Índice de Ocho mil kilómetros en campaña de Álvaro Obregón | CAPÍTULO IV -Cuarta parte | CAPÍTULO V - Segunda parte | Biblioteca Virtual Antorcha |
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Ocho mil kilómetros en campaña
Álvaro Obregón
CAPÍTULO QUINTO
Primera parte
EVACUACIÓN DE LA CIUDAD DE MÉXICO Y MARCHA A VERACRUZ
El día 24, a las 7 a. m., y después que hubieron salido los últimos trenes militares del Cuerpo de Ejército del Noroeste, hice salir mi tren, yendo escoltado por los batallones 4° y 17° de Sonora, al mañdo de sus jefes Manzo y Murillo, respectivamente.
Días antes, salió comisionado a los Estados de Sinaloa y Sonora el coronel José J. Obregón, hermano mío, por la vía de Salina Cruz, conduciendo pertrechos para las tropas que operaban en aquella región y llevando algunas instrucciones escritas y verbales para el general Iturbe, que comandaba las fuerzas de la 3a. División del Cuerpo de Ejército del Noroeste, en Sinaloa. Con toda oportunidad había remitido también rifles y cartuchos a Jalisco, Colima y Tepic.
Nuestro tren pasó sin novedad por la Villa de Guadalupe, donde estaban las fuerzas de los tenientes coroneles Torres y Silva, destacadas por Blanco para capturar mi tren, y a estos jefes les di órdenes de estar preparados para hacer la marcha con sus fuerzas, en los trenes que, al efecto, les enviaría del camino, a fin de que se incorporaran también a Veracruz.
Como lo había ofrecido, del camino ordené un tren con jaulas y carros vacíos para que fuera a recoger en Villa de Guadalupe las tropas de los tenientes coroneles Silva y Torres, evitando que fueran batidas éstas por Blanco, al cerciorarse de que no habían cumplido sus órdenes de destruir la vía y capturar mi tren.
Por la tarde de ese mismo día, recibí un telegrama en que Torres y Silva me comunicaban encontrarse ya en camino de Veracruz con sus fuerzas, llevando prisionero al coronel Hermenegildo Osuna, de las fuerzas de Buelna, quien por orden de Blanco, había ido a la Villa de Guadalupe a someterlos.
Al llegar a estación Apizaco ordené que el coronel Manzo, con el 4° Batallón de Sonora que comandaba, quedara guarneciendo aquel punto. En seguida de hacer el desembarco de las tropas del coronel Manzo, continuamos la marcha hasta estación Esperanza, donde pernoctamos aquella noche.
A primeras horas del día 25, proseguimos hasta llegar a Orizaba, ciudad donde tenía establecido su Cuartel General el Primer Jefe, habiendo permanecido allí dos horas, y salido después a Córdoba, adonde llegamos en la noche.
Se libraron las órdenes necesarias para la reconcentración de tropas en Córdoba, y en compañía del C. Primer Jefe, salimos con nuestro tren con destino al puerto de Veracruz, el día 26, a las 10.30 a. m.
LLEGADA A VERACRUZ DEL C. PRIMER JEFE.
VISITA AL FUERTE DE PEROTE.
VIAJE A TEZIUTLAN Y REGRESO A VERACRUZ
Arribamos a Veracruz a las cinco de la tarde del mismo día 26.
Las manifestaciones de que fue objeto el Primer Jefe a su llegada a Veracruz, y las que habíamos presenciado en el camino, me dieron la medida del valer del pueblo veracruzano, estimando en alto grado su cultura y su virilidad, porque aquellas manifestaciones eran hechas en los momentos más difíciles para la Revolución y para el Primer Jefe.
Era entonces Gobernador y Comandante Militar de Veracruz el señor general Cándido Aguilar, quien, a la vez que resueltamente confirmaba su lealtad a la causa popular, representada por el señor Carranza, demostraba un elevado espíritu de compañerismo, esforzándose en prestar toda clase de facilidades para la adquisición de todo lo que era necesario al abastecimiento de nuestras tropas.
El edificio de Faros empezó a ser preparado, desde luego, para establecer en él el Cuartel General de la Revolución.
El día 28, acompañando al Primer Jefe, salimos a Jalapa, por la vía del Ferrocarril Interoceánico, habiendo llegado a aquella ciudad a las siete de la noche.
Al día siguiente, a las 5.30 a. m., salimos de Jalapa con rumbo al fuerte de Perote, adonde llegamos al mediodía, pasando la tarde en reconocer el fuerte, y yendo por la noche a pernoctar en el pueblo, que está a dos kilómetros del fuerte.
El principal objeto de aquel viaje era reconocer el terreno para elegir el sitio en que deberíamos presentar batalla al ejército de la Convención, cuyo avance sobre Veracruz era esperado después de que ocupara la ciudad de México y desalojara de Puebla a nuestras fuerzas que guarnecían aquella ciudad, considerando que, como en Veracruz estaba la Primera Jefatura del Ejército y la guarnición que había evacuado la ciudad de México, sería dicho puerto el objetivo principal de las fuerzas reaccionarias.
El día 30 proseguimos nuestra marcha, llegando a estación Oriental, donde hicimos otro reconocimiento, y de allí nos dirigimos a Teziutlán, adonde llegamos por la tarde del mismo día.
Al siguiente emprendimos nuestro regreso, reconociendo detenidamente el camino, hasta llegar a Oriental, y continuando de allí nuestro viaje a Veracruz, adonde llegamos el mismo día.
