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CAPÍTULO XXX

Rendición de Puebla

Del 10 al 13 de mayo de 1863

Siguieron las operaciones del sitio hasta el día 13 de mayo de 1863, tres días antes de la rendición de la plaza, en que el General en Jefe citó a una junta de Generales para consultar su opinión sobre el partido que debía adoptarse, supuesta la situación de la plaza que era bien conocida de todos, por la absoluta escasez de provisiones de boca y de municiones para sostener la guerra.

Después de informar a la junta sobre la existencia de municiones el proveedor general y el Comandante general de Artillería, y después de retirarse el primero opinó la mayoría de los Generales presentes, que precediendo algunos ataques simulados se hiciera un esfuerzo supremo por el rumbo opuesto para romper la línea sitiadora y utilizar parte del personal y materiales de guerra. Con este objeto se ordeno al Comandante General de Artillería que deshiciera algunos cartuchos de cañón, y elaborara hasta donde fuera posible, municiones para armas portátiles, que eran las más escasas.

Como el enemigo redoblaba sus esfuerzos, al día siguiente manifestó el Comandante general de Artillería que en la misma noche y durante nuestra conferencia se había COnsumido la mayor parte de municiones de artillería que quedaban, porque era indispensable contestar el vivo cañoneo que a varios fuertes de nuestra línea de defensa hacía el enemigo; y que los jefes de dichos fuertes habían estado pidiendo durante la noche, gran cantidad de municiones antes que sus órdenes pudieran llegar al almacén. De suerte que cuando se daba este parte, ya no quedaban ni municiones de artillería. Entonces dispuso el General en Jefe que se rompieran todas las armas portátiles lo mismo que la artillería; y mandó al General Mendoza, Cuartel Maestre del Cuerpo de Ejército, a avisar al General Forey que la plaza estaba a su disposición y que todos estábamos desarmados y constituidos sus prisioneros incondicionalmente, lo cual verificó el 17 de mayo de 1863.

Una vez prisioneros, se presentó el General Forey el día 18 de mayo de 1863, segundo de nuestra prisión, con un acta redactada por él en francés con la pretensión de que la firmaran los Generales, Jefes y Oficiales del Ejército, en la que se intentaba comprometernos, bajo nuestra palabra de honor, a permanecer neutrales en los lugares que se nos designaran hasta el fin de la guerra.

Muy pocos entre los subalternos firmaron esa acta, y los Generales suscribimos una manifestación en la que expresamos que las leyes de nuestro país y nuestras convicciones personales no nos permitían contraer ningún compromiso con el invasor. Al fin de este capítulo inserto el acta y la nota con la que suscribimos.

En consecuencia de nuestra negativa a firmar el acta citada, se dispuso enviar confirmados a Francia a todos los recalcitrantes. Los prisioneros estábamos separados en distintas prisiones, en una Generales de División, de Brigada efectivos y graduados; en otra los Jefes de Coronel a Comandante, y en otras los subalternos de Capitán a Subteniente. Los soldados habían sido divididos también en tres o cuatro prisiones distintas. A los Generales nos tocÓ por prisión, la casa propiedad del General Mendoza, que estaba en la calle de Herreros.

Los documentos a que me refiero son los siguientes:

Cuerpo expedicionario de México.
Estado Mayor General.

Los que abajo firmamos, Oficiales mexicanos hechos prisioneros, nos comprometemos bajo nuestra PALABRA DE HONOR a no salir de los límites de la residencia que se nos asigne, a no mezclamos en nada por escrito o por actos, ya en la guerra o en la política, por todo el tiempo que permaneceremos prisioneros de guerra, y a no mantener correspondencia con nuestras familias y amigos sin el consentimiento de la autoridad francesa.

Cerro de San Juan, a 18 de mayo de 1863.


Zaragoza, 18 de mayo de 1863.
Cuerpo de Ejército de Oriente.
Prisioneros de guerra.

Los Generales prisioneros que suscriben, pertenecientes al Ejército mexicano de Oriente, no firman el documento que se les ha remitido la mañana de hoy del Cuartel General del Ejército francés, tanto porque las leyes de su país les prohiben contraer compromiso alguno que menoscabe la dignidad del honor militar, como porque se los prohiben también sus convicciones y opiniones particulares.

Jesús G. Ortega
Francisco Paz
Felipe B. Berriozábal
Florencio Antillón
Francisco Alatorre
Ignacio de la Llave
Alejandro García
Epitacio Huerta
Ignacio Mejía
José M. Mora
Pedro Hinojosa
José María Patoni
Joaquín Colombres
Domingo Gayosso
Antonio Osorio
Eutimio Pinzón
Francisco de Lamadrid
Porfirio Díaz
Luciano Prieto
J. B. Caamaño
Mariano Escobedo
Manuel Sánchez
Pedro Ríoseco
Manuel G. Cosío
Miguel Auza
Jesús Loera.

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