NOTA EDITORIAL
Francisco Indalecio Madero González, nació en la hacienda El Rosario, municipio de Parras de la Fuente, Coahuila, el 30 de octubre de 1873; hijo de Francisco Madero y Mercedes González.
La familia Madero era acaudalada contando además entre sus antecesores a varios personajes cuya participación política en el siglo XIX fue destacada. Ejemplo de esto lo encontramos en Evaristo Madero, abuelo de Francisco, quien llegó a ocupar la gubernatura del Estado de Coahuila.
Debido a la favorable condición económica de su familia, y, sobre todo a la inquebrantable costumbre de los sectores pudientes de la sociedad mexicana de ese entonces, Francisco I. Madero emprendió estudios superiores en el extranjero, siendo en Estados Unidos -Baltimore y Berkeley, California- y en Francia -París-, donde adquirió conocimientos sobre agricultura, contabilidad y economía política. De regreso a México se instaló en San Pedro de las Colonias, Coahuila, haciéndose cargo de la administración de las haciendas familiares y fundando la Escuela Comercial de San Pedro.
Desde los primeros años del presente siglo (Tómese en cuenta que la edición en papel de esta edición virtual del libro Madero y los partidos Antorreeleccionista y Constitucional Progresista la realizamos en el año de 1988. Nota de Chantal López y Omar Cortés, coautores de la compilación, el estudio y las notas), incursionó en el campo de la política al entrar en relación epistolar con diversos periódicos de oposición, como Regeneración y La Voz de Juárez.
En 1904 funda, junto con otras personas, el Partido Democrático Independiente en San Pedro de las Colonias. Meses después, conforman el Club Democrático Benito Juárez para apoyar la campaña municipal de Francisco Rivas en contra del candidato porfirista y, a finales de ese año, funda el periódico El Demócrata que logró relativa repercusión en el Estado de Coahuila.
Ante la derrota electoral de Francisco Rivas y la política represiva del triunfante candidato porfirista, Miguel Cárdenas (1), Madero comienza a entrever la necesidad de conformar una organización política a nivel nacional, lo suficientemente sólida como para enfrentar, en el campo electoral, a la dictadura porfirista. Así, se convierte prácticamente en el mecenas de los perseguidos por la dictadura porfirista y de las publicaciones oposicionistas, ayudándolas económicamente.
En 1908 escribe La sucesión presidencial de 1910. El Partido Nacional Democrático, a raíz de las declaraciones de Porfirio Díaz al periodista norteamericano Creelman.
En enero de 1909 funda en San Pedro de las Colonias, Coahuila, el Club Democrático Antirreeleccionista. Su real ilusión era la de conformar un partido con el nombre de Partido Nacional Democrático, pero debido a que el 5 de febrero de 1909, se forma en México un partido con el mismo nombre, a Madero no le queda más remedio que buscar otra denominación para su partido. Viaja a México y, en mayo de 1909, participa en la instalación del Centro Antirreeleccionista, del que posteriormente surgirá el Partido Nacional Antirreeleccionista.
En abril de 1910, tiene lugar la convención de los partidos Nacional Antirreeleccionista y Nacional Democrático en donde se postulan como candidatos para la presidencia y vicepresidencia de la República a Francisco I. Madero y Francisco Vázquez Gómez respectivamente.
La campaña electoral la realizaron mediante giras a diversos puntos de la República, no tardando en sufrir la represión porfirista, al grado de que poco antes de que las elecciones se verificaran, Madero es detenido en Monterrey y trasladado a la prisión de San Luis Potosí.
La mancuerna Diaz-Corral es declarada vencedora, el Partido Nacional Antirreeleccionista impugna las elecciones pidiendo su anulación ante la Cámara de Diputados, siendo la impugnación desechada y ratificándose el triunfo de Díaz-Corral.
