Índice de Estado de la revolución después de la prisión de Hidalgo y sus compañeros de Lucas AlamánCAPÍTULO IIICAPÍTULO VBiblioteca Virtual Antorcha

ESTADO DE LA REVOLUCIÓN DESPUÉS DE LA
PRISIÓN DE HIDALGO Y SUS COMPAÑEROS

Lucas Alamán

CAPÍTULO IV

Propágase la revolucion en el valle de Toluca y paises inmediatos. - Expediciones del capitan D. Juan Bautista de la Torre a diversos pueblos, y castigos que en ellos hace. - Sublevacion de Jocotitlan y su castigo. - Primer ataque de Zitácuaro. - Derrota y muerte de Torre. - Disposiciones del Virrey. - Segundo ataque de Zitácuaro. - Es rechazado el coronel Emparan y se retira a Toluca con mucha pérdida. - Conspiracion contra el Virrey Venegas en México. - Es descubierta. - Castigo de los conspiradores.


En su marcha hacia la capital, Hidalgo propagó la revolucion en todos los pueblos de su tránsito, y aunque tuvo que abandonar pronto el valle de Toluca, contramarchando a Aculco donde fue derrotado, la llama de la insurreccion quedó encendida y se comunicó a todos los pueblos inmediatos, a los valles de Temascaltepec y Sultepec, a Zitácuaro situado a la entrada de la tierra caliente, continuando por esta hasta la costa del mar del Sur que Morelos habia ya levantado. Aunque estos tumultos populares, excitados especialmente en los pueblos de indios, no tenian jefes constantes y conocidos, pues lo era en cada pueblo el primero que en la ocasion se presentaba; estaban a la cabeza del levantamiento de estos territorios, o por lo ménos ejercian en él un grande influjo D. Benedicto Lopez, labrador acomodado de las inmediaciones de Zitácuaro, aunque hombre sin instruccion; D. Tomas Ortiz, sobrino del cura Hidalgo, minero de Sultepec en donde residlan otros dos hermanos suyos, un padre franciscano Orcilles, y un tal Canseco que habia ejercido en Toluca la profesion de albeitar.

Con la retirada de Hidalgo pronto se restableció la autoridad del gobierno en la ciudad de Toluca, habiendo vuelto a ella el corregidor D. Nicolas Gutierrez, pero el camino a la capital quedó casi del todo interceptado, y todo el territorio inundado de cuadrillas de insurgentes, que tenian invadidas y hostilizaban a todas las haciendas y poblaciones cortas. Para perseguirlas y abrir y custodiar el camino a México, se establecieron partidas de voluntarios, sostenidos por suscripcion; pero siendo esto insuficiente, dió el Virrey el mando de aquel territorio al teniente coronel de artillería D. Juan Sanchez (e), poniendo a sus órdenes el batallon de Cuautitlan que se llamó ligero de México.

Habiendo pasado Sanchez con este cuerpo a Valladolid bajo las órdenes de Trujillo, se dió el mando de Toluca a D. Juan Bautista de la Torre (e), capitan del regimiento de Tres villas con alguna tropa de este cuerpo, dos compañías del fijo de México que mandaba el capitan de granaderos D. Ventura Mora, algunos dragones de España y de otros cuerpos, y las compañías de patriotas de Toluca y sus inmediaciones, con tres piezas de artillería. Al mismo tiempo operaba por el rumbo de Tlalpujahua, otra pequeña seccion a las órdenes del teniente D. Gerónimo Torrescano, compuesta de ciento cincuenta hombres de infantería de Cuautitlan y algunos dragones; esta se incorporó en la de Torre despues de haber tomado a Tlalpujahua (8 de Febrero de 1811) (1), entrado en Angangueo (18 del mismo) (2), y hecho una tentativa infructuosa contra Zitácuaro (3).

El nuevo comandante la Torre, era un español de las montañas de Santander que perseguía a los insurgentes, no solo como vasallos rebeldes, sino tambien como excomulgados. Su primera expedicion fué contra el pueblo de Cacalomacan, distante legua y media de la cabecera; acompañóle el conde de Columbini, que aunque se hallaba en Toluca con otra comision, quiso tener parte en la empresa.

La fuerza de Torre ascendia a doscientos sesenta y ocho hombres de diversos cuerpos con un cañon. Los indios del pueblo en número de unos tres mil, armados con palos y piedras, algunos a caballo con lanzas y pocas escopetas, le esperaron fuera del lugar, y fueron fácilmente desbaratados (Enero 9 de 1811), sucediendo lo mismo con los del pueblo inmediato de S. Antonio, a donde los dispersos fueron a reunirse. Torre les hizo setenta y tres muertos, noventa y cuatro prisioneros y les tomó algunos uniformes de los soldados muertos en la accion de las Cruces, que tenian en sus casas (4). En principios de Marzo (5), desalojó de las alturas que dominan al pueblo de Santiago del Cerro, a la multitud que las ocupaba, y regresó de allí a la hacienda de la Gavia; mas sabiendo en aquella noche que habian vuelto a situarse en los mismos puntos Canseco y el P. Orcilles, con la gente de Malacatepec, Amanalco y los Ranchos, revolvió sobre ellos con alguna mayor fuerza y dos cañones, y aunque segun su cálculo probablemente muy exagerado, el número de los insurgentes ascendia a veinte o veinticinco mil hombres con tres cañones, mandó cargase sobre ellos su infantería, llegando a ocupar la cumbre de los cerros los granaderos de México, a las órdenes de Mora, y las compañías de Tresvillas a las del capitan D. Manuel Piñera y el teniente D. Fernando Arada, tomando un cañon, y a pesar de que por no poder sostenerse en aquel punto, al acercarse la noche se retiraron a la falda de las montañas, los insurgentes en la misma noche se fugaron en dispersion, habiendo tenido considerable pérdida, con lo que Torre regresó a la Gavia (6). De allí se dirigió al pueblo de la Asuncion Malacatepec (7), y pasando por otros que encontró desiertos, llegó al ponerse el sol (12 de Marzo) al de S. Mateo, distante legua y media de Amanalco, e hizo alto viendo todas las alturas circunvecinas coronadas de gente que se dispersó con pocos cañonazos.

La principal dificultad que en todas estas expediciones habia que superar era la que el terreno ofrecia, teniendo que hacer las marchas por un pais montuoso, lleno de quebradas y precipicios, y estos obstáculos de la naturaleza se aumentaban con los que el arte añadia, abriendo los indios fosos y cortaduras, y derribando árboles corpulentos con los que obstruian los parajes estrechos, haciendo de este modo impracticable la conduccion de la artillería. Para allanar estos embarazos llevaba Torre consigo una compañía de cien indios zapadores, levantada en Toluca por el corregidor Gutierrez (8) a sus expensas, la que habia puesto a las órdenes de D. Manuel de Oribe, administrador de rentas de Sultepec, y ayudaban tambien los operarios y yuntas de labor de la hacienda de Guardamino (9), conducidos por el administrador D. Manuel de Balanzátegui. Con estos auxilios, se superaban, aunque con trabajo y lentitud estos obstáculos, conduciéndose la artillería a mano y puede decirse casi en hombros de los indios.

