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CAPÍTULO XV
Ixtepeji
15 de mayo de 1860
Nos retiramos para la sierra. La mayor parte de nUestra fuerza tomó la vía directa de Tlalixtac para Ixtlán, y el resto, en la cual venía el Cuartel General y la artillería, la vía de San Agustín Etla y Teococuilco. El enemigo mandó perseguir a los que se retiraban por Tlalixtac con una columna que mandaba el General Anastasio Trejo, y destacó otra mandada por el General Alarcón, contra los que nos retiramos por Teococuilco.
Al hacer el General Rosas Landa su marcha rápida hasta Teococuilco, me encomendó el cuidado de la retaguardia, y cuando me vi perseguido muy de cerca por el General Alarcón, hice una contramarcha con la fuerza que me quedaba, pues la mayor parte de ella había seguido al General Rosas Landa y obligué a Alarcón a retroceder al valle; y así pude continuar mi marcha hasta Teococuilco, que fue muy penosa por tener que hacerla por montañas y con artillería pesada.
Una vez en Teococuilco, exagerando el General Rosas Landa la falta de disciplina que en efecto había en nuestras tropas, nos manifestó que volvía a Veracruz a dar cuenta al Sr. Juárez de que éramos inmanejables. Volvió a recaer el mando por este hecho, en el Coronel Salinas, quien se adelantó solamente con su Estado Mayor para Ixtlán, con objeto de acuartelar convenientemente a la otra columna que había marchado directamente para aquel punto, y disponer lo necesario para rechazar la columna de Trejo, que sabíamos iba en su persecución, dejándome con la fuerza en Teococuilco.
Llegó Salinas a Ixdán, y sin embargo, nada pudo disponer en contra de Trejo, porque la fuerza que había venido por esa vía no estaba toda en Ixdán, sino repartida en varios pueblos, donde arbitrariamente se habían alojado los soldados. Antes de que se reunieran llegué a Ixdán con la fuerza que el Coronel Salinas había dejado a mis órdenes en Teococuilco, y como era la única disponibe marché después de pocas horas de descanso hacia Ixtepeji, en donde las compañías de ese lugar y parte de la población que estaba armada, habían detenido a Trejo por dos días, batiéndolo en el rancho de la Parada.
Llegué a Ixtepeji como a las nueve de la mañana del 15 de mayo de 1860, en momentos en que casi eran derrotadas las fuerzas que sostenían nuestra causa, y Trejo ocupaba ya la población; pero mi presencia y el refuerzo de municiones que di a los derrotados, los reanimó, y entonces batimos formalmente a Trejo, obligándolo a retroceder para Oaxaca, después de un serio y sangriento combate.
Como yo conocía el terreno mejor que Trejo, mandé por veredas extraviadas, fuerzas que fueran a salirle a una o dos leguas a su vanguardia, y entonces destrocé por completo su columna, que era de 700 hombres, pues llegaron a Oaxaca menos de 100. Esta victoria nos permitió vivir algunos meses tranquilamente en la sierra, porque el enemigo no volvió a emprender ningún movimiento contra nosotros, no obstante el considerable refuerzo que había recibido con la columna venida de México a las órdenes del Coronel Miramón.
Como pocos días antes de la victoria de Ixtepeji, había partido para Veracruz el General Rosas Landa, calificándonos de indisciplandos e incapaces de todo servicio, me pareció conveniente que el Sr. Juárez recibiera antes que el General Rosas Landa, la noticia de esa victoria; y con ese objeto le escribí una carta que mandé con un oficial que condujo el parte del General Salinas, y le previne que no dijera nada de lo ocurrido al General Rosas Landa. Mis instrucciones fueron cumplidas con fidelidad, y se sorprendió grandemente Rosas Landa cuando al dar al Sr. Juárez los malos informes que llevaba de nosotros, supo que habíamos obtenido una importante victoria.
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