Índice de Las grandes mentiras de nuestra historia de Francisco BulnesTercera parte - Capítulo IVTercera parte - Capítulo V Segunda parteBiblioteca Virtual Antorcha

LAS GRANDES MENTIRAS DE NUESTRA HISTORIA

Francisco Bulnes

TERCERA PARTE

Capítulo quinto

EL ESCÁNDALO EN EL MUNDO NAVAL

Primera parte


Tal como nuestra llamada historia sirve a nuestro espíritu y especialmente al de la niñez, el ataque y toma de la fortaleza de San Juan de Ulúa, tiene tanta verdad como la de cualquier cuento oriental entretejido con escenas maravillosas. Modestamente pretendo ser el primero en dar la verdad histórica de este hecho de armas que debió haber avergonzado a nuestros antecesores en vez de inflarlos deshonestamente.

La noticia de la pérdida de Ulúa y del convenio de Veracruz, produjo en México y en todo el interior de la República, la penosa sensación que era de esperarse, destruyendo tales acontecimientos todas las ilusiones que hasta entonces se habían alimentado sobre la gran resistencia que podían hacer aquellos puntos. En medio de la exaltación ocasionada por aquellos sucesos; unos los atribuían á la cobardía de los generales Gaona y Rincón, otros no podían suponer que el castillo se hubiera rendido tan pronto sino por la traición del primero de estos jefes (1).

El vulgo, el buen vulgo fallaba así la toma del castillo de San Juan de Ulúa, por el considerando decisivo de su vanidad. Pero esta vez la vanidad y la verdad estaban de acuerdo. El vulgo había acertado; el castillo de San Juan de Ulúa cayó en poder de los franceses por la cobardía no de Rincón, sino de los generales Santa Anna y Gaona, a lo que contribuyó en gran parte la estupenda impericia del segundo. Este veredicto justo del público emanado de su primera impresión se corrompió más tarde por la acción corrosiva de la misma vanidad que resolvió confundir la cobardía con el heroísmo y dar medallas de oro y ascensos a los que merecían la degradación y la pena de muerte, escandalizando con semejante conducta a todos los hombres de guerra y prensa ilustrada del universo.

El duque de Wellington quedó estupefacto de la toma de San Juan Ulúa, por una fuerza puramente naval; la historia no ofrecía un caso igual, este hecho singular tenía que ser profundamente humillante para nuestros anales militares.

La prise de la forteresse de Saint Jean d'Ulloa par une division de frégates francaises est le seul exemple que je connaisse, dira le duc de Wellington a la Chambre des lords, d'une place régulierement fortifiée qui ait été réduite par une force purement navale (2).

La fortaleza de San Juan de Ulúa, fue de primer orden hasta fines del siglo XVIII y pasó a ser de segundo orden hasta 1855. La escuadra que la atacó y tomó en 1838, no era ni de quinto orden. La fortaleza era muy superior, no a las fuerzas navales de Francia que contaba con ocho mil cañones en toda su flota; pero a la escuadrilla que la atacó y tomó causando escándalo en el mundo naval guerrero.

Creo que en páginas anteriores dije que hemos heredado un vicio ridículo de los españoles. Antes de un combate todo lo español es excelente: la artillería, la pólvora, la cartuchería, las fortificaciones, la caballada, el armamento, y sobre todo el soldado, el oficial, el general, y hasta la luz, las nubes, la tierra, la flora y la fauna. Después de la derrota, se afirma que la artillería era de oyamel, las bayonetas de barro, la pólvora estaba mojada; los cartuchos no cabían en los fusiles; no había parque ni trenes, ni mulas para moverse; la niebla había producido la noche; el sol había cocido los ojos de la tropa; la tierra se había abierto y tragado varias columnas, la flora había emanado venenos soporíficos; sin esos incidentes siempre imprevistos el triunfo era seguro porque el soldado español nunca puede ser vencido y jamás lo ha sido. Tal es el cuadro de lo que en conjunto pasó en Ulúa. Siete meses gritó la prensa mexicana en 1838, que Ulúa era el Gibraltar de América y después de haber sido tomado con una facilidad única que asombraba al duque de Wellington, la historia ha emprendido la tarea de deshonrarse para probarnos que las murallas se habían convertido en hojas de papel, que los cañones no alcanzaban, que casi no los había y después de asentar un chubasco de hechos falsos se nos cuenta que la maYoría de los defensores murieron.

Nuestra civilización actual nos permite ser tratados seriamente, sin burlas, sin ruedas de molino, y nos impone el deber de corregir nuestra historia, levantarla a la altura de la verdad, único punto donde se encuentra el verdadero honor.

La fortaleza de Ulúa, más que por sus fortificaciones, por su posición era formidable y pudo antes de los adelantos de la artillería moderna, hasta 1850, mantenerse de primer orden aun con malos cañones.

La presente descripción no es un lujo de autor, ni una hazaña de petulante; es necesaria para apreciar debidamente la conducta de sus defensores, Y mi descripción la puede comprender toda persona que satisfaga en ilustración a lo que se aprende en una escuela primaria superior.

En el vulgo se cree que la fortaleza de Ulúa está situada en un islote distante poco más o menos un kilómetro de la ciudad de Veracruz. La fortaleza está situada en un gran banco o bajo madréporas, que tiene una parte sobresaliente de 200 metros de ancho por 350 de largo que figura un islote y que sirve de asiento a la expresada fortaleza. Este banco o bajo se llama la Gallega; tiene la forma de lo que el vulgo llama hueso en un mago de Manila, la dirección de este hueso es casi de Norte a Sur, la línea en parte cóncava mira al Oeste y la enteramente convexa al Este; la punta del hueso mira al Norte y la parte opuesta ancha mira a la ciudad de Veracruz. Casi a la mitad de la parte ancha que mira a la ciudad de Veracruz y en su límite está construída la fortaleza que tiene 200 metros de largo Y 140 de ancho. El largo del bajo Gallega es dos mil seiscientos metros y su ancho en sus límites E.O. es de mil quinientos.

Lo que acabo de exponer es esencialmente interesante para entender porqué era inexpugnable como justamente la calificaron los españoles a la fortaleza de Ulúa. Por el Norte no podía ser atacada porque teniendo el bajo 2600 metros y no pudiendo entrar los barcos sobre el bajo, tenían que colocarse a una distancia mayor y no había cañones ni los hubo hasta 1860, para que la fortaleza hubiera podido ser ofendida a esa distancia. La fortaleza no podía ser atacada por el Sur y el Oeste, sin que los buques quedarán colocados entre las baterías de Ulúa y las de Veracruz, a distancia tan corta que los cañones podían perforar fácil y prontamente los barcos en sus partes nobles en la línea de flotación o abajo. El ataque por el Este no podía tener lugar a menos de mil trescientos metros, distancia inofensiva para las fortificaciones en relación con el tiro de los cañones. En suma Ulúa, hasta fines del siglo XVIII, sólo podía ser atacada a una gran distancia y por bombas. Los españoles previendo el caso; habían construído excelentes casamatas, de manera que bombardeando el castillo, podía ser muy averiado o destruído, pero la tropa podía quedar ilesa para esperar el asalto.

Una fortaleza se puede tomar solamente por tres medios; el asalto, el hambre o la intimidación. Este último medio es vergonzoso para los defensores de cualquier plaza; pero en una fortaleza donde no hay mujeres, ancianos, niños y hombres no combatientes que hagan surgir el pánico y lo comuniquen a la tropa, y además cuando ésta cuenta con casamatas que para ella hagan inofensivo el bombardeo; no es posible el método de intimidación. Bien decía el duque de Wellington en la Cámara de los Lores, jamás se había dado el caso de que una fortaleza hubiera caído por el método de intimidación. Desgraciadamente nos tocó dar la deshonrosa prueba de que sí era posible.

Se comprende que una fortaleza aun cuando queden apagados sus fuegos y reducida a escombros, si se han salvado las casamatas y la tropa ilesa, ésta espera el asalto con artillería de reserva de mar y tierra, guardada en lugares que se llaman salas de armas, y entonces la guarnición se bate detrás de los escombros que también son parapetos. Mientras hay defensores ilesos, valientes y suficientes para esperar sobre escombros de una fortaleza al ser asaltada, la fortaleza o más bien dicho los escombros pueden triunfar de los barcos aun cuando estén intactos y si no hay asalto es imposible la ocupación de la fortaleza, a menos que los defensores cobardemente la entreguen.

Afirmando ya que una fortaleza marítima no debe darse por vencida mientras no llene la obligación de las fortalezas de tierra, no capitular antes de resistir lo menos un asalto a menos que falten víveres, municiones o que hayan muerto o estén fuera de combate todos los defensores, lo que no sucedió en San Juan de Ulúa.

El Sr. Pérez Verdía lanza a la nifiez desvalida de historiadores, esta falsedad educativa, no personal del autor sino común a nuestros historiadores:

El general Don Antonio Gaona con muy pocos soldados ... sostuvo el ataque ... (3).

El general Don Manuel Rincón en su Manifiesto a la Nación, y en el Documento justificativo núm. 183, da a conocer con todos sus detalles, la fuerza que ocupaba el castillo en el momento en que fue atacado el 27 de Noviembre de 1838 y esta fuerza ascendía a 1184 hombres.

Veamos el número de ofensores contando con las dos corbetas que no entraron ni debían entrar al combate.

Fragata Iphigénie con la tripulación del bergantín Laurier ... 527 tripulantes.
Fragata Néreide ... 458 tripulantes.
Fragata Gloire ... 448 tripulantes.
Corbeta Créole ... 156 tripulantes.
Bombardera Ciclope ... 108 tripulantes.
Bombardera Vulcain ... 113 tripulantes.
Bergantín Voltigeur ... 115 tripulantes.
Bergantin Zebre ... 96 tripulantes.
Corbeta Nayade ... 158 tripulantes.
Bergantín Sarcelle ... 70 tripulantes.
Total ... 2249 tripulantes.

Sin asalto para nada necesitaba la fortaleza infantería sino artilleros, y caso de asalto los buques no podían quedarse solos. En ningún caso un jefe de escuadra se desprende de las dos terceras partes de su tripulación para hacerlas asaltar; pero admitiendo que hiciese semejante torpeza el contraalmirante Baudin, pudieron a lo sumo marchar al asalto sin columnas de reserva, 1,500 hombres.

¿Pueden 1,185 hombres dentro de una fortaleza resistir el ataque de 1,500? ¿Son muy pocos 1,185 hombres fortificados contra 1,500 asaltantes? Además había aún cerca de 500 hombres en la ciudad de Veracruz y cerca de dos mil a tres leguas de distancia al mando del general Arista. Si en el día del ataque no era asaltada la fortaleza como no lo fue, durante la noche podían ser colocados en Ulúa fácilmente 1,500 o dos mil hombres. El gobierno disponía de seis lanchas armadas y de veintidós de simple transporte.

Los muy pocos soldados con que se vió obligado a batirse el general Gaona significan una falsedad que los documentos oficiales mexicanos pulverizan.

Segunda Falsedad.
Los cuarenta cañones

En todos nuestros libros de historia patria figura que los defensores de San Juan Ulúa lucharon con cuarenta cañones contra el fuego de doscientos muy bien servidos por el enemigo.

Hay que fijar con precisión qué es lo que se ha querido decir con lo de los cuarenta cañones, pues no todos los autores dan el mismo sentido.

¿Se ha querido decir que la fortaleza al ser atacada sólo contaba con cuarenta cañones?

Al capitular la fortaleza fue entregada a los vencedores por riguroso inventario firmado por ambas partes, y dada copia eXacta a cada una de ellas. Tanto en la obra de Dauzart y Blanchard que ya he citado, como en el Manifiesto del general Rincón, en el Documento justificativo número 139, aparece el nÚmero y clase de piezas de artillería que fueron entregadas a lOS franceses. Copio esta parte del inventario oficial:

Artillería en San Juan de Ulúa el 28 de Noviembre de 1836.

Baluarte del Este ... Caballero Alto Piezas de a 12 ... 4 desmontadas por el fuego ... 0 montadas ... 4 desmontadas antes del ataque.
Soledad Piezas de a 24 ... 0 desmontadas por el fuego ... 1 montada ... 4 desmontadas antes del ataque.
Piezas de a 16 ... 0 desmontadas por el fuego ... 7 montadas ... 3 desmontadas antes del ataque.
Piezas de a 8 ... 0 desmontadas por el fuego ... 1 montada ... 2 desmontadas antes del ataque.
Mortero de 9 pulgadas ... 0 desmontados por el fuego ... 1 montado ... 0 desmontados antes del ataque.

Baluarte del sur ... San Crispín Piezas de a 24 ... 2 desmontadas por el fuego ... 6 montadas ... 2 desmontadas antes del ataque.
Piezas de a 8 ... 0 desmontadas antes del fuego ... 1 montada ... 0 desmontadas antes del ataque.

Cortina que ve a la ciudad ... San Fernando ... Carronadas de a 18 ... 2 desmontadas por el fuego ... 15 montadas ... 3 desmontadas antes del ataque.

Baluarte del oeste y del Faro ... San Pedro ... cañones de 24 ... 0 desmontados por el fuego ... 6 montados ... desmontado antes del ataque
Cañones de 8 ... 0 desmontados por el fuego ... 2 montados ... 1 desmontado antes del ataque.

Cortina del noroeste ... Iturbide ... Carronadas de a 18 ... 1 desmontada por el fuego ... 12 montadas ... 1 desmontada antes del ataque.

Baluarte del norte ... Santiago ... Carronadas de a 16 ... 0 desmontadas por el fuego ... 9 montadas ... 1 desmontada antes del ataque.
Carromadas de 8
Mortero de 9 pulgadas ... 0 desmontados por el fuego ... 1 montado ... 0 desmontados antes del combate.

Total ... 9 desmontadas por el fuego ... 62 montadas ... 19 desmontadas antes del combate


Batería del Norte ... Guadalupe ... Carronadas de a 24 ... 1 desmontada por el fuego ... 14 montadas ... 2 desmontadas antes del ataque.
Morteros de 14 pulgadas ... 1 desmontado por el fuego ... 3 montados ... 0 desmontados antes del combate.

Plaza de armas centrante rentrante de la izquierda ... Pilar ... Cañones de a 12 ... 1 desmontado por el fuego ... 5 montados ... 1 desmontado antes del ataque.
Morteros de 14 pulgadas ... 0 desmontados por el fuego ... 0 montados ... 1 desmontado antes del ataque.

Media luna ... San José ... Carronadas ... 0 desmontadas por el fuego ... 16 montadas ... 0 desmontadas antes del ataque.

Plaza de armas rentrante de la derecha ... Santa Catalina ... Carronadas de a 12 ... 4 desmontadas por el fuego ... 5 montadas ... 1 desmonatada antes del ataque.

Bateria baja del sur ... San Miguel ... Cañones de a 24 ... 2 desmontados por el fuego ... 13 montados ... 4 desmontados antes del ataque.
Morteros de a 14 pulgadas ... 2 desmontados por el fuego ... 5 montados ... 0 desmontados antes del ataque.
De una sola de armas cerrada ... Cañones de diversos calibres ... 0 desmontados por el fuego ... 8 montados ... 26 desmontados antes del ataque.
Total ... 11 desmontados por el fuego ... 71 montados ... 35 desmontados antes del ataque.


RESUMEN

Total piezas desmontadas por el fuego de la escuadra francesa ... 20.
Total piezas montadas ... 133.
Total piezas desmontadas antes del combate ... 54.
Total piezas de fortaleza ... 207
Había pues piezas montadas antes del combate ... 153

Luego es una fábula que sólo hubiera cuarenta cañones.

Veamos ahora la artillería de los barcos combatientes:

Iphigénie ... 60 piezas.
Gloire ... 60.
Néreide ... 60.
Créole ... 20.
Bombarderas Vulcain y Ciclope ... 4.
Total ... 204 piezas.

Número de piezas de San Juan de Ulúa montadas y listas antes del combate ... 153.
De los barcos que atacaron ... 204.

Las personas dedicadas a la historia educativa o instructiva pueden creer que esta diferencia en contra de piezas, para San Juan de Ulúa era una funesta y deplorable debilidad. Nada de eso, las ventajas de una fortaleza son muy grandes sobre las escuadras y nunca se ha dado caso de que una escuadra al atacar una fortaleza con el objeto de tomarla haya tenido número igual o menor de piezas que la fortaleza. No hay escuadra que a igual número de piezas de igual calibre poco más o menos por ambas partes, se atreva a atacar una fortaleza. Y si para que una fortaleza sea defendible fuera preciso que tuviera mayor o igual número de piezas de artillería que la escuadra ofensiva no habría en el mundo fortalezas defendibles.

Cuando Inglaterra atacó la Habana en 1762 la gran flota al mando del vicealmirante Pocork, constaba de 29 naves de guerra con 2183 cañones. Los cañones del Morro y de la batería de la Punta, pues aun no existía la ciudadela de la Cabaña llegaban a 274. Gibraltar tenía en 1805 quinientos veinticuatro cañones y las escuadras francesa y española aliadas que lo amagaban sin decidirse a atacar por considerar la plaza inexpugnable tenían entre ambas, 3098 cañones.

La escuadra española que atacó el Callao en 1866 sin lograr el triunfo, tenía 380 cañones y todas las fortificaciones mantimas de la plaza, 90 piezas de artillería.

En 1898, el número de cañones de la Habana no llegaba a la quinta parte del número de los de la flota de los Estados Unidos y sin embargo se consideraba la Habana justamente intomable.

Lo repito, jamás una escuadra ha atacado con intención de apagar fuegos o tomar una fortaleza marítima con igual o menor número de cañones que la fortaleza. Es, pues, un error grave, creer que las fortalezas para ser defendibles hasta lo inexpugnable deben tener igual o mayor número de cañones que las escuadras destinadas a atacarlas.

¿Se ha querido decir, como en efecto lo dicen, no nuestros historiadores, sino los documentos oficiales que sólo jugaron cuarenta cañones en Ulúa, cuando fue atacada por la escuadra?

Es casi una verdad, porque en el punto en que se colocó la escuadra debía recibir el fuego que en seguida se expresa, según los reconocimientos y cálculos del contraalmirante Baudin (4):

Podían tirar sobre la fragata Iphigénie

De la plaza de armas Pilar piezas de distintos calibres ... 4.
Del baluarte Santiago ... 7.
De la media luna San José ... 7.
De la cortina del Nordeste ... 8.
De la plaza de armas Santa Catalina ... 3.
Del baluarte la Soledad ... 4.
Total ... 33

Sobre la Néréide

De la media luna San José ... 7.
De la plaza de armas Pilar ... 4.
Del baluarte Santiago ... 3.
Del baluarte San Crispín ... 2.
Del Caballero ... 4.
Total ... 16.

Sobre la Gloire

De la media luna San José ... 7.
Del baluarte San Crispín ... 2.
De la bateria baja San Miguel ... 3.
Del Caballero ... 4
Total ... 16

Sobre el conjunto de las tres fragatas

De la plaza de armas Pilar ... 4.
Del baluarte Santiago ... 10.
De la media luna San José ... 7.
De la cortina el N.E. ... 8.
De la plaza de armas Santa Catalina ... 3.
Del baluarte Soledad ... 6.
Del baluarte San Crispín ... 2.
De la batería baja San Miguel ... 3.
Del Caballero ... 4.
Total ... 47.

La versión mexicana asegura que hacían fuego sobre cuarenta cañones; la versión francesa asegura que podían hacer e hicieron fuego sobre la escuadra 47 piezas de la fortaleza de Ulúa. En el parte oficial mexicano se nota la falta de instrucción del jefe de la fortaleza, en que confunde cañones con piezas. En 1838, las piezas de artillería se dividían en cañones, obuses y morteros. La carronada era el obús antiguo. El general Gaona asegura que pudo hacer jugar sobre cuarenta cañones, debió haber dicho piezas porque la artillería de la fortaleza se componía de cañones, carronadas y morteros.

¿Cuántas piezas de artillería puso en juego el contraalmirante Baudin en su ataque?

Jugaban con inaudita rapidez como doscientas bocas sobre la fortaleza, cuando ésta sólo les contestaba a lo sumo con cuarenta (5).

No jugaron ni podían jugar como doscientas bocas en el ataque del contraalmirante, aun cuando así lo asegure el general Rincón en su parte al supremo gobierno. El ataque tuvo lugar con las fragatas de primera Iphigénie, Néréide y Gloire, con la corbeta de segunda Créole y con las bombarderas Cyclope y Vulcain. No había un solo navío de línea. Todos los que como militares, historiadores, cronistas, periodistas, poetas y oradores cívicos, se han ocupado del ataque de San Juan de Ulúa, reconocen que no vino a las aguas mexicanas navío alguno de línea y que los barcos de mayor porte fueron las tres fragatas de primera que acabo de mencionar. Ahora bien, en 1838 como en el día, el número de cañones estaba en relación con el rango del barco y el rango mayor correspondía al de mayores dimensiones. La jerarquía de los barcos de guerra era:

1. - Navío de línea.
2. - Fragata.
3. - Corbeta.
4. - Bergantín.
5. - Goleta.
6. - Cañonera.

A estos rangos correspondían cañones:

Navío de línea de tres puentes ... 120 piezas.
Id. de segunda ... De 80 a 100 piezas.
Fragata de primera ... De 50 a 60 piezas.
Id. de segunda ... De 40 a 50 piezas.
Corbetas de primera ... De 24 a 32 piezas.
Id. de segunda ... De 20 a 24 piezas.
Bergantines ... De 16 a 20 piezas.
Goletas ... De 6 a 12 piezas.
Cañoneras ... De 2 a 4 piezas.

No se necesitaba ir a bordo de los barcos ofensores para contar los cañones, bastaba saber que las tres fragatas eran de primera y la corbeta de segunda para saber que el número de piezas de artillería debía ser 200. Mas dos morteros para cada una de las bombarderas Cyclope y Vulcain, resultan: 204 piezas de artillería.

El general Rincón tenía razón respecto al número de piezas de artillería que en totalidad tenían los barcos ofensores, pero no pensó en que un barco combatiendo fijo contra Una fortaleza no puede disparar todas sus piezas contra esa fortaleza a menos que todas fueran morteros o disparos heChos bajo un ángulo de 45 grados o mayor. Un barco que combate fijo sólo puede disparar todos sus cañones cuando se halla rodeado de barcos o cuando atraviesa un canal en que haya fortalezas de ambos lados; pero batiendo a una fortaleza sin tener enemigo al lado opuesto es imposible que pueda poner en juego toda su artillería. En las mejores condiciones de un barco que combate fijo, puede disponer de la mitad de sus piezas más una o dos piezas de la popa o de la proa. Esto es evidente y por tal motivo hay que creer sin vacilar en el parte oficial del contraalmirante Baudin quien pone en conocimiento de su gobierno haber puesto en juego en su ataque (6):

Fuego de la fragata Iphigénie:

Cañones obuses Paixhans calibre 80 de fierro ... 2.
Carronadas de a 30 de fierro ... 14
Total ... 30.

Fuego de la Néréide:

Cañones obuses Paixhans calibre 80 de fierro ... 2.
Cañones de a 30 de fierro ... 12.
Carronadas de a 30 de fierro ... 12.
Total ... 26.

Fuego de la Gloire:

Cañones obuses Paixhans calibre 80 de fierro ... 2.
Cañones de a 30 ... 12.
Carronadas de a 30 ... 12.
Total ... 26.

Fuego de la Créole:

Carronadas de a 30 de fierro ... 22.
Total de las tres fragatas y corbeta ... 104 piezas.
Más los cuatros morteros de las dos bombarderas ... 4.
Total fuego ... 108.

De manera que tenemos:

Fuego de la escuadra ... 108 piezas.
Fuego de la fortaleza ... 47 piezas.

El vulgo ignorante y dentro de él los militares mexicanos de 1838 y los historiadores, consideran que la desigualdad de piezas en juego entre la fortaleza y la escuadra fue un hecho excepcional, funesto, inaudito que necesariamente hacía imposible el triunfo de la fortaleza. Con razón, nos dicen nuestros libros históricos, perdimos, pues combatían 40 cañones contra 200. Ya se ha visto que no es posible que hubiera en juego doscientos cañones, porque para ello hubiera sido preciso que los barcos ofensores, tuvieran en conjunto 400 piezas y como fueron cuatro sin contar las dos bombarderas de a dos morteros cada una, hubiera sido preciso que entre las tres fragatas y la corbeta, hubieran tenido 400 piezas con lo cual no hubieran podido ser fragatas, ni corbetas sino navíos de línea. Y nadie ha pretendido ni los más ardientes patriotas, transformar las fragatas francesas del contraalmirante Baudin en navíos de línea que eran las unidades tácticas de una escuadra de primer orden.

Asombra ver que eran militares las personas que han proporcionado el espléndido material para decir desatinos a nuestros sencillos y colombinos historiadores que a su vez impregnan el espíritu nacional de fábulas ridículas. Creer que 47 piezas puestas en juego por una fortaleza de cal y canto contra cuatro barcos de madera que disparaban cien piezas, da lugar a un escandalo y a compadecer a los defensores de la fortaleza, es no tener la menor idea de un barco, de una fortaleza en un combate naval.

La fortaleza tiene por base la resistencia, la escuadra la potencia. Si la potencia de la fortaleza fuera igual a su resistencia no habría escuadra que se atreviera a atacarla y aÚn así no hay quien se atreva a atacar la plaza de Gibraltar, ni los Dardanelos, ni aún la Habana y otras. Bastaba en 1838 una bomba de placa acertada en regla contra un barco para mandarlo al fondo del mar o herirlo mortalmente, mientras que una fortaleza podía resistir centenares y millares de bombas sin desaparecer. No era lo mismo que las granadas hicieran explosión al penetrar en el casco de un barco que en la cortina de una fortaleza. Los artilleros de la fortaleza están en parte abrigados los cuatro que disparan y abrigados bien los cuatro de reemplazo por baja o fatiga. En un barco en 1838, los artilleros tiraban por decirlo así a pecho descubierto. El combate entre una escuadra y una fortaleza se inicia y se desenvuelve por un gran duelo de artillería y en 1838 en el duelo los artilleros de la escuadra están como he dicho, descubiertos, mientras que los de la fortaleza sólo pueden ser tocados por tiros de elevación, por escombros y muy rara vez directamente. Es admirable que haya militares mexicanos que hayan creído que podía haber fortalezas atacables teniendo una potencia igual a su resistencia.

Una fortaleza situada en una costa presenta menos frentes que una fortaleza aislada en un islote. Esta clase de fortalezas a que pertenece Ulúa están obligadas a tener baterías para todos los rumbos. No hay imbécil, aun cuando sea príncipe y le den por derecho de nacimiento el mando de una escuadra, que discurra dividir ésta para presentarla frente a todos los lados de una fortaleza y recibir el fuego de todas sus baterías. El axioma de la táctica naval, es operar por el fuego sobre el mayor campo de la fortaleza y recibir de la fortaleza el menor fuego posible. Y para cumplir con este precepto se atacan las fortalezas presentando el menor bulto posible, a una distancia la mayor posible y en el lugar donde el fuego del enemigo sea el menor posible. De aquí resulta que siempre en un combate entre fortaleza y escuadra, el número de piezas puestas en juego por la fortaleza es menor que el puesto en juego por la escuadra, pues de lo contrario no hay quien combata aun cuando sea cretino el jefe de la escuadra. Estas consideraciones se refieren a 1838, porque en el día un monitor con dos cañones puede apagar los fuegos y reducir a escombros a San Juan de Ulúa tal como se encuentra artillado y aún cuando tuviera tres mil cañOnes iguales a los de 1838.

He dicho que la base del combate de la fortaleza es la resistencia y en cuanto a su potencia lo único que necesita es tener piezas capaces de destruir un barco rápidamente a la distancia mayor que se pueda colocar con posibilidad de ofender. Se comprende que si la resistencia de la fortaleza, es por ejemplo diez veces mayor que la de los barcos de la escuadra, tendrá gran ventaja la fortaleza poniendo en juego aun la quinta parte de las piezas de la escuadra y si la resistencia de la fortaleza fuese mil veces mayor que la de la escuadra habría equilibrio poniendo en juego la fortaleza un cañón, contra mil cañones iguales al de la fortaleza que pusiera en juego la escuadra y habría entonces inmensa ventaja para la fortaleza si pusiera en juego veinte cañones contra los mil de la escuadra, siempre que unos y otros fueran idénticos.

Entendida la teoría que explica porqué debe haber ventaja de parte de la fortaleza aun cuando ponga en juego menor número de piezas de artillería que la escuadra, veamos lo que enseña la práctica.

Uno de los combates más hermosos entre escuadra y fortaleza, fue el que tuvo lugar el año de 1762 entre el Morro y la batería de Punta en la Habana contra parte de la escuadra inglesa mandada por el vicealmirante Porcok. La escuadra hizo jugar sobre las fortificaciones que acabo de citar 286 piezas de artillería; el Morro y la batería de la Punta mandados por Don Luis de Velasco pusieron en juego 82 piezas. La escuadra ofensora salió vencida y completamente aniquilada. Todas las piezas de los ingleses eran de grueso calibre, manejadas como por ingleses y se situaron los barcos a 800 metros del Morro.

El ataque del Callao en 1866 por la escuadra española compuesta de las fragatas Almansa, Berenguela, Villa de Madrid, Resolución, Blanca, Numancia y goleta Vencedora, pusieron en juego 186 piezas. Las fortificaciones del Callao tenían noventa piezas, pusieron en juego 68. Resultó vencida la escuadra.

El año de 1898, la escuadra americana atacó San Juan de Puerto Rico, defendida por el Morro. Según el comandante de ingenieros Don Julio Cervera Baviera.

Sampson recibió orden de su gobierno para dirigirse a Puerto Rico, apoderarse de la capital y establecerse en ella como base de operaciones de la campaña (7).

Los mexicanos recordarán que la Prensa Asociada comunicó que el Morro había sido reducido a polvo y que en consecuencia San Juan había capitulado. Después se ha sabido que Sampson bombardeó el Morro con intención de destruirlo y que viendo que la operación se presentaba bien escabrosa se retiró y hasta ahora no ha podido explicar porqué atacó el Morro para no verse obligado a confesar que fue rechazado vigorosamente.

La artillería de la escuadra de los Estados Unidos que atacó San Juan de Puerto Rico en 1898 era:

Acorazado Indiana ... con 20 piezas de artillería.
Acorazado Iowa ... con 20 piezas de artillería.
Crucero New York ... con 16 piezas de artillería.
Crucero Detroit ... con 12 piezas de artillería.
Crucero Montgommery ... con 12 piezas de artillería.
Monitor Amphitrite ... con 6 piezas de artillería.
Monitor Terror ... con 4 piezas de artillería.
Cañonera Wampatuck ... con 4 piezas de artillería.
Torpedero Porter ... con una pieza de artillería.
Total ... 95 piezas de artillería.

No están incluídos en las noventa y cinco piezas los cañones de pequeño calibre.

La artillería del Morro de San Juan de Puerto Rico era en 1898:

Cañones de quince centímetros ... 11.
Obuses de a 24 ... 6.
Obuses de a 21 ... 4.
Total ... 21.

La escuadra disparó 1290 proyectiles y el Morro 441, lo que prueba que los norteamericanos pusieron en juego mayor número de piezas. La escuadra tuvo que retirarse. No se conoce en la historia caso de combate entre fortaleza y escuadra en que la fortaleza haya puesto en juego igual o mayor número de piezas que la escuadra.

Por lo expuesto se ve que nada quiere decir lo de los cuarenta cañones contra los ciento ocho de la escuadra, mientras no se sepa cómo eran los cañones de ambos beligerantes y la resistencia de la fortaleza. De tan interesante asunto paso a ocuparme.


Tercera falsedad.
Nuestros cañones no alcanzaban.

Esta afirmación es oficial, inexacta y ridícula en la boca de un jefe de fortaleza que comienza por ignorar el alcance de sus cañones.

La afirmación de que nuestros cañones no alcanzaban, la han reproducido nuestros historiadores y la he visto con pena aceptada por el Sr. Fernando Iglesias Calderón, crítico sutil quien me pareció imposible digiriese ruedas de molino como la que voy a mostrar.

Conforme al inventario de entrega de la fortaleza de San Juan de Ulúa al contraalmirante Baudin firmado por ambas partes contratantes de la capitulación y en lo relativo a artillería cuyo pormenor ya di, tenía dicha fortaleza antes del combate del 27 de Noviembre de 1838:

PIEZAS MONTADAS:

Cañones

De a 24 ... 30.
De a 16 ... 7.
De a 12 ... 10.
De a 8 ... 4.
Total ... 51.

Carronadas

De a 24 ... 15.
De a 18 ... 46.
De a 16 ... 9.
De a 12 ... 2.
De a 8 ... 2.
Total ... 81.

Morteros

De a 14 pulgadas ... 10.
De a 9 pulgadas ... 2.
Total ... 12.

En una fortaleza debe haber artillería fija y artillería móvil cuyo principal objeto es batir embarcaciones pequeñas de desembarco o columnas de asalto si el enemigo y la fortaleza están en tierra firme. Quitando la artillería móvil que no es para batir fragatas a distancia en que éstas ofenden a una fortaleza con el objeto de destruirla, tenemos que nos queda:

Cañones

De a 24 ... 30.
De a 16 ... 7.
Total ... 37.

Carronadas

De a 24 ... 15.
De a 18 ... 40.
De a 16 ... 7.
Total ... 62.

Morteros

De 14 pulgadas ... 10.
De 9 pulgadas ... 2.
Total ... 12.

Para saber si nuestras piezas no alcanzaban es preciso conocer la distancia a que se colocó la escuadra. El vicealmirante Jurien de la Graviere nos dice que a mil quinientos metros de la fortaleza (8).

Con excepción de los morteros de la escuadra ofensora que eran de doce pulgadas, y de los seis cañones obuses de a 80 el resto de la artillería francesa era:

Cañones de a 30 de fierro ... 38.
Carronadas de a 30 de fierro ... 60
Total ... 98.

Antes de continuar diré que el alcance de una pieza de artillería no es absoluto; hay alcance total, alcance de punto en blanco, alcance variable según la inclinación que se da a las piezas. Se llama punto en blanco la segunda intersección del proyectil con la línea de mira natural. Veamos el alcance de nuestros cañones de a 24, comparados con los de los franceses de á 30:

Alcance de punto en blanco, cañones de a 24 mexicanos ... 750 metros.
Alcance dando a la misma pieza solo dos grados de elevación ... 1.020 metros.
Alcance de punto en blanco de un cañón corto francés de 30 de los que traía la escuadra en 1838 ... 920 metros.

Se ve pues que si la escuadra se hubiera colocado a tiro de punto en blanco hubiera bastado dar dos grados de elevación a nuestros cañones para hacerlos pasar la distancia de punto en blanco. Dos grados de elevación son insensibles casi para el efecto del proyectil.

Pero la escuadra francesa se colocó a mil quinientos metros de la fortaleza; es decir, fuera de tiro de punto en blanco de sus cañones de 30, que lo eran casi todos, y entonces el contraalmirante ordenó se diese una elevación de cinco grados, como ángulo de tiro para el combate.

Distancia a la que se encontraba la escuadra, 1.500 metros.

Cañones mexicanos de a 24, ángulo de tiro 5 grados, carga 3 kilos 93 ... 1 350 metros de alcance.
Cañones franceses de a 30, ángulo de eleváción 5 grados, carga 3 kilos 75, que era la ordenada ... 1 600 metros de alcance.

Se ve que la diferencia de calibres no hacía sensible la diferencia de alcances a la distancia de 1500 metros, pues bastaba aumentar muy ligeramente la carga a nuestras piezas, a lo que se prestaban por ser de bronce, para alcanzar perfectamente a los barcos ofensores.

Respecto al alcance de nuestras carronadas comparadas con las del enemigo, tenemos:

El contraalmirante Baudin había ordenado que el ángulo de tiro de las carronadas de a 30 fuese de ocho grados (9).

Proyectiles huecos

Carronadas francesas de a 30, ángulo de elevación 8 grados ... 1.540 metros de alcance.
Carronadas mexicanas de a 24, ángulo de elevación 10 grados ... 1.590 metros de alcance.
Carronadas mexicanas de a 18, ángulo de elevación 12 grados ... 1.560 metros de alcance.

Con el ligero aumento del ángulo de tiro, sin que perjudicase el efecto del proyectil, nuestras carronadas alcanzaban a los barcos ofensores.

La fortaleza contaba con más morteros que la escuadra; como he expuesto tenía 10 morteros de 14 pulgadas y dos de a 9. La escuadra tenía ocho morteros de a 12 pulgadas.

Los morteros se usan, como se sabe, para disparar bombas que deben obrar por su explosión y por su peso. El efecto del peso crece con la altura á que se eleva la bomba, y por conSIguiente, deben ser disparadas bajo ángulos de elevación muy grandes, de 43 a 60 grados. Para no cambiar los ángulos de tiro y arrojar el proyectil por elevación a diversas distancias, se recurre a aumentar o disminuir la carga del mortero.

Los morteros que teníamos en San Juan de Ulúa de 14 pulgadas, eran los que arrojaban bombas llamadas de placa, consideradas como las más terribles en 1838, y cuyo peso medio huecas era de 73 kilogramos. Anteriormente las bombas eran más grandes. En 1684 Génova fue bombardeada con bombas que pesaban 600 kilogramos. En 1745, la plaza de Tournay recibió bombas de 250 kilogramos de peso. Estas enormes masas explosivas presentaban inconvenientes técnicos graves, y fueron abandonadas. Nuestros morteros de 14 pulgadas de San Juan de Ulúa, en 1838, eran irreprochables, estaban de moda.

Alcance de los morteros de 14 pulgadas existentes en S. Juan de Ulúa en 1838

Carga: 15 kilogramos. Pólvora negra común. ... Ángulo de tiro: 43 grados, 20 minutos. ... Alcance: 4 000 metros.
Carga: 2 kilos, 500 gramos. ... Ángulo de tiro: 45 grados, 20 minutos. ... Alcance: 1 500 metros.

Luego nuestros morteros alcanzaban correctamente hasta 4060 metros, y estando situada la escuadra a 1500 metros, debía reducirse la carga para disparar a esa distancia.

Resumiendo:

Distancia de la escuadra a la fortaleza de Ulúa, 1500 metros
Proyectiles mexicanos

Cañones de a 24; ángulo de elevación, 5 grados, el mismo ordenado para los cañones franceses de a 30 ... alcance 1.550 metros.
Carronadas de a 24; ángulo de tiro, dos grados más que los ordenados para las de a 30 de la escuadra francesa ... alcance 1. 590 metros.
Carronadas de a 18, cuatro grados más que los ordenados para las de la escuadra francesa ... alcance 1. 560 metros.
Morteros de 14 pulgadas, llamados de placa; ángulo de elevación, 43 grados, 20 minutos ... alcance 4.600 metros.

Resulta, pues, una gran rueda de molino para la ilimitada credulidad nacional, la afirmación que no alcanzaban nuestros cañones, afirmación hecha por el jefe de la fortaleza, que no merecía el grado de cabo de artillería por su completa ignorancia. Pero como si había en el castillo oficiales de artillería de alguna instrucción, es probable que el jefe de la fortaleza supiese que los cañones sí alcanzaban, y que mintiese para disculpar ante el país y ante el gobierno su impericia y falta de espíritu militar.

He probado que el número. de piezas de artillería que pUdo poner en juego la fortaleza de Ulúa el 27 de Noviembre de 1838, era más que suficiente para derrotar a la pequeña escuadra tan hábilmente mandada por el contraalmirante Baudin. He probado también que todas las piezas existentes en San Juan de Ulúa, en calidad de artillería gruesa y fija, tenían suficiente alcance para herir mortalmente y aun destruir a los barcos ofensores. Queda por resolver una cuestión interesantísima: no basta tener piezas con alcance suficiente y en número competente, sino que es preciso también contar con el efecto de los proyectiles a la distancia que deben obrar. El general Gaona, jefe de la fortaleza de Ulúa, hizo uso a lo que parece exclusivamente de bala maciza, bala rasa de fierro, y digo a lo que parece, porque habiendo tocado más de doscientas veces a los barcos ofensores, no había señales de que lo hubiesen sido con proyectil hueco explosivo.

