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Alfonso Quiroga
MÉXICO EN 1916
CUADRAGÉSIMO COMENTARIO
SANGRIENTO ENCUENTRO EN EL CARRIZAL
En el rancho de El Carrizal, distante como tres leguas de Villa Ahumada, en Chihuahua, se hallaba el frente del segundo regimiento de caballería, formado de cuatrocientas plazas, el general carrancista Félix V. Gómez, cuando recibió aviso, el 21 de junio, de que se acercaban como cien soldados americanos, negros, cuyo jefe pedía permiso para pasar por allí en dirección a Villa Ahumada, a donde se dirigía en busca de un soldado que se le había desertado.
Negóse el general Gómez a conceder el permiso solicitado, por no juzgar prudente que las fuerzas americanas pasasen cerca de las suyas.
Antes esa justa negativa, el oficial americano que mandaba a los negros, manifestó que pasaría.
En vista de esto, el general Gómez, que había estado conferenciando con dicho oficial, volvió a ponerse al frente de su tropa, ordenando que se hiciera fuego, pues ya para entonces los americanos iniciaban el combate.
Del resultado de éste, se dá exacta cuenta en el siguiente parte oficial del comandante mexicano.
Número 9, Villa González, a 24 de junio, a Ciudad Juárez.
Tengo el honor de poner en el superior conocimiento de usted que el 21 del corriente, a las siete de la mañana, presentóse una fuerza americana compuesta de ochenta a cien hombres aproximadamente, y por orden del C. general Félix V. Gómez, salí a conferenciar con el jefe de dicha fuerza para que me informara cuál era el objeto de su presencia. Puesto al habla con él, dijo que venía en busca de una gavilla de bandoleros que por ahí merodeaba; habiéndole contestado que ninguna gavilla asolaba esta comarca por estar toda perfectamente vigilada por fuerzas constitucionalistas.
Dijo él, entonces, que iba a Villa Ahumada con el fin de buscar a un desertor, a lo que contesté que teniamos órdenes de no permitir el avance de fuerzas americanas en otra dirección que no fuera el norte. A esta declaración, contestó que nada le importaba, que él tenía órdenes de llegar a Villa Ahumada y que lo haría sobre las balas; habiendo rendido yo parte al general Gómez del resultado de la entrevista.
Salió él personalmente a hablar con el jefe americano, habiéndole hecho las mismas preguntas que poco antes le había hecho yo, contestando a ellas de la misma manera que anteriormente. Mi general le dijo que él sentía mucho que fuera a registrarse un conflicto entre ambas furzas y le hizo la proposición de esperarse unas tres o cuatro horas para telegrafiar a la comandancia general de Ciudad Juárez para que resolviera si podía permitirse el paso para Villa Ahumada a las fuerzas de su mando, a lo que contestó el altanero jefe americano que no quería perder más tiempo y que pasaría por sobre nosotros; habiéndole contestado mi general que si creía poder pasar, que lo hiciera.
Acto continuo se retiro mi general y los que lo escoltaban, haciendo lo mismo el jefe americano, al lugar donde se encontraban las suyas, habiendo desde luego encadenado su caballería y ordenado el avance de sus soldados en línea de tiradores sobre nuestras fuerzas compuestas del Segundo, Tercero y Cuarto Escuadrones del Segundo Regimiento, que montados, permanecían en línea desplegada sin hacer ningún movimiento agrasivo; habiendo sido ellos quienes rompieron el fuego a una distancia de ochenta metros, fuego que fue contestado con bizarría por nuestros valientes soldados, trabándose luego el combate, del cual paso a referir los detalles, dando parte de las bajas habidas en ambos lados, habiéndose levantado el campo por las fuerzas vencedoras de esta Brigada.
El combate fue reñido e intenso por dos horas, en que la primera línea de batalla sostuvo al enemigo con valor.
Habiendo sido muerto mi general Gómez en las primeras descargas, asumí el mando general de las fuerzas y ordené el avance del primer Escuadrón del Segundo Regimiento por el flanco derecho del enemigo, y el Segundo Escuadrón por el izquierdo, en movimiento preciso y violento, haciendo huir al enemigo en dispersión, abandonando muertos, caballos y armas, haciendo veintidós preisioneros y doce muertos.
Por nuestra parte tuvimos que lamentar las bajas siguientes: mi general Félix Gómez, el capitán primero Francisco Rodríguez, el teniente Daniel García, el teniente Evaristo Martínez, subteniente, Juan Lerdo, sargento primero José Vásquez, cabo Juan Armijo, cabo Valente Armendáriz, cabo Angel Torre, cabo José Bejarano, cabo Leonardo Flores, cabo Aurelio Estudiantes; soldados: José Perales, Telésforo Gómez, Guadalupe Hernández, Gregorio Barraza, Pablo Martínez, José González, Segundo, Evaristo López, Anastasio Rodríguez, León Jiménez, Rafael López, Marcos Mesa, Ramón Aguayo, Salvador Vera, Lorenzo Acuña, Faustino Balmaceda, Antonio Delgadillo y Ambrosio Rodríguez.
Heridos: Capitán primero, Pánfilo Bustos, capitán segundo, Juan Velázquez, tenientes: Lucio Flores, Antonio Peña y Marcos Hernández; subtenientes: Ernesto Padilla, Alfredo Saldaña, Urbano Hernández y José R. Villegas, sargentos primeros: Fernando Bernal, Agustín Hernández, Rosario Vázquez y José Martínez; sargentos segundos: Demetrio Valladares, Abdón López, Delfino Zavala, Juan Arriaga, Fernando Torres; cabos, Perfecto Saldierna, Carlos Almazán, Pedro Juárez, Francisco Alcalá y soldados: Luis Orozco, Feliciano Reyes, Máximo Resendis, Pedro Pérez, Nazario Rangel, Nemesio Reyes, Octaviano Conde, Simón Vásquez, José Ramírez, Máximo Lozano, Epifanio González, Isidro Pérez, Pascual Morales, Refugio Molina, Luis García, Lucio Vidrios, Anselmo Flores, Juan Vargas y Eulalio Rodríguez.
El botín de guerra recogido al enemigo, fue el siguiente: treinta y un fusiles mauser, tres mil cartuchos mauser de ocho milimetros, treinta y un caballos ensillados y un aparejo.
Protesto a usted mi subordinación y respeto.
El Carrizal, junio 23 de 1916 Por su parte el oficial americano rindió el informe que consta en la siguiente carta:
Carrizal, Méx., junio 21, 1916 Al Oficial Comandante:
Mi compañía llegó a Ojo Santo Domingo, el día 20 de junio, a las 5:30 p. m., encontramos a la Compañía C mandada por el capitán Boyd. Me puse a sus órdenes y a las 4:15 a.m., emprendimos la marcha hacia El Carrizal, quedando mi compañía a la retaguardia. A las 6:30 a.m., llegamos a un campo abierto situado al suroeste del pueblo.
El capitán Boyd envió en una nota una solicitud de permiso para pasar por el pueblo; pero le fue rehusado tal permiso, manifestándole que podiamos ir hacia el norte, pero no hacia el oriente. El capitán Boyd dijo que esta vez iba para Villa Ahumada. El estuvo hablando con el comandante carrancista.
El general Gómez envió un mensaje escrito al capitán Boyd para que llevara sus tropas al pueblo y tuviera una conferencia. El capitán Boyd temió una emboscada. El estaba en la creencia de que los mexicanos huirían tan pronto como hiciéramos fuego.
Formamos para un ataque, siendo su intención avanzar hacia la línea de cerca de 120 mexicanos que se hallaban en las afueras del pueblo. Formamos la Compañía C sobre la izquierda, en cadena de tiradores, un pelotón de la Compañia K a la derecha de esa línea y otro pelotón de la misma Compañía formando la extrema derecha y escalonado un poco a la retaguardia.
Cuando estuvimos como a 300 yardas de los mexicanos abrieron un nutrido fuego antes que nosotros disparáramos un solo tiro; entonces nosotros abrimos también fuego. Los mexicanos no corrieron y para no alargar el relato, diré que después de una hora poco más o menos de tiroteo, durante el cual ambas compañías habían avanzado, la C a una posición de tiro de una ametralladora mexicana, y la K un poco más a la izquierda. A la derecha estábamos sumamente ocupados para evitar un ataque por el flanco. Un grupo de mexicanos se desprendió del pueblo haciendo un rodeo sobre nuestra retaguardia y nuestros caballos salieron a galope.