Torre encontró desierto el pueblo de Amanalco (13 de Marzo), sin haber quedado en él mas que el cura D. Diego Parodi, quien intentó en vano contener a sus feligreses, aun con riesgo de su vida. Este informó a Torre, que ademas de haberse reunido en aquel punto los dispersos en las acciones anteriores, debia llegar en su auxilio D. Tomas Ortiz, a quien Torre da el título de nepote del cura Hidalgo, quizá por usar de un parentesco conocido en la historia eclesiástica, el cual conducia porcion de gente de a pié y a caballo, con cinco o seis cañones y algunos pedreros.

Confirmóse este informe con dejarse ver muchedumbre de gente coronando todas las cumbres de los cerros que rodean al pueblo, y aunque Torre les brindó con la paz ofreciéndoles el indulto, confiados en su número que Torre hace subir en su parte a treinta mil hombres, contestaron con un grito de guerra, amenazando que no se escaparia uno solo de los realistas, pues los tenian cercados y consumirian en vano sus municiones.

No obstante, atacados vigorosamente por la infantería de Torre, fueron desalojados de aquellas eminencias poniéndose en fuga y abandonando o arrojando en las barrancas su artillería: uno de sus jefes llamado José Esquivel, quedó muerto. El mismo Torre hablando de la artillería que tomó dice, que mas bien le pareció juguete de niños que otra cosa, y que los insurgentes usaron en esta accion como morteros, de las cámaras que sirven para hacer salva en las funciones de iglesia. No es pues extraño que la pérdida de los realistas fuese en todas estas acciones tan insignificante, reducida a uno que otro muerto, pocos heridos y algunos contusos de piedra. Los indios escarmentados con tantas pérdidas, empezaron a solicitar el indulto, presentándose a recibirlo con bandera blanca aun los pueblos mas obstinados, a quienes Torre hacia aclamar: viva el rey y mueran los traidores, entonando estos aplausos el mismo Torre, para usar de sus propias expresiones.

Antes de penetrar Torre en el valle de Temascaltepec, cuya entrada tenia libre por efecto de estas acciones, dirigió una proclama a aquellos habitantes (10) en que presentándoles los males que habian experimentado los pueblos que habia sujetado, les pone a escoger entre el perdon o la muerte, y con la extraña mezcla de crueldad y religion que se echa de ver en todos sus actos, acaba con desearles su felicidad con la gracia del Señor.

Aunque esta proclama no parece que produjese efecto alguno, Torre avanzó sin tropiezo hasta la poblacion llamada el valle de Temascaltepec, y teniendo ya su division formada en este punto para marchar al real de minas del mismo nombre que está poco distante, en la madrugada del 19 de Marzo tuvo aviso seguro de que en una casa situada en el paraje llamado la mesa de S. Martin de Ixtapa, distante unas cinco leguas, estaban refugiados y sin gente el P. Orcilles, y Canseco con su familia. Para cumplir con las instrucciones del Virrey, en que se le recomendaba poner todos los medios posibles para la aprehension de los jefes o cabecillas, como entonces comunmente se les llamaba, dispuso suspender la marcha y que una partida de cincuenta dragones escogidos mandada por su ayudante D. José Fernandez de la Arada, con el teniente de Tulancingo Guerrero y el de patriotas de Toluca Careaga (e), oficiales todos de confianza, saliese al obscurecer y caminando toda la noche, llegase de sorpresa al punto designado. Así se verificó, y fueron aprehendidos el P. Orcilles con su manceba, tres hijas y un hijo de Canseco, habiéndose escapado este por no hallarse a la sazon allí (11).

Regresaba la partida con su presa, cuando teniendo que pasar por un estrecho desfiladero en que los dragones no podian caminar sino uno a uno, al borde de un precipicio dominado por inaccesibles alturas, fue atacada por multitud de indios y negros de la inmediata tierra caliente, que desde las cumbres lanzaban piedras y derrumbaban grandes peñascos, por los cuales cayeron precipitados en la barranca Arada, Guerrero que llevaba asegurado en las ancas de su caballo al P. Orcilles heridos de lanza ambos, la manceba del último, las hijas de Canseco y algunos soldados, de todos los cuales no se volvió a saber, y solo llegó al campo de Torre, Careaga (20 de Marzo), llevando consigo al hijo de Canseco con el uniforme y divisas de teniente coronel.

Grande fue la indignacion que en la tropa causó la pérdida de dos oficiales tan estimados como eran Arada y Guerrero. Con el deseo de la venganza se puso en marcha Torre para el real de Temascaltepec, pero segun el parecer de los principales oficiales, creyó mas conveniente dirigirse. antes a los ranchos (12). Dábase este nombre a los tres pueblos de S. Francisco, S. Miguel y S. Mateo, en los que los insurgentes se creian inexpugnables por su elevada situacion y dificil acceso. En los tres dias siguientes recorrió Torre con su division todos estos pueblos, venciendo la resistencia que en ellos se le hizo y las dificultades todavía mayores del tránsito, y el 23 de Marzo emprendió el ataque del campamento llamado de la comunidad; ocupaba este toda la extension desde la altura de los cerros hasta la cañada, a cuya orilla pasa el camino que la division debia seguir (13) en la que estaban prevenidas grandes piedras y cortados muchos árboles para arrojarlos sobre la tropa realista a su paso por aquel paraje.Para salvar este riesgo Torre dirigió su marcha desde S. Mateo por la rivera opuesta de la barranca; mas era menester pasar esta por un puente defendido desde las lomas vecinas coronadas con artillería; la de Torre rompió el fuego y auxiliada con el de la infantería que bajaba por la falda del frente, desalojó de sus posiciones a los insurgentes, quienes por último recurso incendiaron el puente que era de madera. Los indios zapadores que mandaba Oribe se arrojaron al arroyo y empapando en agua sus frezadas sofocaron el incendio, con lo que pasando los realistas la barranca, acabaron de dispersar a los insurgentes y se apoderaron de los cinco galerones que habia en el campamento a los que pegaron fuego. En lo mas empeñado de la accion, el capitan Mora, viendo que de la línea de los insurgentes salia un hombre que con una manta provocaba a los realistas como se torea a los toros, tomó un fusil y lo derribó muerto en tierra; este parece que era el comandante de la artillería, y con su muerte no se volvió a disparar un tiro. Los pueblos de los ranchos, dice Torre en su parte, recibieron un castigo que jamas habian experimentado; en efecto, fueron quemados y los soldados cometieron todo género de desórdenes; el alcalde de S. Mateo, Francisco Martin, que fue cogido, fue fusilado inmediatamente, quedando colgado de un árbol en medio del camino, con un cartel al pecho que decia: Por traidor a Dios y al rey.