El día 4 de diciembre indiqué al Primer Jefe la conveniencia de recorrer las vías del Istmo, para que, en el remoto caso de que tuviéramos que replegarnos hasta aquella región, fueran ya conocidas por mí aquellas rutas. El Jefe accedió a ello, y desde luego empecé a hacer los preparativos para mi Viaje.
Se habían dado ya órdenes para la reconcentración de las fuerzas del Cuerpo de Ejército del Noroeste, en Veracruz y Córdoba, disponiéndose el regreso de los trenes con las fuerzas de los coroneles Severino A. Talamante y Lino Morales, que habían sido movilizadas a Salina Cruz, cuando se tenía el propósito de hacer por aquel puerto una movilización a Manzanillo, para emprender la campaña por el Occidente de la República.
El día 6 salí de Veracruz para el Istmo, llevando agregado a mi tren un carro de parque 30-30, que debería conducir hasta Salina Cruz, para embarcarlo allí con destino a las fuerzas del Estado de Sinaloa.
Esa noche pernoctamos en Orizaba, y por un descuido del maquinista, se incendió el carro del parque, habiéndose perdido éste en su totalidad.
El día 7, a las 4 a. m., continuamos nuestra marcha a Puerto México, adonde llegamos por la noche, y al siguiente día salimos para Salina Cruz, habiendo llegado en la noche a aquel puerto. Allí permanecimos todo el día 9, y luego emprendimos nuestro regreso a Veracruz, adonde arribamos el día 11.
En todos los pueblos del trayecto que recorrimos, se organizaron a nuestro paso manifestaciones más o menos entusiastas, en que se externaba la calurosa simpatía que la Revolución Constitucionalista había ganádose en todas las clases populares.
Para entonces, había sido nombrado jefe de la línea de Veracruz a Puebla el general Salvador Alvarado, y el núcleo principal de las tropas que estaban bajo su mando se encontraba en Puebla, formado por las divisiones de caballería comandadas por los generales Francisco Coss, Cesáreo Castro y Agustín Millán.
A propósito del general Alvarado, debe consignarse que, al erigirse la Convención en Aguascalientes, ésta, a petición mía, ordenó a Maytorena ponerlo en libertad, lo que se efectuó, habiéndose luego dirigido Alvarado a la ciudad de México, de cuya plaza fue nombrado Comandante Militar, cuando aún se encontraba en ella el señor Carranza.
INSTALACIÓN EN MÉXICO DEL GOBIERNO DE LA CONVENCIÓN
En la ciudad de México se había instalado ya el Gobierno de la Convención, apoyado por toda la División del Norte y el llamado Ejército Libertador del Sur, comandado por Emiliano Zapata, así como por un grande número de jefes que habían pertenecido a otras Divisiones del Ejército Constitucionalista, y que a raíz del rompimiento defeccionaron, uniéndose a Villa.
El general Blanco, confirmando nuestras sospechas, había declarado ya su defección, conservando a sus órdenes toda la División de Caballería, con excepción de la brigada del general Estrada, que lo había abandonado para incorporarse a las fuerzas leales, en el Estado de Jalisco.
En Pachuca habían sufrido ya un fracaso las fuerzas constitucionalistas, y era de esperarse, de un momento a otro, el avance del enemigo sobre Veracruz.
En Naco continuaba muy sangrienta la lucha: Maytorena multiplicaba sus esfuerzos por apoderarse de aquella plaza, mientras que Hill y Calles, con el puñado de valientes que comandaban, seguían teniendo a raya a los traidores.
Por estos días, circulaba profusamente en Veracruz una hoja que yo había redactado y hecho imprimir, bajo el título de: Cargos concretos contra Francisco Villa, José María Maytorena y Felipe Angeles, cuyo texto se reproduce íntegro a continuación:
CONTRA FRANCISCO VILLA
Primero. Haber tratado de asesinar, en Ciudad Juárez, al apóstol Madero, iniciando con este acto su vida de traiciones e identificándose, desde entonces, con el tristemente célebre Pascual Orozco.
Segundo. Haberse insubordinado, pretendiendo traicionar al traidor Victoriano Huerta, cuando éste era aún leal al Gobierno del señor Madero, y hacía la campaña contra el orozquismo.
Tercero. El asesinato del diputado maderista Enrique García de la Cadena.
Cuarto. El asesinato del inglés Benton, que provocó dificultades internacionales, que pudieron haber sido de consecuencias graves.
Quinto. Haber mandado asesinar al general Manuel Chao, Gobernador de Chihuahua, porque éste se negara a pagar un vale contra la Tesorería del Estado, visado por una señora a quien no conocía.
Sexto. Su desconocimiento al Plan de Guadalupe, bandera con que había logrado hacerse seguir de varios miles de hombres, desconocimiento que consistió en dirigir a la Primera Jefatura un telegrama insolente, obligando a firmarlo a la mayor parte de sus jefes.
Séptimo. Haber invitado a la traición al general Obregón, pretendiendo halagarlo, ofreciéndole la Primera Jefatura del Ejército, y haberlo mandado asesinar posteriormente, porque éste se negara a secundar su traición, dando la orden para su ejecución, primero en Chihuahua, por segunda vez en Corralitos, y por tercera vez en Gómez Palacio, al llamado general Almanza. Estos cargos, relativos al que subscribe, les constan a los generales José Isabel Robles y Eugenio Aguirre Benavides, al coronel Roque González Garza y a Luis Aguirre Benavides, secretario particular de Villa. González Garza me acompañaba cuando el general Villa ordenó, por última vez, la ejecución.