Como a las nueve un pelotón de la compañía K que se hallaba a nuestra derecha, se retiró. El sargento dijo que no podía permanecer allí. Ambos pelotones se retiraron como mil yardas al occidente y entonces juntamente con algunos hombres de la compañia C que allí estaban, se dispersaron.
Yo estaba ligeramente herido. El capitán Boyd, según me dijo un soldado, había muerto. Nada se supo del teniente Adair; después de que la lucha principió. Yo lo había visto de pié.
Me encuentro oculto en una cueva como a 2000 yardas del campo de acción y están conmigo otros cinco hombres, dos de ellos heridos.
Capitán Morey
Como una hora duró la batalla de El Carrizal, y puede juzgarse de la furia con que por una y otra parte se combatió, sabiendo el número de bajas que ambas tuvieron, entre muertos y heridos.
Contra lo que se esperaba, dado el estado de las relaciones entre ambos países en aquella fecha, el presidente Wilson declaró que esos sucesos en nada alteraban la situación internacional, pues no podían ser considerados más que como un incidente lamentable. Sin embargo de eso, el Secretario de Estado americano, señor Lansing, envió al ministro de Relaciones de México, general Cándido Aguilar, una nota concebida en estos términos:
Washington, junio 25 de 1916 El señor Arredondo le entregó ayer a este gobierno la siguiente comunicación:
He recibido instrucciones de mi gobierno de informar a su Excelencia, con referencia al incidente de El carrizal, que el jefe del Ejecutivo, por conducto del ministro de la guerra dió órdenes al general Jacinto B. Treviño de no permitir a las fuerzas americanas de la columna del general Pershing, que avanzaran más hacia el sur, ni moverse al oriente o al poniente de los puntos donde ellos están posesionados, y de oponerse a nuevas incursiones de soldados americanos en territorio mexicano. El general Treviño a su vez puso dichas instrucciones en conocimiento del general Pershing, quien acusó recibo de la notificación. El 21 del actual, como su Excelencia sabe, las fuerzas americanas se movieron hacia el oriente, muy lejos de su base, a pesar de las instrucciones arriba mencionadas y fueron atacadas por las tropas mexicanas en El Carrizal, Estado de Chihuahua. Como resultado del encuentro, quedaron varios muertos y heridos en el campo y fueron hechos prisioneros diecisiete soldados americanos. Por el presente, queda usted autorizado para entregarle, al ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de facto, la siguiente comunicación:
El gobierno de los Estados Unidos no puede interpretar la comunicación entregada a la Secretaría de Estado de este país, el veinticuatro de junio, más que como una conminación internacional de llevar adelante deliberadamente una acción hostil contra las fuerzas de los Estados Unidos ahora en México, y con el propósito de atacarlas sin provocación, si ellas se mueven de su posición actual, en cumplimiento del propósito para el cual fueron enviadas allí, no obstante el hecho que esos propósitos no solamente no constituyen un acto hostil hacia el gobierno y el pueblo de México, sino que por el contrario se intenta ayudar a ese gobierno en protegerse a sí mismo y en proteger al territorio y al pueblo de los Estados Unidos contra las irresponsables gavillas de bandoleros asaltantes. Estoy autorizado además por mi gobierno a pedir la inmediata libertad de los prisioneros tomados en el encuentro de El Carrizal, juntamente con el equipo que llevaban perteneciente a los Estados Unidos, y también para informarle a usted que el gobierno de los Estados Unidos espera una pronta manifestación del gobierno de usted respecto al curso de acción y futuras acciones esperando que esta manifestación sea hecha por los acostumbrados conductos diplomáticos y no por medio de comandantes militares subalternos.
R. Lansing
La nota que antecede y otra anterior del 20 de junio, fueron contestadas con la siguiente, dictada por el señor Carranza en persona, según se dijo:
Washington, julio 4 de 1916 Tengo el honor de transcribir a continuación el texto de una nota que acabo de recibir de mi gobierno, con instrucciones de presentarla a su Excelencia.
Señor Secretario:
Refiriéndome a las notas de usted de fechas veinte y veinticinco del próximo pasado mes de junio, tengo el honor de decir a su Excelencia que la inmediata libertad de los prisioneros de El Carrizal, fue una prueba más de la sinceridad de los deseos de este gobierno para llegar a un pacífico y satisfactorio arreglo de las presentes dificultades. este gobierno está ansioso de resolver el actual conflicto y sería una injusticia que su actitud fuera mal interpretada.
