LA VIDA HERÓICA DE PRÁXEDIS G. GUERRERO
Eugenio Martínez Nuñez LIBRO SEGUNDO CAPÍTULO NOVENO Nuevas luchas Un poco de historia (1). Después de haber participado en una de las más infortunadas expediciones revolucionarias organizadas contra la dictadura porfirista,como lo fue el episodio de Palomas, Guerrero y Enrique Flores Magón se dirigieron a Alburquerque, Nuevo México, en donde Flores Magón, mientras Guerrero se curaba las heridas recibidas en el combate, se dedicó a trabajar para el sostenimiento de los dos, primero como peón de albañil y después como maestro de la manufactura de piedras para ornato hechas de cemento; pues Enrique, además de haber sido en su juventud un consumado artista ya que tocaba a la perfección varios instrumentos musicales era, como Práxedis, un obrero libertario auténtico, pues tenía una extraordinaria habilidad para ejecutar toda clase de trabajos manuales. De Alburql1erque, ya curado Guerrero de sus heridas, se dirigieron a San Francisco California, donde Flores MagÓn, aparentando radicar en Los Angeles para eludir la acción de la policía, permaneció trabajando algún tiempo con el nombre de Alphonse Leblanc como mecánico en los talleres de la American Can Company, en tanto que Guerréro marchaba a Douglas, Arizona y a El Paso, Texas, para reorganizar a los grupos revolucionarios que se encontraban dispersos en esas y otras poblaciones cercanas a la frontera después de los descalabros sufridos por la insurrección en junio de 1908. Durante su breve permanencia en Douglas, entre otros muchos luchadores entrevistó Guerrero a Jesús Maria Rangel, que se había refugiado en esa ciudad huyendo de las persecuciones por su actuación en el levantamiento de Las Vacas, manifestándoles que de acuerdo con Enrique Flores Magón y demás compañeros de la Junta, para el día 15 de septiembre del mismo año de 1908 se habría de intentar otro movimiento armado, y que los preparativos deberían hacerse desde luego para que los grupos que lograran rcorganizarse para esa fecha cruzaran la frontera a combatir por diferentes puntos. Pero a pesar de que tanto Rangel como otros jefes revolucionarios habían podido reunir para mediados de septiembre un buen número de combatientes bien armados, la Junta, considerando que esos elementos no eran todavía suficientes para luchar contra la dictadura, al mismo tiempo que resolvió aplazar la fecha del nuevo levantamiento para el año de 1909, dio instrucciones a Rangel para que se trasladara al Estado de Oklahoma, en donde los obreros mexicanos que trabajaban en las minas, habían pedido que se les enviara un delegado para que recogiera los fondos, el armamento y las municiones que habían reunido para el fomento de la Revolución. Para dar cumplimiento a esta comisión, Rangel tuvo que evadir con frecuencia la vigilancia del servicio de espionaje, disfrazándose en ocasiones de mendigo, otras de obrero y a veces de acaudalado, logrando de esta manera llegar hasta el pequeño pueblo minero de Wilburton, donde se encontró con Encarnación Díaz Guerra. que había escogido ese lugar para curarse las heridas del combate de Las Vacas. Pocos días después los dos revolucionarios marcharon a los minerales de Bown Gowan, Colgate y Leigth, donde aparte de reunír también dinero y municiones, tuvieron la fortuna de hacer nuevos prosélitos, que quedaron comprometidos a tomar las armas en cualquier momento para luchar contra la dictadura. De regreso en Wilburton, Rangel tuvo que separarse de Díaz Guerra, pues hubo de marchar a Mc.Alester, donde era esperado por otros mineros mexicanos que igualmente habían ofrecido su cooperación para el movimiento armado; mas hacía apenas unas cuantas horas que se habían separado, cuando Díaz Guerra fue aprehendido por la policía junto con el rebelde Juan Castro, y llevados ambos a la prisión de Muskogee y luego a la de Leavenworth, acusados de violación de las leyes de la neutralidad. Rangel continuó algún tiempo en su gira por el Estado de Oklahoma, hasta que a fines de diciembre de 1908 fue llamado a San Antonio, Texas, para celebrar una conferencia