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Alfonso Quiroga
MÉXICO EN 1916
DUODÉCIMO COMENTARIO
SE ACUERDA EL ENVÍO DE TROPAS A MÉXICO
El cónsul americano en Ciudad Juárez, señor Thomas Edwards, notificó de una manera oficial, el 12 de marzo, al jefe de las armas en aquella plaza, general Gabriel Gavira, que las tropas de los Estados Unidos entrarían en territorio mexicano para perseguir a Francisco Villa, hasta lograr su captura.
El cónsul Edwards, en su notificación al jefe miltar de Ciudad Juárez, manifestó que el envío de tropas americanas a territorio mexicano, debía de ser considerado únicamente como un acto de amistad de parte de los Estados Unidos hacia México, puesto que no tenía más objeto que el de cooperar con las autoridades mexicanas a eliminar a un elemento que constituía una constante amenaza para dichas autoridades y que causaba grandes daños en la propiedad, lo mismo de mexicanos que de americanos.
Sobre la invasión de territorio mexicano por tropas americanas no todos los elementos del constitucionalismo estaban de acuerdo, pues mientras unos creían que, como decía el cónsul Edwards, no significaba más que la buena amistad del gobierno de Washington, que quería ayudar al de México, para otros era un verdadero atropello, un abuso de fuerza, una patente violación a la soberanía de un país vecino.
Recordamos a este propósito, que el cónsul carrancista en El Paso, Tex., señor Andrés G. García, que fue siempre uno de los agentes del Primer Jefe que más se distinguieron, dijo a raíz del ataque de Villa a la población de Columbus, que el gobierno de facto no pondría ninguna objeción al deseo del gobierno de los Estados Unidos, de enviar tropas armadas a perseguir a Villa dentro del territorio mexicano.
Se dijo que esa declaración del cónsul García había disgustado mucho al señor Carranza, quien había telegrafiado a su representante criticándolo por su manera de obrar y ordenándole que se abstuviera de dar su opinión sobre asuntos que no eran de su incumbencia.
El señor Carranza se enteró de los sucesos de Columbus en Guadalajara, en donde por aquellos días había fijado la residencia de su gobierno, y con fecha 10 de marzo hizo que su Secretario de Relaciones, licenciado Jesús Acuña, le entregara al cónsul Silliman, para su transmisión a Washington, la siguiente nota:
Tengo el honor de informar a usted que el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista me ha ordenado comunicarle que ha sabido con pena el lamentable incidente que ocurrió en la ciudad de Columbus, N. M., con motivo del asalto sufrido ayer en dicha población por los bandidos encabezados por Francisco Villa.
Aunque existe en el estado de Chihuahua un número competente de fuerzas para restablecer el orden e impartir protección a los nacionales y a los extranjeros , sin embargo, desde que Francisco Villa apareció en las montañas de dicho estado, a solicitud del gobernador del mismo y del cónsul constitucionalista de El Paso, el Primer Jefe ordenó oportunamente la salida de 2500 hombres, bajo el mando del general Luis Gutiérrez con objeto de perseguir activamente a los bandidos que acaban de cruzar la línea divisoria, y que seguro se vieron obkigados a hacerlo debido a la tenaz persecución de que fueron objeto por parte de las mencionadas fuerzas.
Este incidente lamentable se asemeja mucho a las incursiones que los indios de las reservas del gobierno de los Estados Unidos, hicieon en los estados de Sonora y de Chihuahua, cuando el indio Gerónimo, en el año de 1880; al frente de una numerosa horda, se introdujo en la porción norte del primero de estos estados, cometiendo toda clase de asesinatos y depredaciones en la vida y propiedades de las familias mexicanas, hasta que se aniquiló su bando y se castigó a su propio jefe, después de los esfuerzos combinados de los mexicanos y los americanos.
La incursión en Chihuahua, encabezada por el jefe Victoria al frente de 800 indios, tuvo lugar en los años de 1884 y 1886.
En esa época las partidas de asesinos cometieron muchos crímenes, llegando al interior del país hasta Tejolochic o Tres Castillos, muy cerca de la capital de Chihuahua. En el primer encuentro que tuvieron con las fuerzas mexicanas, perdieron a su jefe, y se les dispersó por completo.
En ambas ocasiones se llevó a efecto un acuerdo entre el gobierno de los Estados Unidos y el de México, conviniéndose que las fuerzas de los dos países podían cruzar con entera libertad los límites de sus territorios para perseguir y castigar estas partidas de asesinos.
Teniendo en cuenta estos precedentes y los buenos resultados que se obtuvieron en esa época por los dos países, el gobierno que preside el Primer Jefe, ansioso de exterminar en el menor tiempo posible las hordas de Francisco Villa, que se han colocado fuera de la ley o de capturarlas para aplicarles el condigno castigo, se dirige a usted, como agente confidencial, para que solicite al gobierno de los Estados Unidos el permiso necesario, a fin de que las fuerzas mexicanas puedan cruzar el territorio americano en caso de que por desgracia llegara a registrarse otra incursión como la de Columbus en cualquier punto de la línea limítrofe. El gobierno mexicano agradecerá mucho una pronta y favorable respuesta del de los Estados Unidos.
Reproducimos la nota que antecede, porque en ella encierra la primera palabra dicha por el gobierno del señor Carranza acerca de un asunto que alcanzó universal resonancia y que estuvo a punto de ocasionar un conflicto armado entre dos pueblos vecinos.
El gobierno de Washington contestó tres días más tarde, al de facto, expresando su conformidad en que la persecución de los bandoleros se hiciera por fuerzas de los dos países, combinadas.
Sólo que se decía que para la ayuda recíproca entre México y los Estados Unidos, se estipulaba que las fuerzas constitucionalistas podían pasar a territorio americano, para perseguir a los bandidos, en cualquier tiempo que en la frontera no hubiere suficientes tropas americanas para llevar a cabo dicha persecución, y por el otro lado, que las tropas de los Estados Unidos podrían pasar a territorio mexicano siempre que el gobierno de facto fuera inhábil para ominar la situación en el norte de México.
Esta última condición no podía ser aceptada por el gobierno mexicano por el peligro que había de que a la hora menos pensada se deciarase su inhabilidad y cruzasen la linea divisoria los soldados americanos, en tanto que no había caso para que las tropas mexicanas pasasen a territorio americano, y mientras este punto se estaba discutiendo, varios cuerpos del ejército de los Estados Unidos, a las órdenes del general John J. Pershing, se dirgían de Columbus, declarado cuartel general de dicho jefe, a tomar posiciones en el estado de Chihuahua.
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