Índice de Lecciones de historia patria de Guillermo Prieto | PRIMERA PARTE - Lección II | PRIMERA PARTE - Lección IV | Biblioteca Virtual Antorcha |
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LECCIONES DE HISTORIA PATRIA
Guillermo Prieto
PRIMERA PARTE
Lección III
Fundación de México. Tenoch. Muerte de Quinatzin. Techotlalala. Acamapitzin. primer Rey. Su esposa IIáncueitl. Enojo de Tezozómoc. Tributos. Traza y mejoras en la ciudad. Muerte de Acamapitzin. Huitzilíhuitl, segundo Rey. Su esposa Ayacíhuatl. Tezompa, señor de Xaltocan. Mejoras de la ciudad. Los mexicanos se comienzan a vestir de algodón. Paz y reducción de los tributos. Ambición de Tezozómoc. Maxtlaton, usurpador y tirano. Muerte de Huitzilíhuitl. Ixtlilxóchitl, Rey de Texcoco. Sus concesiones a Tezozómoc. Su muerte. Usurpación de Tezozómoc. Persecución de Nezahualcóyotl. Muerte de Tezozómoc. Maxtlaton, tirano. Asesinato de Teyatzin.
En 1325 se verificó la fundación de México que explicamos en la lección anterior.
Ejercían el gobierno en esos primitivos tiempos, nobles y sacerdotes; a la llegada a México eran dirigidos por Tenoch.
La laguna en que los mexicanos plantearon la ciudad pertenecia a la monarquía tepaneca, y Tezozómoc, que ejercía el gobierno vio al principio con sumo desprecio al advenimiento entre los carrizales del lago de aquel enjambre de aventureros miserables.
Tal desprecio favoreció hasta cierto punto el desarrollo del naciente pueblo.
En 1357 murió Quinatzin, Rey de Acolhuacan, y subió al trono Techotlalala.
En 1376, es decir cincuenta y un años después de fundado México, pensaron los sacerdotes y los nobles en la elección de un monarca, ya para comunicar vigor a un pueblo implantado en medio de naciones más fuertes que él, ya seducidos por la organización que tenían esos pueblos vecinos; decidiéronse, pues, por el régimen monárquico y nombraron a Acamapitzin (Mano que Empuña Cañas o Puñado de Carrizos), nombramiento que aceptó después de haberle arengado los sacerdotes y nobles sobre sus deberes hacia el pueblo que le daba la dirección de sus destinos.
Dirigiéronse en seguida nobles y sacerdotes en solicitud de varios monarcas, para que les diesen en matrimonio una de sus hijas para el nuevo Rey; pero de todas partes fueron desechados por repelentes y por miserables: sólo el Rey de Cuautitlán les dio a Iláncueitl, su hija, quien fue la compañera de Acamapitzin en el reinado.
Luego que supo Tezozómoc que aquellos sus modestos vasallos habían elegido Rey sin su anuencia, manifestó profundo enojo, enojo fomentado por los tlatelolcas, quienes poniéndose bajo su protección, eligieron Rey a Cuacuaupizáhuac, que pertenecía a su familia.
Estalló el enojo de Tezozómoc recargando de impuestos a los mexicanos, o para destruirlos o para obligarlos a emigrar; pero si él era astuto y cruel, era cauto y sesudo Acamapitzin; así es que, aparentando una sumisión completa, obedecía los mandatos del tirano.
Quiso éste, por primera vez, que como homenaje le llevasen un campo flotante, y en él gran número de plantas para sus jardines, y estacas de árboles para embellecer sus calzadas.
Los mexicanos, aunque haciendo grandes esfuerzos, cumplieron fielmente con las órdenes de su señor, y de entonces data según la tradición, el origen de los campos flotantes que llamamos chinampas. Irritado Tezozómoc porque se le quitaba un pretexto de rompimiento, pidió a los mexicanos otra chinampa, y en ella, entre las flores, debían venir los ánades con sus huevos en tal sazón de producir, que a la precisa llegada los habían de abandonar los polluelos.
Los mexicanos todavía esta vez tuvieron tal tino, y se dieron tales trazas, que cumplieron con toda puntualidad del extraño mandato.
