llamándolo sus amigos y partidarios, como el único medio de restablecer el orden (15). En las provincias del interior las tropas reales tuvieron algunos descalabros. En la de Michoacán (16), Llano, general del ejército del Norte, dispuso en el mes de Noviembre atacar a D. Ramón Rayón en las inmediaciones de Cóporo, con cuyo intento salió de su cuartel general de Acámbaro creyendo encontrar en Maravatío a D. Matias de Aguirre, pero no hallándolo en aquel punto, continuó su marcha hácia Jungapeo, llevando consigo además de una parte del ejército de su mando, a Concha y a la tropa que este tenia en el Valle de Toluca. A Rayón se habian reunido tambien D. Benedicto López con la gente de Zitácuaro y varios de los jefes de la serranía de la Villa del Carbon, tales como Polo, Cañas, Epitacio Sanchez y D. Pascasio Enseña, español, natural de Vizcaya, que habia sido administrador del Molino Blanco, cercano a México, y que decidido por la revolución, era de los más activos capataces que andaban en ella. Al bajar Llano el puerto que conduce a Jungapeo, descubrió la gran reunión que lo esperaba ventajosamente situada. y después de varios movimientos y reencuentros en que empleó desde el dia 7 hasta el 12 de Noviembre, tuvo que retirarse con pérdida, dejando al enemigo dueño del terreno. Los insurgentes la tuvieron también considerable, contándose entre sus muertos tres de sus mejores oficiales, Vega, Polo y el Lic. Quesada, que desde el principio de la revolución habia salido de México y era comandante de Sultepec. Entre los hechos de valor más notables, de que hubo muchos por una y otra parte en el curso de esta guerra, se refiere en esta ocasión el del sargento de Fieles del Potosí, José Estevan Moctezuma, que arrebatado de cólera viendo muerto al teniente de su compañía D. Joaquin Izaguirre, se arrojó en medio del enemigo, y habiéndosele roto la espada se abrazó de él Quesada, a quien habia herido, y otros cinco, quitándole entre todos las pistolas; más haciéndose Moctezuma de un puñal que Quesada llevaba en la cinta, acabó de quitarle con él la vida, y fue tal su pujanza y destreza, que mató a ocho de los que lo rodeaban y volvió triunfante entre los suyos. Tanta bizarría fue premiada con el empleo de alférez de su cuerpo que desde luego se le confirió, debiendo entrar a servirlo en la primera vacante que ocurriese (17). El Virrey pretendió hacer pasar la acción de las lomas de Jungapeo o de los Mogotes por una victoria, y como tal se publicó el parte de Llano en Gaceta extraordinaria el dia del santo del mismo Virrey por celebridad de este, lo que no hizo más que aumentar la burla que con tal ocasión hicieron con justicia los adictos a la revolución. Un mes antes D. Santiago Galdamez, que dependia de la comandancia general de Zacatecas, sabiendo que el mineral de Sierra de Pinos estaba atacado y en riesgo de ser tomado, marchó a su socorro desde la hacienda de Ciénega de Mata con cuatrocientos cuarenta hombres, pero rodeado por todas partes por las partidas que mandaban Rosas, Matías Ortiz, uno de los hermanos conocidos con el nombre de los Pachones, y Rosales, pudo retirarse con mucha pérdida, contándose entre los muertos el capitan Anza (18). Los insurgentes entraron en el pueblo en el que hicieron un considerable botin, del que recobró una gran parte el teniente coronel Orrantia, que con una sección compuesta de tropas de Guanajuato y S. Luis, perseguia a los Pachones y a otros jefes de insurgentes que con sus partidas vagaban en los confines de aquellas provincias, aprovechando las ocasiones que se les presentaban de saquear algun pueblo o hacienda que no estuviese bien prevenida para defenderse. En la multitud de acciones de guerra que se dieron en fin de este año, perecieron varios jefes señalados de los insurgentes. En las inmediaciones de Tlapa, el comandante de aquel pueblo, D. José Vicente Robles, derrotó al coronel Victoriano Maldonado, que fue pasado por las armas (19). El comandante de los guarda-campos de Puebla, D. Calixto Gonzalez de Mendoza, sorprendió en Tecamachalco el 16 de Octubre a la partida que mandaba el coronel insurgente Dominguez (20), y aunque este logró ponerse en salvo, el teniente D. Francisco Furlong aprehendió a Rafael Mendoza, llamado por su pujanza y destreza en el manejo de las armas, Buen brazo, el cual, ejercitado desde antes de la revolución en todo género de crímenes, habia sido condenado dos veces por ellos a la pena capital que evitó con la fuga, y en la conspiración formada en México en Agosto de 1811 contra el Virrey Venegas, fue el que debia haber ejecutado la parte principal de ella, aprehendiendo al Virrey en el paseo de la Viga con una cuadrilla de contrabandistas (21); huyó entonces a Zacatlán, en donde se encontraba cuando fue sorprendido