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CAPÍTULO LXXI
Tequisixtlan
26 de diciembre de 1865
Dos días después de haber ocupado a Tehuantepec y habiendo sabido por mis exploradores que un núcleo considerable del enemigo estaba en Tequisixtlán, me dirigí a ese pueblo, y después de una marcha del siguiente día, en momentos en que el enemigo lo abandonaba precipitadamente. Le hice algunos perjuicios, no pudiendo perseguirlo por alguna distancia, porque como toda su gente era de la localidad y acostumbrada a la selva, se dispersaba completamente para evadir la persecución.
Dos días más tarde supe que el enemigo se estaba reuniendo en una selva inmediata a Jalapa. Hice otra batida que dio por resultado algunos muertos y la captura de prisioneros, volviendo a huir el enemigo, aunque ya era en número mucho menor que el que se había reunido en Tequisixtlán.
Como era urgente mi presencia en Oaxaca para continuar la campaña sobre Puebla y México, emprendí mi marcha dejando una Guarnición de juchitecos en Tehuantepec y una compañía del Batallón Fieles de Oaxaca en San Bartolo Yautepec para expedicionar contra el enemigo en todos los lugares en donde pretendiera reunirse.
Esa compañía quedó a las órdenes del Capitán Don Carlos Pacheco, y logró pocos días después, el 3 de febrero de 1867, dar una sorpresa al enemigo que se había reunido en el pueblo de Tlacolulita, causándole grandes destrozos y quitándole todo el armamento que le quedaba, en términos que ya no volvió a intentar reunirse en ninguna parte y pude recoger al Capitán Pacheco con su compañía antes de emprender la marcha sobre Puebla, para que me acompañara en la campaña que tenía por objeto la ocupación de la Capital de la República.
La carta siguiente dirigida a nuestro Ministro en Washington antes de los encuentros de La Chitova y Tequisixtlán, da una idea del estado que guardaban entonces mis fuerzas.
Tequisixtlán (1), diciembre 16 de 1866.
Mi muy querido amigo:
Doy a usted las gracias más expresivas por las felicitaciones que tiene la bondad de hacerme en su grata de 18 de diciembre próximo pasado, la que tengo el gusto de contestar.
Al dirigir a usted ésta, creo que habrá recibido mis cartas y visto los partes oficiales que le habrán impuesto de la fortuna con que se ha peleado por nuestra parte, y llamo a esto una fortuna, atendida la desigualdad y escasez de nuestros elementos comparados con los del enemigo; pero en fin, ya con esfuerzo pude cumplir lo que ofrecí a usted de hacer la campaña de este Estado, aun cuando nada se me ehviara, pues mi deseo era principiar nuevamente, arrebatando al enemigo lo que me era necesario.
Hoy la faz de las cosas ha cambiado: la guerra necesita ser más vigorosa y de una singular actividad; pero creo que con el armamento llegado y el que tenemos en nuestro poder, tengo por ahora el necesario; recomendando a usted mucho que para completar éste, haga un esfuerzo para remitirme las armas especiales y artillería que mandé pedir con el Coronel Fidencio Hernández.
Esto en materia de annamento; pero tenemos otra necesidad urgente y es la de numerario. Usted, con su buen criterio, comprenderá que para medio sostener la fuerza que tengo, es indispensable usar de exacciones y medidas que atraen en favor de sí, el odio a la causa y que puede decirse está en renacimiento y necesita un impulso incesante de vida y prestigio; por esto es que si me enviasen algunas cantidades regulares, podría poner en pie de guerra 15,000 hombres y seguirlos sosteniendo.
Podría usted decirme que tengo a mi disposición los bienes de los traidores; pero para convertirlos en numerario es necesario la realización de fincas, etc., y, cosa difícil, si se entiende a lo timorato de la gente a quien usted conoce; pero si por la influencia de usted se proporcionase el envío de postores, se encontraría en esto un magnífico recurso, y ellos se beneficiarían haciendo este negocio, pues se les podría dar con un cincuenta por ciento de rebajo.
Por las apreciables de usted, estoy enterado de la influencia moral que el Gobierno de éste país sigue prestando al nuestro y sus determinaciones con Ortega y Santa Anna; mas para aprovechar esta protección, es preciso que en esta República entremos en una acción violenta y eficaz para terminar todo, y yo por mi parte, para llenar este deber que tanto deseo, no encuentro otro obstáculo que los recursos; pero fío en la ayuda de usted para expeditarlo.
Sin más por ahora, me repito de usted su servidor y amigo que lo aprecia.
(Firmado) Porfirio Díaz.
Sr. Don Matías Romero.
Washington.
Notas
(1) Correspondencia de la Legación Mexicana en Washington durante la intervención extranjera. 1860-1867. Nota N° 37, Vol. IX, pág. 75.
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