Indice de La vida heróica de Práxedis G. Guerrero de Eugenio Martínez Nuñez Presentación de Chantal López y Omar CortésFrontis por Rubén GarcíaBiblioteca Virtual Antorcha

LA VIDA HERÓICA DE PRÁXEDIS G. GUERRERO

Eugenio Martínez Nuñez

PRÁXEDIS G. GUERRERO POR EL LICENCIADO ANTONIO DIAZ SOTO Y GAMA



Se ha hecho justicia, o se empieza a hacerla, a Juan Sarabia, a Ricardo Flores Magón, a Aquiles Serdán, a Gabriel Leyva.

Por ingratitud y por omisión se ha sido y se sigue siendo injusto con Práxedis Guerrero y con Santiago de la Hoz; dos grandes idealistas, dos luminosas, dos enormes figuras de precursores auténticos, para los cuales la actual generación permanece hasta hoy tibia e incomprensiva.

Y, sin embargo, no hay uno solo entre todos los que personalmente los trataron, que no les rindan el tributo de su admiración. Todos ellos, sin distinción, se hacen lenguas del talento, de la elocuencia, de la inspiración jamás exhausta, nunca titubeante, de Santiago de la Hoz, el poeta vibrante, el literato exquisito, el orador de empuje. Todos ellos, también, reconocen no tener palabras suficientemente expresivas para hacer justicia a la hidalguía, a la generosidad, a la inteligencia brillante y frondosa, a la inagotable capacidad de pensamiento y acción, que fueron el patrimonio de Práxedis Guerrero.

Yo conocí a De la Hoz, lo traté, lo estudié y pude admirarlo plenamente y sin reservas. No tuve ocasión de conocer ni de tratar a Práxedis Guerrero, pero sí he podido recoger, frescas todavía y vigorosas, las impresiones que dejó a los que fueron sus compañeros de combate -combate por la justicia, por la verdad, por el bien, por la emancipación de los de abajo, por el decoro de la patria escarnecida.

Los contemporáneos de Práxedis Guerrero, todos a una, proclaman su visible, su notoria superioridad sobre cuantos lo rodeaban. Es éste un sentimiento unánime, para el cual no he encontrado una sola excepción.

Lo que caracteriza, en efecto, la personalidad de Práxedis, es su plenitud, su universalidad. Lo abarcó todo: lucidez y profundidad de pensamiento, brillantez de expresión, don de sugestión y de simpatía, bondad de alma, limpieza de propósitos, prontitud en la acción, audacia para concebir y para acometer, valor indomable y heroico para ejecutar. En todo fue opulento: en ideación, en sentimiento, en pasión desbordante, en acción siempre lista a seguir al pensamiento.

Su mejor biografía, son sus hechos y sus obras. Su mejor elogio, el presente libro, a través del cual flotan sus pensamientos, sus gestos, sus actitudes gallardas.

Práxedis Guerrero fue no sólo un precursor: fue un apóstol de su fe, un guía, un sugestionador para sus contemporáneos, un hombre-antorcha, un Prometeo atado a la roca de su ideal, un héroe ansioso de ofrendarse por los que sufren.

Tuvo la gloria que muy pocos disfrutan: morir en plena juventud, en plena luz, en plena florescencia, cuando su naturaleza desbordaba dones y apuntaba brotes y promesas, en lo físico, en lo intelectual y en lo moral.

Esas existencias agostadas en flor, esas naturalezas ubérrimas privadas de la vida cuando empiezan apenas a dar sus primeros frutos, esos caballeros del ideal, enamorados de un mundo mejor que el que los alberga, muertos a la luz del combate, de cara al porvenir, soñando siempre con perspectivas más nobles y mejores, elevándose en fuerza de su mágico altruismo sobre las mezquindades y el horror del presente, saben ejercer sobre los espíritus que al través del tiempo los observan, una fascinación singular, peculiarísima, única, a la que en vano pretenderían aspirar los hombres de la otra categoría. Esos otros, los usurpadores de la gloria, los atrapadores del éxito, los enamorados de la fuerza y el poder, cuyo mérito, cuya posibilidad única es arrastrar un día en su seguimiento, las multitudes que aceptan o buscan un amo, reservándose el derecho de cambiar de rumbo cuando de rumbo cambie el torbellino de la suerte; ésos alcanzan una gloria efímera que sólo dura lo que su paso por el poder.

Entre unos y otros media un abismo. Los unos, los simples vencedores, los hombres de la buena fortuna, todopoderosos en vida, son, sin embargo, incapaces de arrancar a la posteridad honores y laureles. Ella los tomará en su justo valor, apuntará sus lacras, los aplastará con su desprecio o con su ironía, o a la sumo les asignará el lugar que a su mediocridad corresponde.

Los otros, los gloriosamente derrotados, los que no conocieron los hosannas del triunfo, aquellos para quienes la fortuna fue siempre esquiva, conquistarán con la muerte la inmortalidad, y para ellos ha de ser el homenaje definitivo de la Historia, el que ella sólo rinde a los grandes de verdad, a los que lo son por la pureza, por el desinterés, por la honestidad, por la cristiana y heroica negación de sí mismos, por el sacrificio de vida, energías y placeres que jamás escatimaron, que jamás regatearon al interés y al provecho de los demás.

A esa categoría de los excelsos pertenece Práxedis Guerrero. Sólo él, con Santiago de la Hoz, con Gabriel Leyva, con Juan Sarabia, con Flores Magón, con Aquiles Serdán, con unos cuantos más, comparte el privilegio de la derrota inmerecida, de la revancha tomada más tarde -por ellos, que ya muertos saben ganar victorias sobre la diosa antojadiza que reparte en vida favores o desdichas a los mortales.

Siempre será apasionado el problema de lo que esos hombres hubieran podido ser, si el destino hubiese permitido 'que llegasen a la suprema fecundidad y madurez sus nobles potencialidades de virtud, de talento y de heroísmo.

... Práxedis Guerrero, haciendo justicia a sus hermanos de abajo; Aquiles Serdán, flagelando déspotas; Gabriel Leyva, poniendo en inquietud a los prevaricadores; Sanntigo de la Hoz, asombrando, enardeciendo con su verbo de combate a un parlamento de hombres libres, dignificados y ennoblecidos por su elocuencia y por su ejemplo ...

Poco importa que la vida no haya querido que así fuese. La imaginación, la fantasía amorosa y ferviente, cubre el espacio que la realidad no quiso que ellos recorrieran.

Tal vez mañana surjan hombres abroquelados para la lucha cívica, que dignamente habrán de suceder a los desaparecidos gloriosos.

Esos hombres nuevos realizarán lo que los precursores únicamente vislumbraron. Ellos convertirán en hechos de democracia, de honestidad y de justicia, los nobles ensueños de nuestros mártires.

México, 15 de septiembre de 1933.
Antonio Díaz Soto y Gama
Indice de La vida heróica de Práxedis G. Guerrero de Eugenio Martínez Nuñez Presentación de ChantalLópez y Omar CortésFrontis por Ruben GarcíaBiblioteca Virtual Antorcha