Rayón en aquel punto, y se pudo libertar fingiéndose tullido, con lo que no sólo no fue perseguido, sino socorrido con limosnas por los soldados. En Noviembre fue vivamente atacado por todos los jefes insurgentes de los llanos de Apan el pueblo de este nombre, cuya guarnición de 250 hombres, mandada por el sargento mayor D. José Barradas, se vió reducida a encerrarse en la parroquia, edificio fuerte en donde se sostuvo, con lo que los insurgentes tomaron la resolución de incendiar las casas del pueblo; el comandante de aquel distrito, coronel D. José María Jalón, que habia pasado a Huamantla por orden del general del ejército del Sur Moreno Daoiz, retrocedió prontamente al socorro del pueblo atacado, y en una escaramuza de su caballería, compuesta de un escuadrón de dragones de S. Luis que mandaba el teniente coronel D. Eugenio Terán, con la de los insurgentes, entre los muertos en el alcance de cuatro leguas que Terán les dió, se encontró al brigadier D. Mariano Ramirez, hombre de importancia entre ellos, que tenia el mando del distrito de Huamantla (22). En la provincia de Guanajuato, el coronel Iturbide situado en la hacienda de Pantoja, hizo hacer a sus tropas en fin de Octubre diversos movimientos en las inmediaciones de Yurira y valle de Santiago, para ocultar su verdadero objeto, que era sorprender en el pueblo de Puruándiro, en la provincia de Michoacán a Villalongin, que se hallaba en aquel punto con número considerable de gente. Logró completamente su intento, pues habiendo hecho salir de Pantoja a las ocho y media de la noche del 1° de Noviembre, en que por ser la festividad de Todos Santos estaba la gente distraida y entretenida, al teniente coronel D. Felipe Castañón con una fuerte partida de caballería; este, caminando toda la noche por camino áspero y desusado, sorprendió a las cuatro de la mañana del dia 2 a los insurgentes que dormian en sus alojamientos y con poca resistencia se apoderó de ellos, hallándose entre los muertos al mismo Villalongin, que tenia el empleo de mariscal de campo y habia adquirido mucha fama, con la entrada que hizo en Valladolid en Diciembre de 1811, a sacar a su mujer que se hallaba presa y próxima a ser fusilada (23). La presente campaña, dice Iturbide al Virrey, en su parte de 4 de Noviembre con que remitió el de Castañon del mismo dia, no ha comenzado con mala suerte; el 25 último emprendí la expedición en que estoy, y hasta la fecha no he tenido ni un herido y han muerto ciento cuarenta y seis insurgentes a manos de los soldados, con inclusión de los de la sorpresa de Puruándiro, (fueron cuarenta y cinco según el parte de Castañon); de los ochenta y uno pasados por las armas (lo que hace doscientos veintisiete hombres muertos en once dias) son algunos dispersos que cogí, de resultas de la gloriosa resistencia que un corto número de valientes hizo en el pueblo de la Piedad, los dias 24 y 25 últimos, a las gabillas de Torres, Navarrete y Saenz, tres cabecillas eclesiásticos corrompidos, que con su ejemplo y engaños tienen seducida una porción considerable de sencillos e incautos, y protejen a otros tan perversos poco menos como los referidos corifeos (24). Continuando esta misma campaña, Iturbide en combinación con el brigadier Negrete que por aquella parte mandaba las tropas de la N. Galicia, atacó el 10 de Diciembre a muchos de los principales jefes del bajío reunidos en la hacienda de Cuerámaro con el P. Torres, los puso en dispersión y en el alcance fue cogido el P. Saenz, a quien Iturbide mandó fusilar en Corralejo el 12 del mismo mes, lamentando mucho en su parte de aquella fecha, la necesidad en que se veía de tener que castigar a un eclesiástico (25). Concluida su expedición, en el parte que el mismo Iturbide dió al Virrey desde la hacienda de Barajas el 16, dice, que el fruto de todas estas correrías y de las de su segundo Orrantia, habiendo andado ambos a caza de insurgentes como de liebres, habia sido dar muerte o hacer prisioneros en menos de dos meses, a cerca de novecientos hombres, entre ellos diez y nueve jefes, coger ciento noventa y cinco armas de fuego y más de novecientos caballos y mulas mansas, con porción de municiones, sin más pérdida por su parte que tres hombres muertos y catorce heridos ligeramente, ni haber experimentado deserción alguna, sino antes bien habiendo tenido aumento considerable en sus filas (26). Debe agregarse a este número de muertos o fusilados en diversos lugares, la lista que contiene el parte dado por el comandante de Toluca D. Nicolás Gutierrez, de muchos coroneles y de otras graduaciones, cogidos y fusilados en aquellas inmediaciones desde 2 de Noviembre a 10 de Diciembre (27). También fue muerto en Acambay en el distrito de la comandancia de Tula, el europeo D. Ventura Noriega que andaba