En 1838, el casco de los barcos de madera, de guerra, no tenía el mismo espesor para todos, y este era variable en el mismo casco. El espesor del casco era:

En los navíos de línea ... De 0.68 a 0.82 mts. de espesor de la madera la altura de la línea de flotación ... De 0.44 a 0.46 mts. de espesor de la madera arriba de la línea de flotación.
En las fragatas ... De 0.51 a 0.63 mts. de espesor de la madera a la altura de la línea de flotación ... De 0.37 a 0.43 mts. de espesor de la madera arriba de la línea de flotación.
En las corbetas ... De 0.45 mts. de espesor de la madera a la altura de la línea de flotación ... 0.34 mts. de espesor de la madera arriba de la línea de flotación.
En los bergantines ... 0.35 mts. de espesor de la madera a la altura de la línea de flotación ... 0.35 mts. de espesor de la madera arriba de la línea de flotación.

Lo general era poner de roble la cintura protectora de los barcos de guerra a la altura de la línea de flotación. Los cañones de a 24 de San Juan de Ulúa podían penetrar en la cintura de roble a la distancia de 1000 metros.

Cañones de a 24 de San Juan de Ulúa.

Carga de 6 kilos ... Penetracion en cintura de roble: 0.70 metros.
De 4 kilos ... Penetración en cintura de roble: 0.63 metros.
De 3 kilos ... Penetración en cintura de roble: 0.58 metros.

De manera que si el contraalmirante Baudin, se hubiera colocado a mil metros de distancia, hubieran sido perforados sus barcos a la altura de la línea de flotación con la carga máxima, siempre que la línea de mira fuese normal al plano del blanco, es decir, en términos vulgares, siempre que la bala pegara de lleno. Los barcos no se colocaron a llenar bien esta condición, pues la línea de mira de los cañones de Ulúa, caía en el blanco bajo un ángulo variable entre 60 y 70 grados. No era pues posible la perforación a 1000 metros.

Y si no era posible la perforación de los barcos a la altura de la línea de flotación, y a la distancia de 1000 metros, no se puede comprender que el jefe de la fortaleza de Ulúa, haya intentado la perforación a 1500 metros de distancia.

Pero suponiendo que el contraalmirante Baudin se hubiera colocado a la distancia en que era posible la perforación con nuestras balas de a 24; ¿hubiera conseguido el general Gaona causar grave daño a los barcos ofensores?

La bala, dice Piobert, que perfora el casco de un navío, hace un agujero poco peligroso (10) ... En las maderas duras y fibrosas, como el roble, las fibras se separan lateralmente por el paso de la bala, y en seguida vuelven a cerrarse, no dejando más que un agujero de pequeño diámetro, lleno de astillas. Las fibras se vuelven a cerrar casi completamente cuando la madera es muy húmeda, de manera que las balas pasando a través de los cascos de los navíos, abajo de la línea de flotación, no producen vías de agua, a menos que los proyectiles sean de un muy grueso calibre y aun en este caso, la aplicación de una estaca basta para cerrar todo paso al agua (11).

Todo lo que acabo de decir, tenían obligación de saberlo: en primer lugar, el jefe de la fortaleza, el comandante de artillería, el comandante de ingenieros; y en segundo lugar, todos los jefes y oficiales de artillería de costa y de marina. Antes de que el contraalmirante Baudin atacara, y aun antes del bloqueo, debía haber sabido nuestro gobierno que una fortaleza no puede combatir contra fragatas con balas macizas del calibre de a 24.

¿Fue criminal de parte del gobierno sacrificar Sangre y honra, decidiendo la defensa de una fortaleza con cañones que no podían causar a la escuadra daños de consideración? No; la criminalidad consistió en confiar la defensa a jefes inservibles por su ignorancia y falta de temple en relación con la gravedad del caso.

Es cierto que el armamento de Ulúa no correspondía al rango de la fortaleza (segundo orden) pero también es cierto que el rango de la escuadra que atacó, no fue de segundo orden tampoco, sino de quinto. Si la fortaleza de San Juan de Ulúa hubiese tenido el armamento correspondiente a su rango, no se hubiera atrevido a atacarla el contraalmirante Baudin, con tres fragatas, una corbeta de segunda clase y dos bombarderas. El problema que se debe resolver es el siguiente:

¿Dado el armamento de Ulúa en 1838, pudo ser derrotada la escuadra, o por lo menos dañada seriamente? ¿Pudo evitarse la vergüenza de que el enemigo obtuviese una victoria espléndida, escandalosa, única en su especie como lo dijo el duque de Wellington, al baratísimo precio de cuatro hombres matados y veintinueve heridos? En mi concepto, la fortaleza pudo haber vencido a la escuadra, y voy a probarlo.

En 1838, las fortalezas bien defendidas no se defendían con balas rasas contra los ataques de las naves de guerra. Las fortalezas empleaban:

1° La granada como proyectil de penetración y explosión.
2° Las bombas.
3° Las balas rojas.

A las granadas no se les daba el tiro por elevación, sino tiro justo, preciso, casi infalible, puesto que las fragatas presentaban a 1500 metros un blanco de 300 a 400 metros cuadrados, y a 1000 metros los buenos artilleros de marina llegan a tocar un mástil casi tiro a tiro, siempre que esté fijo. El objeto del tiro era hacer penetrar la granada en el casco del barco, y que allí incrustada hiciera explosión, con lo cual causaba el daño parecido, aunque inferior, pero siempre terrible, al de un torpedo.

Se me dirá que la fortaleza no tenía obuses ni cañones-obuses. ¿Y qué cosa es la carronada, sino el cañón-obús antiguo, útil para disparar la granada como bala para incrustarla en una fortificación o casco de buque?

Había en Ulúa 15 carronadas de a 24, es decir, propias para disparar granadas de a 16 centímetros. La carronada de a 24, cargada con granada de 16 centímetros, alcanzaba a 1928 metros, con un ángulo de elevación de diez grados; pero a mil metros sólo penetra en el roble veinticinco centímetros, lo suficiente para dañar terriblemente con la explosión; pero la habilidad del almirante colocándose a mil quinientos metros, dejaba sin efecto el tremendo tiro de la granada disparada como bala de cañón contra el casco de madera de sus fragatas.

A la distancia de 1500 metros a la que se colocó la escuadra para batir a la fortaleza, ni la granada de veintidós centímetros que era la especial contra los barcos de guerra, podía causar buen efecto.

