Índice de La política hacendaria del nuevo régimen de Alberto J. Pani | PRIMERA PARTE | Biblioteca Virtual Antorcha |
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LA POLÍTICA HACENDARIA DEL NUEVO RÉGIMEN
Alberto Pani
PRESENTACIÓN
El ensayo que ahora colocamos en los estantes de nuestra Biblioteca Virtual Antorcha es de Alberto J. Pani, el connotado Secretario de Hacienda durante parte de los periodos presidenciales de Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Pascual Ortíz Rubio y Abelardo Rodríguez, considerado por propios y extraños como el fundador del sistema financiero mexicano. La política hacendaria del nuevo régimen, trabajo incluido en su obra Tres Monografías, editada en 1941 por Editorial Atlante, S.A., que nos ha servido de base para elaborar la presente edición cibernética, constituye, a no dudar, una importantísima aportación sobre el tema de la hacienda pública en el periodo que podríamos denominar, De la Revolución hecha gobierno.
En efecto, leyendo este ensayo es posible percatarse de los graves problemas del país en el rubro hacendario una vez triunfante el movimiento de Agua Prieta, y de como la falta de definición en este aspecto enrareció las posibilidades de la Revolución hecha gobierno.
Pani se nos presenta como un terrible crítico tanto de Adofo de la Huerta, quien estuvo al cargo de la Secretaria de Hacienda en los primeros años del gobierno presidido por Álvaro Obregón, al igual que del señor Luis Montes de Oca, Secretario de Hacienda durante el final del cuatrienio de Plutarco Elías Calles, el interinato de Emilio Portes Gil y casi la integridad del gobierno presidido por Pascual Ortíz Rubio. De estos dos personajes, Pani critica, quizá en exceso, sus errores, ensañándose, sobre todo, en el señor Luis Montes de Oca a quien sin que le tiemble la mano no duda en describir como corifero inconsciente del señor Plutarco Elías Calles.
Pero más allá de las interesantes y amenas anécdotas presentes en el ensayo, encuéntrase claramente delineado el pensamiento revolucionario de Alberto J. Pani, expresado en su acerba crítica a la denominada Escuela Liberal.
Los principos de la Escuela Liberal -escribe Pani-, en materia fiscal, se fundan en una errónea concepción del impuesto y sus consecuencias, así como de las condiciones del bienestar social. Según ellos, el impuesto sólo se justifica como precio de los beneficios que de los servicios públicos reciben en común los miembros de la colectividad, y debe herir lo menos posible las actividades productoras, cuyo principal estímulo es la obtención de fuertes beneficios para las empresas privadas. De ahí la preferencia concedida a los impuestos indirectos, por ser los únicos que se pagan voluntariamente, de acuerdo con las necesidades cuya satisfacción garantiza el gobierno, y que pesan exclusivamente sobre el consumidor. Pero la moderna doctrina del impuesto rechaza tales principios como falsos, injustos y antieconómicos. Son falsos porque el impuesto es una obligación y no el precio de un servicio. Son injustos, porque a pretexto de combatir el privilegio, agravan las desigualdades sociales, condenando al pobre a sacrificios mayores, dada la limitación de sus recursos, que los exigidos de los ricos. Y, por último, son antieconómicos, porque la riqueza pública, entendida como producción y acumulación de bienes, depende de la manera como son distribuídos éstos, o sea del grado del que todos participamos en su aprovechamiento, lo que quiere decir que será tanto mayor cuanto menos grandes sean las desigualdades sociales, y que no podrá existir ni aumentar allí donde unos cuantos vivan en la opulencia y el resto en una extrema miseria.
Habiéndole tocado enfrentar momentos sumamente difíciles y complicados tanto al interior del país como en el plano internacional el cual cimbrábase fortísimamente por el denominado crack del 29, Alberto J. Pani hubo de luchar tenazmente, en lo que a finanzas públicas se refiere, contra un conjunto de errores, devenientes unos de lo que podría denominarse la política económica del antiguo regimen porfirista, otros generados por anteriores Secretarios de Hacienda de la época revolucionaria, y otros más, debidos al sistema político dominante en el que el lambisconerío, la irresponsabilidad y desfachatez, orillaban no sólo a tomar decisiones equivocadas, sino lo que era peor, a mantenerlas aun a sabiendas de que eran equivocadas, solamente para no lastimar susceptibilidades de jefes máximos y mínimos.
En fin, existen en este ensayo, muchísimos datos, opiniones y valorizaciones, que de seguro clarificarán muchas dudas a todos los interesados en develar una de las partes menos conocidas del proceso revolucionario mexicano, como lo es el de la hacienda pública durante la etapa de la revolución hecha gobierno.
Chantal López y Omar Cortés
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