Precisa volver a ocuparnos de lo que se refiere a las conferencias internacionales que se estaban verificando en New London, porque cada día iban apareciendo más interesantes, no en cuanto a las ventajas que de ellas estuviera obteniendo nuestro páis, sino en lo relativo a las mil y tantas combinaciones que se hicieron para prolongarlas conforme convenía a ciertos intereses, como acertadamente lo dijo alguien desde un principio.

Dedicadas casi todas las juntas anteriores a proporcionar la más amplia información a los delegados norteamericanos, nada habíase arreglado de lo que constituía el asunto principal de esos trabajos.

Un día por disparidad de opiniones respecto del poderío de Villa en Chihuahua; otro por inconformidad de los delegados americanos en lo concerniente al asunto que debería tratarse de preferencia, por mucho tiempo nada efectivo produjeron esas conferencias.

Por esos días, es decir, a fines del mes de septiembre, no habiendo ya un pretexto aceptable para eludir la entrada al asunto principal de las conferencias, los delegados tomaron en consideración el incidente de los Bancos Nacional y de Londres y México que habían sido suspendidos por disposición del Primer Jefe Carranza.

Y fue entonces cuando se supo el motivo de que hubieran sido clausurados temporalmente dichos bancos, pues, como siempre, el licenciado don Luis Cabrera se apresuró a dar una amplia explicación a sus colegas americanos. Según él, el Primer Jefe había dispuesto la suspensión de los bancos porque éstos eran marcadamente hostiles al gobierno; por lo demás, añadía, no entrañaba el caso un acto de violencia, toda vez que el procedimiento estaba fundado en los preceptos del artículo 28 de la Constitución.

En concreto, y por considerarse que los bancos tantas veces citados eran un verdadero monopolio, se disponía que cesaran en sus operaciones hasta que cubrieran el monto total de sus billetes emitidos, con existencias en metálico; que quedaran sujetos asimismo, a los impuestos y demás obligaciones que cualquiera otra institución mercantil.

Tal era la información que el licenciado Cabrera rindió a los delegados de New London en una de las últimas juntas que se verificaron ahí.

Los delegados americanos, por su parte, adoptaron una actitud de reserva, y aparentando estar estudiando debidamente la cuestión, no externaron su parecer en aquello que ellos dijeron ser sintomático de las malas condiciones en que se hallaba el gobierno de México. Sin embargo, poco tiempo más tarde, el asunto de los bancos quedó descartado de los demás que estaban tratando los conferencistas, y éstos convinieron entre sí que la clausura de las instituciones había sido realmente de conformidad con las prescripciones de la ley.

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