Tanto menudearon las amenazas, por parte de los delegados americanos, que hasta los periódicos tuvieron datos suficientes para ocuparse ampliamente de la cuestión, pareciendo haber sido inspirada esa información por algunos funcionarios americanos.

Bajo el título de Algunas verdades claras, un periódico de New York hizo saber el contenido de las condiciones de los americanos, con expresión de lo que sucedería si no se accedía a sus pretensiones.

Estas son, en esencia, las palabras del periódico:

Los representantes americanos han hecho ver a Cabrera y a sus compañeros que si las conferencias no llegan a un arreglo definitivo de las cuestiones pendientes entre los dos países, puede sobrevenir algo muy grave, y que, por otra parte, las probabilidades de que Carranza asegure su dominio en México, depende de que conserven la paz con Estados Unidos.

Si las conferencias fracasan, no le quedaría más recurso a Mr, Wilson que asegurar los derechos de Estados Unidos por medio de la fuerza. El presidente, según los comisionados americanos, ha demostrado suficientemente que no quiere restringir los derechos de México; pero antes de verse complicado en la cuestión de Europa por la situación de México, y antes que permitir que se repitan los ultrajes a Estados Unidos, actuará de una manera vigorosa.

En cuanto a la salida de las fuerzas americanas, ya se había dicho que dichas fuerzas no saldrían sino hasta que el gobierno de facto haya puesto un buen número de fuerzas, convenientemente organizadas para que den caza a los bandoleros que abundan en la parte norte del país.

Por último, se les dijo a los comisionados mexicanos que Carranza podía ser todo lo radical que quisiera; pero que en todo caso debía proteger los intereses y las vidas de los ciudadanos americanos.

Todo esto hizo comprender que las tales conferencias estaban siendo utilizadas por el presidente Wilson para su campaña política en favor de su reelección; y cuando Carranza se dió cuenta de que los ofrecimientos del gobierno americano no habían sido hechos de buena fe, y de que con toda intención se estaba prolongando el arreglo definitivo, intentó asumir una actitud enérgica, y hasta se llegó a asegurar que ordenaría a los comisionados mexicanos que regresaran a nuestro país.

No faltaba pretexto para que las conferencias fueran haciéndose tan prolongadas, pues hasta el asalto de Villa a la plaza de Chihuahua fue objeto de discusión en una de tantas sesiones.

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