Índice de Las grandes mentiras de nuestra historia de Francisco BulnesTercera parte - Capítulo V Primera parteTercera parte - Capítulo VI Primera parteBiblioteca Virtual Antorcha

LAS GRANDES MENTIRAS DE NUESTRA HISTORIA

Francisco Bulnes

TERCERA PARTE

Capítulo quinto

EL ESCÁNDALO EN EL MUNDO NAVAL

Segunda parte


Cuarta falsedad.
Las fortificaciones de Ulúa se estaban desmoronando.

El general Rincón pone en conocimiento del gobierno antes del ataque, que ha conseguido hasta donde le ha sido posible, reparar la fortaleza. Esta noticia nada enseña respecto del estado de las fortificaciones de Ulúa. Hay que apelar a otro género de datos, para apreciar el verdadero estado de San Juan de Ulúa el 27 de Noviembre de 1838.

En su parte oficial del combate, el general Gaona, comandante de la fortaleza, asegura que cuatro horas y media resistieron vigorosamente sus defensores al impetuoso ataque de la escuadra, cuyo fuego (era para el general Gaona) de doscientos cañones. Una fortaleza que resiste cuatro horas y media de fuego de 200 piezas de gran calibre, no tiene sus fortificadones desmoronándose.

¡Cuatro horas y media! ¿Cuánto tiempo duró el combate del Callao en 1866, más importante que el de San Juan de Ulúa? Según el parte oficial dirigido al gobierno de los EstadoS Unidos, por el comodoro Rodgers que presenció el ataque,

éste comenzó a las doce y cuarenta y cinco minutos de la tarde del 2 de Mayo de 1866. A las dos, la fragata Villa de Madrid tuvo que retirarse rápidamente, siguiendo a poco tiempo la Berenguela y media hora más tarde la Resolución y la Blanca, quedando solamente en aquellas aguas la Almanso y la Numancia, que zarparon a las cuatro y cuarenta y cinco minutos.

Es decir, que este combate duró justo cuatro horas; luego las fortificaciones de Ulúa resistiendo cuatro horas y media a un ataque de doscientos cañones (según parte oficial), no podían hallarse desmoronándose como lo aseguran nuestros historiadores, excitados noble aunque torpemente por su patriotismo. Si el patriotismo ha de consistir en escribir mentiras, nuestro mejor historiador patriota tiene que asegurar que los mexicanos tomaron Troya, defendieron las Termópilas, conquistaron Jerusalem, triunfaron en San Quintín, en Rosbach, en Austerlitz, en Sadowa y en Sedán, y además fueron los vencedores en las batallas navales de Lepanto y Trafalgar. Este sería el mejor modo de acreditarnos en el mundo como imbéciles a quienes las naciones civilizadas deben tratar con desprecio y polibromuros.

No es cierto que las fortificaciones de Ulúa estuvieran desmoronándose antes del combate, y que a las seis de la tarde del funesto 27 de Noviembre de 1838, no fuera posible ya defenderlas.

En el libro San Juan de Ulúa casi oficial, pues fue publicado por orden del rey, bajo la dirección del barón Tupinier, ministro de marina del reino de Francia, se lee:

Le rapport de Santa Anna corrobora celui du general Gaona, et quoique les ouvrages de défense fussent encore entiers et que par conséquent, selon nos lois de guerre a nous, la place, bien que fort maltraitée fut encore tenable, il conclut, comme Gaona, á la capitulation. (El informe de Santa Anna corroboró el del general Gaona, y aunque las obras de defensa estuviesen aun enteras y que por consiguiente según nUestras leyes de guerra, bien que muy maltratadas, fuesen aUn sostenibles, concluyó como Gaona en que era necesaria la capitulación) (1).

¿Qué interesaba a la vanidad de los franceses ofensores caso de estar decididos a dar partes oficiales falsos o remendados por la jactancia y garrulería latina? Asegurar que habían reducido a polvo las fortificaciones. Vemos que la versión oficial francesa asegura que aunque muy maltratadas, las obras de defensa estaban aún enteras después del combate y que conforme a las leyes militares francesas, eran aun defendibles.

Es más preciso aún el general de división francés Mangin Lecreulx que asistió a la función de armas contra San Juan de Ulúa, en calidad de comandante de ingenieros, y que acompañó al príncipe de Joinville y al contraalmirante Beaudin en los dos reconocimientos que hicieron de noche, de lás fortificaciones de Ulúa, llegando el comandante Mangin a tocar con su mano el talud de una de nuestras fortificaciones. El mismo comandante recibió la fortaleza de Ulúa, entregada conforme a inventario, según lo prevenido en la capitulación.

Dice el general Mangin:

Des que nousfumes installés dans lefort, nous reconnúmes qu'il n'y avait point de breche ases escarpes et meme qu'aucune de ses nombreuses casemates n'avait été enfoncée (Desde que nos instalamos en la fortaleza, reconocimos que no había brecha en sus escarpas, y más aún que ninguna de sus numerosas casamatas había sido hundida (desplomada) (2).

