Índice de Memorias de Porfirio DíazCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO XVII

Félix Díaz

1833 - 1860

Mi hermano Félix nació el 2 de mayo de 1833, cinco meses antes de la muerte de mi padre. Aunque la diferencia entre nuestras respectivas edades era insignificante, siendo yo el varón de más edad de la familia, me trataba y consideraba como padre más que como hermano. Fue uno de mis más eficaces colaboradores en mi carrera militar, y selló con su sangre su adhesión a mi persona.

Mi hermano era muy afecto a todos los ejercicios atléticos, y como su constitución era robusta y muscular y se había dedicado a la gimnasia, llegó a adquirir una gran fuerza física. Estaba dotado de cualidades especiales para soldado, y siempre dio pruebas de ellas en todos los combates que sostuvo, en los cuales demostró mucho valor y Una gran serenidad. Tenía talento natural aunque poco cultivado, era jovial y a veces y en momentos solemnes hasta chocarrero. Estaba dotado de grandes recursos para la guerra, y en los instantes de mayor peligro, le ocurrían los arbitrios más felices y los ardides más ingeniosos y de mejores resultados.

Comenzó Félix su carrera en el Seminario de Oaxaca en el año de 1846, y permaneció allá muy pocos meses y sin llegar a sufrir ningún examen. Lo pasé después al Instituto en donde estudiaba yo, y allí cursó los dos años de latinidad, el primero con el Lic. Felipe Vargas, y el segundo con el Profesor Don Román Cerqueda.

Estaba estudiando primer año de Filosofía en el Instituto de Ciencias y Artes del Estado, con el Profesor Don Francisco Cerain, cuando me manifestó decidida vocación por la carrera militar, al grado de ir a presentarse como voluntario a un batallón de artillería, que mandaba en esa época el Teniente Coronel Don Alejandro Espinosa.

Como no me gustaba que adoptara la carrera militar, sin tener estudios correspondientes, conseguí del Gobierno su baja en el batallón y que viniera a México a sentar plaza en el Colegio Militar; lo cual se me facilitó por las relaciones que Don Marcos Pérez tenía en la capital.

Fue contemporáneo en el Colegio Militar de Don Miguel Miramón, quien era Capitán de su compañía. Después de dos años de estudios en el' Colegio y cuando había sufrido los exámenes correspondientes, entre los cuales se encontraba el de las armas tácticas, salió para Alférez del 3° de caballería, que mandaba el Coronel Don Mariano Moret, cuya matriz estaba en el Fresnillo y se ocupaba de la guerra contra los indios bárbaros.

Fueron tres los Oficiales destinados a ese regimiento, mi hermano y otros dos alumnos que eran también oaxaqueños, llamado uno Ramón Monterrubio, y el otro Maximiano Bolaños. Bolaños solicitó su baja después de pocos meses y se retiró para Oaxaca. Monterrubio pasó después de pocos días al Batallón de Guías. En consecuencia, sólo mi hermano continuó con el 3er. Regimiento.

No recuerdo episodios importantes de su carrera en ese periodo, aunque le oí referir varios muy notables, especialmente uno en que le tocó defender un convento en San Luis Potosí; sólo sé que hizo una campaña muy activa con los indios, y que le quedó una cicatriz de una herida causada en uno de los combates.

Ascendió sucesivamente hasta llegar a ser Teniente Coronel, y militó en las filas conservadoras, porque como él estaba en el ejército cuando el General Santa Anna volvió al poder en 1853, y todo el ejército permanente lo reconoció, mi hermano siguió por supuesto a sus camaradas.

Cuando yo me hallaba en Tehuantepec, en los años de 1858 y 1859, mi hermano se sintió profundamente disgustado al saber que yo militaba en las filas contrarias, porque no podía él faltar a sus compromisos, sin cometer una mala acción. En una de tantas noticias falsas que daba la prensa, se aseguró que yo había muerto en un combate en Oaxaca, y esta notica que mi hermano vio en un periódico, lo decidió a separarse de las mas reaccionarias, y aprovechando la circunstancia de encontrarse ya no en fias, sino en el Estado Mayor del General Don Leonardo Márquez, abandonó a ese partido y vino a presentarse a Oaxaca en marzo de 1860, a la sazón en que sitiábamos a aquella ciudad, a las órdenes del General Rosas Landa.

Allí supo que no era cierta la noticia de mi muerte, y sin embargo tomó servicio en nuestras filas, de las que ya no volvió a separarse.

Me acompañó en todas las operaciones del segundo sitio de Oaxaca, en nuestra retirada a la sierra de Ixtlán, en la batalla de Ixtepeji, en la acción de la Hacienda de San Luis, y en la toma de la capital de Oaxaca.

Después de la victoria que obtuvo en las Sedas, de que hablé en su lugar, salió con la Brigada de Oaxaca a las órdenes del General Salinas y se incorporó en Tehuacán con el General Ampudia.

Hizo toda esa campaña y su Cuerpo era la única caballería que tenía la División en los momentos de ser derrotado el General Miramón en Calpulálpam. El fue quien recogió todos los prisioneros que pudimos hacerle a Miramón, en su retirada para México. De suerte que a nuestra entrada a la capital de la República, su regimiento estaba en alta fuerza.

Concurrió después a la batalla de Pachuca el día 20 de Octubre en 1861, prestando en ella importantes servicios.

Fue el primero que cruzó sus armas con los franceses cUando éstos, faltando a su palabra de honor, retrocedieron de Córdoba, violando el armisticio que habían celebrado. Hecho prisionero, se evadió en medio del enemigo, y en presencia de una fuerza francesa compuesta de las tres armas. Por no anticipar los sucesos, no menciono aquí, pero lo haré después, los demás hechos de armas en que me acompañó.

Índice de Memorias de Porfirio DíazCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha