En la sesión celebrada el día 14 de septiembre y cuando desde las principales ciudades que están a la orilla del Río Bravo llegaban alarmantes noticias de la proximidad de Villa a Chihuahua, los conferencistas se ocuparon solamente de estudiar los decretos lanzados por el Primer Jefe respecto de la cuestión minera, de la modificación de las contribuciones y de otros asuntos que no tenían relación directa con la situación del momento.

Se habló de las condiciones en que regresarían a México los extranjeros que habían salido huyendo de la revolución; de lo que significaban en dinero, en fin, de otras muchas cosas, hasta que volvió a insinuarse algo de lo del empréstito, asunto este que, por no haber merecido mucha atención de parte de los comisionados americanos a quienes antes que nada les interesaba saber las prerrogativas que alcanzarían en México, volvió a quedar pendiente.

Sobre lo del empréstito sí se dijo, terminantemente en aquella sesión, que los banqueros americanos habían manifestado que ninguna operación harían con el gobierno mexicano hasta que hubiera congreso.

Influyó bastante, asimismo, para que no se tratara otra vez lo relativo al empréstito, la circunstancia de haber tenido noticias los conferencistas americanos de que el partido legalista iba a elevar una protesta en el caso de que en las conferencias se discutiera la proposición de facilitar dinero al gobierno de facto.

Para esa protesta se emplearían todos los datos que el partido legalista tiene sobre los gravámenes que pesan sobre México, tales como los originados por los empréstitos que colocó el gobierno de Madero, y los que negoció el gobierno de Huerta, todos ellos aprobados por las cámaras.

Así pues, varios días se estuvieron discutiendo asuntos que en realidad no debían haberse tratado ahí.

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