En Temascaltepec fue Torre recibido con muchas demostraciones de júbilo, (24 de Marzo) pero pareciéndole desventajosa la posicion de este mineral, situado en una profundidad circundada de altas montañas, salió a acampar en un punto que domina a la poblacion, llamado la Carnicería, donde tambien habian tenido los insurgentes su campo hasta la aproximacion de las tropas reales, y de allí volvió al pueblo para hacer fusilar en la plaza, (Marzo 26) al subdelegado nombrado por los insurgentes, llamado D. Carlos Salinas, que pocos dias antes habia sido sorprendido por el teniente Guerrero, a quien por su acierto en esta ocasion, se dió como vimos, el encargo de aprehender a Canseco y al P. Orcilles; con Salinas fue fusilado José Colin, capitan de los insurgentes, que antes habia sido indultado y fue de nuevo cogido.

De vuelta a su campamento despues de estas sangrientas ejecuciones, tuvo Torre que prepararse para un nuevo ataque. D. Félix Rodriguez, colegial que habia sido de Minería, a quien en seguida se unió Ortiz con un número de hombres que Torre calcula en doce mil, se presentó sobre las alturas del cerro de Zayas o de S. Simon y del Temeroso, que dominan al punto de la Carnicería y al real de Temascaltepec. En todas estas acciones eran casi iguales las disposiciones y táctica de los insurgentes y de los realistas. Colocábanse aquellos en las eminencias de los cerros, con sus cañones mal fundidos y peor montados: desde aquellas alturas desafiaban a los realistas con insultos y amenazas; los dos cañones que estos tenian, bien dirigidos por el teniente de fragata D. José María Sevilla, comenzaban a ponerlos en desórden con el estrago que hacian: cargaban entónces Mora, Piñera y Pino con la infantería: desalojábanlos, tomábanles los cañones y puestos en dispersion, la caballería a las órdenes de Izquierdo, Carballido y Gutierrez, acababa de acuchillarlos en la fuga. En esta vez, (28 de Marzo) el resultado fue mas pronto y completo, por haber hecho Torre avanzase su infantería en la madrugada, la que al amanecer sorprendió a los insurgentes, y Torre pudo decir al Virrey que en esta accion, la mas completa de cuantas habia dado hasta entónces, sin tener un solo contuso de sus soldados, quedaron muertos a la vista, sin contar con los desbarrancados y despachados por su obcecacion a los infiernos, mas de cuatrocientos insurgentes, tomándoles diez piezas de artillería, víveres, municiones y todo cuanto tenian (14).

Apenas Torre habia regresado a Toluca, dando por concluida la revolucion en el valle de Temascaltepec con habérsele presentado a indultarse mucho número de personas, cuando a principios de Abril sucedió el levantamiento del pueblo de Jocotitlan.

A los primeros síntomas del movimiento, ocurrió a sosegarlo el subdelegado de Ixtlahuaca D. Francisco Gomez Fraile con los patriotas de aquella cabecera, y aunque a su llegada al lugar encontró a los habitantes al parecer sumisos, luego que hubo entrado, se dejaron ver los indios, que habian estado ocultos tras de los magueyes en que abunda aquel territorio afamado por su buen pulque, y descargaron tal pedrea sobre el subdelegado y su comitiva, que esta pudo escapar abriéndose paso, pero aquel magistrado y algunos que con él quedaron, para ponerse en seguro tuvieron que ocultarse en los sepulcros de la iglesia. El cura, deseoso de sosegar á los alborotados, sacó en procesion por las calles al Santísimo Sacramento, pero en vez de lograr su intento, tuvo que volverse a la iglesia habiendo recibido dos pedradas durante la procesion, y en seguida fue llevado preso a casa de uno de los jefes de la revolucion. El subdelegado, extraido de la iglesia, fue muerto a lanzadas en la plaza, y la misma suerte tuvIeron dos de los que le acompañaban (15).

Dió el Virrey orden a Torre para que fuese a castigar aquel pueblo y a desembarazar el camino de Valladolid de las partidas que lo infestaban, guarecidas principalmente en el puerto de Medina. Torre, activo e infatigable, unido ya con la division de Torrescano, se puso inmediatamente en marcha, y el 15 de Abril, despues de dos horas y media de fuego, entró a viva fuerza en la poblacion, y tuvo el particular gusto, le dice al Virrey, de dejar en el campo mas de cuatrocientos cadáveres (16).

Estas odiosas expresiones que ofenden el buen sentido, no parece que chocasen entónces, y esta sola circunstancia basta para hacer ver, a qué grado de exacerbación habian llegado los partidos. El capitan Marmolejo, que fue hecho prisionero, fue fusilado luego con sus insignias y sombrero montado. En obsequio de la verdad, le dice Torre al Virrey, puedo asegurar a V. E., que quedó bien castigado el execrable atrevimiento que tuvieron los obstinados insurgentes de Jocotitlan; (es decir, que el pueblo fue asolado y quemado). Tan severo escarmiento creo ponga freno a los enemigos de Dios, del rey y de la patria, a quienes si así no se verificare, perseguirá mi valiente division hasta lograr su total exterminio (17).

Quedaba todavía en poder de los insurgentes la villa de Zitácuaro, poblacion principál de aquella comarca, y que podia corisiderarse el foco y centro de la revolucion de todo el distrito. D. Benedicto Lopez estaba en ella, y con su influjo hacia frente al abatimiento que causaban tantas derrotas, en los repetidos encuentros con Torre.Hállase situado Zitácuaro en la provincia de Michoacan, en una ladera y en algunas lomas bajas, circuido casi al alcance de cañon de elevados cerros, sin mas entradas que tres cañadas profundas llamadas de S. Mateo, Tuxpan y los Laurdes, y tiene ademas los caminos de Angangueo y Malacatepec, absolutamente impracticables por su aspereza y voladeros, para otra persona que indios a pie (18).