Octavo. Haberse apoderado, por la fuerza bruta, de cinco millones de pesos de la Tesorería General de la Nación; de más dé doscientos mil de la oficina impresora de billetes constitucionalistas, y haber ordenado la aprehensión del señor Serapio Aguirre, Tesorero General de la Nación, obligándolo a firmar un cheque por cuarenta y un mil dólares, que tenía depositados la Primera Jefatura en el First National Bank, de El Paso, Tex.
Noveno. Fomentar la traición del cobarde ex-Gobernador de Sonora, José María Maytorena.
Décimo. Haber celebrado un pacto con los ex-federales del Distrito Norte de la Baja California, por el cual les reconoció sus grados, admitiéndolos en el ejército que era a sus órdenes.
Décimoprimero. Permitir y fomentar inmorales concesiones de juego en todos sus dominios, en favor de sus familiares, que derrochan el dinero fomentando el libertinaje.
Décimosegundo. El asesinato del coronel Manzanera, delegado del general Domingo Arrieta a la Convención de Aguascalientes, sólo porque éste no quiso secundarlo en su traición.
Décimotercero. Haber telegrafiado al ex-general ex-federal José Refugio Velasco, excitándolo para que no se rindiera, cuando el suscrito exigía la rendición de la plaza de México, ofreciéndole apoyarlo con la división de su mando.
Décimocuarto. Haber aprehendido al teniente coronel Julio Madero, de mi Estado Mayor, quien formaba parte de una comisión que se acercaba al general Eulalio Gutiérrez, para tratar de la solución pacífica de las dificultades surgidas.
Décimoquinto. Estar apoyado por la reacción, como lo demuestra su Manifiesto a la Nación; tener en sus filas a muchos ex-federales y científicos, y su alianza con Maytorena.
CONTRA JOSÉ MARÍA MAYTORENA
Primero. A raíz del cuartelazo de Huerta y de los asesinatos del Presidente y del Vicepresidente de la República, el 23 de febrero de 1913, algunos ciudadanos de Cananea, que pertenecieron al grupo rvolucionario de 1910, entre los que recuerdo a don Rito Aguilar, dirigieron al entonces Gobernador Maytorena un telegrama, diciendo: Si para mañana, a las seis de la tarde, no ordena usted lo contrario, nos lanzaremos sobre los cuarteles federales, tomándolos por asalto y desarmando a la guarnición federal. Maytorena ordenó que, con carácter urgente, se transcribiera aquel telegrama al jefe de la primera Zona militar, general federal Miguel Gil, para su conocimiento, y a fin de que tomara las medidas que creyera convenientes; y a no ser por la oportuna intervención del hoy coronel Francisco R. Serrano, que era entonces secretario particular del Gobernador de Sonora, y don Carlos Randall -quiénes acordaron hacer creer a Maytorena que ese telegrama había sido transmitido, sin mandarlo a la oficina telegráfica- Aguilar y sus compañeros habrían pagado cara su valentía.
Segundo. Cuando los hoy coroneles Obregón, Talamante y Carpio y el teniente coronel Roberto Cruz se presentaron en la capital de Sonora, ofreciendo sus servicios a Maytorena, para lanzarse a la lucha contra el usurpador, los rehusó, alegando que no deseaba ver perturbada la paz en su Estado.
Tercero. Maytorena, en mensaje que dirigió al hoy general Plutarco Elías Calles, le ordenaba enérgica batida contra los que, a raíz del cuartelazo, se levantaron en armas contra Huerta, calificándolos de traidores y bandoleros.
Cuarto. El 25 del mismo febrero, Maytorena, huyendo al extranjero, sin desconocer al criminal Huerta, ni protestar contra el cuartelazo y sus consecuencias de asesinato en los primeros funcionarios de la República, traicionó a los principios que protestó cumplir y hacer cumplir, habiendo enviado a José Jimenez Riveroll, capitán ex-federal, en su representación, para que hablara con el Jefe de la Zona, general ex-federal Miguel Gil, con el fin de ver si era posible llegar a un arreglo con el Gobierno del Centro. Los ahora generales Salvador Alvarado, Benjamín G. Hill, Juan G. Cabral y el que suscribe, nos presentábamos diariamente con Maytorena, rogándole que desconociera al Gobierno de Huerta y ofreciéndole luchar por los principios de la Revolución, que en aquellos momentos recibían tan rudo golpe con los asesinatos de Madero y Pino Suárez; a lo que un día nos contestó: Es por demás que ustedes pretendan que yo haga tal cosa; yo tengo relaciones de abolengo con todo el elemento que ustedes llaman científico, y mi estómago no está para andar comiendo carnes crudas en las montañas; los federales destrozarían mis propiedades e incendiarían mis haciendas, y, por último, no soy para el caso.
Quinto. Después de permanecer seis meses en el extranjero, donde llevó su pusilanimidad hasta el grado de negarse a conferenciar con los revolucionarios, manifestándoles que no quería mezclarse en nada, ya cuando fueron aniquiladas por nosotros las fuerzas federales que se encontraban en Sonora, embotellando y sitiando a la guarnición de Guaymas, regresó Maytorena al Estado, haciéndose nuevamente cargo del Gobierno, y creó, arbitrariamente, la oficina que denominó de Subsidio forzoso de guerra, para allegarse fondos por medios violentos, sin que su Gobierno tuviera ingerencia alguna en las operaciones militares, ni en los gastos que éstas demandaban. Los fondos obtenidos de esa manera los hizo depositar en Bancos norteamericanos, a nombre de Carlos E. Randall.