entre los insurgentes, habiendo sido sorprendido por el indultado Velazquez, a quien el coronel Ordoñez comisionó a este efecto, mandando para que lo sostuviese al capitan Argumosa con cincuenta dragones; Velazquez no sólo logró sorprender a Noriega, sino que también cogió a los dos hermanos José Manuel y José María Quintanar, con otros, todos los cuales fueron fusilados a la vista de los molinos de Caballero (28). El fin de este año fue señalado por la toma de Nautla en la costa al norte de Veracruz por los realistas. Era importante su conservación para los insurgentes, siendo este el único puerto por el cual podian comunicarse con los piratas de las Antillas y proporcionarse armas y pertrechos de guerra de los Estados Unidos. Por esto el Virrey habia dado órdenes al comandante de aquella costa D. Manuel Gonzalez de la Vega, para que se aposesionase de él, las que se le reiteraron con motivo de la llegada de Humbert, previniéndole combinase sus movimientos con los jefes de la Huasteca, y al gobernador de Veracruz se le mandó le franquease los auxilios necesarios. Sin embargo, la estacion de las lluvias impidió intentar el ataque, pero terminada aquella lo dispuso Gonzalez de la Vega, concertando sus movimientos por tierra y por la barra que hizo atacar con buen éxito, y en seguida se apoderó del puerto en el que dejó una guarnicion (29). Los insurgentes repararon esta pérdida, estableciéndose en Boquilla de Piedra en donde se fortificaron, continuando por aquel puertecillo sus comunicaciones marítimas, de las que sin embargo no sacaron gran fruto. La tranquilidad que se habia conservado en las provincias internas de Occidente, estuvo a riesgo de turbarse a fin de este año. Desde principios de él, D. José Felix Trespalacios y D. Juan Pablo Caballero (30) habian formado un plan de revolución, por el que se convidaba tanto a los europeos como a los americanos a hacer la independencia, evitando el desórden y los excesos que la impedian en las demás provincias del reino. Comunicaron su intento a muchas personas en diversas poblaciones que se manifestaron dispuestas a tomar parte en él; pero habiéndolo hecho tambien a D. José María Arrieta, natural de la Habana y coronel que habia sido del cura Hidalgo, después de cuya prisión se indultó, este, que tenia motivos particulares de reconocimiento con ambos, los denunció y quedó convenido con el comandante general, que le avisaria cuando se intentase llevar a efecto el proyecto, no tomando entre tanto providencia alguna. Trespalacios y Caballero trataron de realizar su plan en Chihuahua, apoderándose con algunos de los conjurados de las armas del cuerpo de guardia del cuartel en la noche del 4 de Noviembre, pero el comandante D. Bernardo Bonavía avisado por Arrieta, se echó sobre ellos con gente armada, los aprehendió y habiéndoles mandado formar causa, el asesor Pinilla pidió contra ellos la pena capital, más consultado el Lic. D. Rafael Bracho, el mismo que funcionó de asesor en la causa de Hidalgo y sus compañeros, se les condenó a diez años de presidio en Ceuta, sin poder volver. concluido este término, a las provincias internas, de las que también fué desterrado Arrieta. Trespalacios y Caballero fueron conducidos a San Luis en donde se detuvieron mucho tiempo, y habiéndose publicado el indulto concedido por Fernando VII, con motivo de su casamiento con Da. Isabel de Braganza, se les aplicó por consulta del auditor Bataller, mas el Virrey dispuso en virtud de sus facultades, que se les embarcase para España a disposicion del Rey. Trespalacios fue atacado del vómito en la Habana y habiéndosele dejado en el hospital, tuvo ocasión de huir a la Nueva Orleans, y Caballero fue llevado a España según su condena, hasta que por otro nuevo y más amplio indulto concedido por el motivo que más adelante se dirá, pudo volver a su patria. Muchas y diversas fueron las providencias del gobierno durante este año, según el aspecto que la revolución iba presentando. El abuso que se habia hecho del indulto, presentándose algunos a disfrutar de esta gracia cuando se hallaban estrechados por los realistas y volviéndose en seguida a los insurgentes, hizo que el Virrey publicase en 22 de Junio un bando (31), en que con motivo de la llegada a España del Rey Fernando VII, lo concede de nuevo, ampliándolo aun a los principales jefes Morelos, Rayón y demás, con sólo la condición respecto a estos, de tener que salir fuera del reino a disposición del gobierno supremo de la monarquía, pero prefijando para obtenerlo el término de treinta dias contados desde la publicación en las capitales de las provincias y cabeceras de los distritos militares. No obstante esta restricción de tiempo, el indulto quedó abierto ilimitadamente y vino a ser el medio con que se terminó esta