Torre emprendió el ataque por la cañada de S. Mateo, y el 22 de Mayo su infantería, á las órdenes de Mora, avanzó con tal denuedo, que se hizo dueña del cerro del Calvario que domina a la poblacidn y de la artillería de los insurgentes (19); pero oprimida por el gran número que sobre ella cargó, tuvo que ceder y muertos Mora y Piñera, se puso en fuga buscando el auxilio de la artillería que habia quedado atras con Torre, yendo los soldados dispersos tan mezclados con los insurgentes, que no podian hacer fuego los cañones sin matar a unos y a otros. Intentó entonces Torre retirarse por el puerto de S. Miguel, y salir por donde habia entrado; su marcha fue retardada por la descompostura del eje de un cañon, y cuando llegó al puerto, encontró que los indios habian cerrado con un grueso pretil de piedra suelta el estrecho espacio por donde habia de pasar, y que cargaban sobre él con gran número de estos, D. Benedicto Lopez por la retaguardia y su compañero Oviedo a vanguardia. En estas operaciones de guerra, en que un corto número de soldados confiado en su audacia y en la superioridad del armamento, se avanzaba en pais enemigo contra una crecida reunion de contrarios, si el triunfo no era completo, la ruina era segura y en una guerra sin cuartel como la que se hacia, no habia reves que no fuese muerte y completa destruccion. Así sucedió en esta ocasion: los soldados, desalentados con la pérdida de Mora y Piñera, cayeron enteramente de ánimo viendo obstruida la única salida que les quedaba. Torre no pensó ya mas que en morir cristianamente: confesóse con su compadre el cura de Tlalpujahua, Arévalo, que lo acompañaba y guiado por este, que era práctico en aquella tierra, con pocos de a caballo y por caminos extraviados, habia logrado salir hasta cerca de la hacienda de los Laureles; obligado a retroceder desde allí por no caer en manos de los indios, fue hecho prisionero por Lopez, quien lo conducia a Tuxpan, pero al pasar el puente, fueron asaltados por aquellos con tal cantidad de piedras, que su cadáver quedó cubierto bajo un montaña de ellas. La division pereció enteramente: de unos setecientos hombres que la componian, apénas escaparon algunos para llevar la noticia; tres cañones de artillería, todas las armas, en suma, todo cayó en poder de los insurgentes. Los jefes principales habian muerto: Sevilla (20), comandante de artillería, pudo escapar, y entre los oficiales prisioneros se contaron los dos jóvenes D. José y D. Pablo Obregon, hijos del coronel D. Ignacio Obregon, que tanto papel hizo en los sucesos del Virrey Iturrigaray, el último de los cuales murió muchos años despues de una manera desgraciada; siendo ministro de la República en los Estados Unidos (21); ambos fueron puestos entonces en libertad, por dinero o por relaciones de la familia. Entre la tropa del regimiento de Tres villas que cayó prisionera, estaba el cabo José María Lobato; que habiendo tomado partido con los insurgentes, vino a ser general. Alistáronse tambien bajo las banderas independientes otros muchos soldados, y se vió a muchos que habian peleado tan bizarramente por el gobierno en las Cruces a las órdenes de Trujillo, volver sus armas contra ese mismo gobierno que habian defendido, repitiéndose la prueba de que entre los soldados no habia una verdadera opinion, y que el partido que seguian unos y otros era puramente obra de las circunstancias.

Rayon que se hallaba en Tusantla cuando Lopez obtuvo este triunfo, pasó inmediatamente a Zitácuaro y prevalido del carácter sencillo de D. Benedicto, se apoderó del mando y aprovechando todos los frutos de una victoria que no habia tenido parte en ganar, pero seguro de que seria nuevamente atacado por mayores fuerzas, tomó con empeño todas las medidas necesarias para una vigorosa defensa, y empleó los prisioneros que Lopez habia hecho, en dar instruccion a sus tropas, en todo lo cual tenia mucho acierto. A las defensas naturales que Zitácuaro tenia por su situacion, añadió las del arte, abriendo una zanja de cinco varas de ancho alrededor de la poblacion, en un perimetro que no bajaba de una legua, la que se inundaba segun convenia, por medio de una gran presa de una hacienda situada por el rumbo de tierra caliente, y tambien se anegaba y hacia impracticable mucha parte del terreno adyacente. Construyó detras de esta zanja un parapeto con doble estacada de tres varas de ancho, y en los parajes accesibles de la línea colocó baterías, aumentando diariamente el número de cañones con la fundicion que estableció. Los caminos que conducian al pueblo los obstruyó con zanjas y batidas de árboles, e hizo retirar o destruir los forrajes y víveres en todas las inmediaciones (22).

La destruccion de la division de Torre dejó a merced de los insurgentes todo el valle de Toluca y sus inmediaciones, y enteramente cortada la comunicación entre México y Valladolid. Para cubrir de alguna manera estos puntos, el Virrey, que no podia sacar tropas ningunas de la capital, hizo situar en la hacienda de Tultenango, punto céntrico del camino a Valladolid, las dos secciones del mayor Alonso y del teniente coronel Castro, que estaban empleadas en el camino de la capital a Querétaro. La primera de estas, batió y dispersó el 19 de Abril una numerosa reunion de insurgentes en lo alto de la serranía de Capulalpan, punto en que se dividen los caminos que conducen a Tepeji del Rio y Tula (23) en cuya accion D. José Antonio Chávarri (e), alferez entónces de lanceros de S. Luis, salvó la vida a su comandante D. Gabriel de Armijo, dando muerte a un insurgente que iba a atravesarlo con la lanza, y sacándolo con el auxilio de un lancero, de entre muchos enemigos que le rodeaban (24). Castro, teniente coronel del regimiento de Nueva España, habiendo salido de Querétaro con direccion a Huichapan (5 de Abril) batió a Villagran en la hacienda de S. Francisco, y entró en Huichapan el 10 del mismo mes, habiéndose retirado Villagran a los cerros, segun su táctica, repartiendo entre los suyos el tabaco y papel que habia tomado, y que se conducia a la fábrica de cigarros de Querétaro, inutilizando el que no pudieron llevar (25). Unidos en seguida Castro y Alonso, salieron de Huichapan (3 de Mayo) y en el cerro de la Magdalena derrotaron a los insurgentes mandados por D. Mariano Aldama y el hijo de Villagran, tomándoles dos cañones de a ocho y tres pedreros y ocuparon a Cadereita, en cuya cárcel encontraron los cadáveres de once indios de Tequisquiapan, a quienes Aldama y Villagran mandaron degollar por haber rehusado seguirlos, dejando a otros dos mortalmente heridos. Castro hizo enterrar honrosamente a los primeros, y en su parte al Virrey recomienda el acto de patriotismo que ejecutó el sargento de Sierra Gorda Francisco Monter, dando muerte a un sobrino suyo que encontró en la refriega. No será este el único suceso que hallaremos en el curso de esta historia, que recuerde los de igual naturaleza que presentan las guerras civiles romanas (26).

Aunque las divisiones reunidas de Castro y Alonso, situadas como hemos visto en Tultenango, podian servir para contener algun tanto el progreso de la revolucion por aquel rumbo, no eran sin embargo bastantes para intentar con ellas solas atacar a Zitácuaro. Para este objeto echó mano el Virrey de las fuerzas que mandaba el coronel Emparan (27). Este, apartándose de las órdenes de Calleja que tenia otros designios sobre esta division, despues de la batalla del Maguey se habia dirigido a Guanajuato, a sacar la conducta de platas que aquel general le hizo volver a la misma ciudad, y de allí se habia acercado a Valladolid. Aprovechando esta circunstancia, el Virrey Venegas dispuso que Castro se reuniese con Emparan, situándose ambos en Marabatío. Calleja llevo muy a mal que el Virrey dispusiese sin su conocimiento de una division tan importante del ejército de su mando, y este fue el principio que tuvieron las desazones que entre ambos hubo, y que llegaron en adelante a tan alto grado.

