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CAPÍTULO XLII
Sitio de Oaxaca por el General Bezaine
Aguilera
Del 28 de diciembre de 1864 al 19 de febrero de 1865
Dos o tres días después del reconocimiento hecho por el General Curtois d'Hurbal, se movió toda la' fuerza francesa y traidora, y comenzó a establecer su línea de contravalación. El General Bazaine llegó al campamento francés sobre Oaxaca el 15 de enero de 1865, y asumió desde luego el mando en jefe. Los franceses ocuparon primero lo que ellos llamaban primer dominante, y cuyo nombre vulgar es el Cerro Pelado Grande, el Monte Albán y el Pueblo de Xoxo, y siguieron ocupando la línea no con resistencia decisiva, pero sí con pequeños tiroteos por, parte de la plaza, que tendían a impedir o dificultar sus obras hasta cerrar su línea en San Felipe del Agua, que ocupó el General Jeanningros con los Batallones Cazadores de África de a pie y Legión extranjera.
El Genera) Bazaine estableció su Cuartel General, al comenzar el sitio, en el pueblo de San Jacinto de Amilpas, y cuando lo hubo estrechado, lo trasladó a la Hacienda de Montoya.
Calculo que la fuerza que tenía Bazaine al cerrer el sitio ascendería a unos 9,000 hombres del ejército francés y cosa de 1,000 traidores, siendo los últimos de caballería. Al perder mi caballería, me quedarían en la plaza 2,800 hombres, según he dicho ya.
La fuerza sitiadora se aumentó en los últimos días del sitio, porque sin duda cuando el General Bazaine hubo estrechado su línea y adelantado sus obras de aproche y tal vez fijado día para el asalto, comenzó a detener a las fuerzas que llegaban como escoltas de los convoyes que se le enviaban, que eran partidas gruesas, porque el Coronel Félix Díaz los hostilizaba en el camino, en términos que al fin del sitio la fuerza sitiadora había aumentado considerablemente lo mismo que su material, pues tenía hasta morteros de 14 pulgadas.
Durante el mes de enero de 1865, cuando el General Jeanningros ocupaba el pueblo de San Felipe del Agua con un Batallón de Cazadores a pie y otro de Legión extranjera, surgió una disputa por la Hacienda de Aguilera que está entre la ciudad de Oaxaca y San Felipe del Agua, mucho más cerca de la ciudad que del pueblo, que no había sido ocupada por mi fuerza, porque mi personal disponible era poco y apenas me bastaba para defender el área de la ciudad. Sin embargo, como la hacienda quedaba entre ambos combatientes, sus dueños y vecinos la habían abandonado, y eso dió motivo a que lá plebe, y entre ella algunos soldados, comenzaran a extraer las semillas que había en ella. Con este motivo, el 22 de enero de 1865 el General Jeanningros mandó unas compañías que batieron a los que saqueaban la hacienda y tomaran posesión de ella; pero como al ocuparla sin resistencia, pues aunque entre la masa desalojada había algunos soldados, éstos estaban desarmados, hizo mucho alarde de victoria, me pareció que si no le apagaba su orgullo infundado, sufriría el ánimo de los míos, y entónces mandé al Mayor Don José Guillermo Carbó con la compañía de granaderos del primer Batallón de Sinaloa, y la tercera del de Juárez, a desalojar a los franceses de la Hacienda de Aguilera. Hubo un combate en el que sufrimos grandes pérdidas por una y otra parte; pero al fin quedaron desalojados los franceses y rechazado un auxilio considerable que de San Felipe del Agua mandaba el General Jeannningros. Como nunca entró en mis planes la defensa de la Hacienda de Aguilera, la mandé abandonar en la noche cuando ya nadie la disputaba.
Los estragos que causaban en la fuerza sitiada los frecuentes combates que tenían por objeto impedir los aproches, y el bombardeo constante que el enemigo sustuvo sobre la plaza, así como la noticia de la pérdida de nuestra caballería y de la defección de la guarnición que había dejado en Tehuantepec a las órdenes del Coronel Remigio Toledo y los trabajos de los liberales renegados; desmoralizaron de tal manera la tropa de mi mando, que llegaron a desertarse guardias enteras hasta con sus comandantes; y un día, en un ataque que el enemigo hizo al Fortín de la Libertad, el mayor de unos de los Batallones de Sinaloa, Adrián Valadez, vitoreando a sus soldados los invitó a salvar el foso y se fue con más de cien hombres de los que defendían la trinchera, teniendo los Coroneles Toledo y Corella grandes trabajos para contener la desmoralización y no perder el fortín en ese día.
No fue éste el último ni el peor ejemplo de desmoralización, pues pocos días después desertó un Teniente Coronel de Infantería, llamado Modesto Martínez, quien fue muerto al tocar la línea enemiga, porque los puestos avanzados lo tomaron por espía.
