Al anunciarse que el general Félix Díaz había desembarcado en un lugar de la costa veracruzana, para ponerse al frente de un movimiento revolucionario contra Carranza, se dijo que gran número de mexicanos prominentes secundaban el movimiento.

Banqueros, comerciantes, rentistas, políticos, militares, literatos, de todo había entre los simpatizadores del general Díaz, según iban anunciando sus agentes en los Estados Unidos y en la isla de Cuba.

Los tales agentes, por supuesto, sostenían que trabajaban activamente por el felixismo, el licenciado Francisco León de la Barra, en París; el licenciado Manuel Calero en Nueva York; don Federico Gamboa en la Habana, y el doctor Aureliano Urrutia, en San Antonio, Texas.

El ex-presidente De la Barra y el doctor Urrutia declararon el mismo día a la prensa americana, que nada, absolutamente nada tenían que ver con el nuevo movimiento.

Uno y otro expresaban que vivían por completo entregados al ejercicio de su profesión y que abrigaban propósitos de no mezclarse en política mientras se vieran obligados a residir fuera de la patria.

Estas declaraciones y la poca actividad que se creyeron notar algunos en sus operaciones, hicieron que la causa del felixismo se desarrollara lenta y penosamente.

Presentación de Omar Cortés	Octavo comentario - El general Félix Díaz en acción	Décimo comentario - El asalto a Columbus, N. M.	Biblioteca Virtual Antorcha