Frenético el tirano, pidió para el siguiente año otra chinampa, y entre sus flores debía conducirse una cervatilla totalmente domesticada.
Esta vez tuvieron que hacer increíbles esfuerzos los mexicanos, pero cumplieron con tal exactitud, que nada se les tuvo que decir.
La opresión a que nos estamos refiriendo duró todo el reinado de Acamapitzin. Sin embargo, el patriota monarca se dedicó incansable al bien de sus súbditos, abrió fosos, construyó edificios de piedra; amplió la traza de la ciudad y comenzó a construir los famosos canales que la hicieron tan bella.
En 1396 murió Acampitzin, amado y reverenciado de sus súbditos, a quienes gobernó durante veinte años. Antes de morir reunió al pueblo, a los nobles y a los sacerdotes, y resignó el poder para que hiciesen nueva elección, viendo sólo por el bien de la patria.
Después de varias deliberaciones se fijó la elección en Huzilíhuitl (Pluma de Colibrí, Pluma Preciosa), quien ocupó el trono el mismo año de 1396 en que murió su padre.
Los próceres del Reino, viendo la debilidad en que se encontraba su pueblo, aprovecharon la circunstancia de que Huitzilíhuitl no fuese casado, y se dirigieron al Rey de Azcapotzalco pidiéndole a una de sus hijas en matrimonio para su Rey. Los embajadores enviados a Tezozómoc desempeñaron con tal habilidad su misión, que les concedió a su hija Ayacíhuatl.
Ennoblecido, por decirlo así, el nuevo Reino con ese enlace, quisieron los próceres nuevas alianzas, y pidieron una de sus hijas al Rey de Cuauhnáhuac, quien les dio a Miahuaxóchitl, y de ella nació el gran Moctezuma Ilhuicamina.
Reinaba a la sazón en Acolhuacan, como ya dijimos, Techotlalala. Tezompa, señor de Xaltocan, se sublevó contra él. El Rey se aprestó a castigarle, llamó en su auxilio a los mexicanos y triunfó de sus enemigos. Esta victoria y el enlace anterior con Tezozómoc les dieron algún respiro.
Huitzilíhuitl continuó las obras comenzadas por su padre; hizo nuevos edificios, construyó canoas para facilitar el tránsito y para educar a sus súbditos en ejercicios guerreros, y continuó abriendo los canales. A la vez que se dedicaba a esos cuidados, extendía a otros pueblos el comercio; se ocupaba en introducir algunas industrias, y vigilaba por la mejora de las costumbres. En esa época los mexicanos se comenzaron a vestir de algodón, dejando los tilmas de ixtli o de pita con que se cubrían.
Pero el intervalo de paz que hemos descrito, se oscureció por los incidentes que vamos a referir.
Huitzilihuitl, fuerte con sus alianzas, y próspero por la extensión de relaciones, se robusteció aún más desde el nacimiento de su hijo Acolhuáhuatl, en que por gracia de Tezozómoc redujo a tal punto el tributo de Azcapotzalco, que sólo daba dos ánades y algunos peces cada año. Acolhuáhuatl se designaba como presunto heredero del trono tepaneca, y esto aumentaba las consideraciones a los mexicanos.
Maxtlaton, hijo de Tezozómoc y señor de Coyoacán, era ambicioso, inquieto y profundamente malvado.
Mostróse en alto grado descontento del matrimonio de su hermana, a quien se decía amaba y con quien pretendía casarse, por no ser más que su hermana de padre.
Alarmado con el nacimiento del hijo de Huitzilíhuitl, se trasladó a Azcapotzalco, convocó a la nobleza, revivió sus rencores, le pintó como una injuria al pueblo el matrimonio de su hermana, y convidando pérfidamente a un banquete a Huitzilíhuitl, le echó en cara, su matrimonio, le llenó de injurias, y le lanzó del palacio en medio de mil improperios y amenazas.
A pocos días, y de un modo que no pormenoriza la historia, mandó asesinar a Acolhuáhuatl, y con su muerte, que encendió odios profundos entre mexicanos y tepanecas, creyó Maxtlaton quedar libre en sus aspiraciones al trono.
En 1409 murió Techotlalala, padre de Ixtlilxóchitl.
