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CAPÍTULO LXIX

Quinto sitio y toma de Oaxaca

Del 20 al 31 de octubre de 1865

El 19 volví a Huitzo y el 20 a Oaxaca para restablecer el sitio.

La primera noticia que tuvo Oronoz de que venía a auxiliado una columna y que había sido derrotada, fue una de las circulares que yo mandé a todos los pueblos para que me llevaran hombres y camillas para conducir a los heridos.

Oronoz se apercibió naturalmente de que había tenido lugar un reñido combate; pero dudaba de su resultado y había ordenado al Jefe que mandaba el Fortín de La Soledad, que cuando alguna columna de tropa se acercara a la ciudad, disparara, como aviso a la plaza, si era amiga, tres tiros de cañón consecutivos, y si era enemiga, un sólo tiro con bala en la dirección en que se presentara la columna.

Como los primeros que formaron en la columna, eran los prisioneros austriacos y todos tenían uniforme rojo, el Jefe del Fortín de La Soledad creyó naturalmente, que habían triunfado los austriacos, y avisó la presencia de una columna amiga, equivocación que no tardó en reparar cuando estuvimos más cerca y pudimos ser examinados mejor.

Reocupé sin que el enemigo hiciera conato ninguno de resistencia, toda la línea que había ocupado antes, con muy poco trabajo y con tiroteos que duraron hasta media noche, haciendo desfilar a los prisioneros y su respectiva escolta por el centro de la ciudad, para reparar la moral de ésta, y alojándolos en el panteón que está situado al oriente de la misma.

Al día siguiente seguí estrechando el sitio, y cuando me preparaba a asaltar el fortín, como operación preliminar, para asaltar en seguida la ciudad, el enemigo tocó parlamento, y me propuso la entrega de la plaza mediante algunas condiciones, a lo que contesté que sólo aceptaría su rendición incondicional. Así me la ofreció por medio de un nuevo parlamentario, y nombré en comisión para el arreglo de los detalles de la capitulación al General Figueroa y a los Coroneles Don Manuel González y Don Félix Díaz. El enemigo se rindió a discreción el 31 de octubre. Refundí toda su tropa en mis batallones y establecí prisiones convenientes para los Jefes y Oficiales.

Al ocupar la Plaza de Oaxaca, di el grado de General, usando de autorización que me había concedido el Gobierno Federal, y por necesitar los Jefes de esa graduación, a los Coroneles Manuel González y Faustino Vázquez Aldana, no habiendo hecho lo mismo con el Coronel Diaz, por ser mi hermano sin embargo de que me lo suplicaron los Coroneles ascendidos; pero habiendo llegado éste hecho a conocimiento del Gobierno Federal, me mandó de San Luis un despacho de General graduado para mi hermano.

Permanecí en la ciudad de Oaxaca ocupado preferentemente en reorganizar mis fuerzas hasta el 12 de diciembre de 1866, que salí para Tehuantepec con el objeto que diré más adelante.

Habiendo tenido ocasión de notar en el curso de la campaña, el estado de atraso que guardaba en el país la educación de la mujer, lo cual la hacía egoísta, y la grande influencia que ella naturalmente ejerce sobre el hombre, pues en muchos casos era bastante para entibiar el entusiasmo de mis soldados y hacerlos desistir de su propósito de pelear por la Independencia de su patria, me pareció que tenía el deber de promover su educación, y con este objeto, al ocupar a Oaxaca, después de la rendición de Oronoz, y sin embargo de la grande escasez de recursos con que luchaba y de la necesidad de aplicar de toda preferencia los muy pocos de que podía disponer a la organización del ejército con que intentaba hacer la campaña contra Puebla y México, establecí el 2 de diciembre de 1866, una academia de educación secundaria para niñas, que fue la primera que se organizó en los Estados, y tuve la satisfacción de instalarla el 15 de enero de 1867 y he tenido la de verla después de prosperar y producir muy buenos resultados, pues ella ha mejorado grandemente la condición moral e intelectual de la mujer en Oaxaca.

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