Las fortificaciones de Ulúa, no se pueden asaltar sin brecha en sus es carpas , pues están hechas precisamente para que sólo sea posible tomarlas por medio de la brecha o la escala; siendo este último medio muy aventurado y casi imposible. El fuego de la escuadra francesa no había logrado abrir brecha y sin ella el asalto no era racional aún recurriendo a escalar. Las casamatas estaban intactas y esto quiere decir que el bombardeo pudo ser completamente inofensivo para la guarnición, sin la impericia del general Gaona. La integridad de las casamatas (abrigos para la guarnición a prueba de bomba) significaba que se podía resistir otro u otros ataques sin peligro alguno para los defensores que no fuesen artilleros en actividad.

La escuadra disparó sobre la fortaleza (3):

Balas de a 30 ... 7771.
Granadas a 80 ... 177.
Bombas de a 12 pulgadas ... 302.

Y después de recibir este chubasco de fierro y de pólvora no habían conseguido los franceses abrir brecha y las casamatas estaban intactas. ¿Y estas eran las fortificaciones que se estaban desmoronando? Lo desmoronado allí fue el honor de nuestras armas.

El mismo general Mangin dice que les era imposible tomar San Juan de Ulúa por un simple cañoneo que no había abierto brecha y que dejaba en pie las casamatas (4).

Les assiégés auraient da voir que nous étions impuissants á faire breche aux escarpes et a détruire leurs casemates, par conséquent, a prendre le fort part une simple cannonade. (Los sitiados debieron ver que éramos impotentes para abrir brecha a las escarpas y para destruir sus casamatas, en consecuencia lo éramos para tomar el fuerte por un simple cañoneo).

Quinta falsedad.
La fortaleza fue atacada por doce naves de guerra.

Así lo asegura el general Rincón en su parte oficial y no dice la verdad. El contraalmirante Baudin, oficialmente afirma que tomaron parte en el ataque tres fragatas, una corbeta y dos bombarderas y hay que creer sin vacilar al contraalmirante. ¿Por qué? Porque el general Rincón puede mentir o incurrir en error y el contraalmirante no lo puede, tiene que ser infalible por el motivo siguiente. Un barco de guerra tiene en todo país serio, civilizado y sobre todo militar, su hoja de servicios en la que deben constar entre otras cosas, las funciones de guerra a que el barco ha asistido y su comportamiento. Para que fuera cierto lo que afirma oficialmente el general Rincón, que doce barcos habían combatido contra la fortaleza, sería preciso que el contraalmirante Baudin, borrase de la lista de los combatientes a la mitad de los barcos de la escuadra ofensora, puesto que dice a su gobierno que sólo combatieron seis barcos.

En un país anárquico y donde todo se puede hacer hasta lo imposible, sería muy difícil ofender gravemente a un barco de guerra suprimiéndolo de la lista de los combatientes, cuando en una batalla había realmente combatido; pero en un país como Francia esto era y es imposible. Un barco de guerra tachado de la lista de los combatientes se creería deshonrado y apelaría a todos los recursos que las leyes militares y la civilización, ponían a su disposición para reclamar enérgicamente la reparación del ultraje. Todavía más, impulsados por el espíritu de cuerpo, por la solidaridad de honor, por la comunidad de bandera, por la decencia y la lealtad militares; los barcos privilegiados por el contraalmirante para hacerlos aparecer como únicos autores de la victoria, protestarían contra la ofensa hecha a sus embarcaciones compañeras y el escándalo descubriría inmediatamente al contraalmirante como un hombre sin honor, sin virtudes, sin dignidad para merecer el mando de hombres que sabían rendir culto al honor militar.

Ni loco el contraalmirante Baudin, podía discurrir que en un país sin secretos como Francia, dotado de una prensa inteligente, terrible, omnipotente, regido por un parlamentarismo de fuego, de convulsiones, de escándalo, pudiese pasar oculta la deshonra de seis barcos de la marina francesa, borrados de la lista de los vencedores en un notable hecho de armas; presenciado en el puerto de Veracruz por barcos de Inglaterra, España y Estados Unidos, que también debían ser testigos importantes para señalar la malignidad del contraalmirante. Lo repito, en un país como Francia son imposibles. Sólo la ligereza de nuestros historiadores y el candor o cinismo de los generales mexicanos de 1838 que nos trataban como a idiotas, puede hacer que se acoja como hecho posible, que un jefe de escuadra arroje despótica y vilmente, de la región del combate a la mitad de sus barcos; haciéndolos aparecer como espectadores cuando han participado del peligro y tenían derecho a su parte de laureles, al reconocimiento de su patria y a las recompensas de su gobierno. Sería curioso que muriendo gloriosamente en el puente y en serio combate, un capitán de fragata, el jefe de la escuadra lo privase de honores y a la familia de la pensión militar y de la consideración pública, sin más objeto que hacer creer a los habitantes de la luna, pues nadie en el mundo lo creería, que había obtenido la victoria con un número de barcos menor que el que realmente había en la batalla.

Sexta falsedad.
La mayor parte de los defensores de Ulúa murieron en el combate.