Hasta aqui la reseña de la primera etapa de la lucha maderista que concluyó, debido al enorme fraude electoral realizado por la administración porfirista, en un aparente, rotundo y estrepitoso fracaso. Conviene aclarar que la lucha política electoral de los antirreeleccionistas no era, en un principio, en si por la presidencia de la República, sino más bien por ganar o negociar la vicepresidencia. No buscaban desplazar del poder a Porfirio Díaz, a quien poco tiempo de vida le daban; dejarlo como elemento decorativo en la silla presidencial no les molestaba en lo absoluto. Lo que en sí desencadenó la feroz resistencia político-electoral fue la postulación de Ramón Corral para el cargo de vicepresidente.
El Partido Nacional Democrático buscaba, por su lado, presionar para la postulación de Bernardo Reyes como candidato a la vicepresidencia; teniendo así la fórmula Díaz-Reyes. Así pues, fue precisamente la postulación de Ramón Corral para la candidatura a la vicepresidencia, lo que precipitó la lucha e incluso permitió al Partido Antirreeleccionista captar a toda la oposición en torno suyo. Erróneo es afirmar que la aceptación por parte de Porfirio Díaz para contender en pro de una nueva reelección, se haya constituido en el detonador del movimiento maderista, no obstante la evidente contradicción de Porfirio Díaz entre lo declarado en la entrevista con Creelman y su actitud posterior.
De hecho, lo repetimos, no se buscaba desplazar al dictador, sino únicamente negociar la vicepresidencia. Esto es necesario tenerlo en cuenta, puesto que de hecho la única organización realmente antiporfirista lo era el Partido Liberal Mexicano presidido por Ricardo Flores Magón (2).
Prosiguiendo con el relato de los hechos, tenemos que gracias a la intervención del, en aquel entonces, Secretario de Hacienda, José Ives Limantour, Francisco I. Madero obtiene la libertad caucional y entre el 5 y 6 de octubre de 1910, se da a la fuga dirigiéndose a San Antonio, Texas, en donde se discutiría y elaboraría el Plan de San Luis.
En torno al Plan de San Luis, surgirán las primeras desaveniencias internas entre los antirreeleccionistas. Por una parte, la facción encabezada por Francisco Vázquez Gómez negará, objetando, el fomento de la lucha armada, y, por otra parte, los seguidores de Francisco I. Madero insistirán en la apremiante necesidad de recurrir a ella. Estas desaveniencias, si bien no tuvieron consecuencias inmediatas, crearon sin embargo el gérmen de antipatías y rencores que posteriormente se desarrollarían, hasta tal punto, que acabarían con el maderismo.
Finalmente, al predominar la postura de la necesidad de la lucha armada, el 20 de noviembre de 1910 -día señalado en el Plan de San Luis para iniciar la insurrección-, Francisco I. Madero, acompañado de ocho de sus correligionarios llegan, por el lado estadounidense a un punto fronterizo entre Coahuila y Texas, cercano a Ciudad Porfirio Oíaz, a esperar la llegada de Catarino Benavides, quien suponían acudiría con un contingente de cerca de cuatrocientos hombres, para luego internarse a territorio mexicano al frente de ese grupo. Efectivamente llegó Catarino Benavides al lugar acordado, pero ... con una decena de individuos mal armados. Ante esta situación, la entrada a territorio mexicano quedó descartada.
No obstante el fracaso señalado, el 20 de noviembre de 1910 ocurrieron como una decena de sublevaciones en los Estados de Chihuahua, Veracruz, Durango y San Luis Potosí. Chihuahua fue el Estado en donde tuvieron más fuerza, al grado de que el 4 de diciembre, con la toma de Ciudad Guerrero por las fuerzas comandadas por Pascual Orozco, se apuntan un formidable triunfo. Chihuahua se conforma entonces como el baluarte del movimiento armado antirreeleccionista. El triunfo logrado da ánimos y bríos a las fuerzas sublevadas en otros Estados, lográndose al paso de los meses varios levantamientos en la mayor parte del territorio nacional.
El 14 de febrero de 1911, Madero ingresa a territorio mexicano por un punto fronterizo cercano a Ciudad Juárez.
