Por aquellos días las cosas entre los comisionados mexicanos y americanos se pusieron delicadas, debido a que la complacencia que al principio manifestaron nuestros compatriotas hizo creer a los otros que alcanzarían cuanto pidieran.

Y bastante pedían, ciertamente; pues poco a poco fueron imponiendo condiciones e interviniendo el orden de los asuntos pendientes, que materialmente se llegó a creer que los comisionados mexicanos serían retirados por el Sr. Carranza antes de que se llegara a acuerdo alguno.

Sin embargo, para el día 18 de septiembre se citó a nueva sesión, y entonces se dijo que los delegados americanos tenían el propósito de presentar a la consideración de los delegados mexicanos un proyecto de transacción, el cual contenía estos puntos:

En el caso de llevarse a cabo el retiro de las tropas americanas que se hallaban en territorio mexicano, el Sr. Carranza quedaba con toda la responsabilidad respecto a la protección de la frontera. Se le consideraba, por lo tanto, con la obligación de reconcentrar suficientes tropas en el norte de nuestro país, y principalmente en aquellas regiones en que se sabía abundaban los bandoleros; crearía un cuerpo de patrullas al estilo del que hay en el Canadá, para que la línea divisoria estuviera bien vigilada.

Los delegados americanos tuvieron siempre la suposición de que sin la ayuda de Estados Unidos, México nada podía arreglar, y por eso fue que durante las sesiones celebradas en New London trocaron por completo los papeles. Manifiestaron en la fecha que antes hemos mencionado, que en el caso de que los delegados mexicanos se rehusaran a discutir otros puntos que no fueran esencialmente los relativos a las seguridades de la frontera y el retiro de las tropas americanas, presentarían entonces las siguientes demandas, que constituirían un ultimatum en esa cuestión:

Reconocimiento por México de las enormes reclamaciones de americanos cuyos parientes han sido asesinados y sus propiedades destruídas en México.

Nulificación de los decretos sobre impuestos a las propiedades americanas, qie prácticamente constituyen una confiscación.

Distribución de tierras y licenciamiento de soldados.

Educación de las clases ignorantes en los ramos de agricultura e industria.

Fijación de impuestos equitativos, sin agravación para los americanos que están desarrollando y haciendo producir grandes propiedades en México.

Cooperación en todas estas reformas, de los funcionarios americanos y hombres de gran experiencia y vastos conocimientos, que fungirán solamente como consejeros y que prestarán en ese sentido toda su ayuda al gobierno de México.

No quisiéramos, mejor dicho, no queremos hacer comentario alguno, porque con seguridad que en tratándose de los asuntos citados en este comentario tendríamos que expresarnos duramente, toda vez que en eso que los comisionados americanos llamaron proyecto de transacción, se encerraba todo un ataque a nuestro país. Por eso nos concretamos a relatar, y que los lectores comenten.

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