Esta falsedad no es de origen oficial, emana de la ebullición patriótica de algunos historiadores, que la inventan sin ver que los documentos oficiales mexicanos, los ponen en evidencia. Don Guillermo Prieto, nos dice en su libro educativo, Lecciones de Historia Patria, páginas 530 y 531:

Habiendo volado el Caballero Alto y muerto la mayor parte de la guarnición ...

De acuerdo con el Documento oficial núm. 139, que acompaña el Manifiesto del general Rincón, había en la fortaleza de Ulúa antes del combate, 1184 hombres entre jefes, oficiales y tropas.

Conforme al Estado de los muertos, que tuvo la guarnición de Ulúa por el combate del 27 de Noviembre de 1838, que se encuentra en el mismo Documento oficial núm. 139, que acompaña al Manifiesto del general Rincón; su número ascendió entre jefes, oficiales y tropa a 64 hombres. Evidentemente que 64 hombres no representan la mayoría de 1184.

Atacadas las principales falsedades con que se ha intentado envilecer nuestra historia patria, es ya tiempo de examinar la ineptitud base de la defensa nacional.

La impericia de Rincón, comienza desde que intentó reparar toda la fortaleza sin contar con los recursos para ello suficientes. Debió haber empleado el dinero que pudo obtener en reparar y fortalecer exclusivamente la parte atacable de la fortaleza y las bóvedas que cubrían los depósitos o repuestos de parque. Si el repuesto de la batería de San Miguel y del Caballero volaron por la explosión de una bomba, fue porque aquellos se hallaban en mal estado. Cuando se encuentran en el estado que deben tener las bóvedas, resisten sin novedad como la fortaleza de Tournay, cuarenta y cinco bombas sobre una bóveda sin grave novedad. En Ulúa fue suficiente una para incendiar el repuesto del Caballero.

Ulúa era en 1838, una fortaleza muy fácil de bien defender mientras la ciudad de Veracruz no fuese ocupada por el enemigo, Ulúa no podía ser atacado por el Norte, por encQntrarse prolongado hasta dos mil seiscientos metros en esa dirección el bajo de la Gallega, no podía ser atacado por el Sur, Este y Oeste, por no ser posible a una escuadra ponerse en medio de dos fuegos, los de Ulúa y los de Veracruz, a quinientos metros o menos de las baterías enemigas. Mirando la fortaleza se nota con cuanta inteligencia los españoles la construyeron: las fortificaciones enseñan a gritos que sólo podia ser atacada por el Noreste o Noroeste.

El fondo del puerto de Veracruz es de madréporas y arena en grandes masas. Desde que los españoles construyeron la fortaleza, los movimientos de las masas de arena han hecho cambiar el fondo. En 1838, los sondeos del contraalmirante Baudin y del comandante Bazoche, hacían casi imposible el ataque por el N. O. En el plano levantado por la escuadra y del que tanto hemos aprovechado, los sondeos hechos en el N.O. de la fortaleza dieron (5), tomando el centro de la fortaleza como centro de la rosa náutica:

En el cuadrante s.a ... 3 y 5 metros de profundidad.
En el cuadrante S.E. excepto en el canal que permitía acercar a los barcos mercantes a la fortaleza que dió ... 4 1/2 y 5 1/2 metros de profundidad.
En el cuadrante N.O. fuera de la Gallega y hasta la Punta del Soldado ... 5 metros de profundidad.
Después muy desigualmente hasta una gran distancia de 2.500 metros de la fortaleza ... 10 metros de profundidad.
Sólo en el N .E. de la fortaleza había ... 8 metros de rofundidad.
Y una pequeña bahía (anse) donde se colocó el almirante para atacar ... 10 1/2, 11 y 12 metros de profundidad.

La marina de guerra en 1838, necesitaba para flotar.

Para los navíos de línea ... De 8 a 9 metros de profundidad.
Para las fragatas ... De 6 a 7 metros de profundidad.
Para las corbetas ... De 5 a 5 1/2 metros de profundidad.
Para los bergantines grandes ... De 4 a 5 metros de profundidad.
Para un bergantín de segunda o goleta ... De 3 a 4 metros de profundidad.
Para una cañonera ... 2 metros de profundidad.

Las fragatas no podían entrar al canal, que estaba casi al pie de la fortaleza, teniendo en contra las baterías de ésta y todas las de la ciudad.

Comparando las exigencias de la flotación con los sondeos hechos por la escuadra francesa de bloqueo y por la de ataque en 1838, resulta que las fragatas sólo podían colocarse para combate al N .E. de la fortaleza, donde con tanta inteligencia se colocó el contraalmirante.

Para el comandante de una plaza, es ventaja inmensa conocer el punto único por donde el enemigo lo puede atacar con éxito. El general Rincón debió haber aplicado todos sus recursos a fortalecer las fortificaciones del N .E., único punto por donde podía ser atacado y hacer invulnerables las bóvedas de los repuestos de pólvora ya que lo eran las de las casamatas. Pero el general Rincón se propuso reparar toda la fortaleza, lo que no era necesario y que consumió los recursos muy útiles en la sección del N .E.

La primera ventaja de una fortaleza marítima en un conflicto de armas con una escuadra que carece de tropas de desembarco y que en consecuencia no puede pretender a tomar posición de parte alguna del territorio atacado; es que la fortaleza puede aumentar su guarnición, refrescarla, cambiándola, atenderla con nuevas municiones, víveres, medicinas, En tal :oncepto el general Rincón debió tener listas por lo menos cincuenta lanchas, para transportar a Ulúa violentamente refuerzos, municiones, víveres y todo lo que fuese necesario y al mismo tiempo para sacar de la fortaleza la tropa que estuviera desmoralizada. No lo hizo ni pensó hacerlo.

El general Rincón sabía que el contraalmirante Baudin había fijado el 27 de Noviembre a las doce del día; como fin del plazo para proceder a las operaciones de guerra, caso de no encontrar satisfactoria la respuesta del ministro de relaciones, Don Luis G. Cuevas. En consecuencia debió ordenar con la debida oportunidad, que la división al mando del general Arista, se aproximase a Veracruz para tenerla a la mano en los momentos en que el contraalmirante atacase. No lo hizo ni pensÓ hacerlo, pues cuando Gaona inmediatamente después de haber volado el Caballero Alto, mandó un ayudante para que participase a Rincón el desastre y pedirle instrucciones; Rincón ofreció enviarle solamente doscientos infantes, 80 artilleros y 30 quintales de pólvora. Si hubiera estado ya en Veracruz la división de Arista, hubiera podido ofrecerle recursos de guerra muy superiores.

El general Rincón debió saber que cuando un barco y una fortaleza hacen fuego se envuelven en el humo de los disparos y que es imposible hacer puntería y corregirla sin un servicio de señales como la organizó el contraalmirante y con ese objeto los barcos Nayade y Sarcelle, se situaron al N.O. de la fortaleza, lejos de tiro, a una gran distancia; para dar a conocer a los artilleros de las fragatas combatientes sus errores de tiro. Pero ni el general Rincón, ni Gaona, ni persona alguna pensó en semejante cosa, absolutamente necesaria para sacar partido del fuego. De modo que nuestros artilleros por la impericia de sus jefes, estaban obligados a batirse casi con los ojos vendados.

El general Gaona jefe de la fortaleza de Ulúa, el comandante de artillería y el comandante de ingenieros, tenían la obligación de conocer la fortaleza que debían defender y para ello era preciso conocer el mar que a tiro de bomba rodea a la fortaleza. Si lo hubieran conocido, habrían sabido que el puntO del N.E. por donde podían ser atacados distaba 1500 metroS aproximadamente de la fortaleza, y que la pequeña bahía de desembarco en la Gallega en esa región, distaba 1100 metros. Reconocido el arrecife por el contraalmirante encontró que para dar el asalto, necesitaba hacer andar a sus soldados sobre la Gallega, 1100 metros con el agua hasta la rodilla o cintura, lo que era demasiado peligroso hacerlo de día, a la vista y frente a las baterías del enemigo. Por otros lugares reconocidos sobre la Gallega no era posible desprender columnas de ataque por la desigualdad de las profundidades alcanzando muchas de ellas dos y tres metros.

Si hubieran sido verdaderamente militares los jefes mexicanos de San Juan de Ulúa, hubieran sabido lo mismo que aprendió el contraalmirante, pero en vez de aprenderlo usaron de la vigilancia mexicana del campo de San Jacinto en Texas y dejaron a los franceses sondear, reconocer y estudiar el arrecife y la fortaleza. No sirvieron ni para eso, ya que no sabían lo que iban a defender, debieron siquiera impedir que lo conociese el enemigo.

Don Miguel Lerdo de Tejada, dice sobre este asunto:

Pues no contento el contraalmirante Baudin con la excursión que hizo allí (en la Gallega) el príncipe de Joinville la noche del 3 de Noviembre, recorriendo con la gente que lo acompañaba toda aquella parte del bajo, hasta el pie del glacis fue él personalmente a hacer otra en la noche del 12, examinando con el agua a la cintura, el bajo en toda la parte que da hacia el mar, practicando esta operación las dos veces, sin que la guarnición del fuerte les hiciera daño alguno; lo que demuestra bien la poca vigilancia que en él había ... (6).

Sin poseer la ciudad de Veracruz, la fortaleza de San Juan de Ulúa sólo podía ser atacada a más de mil trescientos metros de distancia. El general Gaona no podía ofender gravemente a los barcos franceses más que con sus 10 morteros de 32 centímetros; tenía pues artillería para la defensa, ¿tenía los proyectiles? Si los tenía no los usó o no hay noticia de que los haya empleado. En los documentos oficiales franceses y narraciones sobre la materia semi-oficiales o de carácter privado no aparece que se haya hecho uso de las bombas. Y en los documentos mexicanos no se menciona que se hayan pedido al gobierno o que existiesen en la fortaleza. Esto prueba que los defensores de San Juan de Ulúa, no tenían la menor idea de cómo debía defenderse la fortaleza.

