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CAPÍTULO L

Tulcingo

1° de octubre de 1865

En la madrugada del día 1° de octubre de 1865 cesó la lluvia y comprendí que era el momento oportuno para batir al Coronel Visoso que con una pequeña columna de 300 infantes y 50 caballos estaba acuartelado en Tulcingo, pues me pareció muy natural que el primer día útil después de aquellas lluvias y mal acuartelado como estaba, pensara en limpiar su armamento y que la hora más a propósito para caerle, serían las nueve o diez de la mañana. Antes que amaneciera emprendí mi marcha para Tulcingo, y ya muy cerca del pueblo en que había una colina de por medio, encontré a un hombre que venía con el pretexto de traer pan a Tepetlapa, pueblo donde hay muchos panaderos. Me pareció desde luego inverosímil ese comercio y comprendí que era un explorador de Visoso. En efecto, con algunas amenazas me confesó que era explorador y me dio algunas noticiaS importantes, entre otras, que era cierto que la tropa estaba limpiando sus armas.

Después de un ataque de sorpresa, combinado y muy rápido sobre el atrio y templo, que era el lugar donde el enemigo se encontraba acuartelado, logré rendirlo, no obstante que hizo mucha resistencia hasta los últimos momentos, ocasionando pérdidas de consideración, pues recogí cuarenta muertos del campo de batalla. Visoso había huído con sus 50 caballos dejando en mi poder toda la infantería con sus armas, sus útiles de banda y tres mil y tantos pesos en oro que tenía su pagaduría.

Como era natural, entre la clase de gente que yo había reclutado, habían encontrado dueño los tres mil pesos, suponiendo que lo era legalmente su primer ocupante. Tuve gran dificultad para convencerlos de que eso no debía entenderse así. Entonces nombré pagador al Lic. Don Manuel Guerrero que se me había incorporado en Piaxtla, y allí comenzó mi contabilidad en toda esa campaña, que se cerró después de ocupar la Capital de la República.

Al día siguiente organicé a los prisioneros formando dos compañias que pomposamente llamamos Batallones, dando a mandar una al Mayor Don Juan José Cano, que era un Oficial de los que se nos habían incorporado en Tecomatlán, y la otra al entonces Teniente y hoy General Don Mauricio Martínez.

Con mi fuerza aumentada así, emprendí mi marcha para Tlapa, del Estado de Guerrero, y en esa travesía se me incorporó el Coronel Don José Segura y Guzmán, procedente de la Mixteca, que venía al rumor de mi aparición por ese rumbo, con algunos hombres montados y armados.

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