Veamos el tiro de bombas: nuestros morteros de treinta y dos centímetros eran magníficos para el caso. Su alcance con el máximum de carga llegaba a 4060 metros con un ángulo de elevación de 43 grados 20 minutos. El tiro de bomba de una fortaleza contra un barco es muy incierto: ¿Cuál era su probabilidad en el caso de que nos venimos ocupando?

Las fragatas de primera tenían cuarenta metros de largo. Pero dada la inclinación respecto a la línea de mira, su proyección sobre el plano que corta perpendicularmente a dicha línea de mira era de treinta metros. En un rectángulo de una longitud indefinida en el sentido paralelo a la dirección del tiro y de un ancho de treinta metros; en cien bombas disparadas por buenos artilleros caen a la distancia de 1500 metros 41 bombas; de modo que la probabilidad es de 41 centésimos (12).

El puente de un barco no tenía ni tiene la forma rectangUlar pero se puede inscribir en su superficie un rectángulo de diez metros de ancho por treinta de largo. En un rectángulo de una longitud indefinida en el sentido perpendicular a la dirección del tiro y cuyo ancho es de 10 metros caen a la distancia de 1500 metros, 16 bombas en cien disparadas; de manera que la probabilidad en este caso es de 16 centésimos. Me refiero en los dos casos que he calculado, a bombas de a 32 centímetros (13).

La probabilidad de un acontecimiento compuesto es igual al producto de las probabilidades de los acontecimientos simples que lo componen. En consecuencia, para sacar la probabilidad de caída de una bomba de 32 centímetros en el puente de un barco como las fragatas del contraalmirante Baudin tendremos que: multiplicar las probabilidades simples que he sacado de las tablas de Piobert: 0.41 x 0.16 = 0.0656.

Esto quiere decir, que en cien bombas disparadas por buenos artilleros con los morteros que teníamos en San Juan de Ulúa y sobre cada una de las fragatas ofensoras había la seguridad de que cayesen seis y media bombas en cada una. Admitiendo sólo como medianos a nuestros artilleros había la seguridad de que cayesen tres bombas por cada cien disparadas sobre cada una de las fragatas. Disparándoles a las tres fragatas trescientas bombas, la fortaleza hubiera vencido.

Hubiera habido tiempo de disparar trescientas bombas con diez morteros de a 32 centímetros porque durante el ataque con menor número de morteros los franceses dispararon sobre San Juan de Ulúa las trescientas bombas.

La bala roja tiene la propiedad de incendiar si cae sobre materias combustibles. Piobert las recomienda aún para ofender barcos a grandes distancias. El jefe de Ulúa debía emplear sus diez morteros de a 32 centímetros contra dos fragatas, y dirigir sus cafiones de a 30 con bala roja, sobre la tercera fragata. La fortaleza debe concentrar sus fuegos sobre una o dos naves, como la escuadra lo hace para la fortaleza; distribuir cien golpes de bala maciza contra la obra muerta de cada buque, siendo éstos cuatro, les produce poco daño, tocar 400 veces un mismo navío, aunque sea en su obra muerta, lo pone fuera de combate.

Las balas rasas disparadas por la fortaleza de Ulúa, tan alcanzaban, que no obstante no ser propias para el combate, produjeron averías graves en una de las fragatas, y tocaron a todas repetidas veces. El contraalmirante Baudin dijo a su gobierno:

La Gloria y la Nereida presentaban numerosas cicatrices; pero todas en sus obras muertas; sus aparejos estaban intactos; no sucedía lo mismo con la Iphigénie; ciento cincuenta balas habían tocado su casco y sus mástiles; el palo mayor había recibido varias balas; algunos fueron lastimados; pero estas averías, aunque graves, no eran en proporción con el resultado obtenido (14).

No fue á los cañones a quienes faltó alcance, sino a los jefes que intervinieron en la defensa. No he encontrado siquiera vaga noticia oficial o extraoficial, que asegure que Ulúa disparó siquiera una bomba. Si hay completa seguridad de que no se emplearon las balas rojas.

Toda escuadra de barcos de madera estaba obligada a batirse de preferencia contra fortalezas por medio de proyectiles lanzados por elevación. La superficie de Ulúa ofrecia un campo unido de veintiocho mil metros cuadrados. Combatiendo los barcos fijos, de cada cien bombas disparadas por las bombarderas a 2800 metros, debían caer en la fortaleza ochenta y cuatro, cifra preciosa que aseguraba una ventaja casi sin sangre a los franceses, si sabían que en Ulúa no había bombas o no debían ser disparadas. Sin quinientas bombas en Ulúa, el general Gaona ni nadie debió haber aceptado la defensa de la fortaleza. No creo que habiendo bombas, la ignorancia de los jefes defensores haya llegado hasta no saber que una fortaleza, aUn de primer orden, en 1838, cuando era atacada a la distancia de 1500 metros, sólo podía defenderse con sus morteros de 32 centímetros. A la distancia de 1500 metros, la granada de 22 centímetros disparada como bala, causaba poco efecto.

Por otra parte, si no había bombas, único medio de contestar a la escuadra a la distancia a que se había colocado y si los jefes de Ulúa conocían la necesidad ineludible de emplear bombas, ¿por qué no disculpar su catástrofe con la verdad, diciendo a la nación: No tenemos bombas con que batirnos; en vez de inventar una cantidad de desatinos, como la falta de alcance de los cañones, su falta de número y Otrds sandeces por el estilo? ¿Por qué el general Rincón, que se esmeraba en poner a Ulúa en estado imponente de defensa enumera, repetidas veces lo que a su juicio le falta, y no habla para nada de las bombas? Todo esto prueba que nadie sabía que una fortaleza en 1838, sólo puede contestar con éxito a una escuadra que se le coloca a 1500 metros, con bombas, principalmente, y en segundo lugar con balas rojas, y sin estos proyectiles no se rinde la fortaleza; pero no se contesta y se espera que el enemigo se fatigue y se retire, o a que emprenda el asalto.



NOTAS

(1) Miguel Lerdo de Tejada, Apuntes históricos de Veracruz, tomo OO, pág. 462.

(2) Vicealmirante Jurien de la Graviere, Les Glaires maritimes de la France, pág. 151.

(3) General Rincón, Manifiesto, pág. XXXVII.

(4) Baudin, Informe al Ministro de la Marina, pág. 4.

(5) General Rincón, Manifiesto, pág. LI.

(6) Dauzarts et Blanchard, San Juan de Ulúa, pág. 337.

(7) La defensa militar de Puerto Rico, pág. 4.

(8) Jurien de la Graviere, Les Glaires maritimes de la France. L' Amiral Baudin, pág 139.

(9) Jurien de la Graviere, obra citada, pág. 140.

(10) Piobert, Traite d'artillerie, pág. 530.

(11) Obra citada, pág. 199.

(12 y 13) Piobert, Traite d'artillerie, páginas 277 y 278.

(14) Dauzarts et Blanchart, San Juan de Ulúa, pág. 318.

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