El 22 de abril de 1911, comete su primer error al pactar con Toribio Esquivel Obregón, que representaba a Porfirio Díaz, al aceptar deponer las armas sin exigir la destitución de Díaz sino tan sólo la de Corral. Este arreglo, por demás unipersonal, fue inaceptable para otros antirreeleccionistas como Juan Sánchez Azcona, Federico González Garza, Venustiano Carranza y Roque Estrada, quienes influyeron para que Madero se retractase, cosa que lograron, más sin embargo con esta acción se ahondaría la desconfianza en las filas maderistas.
Para el mes de mayo, el triunfo antirreeleccionista es inobjetable. El 10 de mayo, día de la victoriosa toma de Ciudad Juárez, Madero nombra su Consejo de Estado de la siguiente manera: Relaciones Exteriores, Francisco Vázquez Gómez; Guerra, Venustiano Carranza; Hacienda, Gustavo Madero; Gobernación, Federico González Garza; Justicia, José María Pino Suárez y, Comunicaciones, Emilio Manuel Bonilla.
En esta selección comete su segundo error que gira en torno al nombramiento de Venustiano Carranza, pues Orozco y Villa, no le consideran mérito alguno para ocupar ese puesto, lo que ocasiona una nueva fricción.
El 13 de mayo vuelve a presentarse un conflicto mucho más serio entre los tres, cuyo motivo fue la gracia que concedió Madero al General federal Juan Navarro, defensor de Ciudad Juárez, al perdonarle la vida, pues Orozco y Villa exigían un juicio sumario y fusilamiento inmediato.
El tercer error de Madero lo comete cuando, antes de la firma de los tristemente célebres Tratados de Ciudad Juárez, pugna porque Limantour permanezca al frente de la Secretaría de Hacienda, cosa que evidentemente no es aceptada por el grueso de los antirreeleccionistas.
El cuarto error se concreta cuando en conversación telegráfica con Porfirio Díaz el 19 de mayo de 1911, con el objeto de convenir sobre su renuncia, le permite el nombramiento del Secretario de Relaciones Exteriores, siendo designado Francisco León de la Barra.
Pero el más trágico y funesto de todos sus errores se verificó el 21 de mayo con la firma de los Tratados de Ciudad Juárez, en donde prácticamente se echa a la borda el Plan de San Luis, aceptándose de manera tácita la continuidad del porfirismo sin Porfirio Díaz. Esto en realidad no fue más que el subsecuente desenlace de los anteriores errores ya señalados.
Así las cosas, y de acuerdo con lo pactado en Ciudad Juárez, Francisco León de la Barra toma posesión de la presidencia interina el 26 de mayo de 1911, no sin antes convencer a Madero de que hiciese una declaración pública referente a su no intervención en el ínterin; a lo que éste accedió.
El 31 de mayo, Porfirio Díaz abandona Veracruz rumbo a su exilio en Europa.
El 1° de junio se fijan las condiciones y plazo para efectuar las elecciones nacionales, resolviendo que las elecciones primarias se efectuarían el 1° de octubre y las secundarias o de distrito, el 15 de octubre; siendo condición para ello la pacificación del país.
El 7 de junio de 1911, Madero entra triunfalmente a la ciudad de México, y ... curiosamente en la madrugada de ese día un fuerte temblor azotó a la capital, provocando decenas de muertos, así como considerables daños a no pocas construcciones. A nivel anecdótico diremos que los supersticiosos vieron en ello una señal de malos augurios.
Conviene ahora detenernos un poco en el relato de los hechos para analizar las consecuencias de esta segunda etapa de la lucha maderista.