Emparan, persuadido de la dificultad de la empresa que se le encargaba por el funesto éxito de Torre, no queria comprometerse en ella, sin tomar de antemano todas las precauciones y medidas necesarias para asegurar el resultado. Con este fin se ocupó en Marabatío en reponer las cureñas de su artillería, maltratadas cón las continuas marchas; en hacer acopio de víveres, y en proporcionarse por medio de espias, todas las noticias conducentes a instruirse a fondo del estado de Zitácuaro y puntos por donde se podria conducir el ataque con mayor acierto. Esta demora parecia innecesaria al Virrey, que en la posicion dificil en que se encontraba, queria que todo caminase con suma velocidad, y la atribuyó a poca voluntad de Emparan para verificar la operacion que se le tenia encargada, cuyo concepto manifestó a Calleja (28), agregando que habia prevenido a Castro que sin dejar entender el motivo, estimulase a Emparan, para que obrase de una manera que hiciese honor a las tropas que mandaba, aunque recelaba que si obligado por nuevas y mas terminantes prevenciones, emprendia la ejecucion, fuese de un modo débil, que produjese perniciosas resultas, por lo que tenia por indispensable que el mismo Calleja fuese a hacerse cargo de la expedicion.Dirigíase este a la sazón a Guanajuato, para poner en práctica el plan que habia formado para la pacificacion y defensa de las provincias del interior, por lo que representó al Virrey los inconvenientes que se seguirian de abandonar aquella ciudad, amagada por las reuniones de insurgentes que la rodeaban; el estado a que estaba reducido su ejército; ser aquella la estacion de la fuerza de las aguas que hacian impracticables los caminos, lo que le obligaria a hacer la marcha ton lentitud, teniendo que superar grandes obstáculos en el largo espacio de ochenta leguas; lo expuesto que el reino quedaria si se desgraciaba la accion, y lo mucho que convenia llenar las bajas, componer el armamento, y reponer las monturas, todo lo cual demandaba algun tiempo: por lo que concluia diciendo, que podria encargarse la expedicion al teniente coronel Trujillo, que estaba mas inmediato a Zitácuaro, o que si el mismo Calleja habia de dirigirla, deberia demorarse hasta ponerse en estado de hacerlo con fruto (29).

Ni las circunstancias permitían esta demora, ni Trujillo podia apartarse de Valladolid, en donde por este mismo tiempo se hallaba muy estrechado, como en su lugar hemos visto; por lo que hubo de disponer el Virrey que avanzase sobre Zitácuaro Emparan, con las fuerzas reunidas en Marabatío. Púsose en movimiento siguiendo la misma cañada de S. Mateo por donde Torre dirigió su desgraciado ataque (30). Al cabo de dos dias de penosa marcha, teniendo que abrir el camino la compañía de gastadores mandada por el teniente de granaderos D. Ignacio García Illueca (31), removiendo los gruesos pinos desbarrancados que obstruian el camino, y formando puentes en las cortaduras para que pudiese pasar la artillería, llegó la división a salir de la angostura de la cañada y tomó posicion en un sitio mas espacioso, aunque rodeado de montañas, excepto por el lado de la poblacion en que hay una loma suavemente tendida, llamada de los Manzanillos.

Al amanecer el 22 de Junio formó Emparan sus tropaS en dos líneas: el centro de la primera lo ocupaba un batallon de Nueva España a las órdenes de D. José Castro, la derecha Castillo Bustamante con el segundo batallon de la columna de granaderos, y la izquierda el primero de la Corona mandado por su coronel D. Nicolás Iberri. La artillería se distribuyó en toda la línea, cuyo costado derecho sostenian dos escuadrones de dragones de México, y el izquierdo cien dragones de S. Luis mandados por Armijo. La segunda línea se componia de cien infantes de Celaya con dos piezas a las órdenes de Alonso, a su derecha un escuadron de S. Carlos, y a su izquierda la compañía de tiradores de Rio verde. El parque y bagajes caminaban entre ambas líneas. La fuerza total de Emparan ascendia de mil quinientos a dos mil hombres, número muy considerable para aquel tiempo, en el que trescientos a cuatrocientos soldados eran ya una division respetable.

En este órden marchó Emparan a la loma de los Manzanillos, de la que se hizo dueño sin dificultad; pero sospechando que los insurgentes se habian ocultado en una cañada inmediata para atacado por la espalda, cuando por el frente se hallase empeñado sobre la poblacion, dispuso su marcha a esta de modo que pudiese parte de su tropa auxiliar cuando conviniese a su segunda línea. Verificóse su sospecha y mediante las maniobras que ejecutó, fue completamente desbaratado el cuerpo de insurgentes que atacó su retaguardia, que se calculó ascender a diez u once mil hombres, habiendo dejado en el campo cinco cañones que llevaban. Avanzó entónces por su frente hácia la villa con los granaderos de Nueva España; pero aunque hizo callar los fuegos de una batería colocada sobre un cerro de corta elevación a trescientos pasos de la poblacion, estando a medio tiro de fusil de esta se encontró con la zanja de circunvalacion, que no tenia arbitrio para pasar y que estaba defendida por buena infantería, entre la que se contaban doscientos hombres del regimiento de Tres villas y cien desertores de la guarnición de Valladolid. Emparan, aprovechando la cesacion de los fuegos de la artillería enemiga, se dió prisa a ponerse fuera del alcance de esta, y aunque intentó nuevo ataque por su derecha, encontró el mismo obstáculo que no habia tenido aviso por sus espias que existiese por aquella parte, y ademas habiendo hecho anegar Rayon el terreno por donde habia pasado la infantería, esta pudo salir con dificultad, con el agua a la rodilla.

Persuadido Emparan de la inutilidad de nuevos esfuerzos, se replegó a tomar posicion sobre la loma de los Manzanillos, cubriendo su retirada la segunda línea y la caballería que contuvo a la de los insurgentes, que por las lomas vecinas bajaba a picar la retaguardia (32). Desde aquella altura pudo distinguir claramente al amanecer del dia siguiente la zanja de circunvalacion, en algunas partes doble que rodeaba a Zitácuaro, y vió tambien anegado el campo donde sus tropas habian maniobrado el dia anterior, por lo cual y no teniendo ademas víveres para mas de un dia, ni esperanza de conseguirlos en las haciendas y rancherías inmediatas que todas habian sido saqueadas, y amenazando el tiempo seguir lluvioso, resolvió su retirada hácia Toluca. Esta fue desastrosa; fue preciso vencer de nuevo todas las dificultades del terreno mayores que a la bajada, aumentadas todavía mas con las continuas lluvias; los víveres escaseaban, de manera que algun poco de maiz tostado era la racion del oficial y del soldado y se carecia enteramente de forrajes. Por fortuna de los realistas, los insurgentes no los persiguieron, detenidos quizá por la pérdida que ellos mismos habian tenido, y así pudo llegar a Toluca la division en el estado mas deplorable. La fatiga y la excesiva humedad habian hecho que se renovase la herida en la cabeza que Emparan recibió en el puente de Calderon, y estuvo a punto de muerte en el convento del Cármen en que se alojó. El Virrey, prevenido contra él, e imputándole el mal resultado del ataque, que habia procedido de la temeridad de emprenderlo sin los medios necesarios para superar las dificultades que ofrecia, por el compromiso en que las órdenes estrechas del mismo Virrey lo habian puesto, mandó a Toluca al brigadier conde de Alcaraz no solo a pasar revista a la division, sino a averiguar si era o no cierta la enfermedad de Emparan y a instruir expediente informativo sobre su conducta, y no obstante el resultado de todos estos procedimientos, todavía escribió a Calleja, no ménos prevenido que él contra Emparan, que el mal éxito de este ataque era un problema (33). A consecuencia de estas desazones, Emparan luego que su salud se mejoró, y no obstante la declaracion honrosa que el Virrey hizo sobre su conducta, solicitó volver a España como lo verificó, y allí murió retirado.

