No había, ciertamente, datos precisos que permitieran una deducción lógica de los acontecimientos. Por una parte el optimismo oficial, que tan marcado se hacía a veces para desaparecer al día siguiente, trocándose en los más serios temores hacia el porvenir político de los dos países; por la otra, los frecuentes sucesos en que se notaba desde luego que el elemento descontento era numeroso y potente, hacían vacilar a cualquiera que hubiera querido predecir el fin que alcanzarían los asuntos que se estaban tratando en New London.

Sin embargo, quizá para mantener esa tensión en que estaban los ánimos, frecuentemente se hablaba del retiro de las tropas americanas del territorio mexicano, relacionándolo con las conferencias de New London, hasta que se hizo de este asunto el principal objeto de las citadas conferencias.

Llegose a asegurar que para el mes de octubre saldrían los soldados expedicionarios, anticipándose la idea de que en la segunda conferencia formal que tuvieran los comisionados quedaría arreglado todo.

Esa conferencia, contra lo que se había acordado, se celebró a los tres días después de la primera, o sea el día 10 de septiembre, tratándose en ella de las comunicaciones en general, de la República Mexicana, y después de la cuestión militar, sobre la que daría mucha luz el informe que rindiera el general americano Tasker G. Bliss, a quien estaban esperando en New London con ese objeto.

La información del general Bliss era considerada de gran importancia, porque ese jefe militar acababa de hacer una visita de inspección a lo largo de la frontera y estaba, por lo tanto, bien penetrado de la situación que guardaba aquel rumbo.

Tampoco en esa segunda sesión se llegó a un acuerdo decisivo sobre el primer punto puesto a discusión, siendo la causa de ello que por atender a las visitas de cortesía cambiadas entre los comisionados mexicanos y el presidente Wilson, que había ido a aquel lugar por cuestiones de familia, no tuvieron tiempo de dedicarse a los trabajos que les estaban encomendados.

Y más bien parece que los representantes del señor Carranza se propusieron dar a sus colegas todas las informaciones posibles acerca de la situación en México, para que cuando entraran de lleno a la discusión lo hicieran con absoluto conocimiento de cada asunto.

Oficialmente se aseguró que en esa segunda conferencia, que fue más breve que la anterior, se habló de la capacidad del señor Carranza para prevenir la repetición de las incursiones a través de la frontera, y para proteger a los extranjeros cuando estos regresaran a México. Se habló también de la situación de los ferrocarriles, del desarrollo de las mimas, de las mejoras en los puertos, de la situación agrícola y de los progresos administrativos en general hechos por el gobierno de facto.

El objeto de tales explicaciones era el de demostrar que el gobierno de facto contaba con elementos que garantizaban su estabilidad.

Fue entonces cuando se habló francamente del empréstito de que nos hemos ocupado antes, y se dijo que el gobierno de facto no necesitaba tal empréstito por que contaba con el dinero suficiente para sus atenciones; que lo que quería saber era si había voluntad hacia él para cuando intentara negociar la operación, lo cual se haría cuando el desarrollo de las riquezas naturales de nuestro país fuera una suficiente garantía de solvencia para no hacer necesaria la responsiva de ningún poder extraño.

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