Cuando Francisco I. Madero decide trasladarse a San Antonio, Texas, estaba convencido de la necesidad de recurrir a la lucha armada para derrocar a Porfirio Díaz. Ahora bien, el espacio de tiempo entre su huída de San Luis Potosí -primeros días de octubre-, y la fecha señalada en el Plan de San Luis -20 de noviembre-, es increíblemente corto para llevar a cabo una insurrección en todo el territorio nacional. Lo más probable es que los antirreeleccionistas hayan realizado trabajos secretos previos, ya que sin ello parece imposible que en un mes y medio se pudiese desencadenar un levantamiento generalizado, sobre todo tomando en cuenta que sobre este punto -recurrir a la lucha armada-, existían serias diferencias entre los antirreeleccionistas.
En fin, el hecho histórico es que esa insurrección se llevó a cabo y si bien su inicio no fue muy venturoso, logró al paso del tiempo concretarse en un triunfo militar.
Pero cuando los antirreeleccionistas vencían en el terreno militar, en el político se tambaleaban debido en mucho a los errores de Francisco I. Madero.
La obsesión de Francisco I. Madero por dejar la administración porfirista intacta da mucho que pensar; llegar al extremo de nulificar por completo el Plan de San Luis mediante la firma de los Tratados de Ciudad Juárez, también es algo incomprensible. Ciertamente Porfirio Díaz había intentado arrebatar la principal bandera del antirreeleccionismo al promover reformas a la Constitución en el sentido de abolir la reelección, pero eso no fue sino una medida política tardía que en nada podía posponer el triunfo militar antirreeleccionista.
No se puede olvidar que en el Plan de San Luis se desconocía a Porfirio Díaz como presidente de México, al autonombrarse Madero presidente provisional. Ahora bien, resulta obvio que de haberse cumplido lo estipulado en el segundo párrafo del quinto punto del Plan (3), Francisco I. Madero no hubiera podido llegar a ser presidente de la República, puesto que siendo presidente provisional y teniendo como bandera el antirreeleccionismo, no podía participar en las elecciones presidenciales.
Es muy probable que Madero se haya percatado de esto y, para resolverlo, haya optado por tirar a la basura el Plan de San Luis, aceptando el Interin de De la Barra con miras a las futuras elecciones presidenciales.
Sea cual fuese la causa de la firma de los Tratados de Ciudad Juárez -mucho se habló de que se hicieron para ahorrar derramamientos de sangre-, el hecho histórico es que se firmaron y trajeron como consecuencia la total anulación del Plan de San Luis.
Volviendo al relato de los hechos, al mes siguiente de su entrada triunfal a México, el 9 de julio de 1911, Madero decide la formación del Partido Constitucional Progresista, abandonando la idea original del Partido Nacional Antirreeleccionista, hecho que agudiza aún más la división existente entre las filas maderistas.
A finales de julio el enfrentamiento entre Madero y los hermanos Vázquez Gómez -Emilio y Francisco-, llega a su punto más álgido cuando Emilio renuncia a la Secretaria de Gobernación y Madero deja creer que el substituto sería Luis Cabrera; sin embargo ante la estupefacción general fue nombrado el ingeniero Alberto García Granados, hecho que por sí sólo constituía una abierta provocación a los partidarios de los hermanos Vázquez Gómez.
El 27 de agosto se iniciaron los trabajos de la Convención Nacional del Partido Constitucional Progresista en el Teatro Hidalgo de la ciudad de México, bajo un ambiente político bastante tenso.
El 30 de agosto, Francisco I. Madero es electo como candidato de ese partido a la presidencia de la República y, el 1° de septiembre sucedió lo que todos sospechaban: la postulación de José María Pino Suárez como candidato de ese partido para la vicepresidencia; con esto, la vieja fórmula electoral planteada por el, en ese momento ya prácticamente extinto, Partido Nacional Antirreeleccionista de Francisco I. Madero como candidato a la presidencia y Francisco Vázquez G6mez a la vicepresidencia, quedaba descartada. Con esta acción -la postulación de José María Pino Suárez y el subsecuente desplazamiento de Francisco Vázquez Gómez-, el maderismo quedó desecho, cavando con ello su propia tumba.
