ENTREVISTA Píndaro Urióstegui Miranda CÓMO INICIÓ EN EL PROCESO REVOLUCIONARIO DE MÉXICO. SONORA PREGUNTA RESPUESTA Fuimos un grupo de agrónomos, que encabezaba Juan de Dios Bohórquez, compañero nuestro, los que iniciamos la repartición de tierras en Sonora en cumplimiento de la Ley del 6 de enero de 1915. Al principio, como yo me dedicaba a escribir, me comisionaron como director de un periódico que se llamaba Reforma Social. Posteriormente trabajé como Jefe del Departamento de Agricultura del Estado y Presidente de la Comisión Local Agraria, pero suspendí esos trabajos para ser propagandista de la candidatura del general Plutarco Elías Calles a primer gobernador constitucional del Estado.
Al asumir éste la gubernatura se inició una gran actividad agrarista y empezamos a repartir muchas tierras, principalmente en el sur del Estado; reivindicamos los ejidos de los mayos y de los yaquis. Caso curioso: nosotros fuimos los primeros que quisimos dotar de ejidos a Cananea y el gobierno del centro se opuso, arguyendo que Cananea no era población rural, sino mineral, por lo que no se podía entregarle ejidos, a pesar de estar ahogada la población por el latifundio de la Cananea Cattle Company, que llegaba hasta cercar las bocacalles; pero en aquella época la ley hablaba de que los derechos a los ejidos no eran de los campesinos, sino de la población que contaba con categoría política; así tenían derecho las rancherías, los pueblos y todos los enumerados en la Ley del 6 de enero. Fue posteriormente cuando, en la reforma a la ley, se estableció que todo. grupo de veinte campesinos, formando congregaciones o rancherías, o lo que fuera, tenía derecho a solicitar tierras, sin considerar la llamada categoría política. Posteriormente, al terminarse el período del general Calles, fui propagandista de la candidatura de don Adolfo de la Huerta para gobernador del Estado. Triunfó De la Huerta y yo seguí trabajando en el gobierno del Estado como jefe del Departamento de Agricultura y presidente de la Comisión Local Agraria. Me separé al final, para establecer un pequeño molino de trigo con una sociedad que formé en Navojoa. Estaba trabajando en la construcción de dicho molino cuando se inició la campaña del general Obregón y abandoné el molino, aún sin terminar, para incorporarme, a la campaña, en 1919. Yo acompañé al general Obregón desde la iniciación de su primer mitin en Nogales, en 1919. Fue la campaña política más dura a la que yo he asistido, porque además de no tener elementos económicos, posteriormente la conducta del gobierno nos llevó a la oposición contra el gobierno que dominaba un hombre de un gran prestigio y una gran fuerza política, como era don Venustiano Carranza. Yo siempre he lamentado la escisión que hubo, pero la culpa no la tuvo el general Obregón, la culpa radicó en la red de intereses personales que se habían creado alrededor del señor Carranza y que desde la publicación del manifiesto del general Obregón se sintieron amenazados, porque era inminente una limpia de elementos corrompidos y entonces se congregaron en torno del señor Carranza para insinuarle, constantemente, que el manifiesto del general Obregón era un ataque a su gobierno, que el general Obregón era su enemigo, que lo estaba criticando y que barrería con todo lo que había hecho durante su gestión al frente del país. La campaña fue muy dura; pasamos muchos trabajos, pues no teníamos elementos económicos, pero sosteníamos a un candidato muy fuerte, muy popular, que era el general Obregón; había sido el caudillo del ejército e indudablemente, en ese momento, era el líder de los campesinos y de los obreros, porque todo el mundo sabía que merced a su apoyo y a su influencia, las izquierdas del Constituyente habían aprobado los Artículos 27 y 123, pues en este mismo Congreso, se leyó una carta en la que el general Obregón dio muestras de la firmeza de sus convicciones revolucionarias y de su serenidad política cuando se separó de la Secretaría de Guerra y del mando de toda fuerza y se fue a su tierra, para dedicarse a trabajos particulares. De allá regresó como candidato, en oposición a otros que mandando fuerzas militares las aprovechaban para hacer