Era de familia distinguida, todos sus hermanos habian servido en el ejército o la marina, y dos de ellos perecieron en la fragata que se voló, al ir con otras de Buenos Aires con los caudales que los ingleses tomaron en plena paz en 1806.Las grandes ventajas obtenidas por Morelos en el Sur; la retirada de Emparan de Zitácuaro equivalente a una derrota, y el ataque de Muñiz a Valladolid el 22 de Julio (34), en que casi llegó a hacerse dueño de la ciudad; llenaron de esperanzas a los adictos a la revolucion en la capital, que considerando ya el éxito como infalible, trataron de acelerarlo con un golpe de mano sobre la persona misma del Virrey. Habíanlo intentado ya desde Abril de aquel año (35), y por ello habian sido presos algunos individuos (36); pero en esta vez favorecidos por los reveses de los realistas, el plan fue mas concertado y llegó a punto de ejecucion.

Era este apoderarse del Virrey el 3 de Agosto entre cuatro y cinco de la tarde, en el paseo de la Viga a donde salia diariamente, echándose sobre la corta escolta que lo acompañaba porcion de hombres a caballo prevenidos al efecto y auxiliados por algunos contrabandistas de chinguirito (37), de los pueblos de S. Agustin de las Cuevas y otros inmediatos. Muerta la escolta, el Virrey habia de ser conducido a Zitácuaro, para que puesto en poder de Rayon, este le hiciese firmar las órdenes convenientes para disponer del reino a su arbitrio (38). Verificada de este modo la prision del Virrey, una señal hecha con la esquila del convento de la Merced y algunos cohetes, haria que los conspiradores repartidos en los barrios, levantasen a estos con el estímulo del saqueo que habia de verificarse en toda la ciudad, reservando el numerario para las tropas de Rayon, encargándose el que mandase en el punto de la Merced con la fuerza que allí reuniese, de prender a todos los ministros de la audiencia, a las autoridades principales y otras personas distinguidas, miéntras otros ocupaban el palacio y se hacian dueños de las armas en los cuarteles.Para concertar los medios de ejecucion, tenian los conspiradores sus juntas en el callejon de la Polilla en casa de Antonio Rodriguez Dongo, que se encargó de la sublevación del barrio de Belen, y con un Crucifijo en las manos recibió juramento a todos los cómplices de no revelar nada de lo que allí se tratase, comprometiéndose entre todos a que el que delatase el proyecto, seria muerto por los demás.

Entre los concurrentes se contaban tres padres agustinos, uno de los cuales, Fr. Juan Nepomuceno Castro, la víspera del dia destinado para la ejecucion del plan, exhortó a los conjurados para que no desistiesen de la empresa, les echó la bendicion y al despedirse les dijo: muchachos, con el valor se hace todo. Un cabo de granaderos del regimiento del Comercio, Ignacio Cataño, se comprometió a hacer entrar en la conspiracion a varios individuos de su cuerpo, a quienes en efecto habló y se alistaron en ella. Una parte muy esencial se encargó a Rafael Mendoza, malhechor prófugo de la cárcel, conocido con el nombre de brazo fuerte, quien unido con José María Gonzalez, y contando con una partida de salteadores conducida por Mariano Hernandez, debia caer sobre la guardia de la cárcel de la Acordada, y poner en libertad a los presos de esta y de las demas de la ciudad, y con ellos y el auxilio de los granaderos del Comercio, situarse en palacio, que era el punto de reunion.

Tal era la conspiracion que habia de estallar el 3 de Agosto, y que habría llenado de sangre y desolacion a la capital. Conforme al carácter de la revolucion, que con ella iba a consumarse, sus medios de accion consistian en excitar las mas bajas pasiones, estimulando a la hez del pueblo con el cebo del robo y del saqueo, contando por auxiliares a los criminales encerrados en las cárceles, y por desgracia este ha sido el modelo que quedó desde entónces establecido para las revoluciones subsecuentes. La víspera de la ejecucion a las once de la noche, tuvo aviso el Virrey de lo que se intentaba, por uno de los cómplices que asistió a la última junta, llamado D. Cristóbal Morante, y dió inmediatamente las órdenes para que se tomasen las medidas de precaucion convenientes. El haber permanecido oculto el nombre del denunciante, hizo sospechar desde entónces que el orígen del aviso habia sido otro, y un escritor lo asienta como positivo (39), dando a este suceso cierta semejanza con otros de la conquista en que intervino la célebre Da. Marina; pero este es de los secretos que no es posible averiguar, y en que queda mas campo a la maledicencia que a la verdad.

En la mañana del 3, el licenciado D. Antonio Ferrer, uno de los principales comprometidos en la conspiracion aunque no habia concurrido a las juntas del callejon de la Polilla, se presentó poco despues de las ocho a D. Manuel Teran, oficial de la secretaría de cámara del virreinato, diciéndole que se habia adoptado su plan, e invitándole a concurrir esa tarde armado y a caballo al paseo de la Viga, donde el mismo Ferrer se hallaria, y le instruyó de todo lo prevenido para la ejecucion, aunque se manifestó inquieto por habérsele dicho que se habia dado órden para acuartelar los batallones de patriotas, lo que salió a averiguar dirigiéndose al cuartel de los de caballería. No bien hubo partido Ferrer, cuando Teran corrió a dar parte al presidente de la junta de seguridad, prevenido desde la noche anterior por el aviso que le habia dado el Virrey, el que sin demora procedió a la prision de todos los cómplices que se pudieron encontrar, pues algunos se fugaron, y a la de los religiosos agustinos Fr. Juan Nepomuceno Castro, Fr. Vicente Negreiros y Fr. Manuel Rosendi.

Grande sobresalto causó en la ciudad el descubrimiento de la conspiracion, aumentándose el terror del riesgo que se habia corrido con el aparato del acuartelamiento de las tropas, apresto de artillería y patrullas frecuentes en los barrios. El Virrey anunció por una proclama todo lo ocurrido, tratando en la misma de calmar la inquietud causada por las medidas precautorias que se habian tomado (40). Los comandantes de los cuerpos que guarnecian la capital, se apresuraron a manifestarle la confianza con que podia contar con la tropa, siendo notable el oficio del coronel del Comercio D. Joaquin Colla, en que decia que con los ciento cincuenta granaderos de su cuerpo formados delante del palacio, no habria hombre que se atreviese a asomarse a él ni aun mirarlo (41); y estos eran los mismos granaderos con que los conspiradores habian contado demasiado ligeramente, por solo los ofrecimientos del cabo Cataño. Todas las autoridades, todas las corporaciones civiles y religiosas de dentro y fuera de la capital, protestaron a Venegas su adhesion (42); el cabildo eclesiástico de México hizo celebrar una solemne funcion de accion de gracias, por haberse descubierto la conspiracion; a su imitacion hizo lo mismo el de la colegiata de Guadalupe y los de las demas catedrales; el consulado puso a disposicion del Virrey dos mil pesos, para gratificar al que habia dado el primer aviso, ofreciendo cinco mil para los que en lo de adelante denunciasen las tramas de igual naturaleza que se formasen, y el ayuntamiento de México, excediendo a todos los demas cuerpos en sus protestas de fidelidad al soberano y adhesion al Virrey, no solo fue una de las primeras corporaciones que felicitó a este por medio de una comision en la mañana misma del dia 3, sino que acordó se esculpiesen en piedra dos inscripciones en latin y castellano, que recordasen el suceso y se fijasen en la fachada de las casas municipales, lo que sin embargo nunca llegó a tener efecto (43).

Instruíase entre tanto con celeridad la causa contra los conspiradores, y no apareciendo contra Ferrer otra cosa que la invitacion que hizo a Teran, para hallarse en el paseo de la Viga con armas y caballo en la tarde del 3 de Agosto, lo que confesó aunque atenuando el cargo que le resultaba y sosteniendo que no habia tenido conocimiento de la trama, sino en aquella misma mañana por aviso que le dió uno de los reos prófugos llamado Alquicira, el fiscal D. José Ramon Oses, hombre mas inclinado siempre a la lenidad que al rigor, solo pidió contra él la pena de seis años de presidio. Luego que se esparció entre los españoles, y en particular entre los jóvenes del comercio, la voz de que no se pedia por el fiscal la muerte de Ferrer, siendo grande el deseo que tenian de que recayese un castigo ejemplar sobre algun abogado, por los muchos que de estos habia comprometidos en la revolucion y otros en mayor número que ocultamente la favorecian y fomentaban, fue grandísima la irritacion que se manifestó, y tanta, que habiendo ocurrido muchos al Virrey, se dijo entónces que para calmarla, este les aseguró que si la sala del crímen, a la que pasó la causa la junta de seguridad cuyas facultades no se extendian a juzgar sino solo a prevenir los crímenes, no imponia a Ferrer la pena capital, él lo haria. Debian pronunciar la sentencia el oidor Bataller, español. presidente de la sala, y los dos alcaldes de corte Yañez y Torres Torija, ambos americanos: Bataller, que era al mismo tiempo juez de un juzgado en que estaba empleado Ferrer (44), quiso preparar en favor de este a sus conjueces, soltando la especie de que convendria desterrarlo á donde pudiese ganar su vida con el ejercicio de la abogacía; pero no obstanfe esta indicacion, los dos votos de aquellos fueron conformes en la pena de muerte, con lo que Bataller absteniéndose de dar el suyo, firmó lleno de pesar la sentencia (45). Al hacérsela saber a Ferrer, puesto de rodillas como se acostumbra en los tribunales españoles, cayó sin sentido y con la cabeza hizo pedazos el papel que contenia aquella, en cuyo estado se conserva en el archivo (46). A la misma pena fueron condenados Ignacio Cataño y José María Ayala, cabos de granaderos del regimiento del Comercio; Antonio Rodriguez Dango, en cuya casa eran las juntas; Felix Pineda y José María Gonzalez, concurrentes a ellas, y otros varios a presidio y otras penas menores, asistiendo a presenciar la ejecucion de los primeros (47). Esta se verificó en la mañana del 29 de Agosto en la plazuela de Mixcalco, en la que se dispuso para dar garrote a Ferrer, conforme a su calidad noble, un cadalso vestido de negro, al que fue conducido en mula con gualdrapa negra; los otros cinco debian ser ahorcados, pero habiendo probado los parientes de Cataño que este tambien era noble, fue ejecutado con la misma distincion que Ferrer.Desplegóse para este acto un grande aparato militar, llevando delante de los ajusticiados una pieza de artillería, con órden de hacer fuego sobre el pueblo si Se notaba algun movimiento; ninguno hubo sin embargo, y el pueblo no solo no manifestó inclinación hácia la conspiracion, sino mas bien interes por la conservacion del órden y por la persona del mismo Virrey, si se ha de estar a lo que este asienta en su proclama de 6 de Agosto (48), en la que manifestando la conducta de lenidad que se habia propuesto seguir; la frecuencia con que habia ofrecido el indulto a los insurgentes, despues de cada victoria ganada sobre ellos; las pocas ejecuciones que en la capital habia habido, a pesar de tener en las cárceles tantos individuos cogidos a las puertas de ella con las armas en la mano; anuncia el castigo de los que no obstante su moderacion habian persistido en conspirar, y da gracias al pueblo, especialmente al de los barrios, por la fidelidad con que habian presentado sus pechos desnudos y por esto mas apreciables, cuando se creyó que el enemigo se acercaba, y por el nuevo testimonio que de ella habia dado, contribuyendo a descubrir una conspiracion tramada por personas de mayores luces, lo que las hacia mas criminales. Ferrer, cercano al suplicio, dirigió una proclama a sus compatriotas, reconociendo la justicia con que se le castigaba, y procurando resarcir con este testimonio público de su arrepentimiento, el daño que habia causado con su inclinacion a la revolucion (49).En cuanto a los religiosos agustinos, el proceso siguió trámites mas dilatados por la intervencion de la jurisdiccion eclesiástica. Si habia empeño en presentar a un licenciado en el cadalso, no lo habia menor y por las mismas causas de que subiesenaá él los tres frailes (50). Así fue que aunque el provisor Dr. Bucheli y conjueces, sentenciaron en 19 de Septiembre al P. Castro a la degradacion y entrega al brazo secular, y a los otros dos, Negreiros y Rosendi, a deposicion de todo ejercicio de órden, dignidad, oficio y beneficio, y a reclusion por varios años en los conventos de su órden en Manila; se pidió por la sala del crímen la entrega de todos, aunque contra los dos últimos no habia otro cargo que el de no haber denunciado la conspiracion, de que les dió conocimiento el P. Castro la víspera de la ejecucion de ella. Esto dió lugar a varios recursos de fuerza y consultas a los obispos de Puebla, Oaxaca y Monterrey (51), y por último el Virrey, no creyendo conveniente dar en México el espectáculo de la ejecucion de un eclesiástico, los mandó a todos a la Habana, reclusos en el convento de su órden en aquella ciudad, habiendo muerto el P. Castro en el castillo de Ulúa ántes de su embarque. El P. Negreiros se condujo con tal debilidad en la secuela del negocio, que no solo se delató él mismo a su prelado ántes de ser descubierto, sino que en el curso de la causa denunció a diez y seis individuos de su hábito, aun por mínimas sospechas, de que resultó que seis de ellos fueron reducidos a prision.

Este fue el desenlace de una conspiracion, a la que juzgada hoy con la imparcialidad de la distancia a que de aquellos tiempos estamos, parece que se dió entonces mas importancia que la que merecia. Aunque se creyó que tenia parte en ella gente de mayor influjo, la que apareció era de poquísimo valer, siendo los mas distinguidos el Lic. Ferrer y los religiosos agustinos, de los cuales el P. Negreiros, segun él mismo dijo, habia sido nombrado teniente de caballería; todos los concurrentes a las juntas eran artesanos o malhechores prófugos de las cárceles, no contando con mas armas que dos trabucos, comprados por el llamado brazo fuerte, ni con otros medios de conmover al pueblo que repartir en los barrios escarapelas de oropel. La prision del Virrey hubiera podido lograrse con un golpe atrevido como lo tenian proyectado, y lo demas hubiera sido obra de la confusion que aquel suceso hubiera causado; pero no parece que hubiesen estado tomadas las medidas adecuadas para tal empresa, no obstante estar tan cercano el momento de la ejecucion. Si esta hubiese tenido efecto, la ciudad hubiera sido víctima del mas completo desórden, y hubiera sufrido desde entonces todos los males que le estaban reservados para épocas posteriores.


