Al mismo tiempo que se decía que había fracasado por completo el intento del gobierno del señor Carranza para conseguir en los Estados Unidos un empréstito de cincuenta millones de dólares, se anunciaba que el papel moneda puesto a la circulación por el propio señor Carranza, se cotizaba a razón de cuatro centavos el peso, lo que significaba que su valor iba en aumento, puesto que pocos días antes había bajado hasta dos centavos.

Sucedió que un agente de la comisión reguladora del henequén, de Yucatán, había estado trabajando activamente en Nueva York para conseguir que dicho papel tuviera un tipo de cambio mejor que el que tenía en el mercado fnanciero, y al efecto, depositó un millón de dólares, pertenecientes a dicha comisión, en uno de los principales bancos neoyorkinos, para poder pagar las letras de cambio que se vendieran en México, y Veracruz, por los agentes del gobierno de facto, sobre Nueva York.

De esa manera fue como se logró hacer aumentar el precio del papel moneda, pero como todo México quería giros sobre Nueva York, pronto hubo que suspenderlos, por haberse agotado el fondo de reserva, lo que, como era de preverse, empeoró la situación financiera.

Claramente se vió después que tal combinación no había servido más que para fines especulativos.

Por aquellos días dedicaba el gobierno del señor Carranza toda su atención al ramo de Hacienda, sin ningún provecho, pues ya los banqueros americanos habían dicho que sin la garantía del gobierno de los Estados Unidos, no le prestarían ni un centavo a un gobierno que tenía emitido papel moneda por valor de ochocientos millones de pesos y no se había preocupado aún de la deuda interior del país.

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