propaganda en su favor, como don Pablo González. Tuvimos bastantes incidentes con esas huestes. Yo tuve la suerte de no caer preso en Tampico, porque de Monterrey me separé momentáneamente de la campaña, saliendo por Nuevo Laredo hasta El Paso, Texas, para entrar a Ciudad Juárez y protestar como candidato a diputado federal en una convención de partidos obregonistas. PREGUNTA RESPUESTA En la elección de la XXVIII Legislatura no quise figurar como candidato a pesar de que insistían, porque no deseaba reelegirme. En la XXIX Legislatura jugué por mi tierra, Ciudad Juárez, y me separé momentáneamente del general Obregón cuando fue a Tampico en donde aprehendieron a sus oradores; probablemente hubiera corrido igual suerte porque siempre, en todas esas partes, hablaba yo. Regresé a Monterrey cuando el general Obregón estaba ya en la estación para tomar el tren (yo era candidato por la Agrupación de Partidos Obregonistas de Ciudad Juárez ). Entonces la lucha era muy dura, porque el jefe de las operaciones en Chihuahua, el general Francisco Murguía, estaba en contra de los obregonistas y era muy impulsivo. El gobernador era también enemigo del general Obregón, pero el general Ignacio Enríquez, candidato a la gubernatura del Estado, era de filiación obregonista. En Monterrey, el general Obregón abordó el tren porque debía comparecer en el proceso que se le había iniciado en México. para responder de las responsabilidades que le achacaban en el proceso de Cejudo, un rebelde felicista que se había rendido. Habían falsificado una carta de Cejudo y querían involucrar al general Obregón para nulificarlo como candidato. Con el general Obregón nos venimos de Monterrey hasta Saltillo, donde nos dio instrucciones para que nos separáramos. A mí me dijo que volviera a Chihuahua, ya convencidos de que nos cerraban el camino legal, quedándonos sólo la insurrección y para hablarles a los jefes militares envió al general Jesús M. Garza a Zacatecas y a otros los mandó en distintas direcciones mientras él se dirigía a la ciudad de México. Yo pude hablar con los jefes de Chihuahua; con don Eugenio Martínez que era muy ladino, pues no tenía mando de fuerza pero estaba controlando a casi todos los jefes de operaciones y grupos que se levantaron después, encabezados por el general Enríquez, candidato al gobierno del Estado que controlaba a las defensas sociales compuestas por los campesinos armados. Con el general Enríquez hablé en Ciudad Juárez y tuve miedo de hablar con Escobar porque no había dado color: me pasé al lado americano por el río y me incorporé con el general Calles en Hermosillo. De Hermosillo nos venimos inmediatamente con el Plan de Agua Prieta, ya redactado por De la Huerta y la Cámara Local, asesorados, principalmente, por el licenciado Gilberto Valenzuela. que era el presidente de dicha cámara y que fue el qúe le dio, más o menos, forma legal. Todavía lo discutimos con el general Calles en el tren, rumbo a Agua Prieta, habiéndolo modificado en el sentido de que, a diferencia de todos los planes anteriores, no fuera nombrado presidente de la República el que había sido jefe del movimiento, que era el señor De la Huerta, sino que como la mayoría del Congreso no había sido contrincante de nosotros, ya que entre los diputados obregonistas y los diputados pablistas formaban la enorme mayoría del Congreso (pablistas, los del general Pablo González), éste conservó la facultad de nombrar al presidente de la República con carácter provisional, designación que recayó en la persona de don Adolfo de la Huerta. PREGUNTA RESPUESTA Y otro recado que enaltece mucho al general Obregón; me dijo: si ves a Marita -(doña María Tapia de Obregón, su esposa) como le decíamos nosotros-, dile que cualquiera que sean las noticias que reciba acerca de mí, aunque le digan que me van a fusilar, por nada del mundo se dirija al gobierno, que no le pida piedad a nadie porque nada más se pondría en ridículo y nada conseguirá. PREGUNTA RESPUESTA
AL SEÑOR INGENIERO Y SENADOR LUIS L. LEÓN
¿Señor ingeniero, cómo empezó su participación en la vida pública del país y cuáles han sido los puestos públicos que ha ocupado en el transcurso de los gobiernos revolucionarios?