El general Gaona debió si tenía bombas, disparadas contra la escuadra, atendiendo a las indicaciones de un buen servicio de señales establecido en la ciudad de Veracruz, para corregir la puntería. Debió abrigar su infantería, y artilleros de reserva en las casamatas. Debió haber colocado su artillería móvil, en las obras bajas del Noreste para resistir un probable asalto; y esperar sereno el bombardeo. Caso de no tener bombas, debió igualmente establecer sus baterías móviles en previsión del asalto, abrigar su guarnición en las casamatas y resistir el bombardeo lanzando de vez en cuando un disparo de cañón para sostener el fuego de la fortaleza.

Pero el general Gaona, temiendo dice en su parte un desembarco, colocó a la infantería en un camino cubierto en vez de abrigarla en las casamatas, donde no hubiera sido agraviada puesto que como lo confiesa el general francés Mangin, el fuego de la escuadra fue impotente para hundirlas. Colocada la escuadra a 1500 metros, en caso de asalto, las lanchas de desembarco tenían que desprenderse a 1500 metros de distancia, navegar en dirección a la fortaleza 400 metros hasta desembarcar en la Gallega y del punto de desembarco hasta la fortaleza recorrer 1100 metros con el agua hasta la cintura o hasta la rodilla. El fuego de la infantería con el fusil de chispa era eficaz solamente a la distancia de 400 metros. El general Gaona creyó que la infantería no tendría tiempo de salir de las casamatas y acudir a los parapetos mientras los asaltantes recorrían en lanchas y a pie 1500 metros. Infeliz general e infeliz nación.

Con semejante torpeza la infantería resistió el fuego dentro de un camino cubierto que siempre la defendió algo y tuvo bajas:

Muertos ... 11.
Heridos y contusos ... 52
Total ... 63 bajas.

Debidas exclusivamente a la notable impericia del jefe de la fortaleza. No cuento en la infantería a los zapadores, pues fueron empleados como artilleros para aumentar el número de éstos.

Si como he dicho en vez de emplear el dinero que dió el gobierno para reparar toda la fortaleza, se hubiera invertido de preferencia en fortalecer las bóvedas cubridoras de los repuestos de parque, no hubieran volado los repuestos de la batería de San Miguel y Caballero Alto. De paso diré que en las fortalezas no hay caballeros bajos, chaparros ni medianos; todos son altos, porque precisamente se llama caballero a la batería más alta, colocada sobre un baluarte. Decir caballero alto es como decir sol luminoso.

Volaron con el Caballero ... 41 zapadores.
De ellos:
Muertos ... 27.
Heridos ... 14.
En la batería de San Miguel.
Volaron artilleros de marina y de tierra ... 17.
De ellos:
Muertos ... 13.
Heridos ... 4.
Total... 17 zapadores.

Bajas habidas por la escandalosa impericia de los jefes

Por no haber colocado a la infantería en las casamatas ... 11 muertos y 52 heridos.
Por no haber reparado y reforzado las bóvedas cubridoras de los repuestos de parque:
Por la explosión del repuesto en el Caballero ... 27 muertos y 14 heridos.
Por la explosión en la batería de San Miguel ... 13 muertos y 4 heridos.
Total bajas debido a la impericia completa ... 51 muertos y 70 heridos.
Hubo:
Total muertos ... 64.
Total heridos ... 142.

Deduciendo de las pérdidas totales, las debidas a la impericia de los jefes, resulta:

Bajas por las 7771 balas de a 30, 177 granadas y 302 bombas.

Muertos ... 13.
Heridos ... 72.
Tótal ... 85.

Eran las pérdidas que debió haber habido sin la impericia. De manera que puede afirmarse que más víctimas causaron las torpezas del general Gaona que las ciento cuatro piezas puestas en juego por la escuadra. Es pues cierto lo que asegura el coronel alemán Becker; un jefe inhábil destroza por los estragos de sus torpezas más que los proyectiles enemigos.

Si el general Gaona en vez de hacer fuego con 40 cañones, cuyos proyectiles eran casi inofensivos para la escuadra y esto debió saberlo antes del ataque, hubiera abrigado también a la mayor parte de los artilleros reservándolos para el asalto; los muertos se habrían reducido a dos o tres, los heridos a diez o doce; sobre un efectivo de 1184.

Lo que desmoralizó a la guarnición, fueron las explosiones, sobre todo la del Caballero:

Este terrible episodio (la explosión del repuesto del Caballero) produjo la desmoralización entre los mexicanos; los defensores de la fortaleza continuaron respondiendo a nuestras andanadas, pero no con el mismo vigor; por grados el fuego del enemigo disminuyó (7).

Les explosions seules porterent le découragement au sein de la garnison.

El general Rincón dice lo mismo que, después de haber volado el Caballero, a las cinco de la tarde, el fuego disminuyó considerablemente en la fortaleza. Entonces el general Gaona envió a Veracruz al capitán de fragata Don Buenaventura Araújo para pedir instrucciones al general Rincón quien ofreció al general Gaona 200 infantes, 80 artilleros y 30 quintales de pólvora, con lo cual quedaban más que repuestas las bajas que había sufrido la guarnición de la fortaleza (8).

