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LECCIONES DE HISTORIA PATRIA
Guillermo Prieto
PRIMERA PARTE
Lección VI
Moquíhuix. Destrucción de Tlatelolco. Incesantes campañas de Axayácatl. Su muerte. Tizoc (Pierna Agujerada), séptimo Rey mexicano. Muere envenenado. Deja acopiados materiales para el gran templo de Huitzilopochtli. Guerra de texcocanos y huejotzincas. Ahuízotl (Animal de Agua), octavo Rey. Castiga a los envenenadores de su hermano Tizoc. Dedicación del gran templo de México. Inflexibilidad del carácter de Ahuízotl. Sus guerras; su muerte.
Moquíhuix, Rey de los tlatelolcos, envidioso de la preponderancia de los mexicanos, y tomando ocasión por haber abusado unos jóvenes aturdidos de unas doncellas tlaxcaltecas, solicitó la alianza de los de Chalco, Xilotepec, Teutzitlán, Tenayuca, Churubusco y otros mal avenidos con los mexicanos, e hizo preparativos de rompimiento.
Axayácatl aceptó el desafío; tuvo un primer combate en que se manifestó la superioridad de los mexicanos. El Rey vencedor amonestó a la paz a los tlatelolcas, y fueron desechadas sus invitaciones; entonces, arrollándolo todo, penetraron los mexicanos en Tlatelolco, y rodearon el templo en que se había refugiado Moquíhuix: hácese general y encarnizada la pelea; Axayácatl mismo va a la cabeza de sus tropas, escala y penetra en el templo, sorprende a Moquíhuix a los pies del ídolo Huitzilopochtli, allí le hiere, le aniquila, le arrastra del cuello, y después lo precipita, despeñándole desde lo más elevado del templo, proclamando la victoria de México.
Con Moquíhuix acabó la monarquía de los tlatelolcas, y el pueblo quedó como un barrio de México. Axayácatl impuso duros tributos a los vencidos y prohibió que se reedificase el templo, que quedó destinado para depósito de inmundicia, en venganza contra el pueblo que se reveló contra México. La muerte de Moquíhuix y la extinción del Reino de Tlatelolco acontecieron en 1473.
Incesante en las guerras Axayácatl, emprendió la de Toluca y llevó sus armas a Michoacán, donde sufrió reveses y quedó fijada la frontera de aquel Reino en Tochipan y Tlaximaloyan, hoy Tajimaroa.
En una de sus últimas campañas peleó cuerpo a cuerpo con un señor otomí, y hubiera perecido porque estaba herido en un muslo, si no le hubieran libertado dos esforzados jóvenes que le acompañaban.
En el mismo año de 1473 que acaeció la muerte de Moquíhuix, murió Totoquihuatzin, Rey de Tlacopan, sucediéndole en el trono Chimalpopoca.
En 1481, en medio de las fatigas de sus diversas campañas, murió Axayácatl, después de haber reinado trece años, dejando por sucesor a Tizoc, que era entonces general de los ejércitos.
Tizoc (Pierna Agujerada) subió al trono y continuó las conquistaS aunque algunos historiadores dicen que por su ánimo apocado se enajenó la voluntad del pueblo.
En 1486 murió Tizoc, envenenado por los señores de Iztapalapa y de Chalco: al principio se pudo encubrir el secreto, pero descubierto al fin, fueron castigados con la muerte sus autores, asistiendo a su suplicio los Reyes de Texcoco y de Tlacopan.
Tizoc, que era apasionado por la magnificencia en el culto de los dioses, dejó comenzado el gran templo de Huitzilopochtli, y acopiado material en cantidad inmensa para la fábrica, que encontraron los españoles.
Las guerras entre texcocanos y huejotzincas fueron del tiempo de Tizoc, así como el casamiento de Nezahualpilli con dos sobrinas de Tizoc, una de las cuales le dio por hijo a Cacamatzin, Rey de Texcoco después de la muerte de aquel monarca.
Como ya hemos dicho, en 1486 murió Tizoc después de reinar cinco años, sucediéndole en el trono Ahuízotl (Animal del Agua).
El primer acto de su reinado fue el tremendo suplicio de los envenenadores de su hermano.
En 1487 se procedió a la dedicación del templo, en la que se desplegó un lujo de ferocidad que materialmente espanta la imaginación.
No están de acuerdo los historiadores -dice Clavijero- sobre el número de víctimas: Torquemada dice que fueron 72344; otros afirman que fueron 64060. Para hacer con mayor aparato tan horrible matanza, se formaron a aquellos infelices en dos filas, cada una de ellas de media legua de largo, que empezaban en las calles de Tacuba por un lado, y del Rastro por el otro, y venían a terminar en el mismo templo, donde se les daba muerte a medida que iban llegando.
El padre Durán hace llegar el número de víctimas sacrificadas a 80 000; pormenoriza la dedicación, pintando a los prisioneros en grandes hileras por las calzadas del Peñón, Iztapalapa, Tacuba y Tepeyac. El pueblo, en azoteas y bajo grandes enramadas, asistía al espectáculo; los Reyes de México, Acolhuacan y Tlacopan presidían la ceremonia, riquísimamente vestidos; multitud de sacerdotes, con los trajes y las insignias de los dioses a que servían aparecían en las alturas con sus cuchillos de ixtli en las manos: Las víctimas coronaban los corredores exteriores, tránsitos y escaleras.
La matanza fue horrible; la sangre corría a torrentes de escalón a escalón llegando fría y formando cuajarones en los últimos: esas pellas de sangre humana eran recogidas por otros feroces sacerdotes, y embararraban con ella altares e ídolos, paredes y quicios de puertas de los templos. Esta espantosa carnicería duró cinco días, en que la pestilencia y las calenturas amagaban a aquella espantosa ciudad.
Ahuízotl parecía profesar profundo odio a la paz, según la tenacidad con que promovía guerras y perseguía a sus enemigos.
Al año siguiente de la dedicación del templo hubo un gran terremoto, de que se conservó en México funesto recuerdo.
Habiéndose dicho al rRey y él mismo examinado de un manantial abundantísimo de limpias aguas que había en Coyoacán, trató de que se introdujesen a México para su abasto e hizo consulta con algunos conocedores. Tzutzunain, que así se llamaba el señor de Coyoacán, a quien se pidió el agua, hizo tenaz resistencia, no por lo que importaba la dádiva, sino mostrando los peligros para México de semejante introducción, y así lo manifestó al Rey con franqueza. Pero éste, dando mal pago a su lealtad, le mandó matar, mostrando profundo desprecio por sus predicciones.
En muy pocos días se emprendió y concluyó el acueducto, entrando las aguas a la ciudad en medio de músicas, de cantos y de lluvias de flores, con la mayor solemnidad.
En la estación de las aguas una inundación formidable afligió a México: el acueducto se convirtió en torrente: el mismo Rey, que estaba en un cuarto bajo de su palacio, fue sorprendido por las avenidas, y tratando de huir, se dio en el dintel de una ventana un golpe tan fuerte, que de resultas de él murió después de algún tiempo.
El reinado de Ahuízotl pasó entre continuas guerras; llevó sus armas victoriosas hasta Guatemala, y a pesar de su magnificencia y liberalidad y no obstante sus buenas cualidades, sus vejaciones, impuestos y crueldades hicieron que su nombre pasara a la posteridad como sinónimo de importunidad y de molestia. Nosotros decimos Fulano es mi Ahuizote; esto es, no me deja descansar.
Ahuízotl murió en 1502, después de haber reinado dieciséis años, dejando el trono a Moctezuma II, conocido con el calificativo de Xocoyotzin.
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