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7.4. La expedición de Roberto, Duque de Normandía.
La expedición del hijo primogénito del mítico Guillermo el Conquistador, Roberto, Duque de Normandía, fue dirigida por un triunvirato. En efecto, además del Duque de Normandía, se encontraban compartiendo el mando su cuñado, Esteban, Conde de Blois, y su primo, Roberto II, Conde de Flandes.
El Duque de Normandía había estado empeñado, antes de abrazar la causa de la cruz, en una guerra contra su hermano Guillermo Rufo de Inglaterra. Se cuenta que cuando se adhirió al llamamiento de Urbano II, el Papa interpuso sus oficios para lograr la reconciliación de los dos hermanos, consiguiendo que suspendieran sus bélicas acciones.
Para preparar su ejército y allegarse los recursos económicos, el Duque de Normandía hubo de hipotecar sus dominios territoriales a su hermano Guillermo, obteniendo una cantidad cercana a los diez mil marcos de plata, operación que se cerró en septiembre de 1096. Semanas más tarde, las fuerzas expedicionarias iniciarían su marcha con rumbo a Asia Menor. Acompañado de señores entre quienes se encontraban Odón, obispo de Bayeux; Gautier, Conde de Saint-Valéry; los herederos de los Condes de Montgomery y Montayne, Gerardo de Mournay, Hugo de Saint-Pol y los hijos de Hugo de Grant-Mesriel, al igual que un gran número de caballeros y soldados de infantería, no tan sólo de Normandía, sino también de Inglaterra, Escocia y Bretaña.
De parte de Esteban, Conde de Blois, se unieron a la expedición, entre otros, Everardo de Le Puits, Guerin Gueronat, Caro Asini, Godofredo Guerín y su capellán Alejandro, así como el clérigo e historiador Fulquerio de Chartres. No enfrentó el Conde de Blois el menor problema para hacerse de los recursos económicos necesarios por ser uno de los hombres más ricos de Francia.
En lo referente a Roberto II, Conde de Flandes, existía un importante antecedente familiar que le ligaba con Medio Oriente, puesto que su padre, Roberto I, había combatido bajo las órdenes del Emperador bizantino Alejo I, con el que mantuvo excelentes relaciones hasta su muerte ocurrida en 1093. Lógico resultaba que su hijo, el Conde de Flandes, gustoso participase en una empresa ligada con la protección y salvación del Imperio. Acompañado por tropas de Breante al mando de Balduino de Alost, Conde de Gante, Roberto II marchó rumbo al cercano Oriente dejando sus propiedades bajo la administración de su esposa, la Condesa Clemencia de Borgoña.
Iniciando la marcha en el mes de octubre, esta expedición tripartita saldría de Pontarlier con rumbo al sur. Cruzando los Alpes, arribaría a Italia en el mes de noviembre, lugar en donde se encontraría con el Papa Urbano II, quien le dispensó su bendición, dándole ánimos para que continuara su viaje. Posteriormente llegarían a Roma, luego a Monte Casino y finalmente al Ducado normando del sur, lugar en el que serían recibidos por el Duque de Apulea, Roger Barsa. En Calabria la expedición tripartita se dividiría al quedarse ahí, por una larga temporada, el Duque de Normandía y su cuñado Esteban, mientras Roberto de Flandes partía a Constantinopla.
No sería sino hasta el 5 de abril de 1097 que los ejércitos de Roberto y Esteban se embarcarían rumbo a la capital imperial, arribando en el mes de mayo. Sin problema alguno, todos estos señores cruzados realizaron el juramento de fidelidad al Emperador Alejo I, siendo magníficamente obsequiados con regalos, víveres y armamentos, y trasladados junto con los demás ejércitos cruzados que ya se aprestaban a entrar en acción planeando el sitio de Nicea.
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