Índice de Lecciones de historia patria de Guillermo Prieto | SEGUNDA PARTE - Lección XV | TERCERA PARTE - Lección II | Biblioteca Virtual Antorcha |
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LECCIONES DE HISTORIA PATRIA
Guillermo Prieto
TERCERA PARTE
Lección I
Consumación de la Conquista. Cortés, capitán general. Época virreinal. Monarcas españoles. Recopilación de Indias. Provincias. Divisiones históricas. Aseo y división de la ciudad. Cortés en Coyoacán. Ayuntamiento. Suplicio de Cuauhtémoc. Distribución del botín. Nombramiento de Garay. Leonel Cervantes. Importaciones de Cortés. Tapia gobernador. Anulación de los repartimientos. Concesión benéfica de la corte. Llegada de los padres franciscanos en 1524. Marcha Cortés a Hibueras. Revueltas y motines. Regreso de Cortés. Tormento a Rodrigo de Paz. Mando de Cortés. Residencia de Ponce de León. Su muerte. El licenciado Marcos Aguilar queda con el gobierno civil y deja el militar a Cortés.
Consumóse, como hemos explicado, la conquista de México el 13 de agosto de 1521. Clavijero compara el sitio de la ciudad al de Jerusalén, tan famoso en la historia por sus espantosos estragos.
El propio autor calcula en cien mil los mexicanos que perecieron en esta lucha tremenda, sin contar con los que destruyó el hambre, la sed y la peste. De novecientos españoles que concurrieron al sitio, morirían cien, según el propio autor a quien hemos mencionado.
Luego que se difundió la noticia de la toma de la ciudad, se fueron sometiendo sucesivamente las diversas provincias del imperio, con algunas excepciones, pues hubo provincias que por espacio de dos años continuaron haciendo la guerra incesantemente a los españoles.
Al terreno conquistado y por conquistar se dio el nombre de Nueva España, nombre que conservó hasta que se consumó la independencia en 1821.
Como hemos visto, Cortés obraba en la guerra y gobernó en los primeros días como Capitán General; sucediéronle dos audiencias, y del año de 1535 en adelante, gobernaron en nombre del Rey de España sesenta y tres Virreyes, cubriendo las vacantes la Real Audiencia.
Ocuparon el trono de Castilla durante la dominación española, los monarcas siguientes:
Carlos V de Austria y I de España.
Felipe II
Felipe III
Felipe IV
Carlos II
Felipe V
Luis I
Fernando VI
Carlos III
Carlos IV
Fernando VII.
Rigieron en el periodo que vamos a narrar, las leyes españolas modificadas por las especialmente expedidas para América y que forman la llamada Recopilación de Indias.
Después de conquistar los españoles todo lo que se conoció con el nombre de República mexicana, después de la independencia se dividió el país en doce provincias que se llamaron:
San Luis Potosí, que comprendía las provincias de Coahuila, Nuevo León, Texas y Tamaulipas o Nuevo Santander;
la de Sonora, que comprendía Sinaloa;
la de Durango, que comprendía Chihuahua y Nuevo México;
la de Nueva Galicia o Guadalajara, que comprendía a Colima;
la de Mérida o Yucatán;
la de México, que comprendía Querétaro;
la de Oaxaca;
la de Veracruz, que comprendía Tabasco;
la de Michoacán o Valladolid;
la de Puebla, que comprendía Tlaxcala;
la de Zacatecas,
la de Guanajuato.
Las Californias dependían de México en lo político y de Sonora en lo militar.
Duró la dominación española tres siglos, un mes y cuatro días, quedando dividida la historia de la Nueva España en cuatro épocas, que son:
1. Desde la toma de la ciudad de México hasta la venida del primer Virrey.
2. Hasta la terminación del dominio de la casa de Austria.
3. Hasta el grito de insurrección dado en la Nueva España el 16 de septiembre de 1810.
4. Desde 1810 hasta nuestros días.
Luego que Cortés se posesionó de la ciudad, mandó quemar maderas resinosas para la purificación del aire, dictó convenientes medidas de policía para que se enterrasen los cadáveres, se quitaran los escombros y se reparasen en lo posible puentes y edificios.