Entonces el general Gaona ya cerrada la noche y cuando poco después de las ocho el fuego de la escuadra había cesado, envió a dos jefes, pidiendo que cesaran las hostilidades (que ya no había) para retirar sus heridos. El general Gaona no tenía derecho para dar semejante paso, porque el mando de la fortaleza no era independiente del de la plaza de Veracruz y estaba sujeto al general Rincón único jefe con facultades para tratar con el enemigo. El paso del general Gaona denunciaba ridículamente su desmoralización, porque habiendo cesado completamente el fuego, no había nada que impidiera retirar y asistir a los heridos.

Vers six heures, la nuit étant close, l'amiral se decida a regagnerle mouillage de I'lle Verte pour attendre le jour ... (Hacia las seis y ya cerrada la noche, el almirante decidió volver al surgideo de la isla Verde, para allí esperar el día siguiente ... (9).

Los vapores Météore y Phaéton que el general Rincón había tomado por combatientes no tenían más misión que remolcar a las fragatas Néréide y Gloire tanto para colocarlas en su posición de combate como para sacarlas de ella.

Le navire a vapeur le Phaéton, qui avait recu l'ordre de remorquer la frégate amiral, vint prendre ses amarres; aux premiers tours de roues, un des deux grelins se rompit, l'autre, mal amarré, fila: le peu de brise qu'il y avait, poussait la Néréide sur les roches, la situation était critique, un seul parti restait a prendre: l'amiral donna l'ordre de mouiller (10).

Debido á lo que se llama casualidad se rompió uno de los calabrotes con que debía ser remolcado el barco almirante por el vapor Phaéton, y no pudiendo ponerse en marcha aquél, el contraalmirante para evitar el choque contra las rocas decidió anclar. Indudablemente que esta casualidad nos fue funesta pues el general Gaona, creyó que la fragata permanecía en su puesto de combate para asaltarlo durante la noche, como lo dice en su parte. Este incidente hizo que el contraalmirante dejase que las bombarderas continuasen su fuego hasta las ocho, pero después de esa hora todo quedó en silencio y fue cuando llegaron los jefes emisarios de Gaona, pidiendo suspensión de fuego ya suspendido, para atender a los heridos de la fortaleza.

Naturalmente el contraalmirante Baudin, descubrió con el paso del general Gaona, su intensa desmoralización o sea miedo:

... Et ce fut sous le prétexte de retirer les blessés et les morts de dessous les décombres qu'il demanda une cessation d'hostilités (11).

Se consideró desde luego como pretexto la demanda del general mexicano de retirar a sus heridos.

Il était impossible que les véritables motifs de cette demande échappassent a la pénétration de l'amiral (12).

El contraalmirante concedió la suspensión de hostilidades y propuso al general Gaona que le entregase la fortaleza por capitulación.

La premiere proposition de capitulation fut accueillie du genéral Gaona par un refus plus apparent que réel (13) (La primera proposición de capitulación fue acogida por el general Gaona con una negativa más aparente que real).

Escuchadas por Gaona sin conocimiento del general, admite el primero la visita en Ulúa de dos oficiales franceses que iban a tratar sobre la capitulación.

En este momento aparece en la fortaleza el general Santa Anna, nombrado por el general Rincón, inspector de la fortaleza y comisionado especial para juzgar si era posible continuar la defensa. El general Santa Anna que bien sabía que para encontrar una solución cobarde con apariencias de decorosa, no hay como las juntas de guerra, propuso al general Gaona la convocase inmediatamente. Por supuesto, como era de esperarse infaliblemente, la junta decidió la capitulación. Napoleón I ya había dicho:

Un conseil de guerre, n'est convoqué que lorsqu'il s'agit de prendre un parti lache, et d'en atténuer le blame en le partageant entre plusieurs individus (14).

Federico el Grande que también fue profundo en asuntos militares, escribió a su hermano el príncipe Enrique, comandante del ejército de Sajona:

Os prohibo terminantemente convocar consejos de guerra para vuestras operaciones; os doy poderes amplios para obrar como lo creáis conveniente ... (15).

En vista de la opinión del Consejo de guerra se decidió entregar la fortaleza al enemigo que la obtenía a muy poco costo: algunos millares de francos de municiones, cuatro o cinco días de obra a los carpinteros reparadores de las averías de poca consideración causadas a los barcos; cuatro hombres muertos y veintinueve heridos. En el Acta de la Junta de Guerra, consta que los fundamentos de la capitulación fueron:

1° Destrucción de la fortaleza por los proyectiles enemigos.
2° Agotamiento de municiones.
3° La mayor parte de los artilleros habían muerto o estaban heridos.
4° Desmoralización completa de la guarnición.

Respecto del primer considerando es enteramente falso; tanto el jefe Maissin como el comandante de Ingenieros Mangin que recibieron la fortaleza, dicen las palabras que ya he citado:

... et quoique les ouvrages de défense fussent encore entiers et que par conséquent, selon nos lois de guerre a nous, la place, bien que fort maltraitée, fut encore tenable.