guerra desastrosa. Desde su concesión en Noviembre de 1810 por el Virrey Venegas (32) y con mayor amplitud por las Cortes desde su instalación, habia surtido el efecto de separar de la revolución a muchos individuos a quienes las circunstancias habian arrastrado a ella, que fueron después útiles al mismo gobierno; así vimos haber sucedido con el Dr. Labarrieta, cura de Guanajuato (33) y en Guadalajara con muchos y muy principales individuos, especialmente el Dr. D. Francisco Severo Maldonado, cura de Mascota, que habiendo redactado cuando el cura Hidalgo ocupaba aquella ciudad, el periódico titulado, Despertador americano, después obtenido el indulto, publicó el Telégrafo o Semanario patriótico, por el que mereció los elogios del general Cruz (34). En el tiempo de que vamos hablando, se presentó a solicitar y obtuvo esta gracia D. José María Tornel, que después de la independencia ha hecho en la República uno de los principales papeles. Entonces, estando en el colegio de S. Ildefonso, salió de él y de la capital ocultamente en Noviembre de 1813, con el nombre de José María Mendívil, que es su segundo apellido (35), para pasar a la tierra caliente y unirse a los insurgentes, que se hallaban en la época de sus más lisonjeras esperanzas, cuando Morelos preparaba la expedición contra Valladolid. Una grave enfermedad causada por el cambio de clima, le impidió prestar servicio alguno a aquel partido, y habiendo salido a la tierra fria, se unió a D. Ramón Rayón, con quien asistió a la batalla de Puruaran, en la que ni Rayón ni su gente tomaron parte alguna. Lo que Tornel vió entre los insurgentes, bastó para desengañarlo de los sueños alegres que le habian hecho dejar su colegio y ya no trató más que de volver a él, lo que le proporcionó el Lic. D. José María Rosas, quien lo condujo a México, a donde llegó el 23 de Abril por la noche y solicitó para él el indulto, que le fue concedido; pero repugnando recibido en el colegio su rector el marques de Castañiza, decidido realista, lo puso este en prisión en el mismo colegio, mientras el Virrey disponia de él, con cuyo motivo hizo nueva representación ratificando su arrepentimiento y pidiendo se le entregase a su antiguo tutor D. Pablo Sotomayor, como se hizo por decreto de 18 de Junio, yendo a continuar sus estudios a Puebla (36). Algunos meses después mandó el Virrey secuestrar los bienes, no sólo de los que estuviesen actualmente procesados o mandados prender por causa de infidencia, sino de los que se hubiesen pasado o en lo sucesivo se pasasen a los puntos ocupados por los insurgentes, bastando para calificar el hecho, la deposición de dos o tres testigos (37), y como al mismo tiempo se ejecutaba rigurosamente la orden de fusilar a los que eran cogidos haciendo armas contra el gobierno, se vé que el sistema que Calleja se habia propuesto seguir, era, poner a los insurgentes en la alternativa de perecer o acojerse al indulto, si querian salvar su vida y sus bienes. Entre las multiplicadas y graves atenciones del gobierno en este periodo, ninguna lo era tanto como hacerse de recursos pecuniarios para cubrir los enormes gastos que causaba la guerra. Hacia tiempo que se habia proyectado extinguir de los mercados y pulperías, las señales o monedas de cobre conocidas con el nombre de tlacos y pilones, de los cuales cada tendero tenia los suyos que hacia acuñar en el número que queria, sirviendo estos, los granos de cacao en el mercado de México, los panes de jabón o pedazos de tabla con una marca puesta a fuego, para todas las subdivisiones del medio real o de las cuartillas, que eran las monedas más pequeñas de plata que acuñaba el gobierno, y aun estas últimas habian cesado o escaseaban. Seguíanse de esta práctica mil abusos que el buen orden exigia que se hiciesen cesar, lo que no se habia verificado por hallarse inconvenientes sobre lo que se instruyó largo expediente, mas no fue sólo el objeto de remediar este mal el que Calleja se propuso en el bando qúe publicó en 23 de Agosto, mandando circular la moneda de cobre que habia hecho acuñar, correspondiente a las fracciones infenores a medio real, sino también hacerse de este recurso. Así fue que en los primeros dias de Septiembre, los sueldos de todos los empleados y ministros reales de la capital, se pagaron con una tercera parte en cobre, y lo mismo el prest de la tropa de la guarnición. El comercio de ropas y otros efectos resistió recibir esta moneda, porque en el bando de 23 de Agosto sólo se habia dicho que estaba destinada á las pulperías, tocinerías y otras tiendas de aquellos giros en que corrian los tlacos, sobre lo que representó el consulado, y como desde el principio comenzó a sufrir una baja de 20 a 25 por 100 respecto a la plata, en los mercados todos los víveres encarecieron