Tezozómoc, como otros Reyes, era vasallo de los acolhuas; pero el Rey tepaneca, hábil en extremo y ambicioso, tenía miras de usurpación del trono acolhua; así es que cuando le llamó para que asistiese a la coronación de Ixtlilxóchitl, rehusó hacerlo y trabajó por que los otros Reyes no concurrieran, difiriéndose así la gran ceremonia, y quedando Ixtlilxóchitl en una posición falsa.
Avanzando en sus pretensiones Tezozómoc, le envió a unos embajadores conduciendo gran cantidad de algodón al Rey acolhua, suplicándole ordenase a sus súbditos le hiciesen vestidos y otros objetos para su ejército. Ixtlilxóchitl disimuló la afrenta, y dio cumplimiento a lo que se le pedía; engreído con el éxito el tepaneca, repitió la demanda con mayor exigencia, y fue también obedecido; pero a la tercera vez contestó a los embajadores que dijesen a su señor que allí quedaba el algodón para vestir a sus tropas que se preparaban a castigar ejemplarmente a los vasallos rebeldes.
Ésta fue la señal del rompimiento y el principio de activos preparativos de guerra, llamando cada Rey a sus aliados y acumulando elementos para defender cada cual sus posesiones.
Hubo en todo este tiempo recios encuentros entre las fuerzas tepanecas y las acolhuas, frustrándose los temerarios golpes que intentaron los primeros, y obteniendo los segundos señalados triunfos; al fin declaróse la victoria en Chinautla por Techisin, general acolhua, quien hizo en el campo enemigo tal carnicería, que corrieron arroyos de sangre, y las playas quedaron cubiertas de cadáveres.
Antes de esto, en Huejotla se verificó la coronación de Ixtlilxóchitl, dando a reconocer a Nezahualcóyotl por sucesor del trono.
En 1417 murió Huitzilíhuitl, después de haber regido veintiún años con sabiduría y amor a sus súbditos, haciendo prosperar a su pueblo, y dejando en su lugar a Chimalpopoca (Escudo que Humea).
Entretanto en el vecino Reino de Acolhuacan, Ixtlilxóchitl, deseando aprovecharse de sus victorias, invitó con la paz a Tezozómoc, pero éste le rechazó altanero y siguieron una serie de sangrientísimas batallas, en que siempre fueron los triunfos de los acolhuas, y siempre los tepanecas, después de derrotados, volvían a presentar nuevos combates.
El Rey acolhua unas veces, otras el general Chihuachinantzin y el infante Cihuacuecuenotzin, saquearon e inundaron en sangre los pueblos de Otompan, Xilotepec, Ciltatlepec y otros. En Tepozotlán hicieron alto las fuerzas beligerantes, y se libró otra sangrientísima batalla, mandando las fuerzas tepanecas Tlacolteotzin, Rey de Tlatelolco. Acosados, perseguidos, pero siempre defendiéndose, refugiáronse al fin los tepanecas en Azcapotzalco para hacer un último y desesperado esfuerzo dentro de las formidables foctificaciones.
Ixtlilxóchitl, con el acrecimiento de poderosos aliados, con la gloria de sus armas y su nombre, con el prestigio de sus victorias, se aprontó al aniquilamiento de su enemigo; pero éste, en vista de aquel ejército formidable, temiendo la superioridad de su adversario y la desmoralización de sus tropas, mandó a Ixtlilxóchitl hábiles embajadores que le pidieron sumisamente la paz demandando perdón para él y sus súbditos, protestando la obediencia.
Ixtlilxóchitl concedió a Tezozómoc lo que pedía, oyendo las inspiraciones de un corazón magnánimo; pero esto se interpretó como un acto de debilidad del Rey acolhua, menoscabando su prestigio. Añádase a lo dicho, cierta tibieza en las recompensas a los vencedores, y algunas preferencias, que le prepararon la suerte funesta que tuvo despues.
Después de un largo intervalo de paz engañosa, en que Tezozómoc trabajó incesantemente en procurarse aliados y en explotar en su provecho las faltas de Ixtlilxóchitl le provocó por sorpresa al combate. Ixtlilxóchitl llamó a los suyos y sufrió decepciones horribles.
Tezozómoc preparó una sorpresa contra Ixtlilxóchitl, éste lo supo y pretendió evitarla.
