Aunque algunas autoridades mexicanas, tanto civiles como militares, parecieron darse por satisfechas con la autorización que el gobierno de Washington daba al de México, para que sus tropas pasaran a territorio de los Estados Unidos, en persecución de bandidos, cuando no pudieran hacer esa persecución las tropas americanas, el pueblo mexicano, comprendiendo que ese permiso no significaba nada, viendo la forma en que los americanos entraban a México, no disimulaban su disgusto, y su actitud, cada vez más amenazadora, hacía esperar que en todos los pueblos de Chihuahua se registrasen desagradables manifestaciones.

En Ciudad Juárez, sobre todo, donde el descontento del pueblo se unió al de las tropas, se creyó que llegarían a ocurrir sucesos de extremada gravedad; si aquellas autoridades daban permiso para el paso de los soldados americanos.

Refiriéndose al descontento popular, tanto en Ciudad Juárez como entre la numerosa población mexicana de El Paso, Texas, decía el 14 de marzo, desde ese lugar, el corresponsal de un diario americano:

Es inconcuso que fuera de ciertos elementos del gobierno mexicano, todo el pueblo nuestro, y aún los soldados y oficiales carrancistas, se oponen al envío de tropas americanas y esto ha hecho que la situación sea muy delicada.

Tal vez porque de ese descontento estaba enterado el presidente Wilson, hizo que su secretario Lansing publicara un manifiesto en los siguientes términos:

Con objeto de alejar cualquiera aprensión que pudiera existir en México o en los Estados Unidos, el presidente me autoriza para asegurar públicamente en su nombre, que las operaciones militares que están en proyecto, serán estrictamente sujetadas al objeto ya anunciado y que por ninguna circunstancia serán dirigidas a usurpar la soberanía de México ni a intervenir en los asuntos interiores de la República hermana, sino por el contrario, todo lo que se está haciendo va dirigido deliberadamente a evitar toda posibilidad de intervención.

Todas las notas del gobierno americano eran así, de tono amistoso para México; en todas ellas se dijo que el envío de tropas no tenía más objeto que el castigo de Villa, y de ahí que a la expedición armada que encabezaba el general Pershing se le llamara punitiva.

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