Sexto. Maytorena suprimió, violatoriamente, las elecciones municipales en el Estado, las de diputados al Congreso local, y de magistrados al Supremo Tribunal de Justicia, cuando había sido expedida ya la convocatoria respectiva, por las autoridades competentes.
Séptimo. Mediante una descarada dilapidación de los fondos del Estado, Maytorena sobornó a jefes constitucionalistas subalternos, induciéndolos a la insubordinación y rebeldía, lo que dio por fruto; la prisión del general Alvarado, a quien el movimiento constitucionalista debe grandes servicios, entre los que se cuenta el haber sostenido, por cerca de un año, el sitio de Guaymas. Los jefes comprados por Maytoténa, aprehendieron también al hoy teniente coronel Roberto Cruz y a otros jefes de menor graduación, que no se prestaron a secundar su traición; y en cambio, Maytorena ordenó la libertad de los ex-federales que habían sido hechos prisioneros de guerra en la campaña llevada a cabo por el Cuerpo de Ejército del Noroeste, y que se encontraban en la Penitenciaría de Hermosillo, muchos de los cuales aceptaron su ofrecimiento, incorporándose en las filas maytorenistas.
Octavo. Maytorena se manifestó en toda su repugnante traición, rebelándose en Sonora contra el elemento revolucionario constitucionalista, antes de que cayera el llamado Gobierno de Huerta; y para ensanchar esta traición y esta rebelión, no tuvo escrúpulos en ligarse con parte del ejército ex-federal, que se hallaba en la Baja California, y que llevó a Sonora para reforzar sus filas, e hizo sublevarse la guarnición constitucionaliSta de Santa Rosalía, asesinando villanamente a su comandante, el mayor Abraham Aguayo.
Por último, ha pactado alianza con todos los elementos científicos de Sonora, permitiendo el regreso al Estado de los enemigos que la Revolución había expulsado, y devolviendo a éstos los bienes robados al pueblo, que se les habían intervenido.
CONTRA FELIPE ÁNGELES
Primero. Encontrándose en París, al iniciarse el movimiento libertario de 1910, telegrafió al general Díaz, ofreciéndole sus servicios para combatir al maderismo, calificado por él de bandolerismo.
Segundo. Durante la decena trágica, haber retirado su artillería, que tenía emplazada frente a la legación inglesa para batir a la Ciudadela, por habede informado el fatídico León de la Barra -que se hallaba refugiado en la mencionada legación- que había el propósito de deponer al Presidente Madero, y que él, Ángeles, era el candidato más viable para sustituirlo.
Tercero. Haber aceptado en París, una comisión del llamado Gobierno de Huerta, permaneciendo allá algunos meses, y teniendo lugar después de eso su incorporación al Ejército Constitucionalista, lo que demuestra claramente que vino enviado por los científicos, para sembrar la división en nuestras filas, y ser un escalón de la reacción, puesto que, de haber sido un partidario sincero de la causa del pueblo, hubiera ingresado, desde que salió de México, a las filas revolucionarias.
Cuarto. Haber exigido la suma de dos mil dólares para venir de París a incorporarse, en la época en que el movimiento revol6cionario carecía de dinero, aun para la compra de pertrechos de guerra.
Quinto. Haber fomentado en José María Maytorena, la idea de la traición contra la Primera Jefatura de la Revolución, siendo Subsecretario de Guerra en el Gabinete Constitucionalista.
Sexto. Haber sido el principal instigador de Villa, pan que se insubordinara, como lo parentiza, entre otros, el hecho de haber redactado el primer telegrama de insubordinación que Villa dirigió al C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y el haber unido a Villa y a Maytorena, cuando era notoria la división que existía entre ambos, pues el primero había dirigido al segundo una carta de rompimiento, llena de improperios. Todavía desempeñaba Ángeles el puestb de Subsecretario de Guerra.
Séptimo. Haberse insubordinado a la Primera Jefatura de la Revolución, acto que le valió ser depuesto del cargo de Subsecretario de Guerra.
Octavo. Haber incorporado a las filas de la División del Norte a muchos jefes y oficiales ex-federales.
Noveno. Haber pretendido cohechar a algunos jefes del Ejército Constitucionalista; entre ellos al coronel Federico Montes, y al mayor médico José Siurob, manifestándoles que contaba con el apoyo del Gobierno norteamericano.
Desafío a todos los que militan bajo las órdenes de Villa, Ángeles y Maytorena, a que desmientan, de una manera franca y categórica, cualquiera de los cargos que dejo señalados, encareciéndoles reconciliarse con su honor y su conciencia, y declarar qué prefieren: que la Patria los considere como hombres honrados o como parásitos del Mal, que por debilidad o inconsciencia, se adhieren a los verdugos de nuestros más caros principios.
Queda señalada la trinidad maldita, que encabeza el movimiento reaccionario.
Ninguna obra puede llevarse a término feliz, cuando se toman como base la intriga, la traición y el asesinato, y es por esto que la reacción no podrá triunfar.
El abnegado pueblo, que nunca ha economizado sangre para castigar a los traidores, dará en esta vez una prueba de civismo y honradez, apartándose de estos tres genios del Mal, sin olvidar que es preferible morir protestando contra la maldad, que vivir pactando con ella.
Si cada pueblo tiene el Gobierno que merece, nunca podrá ser gobernado el nuestro por estos tres traidores.
¡Siempre será poca la sangre que un pueblo derrame en defensa de sus libertades!
Cuartel General del Cuerpo de Ejército del Noroeste.
H. Veracruz, Ver., 4 de diciembre de 1914.
El General en Jefe. Álvaro Obregón.
