Índice de Memorias de Porfirio DíazCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO LIV

Operaciones contra Silacayoapan y Tlaxiaco

Del 6 de diciembre de 1865 al 24 de febrero de 1866

Volví a Tlapa donde permanecí algunas semanas sin que ocurriera acontencimiento notable, aprovechando la calma para instruir y organizar mi pequeña fuerza. En busca de recursos y hombres, emprendí una marcha para el Estado de Oaxaca, penetrando por el Distrito de Silacayoapan. Las pequeñas guarniciones que había en aquellos pueblos se retiraban al tener conocimiento de mi arribo al pueblo de Silacayoapan, cabecera del Distrito de su nombre, porque conocían que todos esos pueblos simpatizaban con la causa nacional, y yo lo ocupé el 13 de diciembre de 1865.

Expedí algunos decretos y pasé en seguida con intención de sorprender a Tlaxiaco, que estaba defendido por el General Trujeque. Después de algunos pequeños combates ocasionados por varias salidas que éste hizo, se resolvió a abandonar la plaza y la ocupé yo el 22 de diciembre de 1865, persiguiéndolo en su retirada para Teposcolula, hasta el pueblo de Santiago Yolomecal, en donde abandoné la persecución para volver a Tlapa.

Cuando supieron en Oaxaca que yo había ocupado a Silacayoapan y Tlaxiaco, mandaron fuerzas superiores a las mias para recobrar esas poblaciones, por lo cual tuve que a abandonarlas y retirarme a la costa.

Sabiendo en los primeros de enero de 1866 que en Silacayoapan había una fuerte guarnición austriaca y con el fin de hacerla salir de aquel pueblo amagué a Tlaxiaco; logré mi objeto, pues los austriacos se dirigieron a ese pueblo y yo ocupé a Silacayoapan. Me dirigí entonces sobre Tlaxiaco y lo batí por dos días, el 6 de enero de 1866; pero supe que venían al enemigo refuerzos considerables que estaban ya a cinco leguas de Tlaxiaco y tuve que evacuar mis posiciones frente a aquel pueblo. El 28 del mismo enero rechacé a una partida de traidores que asaltó a Silacayoapan muriendo el jefe.

Hice otros movimientos que no fueron de trascendencia a causa de los pocos elementos de que podía yo disponer, por lo cual no los enumero aquí.

Inserto en seguida dos cartas que dirigí a nuestro Ministro en Washington, fechada la primera el 14 de enero de 1866, en Santa Lucía Monteverde, Distrito de Tlaxiaco, y la segunda en Yoxondua el 20 del mismo mes, ambos pueblos del Estado de Oaxaca, cartas que contienen algunos detalles respecto de mis movimientos en esos días y que fueron publicadas en inglés por el Gobierno de los Estados Unidos de América, y no encontrándose el texto español de la primera, ha habido que traducirla al castellano, de la traducción inglesa.

Santa Lucía, Monteverde (1). Distrito de Tlaxiaco, Estado de Oaxaca, enero 14 de 1866.

Voy a decir a usted lo que me sucedió desde que me evadí de la prisión hasta la fecha, pero si usted ha leído lo que sobre esto le he escrito antes, no será sino una cansada repetición.

Verifiqué mi fuga de la prisión el día 20 de septiembre a media noche. El día 22 y 23 tuve dos escaramuzas con los traidores que me perseguían; la primera fue contra veinte y cinco infantes, en Tehuitcingo, la segunda contra cuarenta o sesenta de caballería en Piaxtla. De allí pasé a Tecomatlán con el propósito de ponerme fuera de la acción de las Fuerzas de Acatlán y de proteger la incorporación de una pequeña Fuerza de Guardias Nacionales de Tlapa; pero las encontré en Tecomatlán y me regresé para encontrar a Visoso, que permanecía aún en los límites de Puebla y Guerrero, y había sido uno de mis más activos perseguidores. Le di alcance en Tulcingo; allí tuvo lugar un combate, en el cual el enemigo se retiró dejando dinero, armas y municiones en mi poder, además de cuarenta muertos en el campo y numerosos prisioneros.

