Indice de Entrevista al señor Ingeniero y Senador Luis L. León por Píndaro Urióstegui Miranda Origen y primeros estudios Recuerdos de aquellos tiemposBiblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
AL SEÑOR INGENIERO Y SENADOR LUIS L. LEÓN

Píndaro Urióstegui Miranda


EL GOBIERNO DEL GENERAL PORFIRIO DÍAZ Y EL PRIMER CONGRESO NACIONAL DE ESTUDIANTES

PREGUNTA
¿Señor ingeniero, quiero preguntarle qué imagen conserva usted o cómo recuerda al gobierno del general Porfirio Díaz y cuándo empezó o se iniciaron sus actividades de carácter revolucionario?

RESPUESTA
Del gobierno del general Díaz conservo el recuerdo de un primer premio que obtuve en 6° año, firmado por él y por don Justo Sierra y otras distinciones que más tarde me concedieron en Agricultura, pero nosotros teníamos un pésimo concepto de ese gobierno, porque sentíamos la opresión política que existía.

En 1909 nos organizamos como sociedad de alumnos y la dirección del plantel empezó a reprimir nuestras libertades, principalmente la de expresión para externar nuestro descontento contra el gobierno. Yo fui presidente de la sociedad de alumnos muy joven y en 19io asistí como representante al Congreso nacional de Estudiantes, que fue un congreso revolucionario y se celebró en la ciudad de México, durante el Centenario.

El 6 de septiembre se inauguró y concurrieron muchos jóvenes que después se distinguieron en la Revolución, ahí estaban Francisco Castillo Nájera, Luis Sánchez Pontón, Aldubin, Enrique Estrada, Manuel Pérez Treviño, Aarón Sáenz y Pedro de Alva.

PREGUNTA
¿Quién convocó ese Congreso?

RESPUESTA
Un comité organizador del que formé parte en representación de Agricultura. El comité organizador estaba formado por un representante de lo que ahora en la Universidad se llaman facultades y entonces eran escuelas profesionales de Leyes, Comercio, Ingenieros Civiles, Agricultura y Medicina. El presidente de ese comité fue un estudiante de medicina, Atilano Guerra, que posteriormente fue el presidente del Congreso; el vicepresidente fue Gustavo P. Serrano, que después fue ministro. La mayoría de los estudiantes hicimos en el Congreso labor de oposición al gobierno, hubo discursos antiporfiristas; uno de ellos lo pronunció Basilio Badillo originario de Jalisco, pero era representante de la Escuela Normal de Maestros de la ciudad de México.

PREGUNTA
¿Y cuáles eran los propósitos del Congreso?

RESPUESTA
Eran los de organizar a los estudiantes con propósitos de cultura y de conseguir una mayor generosidad del gobierno en los presupuestos, porque nuestros profesores ganaban sueldos de hambre, porque carecíamos de locales, gabinetes, laboratorios, etc., y teníamos muchas necesidades.

Ahí se formó el espíritu revolucionario de aquella juventud. Ya en las fiestas de septiembre, durante el Grito, hubo un grupo de estudiantes que hicieron franca propaganda por Madero y que gritaron mueras a don Portirio. Entre ellos recuerdo a Aurelio Manrique, a Luis Sánchez Pontón y a varios otros. En octubre organizamos una manifestación antinorteamericana por el linchamiento de Antonio Rodríguez, un mexicano, en Hot Spring, Estados Unidos, y fue entonces cuando la policía se dio cuenta de la agitación subversiva maderista que se había infiltrado entre nosotros, con gentes como Cossío Robelo y otros más. Así se inició la persecusión porque comprendieron que ya no eran actos de simple agitación estudiantil, pues tratamos de incendiar el periódico El Imparcial y muchos de nosotros fuimos llevados a las comisarías, entre ellos Manrique, el que habla y otros varios.

Yo logré escapar, pero Manrique increpó a la policía duramente en la Sexta Demarcación y fue encarcelado. De esa manera quedamos ya vinculados a la Revolución, que se inició algunos días después con los acontecimientos de Puebla y el heroico sacrificio de los Serdán.

Salimos de vacaciones, pero regresamos con el espíritu revolucionario fortalecido por el sentir de nuestras regiones. En abril de 1911 fuimos a una huelga que me tocó encabezar por ser presidente de la sociedad de alumnos, a la que el gobierno porfiriano contestó clausurando la escuela.

Fueron atacados los alumnos por las fuerzas de la montada, habiendo resultado varios lesionados, al reprimir un mitin que estábamos celebrando y terminaron desalojando la escuela. Como presidente de la sociedad de alumnos fui expulsado por ser el primero que pasó a declarar ante la junta de profesores, pero como me siguieron como cuarenta o cincuenta compañeros detuvieron el interrogatorio los mismos profesores que nos hacían esa interpelación, creyendo que iban a someternos por intimidación.

