En tanto que el gobierno de Washington se guardaba la última nota de Carranza, pidiendo el retiro de las tropas de Pershing, el pueblo de varias poblaciones de México, se encargaba de manifestar el disgusto que la presencia de dichas tropas causaba.

En efecto, en Chihuahua, en Monterrey y en otras muchas importantes ciudades del norte de la República, viendo que los soldados americanos no salían de México, se hicieron manifestaciones públicas que claramente indicaban que la paciencia del pueblo mexicano no llegaría más allá, y que, por lo mismo, no toleraría más contemplaciones.

Se creyó que esas manifestaciones populares servirían de pretexto para agravar la ya complicada cuestión internacional; pero en Washington se iniciaba en aquellos días la campaña política para la elección presidencial, y se juzgó prudente no dar mayor importancia a tales demostraciones.

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