Después, dejando todo mi botín en poder del Coronel Segura, me fui a La Providencia a tener una entrevista con el General Álvarez; fui bien recibido en todas las poblaciones y en el Cuartel General del Sur. El Gobernador se hallaba dispuesto a darme todo lo que tenía, es decir, armas y municiones, pero nada de dinero, porque no lo tenía. Podía haber dispuesto de cualquier número de Fuerzas del Sur, a condición de que las pagase desde que las alistara. A mi paso por Tixtla, en mi regreso de La Providencia, Supe que una columna del enemigo, fuerte de 700 hombres de todas armas, de austriacos y traidores, habían Ocupado a Tlapa, a la vez que como dos mil franco-tiradores defendían el paso del Mezcala, en Iguala.

Tomé trescientos infantes de Chilapa con algunos serranos y marché sobre Tlapa. El enemigo se retiró, dejando a Visoso con doscientos cincuenta hombres en observación nuestra. Tuve que devolver a la gente de Tixtla porque no podía mantenerla; hice que Visoso tuviera conocimiento eXacto de que yo estaba enfermo en Tlapa a 6 leguas de Tepetlapa, en donde él se encontraba, y con esto se envalentonó mucho. El día 3 de octubre ordenó que formase la Guardia Nacional en la plaza y después de la parada, partí; -él ignoraba la razón para esto- y después de la parada de la mañana, salí de allí y el día 4 al amanecer había yo escarmentado severamente a Visoso. Dejé en el campo 81 muertos, entre ellos tres oficiales, muchos prisioneros, armas, caballos, etc. Allí obtuve alguna gente de refuerzo, con la caballería de Bernardino García, con lo que completé una fuerza de 100 infantes y otros tantos caballos. Volví a Tlapa, más de allí me fuí a Silacayoapan, a donde llegué el día 13, y encontré que su guarnición de tiradores había huído antes de mi llegada. Organicé las autoridades y la Guardia Nacional, y entonces me fui a hacer lo mismo a Tlaxiaco; pero apenas hacía tres días que me hallaba en este último lugar, cuando se presentó una columna de austriacos y traidores, fuerte de 700 hombres. Me vi obligado a evacuar la plaza y el día 22 lo verifiqué retirándome al paso del enemigo que me perseguía, pero tan lentamente que en una semana sólo hice unas diez y siete leguas, mientras que el enemigo hizo nueve.

La columna austríaca se volvió a Oaxaca, en donde se necesitaba su presencia, y dejó en observación de mis movimientos unos 150 hombres y 300 de guarnición en Tlaxiaco. Me alisté para atacar a los que me observaban, pero habiéndose percibido de mi intento, se retiraron a Tlaxiaco. Entonces y con un refuerzo de unos 150 infantes de San Andrés Cabecera Nueva que recibí con sus autoridades a la cabeza, me aproximé a Tlaxiaco. El enemigo salió a encontrarme y lo batí en dos diversos encuentros, después de los cuales se retiró a la población. Le tomé cuatro caballos, 14 lanzas, cuatro prisioneros, una corneta, seis fusiles y le puse en dispersión 30 hombres. No puedo decir el número exacto de muertos y heridos; ellos dicen que sólo tuvieron un muerto y cinco heridos. Por nuestra parte, tuve un Teniente muerto; ocupé durante dos días parte de la población, a tiro de pistola del enemigo, pero no se atrevió a atacarme; mas como él esperaba refuerzos y yo no esperaba ningunos, tuve que irme a otras poblaciones para procurarme víveres y pasturas para 50 caballos y 116 infantes, pues los de Cabecera Nueva quedaron en sus casas. Tuve que licenciar 140 hombres porque no podía mantenerlos sin extorsionar a los habitantes. Cuando amenazaba yo a Tlaxiaco, el enemigo evacuó a Silacayoapan, que volvió a ocupar su Jefe Político el Comandante Manuel Reyes, con la Guardia Nacional.

Aun cuando habían llegado refuerzos al enemigo de unos 500 hombres en Tlaxiaco, y de entre ellos 100 eran austríacos, no se atrevía a atacarme.