CARTA AL GENERAL GUTlÉRREZ
El día 12 dirigí de Veracruz al general Eulalio Gutiérrez la carta cuyo texto copio a continuación:
Veracruz, diciembre 12 de 1914.
Señor general Eulalio Gutiérrez.
México, D. F.
Con la pena que me causa ver que continúa usted sirviendo de instrumento a la traición, me permito hacerle las preguntas siguientes, que ya publico, a reserva de publicar también su contestación:
Diga usted si es cierto que en Aguascalientes declaró usted varias veces, en presencia de los generales Robles, Chao, Aguirre Benavides, Villarreal y el suscrito, que el general Villa era un bandido, asesino, del que había que librar al país, por cualquier medio.
Diga usted si es cierto que nos criticaba los esfuerzos que hacíamos por solucionar pacíficamente las dificultades, diciéndonos que los bandidos como Villa entendían solamente a balazos.
Contestadas estas preguntas, suplícole explicarme el fenómeno que se ha efectuado: ... ¿dejó, en concepto de usted, de ser Villa bandido, al utilizarlo para hacer la guerra a los hombres honrados, que no quisimos pactar con él? ... ¿Renunció usted a su calidad de hombre honrado, pactando con Villa, para hacer la guerra a sus compañeros de armas y convicciones? ...
Son dos cosas igualmente imposibles; y los que conocimos al general Gutiérrez, impecable revolucionario, de honorabilidad insospechable, sólo podemos explicarnos este fenómeno de la manera siguiente: Gutiérrez no es dueño de su acción, o ha subalternado a su vanidad, halagada con la Presidencia, todas sus virtudes.
General Gutiérrez: ¡Nunca es tarde para reparar un mal! Retírese usted de esa atmósfera, que ha neutralizado sus energías y su honradez, y vuelva al campo de la lucha con sus hermanos, donde volvería a aparecer grande y querido, y renuncie usted al papel ridículo que está haciendo, el que le servirá para conquistarle la maldición que la Historia tendrá para todos los que pacten con la maldad, legítimamente representada por Francisco Villa.
General Álvaro Obregón.
DEFECCIÓN DEL GOBERNADOR DE SINALOA Y OPERACIONES MILITARES EN AQUEL ESTADO
Para esas fechas, el general Iturbe, que había sido nombrado jefe de la 3a. División del Cuerpo de Ejército del Noroeste, y cuya jurisdicción comprendía el Estado de Sinaloa, la parte Sur del Estado de Sonora, que no había sido controlada por las fuerzas de Maytorena y el Territorio de Baja California, había rendido parte de que el Gobernador de Sinaloa, Felipe Riveros, asumió una actitud marcadamente afecta al villismo, y que, con tal motivo, él, Iturbe, para evitar una ruptUra de consecuencias, había mandado desarmar los batallones 1° y 5° de Sinaloa, en el puerto de Topolobampo, que eran los más importantes elementos con que podía contar Riveros para hacer armas contra el Gobierno Constitucionalista, obteniendo de Riveros, al mismo tiempo, la promesa de que permanecería leal a la Primera Jefatura de la Revolución; pero que, a pesar de todo, el citado Gobernador había defeccionado el día 20 de noviembre, declarando su adhesión al villismo, por lo que inmediatamente fue batido por las fuerzas leales, al mando del general Iturbe, infligiéndole una completa derrota en las cercanías de Culiacán, donde el Gobernador rebelde abandonó armas, municiones y dinero, dispersándose en distintas direcciones la gente que lo había secundado en su traición.
Otro parte de Iturbe, recibido en aquellos días, daba cuenta de que, después de destrozar completamente a los reaccionarios mandados por Riveros, había él (Iturbe) salido al frente de una expedición de un mil hombres con rumbo a la Baja California y había derrotado por completo a la guarnición maytonerista, que se encontraba en el puerto de La Paz, B. c., el 8 de diciembre, regresando luego con su expedición al Estado de Sinaloa.
NOMBRAMIENTO DE JEFE DE OPERACIONES SOBRE LA CAPITAL DE LA REPÚBLICA Y CIRCULAR DE ÉSTE A SUS JEFES SUBALTERNOS
El día 13 me fue expedido, por la Primera Jefatura, nombramiento de jefe de las Operaciones sobre la capital de la República, poniendo al efecto bajo mis órdenes las fuerzas que se encontraban en los Estados de Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Oaxaca e Hidalgo.
A raíz deJ nombramiento con que se sirvió distinguirme el Primer Jefe, dirigí circular a los Comandantes Militares de los Estados y demás jefes con mando de fuerzas que quedaban incorporados al Ejército de Operaciones, bajo mis órdenes en virtud del nombramiento que en mi favor se sirvió extender la Primera Jefatura, siendo ellos los que a continuación se expresan, y el texto de la circular, el que aparece también copiado en seguida:
Circular telegráfica.
Veracruz, diciembre 18 de 1914.
General Salvador Alvarado.
General Cándido Aguilar.
General Heriberto Jara.
General Antonio Medina. Teziutlán.
General Juan Francisco Lucas. Tetela.
General Adalberto Palacios. Perote.
General Antonio de P. Magaña. Perote.
General Alejo G. González. San Marcos.
General Antonio Lechuga. Tehuacán.
General Guillermo Meixueiro. Oaxaca.
General Rafael Cárdenas. Teziutlán.
General Cesáreo Castro. San Marcos.
General Alfredo Machuca. Córdoba.
General Luis F. Domínguez. Veracruz.
General Francisco Coss. San Marcos.
General Lic. A. de la Fuente. Orizaba.
General Gabriel Gavira. Apizaco.
General Gilberto Camacho. Chalchicomula.
General Antonio Portas. Chalchicomula.
Coronel Adolfo Palma. Tierra Blanca.
Coronel Jesús González Morín. San Marcos.
Gobernador José I. Dávila. Oaxaca.
El C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, con fecha 13 del actual, hase servido comunicarme nombramiento hecho en mi favor, como General en Jefe del Ejército de Operaciones sobré la capital de la República, comprendiéndose las fuerzas de los Estados de Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Oaxaca e Hidalgo, y las de otros Estados, que se encuentren en los indicados. Al verme honrado con este nombramiento, que me coloca al frente de un Ejército de valientes, que no ha vacilado en su inquebrantable lealtad a nuestros principios revolucionarios, me satisface protestar que no omitiré esfuerzo en el cumplimiento del deber, y que, como correligionario y compañero, sabré tener para ellos el respeto y consideraciones que siempre he sabido guardar a los que con igual amor a la Patria, han venido luchando a mi lado. En nombre de la fracción del abnegado Cuerpo de Ejército del Noroeste, que se encuentra entre ustedes, que ha venido luchando desde las riberas del Mayo, y que con igual ardor continuará en la lucha por el triunfo de nuestros principios, yo envío a ustedes un fraternal abrazo. Ruégole ordenar sea dado a conocer en la orden del día el presente mensaje. Atentamente.
General en Jefe. Alvaro Obregón.
A continuación copio íntegras la mayor parte de las comunicaciones que recibí en contestación a mi circular, de los jefes que antes dejo mencionados, porque estos documentos constituyen, para mí, un legítimo timbre de orgullo y revelan en los jefes que los subscribieron, el más elevado espíritu de subordinación y su resolución inquebrantable de luchar contra la reacción, que en aquellos momentos amagaba dominarlo todo; lamentando solamente no ponerlas todas, por haberse extraviado de los archivos algunas de ellas.
CONTESTACIONES TELEGRAFÍCAS A LA CIRCULAR DEL JEFE DE OPERACIONES
Tierra Blanca, 18 de diciembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Enterado con satisfacción su respetable mensaje ayer; hónrome en reiterarle mi más cordial felicitación por acertado y merecido nombramiento confirióle nuestro Primer Jefe.
Oportunamente mandaré estado fuerzas que están a mi mando, con todos los pormenores a que refiérese.
Puede usted contar, sin reserva alguna, con la lealtad y adhesión de todas mis fuerzas, para cooperar a la gloriosa obra regeneradora, emprendida por la causa constitucionalista y representada hoy dignamente por usted.
Protéstole, mi general, mi subordinación y respeto.
El coronel Adolfo Palma.
Perote, 18 de diciembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Paso del Macho, vía Orizaba.
Enterado de su telegrama de ayer, en el que se sirve coniunicarme que el C. Primer Jefe lo ha nombrado Jefe del Ejército de Operaciones que hará la campaña sobre la ciudad de México, quedando yo a las órdenes de usted, por pertenecer a la División del Estado de Veracruz.
Ya ordeno se forme el estado completo de las fuerzas de mi mando, de armamento y municiones; al mismo tiempo, enviaré nota de los elementos de que carezco.
Confío, por estar la justicia de nuestro lado, en el triunfo de la causa constitucionalista, pero cualquiera que sea el final de esta segunda etapa de la lucha, hasta el último momento, sabré estar en mi puesto, como buen ciudadano y cumplido militar.
Respetuosamente.
El general A. Palacios.
Cuartel General.
Perote, 18 de diciembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Veracruz.
Tanto mis fuerzas como yo, nos hemos sentido profundamente satisfechos, al saber la designación que el Primer Jefe tuvo a bien hacer en su favor, felicitándonos de tener un Jefe tan ameritado y tan patriota; asegurándole que, siguiendo su ejemplo y el de las bravas fuerzas que desde el Norte lo acompañan, estaremos dispuestos a derramar hasta la última gota de sangre, en defensa de nuestra santa causa, y estaremos siempre contentos de obedecer sus respetables órdenes.
Lo felicitamos con todo cariño, y su telegrama, como lo dispone, será dado a conocer en la orden del día.
Con el mayor respeto.
El general Comandante Militar de la Plaza y Fortaleza de Perote. A. de P. Magaña.
Córdoba, 18 de diciembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Veracruz.
Enterado con satisfacción de su mensaje de hoy.
Felicítolo sinceramente por nombramiento merecido hecho en su favor.
No dude que continuaremos, como hasta la fecha, colaborando por la CaUsa que defendemos, y que no omitiremos esfuerzo alguno para lograr los fines que nos hemos impuesto.
Salúdolo respetuosamente.
El general Jefe de las Armas. A. Machuca.
Cuartel General en Teziutlán,
18 de diciembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Hónrome comunicarle a usted, quedar enterado patrióticos conceptos de su mensaje esta fecha, el que ya doy a conocer a todos los jefes esta zona mando.
Interpretando los sentimientos de esta Brigada, de la que me honro en ser jefe, puedo manifestar a usted que cuente, como hasta hoy, con la inquebrantable lealtad a nuestros principios revolucionarios que, antes que a la traición, nos llevarán a la victoria o a la muerte.
El General en Jefe. A. Medina.
Huamantla, 19 de diciembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Veracruz.
Enterado con satisfacción de su mensaje de ayer, en que comunícame nombramiento hecho en su favor, por el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, nombrándolo General en Jefe de las Operaciones militares sobre la capital de la República y Estados Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Oaxaca e Hidalgo.
Ya doy a conocer contenido su mensaje en la orden del día, y felicítolo calurosamente por el honroso cargo le ha sido conferido.
Salúdolo respetuosamente.
El Gobernador y Comandante Militar del Estado. General Alejo G. González.
Chalchicomula, diciembre 19 de 1914.
General Alvaro Obregón.
Veracruz.
Hónrome acusar a usted recibo del atento mensaje en que me participa el nombramiento hecho en favor de usted, como General en Jefe de las Operaciones en los Estados de Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Oaxaca e Hidalgo, y acatando sus órdenes lo he puesto en conocimiento de esta Plaza.
Felicito a usted por tan merecido nombramiento, protestándole mi adhesión, respeto y subordinación.
El general Jefe de la 3a. Brigada. A. Portas.
Huamantla, 19 de diciembre de 1914.
Señor General Alvaro Obregón.
Veracruz.
Hónrome en contestar su telegrama de hoy, participando su nombramiento como General en Jefe de las Operaciones sobre la capital de la República.
Todos los generales, jefes, oficiales y soldados de esta Brigada de mi mando, felicitamos a usted calurosamente por tan acertado nombramiento y nos felicitamos nosotros mismos, por tener como jefe a quien, como usted, ha sabido defender tan honrada y patrióticamente los ideales de nuestra causa.
Al participar a usted lo anterior, me es grato protestarle mi respetuosa subordinación.
Salúdolo afectuosamente.El general de Brigada. Cesáreo Castro.
Jalapa, Ver., 19 de diciembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Veracruz.
Enterado de su mensaje fecha de ayer.
Lo felicito calurosamente por su nombramiento de Jefe de Operaciones sobre la ciudad de México y varios de los Estados, y al mismo tiempo, reciba usted mi adhesión y subordinación como uno de los más humildes luchadores y que no nos olvidemos del humilde Ejército, que abnegado lucha, siguiendo a sus jefes que lo han levantado de sus humildes aldeas, para ayudarnos a reconquistar esa libertad y esos derechos que asisten a todo buen mexicano.
Salúdolo muy respetuosamente.
General de Brigada. Francisco Coss.
San Jerónimo, 19 de diciembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Veracruz.
Ruego a usted, mi General, se sirva aceptar mi sincera felicitación y las protestas de mi respetuosa subordinación.
E. J. de A. B., Hernán Carrera.
Apizaco, Tlax., 19 de diciembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Veracruz, Ver.
Hónrome, igualmente, estar bajo las órdenes de tan digno Jefe, y más me honraría que usted tuviera a bien concederme la vanguardia en todas sus operaciones.
Su subordinado.
El Coronel Jefe del Batallón. Jesús G. Morín.
Tehuantepec, diciembre 19 de 1914.
General Alvaro Obregón.
Veracruz.
Teniendo informes que ha sido usted designado Jefe Supremo de fuerzas que recuperarán capital República, en representación este Distrito y en nombre propio, permítome la honra de manifestar a usted, qoe aplaudimos y celebramos tan acertado nombramiento, confiado en que, dada pericia y táctica militar de la que ha dado innumerables pruebas, fuerzas constitucionalistas, bajo la hábil dirección de usted, conquistaránse un laurel más, y libro Historia, en sus páginas de oro, grabará memorables hechos.
Sírvase usted, ciudadano general, aceptar las protestas de mi adhesión y respeto.
Jefe Político. Luis E. Velasco.
Al margen un sello que dice: Comandancia Militar de Veracruz.
Sección 1'. Número 913.
Me he enterado con satisfacción del oficio número 27 de esta fecha, en que se sirve usted comunicarme haber recibido de la Primera Jefatura, el alto y honroso nombramiento de Jefe del Ejército de Operaciones sobre la capital de la República y el mando de los fuerzas de los Estados de Véracruz, Puebla, Tlaxcala, Oaxaca e Hidalgo, así como las de otros Estados, que se encuentran en los anteriores.
La misma impresión que el mencionado nombramiento de usted me causó al serme comunicado por nuestro Primer Jefe y que, con entera sinceridad, le manifesté, se la hago presente ahora; pues no dudo que su reconocido patriotismo y abnegación por defender los principios revolucionarios, sabrán manifestarse nuevamente al emprender esta lucha contra la reacción.
Cuente usted con que en mi esfera de acción, como Comandante Militar de este puerto, y por lo que se refiere a las fuerzas de mi mando, sabré colaborar con usted como correligionario y subordinado.
Reitero a usted mis protestas de adhesión y respeto.
Constitución y RefOrmas.
H. Veracruz, diciembre 19 de 1914.
El general Comandante Militar de la Plaza. H. Jara.
Al C. General Alvaro Obregón, General en Jefe del Cuerpo de Ejército del Noroeste.
Presente.
Al margen un sello que dice: Ejército Constitucionalista.
Comandante Militar del Estado de Veracruz.
1a. División de Oriente.
Jefatura de Estado Mayor.
Con gran satisfacción me he impuesto por su atento oficio, de la acertada designación que ha recaído en usted, al nombrado el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, General en Jefe del Ejército de Operaciones sobre la ex-capital de la República, quedando bajo su mando las fuerzas pertenecientes a los Estados de Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Oaxaca y otras.
En nombre de la Primera División de Oriente y en el mío, envío a usted mis más sinceras y entusiastas felicitaciones por esta demostración más del reconocimiento de sus méritos, pericia y elevado patriotismo.