con la gran revolucionaria Srita. Andrea Villarreal, mujer talentosa, joven y bellísima a quien los periódicos norteamericanos de aquel tiempo llamaban la Juana de Arco Mexicana, a causa de la semejanza moral que tenía con la Doncella de Orleáns, y de los grandes sacrificios que en incontables ocasiones había ofrecido en favor del movimiento libertario de México (2). Rangel se reúne con Guerrero. En esa conferencia, la Srita. Villarreal indicó a Rangel la urgencia que había de ponerse de nuevo en contacto con Guerrero, que se encontraba en El Paso, y quien le daría instrucciones detalladas acerca de cómo debería llevarse a cabo la nueva insurrección. Pero como el domicilio de Guerrero era secreto en El Paso, ya que tanto la casa de José R. Aguilar como la de Prisciliano Silva en que acostumbraba alojarse eran objeto de continua vigilancia policíaca, la Srita. Villarreal también le dijo que cuando estuviera en dicha ciudad, debería entrevistar a Lauro Aguirre, para que éste le indicara el lugar en que se hallaba el joven libertario. En los primeros días de enero de 1909 llegó Rangel a El Paso, y desde luego se comunicó con Aguirre, quien después de haberle dado la dirección que buscaba, le advirtió que, como contraseña, diera dos toques largos y dos cortos en la puerta del cuarto de Guerrero. Ya cuando los dos revolucionarios se encontraban reunidos, Rangel informó a Guerrero de sus trabajos en Texas y Oklahoma, y éste, por su parte, dio a conocer al viejo luchador los planes adoptados en último término por la Junta: le manifestó que la Revolución estallaría definitivamente en 1909, y que los rebeldes deberían organizarse en pequeños grupos en toda la RepÚblica Mexicana, sin pretender triunfos inmediatos al estallar el movimiento, sino que deberían preocuparse principalmente de ir reuniendo pertrechos y dinero, para después, ya contando con esos elementos, atacar las ciudades de importancia y más tarde avanzar sobre la capital de la República. Por supuesto, no crea usted que la Revolución va a terminar con la caída de Díaz -agregó Guerrero-. Mire usted: seguirá por muchos años; habrá que luchar mucho; el pueblo despertará y se llenará de ambiciones. Por nuestra parte, tendremos que asistir a muchas batallas para poder vencer a los ambiciosos que se colarán en nuestras filas. Además, necesitamos imprimir a la Revolución una finalidad social; si el pueblo mexicano no siente los beneficios inmediatos de este movimiento, caerá en poder de cualquier caudillo que tratará de establecer una nueva dictadura (3). Compañero Rangel, prosiguió Guerrero, lo único que le recomiendo es que trabaje como hasta aquí, con todo género de precauciones; ya ve usted que la policía sigue todos nuestros pasos, y no es justo que nuestros planes vayan a ser trastornados por algún descuido ... En sep;uida, Guerrero le mostró a Rangel todos los disfraces de que disponía, y con los cuales había podido evadir hasta entonces la tremenda persecución del servicio de espionaje. Después de esta entrevista, Guerrero invitó a Rangel a una conferencia que tendría lugar en la casa de Prisciliano Silva, que hacía poco había salido de la Penitenciaría de Leavenworth, donde había estado dos años preso bajo el cargo de violación de la neutralidad por su participación en el movimiento rebelde de 1906. En la conferencia, donde se encontraban reunidos un gran número de correligionarios, Guerrero reveló a los asistentes los últimos planes de la Junta, y después, dirigiéndose a Rangel, le dijo: Queremos que usted se haga cargo de la organización de grupos en el sur de Texas; yo le ayudaré en su tarea, y me encargaré de organizar grupos en otros lugares. Le suplico que marche inmediatamente a San Antonio, donde habiendo menos vigilancia que en El Paso, establecerá su centro de operaciones, y que este
