Nota Editorial
El total desconocimiento del desarrollo de los movimientos revolucionarios mexicanos y del pensamiento de sus principales instigadores constituye un auténtico freno para nuestra lucha emancipadora. Decimos esto porque los problemas a los cuales nos enfrentamos no son problemas que se han iniciado hace apenas unos años, sino que su origen se encuentra en tiempos muy remotos, y a ellos se enfrentaron, tratándoles de dar solución, los movimientos revolucionarios que se han sucedido a través de la historia.
Conocer la manera en cómo tales movimientos abordaron estos problemas constituye una necesidad para todo aquel que luche -cualquiera que sea su militancia política- por su emancipación. Sólo así tendremos una clara idea de lo que es nuestra situación socio-política actual, cosa imprescindible para poder proponer alternativas.
Práxedis Gilberto Guerrero representa precisamente a un instigador de lo que se ha llamado corriente radical del movimiento revolucionario de 1910. Junto con Ricardo Flores Magón viene a constituirse en el intelecto que con mayor claridad afrontaba los problemas de una clase social que, sometida por siglos, se consumía -y sigue consumiéndose- en la total explotación material y cultural.
Auténtico representante honesto del periodismo militante y revolucionario, Práxedis desarrolló su concepción teórica mediante el artículo periodístico, el cual manejó con gran fluidez y calidad.
Su prematura muerte fue una notoria pérdida, como neto elemento clarificador y organizador, para el movimiento revolucionario en general y para la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano en particular.
Bastante razón tenía Diego Abad de Santillán en 1924 al comentar la muerte de Práxedis:
Práxedis G. Guerrero, secretario de la J. O. del P. L. M. y combatiente de la revolución social, cayó en la flor de su juventud en un encuentro con las tropas del gobierno, en Janos, Estado de Chihuahua, la noche del 30 de diciembre de 1910. En aquellos que lo conocían, su desaparición produjo un dolor inenarrable, pues fue opinión unánime de sus amigos que la pluma y el valor moral de un P. G. G. no se sustituye fácilmente. Y en efecto, han pasado catarce años y todavía no hemos podido llenar el vacío que dejó la muerte heroica del guerrillero y del poeta de la revolución proletaria mexicana.
Chantal López y Omar Cortés