Esto en cuanto a sostener el combate de artillería, pero para resistir el asalto la fortaleza era aun imponente: Repito lo que dice el general de división Mangin que como comandante recibió la fortaleza:

Des que nous fumes installés dans le fort, nous reconnumes qu'il n 'y avait point de breche ases escarpes, et meme qu'aucune de ses nombreuses casemates n'avait été enfoncée ... Les assiégés auraient du voir que nous étions impuissants a faire breche aux escarpes et a détruire leurs casemates, par conséquent, a prendre le fort par une simple canonade.

Sin brecha no era posible el asalto más que escalando por ser elevadas las fortificaciones y mientras las casamatas se mantuviesen íntegras se podía sin sacrificio de sangre, resistir al bombardeo aunque durase años. ¿Por qué capitular?

Aun cuando hubiese brecha abierta, la capitulación sobre la brecha sin esperar el asalto era juzgada como indecorosa Cuando hay víveres, municiones y soldados vivos y sanos, es deber segun la Ordenanza de todos los paIses, resIstir por lo menos un asalto.

El segundo considerando de la capitulación: agotamiento de municiones es otra gran falsedad. El depósito principal de parque de Ulúa, ni estaba bajo del Caballero ni voló. El comandante Mangin que recibió la fortaleza, dice:

Le principal magasin a poudre était intact (El principal almacén de pólvora estaba intacto) (16).

Pero suponiendo cierto que se hubiesen agotado las municiones del castillo. ¿Y las de Veracruz también se habían agotado? Hay que tener presente que el fuego de la escuadra había cesado antes que el general Gaona se hubiese dirigido al contraalmirante. Rincón ofreció 30 quintales de pólvora para las piezas fijas (17) grandes de la fortaleza, pero en Veracruz había gran cantidad de municiones para piezas de a 12, de a 8 y de a 6, que se habían almacenado previendo un ataque por tierra a la plaza. Un asalto se rechaza no con bombas, sino con bala rasa mediana o grande, disparada con tiro de rebote (á ricochet) y sobre todo con metralla y fuego de fusilería. Había en Veracruz municiones propias para resistir no un asalto sino diez y se contaba con toda la noche para trasportarlas a la fortaleza.

El general Santa Anna, en su informe oficial al general Rincón como inspector nombrado para reconocer la fortaleza, asegura que le ofreció al general Gaona, las municiones que necesitase, y que éste convino en que así si se podía continuar la defensa, siempre que se contase con el ánimo de los soldados. Luego entonces oficialmente los generales Santa Anna y Gaona, confiesan que el tal agotamiento de las municiones es una pura invención.

Veamos, el tercer considerando: la mayor parte de los artilleros habían muerto o estaban heridos.

Faltaban artilleros

Muertos ... 46.
Heridos ... 88.
Total ... 134.

Incluyo entre los artilleros de tierra y de marina a los zapadores que funcionaron como artilleros.

Había antes del ataque entre artilleros de tierra, de marina y zapadores ... 188
Deduciendo las bajas ... 134.
Quedaban ... 49.
El general Rincón ponía a disposición del general Gaona ... 80 artilleros.
Tenía a tres leguas de Veracruz, la división del general Arista ... 68 artilleros.
Total que podía reunir en la noche la fortaleza ... 197.

Es decir podía reunir una cantidad mayor que la que tenía antes del combate. 197 artilleros sirven perfectamente 24 piezas de artillería.

Había según inventario de entrega de la fortaleza, firmado por jefes mexicanos y franceses; montadas y en magnífico estado, fuera de las piezas de grueso calibre y como artillería móvil.

Piezas de a 12 ... 10
Piezas de a 8 ... 6.
Total ... 16 bajas.

La media luna San José principal defensa de la fortaleza estaba casi intacta y sus piezas en batería sin haber sufrido daño alguno. Apuntando al N.E. rumbo del ataque dicha media luna, tenía 7 carronadas o sean cañones-abuses de a 18. Había además la batería baja de San Miguel cuyo repuesto había volado, sin destruir el parapeto ni abrirle brecha. En esta fortificación había últiles 13 piezas de a 24, montadas y en buen estado.

La artillería para resistir a un asalto era:

Piezas de a 24 ...13.
De a 18 ... 7.
De a 12 ... 10.
De a 8 ... 6.
Total ... 36.

Había más de 100 piezas montadas y útiles en las demás fortificaciones; las 36 a que me refiero, eran las que correspondían al punto amenazado para el asalto.

Queda pues probado con los mismos datos oficiales, firmados por los generales Rincón, Arista y Santa Anna, que el considerando de la falta de artilleros, no es admisible por su notoria falsedad.

El cuarto considerando; la gran desmoralizaci6n de la guarnición, era verdadero; pero he repetido bastante que la división del general Arista, estaba a tres leguas de Veracruz y de ella se podían tomar mil hombres que agregados a los que tenía la guarnición de Veracruz, podían ser trasportados a Ulúa durante la noche. El general Santa Anna afirma en su informe oficial al general Rincón, que ofreció tropas frescas al general Gaona.