en proporción, experimentándose entonces los mismos efectos que tan desastrosos han sido después de hecha la independencia, cuando se puso en circulación una cantidad exorbitante de moneda de este metal, aumentada todavía más por la falsa que en todas partes se fabricaba. El Virrey en aquel tiempo para sostener el crédito de la que habia mandado acuñar, publicó un bando en 20 de Diciembre, determinando el modo en que se habian de hacer las ventas por menor y la proporción de cobre que se podia entregar en todas las exhibiciones según su cuantía, bajo de graves multas y otras penas. Esto, la escasa suma que se acuñó, que no fue más que de trescientos mil pesos y su distribución sucesiva en las provincias, que se verificó lentamente por la dificultad de las comunicaciones, hicieron desaparecer en breve el mal, quedando el beneficIo de la extinción de los tlacos y señales de los particulares (38). Los insurgentes, que habian hecho mucho uso de este ruinoso arbitrio, llenando de moneda de cobre a Oaxaca y otras provincias en que por algún tiempo dominaron, creyeron que el gobierno iba a sacar por este medio grandes recursos, y para privarlo de ellos, divulgaron la especie de que los españoles intentaban llevar a España todo el oro y plata que circulaba, no dejando en el pais más moneda que el cobre. Así lo dió por cierto Rayón en una orden que publicó en Zacatlán (39), prohibiendo la circulación de esta moneda bajo las penas que las leyes imponen a los falsificadores, habiendo llevado la crueldad los comandantes de las partidas insurgentes que andaban alrededor de México, hasta imponer la de muerte, que ejecutaron en muchos de los infelices indios que volvian del mercado, llevando en esta moneda el fruto de su trabajo, los que fueron colgados de los árboles de los caminos, poniéndoles al cuello las piezas de cobre en que consistia su delito. Muy corto y pasajero fue el alivio que la creación de la moneda de cobre procuró a las exhaustas cajas del gobierno, y para proporcionarles ingresos más considerables y permanentes, se volvió al proyecto de una contribución directa de que se habia tratado desde el año anterior, calculada sobre tas utilidades y ganancias que cada uno tuviese por su capital o industria, y respectivamente también sobre los sueldos o rentas que cada individuo disfrutase, publicando por bando la tarifa o plantilla a que se habia de arreglar la cobranza, ofreciendo que tal contribución seria la única que se hubiese de pagar, porque se creia que puesta en planta serian tales sus productos, que podrian cesar todas las demas, y para llevarla a
efecto se mandó que dentro del término perentorio de un mes, presentasen todos una manifestación sencilla e individual de lo que cada uno tenia, y se creó una junta especial que entendiese privativamente en el arreglo y recaudación de esta renta. Todo sucedió al contrario de lo que se esperaba; las manifestaciones en vez de ganancias presentaban pérdidas cuantiosas (40), y siendo absolutamente inaveriguable la verdad, la junta propuso por medio del consulado a la provincial que entonces existia, y entre cuyas principales atribuciones se comprendia la de crear arbitrios para los gastos de la provincia, aunque no para este caso ni en esta forma, dejar aparte este arbitrio impracticable y por vía de compensación, aumentar en 6 por 100 la alcabala, quedando vigentes todas las demás pensiones. Hízose así y la alcabala se aumentó en la proporción propuesta por el consulado, para todo el giro interior del reino. No obstante esto, apurando más y más las circunstancias, derrocado el sistema constitucional y suprimida con él la junta provincial, el Virrey volvió a ocuparse de este proyecto y en 14 de Octubre, a pesar de ser aquel dia el de la festividad del cumpleaños del Rey, mandó publicar un bando por el que se impuso la misma contribución directa bajo las mismas tarifas, con sólo variar el nombre, habiéndosele dado el de subvencion general de guerra, estableciendo para su cobro una junta de tres individuos, uno de ellos eclesiástico, con la oficina y subalternos necesarios, y para hacer más practicable la recaudación, se establecieron juntas semejantes y dependientes de aquella, en cada una de las treinta y dos secciones en que está dividida la ciudad de México, compuestas de vecinos de cada una de ellas, ante las cuales habian de hacerse las manifestaciones del caudal y ganancias o rentas de cada individuo, pero sin sujetarse a ellas las juntas para la asignación de cuotas de la contribución, sino procediendo prudencialmente segun el lujo y modo de vivir de cada uno, comenzando desde luego en las cajas reales a deducir a los empleados el tanto por ciento segun los sueldos que disfrutaban, y esto desde 1° de Enero, y lo mismo respecto de