Indice de Entrevista al señor Ingeniero y Senador Luis L. León por Píndaro Urióstegui Miranda Algunos comentarios sobre la Convención de Aguascalientes Reacción de Obregón ante la muerte de don Venustiano CarranzaBiblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
AL SEÑOR INGENIERO Y SENADOR LUIS L. LEÓN

Píndaro Urióstegui Miranda


TLAXCALANTONGO

PREGUNTA
Señor ingeniero ¿cómo recuerda usted los incidentes relacionados con la muerte de don Venustiano Carranza?

RESPUESTA
Yo venía de Sonora, como le dije, con las fuerzas que mandaba el general Calles para la ciudad de México; veníamos en un tren junto con los generales Francisco Serrano, Antonio Villarreal y otros más que se nos habían unido. Don Venustiano había confiado principalmente en la guarnición de la plaza de México, bajo el mando de jefes leales a don Pablo González; pero éste se le volteó con el Plan de Texcoco, llevándose antes sus fuerzas, pues él no reconoció el Plan de Agua Prieta que era obregonista.

Viéndose sin efectivos militares, Carranza salió rumbo a Veracruz.

Mientras nosotros llegamos a México, al hotel San Francis, que era nuestro cuartel general, frente al Caballito, y que lo demolieron con motivo de la ampliación del Paseo de la Reforma.

Allí, en la noche, fueron a comunicarle al general Obregón la muerte del señor Carranza.

Debo decirle que la persecución del señor Carranza la hicieron fuerzas de don Pablo González, mandadas por el general Jacinto B. Treviño y la caballería que iba pisándole los pies a don Venustiano, era la del general Jesús Guajardo (el mismo que había matado a Zapata); así es que era muy recomendahle el que iba tras de don Venustiano.

PREGUNTA
¿Y quién había mandado al general Guajardo tras de don Venustiano?

RESPUESTA
El que mandaba las fuerzas era el general Treviño. Después de la derrota de Aljibes, Carranza tomó rumbo a la sierra. Entonces mandaron una caballería mandada por Guajardo tras de él. Roberto Herrero era un general Celicista que había estado levantado durante el tiempo de don Venustiano porque era huertista; se había rendido con el general Francisco de P. Mariel dos meses antes, quien confiaba en él, pues eran paisanos.

En los momentos ya difíciles, en la sierra, llegó Herrero y se preséntó con Mariel, mismo que lo llevó ante Carranza acompañándolo hasta el pueblo de Taxcalantongo.

Herrero le escogió la choza y entonces le dijo a Carranza que tenía que retirarse porque habían herido a un hermano suyo y hasta le dieron vendas, algodón y yodo. Mariel se había adelantado para saber cómo estaban otros de los rebeldes de Herrera, de los que se le habían rendido a él. Herrero supo bien donde se quedó don Venustiano, lo mismo en cuanto a colocación y situación de sus fuerzas. Unos dicen que un primo de Herrero que llegó de México le comunicó que ya todo el ejército se había volteado contra de Carranza, que estaba con Obregón y Pablo González, que era un movimiento perdido y que él podía hacerse el héroe aprehendiendo y matando a Carranza.

Cuando llegó la trágica noticia a nuestro cuartel general del hotel San Francis, Obregón hizo un coraje terrible: se paseaba en bata y decía: estos imbéciles, por qué mancharon de sangre una causa que no la ameritaba.

El y don Pablo le ofrecieron a Carranza la salida por conducto de Treviño y don Venustiano rompió la comunicación. Además, la traición la hubo y fue de Herrero y creo que fue muy culpable Mariel al confiarle la vida de don Venustiano a uno que se acababa de rendir dos meses antes.

En la obra del general Francisco L. Urquizo dice que, cuando llegaron, todavía había insultos para don Venustiano escritos en las paredes del pueblo y fue en verdad, también, error del general Francisco Murguía, porque un jefe militar de su experiencia no se queda allí. ¿Usted cree que Pancho Villa se hubiera quedado allí? Murguía era jefe de la columna de Carranza y nadie lo defendió. Hubo una balacera de los que mandó Herrero a asaltar el jacal, precisamente donde estaba don Venustiano y no murió más que el ásistente que estaba en la puerta; de los otros nadie salió herido ni Juan Barragán ni Urquizo ni Murguía ni los oficiales ni nadie, todos corrieron.

El general Obregón se los reprochó cuando éstos le pusieron un telegrama protestando y pidiendo garantías. Les contestó: firman aquí cerca de sesenta, entre jefes y oficiales, que fueron los principales culpables de llevar al señor Carranza a esa situación y ninguno de ustedes murió defendiéndolo.
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