La atmósfera preelectoral se caracterizó por el temor y la inestabilidad política. Los partidos contendientes -Partido Popular Evolucionista, Partido Liberal Radical, Partido Católico Nacional, Partido Liberal Puro y Partido Constitucional Progresista-, realizaban diferentes trabajos para la postulación de sus candidatos. En resumen, para la presidencia de la República se postularon a Francisco I. Madero, Francisco León de la Barra y Emilio Vázquez Gómez; para la vicepresidencia, José María Pino Suárez, Francisco León de la Barra y Francisco Vázquez Gómez; produciéndose alianzas en torno a diferentes fórmulas electorales.
El 15 de octubre de 1911 se verificaron las elecciones en medio de un ambiente político cargado de tensiones y revueltas. Los resultados fueron los siguientes: para la presidencia, Francisco I. Madero obtuvo 19 997 votos, León de la Barra 87 y, Emilio Vázquez Gómez, 16. Para la vicepresidencia, José María Pino Suárez logró lO 245 votos contra 5 564 de De la Barra y 3 373 de Francisco Vázquez Gómez (4).
El 6 de noviembre de 1911, Francisco I. Madero asumía el cargo de presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Su gobierno, por cierto débil, intentaría realizar la difícil o más bien imposible tarea de unir y conciliar a muchas facciones divergentes y, para colmo de males, armadas.
Mucho se ha dicho que el elemento intrigante y disolvente que sembró confusión, provocó fricciones y alentó desuniones fue Gustavo Madero, llegando incluso a afirmarse que él propuso e impuso la candidatura de José María Pino Suárez a la vicepresidencia. Esto que en gran parte es cierto, no pasa de ser una anécdota, puesto que quien fungía y era mayoritariamente reconocido en la jefatura revolucionaria era Francisco I. Madero, en quien a fin de cuentas recae la responsabilidad de lo acaecido.
Los Tratados de Ciudad Juárez se firmaron so pretexto de evitar mayor derramamiento de sangre e irónicamente los resultados fueron totalmente contrarios a lo buscado, ya que hundió al país entero en la guerra de facciones que produjo, durante largo tiempo, un auténtico baño de sangre en los campos y ciudades mexicanas.
La labor realizada por Francisco I. Madero en su lucha contra Porfirio Díaz es algo innegable, como también lo es su total carencia de visión política para comprender el movimiento revolucionario que, en cierta medida, él mismo coadyuvó a fomentar.
Se ha hablado sobremanera de Francisco I. Madero como del mártir de la democracia, sin embargo, ateniéndonos a su proceder, difícilmente puede aceptarse tal imagen suya, ya que existen suficientes datos demostrando que su actuar definitivamente no fue democrático. Así, si se le quisiera definir en pocas palabras, sugeriríamos que lo más apropiado serIa: Francisco I. Madero, mártir de sus propios errores.
La presente compilación abarca desde 1909 hasta la toma de posesión de Francisco I. Madero como presidente de la República, ya que consideramos que en ese momento el maderismo muere y que la potencialidad misma de su impulsor como dirigente del proceso sufre un serio ocaso, cuando es rebasado por los acontecimientos.
Al final incluimos un apéndice conteniendo varios documentos que sin duda auxiliaran al lector para la cabal comprensión de ese momento histórico.
Chantal López y Omar Cortés
Notas
(1) Véase El proqrama del Partido Liberal Mexicano de 1906 y sus antecedentes, Estudio, recopilación y notas de Chantal López y Omar Cortés, México, Ediciones Antorcha, 1985, pág.168-170.
(2) Véase El Partido Liberal Mexicano (1906-1908), Selección, estudio y notas de Chantal López y Omar Cortés, México, Ediciones Antorcha, 1986.
(3) Véase el Plan de San Luís, en esta misma edición virtual.
(4) Es necesario que se tenga en cuenta que estas elecciones se realizaron bajo el criterio electoral de votación indirecta, esto es, la gente sufragaba por un elector quien a su vez emitía su voto por alguno de los candidatos a la presidencia o vicepresidencia.