Inicié mi vida pública a fines de 1915 en Sonora, siendo gobernador provisional del Estado don Adolfo de la Huerta y comandante militar de la entidad, el general Plutarco Elías Calles.
¿Esta fue la primera vez que usted fue diputado federal?
No; la primera vez que fungí como diputado federal, fue en 1917, cuando eligieron diputados para la XXVII Legislatura, que siguió al Constituyente. Fui candidato a diputado federal suplente del general Carlos Plank. Caso muy singular, pues los que no estaban conformes con su candidatura lanzaron la de Francisco Serrano y el caso peculiar es que yo figuré como candidato suplente en las dos planillas; así es que se discutieron las candidaturas de los propietarios, pero no la del suplente. El general Serrano no le dio importancia en aquella época a la diputación y entró Plank, quien asistió al período ordinario de sesiones, pero en seguida se separó porque fue comisionado por el gobierno del señor Carranza como comandante de las fuerzas fiscales en el norte del país. Entonces se convocó, en abril o mayo de 1918, a un período de sesiones extraordinarias para estudiar la Ley Electoral, que estuvo hasta hace pocos años en vigor. Fue la primera vez que asistí a la Cámara como suplente en funciones y también la primera ocasión que ocupé la tribuna. Entonces recibí una satisfacción imborrable y que agradezco mucho: el elogio que hizo de mí don Jesús Urueta, más bien como paisano y amigo que por mis dotes de orador, pero que figura en el Diario de los Debates.
¿Señor ingeniero, el Plan de Agua Prieta se redactó atendiendo indicaciones del general Obregón o fue una decisión, allá en Hermosillo, de Calles y De la Huerta?
Fue una decisión de Calles y de De la Huerta. Claro que ellos comprendían la situación del general Obregón, pero debo decirle a usted que el general Obregón me dio estas instrucciones: vas a Chihuahua y procura pasar a Sonora; si puedes hacerlo incorpórate con Calles y dile que yo voy a presentarme a México; que el problema va a ser ahora para el gobierno de Carranza para resolver qué hace conmigo, si me pone preso o si me fusila; y que cualquiera que sea la noticia que tengan de la situación, mientras más enérgicamente obren ellos, menos peligro corro yo.
¿Despúés de que usted fue diputado a la XXIX Legislatura, ya propietario, qué otros puestos siguió ocupando?
Volví a ser diputado de la XXX Legislatura. Entonces pedí permiso, porque el ya presidente Obregón me nombró a indicaciones de su Secretario de Hacienda, don Adolfo de la Huerta, Subsecretario del mismo ramo, puesto que desempeñé como ocho meses. Lo singular de esta situación es que yo me separé de la Subsecretaría para irme a la campaña del general Calles. Después jugué otra vez para diputado pero acompañé en su campaña al general Calles y cuando tomó posesión de la presidencia, me invitó para Secretario de Agricultura, puesto que recibí el 1° de diciembre de 1924 y en mayo de 1927 renuncié, para irme a trabajar un rancho a Chihuahua. Había cierta preocupación, tanto del general Calles como del general Obregón, por la situación imperante en ese Estado, pero yo logré hacerme muy amigo del general Marcelo Caraveo que era el gobernador y lo llevé, así como a los jefes militares que él controlaba, con el ya candidato general Obregón, a Nogales. A Caraveo le desconfiaban por lo inquieto que había sido siempre, porque había militado en todas las facciones y sobre todo, porque era compadre y muy amigo del general Arnulfo R. Gómez, que jugó como candidato a la presidencia de la República. Sin embargo, se hizo obregonista. Entonces acompañé al general Obregón cuando realizó su campaña desde Sonora hasta Guadalajara.