Dejó como grandes divisiones de la ciudad, Tenochtitlan y Tlatelolco, confiando el mando de la primera a Cuauhtemotzin y el de la segunda de Ahuelitoc.
Él se retiro a Coyoacán, donde instaló el Ayuntamiento cuyos reglamentos y disposiciones regían de Veracruz a México.
Los conquistadores, ebrios de orgullo con sus triunfos y sedientos de riquezas, hicieron toda especie de investigaciones para descubrir los tesoros que, con fundamento o sin él, suponían existir; urgían a Cortés para su descubrimiento hasta con amenazas y síntomas de rebelión, y Cortés, a su vez, compelía a Cuauhtemotzin para el descubrimiento; éste resistía, y entonces el héroe español mandó que a Cuauhtemotzin y su secretario les atasen a un poste, les untasen con aceite las plantas de los pies y los pusiesen sobre una hoguera. El héroe azteca sufrió este bárbaro tormento sin exhalar una queja, sin lanzar un solo gemido cuando sus carnes se tostaban en el fuego; por el contrario, oyendo los ayes doloridos de su secretario, se volvió a él y con voz reposada le dijo:
Hombre muelle y de poco corazón, ¿estoy yo acaso en algún deleite?
Este hecho es un negro borrón en la vida de Cortés, y no obstante el espíritu de la época y a pesar de las disculpas de sus apologistas, lo reputaron y lo reputará la historia como una gran maldad.
Cortés distribuyó riquísimo botín entre sus soldados y sus aliados, reservando el quinto para el emperador; repartió también entre sus soldados tierras, asignándoles cierto número de indígenas a usanza de los repartimientos, mandados abolir por los Reyes Católicos en los otros dominios españoles, hizo marcar porción de esclavos, mandó destruir los ídolos y otros objetos del culto azteca, mutilando bárbaramente la historia; mandó sacar azufre del Popocatépetl con sus soldados Meza y Montaño; contrajo alianza con el Rey de Michoacán; despachó a Olid a la conquista de Hibueras, a Orozco a la de Oaxaca, y procedió a la reedificación de la capital; levantó un templo en el centro de ella y un palacio para sí.
El conquistador no descuidó escribir a Carlos V todo lo sucedido, mandándole ricos presentes y suplicándole le conservase los títulos que ya tenía de gobernador y Capitán general.
Entre las disposiciones que dictó Cortés, fueron de las más trascendentales la de dividir la ciudad en habitaciones para españoles y habitaciones para mexicanos, prohibiendo severamente a los primeros contrajesen matrimonios con indias, sembrando esa funesta división de razas que nos ha sido tan nociva después.
Desde que fue tomada la ciudad, Cortés se estableció en Coyoacán, donde nombró Ayuntamiento para México, y se celebraron los triunfos de los españoles, acudiendo los pueblos a protestar obediencia al conquistador.
Mientras se consumaba la Conquista y obtenían frutos los trabajos inmensos de Cortés, Velázquez, a quien conocemos y que no cesaba en la gestión de sus derechos sobre las tierras de la Nueva España, logró que Carlos V, Rey de España, nombrase a Garay gobernador y éste se dirigió al Pánuco.
Cortés se desprendió de Coyoacán y marchó a impedir la posesión de Garay.
A su regreso hizo que los conquistadores casados trajesen a sus mujeres, facilitando la venida de otras para que contrajesen enlace con los españoles. Entre éstos favoreció a Leonel Cervantes, quien trajo a sus siete hijas que Cortés casó con sus oficiales. Mandó a la vez transportar de las Antillas ganado mayor y menor, la caña de azúcar y diversos cereales y frutos de toda especie; fundió cañones, abrió los caminos para Veracruz y Tampico y despachó enviados para reconocer el mar del Sur, y a Alvarado con una expedición a Guatemala.
Entretanto, Velázquez, que no descansaba en su guerra a Cortés, logró, por medio de sus amigos de España, que nombrasen gobernador de México a Tapia, y con tal carácter llegó por aquel tiempo a Veracruz.
Cortés con el apoyo del Ayuntamiento que era su hechura, se resistió a entregar el mando y se vio precisado a volver a España.
A consecuencia de estos sucesos, hubo una conspiración que al fin fracasó, para dar muerte a Cortés, quien fue nombrado por Carlos V gobernador y Capitán general, recibiendo instrucciones especiales para que tratase con amor y humanidad a los indios, como en efecto lo ejecutaba, según el testimonio de la mayor parte de los historiadores.
Sabedora la corte de las primeras providencias de Cortés, anuló los repartimientos; mandó que en cambio se impusiese a los indios un ligero tributo; concedió a los conquistadores posesiones en campos y ciudades; mandó que fuesen pagados los diezmos; dio armas a México y exceptuó al Reino del impuesto de alcabalas por diez años, y por ocho de los derechos del quinto de oro y plata.
La anulación de los repartimientos produjo descontento profundo entre los conquistadores, y tanto, que Cortés tuvo que suspenderla, comenzando aquí la serie de actos que dejaron sin efecto muchas de las disposiciones benéficas de la España en favor de la América.
Entre los acontecimientos más dignos de conmemorarse durante el gobierno de Cortés, puede contarse la llegada de los padres franciscanos el 12 de junio de 1524.
Los oficiales reales comenzaron a hacer la guerra a Cortés.
Éste, teniendo noticias de que Olid se había rebelado en Hibueras, partió a reducirlo, dejando en su lugar a su amigo el licenciado Zuazo y al contador Albornoz, llegado poco tiempo hacía de la isla de Cuba, y quienes se asociaron después en el gobierno con Salazar y Chirinos, haciendo pesar todos ellos sobre el pueblo la más brutal tiranía.
Cortés sacrificó en su viaje a Hibueras a Cuauhtemotzin y a otros nobles y Reyes que le acompañaban, con el pretexto de que tramaban contra él una conspiración. Antes de llegar a Honduras, supo Cortés que Olid había sido matado por los capitanes Casas y Avila.
A consecuencia del tiránico gobierno que dejó en México, los indios se amotinaron y Salazar y Chirinos fueron depuestos del mando y encerrados en una jaula, quedando de gobernantes Estrada y Albornoz.
En estas disensiones, medio aplacaron los ánimos fray Martín de Valencia y sus compañeros los padres de San Francisco.
Habiendo tenido noticia Cortés de lo que pasaba en México, regresó en medio del júbilo general.
Durante su ausencia, sus enemigos habían esparcido la noticia de su muerte, habían confiscado parte de sus bienes y perseguido a sus amigos, habían sacrificado a Rodrigo de Paz, a quien, porque defendía los intereses de Cortés, le sujetaron al tormento de quemarle los pies a fuego lento, después de habérselos untado con aceite, y lanzando de la Nueva España al licenciado Zuazo, que según algunos, fue quien dio aviso a Cortés de lo que pasaba.
Cortés, a su vuelta de Hibueras, tomó las riendas del gobierno y siguió ejerciendo hasta la llegada del licenciado Ponce de León, quien por instigaciones de los enemigos de Cortés en México, vino a residenciarlo de orden de Carlos V.
Apenas se había publicado el bando de residencia, falleció Ponce de León, no faltando quien dijese que había sido envenenado, sustituyéndolo en el poder el licenciado Marcos Aguilar que fue reconocido gobernador, quedando a Hernán Cortés el carácter de Capitán general.
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