las contribuciones de los vecinos a quienes se graduasen más de trescientos pesos de renta anual. Este arbitrio que se comenzó a llevar a efecto, nombrándose las juntas y empezando estas a proceder, aunque con la mayor repugnancia en materia tan odiosa, hubo de suspenderse, por haberse hallado tan inejecutable como la primera vez. Por bando de 15 de Noviembre, se mandó continuar cobrando el gravámen de 10 por 100 sobre las fincas urbanas, establecido primero por sólo un año, ampliado luego a dos más y ahora declarado permanente durante la guerra, haciéndolo extensivo a los conventos de religiosos de ambos sexos y de mas casas de comunidad, exceptuando sólo los establecimientos de caridad. Pero como todos estos arbitrios no bastasen para las necesidades urgentes, el Virrey pidió al consulado un préstamo de medio millón de pesos, repartible por aquel tribunal entre los individuos del comercio y de otros giros, y habiéndose negado alegando muchas y fuertes razones, Calleja que estaba resuelto a procurarse a cualquiera costa los fondos nccesarios para la continuación de la guerra, contestó: que si no se le daba aquella suma, él mismo haria las asignaciones y recogeria el dinero, con cuya amenaza el consulado formó una junta de varios individuos del comercio que hiciese la distribución, y se aprontaron trescientos mil pesos. Además de las contribuciones que los agricultores pagaban al gobierno, notablemente recargadas con el aumento del 6 por 100 en las alcabalas, tenían que satisfacer otras a los insurgentes, quienes habian asignado una cuota a cada hacienda para dejar continuar las labores, castigando con el incendio de los campos, de los graneros y de las oficinas, a los dueños de aquellas que habian resistido este pago. En los llanos de Apan, con la proximidad a México y Puebla, y siendo el pulque, que es el fruto de aquellas fincas, de venta diaria en una y otra de estas ciudades, los productos que sacaban de este arbitrio eran considerables, y esta era la causa del grande crecimiento que allí habia tenido la revolución, sin que el gobierno se hubiese decidido a prohibir tal pago, por falta de medios para llevar a efecto la prohibición, y porque el mismo gobierno percibia de las alcabalas que causaba aquella bebida una suma mensal considerable, siendo además el uso de esta bebida indispensable, estando habituados a ella casi todos los habitantes de esta parte del pais. En las provincias de Durango (Nueva Vizcaya) y Zacatecas, libres de las calamidades de la guerra, los criadores de caballos, que es uno de los principales ramos de sus productos, hicieron un donativo de 1.813 de estos, por medio del P. misionero fernandino Fr. Simon de Mora, comisionado por el Virrey con este objeto, y por cuya diligencia y actividad se recibió este número de caballos sin costo alguno en su manutención y conducción hasta la hacienda de Tlahuelilpan, del conde de la Cortina, en las inmediaciones de Tula (41). Un fenómeno natural rara vez visto en la capital del reino, hizo notable este año, que lo es ya tanto por los sucesos políticos acontecidos en él. El 26 de Diciembre amaneció toda la ciudad y campos circunvecinos cubiertos de nieve, que tenia cuatro dedos de espesor y llegaba según las localidades a una cuarta de vara, volviendo a caer a las ocho y media grandes copos de la misma, lo que presentaba una vista hermosísima y enteramente nueva para los habitantes, pues apenas quedaban algunos viejos que referian haber visto en su niñez un espectáculo semejante. Fallecieron en este año los dos ministros americanos más distinguidos de la audiencia de México, D. Melchor de Foncerrada, auditor de guerra de los cuerpos veteranos del ejército y consejero de estado nombrado por las Cortes, natural de Valladolid de Michoacán, que murió el 5 de Octubre, y el 13 del mismo mes a los setenta y seis años de edad el Dr. D. Tomás Gonzalez Calderon, nativo de México, que era a la sazón regente y habia sido nombrado durante el régimen constitucional, ministro de la gobernación de Ultramar, magistrado de suma probidad, prudencia y conocimiento del mundo y de los hombres, a quien el autor de esta obra debió grandes obligaciones, y le tributa con justicia esta prueba de su reconocimiento. Falleció también el 26 de Noviembre a la misma edad de setenta y seis años D. Antonio Basoco, conde de Basoco, sujeto muy acaudalado, de cuya generosidad y servicios hemos tenido frecuente ocasión de hablar. Es justo hacer también memoria del fallecimiento en Cádiz en 13 de Octubre del año anterior, a consecuencia de la peste declarada en aquella ciudad, del Dr. D. Juan José Güereña, cura que fue de la parroquia de San Miguel de México, celoso propagador de la vacuna, a cuyo empeño se debió en gran manera la conservación de este fluido