Clausuraron la escuela, corriendo a todos los que éramos internos, o sea la enorme mayoría. Creo que aquello puede servir de cierta norma para la juventud actual, porque expulsados de la escuela, en San Jacinto, la mayoría de nosotros no teníamos casa en México y vivíamos allí. Carecíamos de elementos y por eso marchamos en columna por la avenida de Tacuba a reunirnos en el Palacio de Minería, donde esta ahora la Secretaría de Agricultura, porque a la sazón se encontraba ahí la Escuela de Ingeniería Civil, que fue punto de reunión con los otros estudiantes.

Desfilamos respetuosos y respetados por todo el mundo, porque no atacamos a nadie, no saqueamos comercios, a pesar de que no contábamos con medios para subsistir y pernoctar. El mitin de Minería, a pesar de todos los esfuerzos que hicimos los dirigentes, conscientes de nuestra responsabilidad, se volvió eminentemente un mitin maderista, así se hizo política la huelga y nos convertimos en opositores al régimen de don Porfirio.

Posteriormente fuimos a dormir al Casino Nacional de Estudiantes como se pudo, pero dado que la simpatía pública era ya muy grande en favor de nosotros, el comité pro-huelga que formamos empezó a recibir ofrecimientos de alojamiento y ayuda de distintas personas.

A los dos días el gobierno de don Podirio buscó congraciarse con nosotros y por conducto del entonces Ministro de Fomento, ingeniero Marroquín y Rivera -introductor del agua de Xochimilco a la ciudad de México-, dio respuesta a nuestras demandas. Hizo de nuestro conocimiento un pliego, donde se aceptaba separar al director, sustituyéndolo por el subdirector, que era don Virgilio Figueroa, simpatizador de los alumnos y además se nos prometió satisfacer muchas de nuestras peticiones. Volvimos a la escuela en un ambiente de completa oposición al porfirismo y cuando nosotros creíamos que había terminado el problema, fue cuando éste cobró mayores proporciones.

Esa noche se celebró un junta en el Casino Nacional de Estudiantes (hacia el 21 o 22 de abril de 1911), reuniéndose como dos mil estudiantes en los tres pisos y en el patio. Entonces rendimos un informe los comisionados que habíamos entrevistado al Secretario de Fomento y, entre aplausos, comunicamos que había terminado la huelga. Sin embargo. aprovechando la reunión, Enrique Estrada pidió la palabra y con mucha virilidad hizo un análisis de la situación política de aquel momento, para demostrar que la única forma de evitar que continuara el derramamiento de sangre y la lucha fratricida, era la retirada del dictador y que por patriotismo nosotros debíamos pedir la renuncia a don Porfirio.

Se nombró una comisión y al día siguiente, no recuerdo la fecha, pero apareció en el periódico El País nuestro manifiesto, fuimos al Palacio Nacional a pedirle la renuncia a don Porfirío. Eramos dos mil estudiantes formados enfrente; a los comisionados se nos permitió la entrada. pero el dictador no nos recibió, pues ya sabía por la prensa a io que íbamos. Nos atendió su secretario particular, un hombre bajito de estatura que se apellidaba Chauzal y que le decían Chauzalito; ni siquiera nos invitó a tomar asiento.

Solamente nos dijo: - ¿qué se les ofrece?

- Pues venimos a esto, le explicamos, al mismo tiempo que le entregamos un pliego firmado por más de mil estudiantes.

Después de leerlo nos preguntó: ¿Tienen alguna dirección a donde poderles contestar?

- Si señor. al Casino Nacional de Estudiantes.

- ¡Muy bien! Llevaré su escrito al acuerdo con el señor Presidente de la República y oportunamente se les comunicará la resolución que él dicte.

Salimos y nos reunimos con nuestros compañeros, pero le habíamos puesto el cascabel al gato, porque a partir de entonces, todos los días iban a pedirle la renuncia a don Porfirio.

Desfilaron con ese propósito las Hijas de Cauhtémoc, el gremio de zapateros, el gremio de ferrocarrileros y así todo el mundo fue socavando su prestigio, desvaneciéndose aquel terror con que se imponía.

Un mes después, en mayo, abandonó el poder, pero antes, algunos compañeros se fueron a la Revolución, como Enrique Estrada, el Güero Segundo Iturríos, que llegó a coronel villista; el hermano del gobernador carrancista de Aguascalientes, Fuentes B. que luego fue general y Enrique Yerenas, de Colima, que también llegó a general. Ya en el tiempo de Madero terminamos nuestros estudios. Hay un telegrama que le puse al señor Madero, en mi carácter de presidente de la sociedad de alumnos, con motivo de la toma de Ciudad Juárez, felicitándolo, habiendo recibido contestación de su parte.
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