Reanudamos la información que iniciamos acerca de los trabajos de la comisión que se hallaba en New London, haciendo saber que para el día 19 de septiembre se hablaba de cambiar de sitio, es decir, de continuar las conferencias en otra ciudad, por la circunstancia de que New London no es muy a propósito para pasar ahí la estación del otoño.

Se mencionaron algunos otros puntos entre ellos Atlantic City, que fue la ciudad que al fin se eligio; pero todavía en New London hubo algunas sesiones de cuyos asuntos nos ocuparemos en esta parte de la obra.

Tocados como habían sido muchos asuntos, sin que a ninguno de ellos se le diera definitiva solución, llegaron los delegados a pensar en hacer algo que cuando menos justificara el retardo de esa resolución definitiva.

Por eso fue que, además de las proposiciones del general Bliss, que fueron desechadas en su forma primitiva, se trató de hacer aparecer como que por parte de los delegados americanos había ciertas exigencias a las que enérgicamente se oponían los representantes del señor Carranza. Pero en concreto, quienes pusieron a discusión tales asuntos fueron los mismos delegados de México, y, sin que viniera al caso, manifestaron que el señor Carranza ofrecía procurar la regeneración política y social de México.

Y de este ofrecimiento se cogieron los americanos para eludir los asuntos que les estaban encomendados, ocupándose de otros de la absoluta incumbencia del gobierno de México; se habló de la convocatoria para el congreso constituyente de Querétaro, se hicieron algunas observaciones a los recientes decretos sobre reglamentación de minas, etc., todos esos asuntos, como decimos, ajenos por completo a los extranjeros. Sin embargo, los representantes del Sr. carranza admitían las discusiones y hasta las animaban con explicaciones innecesarias.

A tanto se llegó sobre ese punto, que los delegados norteamericanos pusieron en esa vez, como pretexto, que hasta que se les diera una completa garantía del cumplimiento de la regeneración social y política de México, juntamente con lo de asegurar los intereses y las vidas de los extranjeros en nuestro país, no se tratarían los asuntos referentes a la frontera, que eran los que habían dado orígen al nombramiento de aquellas comisiones.

Los representantes mexicanos asumieron entonces una actitud enérgica, insistiendo en que no debería alterarse el orden de los asuntos propuestos; pero fue debido a que el Sr. Carranza se vió en la necesidad de enviarles un enérgico telegrama en que les decía que no tenían autorización para discutir asuntos interiores.

La contestación que el Sr. Cabrera dió al Sr. Carranza al preguntar éste por qué se trataban esos asuntos, fue la de que lo habían hecho los delegados americanos a título de información.

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