benéfico en la capital, teniendo cuidado por muchos años de extenderlo en su feligresía, para lo que reunía semanariamente a los niños, por medio de gratificaciones de su bolsillo: este excelente párroco fue promovido a la canongía doctoral de Puebla, y nombrado después diputado en Cortes por la provincia de Durango, de donde era nativo, desempeñó este encargo de la manera más honrosa, habiéndose comenzado bajo su presidencia la discusión de la constitución. En Noviembre de este año llegó al Virrey Calleja la noticia de su a<;censo a teniente general, habiendo aprobado el Rey todas las providencia dictadas en su gobierno, con cuyo motivo el 25 de aquel mes, recibió las felicitaciones de todas las autoridades de la capital. Los despachos no los recibió hasta principios del año siguiente, concediéndosele tambien la próroga del tiempo del virreynato. De los sucesos importantes de este año, fue uno de los principales el de la salida de México de un gran convoy para Veracruz el 31 de Octubre, conduciendo reales y gran número de familias de europeos que emigraban para España, casi todas de los que estaban radicados en los lugares que fueron saqueados por los insurgentes; cuya salida trató de evitar Calleja rehusando por algún tiempo la expedición de pasaportes, pero que hubo por fin de conceder, no habiendo justicia para negarlos. Habia precedido la llegada a aquella capital de otro convoy no menos importante del interior, que habia estado detenido más de tres meses en San Luis Potosi, por falta de tropa que lo hiciese pasar a Querétaro, cuyo encargo se dió al coronel Iturbide, a quien por su actividad y resolución empleaba el gobierno en todas las ocasiones de mayor empeño, el cual en dos viajes que hizo a San Luis, trasladó a Querétaro con seguridad el gran número de fardos y ganados que estaban reunidos, siendo esta la ocasión en que dió desde la hacienda de Villela, el parte de que se ha hecho mención anteriormente (42). Uniéronse en Querétaro las barras de plata de Guanajuato, las semillas del bajío y muchos tercios de efectos de China, llegados en la nao que desembarcó su cargamento en S. Blas desde el año anterior, por estar entonces Acapulco en posesión de Morelos. Los insurgentes, que habian estado esperando hacia tiempo al paso entre S. Luis y Querétaro, no se atrevieron a atacar a Iturbide. Reunido todo en Querétaro, marchó el convoy para México, conduciendo 2.300 barras de plata, de las que la cuarta parte pertenecia al gobierno; 70.000 carneros, 9.000 mulas de venta y cantidad grande de cargas de sebo, semillas y otros efectos, y su entrada en la capital se verificó el 11 de Octubre, sin pérdida alguna, no obstante haber sido casi dispersado entre Huehuetoca y Cuautitlán por una manga de agua que cayó a su paso, siendo muy digno de notar, que aunque durante la noche muchas mulas cargadas de barras de plata estuvieron abandonadas, atascadas en el fango en que algunas murieron, nada se extravió, lo que prueba el estado de disciplina en que se conservaba la tropa. Entre los pasajeros se contaba el oidor de Guadalajara Recacho, de quien hemos tenido que hacer frecuentes y desastrados recuerdos en esta historia, el cual se decia venir con comisión importante del comandante general de aquella provincia Cruz para el Virey; más parece que el objeto de su viaje no era otro que trasladarse a España, en donde logró favor y distinciones del Rey Fernando VII. Escoltó a este convoy desde Querétaro, el coronel Ordoñez con la tropa de la sección de Tula, a la que se agregó el teniente coronel Casasola, con cien hombres de la de Huichapan; más al regresar este a su puesto, fue atacado cerca de Ixmiquilpan por el célebre vizcaino Enseña, que tan funesta nombradía adquirió por aquel tiempo, quedando muertos y heridos unos cincuenta hombres y tres oficiales, y los demás pudieron escapar en dispersión a favor de la noche. A muchas y empeñadas contestaciones dió lugar la salida del convoy para Veracruz. Habíanse depositado para remitir por él, en casa de los conductores Michaus y Peredo, más de siete millones de pesos; el Virrey, temiendo que una diminución tan considerable del numerario que circulaba, produjese grave atraso en todos los giros ya muy menoscabados por las circunstancias, mandó que sólo se pusiesen en camino tres millones, prorateando el consulado esta suma en proporción de las cantidades que hubiesen sido entregadas a los conductores, a lo que se habian de agregar quinientos mil pesos en Puebla. Esto causó muchas quejas, y habiéndose llegado a entender que se trataba de llevar fuera de registro cantidad considerable en oro, se fijaron rotulones en los parajes públicos en vísperas de la marcha, previniendo que todo lo que así saliese, seria decomisado, registrándose prolijamente