Solicitó el acolhua la alianza de los Otompan por medio del elocuente y valeroso Cihuacuecuenotzin, pero un soldado de Ahualtépec le disparó una piedra al grito de ¡viva Tezozómoc! La multitud arremetió contra el embajador acolhua y sus compañeros, que se defendieron heroicamente hasta el último aliento, siendo despedazados al fin por la plebe rabiosa.
Rodeado de enemigos, traicionado por todos los suyos y falto de recursos, se dedicó a librar una batalla contra Tezozómoc y morir matando, presentándose él solo a luchar contra el ejército, y ordenando a los súbditos y jefes que le habían permanecido fieles, huyesen a las sierras, reservando para mejor ocasión sus fuerzas; y volviéndose al príncipe Nezahualcóyotl su hijo, le habló de esta manera:
Hijo mío muy amado, brazo de león y último resto de la sangre chichimeca, fuerza es dejarte para no volverte a ver, y dejarte sin abrigo ni amparo, expuesto a la rabia de esos lobos hambrientos que han de cebarse en mi sangre; pero con eso tal vez se apaciguará su enojo: procura guardar la vida y entretanto pasa mi tragedia, súbete a ese árbol y mantente oculto entre sus ramas.
Cerca de Tlaxcala encontró a sus perseguidores. Ixtlilxóchitl se lanzó contra ellos hiriendo, arrollando, despedazando cuanto se oponía a su paso; pero le agobió al fin el número, cayendo destrozado y exhalando, lleno de dignidad y de entereza, su último aliento. La muerte de Ixtlilxóchitl acaeció en 1418.
Nezahualcóyotl presenció la tragedia de su padre, esperó la noche, y favorecido por sus sombras, dio principio a esas aventuras atrevidas, novelescas y poéticas que hacen del gran poeta, del sabio Rey, del eminente legislador acolhua, el más romancesco de todos los personajes de nuestros primeros tiempos históricos.
Coronado Rey de Texcoco Tezozómoc, y después de hecha una división pérfida de las tierras de los acolhuas en sus seis principales aliados, quedó Texcoco como tierra dependiente de MéXico porque fue concedida como en feudo a Chimalpopoca, que como hemos visto, por la muerte de Huitzilíhuitl acababa de subir al trono.
Entretanto, Nezahualcóyotl vagaba errante, perseguido, sin someterse al tirano, eludiendo con la astucia y con las simpatías de que gozaba, el furor de sus enemigos, granjeándose la voluntad de sus vasallos y acreditando más y más la alta idea que se tenía de su valor, de su prudencia y de sus extraordinarios talentos.
En 1427 murió Tezozómoc, dejando por sucesor a Teyatzin.
Pero Maxtlaton de hecho se abocó el conocimiento de todos los negocios, usurpando en realidad la corona a Teyatzin ...
Quejóse el ultrajado monarca a Chimalpopoca, y éste, sea compadecido de sus penas, sea deseoso de aprovechar su resentimiento para deshacerse de Maxtlaton su enemigo, le surgió la idea de que se fingiera retraído de los negocios, mandase construir un palacio para entregarse a la vida privada, y el día de estreno entre los regocijos y en medio del banquete denunciara la usurpación y las iniquidades de Maxtlaton y lo mandase asesinar.
Un enano llamado Tlatolton, en quien nadie fijaba la atención, denunció a Maxtlaton la terrible trama. Éste, disimulando su hondo rencor, dejó pasar algún tiempo, y cuando se concluyó el palacio de Teyatzin, puso en planta de luego a luego su venganza con aparente indiferencia.
Afectando Maxtlaton ternura por su hermano, se hizo cargo de la fiesta del estreno, poniendo con suma reserva al tanto de sus designios a los suyos; hospedó a la nobleza, invitó al banquete a Chimalpopoca, quien no concurrió pretextando ocupación, y de repente, entre los juegos y regocijos de la fiesta, hizo que los suyos cayesen sobre Teyatzin y lo asesinasen.
Levantóse un clamor horrible; Maxtlaton pinta la traición de Teyatzin y su acuerdo con los enemigos mexicanos; la corte voluble justifica el crimen y aclama árbitro de sus destinos al asesino.
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