Notas

(1) Gaceta de 15 de Febrero de 1811, tomo 2°, núm. 23, fol. 151.

(2) Id. de 1° de Marzo, n. 29, f. 187.

(3) Arechederreta, apuntes hist.

(4) Gaceta de 11 de Enero de 1811, tomo 2°, núm. 6, fol. 43.

(5) Idem de 11 de Marzo, núm. 33, fol. 212.

(6) Gaceta de 15 de Marzo, núm. 33, fol. 221.

(7) Idem de 19 de idem, núm. 34, fol. 232.

(8) D. Nicolas Gutierrez, que obtuvo despues el grado de coronel, habiéndose retirado a España cuando se hizo la independencia, ha muerto en el puerto de Santa María en 1847, de noventa y seis años de edad.

(9) Esta hacienda pertenecia a D. Lorenzo Angulo Guardamino, coronel de milicias de Tlaxcala, que murió miserablemente asesinado en México en su casa, en la calle del Rastro, en 1828.

(10) Véase esta proclama, en la Gaceta de 19 de Marzo de 1811, núm. 34, Col. 238.

(11) Gaceta extraordinaria de 31 de Marzo, núm. 38, foI. 265.

(12) Gaceta extraordinaria de 31 de Marzo, núm. 38, fol. 267.

(13) La misma Gaceta, fol. 270 a 274.

(14) Gaceta extraordinaria, de 31 de Marzo, núm. 38, fol. 275, parte fecho en el campo de batalla del cerro de Sayas el 28 de Marzo; y Gaceta de 2 de Abril, número 39, folio 278, el parte detallado fecho en S. Simon de los Herreros el 29.

(15) Gaceta extraordinaria de 20 de Abril de 1811, núm. 47, fol. 346.

(16) Gaceta extraordinaria de 20 de Abril de 1811, núm. 47, fol. 348.

(17) Parte detallado de Torre, Gaceta de 23 de Abril, núm. 48, fol. 353, fecho en S. Felipe del Obrage el 16.

(18) Esta descripcion la he copiado literalmente del oficio de Calleja al Virrey de 15 de Diciembre de 1811, Campañas de Calleja, fol. 137.

(19) Esta relacion, del desastre de Torre, está en gran parte tomada de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 221.

(20) Sevilla, casado despues con la rica mayorazga Zaldivar, se retiró a vivir a Francia con su mujer, hecha ya la independencia.

(21) Se suicidó ahorcándose en su casa, segun se dijo por haber rehusado casarse con él una señora a quien amaba apasionadamente.

(22) Informes dados al Virrey por los espías que mandó a Zitácuaro, (Campañas de Calleja, fol. 136), y confirmados despues por los partes de Emparan y Calleja.

(23) Gaceta de 30 de Abril de 1811, tom. 2°, núm. 51, fol. 380.

(24) Idem de 17 de Mayo, núm. 58, fol. 440.

(25) Gaceta de 30 de Abril, núm. 51, fol. 383.

(26) Idem de 10 de Mayo, núm. 55, fol. 415.

(27) Véase para todo lo que sigue, Campañas de Calleja, fol. 122 y siguientes.

(28) Oficio de Venegas a Calleja de 17 de Junio. Campañas de Calleja, fol. 123.

(29) Campañas de Calleja, fol. 125.

(30) Parte de Emparan, fecho en Toluca en 7 de Julio e inserto en la Gaceta de 11 del mismo, núm. 80, fol. 597. Antes se habia dado noticia del suceso en la Gaceta de 2 de Julio, número 75, folio 563, con relacion al parte dado por Emparan desde la hacienda de Suchitepec el 25 de Junio.

(31) Es el mismo que despues de la independencia ha sido ministro de la guerra. Era entonces teniente del regimiento de Toluca que su padre mandaba en la division de Cruz.

(32) Dice Bustamante, Cuadro histórico, fol. 225, tomo 1°, que en esta noche el campo de Emparan fué alarmado por porcion de borricos con linternas de papel en el pescuezo, que Rayon hizo esparcir alrededor, haciéndolos correr unos muchachos con hondas. Emparan dice positivamente en su parte que en la noche no ocurrió novedad.

(33) Carta de 22 de Agosto. Campañas de Calleja, Col. 126.

(34) Véase la segunda parte del Capítulo II.

(35) Proclama de Venegas de 6 de Agosto inserta en la Gaceta de 10 del mismo, núm. 95, fol. 711.

(36) Bustamante ha publicado la lista de estos, con la de los que habian de haber sido echados del pais, en un cuaderno suelto titulado: Martirologio de algunos de los primeros insurgentes, etc., 1841. Imp. de Lara.

(37) Aguardiente de caña.

(38) Extracto de la causa de los conspiradores, publicado en el Diario de México de 29 de Agosto y en la Gaceta de 31 del mismo, núm. 104, fol. 779.

(39) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 299.

(40) Gaceta de 6 de Agosto, núm. 93, fol. 693.

(41) Allí mismo, fol. siguiente.

(42) Las Gacetas de los dias siguientes están llenas de estos documentos.

(43) Véanse estas inscripciones con el soneto ridículo que las acompaña, en la Gaceta núm. 97, fol. 724. Todo fue composicion de D. Bruno Larrañaga, tesorero del ayuntamiento y traductor de Virgilio.

(44) Es el juzgado de bienes de difuntos, en el que Ferrer era substituto del abogado fiscal; Ferrer vivia en México, en la calle de la Joya.

(45) Todos estos pormenores los debo al Sr. Dr. Puchet, muy distinguido juez de letras de esta capital, que en calidad de agente trabajaba con Bataller, a quien debió mucha confianza. Al volver del tribunal le dijo Bataller: Ferrer va al palo, y lo despachan sus paisanos y en seguida le contó todo lo referido.

(46) Así lo dice Bustamante, pero en el archivo general no he encontrado la causa, que acaso está en el de la audiencia.

(47) Morante fue condenado a esta pena como los demas, para disimular que habia sido el delator, y como tal percibió los dos mil pesos de premio del consulado. Ha muerto hace poco tiempo.

(48) Gaceta de 10 de Agosto, núm. 95, fol. 711.

(49) Hállase en la Gaceta de 31 de Agosto, núm. 104, fol. 784.

(50) En la correspondencia de Venegas con Cruz, manifiesta el primero el mismo deseo, y el pesar que tuvo al saber que el P. Navarrete se habia escapado en las inmediaciones de Valladolid, pues queria hacer un ejemplar con él.

(51) Tengo todas estas piezas recogidas con cuidado, por mi hermano el Dr. Arechederreta.

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