los equipajes al pasar por las garitas, y repitiendo el registro en el curso del viaje, todas las veces que pareciese conveniente al comandante, cuyas disposiciones no sólo disgustaron mucho, sino que aun retrajeron del viaje a algunos de los que pensaban hacerlo. Verificóse por fin la salida el dia mencionado, conduciendo 2.610 bultos y entre estos 999 con dinero, que hacian los tres millones concedidos, no bajando de otro millón el que se llevaba en oro clandestinamente, no obstante las prevenciones dictadas para evitarlo: caminaron igualmente más de sesenta coches con familias, perdida más importante para el pais que la del dinero, haciéndose ya reparable la diminución de gente acomodada, en la baja de los arrendamientos de las casas aun en la capital, en la que antes se dificultaba conseguirlas, si no era mediante el pago de considerables traspasos, habiendo entonces quedado muchas vacías aun en las calles principales. Los pasajeros más notables fueron el conde de Castro Terreño y el brigadier Olazábal, que volvian a España sin haber hecho el primero como militar nada digno de memoria, y dejándola el segundo muy triste entre los comerciantes por la pérdida del convoy en Nopalucan; el coronel Aguila, que aunque llevaba el mando del convoy, marchaba con el objeto de embarcarse, disgustado de una guerra que no exigia grandes conocimientos y en la que todas las acciones terminaban con la matanza de los prisioneros; los oidores Recacho y Modet, y los canónigos de México doctoral D. Pedro Fonte y lectoral D. Pedro Cortina; los demás eran comerciantes o propietarios, que habian podido arreglar sus negocios para trasladarse como hemos dicho, con sus familias a Europa. El convoy caminó sin tropiezo hasta Jalapa, en donde entró el 18 de Noviembre, pero allí tuvo que demorarse por estar el camino a Veracruz ocupado por los insurgentes mandados por Victoria, como veremos tratando de los sucesos de 1815, de que vamos a ocuparnos en el capítulo siguiente. Notas (1) Véase fol. 74. (2) Idem. 80. (3) Relación de Rosains, fol. 12. (4) Folio 80 de este tomo. (5) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 266, dice que Peña tenia 700 hombres. En aquellas circunstancias esta fuerza no la hubiera podido reunir el mismo Armijo, y hubiera sido considerada en el Sur como el ejército grande de Napoleón. La que pongo en el texto es conforme a las noticias que me han dado personas fidedignas, en especial el general D. Lino José Alcorta, muy instruido en los sucesos del Sur de aquella época, en donde comenzó su carrera siendo cadete del regimiento de Santo Domingo. (6) Bustamante en el lugar citado dice, que los prisioneros y los fusiles quitados fueron 400; no habia la mitad en la división de Peña. El mismo autor, inclinado siempre a lo prodigioso dice, que la resolución de Guerrero de atacar a Peña en su campamento, provino de que un tambor le pidió que le diese el tambor de latón que tenian los realistas cuando se lo hubiesen quitado a estos, a lo que Guerrero accedió. (7) Rosains en su relación, fol. 12, califica a Herrera de cobarde, borracho y ladron. Terán habla de él con aprecio. (8) Primera manifestación de Terán, fol. 10. (9) Véase folio 77 de este tomo. (10) Véase f. 77. Es de notar que de esta contraorden del congreso no hacen mencíón alguna ni Terán ni Bustamante, y sólo Rosains habla de ella. (11) Véase arriba folio 129. (12) Dice Rosains que regaló un vestido de iglesia a la esposa de Bustamante, la que dijo que no lo agradecía, pues valia más lo que le habian robado. (13) Aguila mexicana, núm. 315 y el primer manifiesto de Terán. (14) D. Carlos en su biografia no omite anotar, que en este mismo dia salió Napoleón de la isla de Elva para recobrar el trono de Francia. (15) Todos estos hechos atroces los refiere Rosains en su Relación histórica. (16) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 119, con el nombre de Acción de Mogotes y Gaceta de 20 de Noviembre, núm. 659 fol. 1277. (17) Este hombre tan señalado por esta y otras acciones de valor, fue muerto cerca de Rio Verde, en una revolución que promovió en el mes de Abril de 1836. (18) El parte de Galdamez a Don Diego García Conde, comandante de Zacatecas, su fecha en Ciénega de Mata el 15 de Octubre en que refiere el suceso muy desfigurado, no se insertó en la Gaceta hasta el 11 de Febrero del año siguiente en la de aquel dia, núm. 697, fol. 152. Dudo si Galdamez era europeo o americano. (19) Parte de Robles de 26 de Octubre, publicado en la Gaceta de 17 de Noviembre, núm. 657, fol. 1261. El pormenor se publicó en la Gaceta de 13 de Diciembre, n. 570, fol. 1355. (20) En esta misma Gaceta, folio 1265, parte de Mendoza. (21) Véase tomo 2° folio 236 de esta historia, en donde se dijo que Buenbrazo debia asaltar la Acordada. (