Ha sido el gobierno mexicano el que ha sugerido empeñosamente un plan de acantonamiento a lo largo de la línea divissoria, durante las conferencias de Ciudad Juárez y El Paso. Este gobierno está dispuesto ahora, como lo ha estado siempre, para buscar una inmediata solución de los puntos que constituyen la causa del conflicto entre los dos países y que son: El gobierno americano piensa razonablemente que la inseguridad de sus fronteras es una fuente de dificultad y que el gobierno mexicano, por su parte; cree que la permanencia de las tropas americanas en suelo mexicano es la causa inmediata de esos conflictos. La retirada de las tropas americanas por una parte, y la protección de la frontera por la otra, son los dos problemas esenciales, la solución de los cuales debe ser el objeto directo de los esfuerzos de ambos países.
El gobierno mexicano está dispuesto a considerar los remedios que deben aplicarse a la presente situación. Varios países latinoamericanos han ofrecido su mediación amistosa al gobierno mexicano y este último la ha aceptado en principio. Por lo mismo el gobierno mexicano únicamente espera la información de que el gobierno de los Estados Unidos acepte esta mediación con los propósitos mencionados, o tiene la creencia de que se pueden obtener los mismos resultados por medio de negociaciones directas entre los dos gobiernos.
Al mismo tiempo este gobierno se propone emplear cuantos esfuerzos estén a su alcance, para evitar la repetición de nuevos incidentes, los cuales pueden complicar y agrabar la situación. Al mismo tiempo espera que el gobierno americano por su parte, haga los esfuerzos posibles para prevenir nuevos actos de las autoridades militares y civiles de la frontera, que pueden ser origen de nuevas complicaciones.
Aprovecho esta oportunidad para reiterar a Su Excelencia las seguridades de mi más distinguida consideración.
C. Aguilar.
Habiendo cumplido así con las superiores instrucciones de mi gobierno, tengo la satisfacción de reiterarle a su Excelncia las seguridades de mi más alta consideración.
Arredondo
El incidente a que nos venimos refiriendo, y al que tan grandes proporciones se le quisieron dar, quedó terminado con la siguiente comunicación del secretario Lansing:
Washington, julio 5 de 1916.
Señor:
Tengo el honor de acusar recibo de su comunicación de fecha cuatro de julio de 1916, en la cual usted transcribe una nota dirigida a mi, por el Secretario de Relaciones Exteriores de su gobierno, y le suplico a usted que se sirva trasmitirle en contestación la siguiente:
Señor Secretario:
Tengo el honor de acusar recibo de la cortés nota de usted trasmitida a mí por conducto del señor Arredondo el cuatro de los corrientes en la cual usted se refiere a mis notas de junio 20 y junio 25, y aseguro a usted la sincera satisfacción de mi gobierno con el franco informe de las diferencias, las cuales desgraciadamente han surgido en nuestras relaciones, debido a los acontecimientos ocurridos sobre las línea internacional y la manifestación sin reserva de su gobierno, del deseo de llegar a un arreglo de estas diferencias sobre francas y amigables bases. El mismo espíritu de amistad y de deseo por la continuación de las cordiales relaciones entre los dos países inspira a mi gobierno, el cual desea igualmente una solución sobre las diferencias que existen y que tanto han embarazado a los dos gobiernos.
Es especialmente satisfactorio para mi gobierno saber que el gobierno de facto de México está dispuesto a dar pronta y satisfactoria así como práctica consideración bajo un espíritu de concordia al estudio de los remedios que deben de aplicarse a las ondiciones existentes. En reciprocidad y con el mismo deseo, el gobierno de los Estados Unidos está preparado para cambiar impresiones inmediatamente, que tiendan a acordar un plan práctico para quitar de una vez por todas y evitar la repetición de las dificultades que han sido el origen de esta controversia.
Sírvase aceptar, señor Secretario, las seguridades de mi más alta consideración. Soy sinceramente suyo.
Robert Lansing
Teniente Coronel, jefe del Segundo Regimiento, Genovevo Rivas
(9:15 a.m.)
Al general C.C. Aguilar, Secretario del gobierno de facto, México.
Sr. Secretario:
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