Resumiendo:

El general Gaona, contaba con casamatas intactas y suficientes para abrigar su guarnición y sostenerla invulnerable, caso de renovarse el bombardeo.

No habiendo podido abrir brecha la escuadra francesa, el asalto era difícil, temerario, como todo asalto por escala y sin sorpresa.

El general Gaona contaba con 1500 hombres de refresco, y 40 piezas de artillería servida por 197 artilleros, municiones suficientes de bala rasa, granada, metralla y de fusilería.

Contaba con fortificaciones altas muy maltratadas, pero sostenibles; las bajas estaban poco averiadas y eran las necesarias para resistir al asalto.

Tenía a su favor el general Gaona, la necesidad que tenía el enemigo de desprender sus columnas de asalto en lancha y a mil quinientos metros de distancia.

Por último tenía la incalculable ventaja que no podían exceder de 1500 hombres los asaltantes por no haber en la escuadra tropas de desembarco.

El general Mangin dice; sin tomar en cuenta que la guarnición de la fortaleza podía ser refrescada, cambiada y aumentada considerablemente, durante la noche:

La garnison comprenait encore au moins sept cents hommes valides, plus que suffisants pour la défense, il n'y avait donc pas lieu de capituler. Au moment de la capitulation, nos frégates étaient sur le point de se retirer (18).

Y sin embargo de que el general Gaona, no debió capitular y que mereció la degradación y la pena de muerte, el Congreso mexicano no sabiendo o no queriendo apreciar la diferencia entre el heroísmo y la cobardía, premió la conducta del general Gaona, decretándole una medalla de oro conmemorativa de su heroísmo, lo mismo que a sus compañeros que en junta de guerra acordaron la capitulación.

Lo más notable es que constando en el Acta de la Junta de Guerra, Considerando 4°, que la fortaleza capitulaba por el espíritu militar notablemente decaído de la guarnición, que en lenguaje civil quiere decir, por el gran miedo que se había apoderado de la guarnición; el mismo Congreso decretó para esa guarnición, diplomas con dedicatorias al valor indomable á los héroes inmortales, a los patriotas imperecederos. Esta clase de honores tienen por consecuencia que se acabe por no conocer en un ejército lo que es honor, lo que es heroísmo, lo que es gloria. La opinión en su primera impresión dijo en México. Sólo la cobardía es capaz de haber entregado a Ulúa casi sin resistencia, por un simple cañoneo como dice el general Mangin, y escandalizando a lord Wellington, quien declara en plena Cámara de los Lores, no haber visto cosa igual; pero después vino la reacción de la vanidad y entonces el Congreso en virtud de su omnipotencia ultrajante para la verdad, ofensiva para la moral, funesta para la disciplina del ejército, ruinosa para el patriotismo, ridícula para la historia y despreciable para los espectadores, españoles, ingleses y norteamericanos que desde sus barcos siguieron el combate hasta su desenlace; decretó honores a los que merecían castigo e ignominia. Una nación no puede tener defensores cuando se premia a los que por cobardía la ponen a los pies del enemigo extranjero. En ninguna parte del mundo el patriotismo impone el deber de recompensar a los que venden o prostituyen, con la cobardía, el honor de su patria; es un deber de todo buen patriota señalar a los indignos y a los cobardes, para que pueda haber lugar en los altos puestos de la defensa nacional, para los héroes verdaderos. Glorificar la cobardía por vanidad es imbécil cuando a nadie se puede enganar en el extranjero, y mucho menos en la historia.

Los únicos que verdaderamente llenaron su deber en la defensa de San Juan de Ulúa como soldados de primer orden fueron los artilleros tanto de tierra como de marina y los zapadores. A estos soldados oscuros debió premiar el Congreso para honra suya y vergüenza de los jefes que acordaron la oprobiosa capitulación.



NOTAS

(1) Dauzarts et Blanchart, San Juan de Ulúa, pág. 465.

(2) Vicealmirante Jurien de la Graviere, Les Gloires maritimes de la France, pág. 151.

(3) Jurien de la Graviere, obra citada, pág. 149.

(4) Jurien de la Graviere, obra citada, pág. 152.

(5) Véase la carta hidrográfica en la obra ya citada del viceaimirante Jurien de la Graviere.

(6) Miguel Lerdo de Texada, Apuntes hist6ricos de Veracruz, tomo II, pág. 448.

(7) Dauzarts et Blanchart, San Juan de Ulúa, pág. 315.

(8) General Rincón, Manifiesto, pág. 211.

(9) Dauzarts el Blanchard, San Juan de Ulúa, pág. 315.

(10) Obra citada, pág. 316.

(11 y 12) Dauzarts et Blanchard, obra citada, pág. 319.

(13) Obra citada, pág. 320.

(14) General Pierron, Methode de guerre, tomo I, pág. 239.

(15) General Pierron, obra citada, tomo I, pág. 238.

(16) Jurien de la Graviere, obra citada, pág. 151.

(17) Rincón, Manifiesto, Documento, 140.

(18) Jurien de la Graviere, obra citada, pág. 151 y 152.

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