listo para que a nuestra primera llamada entre a México a combatir. Al día siguiente de esta conferencia, mientras Guerrero marchaba a la ciudad de San Francisco a poner al corriente a Enrique Flores Magón sobre sus actividades en Arizona y Texas, Rangel se dirigía a San Antonio, donde desde luego comenzó a realizar sus trabajos de acuerdo con las instrucciones recibidas. Guerrero visita a los revolucionarios de México. A principios de febrero de 1909, en tanto que Rangel y otros jefes rebeldes organizaban nuevos grupos cerca de la frontera, Ricardo Flores Magón, Villarreal y Rivera eran trasladados de la cárcel del Condado de Los Angeles, donde habían permanecido rigurosamente incomunicados desde julio de 1908 como consecuencia de los levantamientos de Coahuila y de Chihuahua, a la prisión de Yuma, en Arizona, en cuyo lugar continuaron en iguales o peores condiciones de maltrato y aislamiento, por lo que Guerrero, abandonando brevemente sus actividades en los Estados Unidos, se encaminó a la República Mexicana con el objeto de lograr que los grupos liberales que habían podido reorganizarse en Veracruz, Puebla, Oaxaca y otros Estados del centro y sur del país, entraran a luchar en el mismo año de 1909 conjuntamente con los grupos que se preparaban en Texas, y de este modo precipitar la caída de la dictadura y obtener la libertad de sus compañeros. Al realizar este viaje fue cuando llegó a su hacienda de Los Altos de lbarra para estar tres días junto a su madre y sus hermanos bajo él techo del hogar paterno, y fue entonces cuando, despreciando una vez más riquezas y vanidades, renunció a su herencia en favor de los mismos trabajadores de su finca. Con los socialistas norteamericanos. Estando ya de nuevo en los Estados Unidos, buscando todos los medios de hacer triunfar cuanto antes la lucha emprendida por el mejoramiento económico, político y social del pueblo de México, Guerrero creyó necesario hacer algunas gestiones encaminadas a obtener la ayuda del Partido Socialista americano para el logro de dicho fin; y habiendo efectuado una gira por los Estados de Kansas, Illinois y Missouri, conferenció a nombre propio y de sus compañeros de la Junta con los más destacados dirigentes socialistas del vecino país, obteniendo de todos ellos el ofrecimiento de prestar el más efectivo apoyo en favor del citado movimiento popular. Algunos de los líderes socialistas que por su conducto dieron su franco apoyo a la Junta fueron Haldeman Julius y Eugenio Debs. El primero era editor del importante periódico Appeal to Reasson, quien, durante la conferencia que Guerrero sostuvo con él, le dijo: Diga usted a los liberales mexicanos, que los socialistas americanos les brindan su más decidido apoyo hasta que realicen el programa expedido por su Junta revolucionaria. Por su parte Eugenio Debs distinguido escritor que era candidato al Gobierno de los Estados Unidos por el Partido Socialista
americano, ofreció a Guerrero que en caso de que su partido obtuviera el triunfo en las elecciones, él pondría en su programa de gobierno una cláusula especificando que no sólo los socialistas, sino también los ciudadanos de otros credos políticos, deberían apoyar a los revolucionarios mexicanos hasta que lograran la victoria de su causa. Nuevos grupos. Al terminar su gira, se dirigió a San Antonio, en donde celebró una nueva entrevista con Andrea Villarreal y con Jesús María Rangel. En el curso de esta entrevista fue informado por Rangel acerca de que ya estaban organizados varios grupos en el Estado de Texas; los que sólo esperaban instrucciones de la Junta para entrar en acción. Estos nuevos grupos, integrados por hombres de firmes convicciones y reconocido valor civil, habían quedado establecidos en los lugares y bajo la jefatura de los revolucionarios que se nombran a continuación: El grupo de Herville había quedado a cargo de Pablo Esparza; el de San Angel, a cargo de Jesús e Hilario de Hoyos; el de Coleman, al de Victoriano López; el de Golwaite, al de Lázaro Alanís; el de Mc.Gregor, al de Agustín Sierra y Pablo Navejar: el de Rockdale, al de Julián Hernández; el de La Coste, al de Aniceto Soto; el de González al de Jesús Ruiz y, finalmente, el teniente coronel Catarino Garza, que era muy famoso en aquel tiempo en toda la frontera por haber organizado en unión del general Ignacio