En los primeros días de febrero recibí comunicaciones de los jefes que defendían los principales puntos en que me decían que no respondían de la situación; que era imposible con fuerza tan pequeña y desmoralizada resistir un ataque de un número tan fuerte y bien armado como era el enemigo, sobre todo cuando en los últimos días ya no había víveres de ningún género; pero que si no disponía yo otra cosa, sucumbirían cumpliendo con su deber. Solamente el Coronel Don Juan Espinosa y Gorostiza que defendía el Convento de la Soledad y la línea de que dicho convento era centro, no me dirigió nunca semejante comunicación, no obstante que su situación era idéntica a la de los demás.
El día 8 de febrero de 1865 se nos habían agotado por completo las municiones de guerra y de boca, y algunos días antes lo habían sido los víveres de las familias que quedaron dentro de la plaza sitiada, que aunque eran pocas, se quejaban con escándalo y en constantes manifestaciones públicas hacían alarde de su situación insostenible, quebrantando así el ánimo de los soldados que ya estaba bastante decaído.
En este estado de completa desmoralización y cuando ya la defensa no era posible, pues no sólo no quedaban reservas grandes ni pequeñas, sino que la guarnición misma de los fuertes era notoriamente escasa y apenas habría podido resistir a los distintos ataques que intentó el enemigo, pues no me quedarían ni mil hombres disponibles en la plaza, me pareció que no debía yo permitir que corriera más sangre en el último asalto (1) que terminara aquella situación, por ser enteramente infructuosa toda resistencia, decidiéndome a rendir la plaza.
Inserto los siguientes documentos que refieren algunos de los incidentes del sitio de Oaxaca y fueron comunicados por nuestra Legación en Washington al Gobierno de los Estados Unidos de América, en nota fechada el 15 de septiembre de 1865, y comunicados por el Presidente a la Cámara de Diputados de aquel país, con su mensaje de 20 de marzo de 1866. (Congreso 39°.- Cámara de Diputados. Primer período de sesiones.- Documentos del Ejecutivo N° 73. Págs. 419 y 420) (2).
Ejército de Oriente.
Brigada de Caballería.
Coronel en Jefe.
Ciudadano General
Participo a usted que acabo de tener un rudo choque con la caballería del enemigo, a la que se han hecho 20 muertos, varios heridos y algunos prisioneros, quitándoles ocho caballos. Los muertos y prisioneros son de los renombrados Húsares del Imperio, pues los traidores se parapetaron prudentemente trar las grupas de sus amos. El enemigo ha sido arrollado sobre su centro; pero como trae infantería y no la tengo a la mano y debo cumplir otras instrucciones, me replegué sin precipitación.
Independencia y Libertad.
San Isidro, diciembre 18 de 1864.
Félix Díaz.
Al General en Jefe de la Línea de Oriente.
Oaxaca.
República Mexicana.
Cuartel General de la Línea de Oriente.
En atento oficio de hoy digo al Ministerio de Guerra del Supremo Gobierno Constitucional lo que sigue:
Por aviso oficial del Jefe de la caballería, verá usted que el enemigo avanzó el grueso de su infantería hasta la derecha de Atoyac, en terrenos de Montoya, donde formó en batalla. Mandé entonces que avanzase una Compañía del Batallón de Sinaloa al mando de su Capitán Manuel Fernández, y por otra el Batallón Sierra Juárez que salió después con dos pequeñas piezas que dirigía el Capitán Martiniano León.
El enemigo que seguramente esperaba, como ha pretendido hacer creer a sus soldados, que abandonaríamos la plaza luego que se presentasen a la vista, cambió solamente algunos tiros de artillería, y con pérdida de algunos muertos y varios heridos; huyó en desorden hasta su campamento de Etla.
Si los franceses han querido hacer un ensayo, pretendiendo atemorizarnos, se habrán convencido que si bien los consideramos dignos por el valor, nos creemos bastantes para combatirlos y vencerlos.
Independencia y Libertad.
Oaxaca, diciembre 22 de 1864.
Porfirio Díaz.
Al Gobernador del Estado de Oaxaca.
Ejército de Oriente.
Brigada de Caballería.
Ciudadano General.
Después de la escaramuza de Etla, en que la caballería del enemigo ha tenido más de cincuenta h9mbres fuera de combate, he conservado la posición que se me ordenó en las instrucciones que se me enviaron.
Esta mañana, los franceses emprendieron un movimiento formal sobre esta plaza. Hice mi descubierta al amanecer, avanzando hasta San Pedro Ixtlahuaca; pero como el enemigo me rompió el fuego, permanecí en la garita del Marquesado, desde donde lo vi desfilar sin detenerse ante una guerrilla avanzada más que para recoger los heridos que ésta le hizo.
No ocurre otra novedad particular.
Independencia y Libertad.
Garita del Marquesado, diciembre 22 de 1864.
Félix Díaz.
Al General en Jefe de la Línea de Oriente.
Notas
(1) El Capitán G. Niox del Estado Mayor General del Ejército francés, dice en su libro Expedición de México 1861-1867, segunda parte, capítulo III, pág. 449, que el General Bazaine ordenó el asalto a Oaxaca para el 9 de febrero de 1865.
(2) Correspondencia de la Legación Mexicana en Washington. 1860-1867 - volumen V. pág. 631.
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