Índice de Lecciones de historia patria de Guillermo PrietoPRIMERA PARTE - Lección VIPRIMERA PARTE - Lección VIIIBiblioteca Virtual Antorcha

LECCIONES DE HISTORIA PATRIA

Guillermo Prieto

PRIMERA PARTE

Lección VII

Moctezuma II, Xocoyotzin. Su exaltación al trono. Su grandeza y ceremonial de Palacio. Casas de fieras y jardines. Hipocresía y crueles instintos. Su gobierno. Leyenda de Papantzin. Muerte de Nezahualcóyotl. Tlahuicole. Venida de los españoles.


Fue elegido Moctezuma II Rey de México, no obstante alegar derecho al trono su hermano Pinazthuitzin, Cecepachcatzin y Tízoc.

Era Moctezuma sacerdote y guerrero, y distinguíase por su modestía extremada. Al saber la noticia de su exaltación al trono, se retiró como a implorar la gracia del cielo, lo que exaltó las simpatías que se tenían por él.

Grande fue la pompa de la ocupación del trono: acudieron en tropel los Reyes y pueblos aliados, rindiéndole homenaje; y la historia conserva las arengas con que entonces felicitaron al nuevo monarca, mencionando que al escucharlas derramó lágrimas.

No obstante a pocos días de ejercer el poder, se mostró ingrato con la nobleza, desplegando tal orgullo, como no hay memoria en sus antecesores.

Aumentó su servidumbre a trescientas o cuatrocientas personas de lo más florido de la juventud de ambos sexos; su serrallo se aumentó también.

Nadie podía penetrar a su presencia sino descalzándose; frente a él se hacían tres reverencias profundas, diciendo en la primera Señor, en la segunda Señor mío y Gran Señor en la tercera.

En el salón en que habitaba el monarca, y en sus alrededores, reinaba profundo silencio y todos hablaban en voz baja.

En aquel mismo salón de su residencia le servían la comida, de variados manjares, y en tal abundancia, que asombró a los españoles cuando lo vieron.

Servíale de mesa un almohadón riquísimo cubierto con manteles de algodón blancos como armiño, primorosamente tejidos.

El servicio en general era de barro finísimo labrado en Cholula; sólo una vez usaba los trastos el monarca, renovándose cada día y regalándose después a los nobles.

Las copas en que se bebía el cacao y otras bebidas, eran de oro o de concha preciosísima; los platos eran de oro o de barro, y cada uno se ponía a la mesa sobre un braserillo a propósito para que permaneciesen calientes los manjares. Hemos dicho que había trescientos o cuatrocientos sirvientes; la mayor parte de ellos se ponían en movimiento durante la comida.

El Rey, con una varita que tenía en la mano, señalaba lo que qUería le sirviesen.

Durante la comida se cerraban las puertas del salón, no qUedando en él sino los ministros, que permanecían a distancia y en pie en toda ella.

Con frecuencia, mientras el monarca comía, la música tocaba, y en los intervalos, juglares y bufones hacían ostentación de sus habilidades.

Antes y después de la comida, las mujeres de su serrallo le presentaban agua para que se lavase las manos.

Al reposar la comida poníanle delante una larga pipa, que fumaba hasta conciliar el sueño, del cual despertaba a los ecos de la música.

Salía de su palacio en litera, y cuando la dejaba, sus súbditos tendían alfombras para que anduviese.

Tenía varios palacios Moctezuma, pero los más notables eran en los que se hallaban sus departamentos para toda clase de animales, sus estanques y jardines.

Uno de estos palacios tenía veinte puertas a la calle, elevadísimas paredes, techos de cedro y pino, y salones, algunos de los cuales podían contener hasta tres mil personas.

En medio de jardines que apenas puede concebir la imaginación, entre la bóveda sombría que formaban los fresnos y sabinos, multitud de aves de cantos deliciosos alegraban los aires con embriaguez de los sentidos.

De trecho en trecho veíanse hasta diez amplios estanques conteniendo multitud de peces.

Las fieras tenían su casa suntuosísima, y para alumbrarla se hacía inmenso gasto.

En uno de sus palacios tenían habitaciones hombres de conformación rara o singulares por cualquiera circunstancia.

Los jardines de Chapultepec y el ubicado cerca del Peñón, no dejaban lugar al deseo para pedir mayor perfección de hermosura.

Era Moctezuma celosísimo del culto religioso, hasta dar a entender que conferenciaba con los dioses. Preocupábanle los augurios, y lo dominaba la superstición.

Hostilizó especialmente Moctezuma a los tlaxcaltecas para procurar víctimas a sus dioses, conforme al pacto de la guerra sagrada.

Los tlaxcaltecas se unieron a los de Cholula y Huejotzingo que se hallaban en condiciones análogas, y estalló aquella terrible guerra que dejó los hondísimos rencores que después explotaron, funestamente para México, los españoles.

En 1505, es decir, tres años después de la exaltación al trono de Moctezurna, se hizo sentir en la ciudad y en algunas provincias un hambre espantosa, llegando esta plaga a su último extremo.

El año de 1507 fue año cíclico, y se celebró con gran pompa la ovación del fuego, siendo de notar que ésta fue la última de esas singulares ceremonias.

Invocando hipócritamente la justicia, pero en realidad dando rienda suelta a sus crueles instintos, emprendió guerras contra zapotecas cholultecas y huejotzincas, llevando sus armas hasta Guatemala y dejando en todas partes sembrados profundos rencores.

En medio de estas agitaciones, se cuidaba del mejoramiento de la ciudad; su aseo era atendido con esmero. Entre los nuevos edificios que se construyeron, se menciona el de la diosa Centéotl, siendo digno de mencionarse también el famoso acueducto de Chapultepec y la reparación de ese camino construido sobre el lago.

Como ya hemos dicho, era Moctezuma supersticioso al extremo; de talento no muy expedito; así es que hace gran mérito de la aparición de un cometa, visto como un anuncio fatal del cielo.

Con este motivo parece que tuvo conferencias el monarca con astrónomos y adivinos, y se recordaron las prdicciones de Quetzalcóatl que formaban parte de su credo religioso, referentes al advenimiento de unos hombres de Oriente, blancos y barbados, conducidos por el signo de la cruz, que debían ser vistos como los dueños verdaderos del país.

La leyenda absurda de la resurrección de la princesa Papantzin, tuvo grande boga.

Decíase que después de sepultada la princesa, al tercer día de su muerte, se apareció sentada bajo los árboles, y a la orilla de un estanque; prediciendo al monarca la llegada de gente extraña que venía a dominar este suelo. Pero si bien todo esto lo considera como vulgaridad el buen sentido, influía en aquel tiempo para predisponer y acobardar al monarca, para que desahogasen su descontento los pueblos, y para revivir tradiciones funestas a la independencia del continente.

En el año de 1516 murió Nezahualpilli y ascendió al trono poco después Cacamatzin; pero Ixtlilxóchitl se opuso al nombramiento, disputando la corona al nuevo monarca, al frente de sus numerosos adictos, fundándose en que Nezahualpilli al morir no había hecho indicación alguna sobre su sucesor.

Moctezuma apoyó a Ixtlilxóchitl, y éste fue otro de los motivos por que entre los texcocanos existía descontento contra los mexicanos, descontento que a la venida de los españoles se convirtió en negras traiciones.

Volviendo a Nezahualpilli, fue valiente y sagaz guerrero: sobresalió en la elocuencia; tenía en su palacio una ventanilla con Una reja o celosía que daba al mercado, con el objeto de saber por sí mismo el estado y las opiniones del pueblo.

Era fama, con referencia a lo primero, que la macana con que él peleaba era tan pesada, que un hombre de regular pujanza no la podía levantar del suelo.

Aprehendido Tlahuicole, capitán de Tlaxcala, por haberse metido en un lugar cenagoso de donde no pudo salir, porque le rodearon multitud de enemigos, le llevaron a presencia de Moctezuma, el que no sólo le perdonó la vida, sino que le dio riquezas y honores con tal que pelease contra sus hermanos.

El tlaxcalteca renunció a todo, mostrando su resolución de no traicionar jamás a su patria y su aspiración única de que le sacrificasen a los dioses en la piedra gladiatoria.

El Rey le mantuvo con distinción en su Reino y le ofreció que fuese a la guerra contra los de Michoacán. Tlahuicole aceptó e hizo prodigios de valor en esa campaña, captándose más y más la voluntad de Moctezuma.

Entonces propuso el Rey a Tlahuicole un empleo fijo en el ejército, el que rehusó obstinado el tlaxcalteca; díjole por fin, que quedaba en libertad para volver a su país, y rechazó el beneficio, insistiendo en que se le hiciese morir en el sacrificio gladiatorio. Condescendiendo el Rey con su bárbaro deseo, atáronle a la piedra, como era costumbre, y así derribó a ocho mexicanos, hasta que al fin sucumbió, ofreciendo su corazón a Huitzilopochtli entre las demostraciones de regocijo.

En 1519, que es realmente cuando comienza la historia de la Conquista, Moctezuma se enseñoreaba de todos los pueblos del valle de México, y había llevado sus armas hasta Tehuantepec y Guatemala.

Texcoco, después de haber llegado a su último grado de esplendor en los reinados de Nezahualcóyotl y Nezahualpilli, y después de las contiendas de Cacamatzin e Ixtlilxóchitl, quedó gobernado por este último, que se sometió a Cortés y gobernó por su mandato.

Michoacán estaba gobernado por Calzontzin a la llegada de los españoles, y respecto de los demás Estados de la que es hoy República mexicana, se ocupan los historiadores particulares.

Antes de confundir la historia antigua con la de la Conquista de los españoles, daremos como los historiadores de donde sacamos nuestras Lecciones, idea de la religión, cultura, gobierno, y los rasgos característicos de nuestros antepasados, para completar el conocimientO que con ellos hemos adquirido.

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