Martínez la primera expedición armada contra la dictadura porfirista en 1891, había quedado a cargo de algunos pequeños grupos extendidos por las cercanías de la línea divisoria desde el Condado de Nieves hasta el valle de Rio Grande. Cómo pensaba Guerrero Cuando terminó la entrevista, Guerrero invitó a Rangel a dar un paseo por la ciudad, y ya estando en la calle le dijo el joven revolucionario: Mire, compañero rangel: cuando nos hemos resuelto a lanzarnos a la lucha es porque tenemos las ideas muy bien metidas aquí, en la cabeza. El hombre que piensa y siente las ideas no teme a los sacrificios; va a ellos dispuesto a dar la vida. Usted habrá visto que soy intransigente; que muchas veces discuto detalles; que aparezco terco y meticuloso, y que estoy inconforme con la organización disciplinada de los grupos rebeldes. Es que creo que una revolución popular debe ser espontánea, sin jefes. Si me dirijo a usted en esta forma, es porque creo que ama verdaderamente la libertad. Después de un momento de silencio, Guerrero agregó: Yo no soy un simple enemigo político del general Díaz. Yo soy anarquista; no lucho por odio a un gobierno, sino por amor a una humanidad libre. Acabando de decir esto, los dos revolucionarios se detuvieron enfrente de una lujosa mansión magníficamente iluminada, y Guerrero añadió con acento conmovido: La residencia del alcalde Callaghan, amigo mío ... Fueron estas mansiones enormes, contrastando con las chozas de nuestros peones, las que me hicieron pensar en una lucha por un mundo mejor. ¿Por qué esta diferencia entre el rico y el pobre? ¿No cree usted justo que la idea suprema de la Revolución Mexicana debe ser la de conquistar un bienestar para los que carecen de herencia? Y Guerrero, continuando la marcha lentamente, siguió exponiendo la forma de cómo, en su concepto, podría ser transformado el panorama de la miseria, asegurando que sólo poniendo las fuentes de la riqueza en manos de los trabajadores, se lograría el equilibrio económico de la humanidad. Sí, compañero Rangel -dijo por último-, y conforme avancemos en México, necesitamos ir realizando nuestros principios: reconquistar la tierra que fue arrebatada por los privilegiados y terminar con la era de los caudillos grandes y chicos; que si el pueblo mexicano ha sufrido es debido a que cada uno de sus miembros se ha sentido gobernante. Nuestra revolución debe enseñar la forma de libertar y no de gobernar. Rangel es aprehendido. Después de haber conversado por espacio de dos horas en las calles de San Antonio, los dos revolucionarios se despidieron para ir a descansar. Al día siguiente, encontrándose Rangel haciendo algunos preparativos para un viaje a la frontera, fue aprehendido en compañía del inspirado poeta y escritor socialista Tomás Sarabia por los agentes del servicio de espionaje. Ambos fueron sentenciados a dos años de cárcel por haber violado las leyes de la neutralidad y luego conducidos a cumplir su condena a la Penitenciaría de Leavenworth, en donde ya estaban presos desde hacía tiempo Antonio de P. Araujo y Encarnación Díaz Guerra por haber cometido el mismo delito. Mientras tanto, Guerrero se había encaminado de incógnito hacia el sur de Texas, en donde desarrollaba las actividades de que trata el capítulo siguiente.
Notas (1) La mayor parte de los datos con que está hecho este capítulo fueron obtenidos en las Memorias de JesÚs María Rangel, proporcionadas al autor por el historiador José C. Valadez. (2) Era hermana de Antonio I. Villarreal. (3) Efectivamente, nunca creímos que la Revolución terminase con la caída de Díaz, porque desde un principio, interpretando el sentir del pueblo y sus necesidades dimos a ésta una orientación izquierdista, de conquistas economico-sociales, aunque disfrazándola con ciertos tintes políticos para no espantar a los pusilánimes; y esa orientación, digo tendencia, necesariamente hallaria, como halló, muchos obstáculos y oposición tenaz de los intereses creados, persecusiones, calumnias, traiciones, etc., que prolongarían la lucha inevitablemente. (Nota de Enrique Flores Magón).