6.3. La expedición de Guillermo IX, Duque de Aquitania.

Esta expedición, compuesta tanto por francos como por germanos, logró reunir un contingente mayor a los cinco mil efectivos, entre caballeros, clérigos, tropa y peregrinos. En ella participaron, además del Duque de Aquitania, Hugo, Conde de Vermandois, quien en este segundo viaje buscaba cumplir su antiguo voto de pisar Tierra Santa liberada; Güelfo, el Duque de Baviera; Thiermo, arzobispo de Salzburgo e Ida de Austria.

Partiendo en el mes de marzo de 1101, siguió la ruta terrestre en su traslado a Constantinopla. A su llegada a territorio imperial, causaría graves daños a la población bizantina, por lo que Alejo I ordenó a su ejército que le cortara el paso y le obligara a regresar por donde había llegado. Tan sólo la oportuna y diplomática actitud del Duque de Aquitania, evitó que se librase una batalla de grandes proporciones entre los dos ejércitos.

Tampoco alcanzaría esta expedición los objetivos planeados, puesto que igual que sucedió con la tropa del Conde de Nevers, fue emboscada y aniquilada, en el mes de septiembre, cerca de la ciudad de Heraclea por los ejércitos del Islam. Hugo, Conde de Vermandois, gravemente herido en la celada, murió el 18 de octubre de 1101 en la ciudad de Tarso; el arzobispo de Salzburgo acabó siendo apresado por los musulmanes y posteriormente sería torturado, muriendo en su suplicio. Ida de Austria falleció en la emboscada.

Con el exterminio de la expedición de Carlos IX, Duque de Aquitania, llegó a su fin la tercera etapa de la primera cruzada, sin que se hubiese conseguido la colonización de los territorios liberados, ni tampoco aumentado los efectivos para reforzar la defensa de Jerusalén. Ninguna de las tres expediciones llegó a la Ciudad Santa, y todas terminaron siendo masacradas. El fracaso del llamado del Papa Pascual II, había sido total.