La Primera División de Oriente, responde como yo, al fraternal abrazo de usted y del Ejército del Noroeste. Nos esforzaremos por ser dignos colaboradores de usted en la difícil tarea que va a emprenderse, con fe inquebrantable en los destinos de la Patria, en los principios proclamados por la revolución y en la solidaridad de nuestras conciencia, de nuestros fines y limpias intenciones; unidos por el sincronismo de nuestras ideas, y la cohesión indestructible de los caracteres que rubrican las etapas del progreso.Como gobernante y como militar, ofrezco a usted mi cooperación, así como la del Estado de Veracruz, que se estremece hoy en paroxismos de libertad y patriotismo.
Tengo el honor de protestar a usted mi distinguida consideración y afecto.
Constitución y Reformas.
H. Veracruz, a 19 de diciembre de 1914.
El Gobernador y Comandante Militar del Estado. General Cándido Aguilar.
Al C. General Alvaro Obregón, General en Jefe de las Operaciones.
Presente.
ORGANIZACIÓN DEL EJÉRCITO DE OPERACIONES.
EVACUACIÓN DE LA CIUDAD DE PUEBLA Y DEFECCIÓN DE NUESTRAS FUERZAS EN EL DISTRITO SUR DE LA BAJA CALIFORNIA
Durante nuestra permanencia en Veracruz procedí, con la máyor actividad posible, a la reorganización de las fuerzas del Cuerpo de Ejército del Noroeste con que me había incorporado al Estado de Veracruz.
La noche del 14 fui llamado al edificio de Faros por el C. Primer Jefe, en donde fui informado por él que la situación en Puebla, según noticias que el general Alvarado le estaba comunicando; se hacía a cada momento más difícil.
Pedí una conferencia con el general Alvarado, y cuando éste me informó de cómo estaba siendo atacado y de los elementos con que él contaba para defender la plaza, que ascendían a 10,000 hombres de las tres armas, con aprobación del Primer Jefe, le di las siguientes instrucciones:
Mañana, al iniciarse el día, deberá usted tomar la ofensiva con todos los elementos de combate que están a sus órdenes en esa plaza, procurando destruir a la columna enemiga que los está hostilizando, antes de dar tiempo a que sea reforzada con las tropas que procedentes de México, y al mando del general Ángeles, se sabe que vienen avanzando por Apizaco. Ya procedo desde luego a preparar mi salida para aquella plaza, con algunos refuerzos, para tomar el mando directo de las operaciones.
El día 15 hice mi salida para Puebla, con objeto de reforzar la guarnición de la plaza y tomar el mando directo de las operaciones, como lo había anunciado al general Alvarado en mi conferencia de la noche del 14.
El día 15 pernoctamos en Orizaba, donde estuve alistando mis fuerzas, para movilizarlas al Sur, y continué la marcha a primeras horas del siguiente día.
En Esperanza, tuve conocimiento que esa misma noche había evacuado la plaza de Puebla el general Alvarado.
Continuamos nuestra marcha hasta San Marcos, adonde llegamos en la tarde y a cuya estación se habían estado incorporando ya los trenes militares procedentes de Puebla, con las infanterías y parte de la artillería que se encontraban en aquella plaza, al ser evacuada.
A la caída de la ciudad de Puebla en poder de las fuerzas reaccionarias, el Constirucionalismo atravesaba por uno de sus más críticos períodos, y no pecaban de exagerado pesimismo quienes auguraran para nuestro partido una completa derrota. Para la mejor comprensión de aquellas difíciles circunstancias, creo que bastará hacer una relación de las condiciones que guardaba el territorio correspondiente al Cuerpo de Ejército del Noroeste, que era a mi mando: a saber:
De Naco (ésta y Agua Prieta eran las únicas plazas que conservábamos en todo el norte de Sonora) seguían recibiéndose partes rendidos por el general Hill, comunicando que continuaban los rudos ataques de los maytorenistas sobre aquella plaza, teniendo el enemigo un efectivo mayor de cinco mil hombres y bastante artillería y demás elementos de guerra; mientras que Hill y Calles, contaban solamente con poco más de mil hombres y un cañón revólver -al que cariñosamenfe le llamaban Panchito -sin que pudieran cubrir las bajas que sufrían en los diarips combates. Reforzar a Hill era materialmente imposible, dada la distancia que lo separaba de nuestros principales núcleos, entre los cuales y Naco había de por medio un extenso territorio, dominado completamente por el enemigo.
La guarnición de Santa Rosalía, Distrito Sur de Baja California, sobornada por Maytorena, se había sublevado en contra del Gobierno Constitucionalista, y había sido asesinado villanamente su comandante, el mayor Abraham Aguayo, por no haber éste querido defeccionar.
El Distrito Norte de Baja California estaba en poder de fuerzas exfederales, al mando del coronel Esteban Cantú, reconociendo al llamado Gobierno de la Convención y con el apoyo directo de Ángeles, quien con anterioridad había conseguido que dichas fuerzas ex-federales continuaran en Baja California y pertenecieran a la División del Norte.
El general Blanco, que había consumado su defección y unídose al llamado Gobierno Convencionista, aceptando la Cartera de Gobernación, en el Gabinete de Gutiérrez, reforzaba al enemigo con muchas de sus tropas, de las cuales se formaron varias columnas para dar impulso a la campaña reaccionaria; una de las cuales, al mando de los generales Cabral, Sosa y Trujillo, fue destacada a Sonora; otra, al mando del general Buelna, a Tepic, y otra sobre el Estado de Sinaloa, donde había defeccionado el gobernador Riveros; en tanto que otra parte de las fuerzas de Blanco, al mando del general Julián Medina formaba parte de la columna destacada por Villa, sobre Guadalajara.
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