Esto es todo lo que hasta ahora he podido hacer; le seguiré informando sobre mis futuros movimientos a medida que vayan teniendo lugar. He dispuesto la rebaja del impuesto de capitación a un real, y he devuelto las alcabalas al Estado como lo hice en 1864. No me ha sido posible pasar hacia el Norte del Estado; he transmitido órdenes en todas direcciones, pero sólo de Figueroa y Juchitán he recibido respuestas favorables. Este momento es muy propicio para hacer mucho, y para extender la Línea de Oriente mucho más de lo que ocupaba en 1864, pero carezco de recursos y sin éstos nada puede hacerse.

Su amigo sincero.

(Firmado) Porfirio Díaz.
C. Matías Romero, etc., etc.
Washington.



Yoxondua (2), Estado de Oaxaca, enero 20 de 1866.

Muy querido amigo:

A principios de éste, el seis del corriente, con objeto de llamar a Tlaxiaco la guarnición austriaca que se hallaba en Silacayoapan, hice un amago serio al primero de estos puntos; se verificó la concentración de fuerzas que yo deseaba y se ocupó a Silacayoapan. También me proponía con ese movimiento llamar la atención de una columna austro-traidora que marchaba por oriente a batir a Figueroa; al presentarme a las puertas de Tlaxiaco salió su guarnición, superior en número a mis fuerzas y a las órdenes de Ramírez de Acevedo, a batirme, la rechacé con empuje de mi caballería (que es del mismo personal que tenía Ramos en Oaxaca en 1860) y esto sucedió tres ocasiones sin mayores resultados, porque siendo muy corta la distancia que arriesgaban a recorrer los defensores de la plaza, a poco de perseguirlos nos hallábamos bajo los fuegos de la torre y edificios altos del centro; permanecí dos días al frente de Tlaxiaco a menos de medio tiro de fusil, y el enemigo no emprendió una cuarta salida y teniendo noticia de que sus refuerzos estaban cerca, me he retirado cuatro o cinco leguas, andando por los pueblos del mismo Distrito con la esperanza de que saldría a batirme; pero me equivoqué, el enemigo recibió sus refuerzos y sólo se ocupa de fortificarse, siendo yo dueño de todos los pueblos con excepción de la Cabecera y del de Siloacayoapan, porque el jefe que mandé a ocuparlo está en posesión de él y lo explota, lo mismo que a todos los pueblos de Huajuapan qúe queden a su rumbo.

Tengo entre manos una porción de proyectos de que no puedo hablarle, mientras me fracasen o se realicen; son de fecundos resultados, pero no podrán tenerlos si yo no tengo pronto fondos a mi disposición y no es eso lo que siento, sino el ridículo en que vaya quedar ante militares extranjeros, a quienes, por esa circunstancia, tengo mucha vergüenza.

El Distrito de Juquila está pacífico con la fuerza y guarnición que le puse.

Trabaje usted por el progreso de quien consagrando a la Independencia todos sus esfuerzos, deja para usted toda su sincera amistad.

(Firmado). Porfirio Diaz.




Notas

(1) Esta carta fue comunicada oficialmente por nuestro Ministro en Washington al Secretario de Estado de los Estados Unidos de América en nota de 23 de febrero de 1866, y transmitida por el Presidente a la Cámara de Diputados del Congreso de aquel país con su mensaje de 20 de marzo de 1866, y publicada por acuerdo de la misma Cámara. (Documento del Ejecutivo núm. 73, primer período de sesiones de la Cámara de Diputados del 39° Congreso. Vol. 1, pág. 452). Correspondencia de la Legación Mexicana en Washington durante la intervención extranjera, 1860-1867, Vol. VII, págs. 200 y 986.

(2) Esta carta fue comunicada oficialmente por nuestro Ministro en Washington al Gobierno de los Estados Unidos de América, en nota fechada el 9 de marzo de 1866 y trasmitida por el Presidente a la Cámara de Diputados del Congreso de aquel país, con su mensaje de 20 del mismo mes, y publicada por acuerdo de dicha Cámara. (Congreso 39°.- Cámara de Diputados.- Primer Periodo de Sesiones).- Documento del Ejecutivo núm. 73, vol 1. pág. 461. Correspondencia de la Legación Mexicana en Washington durante la intervención extranjera. 1860-1867. Vol VII, pág. 266.

Índice de Memorias de Porfirio DíazCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha